“SOIS SAL, SOIS LUZ”
- 05 Febrero 2017
- 05 Febrero 2017
- 05 Febrero 2017
Salir a las periferias
Jesús da a conocer, con dos imágenes audaces y sorprendentes, lo que piensa y espera de sus seguidores. No han de vivir pensando siempre en sus propios intereses, su prestigio o su poder. Aunque son un grupo pequeño en medio del vasto Imperio de Roma, han de ser la «sal» que necesita la tierra y la «luz» que le hace falta al mundo.
«Vosotros sois la sal de la tierra». Las gentes sencillas de Galilea captan espontáneamente el lenguaje de Jesús. Todo el mundo sabe que la sal sirve, sobre todo, para dar sabor a la comida y para preservar los alimentos de la corrupción. Del mismo modo, los discípulos de Jesús han de contribuir a que las gentes saboreen la vida sin caer en la corrupción.
«Vosotros sois la luz del mundo». Sin la luz del sol, el mundo se queda en tinieblas: ya no podemos orientarnos ni disfrutar de la vida en medio de la oscuridad. Los discípulos de Jesús pueden aportar la luz que necesitamos para orientarnos, ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.
Las dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los alimentos y se disuelve en la comida puede dar sabor a lo que comemos. Lo mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. Una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz.
El Papa Francisco ha visto que la Iglesia vive encerrada en sí misma, paralizada por los miedos y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos como para dar sabor a la vida moderna y para ofrecer la luz genuina del Evangelio. Su reacción ha sido inmediata: «Hemos de salir hacia las periferias existenciales».
El Papa insiste una y otra vez: «Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos».
La llamada de Francisco está dirigida a todos los cristianos: «No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos». «El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro». El Papa quiere introducir en la Iglesia lo que él llama la «cultura del encuentro». Está convencido de que «lo que necesita hoy la Iglesia es capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones».
5 Tiempo ordinario - A
(Mateo 5,13-16)
05 de febrero 2017
V Domingo T.O. Sois Luz
Hoy se nos propone la figura del justo que se apiada y presta, y la de aquel que con corazón magnánimo comparte sus bienes y da pan a los hambrientos y vestido al desnudo. Sin duda que la misericordia se demuestra con hechos concretos y no con ideologías o discursos especulativos.
Aunque el árbol se conoce por sus frutos, el árbol mismo también es importante. Precisamente al justo se lo compara con el árbol plantado junto a la acequia, al borde del agua. Esta permanencia del árbol junto al manantial posibilita que no se seque, ni que pierda su lozanía y verdor.
Por bueno que sea es el esqueje de árbol frutal que se plante, si no se cuida, difícilmente va a tener posibilidad de ofrecer frutos. Este argumento lo aplicamos a las palabras que Jesús dirige a los suyos, cuando de manera axiomática les dice: “Sois sal, sois luz”. Quienes hemos sido bautizados, hemos recibido la identidad de ser luz, de ser justos, ser como árbol bueno. Debemos cuidar este don debemos, porque si no sazonamos ni iluminamos, hemos perdido o pervertido la identidad, nos hemos apartado del manantial, del fuego que nos calienta y alumbra.
La luz ilumina por sí misma, y la sal conserva y hace sabrosos los alimentos. El creyente, el justo es como la luz sobre el candelero, que con su modo de vida alumbra, atrae, fascina. El modo de vida del creyente pasa por la entrega de sí mismo, no solo por hacer más o menos obras buenas, sino porque toda su existencia está orientada hacia la propia donación. Desde ahí la diferencia que se puede dar entre tan solo hacer el bien o ser bueno; entre justificarse con alguna obra solidaria, o ser justo. El mandamiento es de ser santos.
Se nos invita a hacer el bien, pero se nos pide que lo hagamos como expresión de identidad, como reflejo de Aquel que se dio a Si mismo por amor.
El deseo de Jesús y su envío nos identifica, no porque de manera mimética hagamos lo que Él hizo, sino porque somos prolongación de su presencia. Él es la Luz del mundo, y nosotros somos luz en Él y desde Él. “Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.”
Águeda o Ágata, Santa Memoria Litúrgica, 5 de febrero
Virgen y Mártir
Patrona de las enfermeras
Martirologio Romano: Memoria de santa Águeda, virgen y mártir, que en Catania, ciudad de Sicilia, siendo aún joven, en medio de la persecución mantuvo su cuerpo incontaminado y su fe íntegra en el martirio, dando testimonio en favor de Cristo Señor (c. 251).
Etimología: Águeda = Ágata = Aquella que es buena y virtuosa, es de origen griego.
Breve Biografía
Santa Águeda de Catania fue una virgen y mártir según la tradición cristiana. Su día se celebra el 5 de febrero.
Fue una joven siciliana de una familia distinguida y de singular belleza que vivió en el siglo III. El senador Quintianus intentó poseerla aprovechando las persecuciones que el emperador Decio realizó contra los cristianos. El Senador fue rechazado por la joven que ya se había comprometido con Jesucristo. Quintianus intentó con ayuda de una mala mujer, Afrodisia, convencer a la joven Águeda, pero esta no cedió.
El Senador en venganza por no conseguir sus placeres la envía a un lupanar, donde milagrosamente conserva su virginidad. Aún más enfurecido, ordenó que torturaran a la joven y que le cortarán los senos. La respuesta de la luego Santa fue "Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?". Aunque en una visión vio a San Pedro y este curó sus heridas, siguió siendo torturada y fue arrojada sobre carbones al rojo vivo en la ciudad de Catania, Sicilia (Italia). Además se dice que lanzó un gran grito de alegría al expirar, dando gracias a Dios.
Según cuentan el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 250 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los alrededores del volcán e invocada para prevenir los daños del fuego, rayos y volcanes. También se recurre a ella con los males de los pechos, partos difíciles y problemas con la lactancia. En general se la considera protectora de las mujeres. En el País Vasco se le atribuye una faceta sanadora.
Es la Patrona de las enfermeras y fue meritoria de la palma del martirio con la que se suele representar.
Iconografía
Se la ha representado en el martirio, colgada cabeza abajo, con el verdugo armado de tenazas y retorciendo su seno. También sosteniendo ella misma la tenaza y un ángel con sus senos en una bandeja o ella misma portando la bandeja con sus pechos. La escena de la curación por San Pedro también se ha representado.
A menudo se la representa como protectora contra el fuego, con lo que lleva una antorcha o bastón en llamas, o una vela, intentado extinguir el incendio.
El Papa en el ángelus: ‘La cultura de la vida sea la respuesta a la lógica del descarte’. El pontífice recordó las palabras de Madre Teresa: “La villa es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela”
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Realizar con coraje una acción educativa a favor de la vida humana; llevar adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y a la disminución demográfica, y estar cerca de las mujeres en dificultad que piensan interrumpir el embarazo, sin olvidarse de quienes están en el final de la vida. Lo pidió el papa Francisco este domingo 5 de febrero después de la oración del ángelus, rezada desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, donde le esperaban miles de fieles y peregrinos. El Santo Padre recordó que hoy en Italia se celebra la Jornada por la Vida, con el tema “Mujeres y hombres por la vida en el surco de santa Teresa de Calcuta” y por ello indicó que se une a los obispos italianos “al desear una acción con coraje a favor de la vida humana” porque “cada vida es sagrada”. “Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y de la disminución demográfica” dijo, y “estemos cerca y juntos recemos por las mujeres que piensan interrumpir un embarazo”. Francisco añadió: “Y por las personas que se encuentran en el final de vida. Cada vida es sagrada”, para que “nadie sea dejado solo y el amor defienda el sentido de la vida”. El pontífice recordó las palabras de Madre Teresa: “La villa es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela”.
Al concluir sus palabras el Papa saludó “al Movimiento por la Vida, a los docentes de las universidades romanas y a todos los que colaboran para la formación de las nuevas generaciones, para que sean capaces de construir una sociedad acogedora y digna para cada persona”.
Francisco, hoy, en el Angelus
"Sea con el niño que está por nacer, sea con la persona cercana a la muerte: toda vida es sagrada"
Francisco: "Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a través del testimonio de las buenas obras"
Invita a "dar sabor a la vida con la fe", pese "al egoísmo, la envidia, la maledicencia"
Jesús Bastante, 05 de febrero de 2017 a las 12:26
La luz de nuestra fe, donándose, no se apaga sino que se refuerza. En cambio puede debilitarse si no la alimentamos con el amor y con las obras de caridad
(Jesús Bastante).- Frente a los carteles anónimos y cobardes, una multitud gritando "¡Viva el Papa!", como hacía mucho tiempo no se escuchaba en Roma. Un "Gracias, Francisco", que se impuso a la maquinaria de la división. Y es que, como señala el Evangelio de hoy, los auténticos cristianos son los llamados a ser "luz y sal de la Tierra", y no
a medrar en la oscuridad.
Providencialmente, el Evangelio de este domingo es uno de los que marcan la Iglesia que quiere construir Francisco. El sermón de la montaña, según el relato de Mateo. Un llamamiento "a los discípulos de todo tiempo, de entonces y de ahora" a ser "reflejo de la luz de Cristo" a través del testimonio de las obras.
"Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a través del testimonio de las obras buenas. ¡Y cuánto tiene necesidad el mundo de la luz del Evangelio que transforma, cura y garantiza la salvación a quien lo recibe!", clamó el Papa
"La palabra de Jesús nos pide que seamos reconocibles como discípulos que son luz para el mundo, no con las palabras, sino en nuestras obras", pues "es sobre todo nuestro comportamiento, en el bien y en el mal, el que deja un signo en los otros", recordó Francisco. Unos y otros serán, seremos, juzgados por el amor, no por las teorías o las luchas de poder.
"Cada uno de nosotros está llamado a ser luz y sal en el propio ambiente de la vida cotidiana, perseverando en la tarea de regenerar la realidad humana en el espíritu del Evangelio y en la perspectiva de Reino de Dios", explicó Bergoglio, quien añadió que "tenemos una responsabilidad con el don recibido, la luz de la fe, que no debemos retener como si fuera de nuestra propiedad". Más bien al contrario, "estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a darla a los demás mediante las buenas obras".
"El mundo está necesitado de la luz del Evangelio, que garantiza la salvación a quien la acoge, y esa luz la debemos hacer llegar con nuestras obras. La luz se refuerza, pero si no la alimentamos con el amor y la obras de caridad, se oscurece", advirtió.
Al tiempo, llamó a los cristianos "a ser la sal de la tierra". "La sal es un elemento que da sabor, preserva el alimento de la corrupción". "En tiempos de Jesús no había frigoríficos", bromeó el Santo Padre, quien añadió que "la misión de los cristianos en la sociedad es la de dar sabor a la vida con la fe y el amor de Cristo que se nos ha dado", y hacerlo "frente al egoísmo, la envidia, la maledicencia"....que se dan, también, en el interior de la propia Iglesia. Tal vez por eso el Papa clamó por que "nuestra comunidad debe ser un lugar de acogida, de solidaridad, de reconciliación".
Y, para ello, pidió ser "liberados de la degeneración destructiva y corrupta de la mundanidad, contraria al Evangelio", y es que "la purificación se va haciendo continuamente, todos los días. Cada uno de nosotros es llamado a ser luz y sal en su propio ambiente de vida cotidiana, perseverando en la realidad humana del espíritu del Evangelio y el Reino de Dios".
En el saludo posterior, Francisco se sumó a la Jornada por la Vida, que se celebra hoy en Italia, y deseó "una valiente acción educativa en favor de la vida humana". "Toda vida es sagrada" repitió, hasta en tres ocasiones, el Papa.
"Ofrezcamos la lógica de la vida frente a la lógica del descarte y el descenso demográfico. Cuidemos de los niños que están por nacer, y también de las personas que están al final de su vida. Toda la vida es sagrada".
Parafraseando a madre Teresa, el Papa recordó que la vida es maravillosa y un don de Dios, por lo que hay que cuidarla y preservarla. Y repitió: "Sea con el niño que está por nacer, sea con la persona cercana a la muerte: toda vida es sagrada". Antes de despedirse, volvió a animar a los que trabajan por la vida y les invitó a "construir una sociedad que acoja a todas las personas".
Palabras del Pontífice antes de la oración mariana del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En estos domingos la liturgia nos propone el así llamado Discurso de la montaña, en el Evangelio de Mateo. Después de haber presentado, el domingo pasado, las Bienaventuranzas, hoy pone en evidencia las palabras de Jesús que describen la misión de sus discípulos en el mundo (cfr. Mt 5,13-16). Él utiliza las metáforas de la sal y de la luz, y sus palabras están dirigidas a los discípulos de todo tiempo, por lo tanto, también a nosotros.
Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a través del testimonio de las obras buenas. Y dice: "Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo". (Mt 5,16). Estas palabras subrayan que nosotros somos reconocibles como verdaderos discípulos de Aquél que es Luz del mundo, no en las palabras, sino por nuestras obras. En efecto, es sobre todo nuestro comportamiento que - en el bien y en el mal - deja un signo en los demás. Por lo tanto, tenemos una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera de nuestra propiedad. En cambio, estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a donarla a los demás mediante las obras buenas. ¡Y cuánto tiene necesidad el mundo de la luz del Evangelio que transforma, cura y garantiza la salvación a quien lo recibe! Pero esta luz nosotros debemos llevarla con nuestras obras buenas.
La luz de nuestra fe, donándose, no se apaga sino que se refuerza. En cambio puede debilitarse si no la alimentamos con el amor y con las obras de caridad. Así la imagen de la luz se encuentra con aquella de la sal. En efecto, la página evangélica nos dice que, como discípulos de Cristo somos también "sal de la tierra" (v. 13). La sal es un elemento que mientras da sabor, preserva el alimento de la alteración y de la corrupción - ¡en los tiempos de Jesús no había heladeras! Por lo tanto, la misión de los cristianos en la sociedad es aquella de dar "sabor" a la vida con la fe y el amor que Cristo nos ha donado y, al mismo tiempo, mantener lejos los gérmenes contaminantes del egoísmo, de la envidia, de la maledicencia, y demás. Estos gérmenes arruinan el tejido de nuestras comunidades, que deben en cambio resplandecer como lugares de acogida, de solidaridad y de reconciliación. Para cumplir esta misión es necesario que nosotros mismos, en primer lugar, seamos liberados de la degeneración corruptiva de los influjos mundanos, contrarios a Cristo y al Evangelio; y esta purificación no termina nunca, debe ser realizada continuamente, hay que hacerla todos los días.
Cada uno de nosotros está llamado a ser luz y sal en el proprio ambiente de la vida cotidiana, perseverando en la tarea de regenerar la realidad humana en el espíritu del Evangelio y en la perspectiva de Reino de Dios. Que nos sea siempre de ayuda la protección de María Santísima, primera discípula de Jesús y modelo de los creyentes que viven cada día en la historia, su vocación y misión. Nuestra Madre, nos ayude a dejarnos siempre purificar e iluminar por el Señor, para transformarnos también en "sal de la tierra" y "luz del mundo".
Palabras del Papa después de rezar a la Madre de Dios:
Queridos hermanos y hermanas,
hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la Vida, sobre el tema "Mujeres y hombres por la vida en la huella de Santa Teresa de Calcuta". Me uno a los Obispos italianos en el desear una valerosa acción educativa en favor de la vida humana. Cada vida es sagrada. Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y al descenso demográfico; estamos cercanos y juntos rezamos por los niños que está en peligro de la interrupción del embarazo, como también por las personas en fin de vida: cada vida es sagrada. Para que nadie sea dejado solo y el amor defienda el sentido de la vida. Recordemos las palabras de Madre Teresa: "¡La vida es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela!"
Saludo a todos aquellos que trabajan por la Vida, a los docentes de las Universidades romanas y a quienes colaboran en la formación de las nuevas generaciones, para que sean capaces de construir una sociedad acogedora y digna de toda persona.
Saludo a todos los peregrinos, las familias, los grupos parroquiales y las asociaciones procedentes de diversas partes del mundo. En particular, saludo a los fieles de Viena, Granada, Melilla, Acquaviva delle Fonti y Bari; así como a los estudiantes de Penafiel (Portugal) y Badajoz (España).
A todos les deseo un feliz domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!