No a la guerra entre nosotros
- 12 Febrero 2017
- 12 Febrero 2017
- 12 Febrero 2017
Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para ser fieles a Dios.
También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él para hacer la vida más justa y fraterna.
Por eso, según Jesús, no basta cumplir la Ley, que ordena «no matarás». Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata cumple la Ley, pero, si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.
Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos, proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza.
Por otra parte, las conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza.
No es este un hecho que se dé solo en la convivencia social. Es también un grave problema en el interior de la Iglesia. El papa Francisco sufre al ver divisiones, conflictos y enfrentamientos de «cristianos en guerra contra otros cristianos». Es un estado de cosas tan contrario al Evangelio que ha sentido la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: «No a la guerra entre nosotros».
Así habla el papa: «Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odios, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?». El papa quiere trabajar por una Iglesia en la que «todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis».
- José Antonio Pagola 6 Tiempo ordinario – A (Mateo 5,17-37) 12 de febrero 2017
VI Domingo T.O. La voluntad de Dios
Eclesiástico 15, 16-21; Sal 118; 1 Corintios 2, 6-10; Mateo 5, 17-37)
LA VOLUNTAD DE DIOS
Es sabiduría conocer la voluntad divina, y el autor sagrado afirma que “es prudencia cumplir la voluntad de Dios”. Quizá interpretamos estas enseñanzas en orden a actuaciones concretas, a mandamientos que debemos cumplir, y sin duda, una dimensión de la enseñanza conlleva el cumplimiento positivo de lo que sabemos es bueno.
Hay otra dimensión de la voluntad divina: el abrazo que debemos dar a lo que acontece, más allá de que lo hayamos deseado o procurado. Los hechos nos traen también resonancias del querer de Dios. El salmista canta: “Dichosos los que caminan en la voluntad del Señor”-
Puede parecer exagerada la afirmación de que en todo debemos ver la mano de Dios, y de que en todos los acontecimientos, leídos desde la fe, cabe encontrar manifestaciones de su voluntad. San Pablo nos ofrece una explicación del principio de ver en todo la huella divina: “Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo”.
Jesús, quien defiende que el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado, no propone sin embargo que cada uno haga lo que quiera, sino que ratifica la revelación del Antiguo Testamento y advierte sobre el posible desprecio de la ley del Señor.
No obstante, siendo muy importante el código de moral, la ética profesional, la conducta que se rige por la moral objetiva, lo esencial en el cristianismo es la razón por la que se actúa y se vive según el Evangelio, que no debiera ser otra que la respuesta de amor a quien nos ha redimido por amor.
Y por encima de todo, a la hora de entrar en la propia conciencia, no deberemos dar más importancia al cumplimiento material de la ley que a la relación personal con Jesús, y a su ofrecimiento permanente de misericordia.
Cada enseñanza del Evangelio la debemos interpretar a la luz de toda la revelación, pues no vale evadir la ley, ni justificarse por la ley. Una cosa es cierta, que el Evangelio nos ofrece la mayor posibilidad de plenitud humana, de paz interior y hasta de felicidad en este mundo.
Francisco, hoy, en el Angelus
"No insultéis, no deseéis a la mujer de los otros, no juréis", insta Francisco
"No seamos cristianos de fachada, sino de sustancia", pide el Papa en el Angelus
"Estamos llamados a instaurar entre nosotros un clima de transparencia y de confianza recíprocas"
Jesús Bastante, 12 de febrero de 2017 a las 12:15
Que podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos, porque la desconfianza y la difidencia recíproca siempre amenazan la serenidad
(Jesús Bastante).- "No seamos cristianos de fachada, sino de sustancia". Este fue el llamamiento de Francisco durante el Angelus, en una fría y abarrotada plaza de San Pedro. Entre vivas al Papa y mucha animación -mucha presencia del Camino Neocatecumenal-, Bergoglio recordó los tres mandamientos de los que habla Jesús en el Evangelio de hoy: "No insultéis, no deseéis a la mujer de los otros, no juréis".
"Lo que se dijo en la antigua alianza no fue todo: Jesús vino a cumplir y promulgar definitivamente la ley de Dios", subrayó el Papa, quien insistió en que "Jesús nos invita a no establecer una lista de delitos ni una gradualidad, sino considerar a todos ellos perjudiciales, ya que en ellos se esconde la intención de hacer daño a los demás".
Después de recordar que Jesús nos enseña cómo realizar plenamente la voluntad de Dios, con una "justicia superior" con respecto a la de los escribas y de los fariseos, el obispo de Roma destacó que se trata de una "justicia animada por el amor, la caridad y la misericordia", es decir, "capaz de realizar la sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo".
"El formalismo del 'esto puedo, esto no puedo'. No, es más allá. Cada caso, cada uno". Y analizó, junto a la Palabra de Jesús, que va a la raíz del mal, tres aspectos del pecado del hombre como son el homicidio, el adulterio y el juramento.
Antes de invocar la ayuda de la Madre de Dios Francisco concluyó diciendo que "estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades, un clima de transparencia y de confianza recíprocas", de modo que "podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos, porque la desconfianza y la difidencia recíproca siempre amenazan la serenidad".
Angelus del papa Francisco del 12 de febrero de 2017 – Texto completo – ‘Ser cristianos de corazón y no de fachada’
El Santo Padre explica tres mandamientos: homicidio, adulterio y el juramento
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde su estudio que da a la plaza de San Pedro, donde miles de fieles y peregrinos le aguardaban.
El Papa profundiza cómo hacer la voluntad de Dios, cumpliendo los mandamientos pero evitando el formalismo. En particular el homicidio, el adulterio y el juramento.
Y mientras el adulterio se consideraba la violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer, Francisco explica que se llega a este a través de la intención de poseer una mujer diversa de la propia esposa.
A continuación el texto:
“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La liturgia de hoy nos presenta otra página del Discurso de la Montaña, que encontramos en el evangelio de Mateo. En este paso Jesús quiere ayudar a sus oyentes a realizar una nueva lectura de la ley mosaica. Aquello que fue dicho en la Antigua alianza no rea todo: Jesús vino para cumplir y promulgar de manera definitiva la ley de Dios.
Él manifiesta la finalidad originaria y cumple los aspectos auténticos, y hace todo esto con su predicación y más aún con ofreciéndose a sí mismo en la cruz. Así Jesús enseña como hacer plenamente la voluntad de Dios, con una “justicia superior” respecto alos escribas y fariseos. Una Justicia animada por el amor, la caridad, la misericordia y por lo tanto capaz de realizar la sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. En particular en el Evangelio de hoy Jesús toma en consideración tres aspectos: el homicidio, el adulterio y el juramento. Sobre el mandamiento “no matar”, Él afirma que se viola no solamente con el homicidio efectivo, sino también con comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, incluidas las palabras injuriosas. Seguramente estas no tienen la misma gravedad y culpa del asesinato, pero se poene en la misma línea, porque tiene las mismas premisas y revelan la misma maldad. Jesús nos invita a no establecer una lista que evalúa las ofensas, sino considerarlas a todas dañosas, porque movidas por el deseo de hacer mal al prójimo. Otro cumplimento aporta a la ley matrimonial. El adulterio era considerado una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. Jesús en cambio va a la raíz del mal. Así como se llega al homicidio a través de las injurias y las ofensas, así se llega al adulterio a través de las intenciones de poseer a una mujer diversa de la propia esposa.
El adulterio, como el hurto, la corrupción y todos los pecados, son antes concebidos en nuestra intimidad, y una vez tomada en el corazón la decisión equivocada, se transforman en comportamiento concreto. Jesús después, dice a sus discípulos que no juren, porque el juramento es signo de la inseguridad y de la doble cara con que se realizan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantías a nuestros asuntos humanos. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de limpidez y de confianza recíproca, para que podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos. !La desconfianza y la sospecha recíproca amenazan siempre la serenidad¡ La Virgen María, mujer que escuchaba con docilidad y obedecía con alegría, nos ayude a acercarnos siempre más al evangelio, para ser cristianos no de fachada, sino de sustancia. Y esto es posible con la gracia del Espíritu Santo, que nos permite hacer todo con amor, y así cumplir plenamente la voluntad de Dios. Después de la oración del ángelus el Papa dirigió algunos saludos “Queridos hermanos y hermanas, saludo a todos los peregrinos aquí presentes, a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular a los alumnos del Instituto “Carolina Coronado” de Almendralejo y a los fieles de Tarragona, en España. También a los grupos de Caltanissetta, Valgoglio, Ancona, Pesaro, Turín y Pisa. A todos les deseo un buen domingo. No nos olvidemos, no insultar, no mirar con malos ojos, con ojos de poseer a la mujer del prójimo, y no jurar. Es tan simple. Y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘¡Buon pranzo’ y ‘arrivederci!’.