“Tus pensamientos no son los de Dios”
- 16 Febrero 2017
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Evangelio según San Marcos 8,27-33.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Beato José Allamano
Beato José Allamano, presbítero y fundador
En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas Misioneros y Misioneras de la Consolata.
Nació en Castelnuovo d’Asti el 21 de enero de 1851. Sus padres eran campesinos y tuvieron cinco hijos. José fue el cuarto. A los 3 años perdió a su progenitor, y a partir de entonces su madre, su maestra Benedetta Savio, su tío san José Cafasso y san Juan Bosco se ocuparían de formarle en las distintas etapas de su vida. Su encuentro con éste último se produjo en 1862. José era uno de los moradores del Oratorio de Valdocco y tuvo la gracia de tenerle como confesor. Los cuatro años que pasó junto a Don Bosco, como le sucedió a otros muchachos, dejaron una profunda huella en su vida. De hecho, el afecto por este gran maestro perduró siempre en su corazón. No en vano había descubierto su vocación junto a él. De Valdocco partió a Turín. No había quien lo detuviese. Por eso, cuando sus hermanos mostraron frontal oposición a su decisión de convertirse en sacerdote, se posicionó advirtiendo con firmeza: «El Señor me llama hoy … no sé si me llamará aún dentro de dos o tres años». Así es. El «tren de las 5», dicho en términos metafóricos, pasa a esa hora exacta y no a otra, y José lo tomó. Son radicales decisiones que cambian la vida, cascada inextinguible de bendiciones.
Su salud era lamentable. En más de una ocasión estuvo a punto de morir. La debilidad que fue compañera de su vida se hizo patente el primer año de su permanencia en el seminario. Pero como Dios dilata las fuerzas humanas hasta límites insospechados, atravesó ese itinerario llenándolo con sus virtudes que edificaron al resto de sus compañeros, y fue ordenado en 1873. Poseía excelentes cualidades para la formación. Por eso, y aunque le hubiera agradado especialmente la labor pastoral ejercida en una parroquia, pasó siete intensos años dedicados a los seminaristas en calidad de asistente y director espiritual del seminario mayor por expresa designación del arzobispo, Mons. Gastaldi. Mientras, seguía completando sus estudios. Obtuvo la licenciatura en teología y la acreditación para impartir clases en la universidad entre los años 1876 y 1877. Además de enseñar derecho canónico y civil, se convirtió en el decano de estas facultades. En 1880 le designaron rector del santuario de la Consolata, patrona de Turín. Inicialmente temió a su juventud y la inexperiencia de sus 29 años. El bondadoso arzobispo, que ya le había animado cuando le encomendó el seminario, le escuchó paternalmente y acogió benévolo su inquietud: «Pero monseñor, soy muy joven», había dicho José. Y el prelado nuevamente le alentó: «Verás que te amarán. Es mejor ser joven, así, si cometieras errores, tendrás tiempo para corregirlos». Inspirado consejo. Ese fue el destino de José hasta el final.
Tomó como estrecho colaborador a su amigo y dilecto compañero, el P. Santiago Camisassa. Y juntos sellaron una bellísima historia de amistad que duró más de cuatro décadas, compartiendo colegialmente, con caridad y respeto, proyectos diversos que pusieron en marcha. Entre los dos convirtieron el santuario en un templo ricamente restaurado y espiritualmente renovado haciendo de él un importante núcleo mariano. José era un gran confesor. Fue rector del santuario de san Ignacio, un lugar en el que había resonado también la voz de su tío, san José Cafasso, que incendió su corazón con un amor singular por los seminaristas y sacerdotes. Allamano convirtió el lugar en un centro de espiritualidad genuino que estaba a rebosar; tal era su influjo sobre las gentes. Se había propuesto «hacer bien el bien y sin hacer ruido». Tenía un espíritu misionero ejemplar acrecentado al tratar con uno de ellos que estaba destinado en Etiopía, Guillermo de Massia, y el celo apostólico que le caracterizaba lo inculcó a los sacerdotes. Lo tenía claro: él no había podido ir a misiones, pero otros podrían hacerlo. Y llevó a su oración este anhelo.
En 1900 se libró milagrosamente de una grave enfermedad por las fervientes oraciones dirigidas a la Virgen de la Consolata y la ayuda del cardenal Richelmy. Un año después recibió la autorización para dar inicio a su fundación. Primeramente surgieron los misioneros. En 1909 mantuvo una audiencia con Pío X, quien alentándole en otro nuevo paso, le dijo: «...si no tienes vocación para fundar religiosas, te la doy yo». Y el 29 de enero de 1910 puso en marcha la fundación de las misioneras de la Consolata. Tres años más tarde partían para las misiones. Este incansable apóstol y gran formador de jóvenes y sacerdotes, devoto de María e impulsor de una revista mariana, estuvo implicado en numerosas acciones, incluidas las que llevó a cabo durante la Primera Guerra Mundial. Murió en Turín el 16 de febrero de 1926. En su testamento hizo notar: «Por ustedes he vivido tantos años, y por ustedes he consumido bienes, salud y vida. Espero que, al morir, pueda convertirme en su protector desde el cielo». Fue beatificado el 7 de octubre de 1990 por Juan Pablo II.
Oremos
Concédenos, Señor todopoderoso, que el ejemplo del Beato José Allamano nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora de la Espina, Chalons-sur-Marne, Francia (Siglo 19)
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia Cántico Espiritual 36-37
“Tus pensamientos no son los de Dios”
Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede entrar más adentro, por cuanto es inmensa y sus riquezas incomprensibles, según exclama San Pablo diciendo: “Oh alteza de riquezas de sabiduría y ciencia de Dios, cuán incomprehensibles son sus juicios e incomprehensibles sus vías.” (Rom 11,33) Pero el alma en esta espesura e incomprehensiblilidad de juicios y vías desea entrar porque muere en deseo de entrar en el conocimiento de ellos muy adentro, porque el conocer en ellos es deleite inestimable que excede todo sentido... ¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios – que son de muchas maneras – si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo!... Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría la puerta es la cruz, que es angosta, y desear entrar por ella es de pocos, mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.
Juliana, (o Ileana) Mártir, Santa
Virgen y Mártir, 16 de febrero
Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.).
Breve Biografía
Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.
En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.
Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.
La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.
La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.
Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.
«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».
Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española
En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.
Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.
Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado cono un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.
Una antigua pregunta.
San Marcos 8, 27-33. VI Jueves de Tiempo Ordinario. Ciclo A.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por este instante. Todo quiero ponerlo en tus manos para dedicarte estos minutos. Como respuesta a tu gracia; para mostrarte que te quiero y en gratitud por todos los dones que voy a recibir hoy.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Si alguna vez he llegado a dudar de que el Evangelio es siempre nuevo, es éste un pasaje que me vuelve a sacudir. ¿Acaso no me ocurre que ante la pregunta que nos haces, me encuentro sorprendido una vez más? Alguna vez la habré respondido, quizá incluso varias veces -o por ventura sería ésta la primera vez.
La vida cristiana es tan hermosa cuando se contempla como un siempre nuevo caminar hacia el cielo. Donde no importa qué tan sumido me haya encontrado en mi miseria, o qué tanto me haya olvidado de Ti; qué tanto haya sufrido o qué tanto desesperado; qué tanto carcajeado o qué tanto suspirado; cuáles metas alcanzado, cuáles perdido. Porque me encuentre donde me encuentre, siempre vienes nuevamente a interpelarme, porque siempre sigo siendo libre de aceptar tu amor.
Hoy vienes Tú hacia mí, una vez más, te me acercas, me llamas por mi nombre, me dices: ‘Oye, ¿me conoces?... ¿Quién soy para ti?... Y qué nueva me parece la pregunta. Tan nueva que responderla para Ti y para mí. Luego me preguntas, ‘¿quién dice el mundo que soy yo?’ Porque si el mundo supiera quién soy… podrían quizá abrirse a mí, abrirse a la experiencia de mi amor.
Es bueno que me sienta sorprendido. Ayúdame a sentirme sorprendido y a remover toda rutina frente a Ti, pues quizá pienso que ya te he comprendido; cuando en realidad poco te he experimentado. Y tan poco tal vez, que menos pienso en aquellos que en el mundo quizá nunca lo han hecho.
«Jesús mira a los apóstoles y pregunta una vez más: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es la pregunta más importante, con la que Jesús se dirige directamente a aquellos que lo han seguido, para verificar su fe. Pedro, en nombre de todos, exclama con naturalidad: “Tú eres el Mesías”. Jesús queda impresionado con la fe de Pedro, reconoce que ésta es fruto de una gracia, de una gracia especial de Dios Padre.»
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Participar en una hora eucarística pidiendo esa fe fuerte que sabe reconocer siempre a su Dios y Señor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Quién es Jesucristo? Y para ti... ¿Quién es...?
Conoce el amor y la misericordia de Dios sobre ti, y no habrá nada más importante en tu vida.
La respuesta la da San Pedro cuando contesta: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»
Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Ellas; otros, que Jeremías u otro de los profetas. Y El les dijo: Y vosotros: ¿Quién decís que soy yo? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. (Mt. 16, 13-16)
No ha habido en la historia de la humanidad persona tan controvertida como Jesucristo.
Ya se ve claro en la respuesta que dan los discípulos a la pregunta del Maestro: Para unos es un personaje importante: Juan el Bautista, Elías, Jeremías u otro de los profetas. Nunca ha negado nadie -salvo algún fanático sectario- que Jesús ha sido un hombre importante en la historia humana. Alguien con una personalidad capaz de arrastrar tras sí a la gente, no sólo en su tiempo, sino siempre.
Lo que no todos son capaces de descubrir es la razón íntima por la que Jesús atrae. La respuesta la da San Pedro cuando contesta: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» Para ello hace falta -como Jesús le dice a Pedro- que lo revele el Padre eterno. Hace falta la fe, que es un don de Dios.
No se puede entender a Jesucristo si no se cree que ese hombre, que llamamos Jesús de Nazaret, encierra en sí mismo un misterio: La Segunda Persona divina, el Verbo, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre al asumir la naturaleza humana.
Ya sabemos que en la mentalidad del judaísmo de la época de Jesús se estaba esperando próximamente al Mesías. La mujer samaritana -que no era ninguna mujer culta- le dice a Jesús: sé que está para venir el Mesías. La profecía de Daniel y otras sobre el tiempo de la venida del Mesías coincidía aproximadamente con estos años.
En estas circunstancias aparece en Galilea Jesús de Nazaret. Juan el Bautista, que tenía un gran prestigio entre todos los judíos de su tiempo -hasta Herodes le escuchaba con gusto-, da testimonio a favor de Jesús. Le llama «el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Este es de quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre que es más que yo, porque existía antes que yo Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que ha de bautizar en el Espíritu Santo. Y yo he visto y atestiguo que él es el Hijo de Dios» (Jn. 1, 30-34)
Comienza Jesús a predicar y su predicación está llena de misericordia para con todos. Su doctrina es una doctrina de perdón y compasión. Enseña que Dios ama a todos los hombres y que incluso los pecadores pueden alcanzar el amor de Dios, si se convierten. El pueblo piensa y dice de él, que «nunca nadie ha hablado como este hombre» (Jn. 7, 46) porque hablaba con autoridad, no como los escribas y fariseos. Y es el mismo Jesús quien en la sinagoga de Nazaret, después de leer una profecía de Isaías referente a los tiempos del Mesías, dice: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc. 4, 21) Su doctrina va acompañada de abundantes milagros, movido por la compasión que sentía: sanar enfermedades, resucitar muertos, multiplicar la comida, etcétera.
No es de extrañar, por tanto, que la gente sencilla y los de corazón abierto le tuvieran por el Mesías esperado. Efectivamente, ¿qué mejor rey se podía tener que uno para quien no habrá problema de carestía ni de hambres? ¿Qué mejor rey que quien puede curar a los enfermos y resucitar a los muertos? ¿Quién puede gobernar mejor a un país, que un hombre que da muestras de tal sabiduría? Por todo esto no es de extrañar que en una ocasión, después de haber dado de comer a cinco mil hombres con unos pocos panes y peces, quieran proclamarle rey.
Indudablemente, a Jesús le seguía la masa del pueblo, compuesta en su mayoría por gente sencilla y humilde: ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esta gente que ignora la Ley, son unos malditos(Jn. 7, 48-49) Es verdad que también algunos personajes importantes le siguieron, y aunque al principio con miedo, luego no tuvieron reparo en confesarse amigos suyos a la hora de su muerte. Así fueron Nicodemo, José de Arimatea y otros.
Estas gentes sencillas, que frecuentemente eran despreciadas por los orgullosos fariseos, ven con buenos ojos la doctrina de Jesús. Unos le seguían, efectivamente, movidos por su doctrina aunque no la entendían plenamente, como pasó con sus discípulos. Otros le seguían porque les daba de comer; otros porque hacía milagros.
Posiblemente algunos también le seguían por gratitud, al haber sido curados.
Ciertamente su bondad, su trato exquisito para con los débiles del mundo y severo para con los que obraban injustamente, serían motivos para que las masas le siguiesen.
¿Quién es para ti Jesucristo? Hoy te hace la misma pregunta que a los apóstoles y lo único que quiere es oir tu respuesta de amor. Conoce el amor y la misericordia de Dios sobre ti, y no habrá nada más importante en tu vida.
¿Por qué y cómo dar limosna?
La limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición.
"La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo". Benedicto XVI
¿Por qué dar limosna?
El Papa Benedicto XVI nos enseñó que "La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación (la avaricia) educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia primitiva" [1].
"Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo" [2].
En breve, digamos que el sentido principal de la limosna es hacer presente en el mundo la caridad divina a través de nosotros. Con este ejercicio comunicamos la caridad divina, pues buscamos con sinceridad el bien y la integridad del prójimo.
¿La limosna debe ser material?
Al hablar de limosna nos referimos a la dádiva de un bien que nos es valioso y el cual necesitamos. Es decir, la limosna no es lo que nos sobra. Incluso si diéramos grandes sumas de dinero que no necesitáramos esa dádiva no sería limosna, pues con ella no compartimos lo que realmente necesitamos para sobrevivir.
En este sentido, no importa la cantidad de lo que demos, sino el sentido de generosidad y el compartir lo que verdaderamente lo que no nos sobra, sino que es para nosotros un bien valioso. Por tanto, podemos compartir tiempo, ayuda, consejos, y no sólo alimentos y dinero.
Asegurarnos que la limosna ayude al prójimo
Muchas veces las personas de buenas intenciones dejan de dar limosna a los pobres porque saben que el dinero dado será gastado en drogas, jerarquías delictivas o que, en general, no será de provecho para los necesitados.
Ante esto podemos responder ayudando a los necesitados a través de organizaciones o fundaciones que administran óptimamente los bienes, a fin de que los pobres puedan ayudarse con ellos.
Naturalmente, la acción de la limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición. Sin embargo, lo que el necesitado haga con los bienes compartidos no es directamente responsabilidad de quien da, sino de quien recibe los bienes.
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La clave del matrimonio es obsesionarse por hacer feliz al otro
Si tu no estás obsesionado por hacer feliz a tu novia o novio, ¡no te cases!
“Si tu no estás obsesionado por hacer feliz a tu novia o novio, ¡no te cases! Y ten la prudencia de averiguar si ella o él tiene esa misma obsesión por ti”. Así de claro es el consejo de este académico de la Universidad de Málaga, experto en antropología, derecho y terapia familiar, y autor de numerosos libros sobre el tema.“El amor es una realidad viva: o lo estás alimentando y lo haces crecer, o lo matas”, explica en esta entrevista Tomás Melendo. “Hay que dedicar cada día unos minutos a pensar qué detalles de cariño vas a tener con tu cónyuge; entender tu matrimonio como la gran aventura de tu vida, algo que te ilusiona y que debes defender, porque no estás seguro del final”.El académico visitó recientemente Chile para participar en el Congreso “Familia Creadora de Humanidad”, organizado por el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes, en el marco de la celebración de XX aniversario del Año Internacional de la Familia declarado por la ONU. Autor de numerosos libros, entrega tres valiosos consejos a los matrimonios:
1. SER UNA PERSONA “QUERIBLE” Y APRENDER A DEJARSE QUERER
“A veces le ponemos muy pesada la pista al amor. Dentro del matrimonio los problemas empiezan cuando uno de los dos no se deja querer”, explica. Esto puede deberse a que “uno no sabe provocar amor, o bien, no sabe recibir a quien se le entrega”, señala. “Con respecto al primer punto, hay que saber ser “amable” en el sentido de ser una persona que pueda ser amada, querible, y suscitar el amor de otro que se manifiesta de mil maneras. Una expresión muy clara y concreta de esto es arreglarse físicamente y ser atractivo para que el otro disfrute de ti. Aunque esto vale para hombres y mujeres -señala con humor-, lo grafico con un ejemplo: ningún varón medianamente inteligente podría reclamar por el presupuesto que su mujer destina en su arreglo personal, porque eso hace atractivo el matrimonio y mantiene viva la sensualidad”.
“Pero existen otras expresiones, más relacionadas con el carácter, que también influyen en esta característica de ser “amable” como persona. Cada cual en el matrimonio debería entender que su tarea es provocar el amor del otro y no al revés”, señala.
Más difícil de comprender, pero muy frecuente hoy en día, es la siguiente idea que desarrolla Tomás Melendo: “No podemos entregarnos, si en la contraparte no hay alguien que libremente nos reciba”. Hoy la sociedad es muy individualista -explica- y muchas personas no se dejan querer porque son autosuficientes, inseguras, o viven encerradas en sí mismas.
El error es doble, porque la clave para ser feliz es darle más importancia al tú que al yo y el único modo de quererme bien a mí mismo, es estando pendiente del otro. Lo demás es infrahumano”, indica con vehemencia.
2. ENTENDER EL MATRIMONIO COMO EL PUNTO DE PARTIDA DE LA GRAN AVENTURA DE LA VIDA
“El amor matrimonial es distinto a todos los demás amores. En el matrimonio, todo lo que no se hace por amor, o es inútil, o es perjudicial”, afirma. Por ello recomienda entender el matrimonio como un punto de partida; como el minuto en que se empieza a amar de una manera radicalmente distinta.
Aunque hoy muchas parejas se separan diciendo “no éramos felices, no resultó”, Melendo es enfático en señalar que eso ocurre porque “no llegan al matrimonio sabiendo que el amor hay que trabajarlo cada día y que la felicidad es directamente proporcional a lo que uno ama. La felicidad no se consigue buscándola directamente, es un efecto que viene cuando uno va creciendo y va amando más y mejor; por lo tanto el matrimonio hay que empezarlo bien y eso significa amar en serio, empeñarse cada momento por enamorarse más y por enamorar más al otro”.
3. DEFENDER EL TIEMPO JUNTOS ES ALTAMENTE NECESARIO
Tomás Melendo recomienda el siguiente esquema, que él afirma haber cumplido a lo largo de toda su vida matrimonial:
• Cada día, unos minutos para el cónyuge, a solas para disfrutarlo.
• Cada semana, una tarde para él.
• Cada año, alguna escapada extra.
“Esto -señala- hay que buscarlo y apuntarlo en la agenda, ya que si no lo has apuntado y lo desplazas, no lo re agendas”. Agrega que no hay que tenerle miedo a ser romántico y que la peor política económica en la familia y el matrimonio es ahorrar en felicidad. “Hay que hacer atractivo el enamorarse cada día más, ya que el enamoramiento se pasa si tú no quieres mantenerlo”, asegura.