Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

Misión en la Iglesia

Francisco en Santa Marta: "Dios estaba en un hilo de silencio sonoro"

Papa: "El Señor, cuando nos da un trabajo, nos prepara para hacerlo bien"

"Nos prepara con el don del discernimiento. Y luego, nos da la misión"

Que el Señor nos conceda la gracia de dejarnos preparar todos los días del camino de nuestra vida, para que podamos dar testimonio de la salvación de Jesús

(RV).- Cuando el Señor quiere confiarnos una misión, "nos prepara" para hacerla "bien", y nuestra respuesta debe estar basada en la oración y la fidelidad. Es el pensamiento de síntesis de la homilía del Papa Francisco, en la misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta.

Se puede ser un día valientes opositores de la idolatría en servicio de Dios y al día siguiente estar deprimidos hasta el punto de querer morir porque alguien, en el curso de nuestra misión, nos ha asustado. Para equilibrar estos dos extremos de la fuerza y fragilidad humana está y estará siempre Dios, siempre que se permanezca fieles a Él.

Es la historia del profeta Elías, que se describe en la lectura del Libro de los Reyes, tomada por Papa Francisco en su conjunto como un modelo de experiencia de toda persona de fe. El célebre fragmento litúrgico del día, muestra a Elías en el Monte Horeb que recibe la invitación a salir de la cueva en la que se encontraba, para presentarse ante Dios .

Cuando el Señor pasa, un fuerte viento, un terremoto y un incendio se materializan en secuencia, pero en ninguno de ellos Dios se manifiesta. Luego, es el momento de un ligero soplo de brisa y es en esto - recuerda el Papa - que Elías reconoce "el Señor que pasa".

"Pero el Señor no estaba en el viento, en el terremoto o en el fuego, sino que estaba en aquel susurro de brisa suave, en la paz o, como dice el texto original -precisamente el original, en una bella expresión - dice: "El Señor estaba en un hilo de silencio sonoro". Parece una contradicción: estaba en aquel hilo de silencio sonoro. Elías sabe discernir donde está el Señor, y el Señor lo prepara con el don del discernimiento. Y luego, le da la misión".

La misión que Dios confía a Elías es aquella de ungir al nuevo rey de Israel y al nuevo profeta llamado a sustituir al mismo Elías. Papa Francisco hace especial hincapié en ladelicadeza y en el sentido de paternidad con el que esta tarea es confiada a un hombre que, capaz de fortaleza y celo a la vez, ahora parece sólo un perdedor. "El Señor" - afirmó el Papa -"prepara el alma, prepara el corazón, y lo prepara en la prueba, lo prepara en la obediencia, lo prepara en la perseverancia".

"El Señor, cuando nos quiere dar una misión, cuando nos quiere dar un trabajo, nos prepara. Nos prepara para hacerlo bien, como preparó a Elías. Y lo más importante de esto no es que él haya encontrado al Señor, no, no, esto está bien. Lo importante es todo el recorrido hasta el final para llegar a la misión que el Señor le confía. Y esta es la diferencia entre la misión apostólica que el Señor nos da y una tarea: "Ah, usted tiene que realizar esta tarea, debe hacer esto...", una tarea humana, honesta, buena... Cuando el Señor da una misión, siempre nos hace entrar en un proceso, un proceso de purificación, un proceso de discernimiento, un proceso de obediencia, un proceso de oración".

Y la "fidelidad a este proceso", prosiguió Papa Francisco, es aquella de dejarnos conducir por el Señor. En este caso, con la ayuda de Dios, Elías supera el temor desencadenado en él por la reina Jezabel, quien había amenazado con matarlo.

"Esta reina era una reina malvada y mataba a sus enemigos. Y él tiene miedo. Pero el Señor es más poderoso. Pero lo hace sentir como a él, también el grande y bueno, necesita la ayuda del Señor y la preparación para la misión. Veamos esto: él camina, obedece, sufre, discierne, reza... encuentra al Señor. Que el Señor nos conceda la gracia de dejarnos preparar todos los días del camino de nuestra vida, para que podamos dar testimonio de la salvación de Jesús".

Evangelio según San Mateo 5,33-37. 

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. 
Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

Doroteo de Gaza (hacia 500- ?) Monje en  Palestina 
Instrucción.

La nueva Ley: "Yo les digo"

La ley decía: "ojo por ojo, diente por diente" (Ex. 21. 24).Pero el Señor exhorta no sólo a recibir con paciencia el golpe de quien nos abofetea, sino más aun a presentarle humildemente la otra mejilla. (Mt. 5,38-39). Pues el objeto de la ley era enseñarnos a no hacer lo que no queríamos sufrir. Nos impedía pues hacer el mal, por miedo de sufrir. Pero lo que ahora se pide, lo repito, es arrojar el odio, el amor del placer, el amor de la gloria y demás pasiones.

En una palabra, el designio de Cristo nuestro señor es precisamente enseñarnos cómo hemos venido a cometer todos esos pecados y cómo hemos sucumbido en todos estos perversos días. Nos ha pues primero, liberado por el santo bautismo concediéndonos la remisión de los pecados; después nos ha dado el poder de hacer el bien, si queremos, y de no ser arrastrados de manera forzada en el mal.

No juréis en modo alguno

Mateo 5, 33-37. Tiempo Ordinario. Él conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos.
 
Oración introductoria 



El Papa Francisco nos dice: «Estar con Jesús exige salir de nosotros mismos, de un modo de vivir cansino y rutinario». Señor, en esta oración te pido tu gracia para salir de mí mismo y escucharte. Te he fallado, pero te adoro y confío en tu misericordia. Quiero estar contigo, así como Tú quieres estar conmigo. 



Petición 



Dame la gracia de dar siempre un testimonio coherente de mi fe. 



Meditación del Papa Francisco 



Lo que parece un lenguaje persuasivo lleva más bien al error, a la mentira. Y, en el límite de la ironía, los que hoy se acercan a Jesús y parecen tan amables en el lenguaje, son los mismos que irán la noche del jueves, para llevarlo al Huerto de los Olivos, y el viernes lo llevarán a Pilato.

En cambio, Jesús pide exactamente lo contrario a los que le siguen, un lenguaje de "sí, sí, no, no", una palabra de verdad y con amor. 
Y la humildad que Jesús quiere que tengamos no tiene nada de esta adulación, con este estilo endulzado de avanzar.

¡Nada! La mansedumbre es simple, es como la de un niño. Y un niño no es hipócrita, porque no es corrupto. Cuando Jesús nos dice: "Sea vuestra palabra ¡Sí, sí! No, no! con alma de niños, dice lo contrario del hablar de estos". 
Hay una cierta debilidad interior, estimulada por la vanidad, por la que nos gusta que digan cosas buenas sobre nosotros. Esto lo saben los corruptos y con este lenguaje tratan de debilitarnos. 


Pensemos bien hoy: ¿Cuál es nuestro lenguaje? ¿Hablamos con verdad, con amor, o hablamos un poco con el lenguaje social del ser corteses, incluso para decir cosas buenas, pero que no sentimos? ¡Hermanos, que nuestro hablar sea evangélico! Luego, estos hipócritas que comienzan con la lisonja, la adulación, y todo esto, terminan buscando testigos falsos para acusar a los que habían halagado. Pidamos hoy al Señor que nuestra conversación sea el hablar de los sencillos, el hablar de un niño, el hablar de los hijos de Dios, hablar con verdad sobre el amor... (Cf. S.S. Francisco, 4 de junio de 2013, homilía en Santa Marta). 



Reflexión 


No perjurarás", el Señor no necesita nuestros juramentos para saber que vamos a cumplir. Él prefiere que nos esforcemos hasta lograr nuestro propósito, no importando las veces que caigamos. Él conoce mejor que nosotros mismos nuestro corazón, sabe que somos débiles, sabe que caeremos, pero también sabe que nos volveremos a levantar si lo que hacemos lo estamos haciendo por Él. 
También Él nos invita a confiarnos plenamente a su amor. No podemos cambiar nada de nuestro cuerpo, pero Él todo lo puede; en él todo dolor físico cambia, cobra todo su valor, ya no sufriremos sin sentido, ahora podemos unir nuestro sufrimiento al de Cristo en la cruz. ¿Por qué Dios no nos quita el sufrimiento? Tal vez porque nos ama tanto que quiere asociarnos más a su propio sufrimiento. Nosotros sufriendo tan pequeñitas cosas, en comparación con lo que Él sufrió por nosotros, le ayudamos a salvar a tantos hombres que no lo conocen o se han alejado de Él. 


Diálogo con Cristo 


Jesucristo, ¡venga tu Reino! Ésta es la aspiración de mi existencia. Que tu Reino se establezca y se realice en mi persona. Me conoces mejor de lo que yo me conozco, por eso necesito que seas el Rey de mi vida y me digas quién soy yo y qué tengo que hacer para cumplir tu voluntad. 


Propósito 



Si hoy tengo un problema, pediré a Dios que me ayude, en vez de tratar de solucionar todo con mi propio esfuerzo.

Santa Digna

Virgen y mártir, Santos Anastasio presbítero, Félix monje  mártires cordobeses ( s. IX)  Fueron martirizados en Córdoba el 14 de Junio.Ella era una religiosa contemplativa y Félix un monje de un convento de la capital y natural de Alcalá de Henares.    

Después de degollados, sus cuerpos fueron quemados y las cenizas arrojadas al río Guadalquivir. Sufrieron el martirio como tantos cristianos significativos en la era de persecución cordobesa. Se llaman mozárabes los cristianos que vivieron en tierra de musulmanes en España (711-1492) manteniendo su fe. En general, se puede decir que llevaron una vida muy difícil, y los que aquí enumeramos pagaron su fidelidad a Cristo con el martirio.

También hoy son un modelo para el que quiera vivir al Evangelio fielmente.
El elenco de los santos mozárabes, que recoge el "Martyrologium Romanum" (Roma 2001), está compuesto en su mayoría por mártires, y por unos pocos confesores. Tenemos relatos de los martirios de la mayoría de ellos, escritos por contemporáneos, que los conocieron personalmente, y, que incluso compartieron la cárcel con ellos, y, posteriormente, padecieron el martirio2. 
Estos hombres y mujeres son mártires en el verdadero sentido de la palabra, es decir, que padecieron la muerte violenta por no renegar de su fe, y por practicar libremente el cristianismo, dando así un "testimonio" inapelable de la Resurrección de Jesucristo. Llevaron una vida santa, de oración, amor a Dios y al prójimo, sin usar la violencia, detestable para un cristiano, y recibieron la muerte que ni deseaban, ni buscaban, con una inexplicable entereza y paz del alma, haciendo el bien, y no causando el mal. Fueron, en definitiva, buenos imitadores de Jesucristo, el Dios único, que se hizo Hombre y bajó a la tierra para salvarnos.

(1) Cf.CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM "Martyrologium Romanum" (Roma 2001).
(2) SAN EULOGIO, "Memorial de los santos"; "Documento martirial"; "Apologético de los mártires"; ÁLVARO DE CÓRDOBA, "Vida de Eulogio".

Oremos: « Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo. «   2 Corintios 1, 3-5
Padre nuestro del cielo, que hoy nos alegras con al fiesta anual de Santa Digna, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminado con el ejemplo de su virginidad y de su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo.

¿Es incondicional el amor de Dios? Primera parte

Pregunta: Dado que he estado muy expuesto a la corriente actual de autoayuda que nos dice que el amor de Dios o el amor de Cristo es incondicional, ¿cómo se puede explicar el hecho de juzgar a otros? Si Él nos ama a todos por igual, ¿por qué necesitamos rezar, ser virtuosos o, incluso, ser religiosos? Si todos somos seres humanos imperfectos (algunos peores que otros) y se nos dice que debemos amarnos a nosotros mismos, a pesar de todo, ¿cuál pudiera ser la motivación para que nuestra civilización cambiara? Gracias.

Respuesta: Ésta es una pregunta interesante que muestra que estás pensando profundamente acerca de nuestra fe. ¡Bendito sea Dios por eso! Así que, ¿por qué necesitamos luchar para cambiar (individualmente y colectivamente) si ya somos amados incondicionalmente por Dios?

Responder a Dios

En la espiritualidad cristiana, la motivación para cambiar, para crecer en la virtud y buscar la madurez espiritual de ser más y más como Cristo y los santos siempre llega como respuesta a experimentar el amor de Dios. Descubrimos que somos amados por Dios y que nos invita a caminar con Él a lo largo de una senda que nos llevará a nuestra plenitud. Después de haber experimentado su amor, estamos convencidos de su bondad y sabiduría y cada vez queremos estar más y más cerca de Él (todo amor nos lleva a mayor intimidad). Por eso, cuando nos da la oportunidad de acercarnos a Él, la tomamos.

Dios no nos creó como productos terminados; ésta es una de las cosas curiosas sobre la naturaleza humana. Él nos creó, a diferencia de todas las demás creaturas en el mundo visible, con libertad y ésta nos permite convertirnos en aquello para lo que fuimos creados, a través de la dádiva de nosotros mismos a Dios con un amor auténtico. Pero como Dios es siempre el que tiene la iniciativa, nuestro amor es siempre una respuesta a una experiencia de amor. En el contexto de la oración cristiana, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:

Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su Faz, corra detrás de sus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la iniciativa del hombre es siempre una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a sí mismo, la oración aparece como un llamamiento reciproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A través de palabras y acciones, tiene lugar un trance que compromete el corazón humano. Esto se revela a través de toda la historia de la salvación (CIC, párrafo 2567). En el Nuevo Testamento se nos narran encuentros que Jesús tuvo con varias personas, quizás recuerdes algunos de ellos. En cada uno de esos encuentros las personas experimentaron el amor de Jesús y al término de los mismos le escucharías decir algo así como «ven y sígueme» o «vete y en adelante no peques más». El dinamismo y crecimiento de la vida cristiana siempre se dan en este contexto: El encuentro con un nuevo y muy especial amigo (Jesús) y el deseo de ir más a fondo en la amistad con Él. Esto se traducirá en buscar expresarle mi amor siguiéndolo donde Él me lleve, esforzándome por agradarle y hacerlo feliz y buscando colaborar en su plan de salvación aportando toda mi creatividad (obedeciendo su mandato de «id y haced discípulos a todas las gentes» y «ámense los unos a los otros como yo los he amado»...).

Más allá de la autoayuda

El dinamismo interno de la autoayuda o el de otros sistemas religiosos (por ejemplo, el budismo), nada tienen que ver con la respuesta amorosa al encuentro transformador de vida con un Dios que nos ama. Más bien, ellos hablan solamente sobre cómo desarrollar nuestro capacidades personales. Pero la felicidad no se encuentra ahí. En el fondo, la felicidad sólo surge de relaciones de amor y, muy especialmente, de una relación de amor con Dios. Por eso Jesús dijo que los dos mandamientos más importantes son: «amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Mc. 12:30-1).

De hecho, ha habido varias herejías a lo largo de la historia de la Iglesia que no ven la vida cristiana como una respuesta de amor. El pelagianismo propuso que se podía alcanzar la perfección por nuestras propias fuerzas sin necesidad de la gracia. Para el jansenismo la vida cristiana consistía en luchar por hacernos «dignos» de Dios, buscando perfeccionarnos para que estuviera contento con nosotros y así nos amara. Estos tipos de distorsiones y falsificaciones están continuamente tentando a nuestra naturaleza humana caída. Una parte de nosotros desea "ser como dios", y entonces, cuando alguien nos dice que podemos perfeccionarnos a nosotros mismos, está apelando a ese complejo de divinidad.

Pero el hecho es que no podemos alcanzar la plenitud ni la felicidad a base de nuestro propio esfuerzo. Más bien, lo que necesitamos es recibir y responder al amor y, en particular, al amor de Dios. Nuestra perfección, nuestra madurez espiritual, nuestro crecimiento en santidad no es tanto un proyecto, sino una relación constante en la que se va profundizando.

La Santísima Trinidad

Ex 34,4 b-6.8-9; 2 Co 13,11-13; Jn 3,16-18

Quizá con demasiada facilidad hablamos de Dios. Pensamos sobre Él, nos imaginamos, a veces lo definimos-atrevidos! - Y hasta le decimos cómo debe ser o cómo debe actuar. Quizá con demasiada facilidad, los cristianos empleamos categorías, imágenes y concepciones ... que no son propiamente cristianas. Quizás deberíamos recordar que los cristianos, antes de creer en "Dios", creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu. Y de esta comunidad llamamos Dios. Es atrevido hablar de Dios. Mucho. Y, al mismo tiempo, no podemos dejar de hablar.

1. - Un "pequeño detalle". El misterio de la fe.

Resulta que hemos comenzado nuestra celebración "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Ahora a continuación profesar nuestra fe diciendo que "... Creemos en Dios .... y en Jesucristo ... y en el Espíritu Santo ...". En la consagración pediremos al Padre que descienda su Espíritu para que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Seguidamente aclamado "por Cristo, ... Vos Dios-Padre .. en la unidad del Espíritu Santo todo honor ..." y acabaremos pidiendo la bendición de Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.

Cuando-en cualquier momento-queremos alabar a Dios decimos aquello de "Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo ..." Resulta que los cristianos basamos nuestra fe-y ojalá nuestra fe fundamente toda nuestra vida! - En este misterio de la Trinidad. Un solo Dios en tres personas. Misterio que nos sobrepasa y nos desborda. Realidad a la que no podemos acercarnos con voluntad de comprender, explicar, dominar, ni racionalizar. Ciertamente que no debemos renunciar a captar algo. Pero haremos bien de acercarnos con disposición de sumergirnos, contemplar, adorar, dejarnos desbordar ... Creer en la Trinidad no es un ejercicio mental ni una concepción de Dios. Lo configura todo. Absolutamente todo.

2. - Un misterio de amor. Dios es comunidad.

No es un inaccesible solitario encerrado en sí mismo. El Dios trinitario que Jesús nos muestra es familia. Es familiar. Comunidad de amor. Encuentro. Vida compartida. Comunión de personas. Diálogo continuado.

Abrazo de entrega mutua. Continuidad de darse. AMOR.

Jesús nos habla de un Padre infinito en el amor. De Él mismo como Hijo. Y del Espíritu con el que se estiman Padre e Hijo. Hemos escuchado que Dios ama al mundo. Del todo. Hasta hacerse uno de nosotros, en Jesús. Y darnos su vida.

El misterio de Dios es el misterio del amor sin límites. Él ama, actúa, perdona, crea, espera ...

3. - Y nosotros ...

... Formamos parte de este misterio. Hemos sido hechos hijos en el Hijo. Somos familia de Dios. Llevamos su Espíritu. El Espíritu que nos hace llamar Padre! Vamos hacia el Padre.

Podemos optar por el amor. Podemos optar por vivir así. Para aprender a amar así. Como Jesús. Él mismo nos lo indica: "Amaos como yo os he amado". Podemos vivir amando.

La celebración de hoy nos habla de amor. De cómo nos ama él. Y, entonces, de cómo podemos estimar los que nos rodean. Cómo podemos servir a quienes nos necesitan. ¿Cómo podemos estar al lado de los que están solos o marginados. ¿Cómo podemos compartir lo que somos y tenemos. Porque el amor es comunicativo y expansivo. Porque resulta que hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

Podemos optar por vivir así. O no. Nos ama tanto, que nos quiere libres. Nos ama tanto ... que, hagamos lo que hagamos, nos seguirá amando. Sólo por eso ya merece la pena responder desde el amor.

De pequeños nos enseñan a dar las gracias por lo que recibimos.

Pero hay momentos en que experimentamos un agradecimiento que va más allá de un hecho concreto.

Violeta Parra y Francisco de Asís han escrito sobre estos momentos.
 
A los niños bien educados les han enseñado a decir gracias cuando reciben un regalo. Y en castellano se dice: "es de bien Nacido ser agradecido": dar gracias por tal o cual cosa que recibimos.

Pero hay momentos en que sentimos que tenemos que dar gracias sin que haya ningún regalo o ninguna causa concreta para agradecer. Momentos en que, si encontráramos palabras, no podríamos decir "Gracias por haberme dado esto", ni "Gracias por haberme dicho aquello", ni "Gracias porque (no) me ha pasado lo otro". En estos momentos, difíciles de describir y aún más difíciles de explicar, parece como si el tiempo se detuviera y la paz nos invade. Estos momentos se relacionan tal vez con la contemplación de un paisaje bonito, pero nos llevan más allá del paisaje; aparecen cuando somos testigos de un gesto generoso, pero nos llevan más allá del gesto. Somos llenos de un sentimiento profundo de gratitud.

Dice la tradición franciscana que en una ocasión San Francisco despertó el pueblo de Asís con un repique de campanas en plena noche. Cuando la gente se levantó y fueron alarmados hacia la plaza de la iglesia, Francisco les dijo: "Mirad qué luna más bonita que hay esta noche!". Locura, broma de mal gusto o invitación a agradecer la profundidad última del mundo?

Momentos como este se pueden llamar momentos de gratitud fundamental, porque afectan las raíces o el fundamento de nuestra vida: nos cambian por dentro, de manera que nuestras acciones de cada día ganan en capacidad de apreciar la bondad de las personas, en serenidad para afrontar situaciones complejas, en paciencia y esperanza para hacer frente al sufrimiento, en ganas de hacer fiesta con los que están contentos.

Los momentos de gratitud fundamental son inesperados y no podemos provocar con la fuerza de nuestra voluntad: sólo podemos acogerlos cuando llegan. Pero ser agradecidos en las situaciones de cada día, y detener regularmente la actividad para contemplar la vida sin prisas son hábitos que nos prepararán para reconocer esos momentos cuando se presentan.

Después de uno de estos momentos de gratitud fundamental, Violeta Parra escribió una canción: "Gracias a la vida". Y después de otro de esos momentos, Francisco de Asís escribió el Cántico de las Creaturas.

¿Qué momentos de gratitud fundamental he experimentado en la vida?

¿En qué situaciones de cada día soy agradecido a la gente? ¿En qué podría serlo aún más?
 
Gracias a la vida

Gracias a la vida que me ha Dado Tanto
Me dio dos luceros que Cuando los ABROS
Perfecto distingue lo negro del blanco
Y en el alto cielo apoyo fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo.
 
Gracias a la vida que me ha Dado Tanto
Me ha Dado el sonido y el abecedario
Con el Las palabras que pienso y declaro
Madre amigo hermano y luz alumbrando,
La ruta del alma del que estoy Amanda.
 
Gracias a la vida que me ha Dado Tanto
Me ha Dado la marcha de mis pies cansados
Con Ellos anduve Ciudades y charcos,
Playas y desiertos montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha Dado Tanto
Me dio el corazón que agita apoyo marco
Cuando miro el Fruto del cerebro humano,
Cuando miro al bueno tan lejos del malo,
Cuando miro al fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha Dado Tanto
Me ha Dado la risa y me ha Dado el llanto,
Así yo distinguiría Dich de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el Mismo canto
Y el canto de todos que es mi proprio canto.

Gracias a la vida
Gracias a la vida
Gracias a la vida
Gracias a la vida.
 
Cántico de las criaturas
 
Altísimo, omnipotente y buen Señor,
Tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor
y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, concuerdan;
de llamarse té, ningún hombre es digno.
Alabado seas, mi Señor, con todas estas criaturas,
especialmente para nuestro Hermano Sol,
el cual hace la luz y nos iluminas.

Y él es bello y radiante con gran esplendor;
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, Señor, por la hermana luna y las estrellas,
el cielo las has hechas claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el sereno y todo tiempo,
por los que las criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el que tú la noche nos iluminas,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna
y produce muchos frutos con flores coloridas y hierba.

Loado seas, Señor, por aquellos que perdonan por tu amor
y sostienen enfermedad y tribulación.

Beatos quienes se mantendrán en paz,
caro de ti, Altísimo, serán coronados!
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar;
ay, de aquellos que morirán en pecado mortal!
Beato aquel que se encontrará dentro tés santísimas voluntades,
pues la muerte segunda non le hará ningún daño!
Load y bendecid a mi Señor,
y agradecer-lo y servir con gran humildad.

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