Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella

Evangelio según San Marcos 6,30-34. 


Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

San Zenón de Verona (¿- c. 380), obispo Sermón Sobre la esperanza, la fe y la caridad, 9; PL 11,278


"Se compadecio de ellos"

¡Oh caridad, qué buena y qué rica eres! ¡Qué poderosa! Nada posee el que no te posee. Tú sola has sabido hacer de Dios un hombre. Tú le has hecho humillarse y alejarse por un tiempo de su inmensa majestad. Tú lo has retenido prisionero nueve meses en el seno de la Virgen. Tú has sanado a Eva en María, Tú has renovado a Adán en Cristo. Tú has preparado la cruz para salvación de un mundo ya perdido...

     Oh amor, tú eres quien, para vestir al desnudo, consientes en tu propia desnudez. Por ti, el hambre es un manjar suculento, si el hambriento ha comido tu pan. Tu fortuna se la has concedido entera a la misericordia. Tú no sabes hacerte rogar. Socorres al instante a los oprimidos, cualquiera que sea su apuro. Tú eres ojo para el ciego, pie para el cojo, escudo fidelísimo para la viuda y los huérfanos...Tú amas de tal manera a tus enemigos, que nadie percibe la diferencia entre este amor y el de tus amigos.

     Tú eres, oh caridad, la que unes los misterios celestes a las cosas humanas, y los misterios humanos a las cosas celestes. Tú eres la guardiana de todo lo divino. Tú gobiernas y ordenas en el Padre. Tú eres quien te obedeces a ti misma en el Hijo. Tú eres la que gozas en el Espíritu Santo. Porque eres una en las tres personas, no puedes ser dividida... Brotando de la fuente que es el Padre, te derramas entera en el Hijo sin salir del Padre. Con todo derecho se dice «Dios es Amor» (1Jn 4,16), porque sólo tú guías el poder de la Trinidad.


San Pablo Miki

Santos Pablo Miki y veinticinco compañeros, mártires

Memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires en Nagasaki, ciudad de Japón. Allí, declarada una persecución contra los cristianos, fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente, condenados a muerte ocho presbíteros o religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús y de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos. Todos ellos, incluso los adolescentes, por ser cristianos fueron clavados cruelmente en cruces, mas manifestaron su alegría al haber merecido morir como murió Cristo. Sus nombres son: Juan de Goto Soan, Jacobo Kisai, religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús; Pedro Bautista Blásquez, Martín de la Ascensión Aguirre, Francisco Blanco, presbíteros de la Orden de Hermanos Menores; Felipe de Jesús de Las Casas, Gonzalo García, Francisco de San Miguel de la Parilla, religiosos de la misma Orden; León Karasuma, Pedro Sukeiro, Cosme Takeya, Pablo Ibaraki, Tomás Dangi, Pablo Suzuki, catequistas; Luis Ibaraki, Antonio, Miguel Kozaki y su hijo Tomás, Buenaventura, Gabriel, Juan Kinuya, Matías, Francisco de Meako, Ioaquim Sakakibara y Francisco Adaucto, neófitos. El día de su martirio fue ayer.

Pablo Miki nació en Japón el año 1566 de una familia pudiente; fue educado  por los jesuitas en Azuchi y Takatsuki. Entró en la Compañía de Jesús y predicó  el evangelio entre sus conciudadanos con gran fruto.

Al recrudecer la  persecusión contra los católicos, decidió continuar su ministerio y fue apresado  junto con otros. En su camino al martirio, él y sus compañeros cristianos fueron  forzados a caminar 600 millas para servir de escarmiento a la población. Ellos  iban cantando el Te Deum. Les hicieron sufrir mucho. Finalmente llegaron a  Nagasaki y, mientras perdonaba a sus verdugos, fue crucificado el día 5 de  febrero de 1597. Desde la cruz predicó su último sermón.

Junto a el  sufrieron glorioso martirio el escolar Juan Soan (de Gotó) y el hermano Santiago  Kisai, de la Compañía de Jesús, y otros 23 religiosos y seglares. Todos  ellos fueron canonizados por Pío IX en 1862.

Declarada una persecución  contra los cristianos, ocho presbíteros o religiosos de la Compañía de Jesús o  de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa o nacidos en Japón,  junto con diecisiete laicos, fueron apresados, duramente maltratados y,  finalmente, condenados a muerte. Todos, incluso los adolescentes, por ser  cristianos fueron clavados en cruces, manifestando su alegría por haber merecido  morir como murió Cristo. Sus nombres son: Juan de Goto Soan, Jacobo Kisai,  religiosos de la Compañía de Jesús; Pedro Bautista Blásquez, Martín de la  Ascensión Aguirre, Francisco Blanco, presbíteros de la Orden de los Hermanos  Menores; Felipe de Jesús de Las Casas, Gonzalo García, Francisco de San Miguel  de la Parilla, religiosos de la misma Orden; León Karasuma, Pedro Sukeiro, Cosme  Takeya, Pablo Ibaraki, Tomás Dangi, Pablo Suzuki, catequistas; Luis Ibaraki,  Antonio, Miguel Kozaki y su hijo Tomás, Buenaventura, Gabriel, Juan Kinuya,  Matías, Francisco de Meako, Ioaquinm Sakakibara y Francisco Adaucto,  neofitos.

Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires Miki y sus compañeros la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de fiestas Marianas: Nuestra Señora de Louvain, Bélgica (1444).

Como ovejas sin Pastor


Marcos 6, 30-34. Tiempo Ordinario. Cuando más queramos encerrarnos en nosotros mismos, levantemos la mirada del corazón y veamos a Cristo en la barca.


Oración introductoria


Jesucristo, te doy gracias por los momentos en que piensas en mí sin que yo me dé siquiera cuenta. Concédeme imitar tu ejemplo. Que aprenda a mirar las necesidades de los demás antes que las mías. Que lo haga de corazón, no por aparentar. Te pido por mis seres queridos, por mis amigos y por las personas que aún no te conocen. Quiero ofrecerte esta oración en acción de gracias por tu presencia en la Eucaristía y en mi corazón.


Petición


Llévame, Señor, al silencio de mi alma para estar contigo y gozar de tu presencia.


Meditación del Papa Francisco

El Evangelio de hoy nos dice que los apóstoles después de la experiencia de la misión, están contentos pero cansados. Y Jesús lleno de comprensión quiere darles un poco de alivio. Entonces les lleva a aparte, un lugar apartado para que puedan reposarse un poco. "Muchos entretanto los vieron partir y entendieron... y los anticiparon".

Y a este punto el evangelista nos ofrece una imagen de Jesús de particular intensidad, 'fotografiando' por así decir sus ojos y recogiendo los sentimientos de su corazón. Dice así el evangelista: “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”.

Retomemos los tres verbos de este sugestivo fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los "verbos del Pastor".

El primero y el segundo están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su mirada no es la de un sociólogo o la de un fotoreporter, porque Él mira siempre "con los ojos de corazón".

Estos dos verbos: "ver" y "tener compasión", configuran a Jesús como el Buen Pastor. También su compasión no es solo un sentimiento humano, pero es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Que bello es esto! (S.S. Francisco, Angelus del19 de julio de 2015).

Reflexión 


La caridad de Jesucristo no conoce el ensimismamiento en los propios problemas o dificultades. Él nos enseña a salir del círculo estrecho de mi "yo y mis circunstancias", sean éstas felices o penosas. Cuando más queramos encerrarnos en nosotros mismos, levantemos la mirada del corazón y veamos a Cristo en la barca, predicando sin descanso a sus hermanos, los hombres. Imitemos su ejemplo y extendamos su Reino con generosidad. Pensemos en lo que realmente vale la pena: la salvación de las almas a nosotros encomendadas.


Propósito

Procuraré escuchar a mis amigos, familiares y compañeros con atención y sin dar muestras de prisas.
Diálogo con Cristo
¡Gracias Jesús por enseñarme a mirar las necesidades de los demás antes que las propias! Ayúdame a entender que sólo el contacto contigo en la Eucaristía logrará cambiar mi corazón. No lo logrará ni mi buena voluntad, ni medicina alguna en el mundo. Haz que anhele el recogimiento de mi alma, ese humilde sagrario donde me esperas para enseñarme a vivir como Tú.



"La caridad comienza en la oración; muchas veces sólo se pide por las propias necesidades y problemas, sin pensar en los que nos rodean."


Con María, caminando la Cuaresma...


María, muchas veces me quedo atrapada en mis miedos, mis dudas, mis ignorancias, pero me consuela saber que siempre encontraré tu mano. 


Convertios, y creed en el Evangelio... repetirá una y otra vez, el sacerdote en la imposición de las cenizas.Convertios.


- Pero ¿No se supone, Madre querida, que ya estamos convertidos? Digo, estamos aquí, en misa, creemos en tu Hijo, ¿Por qué nos dice esto?.


Miro tu imagen, tu conocida y querida imagen, Señora de Luján, y te pido disculpas por mi ignorancia, pero mi amor a tu Hijo necesita respuestas....

- Hija querida, puedes preguntarme todo, todo lo que no comprendas, porque cada pregunta tuya, cada búsqueda de la verdad es una caricia a mi corazón entristecido. Y nada me hace más feliz que contestarte, mostrarte los caminos a mi Hijo, tomarte de la mano y llevarte a Él, pues muchas veces veo que no te atreves a caminar sola.. 


Es cierto, María, muchas veces me quedo atrapada en mis miedos, mis dudas, mis ignorancias, pero me consuela saber que puedo extender mi mano en la plenísima seguridad de que siempre hallare la tuya.


-Para aclarar tu duda te digo que ese “Convertios” que tanto te descoloca es como una puerta para comenzar a caminar tu cuaresma... 


- ¿Mi Cuaresma, Señora?
- Sí, tu Cuaresma... como te hable un día de tu propio camino hacia la Navidad, debo hablarte ahora de tu propio camino de Cuaresma.... 


- Explícame, Señora
Me quedo mirando tu imagen fijamente, me abrazas el alma y me llevas de la mano a los lejanos parajes de Tierra Santa...

Era invierno (Jn 10,22). El viento helado cala hasta los huesos, caminamos entre la gente y te sigo, sin saber adónde. De repente nos encontramos frente a las escalinatas del Templo de Jerusalén. Allí  Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver como la gente echaba dinero para el tesoro (Mc 12,41) Nos vamos acercando lentamente, yo temo de que alguien advierta mi presencia...


- No temas, nadie puede verte, solo Jesús y yo...

-Recuerdo muchas veces en que creí que nadie podía verme, y siento vergüenza por todos mis pecados escondidos....


- Señora ¿qué hacemos aquí?.
- Quiero que comiences a caminar tu cuaresma, y que la vivas tan plenamente como te sea posible. 
- Supongo que eso será muy bueno para mí.


- No sólo para ti . Verás, si todo el dolor de esta cuaresma de tu vida, lo depositas en mi corazón, si vives tu tristeza, tu angustia y tu soledad como un compartir la tristeza y soledad de mi Hijo, entonces, querida mía, no sólo será beneficioso para tu alma, sino que yo lo multiplicaré para otras almas.... 
Asombro, esa es la palabra que podría definir todos mis encuentros contigo... asombro; ante la magnitud de tu amor, ante la magnitud de la misericordia tuya y de tu Hijo... Asombro y alegría... una dulcísima alegría de saberme tan amada.


- Mira, hija, el rostro de Jesús.... 

Contemplo el amadísimo rostro. Su mirada está serena, aunque inmensamente triste.


- ¿Por qué esta triste el Maestro, Madre?


- Pregúntaselo hija, vamos anda.... 
Confieso que me tiemblan las piernas y el corazón amenaza con salir de mi pecho pero, increíblemente, una serena paz me inunda el alma....


- Señor- y no encuentro palabras. Sí, todas las palabras que transito diariamente y cuyos rostros y voluntades creo conocer, todas las palabras con la que he justificado mis olvidos, parecen desvanecerse antes de que pueda atraparlas. Vuelan, como pájaros espantados, no se sienten dignas, comprendo entonces que sólo el amor es digno. Por fin, atrapo las más puras...


- Señor, déjame compartir tu tristeza...
Oh, Señora mía, tu Hijo vuelve sus ojos mansos hacia mí y su mano se apoya en mi hombro.... mi alma se estremece ¿Quién soy yo, para merecer tal detalle de amor?


-¿Por qué me pides eso?


- Porque te amo, y no tengo nada digno para darte que te alivie-mi voz es apenas un susurro

- Porque me amas y sé que estás pasando todo esto para que yo tenga vida eterna. Tú nos pides que carguemos la cruz y te sigamos, Maestro.. pero yo...¡yo no sé como se hace eso!

- Y me deshago en llanto, y me siento pequeña, insignificante, tan pecadora e indigna que quisiera salir corriendo ...pero ¿Adónde? Adonde iré, Señor mío, si sólo tú tienes palabras de vida eterna.


- Hermanita del alma-y tu voz mansa calma y disipa mis tempestades -si quieres seguirme, niégate a ti misma, carga con tu cruz de cada día y sígueme.


Jesús me mira y su mirada traspasa todas las corazas con las que intento cada día disfrazar mi corazón. Quisiera que viese el paisaje que Él espera, no el que mi tibieza y olvidos construyeron neciamente. Pero ya es tarde para pretender eso.. o no.

Tu misericordia, Señor, es un torrente inagotable que puede sanar el corazón más destruido, el más olvidado, el más solitario.


Unos hombres se acercan. Probablemente sus apóstoles. Jesús se retira y María, que está a pocos pasos escuchando cada palabra, se acerca a mí. Tomándome por los hombros, me lleva a las afueras de la ciudad. Allí, en un reparo tibio doy rienda suelta a mi llanto....
Ella nada dice, sólo me mira con infinita ternura.


- Ay, Madre, Madre, ¡Cómo puedo ser tan torpe!. El Maestro es tan sencillo y claro para hablarme, que se supone debo entender ¡Pero no, no entiendo! ¡No sé como llevar a mi vida de cada día sus preciosísimos consejos! ¡Ayúdame, por piedad!..
Colocas delicadamente mi cabeza en tu hombro...¡Qué remanso para mi alma dolorida!...


- Hija, intentaré explicarte más detalladamente, no sólo para que comprendas sino para que te determines a caminar . 


- Te escucho, Madre, mi corazón tiene tanta sed de tus palabras.


- Bien, comenzaremos por lo primero que te dijo Jesús: “¿Por qué me pides eso?”. Él sabe que tú no le pedirías caminos si no fuese que el Espíritu te ha creado esa necesidad. Tú no amaste a Jesús y Él te escuchó, sino que Él te amó primero.

¿Comprendes la diferencia?. Que tú le busques, le necesites, es una clara señal de que Él te ama. Luego te dijo las condiciones para seguirlo. Veamos esto parte por partes: ”Si quieres seguirme”. No se trata de que te acerques por interés de conseguir algo que deseas, porque te sientes sola y no encuentras nada mejor o porque se supone que debes hacerlo.

 

Nada de eso. Se trata de que “quieras” y ese querer parte de una gracia del Espíritu que tu corazón escucha y acepta.

Luego te dijo: “Niégate a ti misma”. Allí te esta pidiendo que cultives, en lo más profundo de ti, la humildad y que la dejes crecer sin ahogarla con tu orgullo y vanidad. 


- Para ello necesitaré mucho oración, supongo...


- Por cierto. Oración, pero oración que no es mera repetición de palabras. Puedes comenzar analizando tu actitud en la oración. ¿Cómo rezas? ¿Como el fariseo?. “Te doy gracias porque no soy como los demás”, creyendo que tu fe es mejor o mas valiosa a los ojos de Dios que la de una simple mujer que reza cada día el rosario en la soledad de la parroquia, con una voluntad y constancia que tú no posees. Hija, intenta rezar como el publicano, que se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo: “Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador”. Renunciar a la tentación del aplauso, del halago. Renunciar a la vanidad de sentirse mejor que otros es difícil hija, mas no imposible. Cuando lo logras, las alas de tu alma se despliegan en vuelo límpido hacia cielos más altos. 

- Madre, madre... cuánto he lastimado el Sagrado Corazón de tu Hijo, cuánto necesito de su misericordia. Continúa, que en este punto ya no quiero el retorno...



- “Toma tu cruz y sígueme”. Así, tal cual, hija. “Tu” cruz, no la ajena, no la que te gustaría, sino la tuya, la conocida, la que crees no merecer y que, sin embargo, te lleva a la eternidad. ”Sígueme” pero ¿Cómo piensas seguirle? ¿Rezongando y protestando por el peso de tu cruz, quejándote de que otros tienen cruces más livianas? ¡Cómo si pudieras tú ver el corazón sangrante o el alma doliente de tu hermano! ¿Le seguirás arrastrando la cruz para que deje marcas en la arena buscando la compasión de los demás?... Hija, debes abrazar tu cruz y amarla... 


- ¿Cómo se ama la cruz, Señora?


- Se ama en aquél que te lastima con su indiferencia, en el que no te escucha, en la que te difama. Se ama construyendo cada día en tu familia aunque sientas que predicas en el desierto. Se ama sembrando, aunque sientas que el viento de la indiferencia arrastra la semilla. Tú nunca sabes si alguna quedó plantada y la misericordia de Dios hará que dé fruto, a su tiempo, cuando menos lo esperes. No temas la dureza del tiempo de siembra, piensa en la alegría de la cosecha... que llega, hija, llega, siempre. 


Tu voz dulce, segura y pura riega la aridez de mi alma, abre puertas cerradas por tanto tiempo y el sol de la luz de Cristo entra a raudales en los más recónditos espacios de mi interior. Caminar la cuaresma, vencerme, cargar la cruz.¿Podré?¿Cuánto tiempo durará en mí este deseo de caminar tras Jesús?


- Tanto tiempo como lo alimentes. La Eucaristía, Jesús mismo, te dará la fuerza, la constancia, la paz. Y yo estaré siempre contigo, para secar tu frente, para enjugar tus lágrimas, aún cuando no me veas, aún cuando me creas lejos. Siempre. 


Cae la tarde y el sol se esconde en el horizonte mientras yo me escondo en tu pecho en apretado abrazo. Cuando abro los ojos el sacerdote está por comenzar la ofrenda del pan y del vino. Miro tu imagen. Me sonríes desde ella. Un viento fresco entra por la ventana, el sol se termina de esconder en el horizonte y, por un exquisito regalo tuyo, siento que me continúas abrazando. Siempre.


Amigo que lees estas líneas. No temas recorrer tu propia Cuaresma, no reniegues de tu cruz. Cuando sientas que caes bajo su peso, levanta los ojos y verás la mano de tu madre, extendida. No le reproches nada, sólo tómala, y veras que tus heridas cicatrizan en medio del mas profundo amor.


Su Madre, nuestra Madre

María no es el Evangelio. No hay ningún evangelio de María. Pero sin María tampoco hay Evangelio. Y ella no falta en ninguno de los cuatro.



Y henos aquí, llegados al término de estas meditaciones sobre la figura de María a través de los cuatro evangelistas. Es cierto que todos ellos nos hablan de María con la intención última de decir lo que desean acerca de Jesús. Sus discursos acerca de Cristo encuentran en ella luz y apoyo. Pero ninguno pudo prescindir de ella para hablar de Jesús y presentárnoslo como Evangelio, que es decir: como anuncio de salvación.

María no es el Evangelio. No hay ningún evangelio de María. Pero sin María tampoco hay Evangelio. Y ella no falta en ninguno de los cuatro.

Ella no sólo es necesaria para envolver a Jesús en pañales y lavarlos... No sólo es necesaria para sostener los primeros pasos vacilantes de su niño sobre nuestra tierra de hombres. Su misión no sólo es contemporanea a la del Jesús terreno, sino que va más allá de su muerte en la Cruz: acompaña su resurrección y el surgimiento de su Iglesia.

Vestida de sol, coronada de estrellas, de pie sobre la luna, María, como su Hijo, permanece. Y aunque el mundo y los astros se desgasten como un vestido viejo, para confusión de los que en estas cosas pusieron su seguridad y vanagloria, María permanecerá, como la Palabra de Dios de la que es Eco.

María, Madre de Jesús, pertenece al acervo de los bienes comunes a Jesús y a sus discípulos. Su Padre es nuestro Padre. Su hora, nuestra hora. Su gloria, nuestra gloria. Su Madre, nuestra Madre.

María en San Marcos: La figura de María según Marcos es, como nos muestra su comparación con los pasajes paralelos de Mateo y Lucas, la figura más primitiva que podemos rastrear a través de los escritos del Nuevo Testamento.

María en San Mateo: Mateo enriquece la figura de María manifestando dos rasgos de la Madre del Mesías: Virgen y esposa de José, hijo de David.

 

María en San Lucas: A Lucas debemos una serie de rasgos de María, detalles de su figura, que proviene de un interés por ella como testigo de la vida de Jesús.

María en San Juan: La importancia que la figura de la Madre de Jesús tiene en el evangelio según San Juan no la podemos inferir de la abundancia de referencias a ella, pues, como hemos visto, son pocas. La hemos de deducir de la sugestiva colocación, dentro del plan total del evangelio, de las dos únicas y breves escenas en que ella aparece: Caná y el Calvario.

 

Estandarte del Padre Pío en San Pedro

Los fieles del Padre Pío llenan la Plaza de San Pedro en la audiencia papal
Francisco: "La oración es la fuerza que mueve el mundo. ¿Lo creemos? Es así. Demostradlo"
"La oración es la mejor arma que tenemos, la llave para abrir el corazón de Dios"
José Manuel Vidal, 06 de febrero de 2016 a las 11:35
La oración no es una aspirina ni hacer un negocio. La oración es una obra de misericordia espiritual

(José M. Vidal).- Audiencia especial jubilar ante los restos de dos santos capuchinos, iconos de misericordia: el Padre Pio y el Padre Leopoldo. El Papa Francisco, en su catequesis, subrayó la "fuerza de la oración, que mueve el mundo" y que es "el mejor arma que tenemos, la llave para abrir el crazón de Dios".

Los dos santos capuchinos, y especialmente el Padre Pío, llenan la plaza de San Pedro con carteles y estandartes del Papa, de los santos y del año de la misericordia. Unas 80.000 personas, que se extienden más allá de la Plaza `pr la Via de la Conciliazione.

Antes de la audiencia, el Papa, con dulleta de invierno, recorre toda la plaza entre el delirio de la gente. Y hace parar el papamóvil, para bajarse y abrazar a una anciana. Mientras, el coro del Aventino canta del precioso himno del Jubileo: 'Misericordes sicut Pater". O para bendecir a un niño hospitalizado.

Monseñor Castoro saluda al Papa: "El pueblo del Padre Pío os aclama. Gracias por este encuentro, por vuestro magisterio y por vuestro ejemplo. Bendecidnos. Te esperamos en San Giovanni Rotondo. Te deseamos un mundo de bien"

Algunas frases del Papa

"Bienvenidos. Veo que sois muy numerosos. Gracias a monseñor Castoro"
"San Pío os ha ayudado a descubrir el amor de Dios y a experimentar la belleza del perdón y de la misericordia de Dios"
"Padre Pío fue un servidor de la misericordia, con su apostolado de la escucha en la confesión"
"Nunca se cansó de acoger a las personas y de escucharlas"
"Para difundir el perfume del perdón del Señor"
"Fue un canal de misericordia"
"Vivió el gran misterio del dolor ofrecido por amor"

"La oración es una auténtica misión"
"La oración es la fuerza que mueve el mundo. ¿Lo creemos? Es así. Probadlo"
"La oración no es una aspirina ni hacer un negocio. La oración es una obra de misericordia espiritual"
"La oración significa confiar a las personas al Padre"
"Es la mejor arma que tenemos, la llave para abrir el corazón de Dios"
"Una llave fácil. El corazón de Dios no está blindado con medios de seguridad. Lo puedes abrir con la llave sencilla de la oración"
"¿Quieren tener un corazón aburrido o un corazón alegre? Rezad. Ésa es la receta"
"Que los grupos de oración sean centrales de misericordia"
"Sed siemrpe apóstoles alegre de la oración"
"La oración hace milagros"
"Dos cosas importantes: Curar la enfermedad y cuidar al enfermo"
"Recuerdo la muerte de un amigo sacerdote, un apostol, un hombre de Dios. Estaba en coma desde hacía tiempo. Los médicos no sabían cómo es posible que siga respirando. Otro amigo sacerdote se acercó, le habló y le dijo: 'Déjate llevar por el Señor, confía en el Señor'. Y con estas palabras, él se dejó andar en paz"
"Muchos enfermos necesitan palabras y caricias, para salir de la enfermedad o ir al encuentro del Señor"
"El enfermo es Jesús"
"Tengo ganas de ir a vuestra bella tierra"
"NO se olviden de rezar por mí. Gracias"
"Todos juntos rezamos y llamamos a la puerta del corazón de Dios, que es padre de misericordia"

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