El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo
- 19 Abril 2018
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- 19 Abril 2018
Evangelio según San Juan 6,44-51.
Jesús dijo a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
San León IX
Papa (1002-1054) Bruno de Egisheim-Dagsburg nació en Alsacia el año 1002 y fue hijo de los condes de aquella comarca. Al bautizarlo le impusieron el nombre de Bruno. Estaba emparentado con los emperadores alemanes. Llamado al lado del Obispo Hermann de Toul trabajó con todas sus fuerzas por la reforma de las costumbres especialmente entre los clérigos.
Se entregó a la vez a cuidar de los más pobres y necesitados. Muerto el obispo Hermann fue elegido por el pueblo y por el clero para sucederle como obispo de Toul. Se entregó de lleno a la misión y no se arredraba ante dificultad alguna. Fue con el ejemplo de su vida, sobre todo, el arma con que más trabajó para atajar tanto mal como se había ido introduciendo entre el clero. Muy activo y enérgico, peregrinó por media Europa para corregir vigorosamente los peores abusos (sobre todo la simonía y el concubinato de los clérigos), defendiendo la supremacía pontificia, impulsando la reforma de Cluny, sentando las bases de lo que será el derecho canónico, oponiéndose a herejías y llamando a su lado como canciller al gran Hildebrando.
Los Papas Clemente II y Dámaso II apenas pudieron hacer nada con la reforma que quisieron introducir porque sus pontificados fueron efímeros. Los reyes en esta época tenían un influjo casi totalitario en la designación de los Papas. Así Enrique III el Negro en diciembre de 1048 convocó la Dieta de Worms y propuso a Bruno de Toul como candidato a sucesor de la silla de San Pedro y fue gustosamente aceptado por todos. San Hugo de Cluny, el arzobispo Halinard de Lyon, San Pedro Damián y sobre todo el futuro Papa Gregorio VII, el gran Hildebrando.
León IX hizo comprender a todo el mundo que el Papa era quien gobernaba y no sólo presidía. Dictó leyes muy importantes y las hizo cumplir, especialmente a los príncipes y clérigos, sobre estos dos puntos que tanta necesidad tenían de una tajante reforma. Una trayectoria ejemplar de padre que defiende la pureza de la fe y de las costumbres, y la independencia de la Iglesia, interviniendo en la política mundial para poner paz con un talento de bondad evangélica que desarmaba a sus mismos enemigos. En este misterioso nudo de lo humano y lo trascendente que es siempre la Iglesia y su cabeza visible parece como si desde nuestra perspectiva los esfuerzos más admirables y los éxitos clamorosos tuviesen que estar siempre empañados por la imprudencia, el fracaso y el error, como si todo gobierno, incluso el de los sucesores de Pedro, llevara un estigma de grave imperfección.
Tan santo pontífice, con grandes dotes para serlo, vio iniciarse la polémica con el patriarca de Constantinopla que conduciría después de su muerte al cisma de Oriente, y su desafortunada guerra defensiva contra los normandos en el sur de Italia concluyó con una derrota y con el cautiverio del propio León. Murió el 1054 y fue muy llorado por los romanos. Hay un epitafio en su sepulcro que reza así: Roma vencedora está dolorida al quedar viuda de León IX, segura de que, entre muchos, no tendrá un padre como él.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que San León IX, papa, presidiera a todo tu pueblo y lo iluminara con su ejemplo y sus palabras, por su intercesión protege a los pastores de la Iglesia y a sus rebaños y hazlos progresar por el camino de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Lyon, Francia (16439.
Concilio Vaticano II Constitución sobre la Sagrada Liturgia (Sacrosanctum Concilium), 47-48
“El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”
Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrifico eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria venidera.
Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, “Dios sea todo en todos” (1C 15,28).
Creer en Dios es creer en el amor
Santo Evangelio según San Juan 6, 44-51. Jueves III de Pascua.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo pero aumenta mi fe.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Qué significa creer?¿Qué significa creer en Dios?¿Qué implica decir "yo creo en Dios"?
Jesús se presenta como el pan de vida, es decir, como el pan que sacia en plenitud el hambre de amor, de felicidad, de eternidad.
Se presenta como luz que ilumina el sendero de la vida. Se presenta como la vida verdadera; como una promesa que tiene su cumplimiento en el presente.
Jesús se presenta como un Dios que está vivo. Él sabe que somos hombres y, como hombres que somos, quiere saciar nuestra necesidad. Sabe que necesitamos un Dios concreto, un Dios que podamos ver y tocar pues comprende que no somos sólo espíritu y, por ello, no solamente se da, sino que se entrega en totalidad hoy en la Eucaristía.
Es verdad que sigue velado por el misterio y necesitamos fe pero, Él continúa estando..., ahí, callado, sencillo. Es Dios que hoy sigue repitiendo: "El que crea en mí, ése tendrá vida eterna."
Por tanto, creer en Dios significa creer en alguien que está vivo, aquí presente, que no simplemente conoce mis necesidades más profundas y más particulares, sino que también quiere dar a ellas una respuesta.
Creer en Dios significa creer que sí existe alguien en quien puedo encontrar lo que mi corazón necesita. Creer en Dios es creer en el amor.
La fe que profesamos en la resurrección nos lleva a ser hombres de esperanza y no de desesperación, hombres de la vida y no de la muerte, porque nos consuela la promesa de la vida eterna enraizada en la unión con Cristo resucitado.
Esta esperanza, que la Palabra de Dios reaviva en nosotros, nos ayuda a tener una actitud de confianza frente a la muerte: en efecto, Jesús nos ha mostrado que esta no es la última palabra, sino que el amor misericordioso del Padre nos transfigura y nos hace vivir en comunión eterna con Él. Una característica fundamental del cristiano es el sentido de la espera palpitante del encuentro final con Dios.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré a lo largo de mi día hacer una visita a la Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Eucaristía: ¿presencia real o simbólica de Cristo?
Hay pasajes difíciles de entender, y el tema aquí tratado es, sin lugar a dudas, uno de ellos.
Este es el tema central de nuestra discusión, por eso es que la Eucaristía es llamada el Sacramento de nuestra fe. Nosotros los católicos aceptamos, siguiendo las palabras del mismo Jesús, que durante la Misa bajo las especies de pan y de vino, tras la consagración por el sacerdote, se hace presente, realmente, Jesucristo: en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Para los judíos hablar del cuerpo y sangre de alguien, significaba hablar de la totalidad de la persona. Por eso, Jesús, cuando instituye este sacramento, dice: ‘Esto es mi cuerpo … Esta es mi sangre’. En otras palabras nos está diciendo que en el pan y el vino consagrados, se encuentra la plenitud de su persona. Como Jesús es Dios y Hombre verdadero, entonces, se halla presente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y Divinidad de Nuestro Señor.
Veamos que ya en el Antiguo Testamento, se consideraba que era necesario el derramamiento de sangre de la víctima ofrecida a Dios en reparación de los pecados:
Lv 5.9 Rociará con su sangre la pared del altar y derramará el resto de la sangre al pie del altar: es un sacrificio por el pecado.
Lv 17.11 Porque el alma de todo ser viviente está en su sangre, y yo les di la sangre para que la lleven al altar para el rescate de sus almas, pues esta sangre paga la deuda del alma.
Hb 9.22 Según la Ley, la purificación de todo se ha de hacer con sangre, y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado.
Jesús es el nuevo cordero, el Cordero de la Nueva Alianza, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, como repite la Iglesia continuamente en todas las Misas que se celebran a lo largo del mundo: ‘Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a esta cena’:
Jn 1.36 Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: ‘Ese es el Cordero de Dios’.
Cuando Jesús instaura la Eucaristía, no habla en sentido figurado o simbólico, como dicen equivocadamente nuestros hermanos protestantes. El lenguaje usado por Cristo durante la Ultima Cena no puede ser más evidente. Jesús dice: ‘Esto ES mi cuerpo… Esta ES mi sangre’ y no ‘Esto REPRESENTA …’. Nuestro Señor habla con claridad, sin dejar lugar a dudas:
Mt 26.26-28 Jesús tomó pan, … lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen y coman; esto es mi cuerpo’. Después tomó una copa, … y se la pasó diciendo: ‘Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados’.
Mc 14.22,24 Se lo dio diciendo: ‘Tomen, esto es mi cuerpo’ … Y les dijo: Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por una muchedumbre’.
Lc 22.19-20 ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por Uds.’ … Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes’.
1 Cor 11.23-25 El Señor Jesús, … , tomó pan y, … , lo partió diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía’ … Tomando la copa, … dijo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía’.
Y para reafirmar lo citado con anterioridad, Jesús dice también que su cuerpo es VERDADERA COMIDA y su sangre, VERDADERA BEBIDA. Nos aclara que no habla con simbolismos, sino que efectivamente el Cuerpo y Sangre que nos dará será realmente para ser comido y bebido, como creemos en la Iglesia Católica. Para nosotros, la Eucaristía es la presencia real de Cristo y no un mero símbolo, como creen los que están fuera de nuestra Iglesia.
Jn 6.53 -54 Jesús les dijo: ‘En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’.
Jn 6.55-56 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Es cierto que esto resulta difícil de entender para algunos, como Jesús mismo ya nos lo dice. Al igual que en el desierto, los israelitas dudaban de que Dios podría darles a comer carne, así también cuando vino Cristo, los judíos cuestionaban el cómo les podría dar a comer de su carne:
Nm 11.4 Los mismos israelitas se pusieron a quejarse. Decían: ‘¿Quién nos dará carne para comer?’
Nm 11.18 Santifíquense para mañana, comerán carne … Pues Uds. dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? … Yavé les dará carne y la comerán.
Jn 6.52 Los judíos discutían entre sí: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer carne?’
Desde el principio, la Iglesia se reunía a celebrar la Eucaristía, entonces conocida como Fracción del Pan. Lo hacían el primer día de la semana; es decir, el domingo. Tal y como lo sigue haciendo la Iglesia Católica todos los domingos del año.
Hch 2.42 Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones.
Hch 20.7 El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan.
Lo que se repite en la Misa, durante la celebración de la Eucaristía tiene su origen en la Palabra de Dios, como podemos ver a continuación. En la Misa se dice: ‘Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús’. Esta aclamación se basa en el siguiente texto:
1 Cor 11.26 Fíjense bien: cada vez que comen este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que vuelva.
Previa a la Comunión, es necesario haber confesado ante el sacerdote todos los pecados mortales, de lo contrario el pecado que uno comete es de suma gravedad, como nos dicen los siguientes textos bíblicos:
1 Cor 11.27 El que come el pan o bebe la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.
1 Cor 11.29 El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo.
Para terminar, veamos algunos textos más que refuerzan lo que la Eucaristía significa para nuestra Iglesia Católica
1 Cor 10.16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?.
Jn 6.35,41 Jesús les dijo: ‘Yo soy el pan de vida’ … Los judíos murmuraban porque Jesús había dicho: ‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo’
Jn 6.48 ,50 Yo soy el pan de vida. Aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran.
Jn 6.51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne.
Jn 6.58 Este es el pan que ha bajado del cielo … El que coma este pan vivirá para siempre.
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.
El signo de la fe cristiana
Estas son las 2 propuestas del Papa Francisco para recordar cada día el Bautismo
La segunda catequesis del ciclo sobre el Bautismo que el Papa Francisco ya comenzó la semana pasada en la Audiencia General, se centró en esta ocasión en el“signo de la fe cristiana”, e hizo dos curiosas recomendaciones para recordar cada día este sacramento.
Durante su catequesis en la Plaza de San Pedro, el Papa invitó a hacer el signo de la cruz “cuando nos despertamos, antes de las comidas, ante un peligro, en defensa contra el mal, la noche antes de dormir, significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quien pertenecemos, quien queremos ser”.
Pero también invitó a hacer en casa como en la Iglesia y “conservar en un vaso de agua un poco de agua bendita” y “así, cada vez que entramos o salimos, haciendo el signo de la cruz con el agua recordamos que estamos bautizados”.
“Hacemos memoria en la aspersión con el agua bendita que se puede dar el domingo al inicio de la Misa, como también en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual”.
En este sentido, señaló que “regresar a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro Bautismo y a renovar el empeño de corresponder en las condiciones en las que hoy nos encontramos”.
El Papa recordó que en el rito de acogida viene preguntado el nombre del candidato, “porque el nombre indica la identidad de una persona”.
“Dios llama a cada uno por el nombre, amándonos individualmente, en la concreción de nuestra historia”.
“El Bautismo –prosiguió– enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará en toda la vida. Implica una respuesta personal y no remunerada, con un ‘copia y pega’. La vida cristiana, en efecto, está entretejida de una serie de llamadas y de respuestas”.
Francisco apuntó que “los padres piensan en el nombre que dar al hijo ya desde antes de que nazca: también esto forma parte de la espera de un hijo que, en nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios”.
El Papa recordó que “la fe de no se puede comprar, pero sí pedir”. “En suscitar y despertar la fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del Bautismo”.
“Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por los padres y con los padrinos”.
“El diálogo con ellos permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo”, explicó.
También afirmó que “la cruz es el distintivo que manifiesta quien somos: nuestro hablar, pensar, mirar, obrar está bajo el signo de la cruz, es decir, del amor de Jesús hasta el fin”, dijo al rememorar cómo los niños son signados con la cruz en la frente, en la boca y en el pecho”.
“¿Nuestros niños sabe hacer el signo de la cruz bien?”, se preguntó. “Muchas veces he visto a niños que para hacer la señal de la cruz hacen así…, no saben hacerlo, vosotros, padres, madres, abuelos, padrinos, madrinas, debéis enseñarles a hacer bien el signo de la cruz porque es repetir lo que ha sido hecho en el Bautismo”.
¿Realmente salió sangre en el sepulcro de Jesús en Jerusalén?
¿Se trata de una información verdadera o estamos ante otro fake news (noticia falsa)?
Recientemente ha vuelto a circular en las redes sociales un video acompañado de un mensaje que afirma -en inglés y español- que la Piedra de la Unción de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén “empezó a sangrar” en los últimos días. Sin embargo, ¿se trata de una información verdadera o estamos ante otro fake news (noticia falsa)?
“Desde ayer empezó a sangrar la Piedra del Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo en Jerusalén, cosa que jamás había ocurrido. Sucedió este domingo festividad de la Divina Misericordia”, afirma el mensaje, difundido también por medio de la red de mensajería instantánea WhatsApp.
Asimismo, según informó ChurchPOP, el bulo fue publicado en inglés el pasado 6 de abril por el usuario de Twitter identificado como Nicola Kanaan, quien afirma ser un católico que reside en Tierra Santa y que promueve el sitio web www.novenaprayer.com.
“Últimas noticias desde Jerusalén desde la Iglesia de la Resurrección: está saliendo sangre de la piedra donde el cuerpo de Jesús fue colocado antes de su entierro. Habrán escuchado que la policía israelí ha cerrado el área”, indica el mensaje que tuvo unos 1.800 retuits y 2.500 “me gusta”.
Además, tenía adjunto un video que mostraba a la Piedra de la Unción con unas manchas rojas. Este tuit ha sido borrado por el usuario.
Church POP señaló que otros usuarios de Twitter dijeron a Kanaan que “no podían encontrar información sobre este suceso en otras fuentes”.
Entonces, Kanaan publicó un segundo tuit –también ya eliminado–, con un video grabado por él mismo en las afueras de la Iglesia del Santo Sepulcro y que mostraba a las personas que se dirigían al templo para ver el supuesto “milagro”.
Sin embargo, el video de la Piedra de la Unción no es reciente. Fue publicado en YouTube el 11 de septiembre de 2015 por un usuario identificado como Bahgat Makar.
Además, el título del video señala que el supuesto hecho habría ocurrido en abril de 2014.
“Viernes Santo en Jerusalén y la aparición de sangre en la piedra después de la sexta hora el 18/4/2014 Revelación milagrosa”, indica.
Sin embargo, en declaraciones a ACI Prensa, el P. Andreas Fritsch, sacerdote miembro del Centro de Información Cristiana, patrocinado por la Custodia de Tierra Santa, advirtió que este mensaje que circula en redes sociales “no es confiable” y “tengo dudas sobre este”.
“En los siete años en los que he estado en Jerusalén, nadie ha hablado sobre un milagro de ese tipo. No hay ningún signo sobrenatural y las Iglesias no apoyan la creencia de que fue algo especial. Así que no promovería ese tipo de historias”, manifestó el P. Fritsch.
Por su parte, el P. David Greiner, secretario de la Custodia de Tierra Santa, dijo a ACI Prensa que "después de hablar con nuestros frailes que viven en el Santo Sepulcro, resulta que el líquido rojo que se ha visto sobre la piedra llamada 'piedra de la unción'" es "aceite rojo y no sangre, un tipo de aceite que los peregrinos ortodoxos a menudo llevan al Santo Sepulcro".
Destacó que "no sería entonces un milagro".
Expedito, Santo
Mártir, 19 de abril
En Melitene, en Armenia, san Expedito, coronado mártir en este día. s. IV.
Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano
(Sugerimos leer el artículo ¿Santos descanonizados?)
Breve Biografía
San Expedito fue comandante de una legión romana y como tal defendió al Imperio ante las invasiones de los Bárbaros. Al convertirse en cristiano fue martirizado (posiblemente por orden del emperador Diocleciano) en Melitene, Armenia (hoy Malatya, Turquía). Junto con él murieron sus compañeros de armas: Caio, Gálatas, Hermógenes, Aristónico y Rufo. Muchos otros mártires dieron gloria a Dios en su época, entre ellos Santa Filomena y San Jorge.
Según la tradición, en el momento de la conversión, se le acercó el demonio, en forma de un cuervo que le gritaba "cras, cras cras" (En latín significa "Mañana, Mañana, Mañana"). Así trataba de persuadirlo a que dejase su decisión para después ya que el demonio sabe que lo que se deja para mañana hay mucha posibilidad de que se quede sin hacer. Pero Expedito aplastó al cuervo tentador con prontitud diciendo "¡HODIE, HODIE, HODIE!" (HOY, HOY, HOY). No dejaré nada para mañana, a partir de HOY seré cristiano". Así se convirtió en soldado de Cristo, utilizando desde ese momento su valor y disciplina para el Reino de Dios.
Aunque se desconoce el origen su nombre, aparece en la Martiriología Romana junto a Hermógenes y compañeros. Su nombre es sinónimo con prontitud y se le tiene por gran y pronto intercesor.
A san Expedito se le invoca en problemas urgentes. Debemos saber que lo mas importante es renunciar a la vida de pecado y decidirnos cabalmente por Cristo. Seamos pues inspirados por su prontitud y valor al seguir a Cristo en tan difíciles circunstancias cuando los cristianos eran perseguidos a muerte. Que nosotros también digamos "HOY" a Jesús y aplastemos los engaños del tentador.
También se le venera como protector de jóvenes, estudiantes, enfermos, problemas laborales y de familia, y juicios.
Se alega que el santo aparece como un error de escribano cuando, en el siglo XIX, una caja de reliquias fue enviada a monjas francesas con la anotación: "expedir". Sheppard (1969). Pero esta hipótesis no puede ser cierta ya que Expedito era conocido en el siglo XVIII en Alemania y Sicilia y se le invocaba en casos de urgencia (Attwater).
En la iconografía, Expedito es representado como un soldado con una cruz en la que esta escrito "Hodie" (Hoy) y la hoja de palma (martirio). A sus pies hay un cuervo y la palabra "cras" (mañana).
Aunque no aparece en el actual calendario litúrgico no deja de ser un santo reconocido por la Iglesia.
ORACIONES
ORACION A SAN EXPEDITO
PARA VENCER LAS PRUEBAS
¡Señor Jesús acudo a tu auxilio!
¡Virgen Santísima socórreme!
San Expedito, tu que lleno de valor abrirste tu corazón a la gracia de Dios
y no te dejaste llevar por la tentación de postergar tu entrega,
ayúdame a no dejar para mañana lo que debo hacer hoy por amor a Cristo.
Ayúdame desde el cielo a renunciar a todo vicio
y tentación con el poder que Jesús me da.
Que sea yo diligente, valiente y disciplinado al servicio del Señor,
y no me acobarde ante las pruebas.
Tú que eres el santo de las causas urgentes,
te presento mi necesidad (intención).
Sobre todo te pido que intercedas por mi para que persevere en la fe,
y así llegue al gozo del cielo con Cristo,
con la Virgen María, los ángeles y los santos.
Amén.
ORACIÓN A SAN EXPEDITO
Mi San Expedito de las causas justas y urgentes,
intercede por mi ante Nuestro Señor Jesuscristo,
para que venga en mi socorro en esta hora de aflicción y desesperanza.
Mi San Expedito
tú que eres el Santo guerrero.
Tú que eres el Santo de los afligidos.
Tú que eres el Santo de los desesperados.
Tú que eres el Santo de las causas urgentes,
protégeme, ayúdame, otorgándome: fuerza, coraje y serenidad.
¡Atiende mi pedido! (hacer el pedido).
Mi San Expedito,
ayúdame a superar estas horas difíciles,
protégeme de todos los que puedan perjudicarme,
protege a mi familia, atiende mi pedido con urgencia.
Devuélveme la Paz y la tranquilidad.
Mi San Expedito!
Agradeceré tu intercesión por el resto de mi vida
propagando tu devoción entre los que tienen Fe.
cambiando mi vida y mis costumbres
glorificando desde ahora a nuestro Padre
y anhelando un día gozar contigo de la eterna bienaventuranza.
Amén
Padre Nuestro, Ave María y Credo.