Ir hacia Dios como un niño pequeño

Jacinto de Polonia, Santo

Patrono de Polonia, 17 de agosto

Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257).

Fecha de canonización: 17 abr 1594 por el Papa Clemente VIII

Etimológicamente: Jacinto = Aquel que se parece a un Jacinto (tipo de flor), es de origen griego.

Breve Biografía

La Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control.

Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado canónigo de Cracovia.

Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de Honorio III.

El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su sangre su verdad.

Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del norte de Europa.

La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev.

Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.

Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.

La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.

Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras.

Sean como niños

¿Qué tienen los niños que nos hacen grandes en el Reino de los Cielos? 

San Maximiliano María Kolbe

Ezequiel 2, 8-3, 4: “Me dio a comer el libro y me supo dulce como la miel”

Salmo 118: “Tus mandamientos, Señor, son mi alegría”

San Mateo 18, 1-5. 10. 12-14: “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños”

Es curioso el ambiente que se vive cuando se desarrolla un mundial, olimpiadas o cualquier otro evento deportivo. Sin querer, la mayoría de nosotros entra en esa especie de competencia y de triunfo, de ser superior a los demás, de derrotar a los demás, la ambición de ser grande. Aparece, con orgullo, el esfuerzo y tenacidad por ser el primero. Jesús, muy fuera de este sistema de competencia, responde a los discípulos, que también quieren ser los más grandes en el Reino de los Cielos, y nos deja desconcertados: ser como niños.

¿Qué sentido le querrá dar Jesús al decir que el más grande es como un niño? ¿Por qué querrá Jesús que nos hagamos como niños? ¿Qué tienen los niños que nos hacen grandes en el Reino de los Cielos? No lo sé, pero cuando contemplo a un niño que se acurruca en los brazos de su madre, sin que le inquiete la tormenta o los peligros, cuando se deja amar y proteger, cuando confía ciegamente en el amor de sus padres, le pido a Dios que me dé esa inocencia para abandonarme yo también como niño en los brazos de mi papá Dios.

Cuando veo la facilidad con que los niños entablan relaciones entre ellos sin mirar posturas, distinciones o prejuicios sociales, me imagino que Cristo nos invita también a nosotros a abrir nuestro corazón, sin condiciones, a los hermanos. Nada más triste y difícil que un corazón lleno de orgullo y pagado de sí mismo. No se le puede tratar, no puede aprender, no puede recibir a los demás. Se ha olvidado de ser niño.

Quizás también Jesús se refiera a esa capacidad de sorprenderse, a ese descubrir la belleza cada día, a la aventura de mirar lo bello y lo bueno en todas las cosas, a la necesidad de mirar a su papá y mamá como centro del universo.Hoy también yo tendría que despertar con la novedad que me da cada día, descubrir la belleza en los días cotidianos y vivir envuelto en el amor de mi Padre Dios cada momento. Vivir como niño, perdonar como niño, descubrir como niño… nos acerca al Reino de los Cielos.

Una reflexión cristiana desde Nagasaki: la bomba cayó sobre el barrio católico de la ciudad

Decenas de miles de fieles católicos inocentes fueron asesinados ese día

Una “pequeña peregrinación por la paz” desde Hiroshima a Nagasaki, para recordar el horror de las armas nucleares y rezar por una “nueva civilización del amor” Es la experiencia que el P. Ignacio Martínez Báez, misionero de Guadalupe y responsable del Departamento de asuntos sociales de la Conferencia Episcopal japonesa, vivió este año, al participar en la conmemoración de los bombardeos atómicos en ambas ciudades.

“El 6 y 9 de agosto de cada año son 2 días especiales, dedicados para pensar en el profundo significado de la paz en el mundo -cuenta el misionero- y en el proceso necesario para alcanzar este don precioso que las personas llaman comúnmente ‘paz’”. Lo recoge la agencia AsiaNews.

Para el P. Martínez es urgente recordar constantemente la realidad que se hizo evidente por primera vez en esos 2 días: hoy, con las armas atómicas, el hombre podría “erradicar la vida de la faz de la Tierra”.

El 6 de agosto,  muchas personas de todo el mundo van a Hiroshima para vivir “el espíritu” y mostrar su compromiso en la lucha contra las guerras y las armas nucleares, alzando su voz con cantos y eslóganes.

“También vienen muchos políticos, que aprovechan este día de memoria para sus fines partidarios o para obtener puntos a su favor”, comenta el misionero. “La Iglesia católica de Hiroshima, si bien es pequeña en número, es una presencia fuerte. Hay momentos de oración ecuménica, reflexión, estudio y discusión del proceso de paz y justicia, partiendo desde un punto de vista cristiano”.

La misa que se hace en Hiroshima es una ocasión para rezar por las víctimas de la guerra en todo el mundo, y por las dificultades que debe afrontar actualmente el género humano.

“Por primera vez, pude ir a Nagasaki, el 9 de agosto”, cuenta el sacerdote. “A mi modo de ver, allí la conmemoración tiene otro gusto. 

La bomba atómica fue arrojada sobre Urakami, un barrio donde la mayoría de la población era católica, donde la fe es vivida con fuerza desde hace muchos años. Decenas de miles de fieles católicos inocentes fueron asesinados ese día. La ciudad de Nagasaki prepara una ceremonia distinta cada año, en un clima más tranquilo. Pude percibir un mayor silencio, reflexión y la decisión fuerte de construir puentes de comprensión y reconciliación entre los pueblos”.

La misa por la paz y la reconciliación fue celebrada en la catedral de Urakami en la noche del 9 de agosto. Después de la ceremonia, los fieles en oración llevaron la estatua de María desde Urakami hasta el Parque de la Paz.

“El mensaje era claro: estamos llamados a ser testigos del perdón. Sólo perdonando de un modo cristiano es posible romper la espiral de violencia y construir un proceso de paz duradera, real. Cada uno de nosotros es mensajero de paz y amor, que provienen de nuestro Dios amoroso a través del mensaje de Jesucristo”.

“Estoy muy agradecido -concluye el p. Martínez- porque este año tuve la ocasión de hacer esta ‘pequeña peregrinación por la paz’ en estas dos ciudades y rezar, pensar y ver de cerca la búsqueda de la paz que lleva adelante la sociedad japonesa, desde estos dos puntos de vista. Constaté que la Iglesia en Japón vive un decidido compromiso profético por la justicia social de Hiroshima y un profundo deseo de perdón y reconciliación, por una nueva civilización del amor en Nagasaki. Creo que es necesario integrar estas dos importantes y necesarias experiencias para vivir con responsabilidad nuestra vocación cristiana, en esta fase histórica de Japón y ser verdaderos símbolos para una nueva y duradera paz, para toda la humanidad”.

7 formas de mantenerte en oración cuando estás de viaje

Poder viajar nos hace afrontar desafíos espirituales como el de poder mantener una vida de constante oración, por ello estas recomendaciones

Viajar es una excelente opción para rodearse de gente nueva y conocer otras culturas, y también para encontrar inspiración en todo lo que nos rodea y más aún en las personas que uno logra conocer. Cuando decidas viajar, hazlo con Dios, porque desde el momento que le permitas actuar a través de ti y guiarte en tu viaje, seguro vivirás una gran aventura.

En lo personal, poder viajar ha llenado mi memoria de recuerdos inolvidables y permitido vivir encuentros inesperados, pero también me ha llevado a afrontar desafíos tanto físicos como espirituales. Uno de esos desafíos ha sido siempre poder mantener mi vida de constante oración las veces que viajo, con la permanente diferencia horaria, los lugares desconocidos y las personas que recién conozco. A continuación te doy 7 recomendaciones para que puedas orar durante tu viaje:

1. No esperes viajar para comenzar a orar, ¡hazlo ya!

Una vez, un sacerdote con el que me encontraba conversando acerca de la vocación, me dijo que un hombre que no ora es un seminarista que no ora, y un seminarista que no ora es un sacerdote que no ora. Lo que quiso decir con esto fue que no podemos pensar que nuestra vida de oración va a crecer de un momento para otro en el transcurso de nuestro viaje, sino que tiene que estar presente desde mucho antes.

De igual manera, no podemos suponer que en nuestro viaje vamos a encontrar ‘‘un momento para orar’’ de improviso. Es importante considerar que la oración que hagas cuando viajes estará fundada en la vida de oración que hayas tenido en tu hogar.

Tal vez tengas muchos momentos para orar a solas durante tu viaje, sin embargo, por lo general, si no oras en tu casa, entonces no serás capaz de orar de un momento para otro cuando estés fuera de ella. Así que, ¡comienza desde ya!

2. La misa. ¿Por qué está todo el mundo de pie?

Cuando estás de viaje, participar de la eucaristía puede suponer todo un desafío, perojamás permitas que el idioma o las costumbres propias del lugar sean un impedimento para participar fervorosamente de ella. La asamblea podría, en algunos casos, ponerse de pie cuando generalmente tú te arrodillas o, sentarse, cuando normalmente tú te pones de pie, pero ¡no te preocupes!, lo importante es que estás ahí, participando de la misa.

Lo más práctico en esos casos es imitar a la asamblea. La Conferencia Episcopal local deberá disponer de las normas litúrgicas correspondientes para ser aplicadas por los feligreses, y rápidamente notarás cómo te irás adecuando el ritmo de la celebración.

Hace poco conocí la Liturgia según el Rito Bizantino, puesto que donde yo me encontraba no se celebraba la misa según el Rito Latino y, sin duda, fue algo distinto pero hermoso a la vez, algo que no había vivido nunca antes, y de lo cual estoy muy agradecido.

3. Hazte hábitos (pero prepárate para los cambios)

Cuando te vayas de viaje, piensa en cosas que vayas a ser capaz de hacer e inclúyelas en tu rutina diaria. Puede ser una simple oración cada mañana, o durante el trayecto que realizas a diario, o en cualquier otro. La clave está en elegir cosas que seas capaz de hacer todos los días.

Una vez me encontraba acampando en un hermoso lugar de la costa de Croacia y cada mañana me sentaba alrededor de 20 minutos en la orilla de la playa a rezar el rosario, lo cual funcionó muy bien para mí. No fue algo que haya planeado, sino que la oportunidad se presentó y yo la tomé, y así se volvió un hábito. 

Por suerte donde quiera que vayas habrá un lugar magnífico que podrás visitar a diario como un estímulo para orar. Lo puedes hacer en un momento del día que no tengas nada que hacer, o en ese lugar con vista increíble que te deja sin palabras. Ambas pueden ser buenas oportunidades.

4. Ora junto a un amigo/a

Si estás acompañado de más personas (ya sea con un compañero/a de viaje, alguien a quien te encuentras visitando, o incluso alguien que conociste de camino) seguramente querrás saber si a ellos les gustaría rezar contigo. Esto no solo permite que ellos sepan que necesitas tener un momento para hacerlo, sino que también se vuelve una oportunidad para que ellos lo hagan contigo. Orar junto a un amigo/a, o con un grupo de amigos, es indescriptiblemente especial.

Una vez visité a un amigo en España, y una noche mientras nos preparábamos para dormir, me preguntó si quería rezar con él y rezamos juntos. Este se ha convertido en uno de mis recuerdos más preciados. Cuando rezamos con un amigo/a estamos invitando a Dios a esa amistad que es compartida.

5. ¡Llama a tu madre!

Cada vez que me voy de viaje, a mi mamá le gusta que la mantenga al tanto sobre el lugar donde me encuentro y hacia dónde me dirijo, pero ¡siempre olvido llamarla! (lo siento mamá). Sin embargo, soy muy bueno para mantener al corriente a mi madre celestial.

La Virgen María es quien guía nuestro caminar, así lo dice una famosa canción. Estar a su lado es lo que alegra el corazón del viajero. Ella toma nuestras preocupaciones, proyectos (aunque no los haya), tristezas y alegrías para ponerlas a los pies de su Hijo Jesús.

¿Cómo te pones en contacto con ella? Ya le había recomendado a los viajeros rezar el rosario. Es fácil y muy efectivo.

6. Reza la oración de Jesús

Esta oración es nueva para mí, un descubrimiento reciente que no he podido profundizar todavía, pero del cual he escuchado historias conmovedoras donde gracias a ella se ha podido encontrar alegría y consuelo. Esta oración es simple pero sumamente poderosa, y se puede rezar donde y cuando tú quieras (ideal para cuando viajes). Tiene su origen en la Iglesia Oriental y fue considerada por los primeros padres de la Iglesia como la clave para descifrar la oración incesante del más íntimo interior del corazón.

Tienes que decir: «Señor Jesús, ten piedad de mí que soy pecador», y decirlo varias veces en silencio, y en el silencio profundo de tu corazón.

. Contempla

Mi último consejo para que puedas orar en tu viajes es que lo disfrutes. No permitas que la ansiedad te aleje de las maravillas que vas a apreciar y las experiencias que vas a vivir. El viaje puede ser nuestra oración mientras tengamos a Dios ante nuestros ojos y Él nos revele sus misterios.

Hildebrand, al hablar de la contemplación, nos dice: «Quién de nosotros no conoce el momento supremo cuando una gran verdad, la belleza gloriosa de una pieza de arte o de la naturaleza, o el alma de una persona amada se manifiesta por sí sola a la nuestra como el esplendor de un relámpago, adornando nuestros ojos con una visión de realidad alternativa e impulsandonos a exclamar, ‘‘¡Oh Señor, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!»

De eso se trata viajar.

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