El Hijo del hombre tiene que ser elevado para que todo el que cree en él tenga vida eterna
- 14 Marzo 2021
- 14 Marzo 2021
- 14 Marzo 2021
Regala una oración al Papa Francisco por su octavo aniversario de Pontificado
Recemos por el papa Francisco:
“Oh Dios misericordioso y eterno, nuestro Pastor y Guía, mira con amor a papa Francisco tu siervo, a quien elegiste como sucesor de san Pedro y pastor de tu grey.
Escucha, Señor, la plegaria de tu pueblo y haz que nuestro Papa, Vicario de Cristo en la tierra, confirme en la fe a todos los hermanos, para que toda la Iglesia se mantenga en comunión con él por el vínculo de la unidad, el amor y la paz.
Concédele valor, sabiduría y amor a tu pueblo, para que él sirva con fidelidad a todas aquellas personas a quienes tú le has confiado sus cuidados y lleve a tu Iglesia unida en la fe, de corazón y voluntad, mientras procuramos llevar a su pleno cumplimiento la misión de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén
Matilde, Santa
Reina, 14 de marzo
Martirologio Romano: En Quedlinburg, Sajonia, Alemania, santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios. († 968)
Breve Biografía
Matilde era descendiente del célebre Widukind, capitán de los sajones en su larga lucha contra Carlomagno, como hija de Dietrich, conde de Westfalia y de Reinhild, vástago de la real casa de Dinamarca. Cuando la niña nació en el año 895, fue confiada al cuidado de su abuela paterna, la abadesa del convento de Erfut. Allí, sin apartarse mucho de su hogar, Matilde se educó y creció hasta convertirse en una jovencita que sobrepasaba a sus compañeras en belleza, piedad y ciencia, según se dice. A su debido tiempo se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban "el cazador". El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una moderada, pero edificante influencia. Precisamente después del nacimiento de su primogénito, Otto, a los tres años de casados, Enrique sucedió a su padre en el ducado. Más o menos a principios del año 919, el rey Conrado murió sin dejar descendencia y el duque fue elevado al trono de Alemania. No cabe duda de que su experiencia de soldado valiente y hábil le resultó muy útil, puesto que su vida fue una lucha constante en la que triunfó muchas veces de manera notable.
El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo.
Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos.
Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma.
Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera.
En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina.
Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde.
La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.
Contemplar y abrir el corazón a la Luz
Santo Evangelio según san Juan 3, 14-21. Domingo IV de Cuaresma.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor que, al contemplarte en la cruz, vea con los ojos de mi corazón un signo de amor, de perdón, de liberación. Dame la gracia de contemplarte como lo hizo tu Madre santísima allí al pie de la cruz; que sea fuerte y que pueda acompañarla, que la pueda consolar, que pueda ser otro san Juan que no tenga miedo a la cruz, que sea perseverante hasta el final. Amén
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, Jesús digo a Nicodemo: "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. "Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Así ha de ser elevado el Hijo del Hombre, para quien crea en él tenga vida eterna» y es así como lo contemplamos. Muchos israelitas en el desierto, con sólo mirar a la serpiente elevada, fueron curados; pero para nosotros es muy diferente porque no nos basta con mirar, sino que debemos contemplar. La diferencia radica en que lo que veían los israelitas fue hecho por las manos del hombre, pero lo que nosotros contemplamos es a Dios, a Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Para nosotros no basta ver, hay que creer, dice Jesús en este Evangelio, por eso hay que pedirle que aumente nuestra fe.
Jesucristo no ha venido a juzgar sino a perdonar y si queremos imitarle debemos pedirle que nos enseñe a ser misericordiosos; que por medio de nuestros gestos y nuestras palabras, podamos llevar amor, perdón, esperanza a quienes más lo necesita. Y que en este tiempo de Cuaresma nos permita experimentar su misericordia y nos deje cubrirnos por ese manto suave, ligero, perfumado de amor, que no se cansa de limpiarnos, que está siempre esperándonos.
Por último pidamos a María Santísima que nos ayude a ser luz para los demás; que nuestros actos, nuestros trabajos de la vida cotidiana, sean verdaderas lámparas que iluminen y acerquen a los demás al amor de Dios.
«Quien ha encontrado a Jesús ha experimentado el milagro de la luz que rasga las tinieblas y conoce esta luz que ilumina y aclara. Querría, con mucho respeto, invitar a todos a no tener miedo de esta luz y a abrirse al Señor. Sobre todo querría decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, está cansado, a quien, superado por las oscuridades de la vida, ha apagado el deseo: “¡Levántate, ánimo, la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras; levántate, ánimo!”».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, al contemplar una imagen de Cristo crucificado reconoceré el gran amor que Dios me tiene y se lo agradeceré.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Nicodemo acude a hablar con Jesús
Había entre los fariseos un hombre, llamado Nicodemo, judío influyente.
Entre los más conmovidos por los sucesos de aquellos días estaba un fariseo, magistrado del Sanedrín, -llamado Nicodemo-, que acudió a ver a Jesús de noche por temor a sus compañeros que se habían opuesto a Jesús.
"Había entre los fariseos un hombre, llamado Nicodemo, judío influyente. Este vino a él de noche y le dijo: Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro, pues nadie hace los prodigios que tú haces si Dios no está con él"(Jn).
El clima de la conversación es afable y respetuoso, pero al mismo tiempo exigente. Sus compañeros fariseos se han declarado pronto contrarios a Jesús, a pesar de hechos patentes como los milagros y la autoridad con que Él hablaba. Se imponía la necesidad de una conversación sincera, sin discusiones apasionadas, con buena voluntad, y llegando al fondo, para aclarar la cuestión.
¿Es el Mesías?
El dilema era clave, y no admitía dilación ¿era Jesús realmente el Mesías, o no? Admite que es Maestro, pues lo ha oído; también acepta que ha venido de parte de Dios, pues ha visto los milagros; pero, ¿es posible llegar más lejos? Ahí radica su duda y su búsqueda cautelosa. La introducción está llena de respeto y delicadeza, pero Jesús supera de inmediato las amabilidades corteses, y va a lo hondo; necesita golpear con fortaleza para ver si sus palabras son sinceras, o son suaves por fuera, y falsas por dentro. Jesús contestará a Nicodemo en dos niveles: primero hablando de una vida nueva, luego, cuando ve que no entiende, eleva su mirada haciéndole comprender que su ciencia era muy poca y que necesita humildad para entender las verdades divinas.
La respuesta de Jesús
Así fue la respuesta del Señor: "En verdad, en verdad te digo que si uno no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios". Jesús centra su respuesta en la salvación que ha venido a traer. La nueva vida es una victoria sobre el pecado y un participar en la misma vida de Dios. Ante un sabio se puede expresar con profundidad. No se trata sólo de cumplir la ley, sino de vivir una nueva vida, que viene de lo alto y que -a la vez permite cumplir la ley- elevando a la vida divina. Es lo que luego los cristianos llamaremos la filiación divina, que nos consigue la gracia santificante y realiza una auténtica participación en la vida divina de una manera soberana.
Nicodemo no entiende y Jesús le aclara
Nicodemo no entiende la respuesta del Señor pues responde: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?". Es patente la dificultad de Nicodemo para entender las palabras espirituales de Jesús; su interpretación es humana. Quizá, pensaba en las objeciones a la reencarnación defendida por los hindúes en el lejano Oriente y por los órficos, los pitagóricos y casi todos los grandes filósofos griegos en Occidente. La intervención parece la típica de un intelectual acostumbrado a la discusión y defensor de la unidad del ser humano. Lo seguro, es que no entiende que se pueda dar un nuevo nacimiento eterno y espiritual.
La prefiguración del Bautismo
Jesús se lo aclara a través de ejemplos. "En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, carne es; y lo nacido del Espíritu, espíritu es. No te sorprendas de que te he dicho que es preciso nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va, así es todo nacido del Espíritu"(Jn). Cristo habla a Nicodemo de algo que él conocía bien: el bautismo de Juan realizado con agua. Este bautismo era un símbolo a través del cual movía a penitencia a los que se acercaban a él; les movía a arrepentirse de sus pecados. Pero el Maestro añade algo nuevo: la acción de Espíritu. Dios concederá con el nuevo bautismo el perdón pedido, y lo hace al modo divino, ya que no sólo perdona el pecado, sino que, además, eleva al hombre a la vida divina. La respuesta va precisando lo que quiere decir Jesús con la imagen del nuevo nacimiento.
Pero Nicodemo continúa sin entender "¿Cómo puede ser esto?". Entonces Jesús emplea unas palabras aparentemente duras. Le dice "¿Tú eres maestro de Israel y lo ignoras?". Es como decirle: ya ves que no basta toda tu ciencia de maestro de Israel, ni siquiera tu buena voluntad; es necesario superar una barrera nueva. Jesús está llamando ignorante a uno de los sabios del momento. Estas palabras podían ser recibidas mal por Nicodemo; y hubiera podido contestar con arrogancia que él era sabio oficial, mientras que Jesús era un artesano sin estudios que no ha frecuentado ninguna de las grandes escuelas de Israel: sería la reacción del orgullo. Pero Nicodemo no incurre en ella, porque busca sinceramente la verdad; le pesa demasiado el fardo de las interpretaciones sin vida, muy eruditas quizás, pero muertas, o poco espirituales; sabe que ese modo de pensar le frena para poder entender.
El anuncio de la cruz
Jesús le aclarará que ahí está la raíz del rechazo de sus amigos fariseos y del conjunto del Sanedrín. Necesitan convertirse con humildad y rechazar el pecado: "En verdad, en verdad te digo que hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre. Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él" (Jn). Así, veladamente Cristo le señala el sacrificio que se realizará en la cruz, pero Nicodemo ahora no puede entender estas cosas.
Las dificultades con las que se va a enfrentar Jesús son más fuertes que las cuestiones de dinero o de poder; se trata de cuestiones de fe, que toca las más hondas caras del pecado. De momento, Nicodemo escucha.
La conversión
Jesús le aclara en qué consiste la conversión y la salvación que ha venido a traer: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es juzgado; pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del Hijo Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, ya que sus obras eran malas. Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios"(Jn)
Ante Nicodemo, Jesús se manifiesta como Maestro que habla con autoridad. Dialoga, pero desde el que sabe que posee toda la verdad y la manifiesta poniéndose a su nivel de su interlocutor. Jesús es doctor de una nueva verdad que puede ser aceptada por los hombres de buena voluntad se encuentre en el nivel que se encuentren. Jesús, con Nicodemo, puede hablar con profundidad y decir que lo que viene a traer es más que una reforma moral, se trata de un descendimiento de la vida de Dios a los hombres. Dios ama tanto a los hombres que quiere liberarlos del pecado e incorporarlos a una unión viva con Él. Jesús ha desvelado un poco el modo de realizar esa gran obra, al hablar de la serpiente elevada en el desierto, la cruz se apunta pero aún no se palpa ese exceso de amor de Dios por los hombres. Sin embargo, Nicodemo puede captar, mejor que la mayoría de los suyos, la grandeza de lo que está sucediendo ante sus ojos. Creer en ello es un obsequio de su libertad.
Llevando la alegría del Evangelio a todo el mundo.
El 13 de marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio es elegido como Sucesor de Pedro, primer Papa jesuita y americano y el primero con el nombre de Francisco. Estos ocho años de Pontificado se han caracterizado por iniciativas y reformas para implicar a todos los cristianos en un nuevo impulso misionero con el objetivo de llevar el amor de Jesús a toda la humanidad.
Proximidad, sinodalidad e impulso misionero: son los puntos cardinales del Pontificado de Francisco, elegido hace ocho años como Sucesor de Pedro. La perspectiva de su pontificado parte de abajo, de la atención a esas "periferias" existenciales y geográficas que son el contrapunto de su ser y actuar. Invitando a recuperar "la frescura original del Evangelio", pide a los fieles un nuevo fervor y dinamismo para que el amor de Jesús pueda llegar realmente a todos. La Iglesia deseada por Bergoglio es una Iglesia "en salida", con " las puertas abiertas", un "hospital de campaña" que no teme la "revolución de la ternura" ni "el milagro de la gentileza".
Las novedades y Evangelii gaudium, texto programático del Pontificado
Primer Papa con el nombre "Francisco", primer jesuita y primero originario de América Latina, pero también primer Pontífice de los tiempos modernos elegido tras la renuncia de su predecesor, Bergoglio inició su pontificado bajo el signo de la novedad, la más relevante de las cuales es la misa diaria presidida en la Casa Santa Marta, donde decidió -otra novedad- residir. En esas breves homilías, pronunciadas rigorosamente espontáneamente al estilo de un párroco, el Papa establece un diálogo directo con los fieles, exhortándolos a una confrontación inmediata con la Palabra de Dios. Pero el 2013 también está marcado por la publicación de la Exhortación Apostólica "Evangelii gaudium", un verdadero 'manifiesto programático' del nuevo Pontificado, en el que Francisco llama a una nueva evangelización caracterizada por la alegría, así como a la reforma de las estructuras eclesiales y a la conversión del papado, para que sean más misioneras y más cercanas al significado querido por Jesús. Por ello, también en 2013, el Papa instituye un "Consejo de Cardenales" cuya tarea es estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica "Pastor bonus" sobre la Curia Romana, que data de 1988.
La familia
La familia es el eje pastoral del 2014 del Papa Francisco, a la que dedica un Sínodo extraordinario. Para el Pontífice, la sociedad individualista contemporánea ataca gravemente a la familia, poniendo en riesgo los derechos de los hijos y de los padres, especialmente en el ámbito de la educación moral y religiosa. El tema de la familia encontrará después su ápice en la exhortación apostólica "Amoris Laetitia", publicada el 8 de abril de 2016, en la que Francisco subraya la importancia y la belleza de la familia basada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, pero también mira, con realismo, la fragilidad que experimentan algunas personas, como los divorciados vueltos a casar, animando a los pastores a discernir. Desde el punto de vista de la reforma, en el 2014 es significativa la creación de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, cuya finalidad es proponer iniciativas al Pontífice para "promover la responsabilidad de las Iglesias particulares en la protección de todos los menores y adultos vulnerables". En el plano diplomático, el 2014 del Papa Francisco está marcado por dos grandes iniciativas: la primera es la "Oración por la Paz" en Tierra Santa, celebrada el 8 de junio en los Jardines Vaticanos junto a los presidentes de Israel, Shimon Peres, y de Palestina, Mahmoud Abbas. El segundo es el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. Un objetivo por el que el mismo Pontífice se empeña a través de cartas enviadas a los Jefes de Estado de los dos países.
La salvaguardia de la creación
El año 2015 está centrado en la salvaguardia de la Creación: el 24 de mayo, Francisco firma la "Encíclica Laudato Si' sobre el cuidado de la casa común", cuyo eje cartesiano es la ecología integral, aquella en la que la preocupación por la naturaleza, la equidad hacia los pobres y el compromiso en la sociedad resultan inseparables. A este respecto, el Pontífice instituye la "Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación", de carácter ecuménico, que se celebrará cada año el 1 de septiembre. Mientras tanto, en el frente de la reforma, se sigue trabajando en la nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana, que más adelante tendrá el título, aunque provisional, "Predicad el Evangelio". Mientras tanto, en el horizonte estalla el caso "Vatileaks 2", sobre la filtración de documentos confidenciales de la Santa Sede. "Un acto deplorable", lo califica el Papa en el Ángelus del 8 de noviembre, porque "robar documentos es un delito". Tras un juicio ordinario en el Tribunal Vaticano, el caso se cerrará en julio de 2016, con dos condenas y dos absoluciones.
El Jubileo Extraordinario de la Misericordia
La misericordia es, ciertamente, el fil rouge del 2016: es el Año en el que se celebra el Jubileo Extraordinario convocado por Francisco sobre el tema "Sean misericordiosos como el Padre". La consideración hacia los últimos se concreta con los "Viernes de la Misericordia", es decir, las visitas privadas que el Pontífice realiza a centros dedicados a la acogida de los pobres, los enfermos, los marginados. Se trata de un Jubileo "difundido" que ve la posibilidad de abrir una Puerta Santa en cada iglesia del mundo. El mismo Francisco, incluso antes de inaugurar la de la Basílica vaticana, abre otra, fuertemente simbólica: la de la catedral de Bangui, en la República Centroafricana, donde realiza un viaje apostólico en noviembre de 2015.
El histórico encuentro con el Patriarca Kirill
En el 2016, además, se produce un acontecimiento que marcará una época: el 12 de febrero, en Cuba, el Pontífice se reúne con el Patriarca de Moscú y toda Rusia, Kirill. Juntos firman una declaración conjunta, en la que se comprometen a responder a los desafíos del mundo contemporáneo, como poner fin a la persecución de los cristianos y a las guerras, promover el diálogo interreligioso, ayudar a los emigrantes y refugiados y proteger la vida y la familia.
Jornada Mundial de los Pobres
El año 2017 también está marcado por un acto relevante que se enmarca en esa diplomacia de la paz que lleva adelante Francisco: el 20 de septiembre de 2017, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, la Santa Sede se encuentra entre los primeros países en firmar y ratificar el "Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares". En el plano pastoral, en cambio, el año está marcado por la celebración de la primera "Jornada Mundial de los Pobres": una conmemoración que quiere ser -subraya el Papa- un recordatorio de que es precisamente en los indigentes donde "se manifiesta la presencia de Jesús". Por lo tanto, ellos nos "abren el camino al cielo" y son nuestro "pasaporte para el paraíso".
El Acuerdo con China
Dos son, sin embargo, los hechos destacados del 2018 del Papa Francisco: a nivel pastoral, el Sínodo sobre los jóvenes representa un momento de reflexión eclesial. A los jóvenes, el Pontífice les pide que "escuchen, se hagan próximos, den testimonio", porque "la fe es una cuestión de encuentro, no de teoría". Un llamamiento que se hará aún más fuerte en la Exhortación Apostólica post-sinodal "Christus vivit", firmada en 2019. "Ustedes son el ahora de Dios", escribe Francisco en el documento, pidiendo a los jóvenes que no retrocedan ante los retos del mundo contemporáneo y que dediquen atención a los últimos. En el plano diplomático, en el 2018 destaca el Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China, firmado en Pekín el 22 de septiembre y relativo al nombramiento de obispos. En 2020, pues, el acuerdo se renovará por dos años.
La lucha contra los abusos
En el año 2018 se abrió una página muy amarga para la Iglesia católica, la de los abusos cometidos por algunos miembros del clero: los casos relativos al cardenal George Pell, juzgado en Australia y luego absuelto tras 13 meses pasados injustamente en prisión, y el ex-sacerdote chileno Fernando Karadima, posteriormente destituido por Francisco del estado clerical, así como la publicación del "Informe Pennsylvania" en Estados Unidos, ponen de manifiesto la importancia de la lucha contra este delito llevada a cabo con determinación por el Pontífice. En agosto, al final de su Viaje Apostólico a Irlanda, Francisco recita un conmovedor "Acto Penitencial" para pedir perdón en nombre de la Iglesia. En el mismo periodo, sale a la luz mediática el "Caso McCarrick" relacionado con el ex cardenal responsable de abusos sexuales a menores y luego dado de baja del estado clerical en 2019. Un asunto al que la Santa Sede responderá con un "Informe" especial, elaborado por la Secretaría de Estado por mandato del Papa y que se hará público el 10 de noviembre de 2020. La lucha contra los abusos continúa durante 2019 con la Cumbre en el Vaticano sobre la Protección de los Menores. Del encuentro deriva el Motu proprio "Vos estis lux mundi" que introduce la obligación de los clérigos y religiosos de denunciar los abusos, mientras que cada diócesis deberá tener un sistema de fácil acceso al público para recibir las denuncias. En diciembre, además, con un Rescripto, el Papa abolió el secreto pontificio para los casos de abusos sexuales.
Fraternidad, paz y unidad de los cristianos
El año 2019 tiene como telón de fondo tres grandes gestos: el primero es la firma del documento sobre "La fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común", firmado por el Papa y el Gran Imán de Al-Azhar Ahamad al-Tayyib, en Abu Dhabi, el 4 de febrero. El documento, que constituye una piedra angular en las relaciones entre el cristianismo y el islam, alienta el fortalecimiento del diálogo interreligioso y promueve el respeto mutuo, condenando el terrorismo y la violencia. El segundo gesto es la organización de un retiro espiritual en el Vaticano para los líderes civiles y eclesiásticos de Sudán del Sur. El encuentro tiene lugar en abril y termina con un acto impactante: Francisco se arrodilla y besa los pies del Presidente de la República de Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, y de los vicepresidentes designados presentes. Lo hace para "implorar que el fuego de la guerra se apague de una vez por todas" en el joven país africano. El tercer gesto, finalmente, va en la dirección de la unidad de los cristianos: el 29 de junio Francisco entrega a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla algunos fragmentos de las reliquias de San Pedro. Como escribe el mismo Pontífice en una Carta al Patriarca Bartolomé, “este gesto quiere ser una confirmación del camino que nuestras Iglesias han emprendido para acercarse unas a otras".
Las reformas en ámbito económico y financiero
Como parte de las reformas, en agosto de 2019, con un Quirógrafo, el Papa renueva el Estatuto del Ior, introduciendo la figura del auditor externo para la verificación de cuentas. A esta decisión le siguen, a finales de 2020, el nuevo Estatuto de la Autoridad de Información Financiera, que en adelante se llamará Autoridad de Supervisión e Información Financiera (Asif), y el Motu proprio "Sobre algunas competencias en materia económica y financiera", por el que se transfiere a la Apsa la gestión de fondos inmuebles de la Secretaría de Estado, incluido el Óbolo di San Pietro, al tiempo que se refuerza el papel de control de la Secretaría para la Economía.
La oración en la pandemia
En 2020, el año de la pandemia de Covid-19, el Papa Francisco permanece cerca de los fieles con la fuerza constante de la oración. En la memoria del mundo entero queda impresa la "Statio Orbis" presidida el 27 de marzo por el Pontífice, solo, ante una Plaza de San Pedro desierta y empapada por la lluvia. La tecnología también ayuda a acortar las distancias, necesarias para contener los contagios: durante algún tiempo, las audiencias generales y el rezo del Ángelus se retransmiten en directo por audio-vídeo, al igual que las misas matutinas en la Casa Santa Marta. En febrero se publica la quinta Exhortación Apostólica "Querida Amazonia", que recoge los frutos del Sínodo especial para la Región Panamazonica, celebrado en el Vaticano en 2019, y en octubre, la tercera Encíclica, "Fratelli tutti", que, explicitando aún más los rasgos sobresalientes de este Pontificado, llama a la fraternidad y a la amistad social y reafirma el no a la guerra para construir un mundo mejor, con el compromiso de todos.
Viajes apostólicos con la mirada puesta en las periferias
El año 2020 se cierra con el anuncio del histórico Viaje Apostólico a Irak, que ha concluido precisamente en estos días, la primera vez que un Sucesor de Pedro ha estado en el país. Tras el stop de 15 meses a causa de la pandemia, Francisco vuelve a llevar la luz y la belleza del Evangelio al mundo, dirigiendo su mirada, una vez más, a las periferias, donde se necesita con urgencia "fraternidad y esperanza". Por otro lado, su primer viaje como Pontífice, el 8 de julio de 2013, tiene como destino Lampedusa: desde esta isla, destino de desembarcos desesperados, el Papa encenderá los reflectores mundiales sobre el drama de la migración, tema principal de su pontificado. Bergoglio reitera a menudo que los migrantes son ante todo personas, no sólo números o cuestiones sociales, y lo hace no sólo con palabras, sino también con hechos. Basta pensar en la decisión tomada en abril de 2016, a su regreso de una visita al campo de refugiados de Lesbos: en el vuelo papal, Francisco acoge a 12 refugiados sirios y los acompañó a Roma, para que pudieran ser asistidos.
Algunos datos estadísticos
Hasta ahora, Francisco ha realizado 25 Viajes en Italia y 33 fuera de la Península. Pero las cifras de su Pontificado hablan de más de 340 Audiencias Generales, más de 450 Ángelus/Regina Coeli, casi 790 homilías en la Casa Santa Marta y unos 900 nuevos Santos, entre ellos los 800 mártires de Otranto. Francisco también ha celebrado 7 Consistorios, creando 101 Cardenales, y ha convocado varios Años Especiales, como los dedicados a la Vida Consagrada (2015-2016), San José (2020-2021) y Familia-Amoris Laetitia (2021-2022). También son varias las "Jornadas" instituidas por Francisco: la última, en orden cronológico, es la Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, que se celebrará por primera vez en julio de 2021, en proximidad a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los "abuelos" de Jesús.
Intentar comprender la acción de Dios en nuestras vidas
En estos tiempos de aparente incertidumbre ante la contingencia sanitaria que se vive en todo el mundo, en el corazón del hombre pueden surgir legítimos cuestionamientos del por qué ocurren eventos de este tipo, mismos que si no se reflexionan con una perspectiva de fe, terminan provocando desesperanza y frustración en la humanidad. Por ello, meditar acerca de lo bueno o malo que pasa en nuestras vidas a través de los ojos con los que Dios nos mira, ayuda a calmar el alma cuando todo pasa por algo.
En primer lugar, para intentar comprender la acción de Dios en nuestras vidas, en necesario reconocernos como “creaturas" limitadas por nuestra propia condición humana, la cual goza o padece de una inteligencia finita, misma que por más que se esfuerce en entender la mente de su Creador, le será imposible puesto que su naturaleza es distinta y mucho mayor; razón por la que recurrir a - un salto de “fe” - ante aquello que somos incapaces de conocer con nuestros ojos, parece ser la opción más sensata para continuar.
En segundo lugar, ayuda mucho el ejercitar la relación de amistad con Dios a través de la figura del hijo y el Padre. Tratar de acercarnos en la oración y el diálogo mental como un auténtico niño; inocente, confiado y sin ninguna preocupación porque se sabe protegido por sus padres que velan por él. Así Dios se hace presente, nos cuida de todo tropiezo que nos lastime o de cualquier camino que nos lleve al barranco, sin embargo, eso como niños que somos, no logramos verlo, no lo entendemos.
Ninguna madre deja que su hijo juegue con las tijeras, aunque este haga berrinche, pues ella solo anhela verlo sano y sin peligro.
El Padre Jorge Loring S.J., reflexiona en uno de sus populares videos, sobre la humildad que debemos ejercitar para reconocer que “Dios sabe más que nosotros”, y que cuando le pedimos algo y así no sucede, es porque Dios como buen Padre, sabe lo que es mejor, por lo que tener una actitud de confianza en su voluntad, es la mayor ganancia, “hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”, es la frase que toma de San José María Rubio, para explicar la tranquilidad que se obtiene cuando depositamos todo en Él, no empeñándonos en imponer lo que en ocasiones pensamos que es mejor.
La confianza debe partir de una fe a ciegas, sincera y de abandono total en el misterio del plan divino, conscientes de que a Dios no le somos indiferentes, que nos acompaña en todo momento y que solo busca nuestro mayor bienestar; “la salvación eterna”. Por lo que su intervención en nuestras vidas, será de diversas maneras; una palabra de aliento, una crisis, un ascenso, el beso de una madre, un pensamiento, el nacimiento de un hijo, una enfermedad, etc., a sabiendas de que tal vez nunca logremos entender “el por qué” o las “razones”, pero con la certeza de que todo fue por y para algo mejor, agradeciendo por todo aquello que nos da y lo que no nos da.
En tercer y último lugar, no dejar de tener esperanza y orar. El Padre Pío de Pietrelcina decía, “reza, espera y no te preocupes, la preocupación es inútil, Dios es misericordioso y escuchará tu oración” - porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre (Mt 7,8), - Dios pone casi todo, tu pones casi nada, pero Dios no pone su casi todo, si tu no pones tu casi nada, así obra la Divina Providencia.
“Abrazar al Señor, para abrazar la Esperanza” (Papa Francisco, Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, 27 de marzo de 2020).
Jesús está conmigo, Dios está conmigo
Cuarto domingo de Cuaresma. Reflexionar si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o en nuestros criterios humanos.
Cuando Jesús habla de los contrastes tan profundos que hay entre el modo de entender la fe por parte de sus contemporáneos, y la fe que Él les está proponiendo, no lo hace simplemente para que nosotros digamos: ¿Cómo es posible que esta gente teniendo tan claro no entendiesen nada? Jesús viene a fomentar en todos nosotros un dinamismo interior que nos permita cambiar de comportamiento y hacer que nuestro corazón se dirija hacia Dios nuestro Señor con plenitud, con vitalidad, sin juegos intermedios, sin andar mercadeando con Él.
La mentalidad de los fariseos, que también puede ser la nuestra, se expresa así: “Yo soy el pueblo elegido, por lo tanto yo tengo unos privilegios que recibir y que respetar”. Sin embargo, Jesús dice: “No; el único dinamismo que va a permitir encontrarse con la salvación no es el de un privilegio, sino el de nuestro corazón totalmente abierto a Dios”. Éste es el dinamismo interior de transformarme: orientándome hacia Dios nuestro Señor, según sus planes, según sus designios.
Esto tiene que hacer surgir en mi interior, no el dinamismo del privilegio, sino el dinamismo de humildad; no el dinamismo de engreimiento personal, sino el dinamismo de ser capaz de aceptar a Dios como Él quiere.
Una conversión que acepte el camino por el cual Dios nuestro Señor va llevando mi vida. No es un camino a través del cual yo manipule a Dios, sino un camino a través del cual Dios es el que me marca a mí el ritmo.
Lo que Jesús nos viene a decir es que revisemos a ver si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o está puesto en nuestros criterios humanos, a ver si nosotros hemos sido capaces de ir cambiando el corazón o todavía tenemos muchas estructuras en las cuales nosotros encajonamos el actuar de Dios nuestro Señor.
Más aún, podría ser que cuando Dios no actúa según lo que nuestra inteligencia piensa que debe ser el modo de actuar, igual que los contemporáneos de Jesús, que “se llenan de ira, y levantándose lo sacan de la ciudad”, o cuando nuestro corazón no convertido encuentra que el Señor le mueve la jugada, podríamos enojarnos, porque tenemos un nombramiento, porque nosotros tenemos ante el Señor una serie de puntos que el Él tiene que respetar. Si pretendemos que se hagan las cosas sólo como yo digo, como yo quiero, ¿acaso no estamos haciendo que el Señor se aleje de nosotros?
Cuando nosotros queremos manejar, encajonar o mover a Dios, cuando no convertimos nuestro corazón hacia Él, poniendo por nuestra parte una gran docilidad hacia sus enseñanzas para que sea Él el que nos va llevando como Maestro interior, ¿por qué nos extraña que el Señor se quiera marchar? Él no va a aceptar que lo encajonen. Puede ser que nos quede una especie de cáscara religiosa, unos ritos, unas formas de ser, pero por dentro quizá esto nos deje vacíos, por dentro quizá no tenemos la sustancia que realmente nos hace decir: “Jesús está conmigo, Dios está conmigo.”
¿Realmente estoy sediento de este Dios que es capaz de llenar mi corazón? O quizá, tristemente, yo ando jugando con Dios; quizá, tristemente, yo me he fabricado un dios superficial que, por lo tanto, es simplemente un dios de corteza, un dios vacío y no es un dios que llena. Es un dios que cuando lo quiero yo tener en mis manos, me doy cuenta de que no me deja nada.
Debemos convertir nuestro corazón a Dios, amoldando plenamente nuestro interior al modo en el cual Él nos quiere llevar en nuestra vida. Y también tenemos que darnos cuenta de que las circunstancias a través de las cuales Dios nuestro Señor va moviendo las fichas de nuestra vida, no son negociables. Nuestra tarea es entender cómo llega Dios a nuestra existencia, no cómo me hubiera gustado a mí que llegase.
Si nuestra vida no es capaz de leer, en todo lo que es el cotidiano existir, lo que Señor nos va enseñando; si nuestra vida se empeña en encajonar a Dios, y si no es capaz de romper en su interior con esa corteza de un dios hecho a mi imagen y semejanza, «un dios de juguete», Dios va a seguir escapándose, Dios va a continuar yéndose de mi existencia.
Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué no tengo progreso espiritual? Sin embargo, ¡qué progreso puede venir, qué alimento puede tener un alma que en su interior tiene un dios de corteza!
Insistamos en que nuestro corazón se convierta a Dios. Pero para esto es necesario tener que ser un corazón que se deja llevar plenamente por el Señor, un corazón que es capaz de abrirse al modo en el cual Dios le va enseñando, un corazón que es capaz de leer las circunstancias de su vida para poder ver por dónde le quiere llevar el Señor.
Dios no nos garantiza triunfos, no nos garantiza quitar las dificultades de la vida; los problemas de la existencia van a seguir uno detrás de otro. Lo que Dios me garantiza es que en los problemas yo tenga un sentido trascendente.
Que el Señor se convierta en mi guía, que Él sea quien me marque el camino. Es Dios quien manda, es Dios quien señala, es Dios quien ilumina. Recordemos que cuando nosotros nos empeñamos una y otra vez en nuestros criterios, Él se va a alejar de mí, porque habré perdido la dimensión de quién es Él, y de quién soy yo.
Que esta Cuaresma nos ayude a recuperar esta dimensión, por la cual es Dios el que marca, y yo el que leo su luz; es Dios quien guía en lo concreto de mi existencia, y soy yo quien crece espiritualmente dejándome llevar por Él.
Cuarenta días, cuarenta noches: la palabra Cuaresma se deriva de «cuarenta». En sí, esta palabra recuerda los cuarenta años pasados por el pueblo hebreo en el desierto, entre la salida de Egipto opulento y la entrada a la tierra prometida...
Tiempo de preparación para la Pascua
Cuarenta días, cuarenta noches: la palabra Cuaresma se deriva de «cuarenta». En sí, esta palabra recuerda los cuarenta años pasados por el pueblo hebreo en el desierto, entre la salida de Egipto opulento y la entrada a la tierra prometida (cfr. libro del Éxodo); pero también los cuarenta días y cuarenta noches de la peregrinación de Elías, hasta la montaña de Dios en el Horeb (I Reyes 19, 8); y los cuarenta días pasados por Jesús en el desierto, a donde fue llevado por el Espíritu después de su bautismo, antes de emprender el camino de predicar la Palabra de Dios (Mateo c. 4).
Nos prepara a la Pascua
Desde los primero tiempos de la Iglesia, la Cuaresma es esencialmente el tiempo de preparación para la celebración de la Pascua y, por la misma razón, el tiempo de preparación de los catecúmenos para recibir el bautismo.
Pero son los textos del Evangelio quienes estructuran la liturgia de la Cuaresma: las tentaciones de Jesús en el desierto, el ciego del nacimiento, el diálogo con la Samaritana y la resurrección de Lázaro señalan el recorrido de iniciación cristiana propuesto a todos los que serán bautizados en Pascua, y también a todo bautizado en memoria de su bautismo.
Darnos tiempo
La Cuaresma es, pues, considerada como un tiempo durante el cual los cristianos se ponen más intensamente ante el misterio de su fe, para prepararse plenamente a la Pascua: vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Para que se acuerden de los cuarenta días de Jesús en el desierto y de las «tentaciones» que Él sufrió, los cristianos dedican un tiempo a la oración, al ayuno y a la conversión. Es, pues, solamente, a la luz de la Pascua que podemos comprender esta «cuarentena», que señala el tiempo de nuestra marcha hacia Dios.
Somos invitados a entrar en la Cuaresma con todo el empeño que se pone en la preparación de un acontecimiento decisivo. Ante todo hay que darnos tiempo, porque no tenemos hoy los mismos ritmos que antes, y el tiempo no está estructurado de la misma manera regular para todos. Aún el domingo ha perdido mucho de su matiz y, excepto la interrupción de la vida profesional, apenas se distingue de los demás días.
Por tanto, sea cual sea la manera, busquemos comprender lo que queremos vivir. Darnos tiempo de recordar, de prepararnos, de escucharnos a nosotros mismos, a los otros.
Encontrar el propio desierto
Reflexionar. Descargarse, desembarazarse de lo que entorpece, de lo que ata. Aceptar hacer una pausa, tener un ?desierto interior?, un lugar que esté lejos de ruidos superficiales para entrar en uno mismo, para escuchar mejor. Aligerarse por el ayuno, aislarse en el desierto son las condiciones que se nos proponen para ponernos en camino hacia un conocimiento más grande, un descubrimiento nuevo.
Cada quien ha de encontrar su desierto y su ayuno. Nada se detiene durante la Cuaresma: ni la vida familiar, ni el trabajo, ni las preocupaciones, ni las relaciones felices o menos. Las tardes son agotadoras, los fines de semana muy cortos. Hacer un alto, aunque sea en forma muy modesta, es ser llevado por el Espíritu, como lo fue Jesús cuando se retiró al desierto.
Es el signo de una disponibilidad que abre sobre el trabajo de preparación de la que cada uno tiene necesidad para entrar en la inteligencia de la Pascua.
El texto de los cuarenta días de Jesús en el desierto nos muestra cómo Él fue confrontado consigo mismo, a todas las preocupaciones que surgen en el hombre cuando él trata de decidir su relación con Dios.
Lo mismo que para nosotros. Cuando aceptamos poner en nuestra vida un poco de reflexión, y de ayuno, comenzamos a ver las cosas y a experimentarlas de otra manera. El desierto no es forzosamente un lugar de silencio. Es también el lugar en donde se dejan oír murmullos interiores que son habitualmente inaudibles por los ruidos exteriores ordinarios.
Acceder al combate espiritual
Si nuestro desierto y nuestro ayuno nos permiten ver dentro de nosotros mismos, probaremos quizás el escándalo de no ser dioses y no poder poner todo bajo nuestros pies; o nos descubriremos terriblemente hambrientos de otro pan que el de la Palabra de Dios; y, más todavía, estaremos tentados por la desesperación delante de nuestro pecado y nuestra incapacidad de responder totalmente al llamado de Dios. Pero, en este combate, tal vez viviremos un encuentro amoroso, como en la lucha de Jacob con el Ángel, en un cuerpo a cuerpo con Dios hasta que Él se descubra: «No te dejaré hasta que tú me bendigas» (Génesis 32, 23 ? 32).
Comprender lo que quiere decir «Resurrección»
En la Cuaresma nos preparamos a comprender un poco mejor lo que quiere decir «Resurrección», nos hace anhelar la absoluta necesidad de la salvación.
Durante esta «cuarentena» nos podemos preparar cultivando la confianza que nos viene de la fe y la disponibilidad del discípulo que se deja instruir. En el fondo se trata de hacer que nuestra vida sea el lugar mismo de escucha y de aprendizaje progresivo de la vida de fe.
La Cuaresma puede prepararnos activamente haciéndonos alcanzar el gran combate cuerpo a cuerpo con Dios que tendrá su final en la mañana de Pascua.
Preces
Dios es rico en misericordia y no deja de ofrecer su perdón a todos los que con sencillez se lo imploran. Digámosle:
R/M Escúchanos, Señor, y ten piedad.
Señor, en el mundo aumentan las tensiones entre los países, se sufre la violencia del fanatismo religioso y del terrorismo, y muchas personas viven bajo regímenes de terror,
– derrama el bálsamo de tu amor para que los corazones de todos los hombres se conviertan.MR/
Señor, nos cuesta perdonar a los que nos han ofendido y guardamos memoria del daño que nos han hecho,
– fortalece nuestra voluntad para que, como tu Hijo, sepamos perdonar a quienes nos hacen daño.MR/
Señor, con facilidad descubrimos las faltas de los demás e ignoramos las propias,
– que no confundamos el pecado con quien lo comete y sepamos ayudarnos los unos a los otros a ir hacia ti.MR/
Señor, una vez más, este domingo vamos a celebrar el sacrificio de tu Hijo por el que fuimos reconciliados contigo,
– haz que, alimentados con el pan de la palabra y de la Eucaristía, seamos en medio del mundo signo de tu amor e instrumentos de tu paz.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Oh, Dios, que, por tu Verbo, realizas de modo admirable la reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo.
¿Cuál es el motivo de la «alegría» del domingo «Laetare»? Sencilla catequesis del Papa en el Ángelus
El Papa Francisco alentó a los fieles presentes en el rezo del Ángelus
El Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus donde habló de la “alegría” que se da en este domingo “laetare” de Cuaresma y para ello ha citado el Evangelio de este domingo. ¿Cuál es el motivo de la alegría?, preguntó el Santo Padre, que dijo que la respuesta en la Escritura: “Dios amó tanto al mundo que nos dio a su hijo único”.
De este modo, señaló que “este mensaje de gozoso es el corazón de la fe cristiana” y esta entrega de Dios a su propio hijo. Esto es lo que se desprende del diálogo entre Jesús y Nicodemo que se lee en el Evangelio de este domingo.
“Nicodemo esperaba al Mesías identificando como un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose como Hijo del hombre exaltado en la cruz”, el Hijo de Dios enviado para la salvación, y la luz que siguen la verdad, agregó Francisco.
De este modo, quiso hablar de estos tres aspectos en los que se presenta Jesús: hijo del hombre, hijo de Dios y luz.
Acerca de su condición de Hijo del hombre, Francisco citó la lectura del domingo en la que Moisés eleva la serpiente, una alegoría de la cruz. Por ello, indicó que “Jesús fue levantado en la cruz y los que creen en Él son sanados del pecado y viven”.
Sobre su condición de Hijo de Dios, el Pontífice recalca que Dios amó tanto a los hombres hasta dar a su hijo, primero en la Encarnación y luego hasta la muerte. “Dios envía a su hijo al mundo no para condenarlo sino para que el mundo se salve por medio de Jesús, la misión de Jesús es misión de salvación, de salvación para todos”, señala.
Por último, Jesús se define como luz. “Vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas. La llegada de Jesús provoca una elección, quien elige las tinieblas va a un juicio de condenación, quien elige la luz va a un juicio de salvación”, aseguró desde el balcón.
Tal y como explicó, “el juicio es consecuencia de la libre elección” y recordó que “el mal siempre se esconde” mientras que quien “practica el bien llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz y se acerca a la luz no puede hacer otra cosa que buenas obras”.
De este modo, este es el compromiso al que “estamos llamados en Cuaresma”, que es –según Francisco- “acoger la luz en nuestra conciencia para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, su bondad y su perdón”.
Y por último, el Papa insistió que no hay que olvidar que “Dios perdona siempre, si nosotros con humildad pedimos perdón, sólo pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y nos da vida”.
Ángelus con el Papa: «En Cuaresma, acojamos la luz en nuestra conciencia»
Antoine Mekary | ALETEIA
14/03/21
Profundizando sobre el Evangelio dominical el Papa Francisco recordó que en esta Cuaresma, estamos llamados a "acoger la luz en nuestra conciencia", en particular en el Sacramento de la Reconciliación, "para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad"
El 14 de marzo, cuarto domingo de Cuaresma conocido como domingo «Laetare», es decir, «Alégrate»; el Papa Francisco reflexionó sobre la liturgia eucarística que comienza con esta invitación: «Alégrate, Jerusalén…». (cf. Is 66,10).
En este contexto, el Santo Padre explicó que la fuente de esta alegría proviene del amor de Dios: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn. 3,16).
Y precisamente este mensaje gozoso es el corazón de la fe cristiana -dijo el Pontífice- indicando que el amor de Dios «ha encontrado la cima en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora».
La esencia de estas palabras se desprende del diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo, una parte del cual está descrita en la misma página evangélica (cf. Jn 3,14-21) y sobre la cual Francisco profundiza:
“Nicodemo, como todo miembro del pueblo de Israel, esperaba al Mesías, identificándolo como un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose bajo tres aspectos: el del Hijo del hombre exaltado en la cruz; el del Hijo de Dios enviado al mundo para la salvación; y el de la luz que distingue a los que siguen la verdad de los que siguen la mentira”
En cuanto a estos tres aspectos, el Obispo de Roma hizo hincapié en que Jesús se presenta en primer lugar como el Hijo del Hombre:
“El texto alude al relato de la serpiente de bronce (cf. Números 21:4-9), que, por voluntad de Dios, fue levantada por Moisés en el desierto cuando el pueblo fue atacado por serpientes venenosas; quien había sido mordido y miraba la serpiente de bronce se curaba. Del mismo modo, Jesús fue levantado en la cruz y los que creen en Él son curados del pecado y viven”
El segundo aspecto es el del Hijo de Dios:
“Dios Padre ama a los hombres hasta el punto de «dar» a su Hijo: lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. El propósito del don de Dios es la vida eterna de los hombres: en efecto, Dios envía a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo se salve por medio de Jesús. La misión de Jesús es misión de salvación, para todos”
El tercer nombre que Jesús se atribuye es «luz»:
“El Evangelio dice: «Vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz (v. 19). La venida de Jesús al mundo provoca una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, hace buenas obras”
En este sentido, el Papa recordó que estamos llamados a vivir plenamente estos aspectos durante la Cuaresma: «acoger la luz en nuestra conciencia, en particular en el Sacramento de la Reconciliación, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad».
«Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida», concluyó Francisco pidiendo a María Santísima que nos ayude a no tener miedo de dejarnos «poner en crisis» por Jesús ya que, «es una crisis saludable, para nuestra curación; para que nuestra alegría sea plena».