«¿No es éste el carpintero?»

Francisco en Sta. Marta: mejor leer el Evangelio que ver una telenovela

El santo padre Francisco ha señalado este martes en la misa celebrada en Santa Marta que “la contemplación cotidiana del Evangelio nos ayuda a tener la verdadera esperanza”. De este modo, el Papa en su homilía ha invitado a los fieles a tomar cada día el Evangelio, aunque sea sólo 10 minutos, para dialogar con el Señor, en vez de perder tiempo viendo un telenovela o escuchando los chismorreos del vecino.

¿Cuál es el núcleo de la esperanza? Tener “fija la mirada en Jesús”. Lo ha explicado así en Santo Padre, reflexionando sobre la Carta a los Hebreos que habla precisamente de la esperanza. El Papa ha subrayado que sin escuchar al Señor podemos quizás “tener optimismo, ser positivos”, pero la esperanza “se aprende mirando a Jesús”. Así, Francisco ha hablado sobre la “oración de contemplación”. Es bueno “rezar el rosario todos los días”, hablar “con el Señor, cuando tengo una dificultad, o con la Virgen o con los Santos…”. Pero, el Pontífice ha añadido que es importante hacer la “oración de contemplación” y esta puede hacerse sólo con el Evangelio en la mano.

Y ha lanzado una pregunta: “¿Cómo hago la contemplación con el Evangelio de hoy?” Francisco ha proseguido: “Veo que Jesús estaba en medio de la multitud, a su alrededor había mucha gente. El pasaje dice cinco veces la palabra ‘multitud’. ¿Pero Jeús no descansaba? Puedo pensar: ‘siempre con la multitud...’ Pero la mayor parte de su vida, Jesús la ha pasado en la calle, con la multitud. ¿Pero no descansaba? Sí, una vez, dice el Evangelio, que dormía en la barca y vino la tempestad y los discípulos lo despertaron. Jesús estaba continuamente entre la gente. Y miro a Jesús así, contemplo así a Jesús, me imagino a Jesús así. Y digo a Jesús lo que me viene a la mente decirle”.

Haciendo referencia al Evangelio de hoy, el Santo Padre ha explicado que Jesús se da cuenta de una mujer enferma que en medio de la multitud lo ha tocado. Por eso, el Papa ha indicado que Jesús “no solo entiende a la multitud" sino que "siente a la multitud”, como “siente el latir del corazón de cada uno de nosotros. ¡Nos cuida a todos y cada uno, siempre!”.  Lo mismo sucedió cuando el jefe de la sinagoga le dice que hay una joven gravemente enferma y Él dejó todo para ocuparse de esto", ha recordado el Papa. Y ha narrado lo que podía suceder en esos momentos: “Jesús llega a la casa, las mujeres lloran porque la niña está muerta, pero el Señor les dice que estén tranquilos y la gente se burla de él”. Aquí, ha señalado, se ve la paciencia de Jesús. Y tras la resurrección de la niña Jesús les dice: “por favor, dadle de comer”. Francisco ha afirmado que “Jesús siempre está pendiente de los pequeños detalles”.

Al respecto, el Obispo de Roma ha precisado que lo que él acaba de hacer con este Evangelio es la oración de contemplación: “Tomar el Evangelio, leer e imaginarme la escena, imaginarme qué sucede y hablar con Jesús, lo que me viene al corazón. Y con esto hacemos crecer la esperanza, porque hemos fijado, fijamos la mirada en Jesús". E invitó a hacer esta oración de contemplación, aunque tengamos mucho que hacer, “en tu casa, 15 minutos, toma el Evangelio, un fragmento pequeño, imagina qué ha sucedido y habla con Jesús de eso. Así tu mirada estará fija en Jesús y no tanto en la telenovela, por ejemplo. Y tu oído estará fijo en las palabras de Jesús y no en los chismorreos del vecino, de la vecina…” Y es que, la oración de contemplación nos ayuda en la esperanza. De este modo, el Santo Padre ha invitado a “rezar las oraciones, rezar el Rosario, hablar con el Señor, pero también hacer esta oración de contemplación de tener nuestra mirada fija en Jesús”. De esta oración --ha asegurado-- viene la esperanza. Así, “nuestra vida cristiana se mueve en ese marco, entre memoria y esperanza”. Para finalizar la homilía de este martes, el Santo Padre ha señalado: “Memoria de todo el camino pasado, memoria de tantas gracias recibidas por el Señor. Y esperanza, mirando al Señor, que es el único que puede darme la esperanza. Y para mirar al Señor, para conocer al Señor, tomamos el Evangelio y hacemos esta oración de contemplación”. De este modo ha invitado a buscar hoy 10 ó 15 minutos para leer el Evangelio, imaginar y decirle algo a Jesús. 

Evangelio según San Marcos 6,1-6. 

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. 

San Juan Pablo II (1920-2005), papa Carta encíclica “Laborem exercens”, § 26

«¿No es éste el carpintero?»

La verdad de que el hombre con su trabajo participa en la obra de Dios, su Creador, ha sido particularmente puesta en relieve por Jesucristo, de quien muchos de sus primeros oyentes de Nazaret «se preguntaban asombrados: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?... ¿No es éste el carpintero?»

En efecto, Jesús proclamaba y, sobre todo, ponía por obra el evangelio que le había sido confiado, las palabras de la eterna Sabiduría. Por esta razón, se trataba verdaderamente del «evangelio del trabajo», porque el mismo que lo proclamaba era un trabajador, un artesano como José de Nazaret. Aunque no encontremos en las palabras de Cristo el mandato particular de trabajar – sino más bien, una vez, la prohibición de preocuparse de manera excesiva del trabajo y de los medios de subsistencia (Mt 6, 25-34)- su vida es, a este respecto, suficientemente elocuente: él pertenece al mundo del trabajo, aprecia y respeta el trabajo del hombre. Incluso se puede decir más: mira con amor el trabajo y sus diversas expresiones, viendo en cada una manera particular de manifestar la semejanza del hombre con Dios Creador y Padre.

¿Acaso no es él mismo quien ha dicho: «Mi Padre es el viñador» (Jn 15,1)?... En las parábolas sobre el Reino de Dios, Jesucristo se refiere constantemente al trabajo: al del pastor, del agricultor, del médico, del sembrador, del amo de la casa, del servidor, del intendente, del pescador, del mercader, del obrero. Habla también de los diversos trabajos de las mujeres. Presenta al apostolado semejante al trabajo manual de los segadores o de los pescadores... [He aquí] el grande, aunque discreto, evangelio del trabajo que encontramos en la vida de Cristo y en sus parábolas, en lo que Jesús «ha hecho y enseñado» (Heh 1,1).

04 de febrero 2015 Miércoles IV He 12, 4-7

¿Cuando lees lo que hoy te dice la carta a los hebreos: «Hijo mío, no desestimes la corrección que viene del Señor, no te canses cuando él te retoma, porque el Señor reta aquellos que ama, hace sufrir a los hijos que él prefiere» ,¿ tienes la impresión de que esto es una buena manera para vivir en profundidad la fe? ¿Como quieres ser tratado? ¿Por qué hay que sufrir, como afirma hoy la carta a los hebreos? Señor, que, cuando me reta, tenga lucidez porque me dé cuenta de que me quieres.

San Juan de Brito

San Juan de Brito, presbítero y mártir

En Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Brito, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, tras convertir a muchos a la fe imitando la vida y la conducta de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio. Santo y Mártir jesuita.(Lisboa ,1-Marzo-1647; Maduré,India,4-Febrero-1693). Hijo de Salvador Brito y Pereira y de Beatriz de Brittes. Fue el último de cuatro hermanos. Su padre fue gobernador en Brasil y falleció cuando Juan tenía dos años. Comenzó sus estudios en el Colegio San Antonio de Lisboa de los jesuitas, donde fue compañero del príncipe heredero. A los once años enfermó gravemente, su madre lo encomendó a San Francisco Javier, su increíble curación fue tomada como milagro, en gratitud vistió un año completo el hábito de los jesuitas. Ingresó al Noviciado de Catavia de los jesuitas en 1662. Luego hizo estudios en el Colegio de Evora y en la Universidad de Coímbra . En 1673 recibió las órdenes sagradas y fue destinado a las misiones de India en Malabar. Aquí se convirtió en un panderam asceta con barba y turbante, mediador entre los parias y los brahamanes. En 1684 fue a Madurai donde fue capturado y torturado,se le perdonó la vida con la condición que no vuelva a predicar por esas regiones. En 1687 volvió a Portugal, donde fue muy bien recibido y el Rey le pidió educara a sus hijos, él prefirió lo devolvieran a la India. En 1690 convirtió al príncipe Teriadevan de Malabar, quien dejó la poligamia, quedándose con su primera mujer, dándole recompensa a las otras, pero una de ellas se quejó y lo calumnió, por lo que fue tomado prisionero y degollado el 4 de febrero de 1693.

La Iglesia guarda la memoria de varios mártires misioneros de la Compañía de Jesús:

• San Juan de Brito († 4 de febrero de 1693 en la Misión del Maduré, China. Canonizado por Pío XII, en 1947)

• Beatos Rodolfo Acquaviva y cuatro compañeros († el día 25 de julio de 1583 en la India, beatificados por León XIII en 1893)

• Beatos Francisco Pachecho († el día 20 de junio de 1626)

• Carlos Spínola († el día 10 de septiembre de 1626) y 31 compañeros († en los años 1617-1632 en Japón, beatificados por Pío IX en 1867)

• Beato Santiago Berthieu († el día 8 de junio de 1896 en la Isla de Madagascar, beatificado por Pablo VI en 1965) y tres compañeros († los días 19 de junio y 20 de julio de 1900 en la Misión de China, beatificados por Pío XII en 1955).

•León Mangin, sacerdote y compañeros, mártires en la China.

Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no los molestará el sol ni el calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Ap. 7, 14-17

La repetición es la vuelta a un momento anterior de la oración para dejar que los movimientos de Dios vayan penetrando nuestro corazón. Mediante las repeticiones afinamos nuestra sensibilidad hacia Dios y aprendemos a captar cómo nos habla en la oración y también en las demás circunstancias de la vida. La oración de repetición nos ayuda a entender lo que somos a la luz de cómo Dios nos ve y de cómo se nos revela él mismo a nosotros. La repetición es una manera de reverenciar la palabra de Dios que hemos escuchado. Es un recordar y ponderar una conversación anterior con alguien que amamos. Es como si le dijéramos a Dios: "devuélveme a hablar, quiero entenderte bien" En esta conversación o repetición, nos abrimos a una presencia sanadora que transforma cualquier tristeza o confusión que hemos podido experimentar anteriormente. En las repeticiones, sin embargo, no sólo profundizamos el consuelo (alegría, calidez, paz) sino que también la desolación (dolor, tristeza, confusión) se traslada a un nuevo nivel de comprensión y aceptación dentro del proyecto de Dios para nosotros.

Papa, en la audiencia en el aula Pablo VI

"Los padres tienen que ser pacientes. A veces solo cabe rezar y esperar"
El Papa denuncia la guerra "fratricida entre cristianos" de Ucrania: "Es un escándalo"
"Los padres demasiado controladores anulan a los hijos y no los dejan crecer"

José Manuel Vidal, 04 de febrero de 2015 a las 10:25

Una vez, oí a un padre decir: A veces, debo pegar un poco al hijo, pero nunca en la cara, para no envilecerlo. Es el sentido de la dignidad

(José M. Vidal).- Audiencia en el aula pablo VI por el frío que reina en Roma. El Papa es recibido al son del 'Sólo le pido a Dios', entonado por el cantautor costarricense Martín Valverde y su grupo. Francisco está radiante con su gente y dedica su catequesis a los padres. Les pide que estén siempre presentes en sus familias, pero sin ser controladores, sino más bien, "pacientes y custodios de la fe, de la bondad y de la justicia" de sus hijos.

Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios: "Honra a tu padre y a tu madre".

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Segunda parte de la reflexión sobre la figura del padre en la familia"
"El aspecto positivo"
"Toda familia necesita un padre"
"El libro de los Proverbios"
"Orgullo del padre por transmitir a su hijo un corazón sabio"
"Seré feliz cada vez que actúes con sabiduría"
"Me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre"
"Un padre sabe bien lo que cuesta transmitir esta herencia"
"Cercanía, dulzura y firmeza"
"La primera necesidad es, pues, que el padre esté presente en la familia y cercano a la mujer para compartirlo todo"
"Cercano a sus hijos, cuando juegan, cuando se expresan y cuando están taciturnos"
"Padre presente siempre".
"Decir presente no es lo mismo que decir controlador: Los padres demasiado controladores anulan a los hijos y no los dejan crecer" 

 "¡Cuánta dignidad y ternura en el padre que espera en la puerta de casa a que el hijo retorne!"
"Los padres tienen que ser pacientes. A veces solo cabe rezar y esperar"
"Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar y también corregir con firmeza"
"El padre saber corregir sin hundir"
"Una vez, oí a un padre decir: A veces, debo pegar un poco al hijo, pero nunca en la cara, para no envilecerlo. Es el sentido de la dignidad"
"Los hijos necesitan un padre que los espera"
"Los padres son custodios de la fe y de la bondad y de la justicia" 

Resumen de la catequesis del papa en español
Queridos hermanos y hermanas

Hoy quisiera referirme al aspecto positivo y decisivo de la figura del padre. Toda familia necesita un padre. Un padre que no se vanaglorie de que el hijo sea como él, sino que se alegre de que aprenda la rectitud y la sensatez, que es lo que cuenta en la vida. Esto será la mejor herencia que podrá transmitir al hijo, y se sentirá henchido de gozo cuando vea que la ha recibido y aprovechado. Por eso trata de enseñarle lo que el hijo aún no sabe, corregir los errores que aún no ve, orientar su corazón, protegerlo en el desánimo y la dificultad. Todo ello con cercanía, con dulzura y con una firmeza que no humilla. Para ser un buen padre, lo primero es estar presente en la familia, compartir los gozos y las penas con la mujer, acompañar a los chicoss a medida que van creciendo. La parábola evangélica del hijo pródigo nos muestra al padre que espera a la puerta de casa el retorno del hijo. Sabe esperar, sabe perdonar, sabe corregir. También hoy los hijos, al volver a casa con sus fracasos, necesitan a un padre que los espera, los protege, los anima y los enseña cómo seguir por el buen camino. A veces tienen que castigarlos per nunca le darán una bofetada en la cara. Muchas veces no lo admitirán, pero lo necesitan. Como todos necesitamos acudir al único padre bueno, como dice el Evangelio (cf. Mc 10,18), el Padre nuestro que está en los cielos.

***

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que nunca falte en las familias la presencia de un buen padre, que sea mediador y custodio de la fe en la bondad, la justicia y la protección de Dios, como san José. Muchas gracias.

Saludo en italiano
"Mi pensamiento va al amado pueblo ucraniano. La situación está empeorando y se agrava el conflicto entre las partes. Recemos por las víctimas, entre ellas muchísimos civiles y por sus familias. Y pidamos al Señor que cese cuanto antes esa horrible violencia fratricida. Pido esfuerzo a nivel internacional por que se retome el diálogo, uúnica via posible para recuperar la paz en esa martirizada tierra"

"Cuando oigo victoria o derrota siento tristez aen el corazón. No son palabras justas. La única palabra justa es paz"

"Pienso en vosotros. Ésta es una guerra entre cristianos. Todos tenéis el mismo bautismo. Estáis luchando entre cristianos. Esto es un escándalo. Recemos todos, porque la oración es nuestra protesta ante Dios en tiempo de guerra"

Saluda a todos los obispos qu epartticipan en un encuentro de San Egidio.

Saluda también al Rotary Club de Roma

Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera desarrollar la segunda parte de la reflexión acerca de la figura del padre en la familia. La última vez hablé del peligro de los padres "ausentes", hoy quiero mirar más bien el aspecto positivo. También San José estuvo tentado de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el designio de Dios y su misión de padre putativo. Y José, hombre justo, "llevó a María a su casa" (Mt 1,24) y se transformó en el padre de la familia de Nazaret.

Toda familia tiene necesidad del padre. Hoy nos detenemos en el valor de su rol y quisiera comenzar por algunas expresiones que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo, y dice así: "Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón. Mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud (Pr 23,15-16). No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce de haber transmitido al hijo lo que de verdad cuenta en la vida, es decir, un corazón sabio. Este padre no dice: "estoy orgulloso de ti porque eres igual a mí, porque repites las cosas que digo y que hago yo". No, no le dice esto. Le dice algo mucho más importante, que podríamos interpretar así: "seré feliz cada vez que te sentiré actuar con rectitud.

Esto es lo que he querido dejarte, para que se transforme en una cosa tuya: la actitud de escuchar y actuar, de hablar y juzgar con sabiduría y rectitud. Y para que tu pudieras ser así te he enseñado cosas que no sabías, te he corregido errores que no veías. Te he hecho sentir un afecto profundo y a la vez discreto, que quizás no has reconocido plenamente cuando eras joven e incierto. Te he dado un testimonio de rigor y de firmeza que a lo mejor no entendías, cuando hubieras querido solamente complicidad y protección. Yo mismo he debido, en primer lugar, ponerme a la prueba de la sabiduría del corazón y vigilar sobre los excesos del sentimiento y del resentimiento, para llevar el peso de las inevitables incomprensiones y encontrar las palabras justas para hacerme entender. Ahora - continúa el padre - cuando veo que tratas de ser así con tus hijos y con todos, me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre". Es esto lo que dice un padre sabio, un padre maduro.

Un padre sabe bien cuánto cuesta transmitir esta herencia: cuánta cercanía, cuánta dulzura y cuánta firmeza. ¡Pero cuánta consolación y cuánta recompensa se recibe cuando los hijos rinden honores a esta herencia! Es una alegría que redime toda fatiga, que supera toda incomprensión y cura toda herida.

La primera necesidad, entonces, es precisamente ésta: que el padre esté presente en la familia. Que esté cerca de la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Y que esté cerca de los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando se empeñan, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando están taciturnos, cuando osan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando encuentran el camino. Padre presente, siempre. Decir presente no quiere decir "controlador" ¡eh! Porque los padres demasiados "controladores" anulan a los hijos, no los dejan crecer.

El Evangelio habla de la ejemplaridad del Padre que está en los cielos - el único, dice Jesús, que puede ser llamado realmente "Padre bueno" (cfr Mc 10,18). Todos conocen aquella extraordinaria parábola llamada del "hijo pródigo" o mejor dicho del "padre misericordioso", que se encuentra en el Evangelio de Luca en el capítulo 15 (cfr 15, 11-32). ¡Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de aquel padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo regrese! Los padres tienen que ser pacientes. Muchas veces no queda más que esperar, rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad, misericordia.

Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar, desde el profundo del corazón. Cierto, sabe también corregir con firmeza: no es un padre débil, complaciente, sentimental. El padre que sabe corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin limitarse. Una vez escuché decir a un padre en una reunión de matrimonio: "Yo algunas veces debo pegarles un poco a los chicos, pero jamás en la cara, para no humillarlos". ¡Qué bello! Tiene sentido de dignidad. Debe castigarlos, lo hace justamente y sigue adelante.

Entonces si hay alguien que puede explicar a fondo la oración del Padre Nuestro enseñada por Jesús, este es quien vive en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden coraje y abandonan el campo. Pero los hijos tienen necesidad de encontrar un padre que los espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan; y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de cicatrizar. La Iglesia, nuestra madre, está comprometida en apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones custodios y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, de la fe en la justicia y de la protección de Dios, como San José.

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