“...y comenzó a enviarlos de dos en dos”

 

Romero y los mártires de Latinoamérica

Monseñor Paglia dice que la beatificación será "antes de finales de año"
Francisco "ha sido un rayo" en la beatificación de Romero
También podría subir a los altares le jesuita Rutilio Grande, influyente amigo del arzobispo

Delgado: "Algunos dicen que fue López Trujillo el que atrasó el proceso y puede que sí"

El papa Francisco "ha sido un rayo" a la hora de acelerar la beatificación del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, dijo a EFE el arzobispo Vincenzo Paglia, postulador de la causa de beatificación. "Un primer empujón al proceso lo dio Benedicto XVI, quien tras recibirme en audiencia el 20 diciembre de 2012, poco antes de su renuncia, dio vía libre para que el proceso pasase a la Congregación para la Causa de todos los santos", dijo.

"Pero Francisco (...) nos animó a acelerar. Yo lo he hecho lo todo lo rápido que he podido, pero él ha sido un rayo", explicó el arzobispo.

El papa aprobó ayer el decreto en el que se reconocía el "martirio" de Romero "in odium fidei", es decir, que fue asesinado por "odio a la fe" y por el que no necesitará un milagro para ser beatificado.

Sobre la posible fecha de la ceremonia de beatificación, que será en El Salvador, Paglia explicó después a los medios que es aún pronto, ya que el decreto se firmó ayer, pero aseguró que "será antes de finales de año".

Monseñor Paglia, que es también presidente del Pontificio Consejo sobre la familia, explicó en una rueda de prensa en el Vaticano que con este proceso de beatificación se ha vivido una especie de "profecía".

"Teníamos que esperar al primer papa latinoamericano para que beatificase a Romero. Es algo importante porque entre lo que Romero predicaba y el magisterio del papa hay una gran similitud que se engloba en pensar en una Iglesia pobre para los pobres".

Además recordó, que también este año el arzobispado de San Salvador ha comenzado la investigación de la vida para la etapa diocesana del proceso de beatificación del jesuita Rutilio Grande, asesinado en 1977.

Paglia explicó que imposible entender a Romero sin la figura de Rutilio Grande, quien influyo fuertemente la vida espiritual del arzobispo y su elección de estar al lado con los más pobres a pesar de que sabía que le habría costado la vida.

Sobre el concepto de "martirio" por odio de la fe, el postulador defendió que quien ordenó atentar contra él quería asesinarlo en el altar mientras daba misa, pues lo podían haber hecho en cualquier momento.

Romero, que se caracterizó por defender a los más pobres y desprotegidos, fue asesinado el 24 de marzo por el disparo de un sicario, se cree que ordenado por un escuadrón de la muerte de la extrema derecha, cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer, en los días previos al estallido del conflicto armado salvadoreño (1980-1992).

El ex secretario de Romero

Jesús Delgado, el histórico secretario personal del arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, explicó hoy a EFE que hubo una oposición económica, social y política a su beatificación.

Delgado participó hoy en una rueda de prensa en el Vaticano en la que se explicaron los detalles del proceso de beatificación que concluyó ayer después de que el papa Francisco aprobase el decreto sobre el "martirio" del arzobispo salvadoreño.

"Creo que lo que atrasó mucho en realidad es que la situación social, económica y política tenía mucha más relevancia en ese momento que la persona misma de Romero. Había oposición de sectores políticos, sociales y económicos a la persona de monseñor Romero y eran ellos los que hacían más llegar su juicio acá (Vaticano)", dijo a EFE.

Para Delgado, de todas maneras, "hay que conocer bien las circunstancias latinoamericanas de ese momento para conocer el verdadero valor de las personas. Personas como monseñor Romero, que vivió comprometido con una situación muy delicada", agregó.

Entre aquellas personas que se mostraron más reacias dentro de la Curia vaticana a que continuase la beatificación de Romero, Delgado citó al cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, que falleció en abril de 2008.

"Si un cardenal como López Trujillo tenía autoridad para decir no es porque también él conocía la situación (en Latinoamérica), pero desde su perspectiva. Algunos dicen que fue López Trujillo el que atrasó el proceso y puede que sí, porque él era el encargado de los temas de América Latina en el Vaticano", reconoció Delgado.

El histórico secretario relató a EFE cómo durante la reunión de Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe celebrada en la localidad brasileña de Aparecida en 2007 fue preguntando a todos los cardenales presentes si pensaban que Romero subiría a los altares.

Delgado desveló como el entonces arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Bergoglio, le confesó que él si fuera papa beatificaría a Romero.

"Llegué donde Bergoglio y le dije: señor cardenal, ¿usted piensa que monseñor Romero será beatificado? y señalé con respeto al cardenal López Trujillo".

Bergoglio, dijo, continuó: "Si yo hubiese llegado a ser papa, lo primero que hubiera hecho sería enviar a López Trujillo a San Salvador a beatificar a monseñor Romero".

Delgado explicó cómo aunque el proceso de beatificación fue acelerado por Francisco, también Juan Pablo II le reconoció personalmente durante un encuentro que Romero "no necesitaba milagros" y que "es un mártir".

El que fuera brazo derecho de Romero y ahora vicario general de San Salvador comentó a EFE la ilusión de los católicos salvadoreños al recibir esta noticia.

"Me han contado que en El Salvador todas las campanas de las iglesias se lanzaron al vuelo. Ha sido una noticia que ha despertado a todos los salvadoreños con una gran ilusión y una gran esperanza de ver llegar el día, cuanto antes, de la beatificación en el país", dijo.

Delgado también explicó cómo la noticia de la beatificación le sorprendió mientras venía hacia Roma y es que, bromeó, "el papa Francisco se adelanta a todo".

La beatificación de Romero, según explicó Delgado, será en este año y señaló que podría elegirse una fecha relacionada con la Virgen y por ello lanzó la idea de que fuese el día 15 de agosto, en que se celebra la fiesta de la Asunción y fecha en al que nació el arzobispo salvadoreño. (RD/Agencias)

Evangelio según San Marcos 6,7-13. 

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. 

Tomás de Celano (c.1190-c.1260), biógrafo de San Francisco y de Santa Clara 
“Vita Prima” de San Francisco § 29

“...y comenzó a enviarlos de dos en dos”

Un nuevo aspirante entró en la Orden y así creció el número hasta ocho miembros. Entonces, el bienaventurado Francisco los reunió a todos y les habló largamente sobre el Reino de Dios, sobre el menosprecio del mundo, sobre la renuncia a la propia voluntad y sobre la docilidad. Luego, los dividió en cuatro grupos de a dos y les dijo: “Id, hermanos míos queridos, recorred las diversas regiones del mundo, anunciad la paz a los hombres y predicad la penitencia que obtiene el perdón de los pecados. Sed pacientes en las pruebas, seguros que Dios cumplirá sus designios y será fiel a sus promesas. Responded humildemente a los que os pidan cuenta, bendecid a los que os persigan, dad gracias a los que os insulten y os calumnien: el Reino de los cielos será para vosotros”(cf Mt 5,10-11).

Ellos recibieron con gozo la misión que les fue confiada por la santa obediencia y se prosternaron a los pies de San Francisco que los abrazó a cada uno tiernamente y diciéndoles: “Confiad a Dios todas vuestras preocupaciones, él cuidará de vosotros”(1Pe 5,7). Esta era su frase habitual cuando enviaba a un hermano a la misión.

Santa Águeda de Catania

Virgen y mártir

Memoria de santa Agueda, virgen y mártir, que en Catania, ciudad de Sicilia, siendo aún joven, en medio de la persecución mantuvo su cuerpo incontaminado y su fe íntegra en el martirio, dando testimonio en favor de Cristo Señor.

Virgen y Mártir.
Perteneció a una familia rica e ilustre, y que habiendo sido consagrada a Dios desde sus primeros años, triunfó de los muchos asaltos a su pureza. Quinciano, un dignatario consular pensó que podría llevar a cabo sus perversas intenciones contra la santa a través del edicto del emperador contra los cristianos. Así, Quinciano ordeno que la entregaran a una casa de mala fama donde la santa sufrió asaltos y asechanzas contra su honra. 

Luego de un mes, Quinciano trató de asustarla con sus amenazas, pero ella se mantuvo como una fiel sierva a Jesucristo. Molesto por su negativa, el cónsul mandó que fuera azotada y llevada a prisión. Al día siguiente fue interrogada de nuevo pero su firme adhesión a Cristo fue motivo de nuevas torturas y sufrimiento para la santa, quien expiró pronunciando alabanzas para nuestro Señor.

Oremos
Que nos alcancen nuestro perdón, Señor, las súplicas de Santa Águeda, ella que tanto te agradó por el resplandor de su virginidad y por la fortaleza de su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.  

SOLEMNIDAD DE LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE MONTSERRAT  3 de febrero de 2015
Is 56, 6-7; He 12, 18-19.22-24; Lc 19, 1-19

Todo comienza con una mirada. Sí, hermanos y hermanas, en la escena evangélica que se nos ha proclamado, todo comienza con una mirada. con una mirada y con un deseo de ver. Zaqueo quería ver a Jesús. Pero Jesús fue quien primero levantó los ojos. Todo comienza, pues, con una mirada, la de Jesús, y con dos deseos profundos, el de Zaqueo de ver Jesús y de Jesús que busca Zaqueo porque quiere quedarse en casa. Hay que entrar. Se tiene que quedar. No es una visita fruto de una casualidad, sino que, tal como indica el verbo del texto griego, es necesario, es necesario, que Jesús se hospedan.

Hay una voluntad firme de Jesús para poner en casa de Zaqueo. Cabe preguntarse por qué. Y la respuesta es que Jesús ha sido enviado para dar el anuncio de la buena nueva, para anunciar a los cautivos la libertad, a proclamar la gracia del Señor (Lc 4, 18-19). Y Zaqueo es cautivo de su afán de dinero, de la corrupción en el ejercicio de su oficio, de defraudar a la gente a la que cobra los impuestos. Es cautivo, pero tiene el deseo de ver a Jesús; Tiene, pues, un espacio por donde puede ser liberado, por donde la gracia puede entrar en su vida. Este deseo de ver a Jesús es tan fuerte que no teme la burla de los otros por el hecho de trepar de alto de un árbol, pequeño de estatura como era, él hombre rico y jefe de cobradores de impuestos. Jesús, que lo mira de alto del árbol y ve su interior (Lc 6, 8), quiere liberarlo, quiere salvarlo. Para ello es necesario que vaya a su casa a hablarle. Zaqueo lo deja entrar no sólo bajo el techo de su casa, sino también y sobre todo a su vida. Y el Señor, que ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido, el cura, le libera.

Por otra parte, y de ahí la crítica de quienes lo vieron, la entrada en casa de un pecador y compartir la mesa con él, tenía que suponer por Jesús quedar contaminado, impuro; en cambio no es así, Jesús no queda impuro y hace puro Zaqueo, el pecador público. Entrando en casa de Zaqueo, Jesús nos hace entender que quiere entrar en nuestras casas y en nuestras vidas para llamarnos a la conversión, para llevar, también, la liberación, la salvación. Hay que entre porque quiere repetir con cada uno el intercambio de miradas. Quiere establecer un diálogo con nosotros.

Nos mira y espera que levantamos los ojos hacia él movidos por nuestro deseo más profundo. Por ello, en su pedagogía divina, se hace presente en las casas de oración que la Iglesia le dedica para poder establecer este diálogo y ejercer a favor de todo el mundo su obra salvadora. Como en el caso de Zaqueo, él nos mira con amor y se invita a entrar dentro de nosotros, en nuestras vidas. hoy celebramos el aniversario de su entrada en esta basílica, el día de la dedicación, hace 423 años. Entró para darse él mismo a todo el que viene a orar y para acoger todos los que, en este lugar, el invoquen con fe. Quiere entrar en nuestras vidas para transformarnos por dentro, como lo hizo con Zaqueo. Porque nos ama, quiere hacer de cada uno de nosotros un templo santo donde él ponga en lo más íntimo de nosotros y así todos juntos formamos parte de su pueblo santo. La liturgia de hoy lo pondrá en nuestros labios al momento de la comunión, cuando cantaremos aquel texto de San Pablo: sois templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. El templo de Dios es sagrado y ese templo sois vosotros (1C 3, 16-17). Está bien que hoy nos fijamos en la dignidad de la basílica que nos acoge como lugar donde Jesucristo es presente, y con él el Padre y el Espíritu, para entrar en diálogo con cada uno de los que penetran bajo las bóvedas de esta nave.

Pero, después de considerar la importancia de la construcción material, la liturgia nos lleva a fijar la mirada en nosotros mismos, en nuestra dignidad de templos espirituales, de portadores de Dios, de personas habitadas por Jesucristo desde el bautismo; en nuestra dignidad de ser un santuario del Espíritu Santo. Es precisamente para honrar esta condición de templos de Dios, de portadores del Espíritu que en la celebración litúrgica (a la eucaristía, y laudos y vísperas) somos incensados.

Esta basílica es hecha de piedras inertes, que circunscriben el espacio en el que Jesucristo se hace presente, habla y actúa a través de la Palabra divina, de los sacramentos de la Iglesia, del diálogo de la oración y de la comunión fraterna. Pero las piedras de la construcción no tienen vida. En cambio, nosotros somos piedras vivas con las que Dios quiere ir construyendo un templo espiritual (cf. 1 P 2, 5). Pero esto requiere nuestra colaboración activa. Una colaboración que consiste en estar abiertos a la Palabra de Dios con voluntad de cambio, como Zaqueo, a trabajar para que este cambio se haga realidad cada día en nosotros por medio de una vida más según el Evangelio. Seamos,  pues, conscientes de nuestra dignidad y de nuestra responsabilidad de ser templo de Dios; y de cómo esto nos exige crecer en el amor a Dios ya los demás; nos exige, también, de respetar a los demás en su dignidad y de vivir la solidaridad con los demás compartiendo lo que tenemos, también como Zaqueo tras encontrarse con Jesús. Somos templos de Dios, él habita en nosotros. No lo tengamos, por tanto, como un huésped olvidado en una dependencia de su casa; establecemos con él, desde la fe, un diálogo sincero. Él lo quiere tener, a pesar de nuestras fragilidades, para liberarnos, para hacernos crecer espiritualmente, para hacernos participar de la vida de Dios. Para anticipar la comunión íntima con él que estamos llamados a vivir en la vida eterna. Ahora nos disponemos a celebrar la Eucaristía, después de haber escuchado y de haber acogido la Palabra de Dios. En el sacramento del pan y del vino, Jesucristo vendrá para hacer estancia en nosotros. Es un gran don. Un don que nos ha de transformar como transformó a Zaqueo cuando compartió mesa y diálogo con Jesús.

El Papa saluda a una sacerdotisa anglicana

La mujer en la Iglesia católica, asignatura pendiente
El Papa, contra "el burka de la carne'
Simposio en el Vaticano, que puede abrir la puerta a una mayor participación femenina

Los moderados están dispuestos a admitir mujeres en la gestión de la Curia; los conservadores denuncian la excesiva feminización eclesial

El Papa Francisco y la infancia

(José M. Vidal).- La Iglesia católica es un universo absolutamente masculino a nivel decisorio, a pesar de estar mayoritariamente formado por mujeres. Francisco lo sabe, le duele y lo dice abiertamente: "Hay que hacer más". Para seguir sus indicaciones, el Pontificio Consejo de la Cultura organiza, por vez primera en el Vaticano, un congreso sobre "Culturas femeninas: entre igualdad y diferencia" del 4 al 7 de febrero. Con un documento de trabajo reivindicativo, obra de importantes mujeres católicas italianas.

"Como mujer y madre siento que es la primera vez de verdad que nos piden nuestra opinión", explicó, en la presentación del evento en Roma, la actriz Nancy Brilli, una de las autoras del texto que se va a debatir.

Una oportunidad sin precedentes que las mujeres están dispuestas a aprovechar al máximo, planteando los temas más candentes del universo femenino. Desde la violencia de género o el uxoricidio, pasando por la cirugía estética, considerada en el documento como "un burka de carne", para concluir con el análisis de la presencia/ausencia de la mujer en la Iglesia católica.

Porque, en pleno siglo XXI, la situación de la mujer en la Iglesia clama al cielo y, para muchos, es, incluso, un gran pecado, del que la institución tendrá que pedir perdón, y moverse con rapidez para subsanar el desfase.

En cuanto a número de sus miembros, la Iglesia católica es mayoritariamente femenina. Las bases católicas están integradas por mujeres. Las dos terceras partes de los consagrados son monjas. Lo mismo pasa en la catequesis, impartida mayoritariamente por mujeres, que son también las que cuidan las iglesias, ayudan en la liturgia y forman parte de los grupos que visitan a los enfermos o ayudan a los pobres, a través de Cáritas y demás asociaciones.

Y, sin embargo, en la Iglesia apenas cuentan. Primero, porque apenas son escuchadas. A veces, ni siquiera es cuestión de poder (que también), sino de escucha de su voz y de participación en los procesos de toma de decisión. Algunas mujeres se contentan con esto. Otras muchas piden igualdad total y, por lo tanto, acceso a los puestos de mando de la Curia, al sacerdocio y al episcopado, como ya sucede en la Iglesia hermana de Inglaterra, que acaba de consagrar a su primera obispa.

Mientras tanto, en el Vaticano, los moderados están dispuestos a admitir la presencia de mujeres en los órganos de gestión de la Curia, pero quitan hierro a la posibilidad de que puedan acceder al altar. "El interés por el sacerdocio en las mujeres es estadísticamente muy bajo, casi irrelevante", asegura el presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, cardenal Ravasi.

En cambio, los más conservadores, capitaneados por el recientemente defenestradocardenal Burke, no sólo dicen que el sacerdocio les está vetado por prescripción divina, sino que achacan la falta de hombres en las iglesias a la presencia masiva de mujeres. "El ambiente feminizado de las iglesias ha llevado a muchos hombres a no entrar en ellas", asegura el purpurado estadounidense.

Con el Papa Francisco en Roma, el catolicismo podría, al menos, plantearse la cuestión. Hasta ahora, ni eso podía hacerse. Por dos razones principales. Para la Iglesia católica, el cuerpo de la mujer es un obstáculo para acceder a los ministerios ordenados, porque no representa a Cristo. Y no lo representa o no lo puede representar, porque la mujer no es 'vir' (varón) y, por lo tanto, en función de su sexo, no puede representar a Jesucristo, que fue varón.

Esta doctrina, amén de ser una discriminación flagrante en función del sexo, supone una interpretación restrictiva de la Tradición, que reduce el grupo de los seguidores y seguidoras de Jesús al círculo de los Doce, sin tener en cuenta que, en el movimiento de Jesús, el discipulado era una movimiento igualitario y que, además, hombres y mujeres se incorporan en igualdad de condiciones a la comunidad cristiana a través del bautismo, que es un sacramento inclusivo.

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