Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo
- 28 Febrero 2015
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I SÁBADO DE CUARESMA (Dt 26, 16-19; Sal 118; Mt 5, 43-48)
PROMESA DIVINA. ¿Qué es más, que tú te comprometas con Dios, o que Dios se comprometa contigo? Sin duda que Dios se comprometa, porque Él es fiel y cumple su palabra. Puede parecer que Él queda hipotecado a la fidelidad humana, pero una vez que se compromete, no se retracta. Si es importante la opción que hagamos por Dios -“Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios” (Dt 26, 17) -, mayor es la opción que Dios hace por nosotros: “Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: Que serás su propio pueblo” (Dt 26, 18).
Sin duda, el salmista acierta a reseñar el privilegio que significa tener a Dios por Dios. “Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón” (Sal 118). Nos puede parecer imposible de cumplir la exigencia del Evangelio: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). Sin embargo, la perfección de Dios es justamente su bondad y su misericordia. Él no nos pide más de lo que nos da, ni es injusto en lo que exige. La sagacidad del creyente es entregarle a Dios lo poco que puede, porque sabe que Dios, después, se da a Sí mismo. Y ¿qué es más, nuestra entrega a Dios, o la entrega de Dios a nosotros? ¡Qué bien entendió este argumento Santa Teresa de Jesús!
SANTA TERESA DE JESÚS No quedará nunca por parte de Dios el corresponder a nuestra generosidad. “¡Oh hijas mías, que es Dios muy buen pagador, y tenéis un Señor y un Esposo que no se le pasa nada sin que lo entienda y lo vea! Y así, aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis. Su Majestad las pagará; no mirará sino el amor con que las hiciereis” (Los Conceptos del Amor de Dios 1, 6). Aunque no lo hagamos porque nos pague, “a buen seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que es muy buen pagador y paga muy sin tasa!” (Camino de Perfección 37, 3).
Hagamos el trato de ser para Él, que Él será para nosotros. “Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje” (Camino de Perfección 34,8).
Segundo domingo de Cuaresma (B)
Nos da la palabra un punto de partida: “Dios pone a prueba llamando”. Hace una semana nos llamó al desierto: espacio de libertad, de combate, de silencio… Pero, ¿para qué? Hoy llama a subir a la montaña, pero, ¿para qué? Llama a un espacio de belleza: - belleza de Dios: que muestra y demuestra su implicación con nosotros en el hacerse uno de los nuestros (Navidad fue verdad, este es el Hijo de Dios). - belleza de Jesús: muestra y demuestra que él es Palabra de vida, digna de ser escuchada, eficaz, definitiva, que completa la Ley y los Profetas, que es razón que todo lo explica… - belleza, en fin, de verdad, de vida, de sentido.
Pero ante esta belleza hay, al menos, dos respuestas: - Una buena reacción: “Maestro, ¡qué bien se está aquí!”, es decir, Cuaresma es contemplar esa belleza, descansarse en ella, gozarse en ella… - Una mala reacción: “Vamos a hacer tres tiendas”, mala porque Cuaresma es combate, Cuaresma es acción, es movimiento, es vida en camino de alcanzar su meta.
¿Por qué esta mala reacción?, ¿cuál es su motivo? Pedro (nosotros) está “asustado”…., y “no sabía lo que decía”. La belleza trae en sí algo escondido. Y es que la alegría tiene sus raíces en forma de cruz. La primera lectura (Gn 22, 1-2. 9-13. 15-18) muestra esta aparente contradicción: solo escuchando la llamada, solo despojándose, solo demostrando quién es de verdad Dios en mi vida, solo pasando por el grandísimo mal trago de entregar lo más deseado por mí, para mi felicidad, se alcanza una alegría mayor (belleza de la obediencia de Abraham, “nuestro padre en la fe”).
Así pues, la belleza no es real si genera miedo o temor. La segunda lectura (Rm 8, 31b-34) muestra la gran verdad de que solo tras haber pasado el desierto (que nos instruye en el silencio y, por lo tanto, nos ha hecho capaces de escuchar al Hijo amado), y de que, solo tras haber purificado la mirada viendo más allá de lo cotidiano, se logra ver quién es y qué hace Cristo.
Y esa verdad es que Dios está con nosotros. Y, entonces, ¿podemos tener miedo?, ¿quién estará contra nosotros? Si Dios entregó a lo que más quería, su Hijo, por cada uno de nosotros puede ser que tengamos miedo a que no nos salgan las cuentas con Dios, a que Él no nos lo dé todo. Acaso el nombre del miedo es nuestra ansiedad por tener más y más y más, que éste es el auténtico motor de nuestra vida.
O bien, ¿acaso tenemos miedo a ser acusados, a que la luz de la verdad y del amor ilumine nuestras tinieblas y nuestros secretos más inconfesables? Pero, ¿quién acusará y condenará? ¿Dios?, ¿Cristo? Ellos no… ¿quizás no vemos que somos nosotros quienes nos acusamos y nos condenamos?
“No vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos”. Hoy es día para ver. Sí, ver a Dios en su plenitud de acción: está aquí para salvarnos en el amor. O no. Vernos a nosotros mismos en camino cuaresmal: quizás no escuchando al Hijo amado (o sí), queriendo agasajar a Dios con nuestro miedo y no con nuestro amor.
Es cuaresma: convirtamos nuestros oídos y nuestras miradas: purifícalas, Señor.
Evangelio según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
San Ignacio de Antioquia (¿- c.110), obispo y mártir. Carta a los Efesios, 10-14
“Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.”
“Oras sin cesar” (1Tes 5,17) por los demás humanos. Se puede esperar su arrepentimiento y que se vuelvan a Dios. Por lo menos, que vuestro ejemplo les enseñe el camino. A su cólera, oponed vuestra dulzura; a su arrogancia, vuestra humildad; a sus blasfemias, vuestra oración; a sus errores, la firmeza de vuestra fe; a su violencia, vuestra serenidad, procurando no hacer nada de lo que hacen ellos. Mostrémosles por nuestra bondad que somos sus hermanos. Intentemos imitar al Señor (1Tes 1,6) ¿Quién ha sufrido la injusticia como él? ¿Quién fue despojado y rechazado como él? Que no se encuentre entre vosotros la hierba del diablo (cf Mt 13,25) ¡Permaneced en Cristo por una pureza y una templanza perfectas, de cuerpo y de espíritu!
He aquí que hemos llegado al final de los tiempos... Únicamente, gracias a Cristo entraremos en la vida verdadera. Fuera de Cristo no hay nada que valga la pena... Nada supera la paz; triunfa de todos los asaltos que sufrimos por parte de nuestros enemigos, sean del cielo o de la tierra....Hoy día ya no basta con confesar la fe, hay que manifestar hasta el final la fuerza que nos habita.
Santos Mártires de la caridad
Conmemoración de los santos presbíteros, diáconos y otros muchos, que en Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Galieno, al declararse una gravísima epidemia, se entregaron al servicio de los enfermos hasta morir ellos mismos, motivo por el cual la piedad de los creyentes los consideró corno mártires.
La peste había hecho estragos en la mayor parte del Imperio Romano, durante los años 249 a 263. Se dice que en Roma habían muerto cinco mil personas en un sólo día. La ciudad de Alejandría fue una de las más severamente castigadas por la epidemia; san Dionisio de Alejandría nos dice que ahí se declaró el hambre, y que esto había provocado tumultos y violencias tan graves, que era más fácil ir de un extremo al otro del mundo conocido, que atravesar de una calle a otra en el interior de la ciudad. A estas desgracias vino a añadirse la peste, que causó tales estragos, que no había casa en la que no se llorara por lo menos a un muerto. Los cadáveres yacían insepultos; el aire estaba cargado de microbios y de los vapores pestilenciales del Nilo. Los sobrevivientes vagaban aterrorizados y el miedo volvía a los paganos crueles, aun con sus parientes más cercanos. En cuanto alguien caía enfermo, sus amigos huían de él; los enfermos eran arrojados de su propia casa, antes de morir.
En tan angustiosas circunstancias, los cristianos de Alejandría dieron gran ejemplo de caridad. Durante las persecuciones de Decio, Galo y Valeriano habían tenido que ocultarse; sólo podían reunirse en secreto, o en los barcos que partían de Alejandría, o en las prisiones. La peste les permitió salir de sus escondrijos. Sin temor al peligro, acudieron a asistir a los enfermos y a reconfortar a los moribundos; cerraban los ojos a los muertos y transportaban los cadáveres. Aunque sabían perfectamente que se exponían a contraer el mal, lavaban y enterraban decentemente a las víctimas de la enfermedad. El obispo de la ciudad escribió: «Muchos que habían curado a otros murieron apestados. La muerte nos ha arrebatado así a los mejores de nuestros hermanos: sacerdotes, diáconos y laicos excepcionales. Su heroica muerte, motivada por la fe, apenas es inferior a la de los mártires». Reconociendo el valor de estas palabras de san Dionisio, el Martirologio Romano honra a esos distinguidos cristianos como mártires. La caridad que mostraron asistiendo a sus perseguidores en las enfermedades, es un ejemplo de lo que debe ser nuestra actitud con los pobres, que no son nuestros enemigos, sino nuestros correligionarios.
Lo que sabemos sobre los actos de caridad de los cristianos en Alejandría, figura en los escritos de Eusebio. Historia Eclesiástica, lib. VII, c. XXII, donde se reproduce la carta de San Dionisio. El texto griego se encuentra en la edición de Feltoe de The letters and other remains of Dionysius of Alexandria, pp. 79-84.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
BEREIXIT – CADA PRINCIPIO
Cuando nos encontramos "en medio del camino de la vida" (Dante), podemos pasar épocas en que, casi imperceptiblemente, la energía vital decae. Algunas expresiones que describen estas épocas son: "Pasan las ilusiones" "Sensación cada vez más evidente de los límites de la propia energía"; "La existencia adquiere el carácter de lo conocido"; "En todo se hace perceptible la rutina"; "Cada vez aparece más la mezquindad de la vida"; "Cada vez se debilitan más las promesas de la juventud"; "La persona sigue haciendo lo necesario sólo de manera mecánica, porque tiene que vivir" (R. Guardini). Y esto ocurre tanto a los que hacen pocas cosas como los que hacen muchas, tanto a los que han fracasado como los que han tenido éxito. Y es que, en el fondo, el sentido de la vida no lo concede el hacer cosas, sino "la fuerza de la experiencia perceptiva" (R. Guardini): es decir, la capacidad de percibir la vida con profundidad.
Al descubrir síntomas de debilidad de la experiencia perceptiva, de pérdida de profundidad de la vida, puede ir bien plantearse una excursión interior guiada por Bereixit. Bereixit no es una marca comercial. Es la primera palabra de la Biblia hebrea y significa "en el principio". "Al principio creó Dios el cielo y la tierra" (Gn 1, 1). De hecho, el principio hacia el que nos dirigimos en nuestra excursión no se encuentra tiempo atrás sino realidad adentro.
Y para entrar realidad adentro, lo primero que sugiere Bereixit es que suspendamos la palabra. En efecto, la primera palabra de la Biblia comienza por la letra Bet: la segunda del alfabeto hebreo después de Alef. Esto sugiere que la Realidad / realidad profunda se encuentra antes de las palabras; y que si queremos hacer una excursión, no podremos acceder con palabras. Al principio hay la admiración silenciosa por la maravilla de la vida. Después ya vendrán las palabras: es decir, el conocimiento, las razones, los proyectos, los deseos, las estrategias y las luchas. Pero de entrada, al principio, debería haber quedarse boca-rajado ante el mundo tal como es, de mí y de los demás tal como somos. Debería haber la alegría y la gratitud fundamentales ante la vida.
Bereixit puede ser cada mañana. En efecto, al comenzar el día, antes de hablar, desarrollar ideas y proyectos, buscar razones y diseñar estrategias, puedo hacer silencio. Quizás debo empezar el día mirando serenamente el espacio que habito, maravillándose de la gente con quien vivo, agradeciendo el aire que respiro, la ducha que me vigoriza, el desayuno que me refuerza, la naturaleza que me rodea, el silencio de su casa o el ruido de la calle ... Y este principio silencioso desenmascarará después ciertos hábitos, ciertas rutinas, ciertos escepticismos que se me han enganchado. Espulsará el agobio ante la mezquindad propia y ajena y hará brotar la esperanza de la generosidad.
Bereixit puede ser también cada principio. En cada nueva situación, en cada nueva actividad, el silencio y la maravilla pueden preceder la acción, las palabras, las intenciones. El silencio y la maravilla nos prepararán a apreciar la amplitud infinita de la realidad que se me presenta, descubrir posibilidades que me eran escondidas, a escuchar profundamente a los demás, ya construir una respuesta común enriquecida con las aportaciones de todos .
Y finalmente, Bereixit no debería depender de mis estados de ánimo, de mi salud o del tiempo que hace. Bereixit tanto si llueve como si nieva; "Tanto si me llena la joya como si me vacía la tristeza"; "En la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de la vida". Porque la admiración inefable ante la vida se nos puede manifestar en cualquier situación y estado de ánimo: incluso en los aparentemente más desesperados. Esta es la gracia.
· ¿Cuáles de las expresiones de R. Guardini definen mejor mis momentos de decaimiento de la energía vital?
· ¿Qué reacciones espontáneas me descubro teniendo ante estos síntomas de pérdida de profundidad? Comprar cosas, renovar el mobiliario del piso o el vestuario, hacer deporte compulsivo, buscar promociones en el trabajo, rejuvenecer mi aspecto físico ...?
· ¿Qué lugares del comienzo de mi día pueden ser escenario de excursiones silenciosas realidad adentro? La ducha, hacer la cama, el desayuno, la espabilar con ternura los hijos, un momento explícito de oración ...?
· ¿Qué transiciones entre actividades del día pueden ser ocasiones de un nuevo comienzo y principio?
El Papa charla con Bruno Secondin (a la izquierda)
El director de los Ejercicios del Papa vivió la experiencia como "una gracia"
Bruno Secondin: "El Papa quiere proporcionar una nueva 'alma' a todo el sistema curial"
"Vivimos repitiendo viejas antropologías con el uso de términos que ya casi nadie entiende"
Mucho de lo que se llama 'espiritualidad' es sólo marketing, sin dignidad ni seriedad
(José Manuel Vidal).- El religioso Bruno Secondin acaba de dirigir los Ejercicios espirituales al Papa y a la Curia. Con un método nuevo y centrados en la extraordinaria figura del profeta Elías. Asegura que ha sido una "gracia" para él, que se sintió como un "hermano más". El Papa le agradeció su labor: "Usted ha logrado sembrar". El carmelita sembrador también cree que la Iglesia tiene que cambiar su lenguaje y que el Papa "quiere proporcionar una nueva alma a todo el sistema curial".
¿Impone dirigir los Ejercicios espirituales al Papa y a la Curia?
Es una bella tradición que el Papa y la Curia hagan los ejercicios espirituales juntos. Hasta el pontificado del Papa Benedicto XVI se hacían en el Vaticano y, para las meditaciones se reunían en el Capilla Redemptoris Mater. Pero eran más conferencias que meditaciones y, habitualmente, unos meses después, se publicaba el libro con el texto completo de las meditaciones. No era tan fácil conseguir un clima de silencio y de oración, como se exige en los ejercicios espirituales. El Papa francisco pensó, en cambio, que le haría bien a la Curia una auténtica experiencia de Ejercicios, fuera del Vaticano, en un clima de silencio y de oración, al clásico estilo ignaciano. Por eso, se eligió una casa de espiritualidad (en Ariccia, cerca de Castelgandolfo, a 30 kilómetros de Roma), donde han estado todos juntos, el Papa, los cardenales y los obispos. El lugar es bello y espacioso e, incluso, se puede garantizar la seguridad. De esta forma el evento se convierte en un ejemplo para todos: también la Curia se toma en serio esta actividad espiritual. Yo no me sentí como el director que todo lo controla, sino como un hermano más (tengo 75 años), un creyente en camino, con mis fragilidades y mi pasión por el Señor. Intenté compartir con ellos el amor a la Palabra y el deseo de una Iglesia que no duerme, sino que se deja guiar por el "Espíritu creador, que habla por medio de los profetas", como decimos en el Credo.
¿Cuál ha sido el tema central de los Ejercicios y sus ideas claves?
El título general fue 'Servidores y profetas del Dios vivo'. Y el subtítulo: 'Una lectura pastoral y sapiencial del profeta Elías'. Seguí el método de la 'lectio divina', al que me dedico desde hace muchos años y del que tengo una amplia experiencia, precisamente en la iglesia que se encuentra al lado del Vaticano. La figura de Elías se adapta muy bien a la realidad actual: Es un profeta siempre en camino, bajo el impulso de la Palabra. Y tiene que afrontar problemas semejantes a los nuestros: la búsqueda del sentido en la vida, el fundamentalismo, el diálogo interreligioso, la quiebra personal, la solidaridad, la instrumentalización de Dios, la intercesión, la defensa del pobre, el sufrimiento sin sentido, etc. Se puede decir que incluso la geografía en la que vive Elías tiene un sentido sugerente. Él está siempre en salida hacia las fronteras (incluso las lejanas, piénsese en Sarepta y en el Monte Horeb), hasta el final de su vida, cuando desaparece en medio del fuego al otro lado del Jordán.
¿Por qué no ha hecho referencia a un tema carmelitano, como seria normal en este año del centenario del nacimiento de Santa Teresa?
Pensé también en este tema, que habría encajado perfectamente conmigo y con este año. Pero después, opté por ir a las grandes escenas del profeta Elías y utilizarlo siguiendo una 'progresión', que va desde la búsqueda de la autenticidad a la libertad interior y a la curación, al descubrimiento de un Dios diferente, al camino de la justicia, de la solidaridad y de la intercesión, para desembocar en la profecía de la fraternidad. Los miembros de la Curia tienen experiencias culturales y espirituales tan diferentes que no es fácil aunarlas. Me pareció que Elías se adaptaba perfectamente, dada su importancia bíblica y la originalidad de sus experiencias. Además, siento profundamente el deseo de que, en la Iglesia, la Palabra ocupe realmente el centro y sea la fuente de la espiritualidad.
La Santa de Ávila hablaba de seguidores de Jesús "llagados", algo que conecta bien con la idea de Francisco de convertir a la Iglesia en un hospital de campaña.
Tiene usted razón. Pero también Elías se encontraba con situaciones catastróficas y con emergencias imprevistas. Para la Iglesia de hoy, medirse con este gran profeta puede ser una ocasión de inspiración de cara a una nueva creatividad. Tenga presente que, cuando el Papa Francisco habla de 'hospital de campaña', no quiere referirse al campo, sino a las batallas y a las guerras, donde se montan precisamente los 'hospitales de campaña', es decir lugares improvisados y ambulantes. Elías se encuentra en situaciones inesperadas, tanto de sufrimiento como de iniquidad, es decir con experiencias de Dios extraordinarias.
La espiritualidad está de moda. ¿Es eso un beneficio o un problema?
Hoy, la espiritualidad está de moda, pero en medio de una situación de profunda confusión. Mucho de lo que se llama 'espiritualidad' es sólo marketing, sin dignidad ni seriedad. Hay que estudiar a fondo la desazón que anida por debajo de este fenómeno, pero, al mismo tiempo, reconocer que la espiritualidad está siendo repensada profunda y seriamente. Yo mismo he intentado hacerlo en los libros que escribí durante todos estos años (algunos de los cuales están traducidos al español). El último que escribí aborda, precisamente, esta moda de la espiritualidad y ofrece criterios de discernimiento. Abordo también temas nuevos como el cuerpo, el tiempo, la cultura digital, los nuevos modelos de mística y la crisis actual. Se titula 'Inquietos deseos de espiritualidad. Experiencias, lenguajes y estilos' (Ed. Dehoniana, Bolonia, 2012), con prólogo del cardenal Ravasi.
¿Hay una nueva forma de entender la santidad?
Los viejos modelos de santidad siguen teniendo todavía espacio y suscitando atención, sobre todo a través de las numerosas beatificaciones y canonizaciones de personas que vivieron en otro universo cultural y en otro modelo de Iglesia. Pero no suscitan interés en empeñarse por seguir este camino...Hay que repensar profundamente estos modelos, acogiendo nuevos recorridos guiados por el Espíritu, que sigue operando con mucha creatividad. Hay que cambiar incluso el léxico. Por ejemplo, hablar de virtudes 'heroicas', un término que no evoca el lenguaje bíblico, sino el lenguaje mítico helenístico. Jesús no fue un 'héroe' y tampoco María ni los apóstoles. Fueron 'zaddiq', es decir justos y píos, términos bíblicos que indican cosas diferentes a las del héroe, que exalta incluso el esfuerzo personal, la unicidad aislada, el 'superman'. Y de esta santidad ordinaria y normal hay muchos ejemplos alrededor de nosotros, algo que recuerda a menudo el Papa Francisco.
¿Cómo traducir en el lenguaje actual los 'pecados capitales'?
Plantea usted, precisamente, uno de los problemas (junto a otros muchos) del lenguaje moral y espiritual. Necesitamos primero deconstruir el lenguaje, de lo contrario nadie entiende nada. Necesitamos hacer un nuevo ejercicio de creatividad lingüística y simbólica. Vivimos repitiendo viejas antropologías con el uso de términos que ya casi nadie entiende. El Papa Francisco está ayudando a la Iglesia a cambiar el lenguaje. Él mismo inventa palabras nuevas, como enfermedades curiales, alzheimer espiritual, etc. Y no sólo sus palabras, sino también con sus gestos, con su estilo, con sus visitas, con sus abrazos...muchas cosas se tornan nuevas.
¿Cuál es el secreto, a su juicio, de la seducción que ejerce Francisco sobre la gente?
El Papa Francisco ha descubierto el sentir profundo de la gente. La gente necesita aliento y esperanza, humanidad sin formalismos, una sacralidad directa y espontánea, austeridad sin fariseísmo, ternura y misericordia. Y la gente encuentra todo esto en Francisco, ofrecido con naturalidad y espontaneidad, con ese cariño latinoamericano que nos falta en Europa. Es increíble lo que la gente quiere al Papa. Y no sólo los creyentes, sino todos, incluidos gentes de otras religiones o ateos. ¡Cuidado con tocar al Papa Francisco!
¿Por qué sus reformas están encontrando tantas resistencias?
No sé si es cierto que hay tantas resistencias. A veces, ustedes, los periodistas subrayan los contrastes con colores demasiado vivos (blanco y negro). La reforma de la Curia es una tarea enorme. La situación no es fruto de la última década, sino de siglos de sabiduría y de reformas, de adaptaciones y de intentos, de correcciones y de esquemas jurídicos. Todo eso forma una especie de ecosistema. Por eso cualquier cambio genera dificultades, no tanto por la oposición, sino más bien porque tiene repercusiones complejas y en red. El Papa Francisco lo sabe. Está claro que no le falta capacidad estratégica. Pero necesita también tiempo y equilibrio. No puede inventarse de un día para otro los colaboradores a su imagen y semejanza. Por eso, quiere proceder con diálogo, con discernimiento, paso a paso y con respeto. Su preocupación consiste más bien en proporcionar una nueva 'alma' a todo el sistema. Y él es el primero en vivir este nuevo 'estilo', con audacia y libertad, algo que salta a la vista. Porque su proprio estilo es una fuerza 'reformadora' que no hay que infravalorar.
¿Puede estar en peligro el Papa Francisco?
¡No exageremos! La gente quiere muchísimo al Papa Francisco. Es evidente que puede surgir un fanático en cualquier momento. Nadie puede estar absolutamente seguro, ni siquiera cualquiera de nosotros. Pero creo que la seguridad cumple su papel y el Papa no se preocupa por esto. Una vez le dijo a los periodistas, bromeando: 'A mi edad, tampoco tendría mucho que perder'. Esta serenidad le gusta a la gente, le ayuda a no vivir en medio de una sensación de terror y a fiarse un poco más de Dios. Y, además, hay muchas personas que rezan por él, con amor sincero y no por compromiso.
Una última pregunta, padre Secondin. ¿Qué nos puede decir sobre la experiencia vivida en estos días pasados en Ariccia?
Ha sido una experiencia realmente excepcional, como cualquiera puede entender. Un clima de silencio y de oración. Una oración bien preparada y bien hecha, con una presencia seria de todos los más de 80 participantes. Sentí, sobre todo al principio, una emoción natural. No se viven cosas así todos los días. Después, el nuevo método, el insólito tema e, incluso, el ambiente tan diferente del Vaticano pesaron lo suyo. Nos hemos sentido todos muy bien. Pude hablar incluso confidencialmente con algunos participantes, incluido el Papa Francisco. Me llevo muchas cosas en el corazón. Fue una gracia que espero que produzca frutos buenos también en mí.
El amor a los enemigos
Mateo 5, 43-48. Cuaresma. Dios es verdadero amor porque me ama siempre y porque ama a quien me ha hecho mal.
Oración introductoria
Señor, la meta de la perfección aparece como una utopía, una ilusión, porque racionalmente amar siempre, y a todos, es imposible. Hacer el bien sin descanso se antoja contrario a la felicidad. Ayúdame, Padre mío, a tener un encuentro contigo en esta oración, para que tu gracia cambie esta ilusión en una realidad.
Petición
Jesús, ayúdame a crecer en la fe, la esperanza y la caridad para perseverar en mi esfuerzo por alcanzar la santidad.
Meditación del Papa Francisco
Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Su amor es para todos. Y Jesús concluye con este consejo: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.
Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.
Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad.
Es cierto: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un «buen negocio, o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de junio de 2013, en Santa Marta).
Reflexión
Odia a tu enemigo. Este "precepto" perdió todo su sentido con la venida y el mensaje de Cristo. Él nos dijo: amad a vuestros enemigos, porque el verdadero amor no pide nada a cambio, el verdadero amor se da aunque sea pisoteado. El sol, la lluvia y el viento que tocan a nuestra puerta son los mismos que tocan la puerta de mi enemigo. Dios es verdadero amor porque me ama siempre y porque ama a quien me ha hecho mal. Ese es el verdadero amor, el que no tiene límites. Los hombres somos criaturas finitas, pequeñas cosas comparadas con el universo o con el creador, pero en algo podemos asemejarnos a Dios: en que tenemos la capacidad de amar infinitamente. Es una nueva vía la que nos presenta Cristo: sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. ¿Qué es lo más perfecto que podríamos hacer si no es amar? En esto nos podemos parecer a Dios: en que sabemos amar, sin distinciones ni preferencias. Dos llaves abren el corazón de Dios: el amor y el perdón. Dos llaves abren el corazón del hombre: el amor y el perdón. Lleva las llaves al cuello y abre las puertas que parecen cerradas, así abrirás las puertas del corazón de Dios.
Propósito
Ser ecuánime en mis estados de ánimo. Mi familia y los demás se merecen lo mejor de mí.
Diálogo con Cristo
¡Quédate conmigo, Jesús! Convénceme de que la gran tarea de mi vida es la búsqueda de la santidad y que ésta no puede desligarse nunca de la gracia. Sólo Tú, Señor, puedes hacer posible mi transformación en el amor. Me pongo en tus manos, moldéame a tu antojo, te amo y confío plenamente en tu misericordia, porque soy débil, egoísta y soberbio, pero te amo y libremente te entrego todo mi ser.
Amar como Cristo nos ama
Sábado primera semana Cuaresma. Amar a costa de uno mismo, el auténtico amor es capaz de romper los propios egoísmos.
La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.
¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual. Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: "Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza".
Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno. En el fondo, podríamos pensar que esto es algo negativo o que es algo que no nos conviene. ¡Cómo voy yo a entregarme a costa mía! ¡Cómo voy yo a darme o a amar a costa mía! Sin embargo, es imposible amar si no es a costa de uno, porque el auténtico amor es el amor que es capaz de ir quebrando los propios egoísmos, de ir rompiendo la búsqueda de sí mismo, de ir disgregando aquellas estructuras que únicamente se preocupan por uno mismo.
¡Qué diferente es la vida, qué diferente se ve todo cuando en nuestra existencia no nos buscamos a nosotros y cuando buscamos verdadera y únicamente a Dios nuestro Señor! ¡Cómo cambian las prioridades, cómo cambia el entendimiento que tenemos de toda la realidad y, sobre todo, cómo aprendemos a no conformarnos con amar poquito! Esto es lo que nuestro Señor nos dice en el Evangelio: "Antiguamente se decía: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo". Esto es amar poquito, amar con medida, amar sin darse totalmente a todos los demás. Podríamos nosotros también ser así: personas que aman no según el amor, sino según sus conveniencias; no según la entrega, sino según los propios intereses. Cuando Cristo dice: "Si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso también los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso también los paganos?", lo que nos está diciendo: ¿no hacen eso también aquellos a los que solamente les interesa la conveniencia o el dinero? Te doy, porque me diste; te amo porque me amaste. El cristiano tiene que aprender a abrir su corazón verdaderamente a todos los que lo rodean, y entonces, las prioridades cambian: ya no me preocupo si esto me interesa o no; la única preocupación que acabo por tener es si me estoy entregando totalmente o me estoy entregando a medias; si estoy dándome, incluso a costa de mí mismo, o estoy dándome calculándome a mí mismo.
En el fondo, estos dos modelos que aparecen son aquellos que, o siguen a Cristo, o se siguen a sí mismos. Ser perfectos no es, necesariamente, ser perfeccionistas. Ser perfectos significa ser capaces de llevar hasta el final, hasta todas las consecuencias el amor que Dios ha depositado en nuestro corazón. Ser perfecto no es terminar todas las cosas hasta el último detalle; ser perfecto es amar sin ninguna medida, sin ningún límite, llegar hasta el final consigo mismo en el amor.
Para todos nosotros, que tenemos una vocación cristiana dentro de la Iglesia, se nos presenta el interrogante de si estamos siendo perfeccionistas o perfectos; si estamos llegando hasta el final o estamos calculando; si estamos amando a los que nos aman o estamos entregándonos a costa de nosotros mismos. Estas preguntas, que en nuestro corazón tenemos que atrevernos a hacer, son las preguntas que nos llevan a la felicidad y a corresponder a Dios como Padre nuestro, y, por el contrario, son preguntas que, si no las respondemos adecuadamente, nos llevan a la frustración interior, a la amargura interior; nos llevan a un amor partido y, por lo tanto, a un amor que no satisface el alma.
Pidámosle a Jesucristo que nos ayude a no fragmentar nuestro corazón, que nos ayude a no calcular nuestra entrega, que nos ayude a no ponernos a nosotros mismos como prioridad fundamental de nuestro don a los demás. Que nuestra única meta sea la de ser perfectos, es decir, la de amar como Cristo nos ama a nosotros.
Nos da la palabra un punto de partida: “Dios pone a prueba llamando”