Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?..Lo que Dios espera...es que creáis...!

Evangelio según San Juan 6,22-29. 

Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. 

Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". 

Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado". 

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra 
PPS IV,17 “Christ Manifested in Remembrance”

“Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?..Lo que Dios espera...es que creáis...! (Jn 6,28ss)

Cristo no da testimonio de sí mismo ni dice quién es ni de dónde viene. Él está entre sus contemporáneos como el que sirve (cf Lc 22,27) Aparentemente, sólo después de la resurrección, y sobre todo, después de su ascensión, cuando el Espíritu ya había venido, los apóstoles comprendieron quién era aquel que había estado con ellos. Cuando todo lo demás había acabado, no antes, ellos lo supieron. De manera que aquí vemos, creo yo, la manifestación de un principio general que se presenta ante nosotros a menudo, tanto en la Escritura como en la vida del mundo: No reconocemos la presencia de Dios en el instante que está con nosotros, sino después, cuando volvemos la mirada sobre los acontecimientos pasados.

Acontecimientos agradables o dolorosos: no sabemos en el momento su significado. No vemos en ellos la mano de Dios.

Si tenemos fe, confesamos lo que no vemos y acogemos todo lo que nos acontece como venido de su mano. Con todo, tanto si lo aceptamos con espíritu de fe como no, no hay otro medio de aceptarlo que la fe. No vemos nada. No comprendemos cómo puede suceder tal cosa o a qué sirve tal otra. Un día, Jacob exclama: “Todo se vuelve contra mí.” (Gn 42,36) Realmente parece que fuera así... Y no obstante, todas sus desventuras se habían de trocar en bienes. Considerad su hijo José, vendido por sus hermanos, llevado a Egipto, encarcelado de cuerpo y de espíritu, esperando que el Señor se compadeciera de él. Repetidamente dice el texto sagrado: “El Señor estaba con José.” ... Una vez pasada la calamidad, comprendió lo que en su momento resultaba tan incomprensible y dijo a sus hermanos: “Dios me envió delante de vosotros para salvar vuestras vidas...No fuisteis vosotros quienes me enviasteis a este lugar sino Dios.” (Gn 45,7)

¡Prodigiosa providencia, silenciosa y no obstante tan eficaz, constante e infalible! Ella destruye las maquinaciones del diablo. Satanás no puede conocer la mano de Dios que obra en el curso de los acontecimientos.

20 de abril 2015 Lunes III de Pascua Hch 6, 8-15

A Esteban no pueden vencer con argumentos de la fe, por eso utilizan el engaño: «... soborno unos hombres que dijeran que lo habían oído blasfemar», de tal forma que todo el mundo se puso en contra de Esteban. A finales del texto de hoy nos dice: «Todos los del Sanedrín vieron la cara de Esteban resplandeciente como un ángel? Conoces personas que se entusiasman y te entusiasman cuando hablan de Dios? Señor, hacedme ilumine tu mirada.

Santa Inés Montepulciano

Religiosa. (año 1317), nació en Montepulciano, (Italia) en 1268 y fue una de las figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo.    A los 9 años obtuvo que sus padres  la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Cuando apenas tenía catorce años la encargaron ya de la portería del convento y de recibir las visitas.   A los 15 años, la superiora de aquella comunidad fue trasladada a fundar un convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar como principal colaboradora a Inés.   Desde muy joven ayunaba casi todos los días y dormía en el duro suelo y tenía por almohada una piedra. Después la salud se le resintió y por orden del médico tuvo que suavizar esas mortificaciones. San Raimundo cuenta que Dios le permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era Jesús cuando era Niño.  

Santa Catalina de Siena  fue a Montepulciano a visitar el cadáver de Santa Inés, el cual después de 30 años, todavía se encontraba incorrupto, profesaba una gran veneración a esta santa y en una carta que escribió a las religiosas de esa comunidad les dice:   "Les recomiendo que sigan las enseñanzas de la hermana Inés y traten de imitar su santa vida, porque dio verdaderos ejemplos de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón un gran fuego de caridad, regalado por el mismo Dios, y este fuego le producía un inmenso deseo de salvar almas y de santificarse por conseguir la salvación de muchos. Y después de la caridad lo que más admiraba en ella era su profunda humildad. Siempre oraba y se esforzaba por conservar y aumentar estas dos virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a crecer en santidad era que se había despojado de todo deseo de poseer bienes materiales o de darle gusto a sus inclinaciones sensuales, y el dominar continuamente su amor propio. Su corazón estaba totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera los amores mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal.    Ella ofrecía en sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto amaba". San Raimundo cuenta que muchos testigos le declararon haber presenciado hechos milagrosos en la vida de Santa Inés.-  Murió en el mes de abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en su sepulcro se han obrado muchos milagros. Que nos contagie Inés de su gran amor por Jesús Crucificado.

Oremos: Tú, Señor, que concediste a Santa Inés de Montepulciano, el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Calendario de  Fiestas Marianas:  Nuestra Señora de Schier, Bavaria.

La muchedumbre en busca de Jesús
Juan 6, 22-29. Pascua. Busquemos a Dios por amor desinteresado, ofreciendo nuestro amor a pesar de nosotros mismos.

Oración preparatoria
Dios mío, ¿qué necesito para llevar a cabo tus obras? Porque no quiero parecerme a los personajes de este Evangelio, que te buscaban sólo para pedir y recibir beneficios materiales.

Eres mi Padre, me conoces y me amas, a pesar de mis debilidades. Te amo y confío en que iluminarás este rato de meditación para mostrarme cómo puedo llevar a cabo tus obras.

Petición
Jesús, que no tenga miedo de pedirte cosas para darte mayor gloria.

Meditación del Papa Francisco
El buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen de incertidumbre. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Esto es una clave importante, que si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Recordemos a los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, que siempre han dado espacio a la duda. Les invito a ser humildes, tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas.

Recomiendo buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarle siempre. Es la experiencia de los grandes Padres de la fe. Les invito a releer el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. Abrahán, por la fe, partió sin saber a dónde iba. Todos nuestros antepasados en la fe murieron teniendo ante los ojos los bienes prometidos, pero muy a lo lejos... No se nos ha entregado la vida como un guion en el que ya todo está escrito, sino que consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver... Hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios. (Cf Comentario de S.S. Francisco, en entrevista de Antonio Spadaro, el 27 de septiembre de 2013).

Reflexión
Hace mucho tiempo, vivía en un pueblo una aldeana muy hermosa. Todos querían esposarla pero ella sentía que nadie le aseguraba verdadero amor.

Así, se le acercó el mercader más rico diciéndole: "Te amaré a pesar de tu pobreza". Pero como en sus palabras no encontró verdadero amor prefirió no casarse. Después se le acercó un gran general y le dijo: " Me casaré contigo a pesar de las distancias que nos separen". Pero tampoco aceptó la hermosa aldeana. Más tarde se le acercó el emperador a decirle: "Te aceptaré en mi palacio a pesar de tu condición de mortal". Y también rehusó la muchacha a casarse porque tampoco veía en él un amor desinteresado. Hasta que un día se le acercó un joven y le dijo: “Te amaré a pesar... de mí mismo”. Y como en sus palabras encontró un amor verdadero y sincero, optó por casarse con él.

Ojalá que en nuestra vida suceda lo mismo. Que estemos buscando a Dios por amor desinteresado. Que le ofrezcamos nuestro amor a pesar de nosotros mismos. No busquemos a Dios por el alimento perecedero como lo buscaban las personas que menciona el evangelio. Es claro que nosotros no buscamos a Dios por un alimento material, pues sabemos y experimentamos que ese hay que ganárselo. Pero sí podríamos acercarnos a Cristo buscando alguna ganancia personal. Pidiéndole cosas que en lugar de acercarnos a nuestra santificación nos aleja. Tal vez vemos en Jesús un genio que nos concederá deseos si pronunciamos una fórmula mágica que nosotros llamamos "oración". Cristo ve nuestras intenciones y sabe porqué le pedimos las cosas, conoce porqué le seguimos y porqué le buscamos. Busquemos a Cristo en la Eucaristía de forma desinteresada. No a pesar de... lo que nos pueda gustar o disgustar de Él, sino sabiendo que la Eucaristía es el punto privilegiado del encuentro del amor hacia nosotros, de forma desinteresada, a pesar de nuestra condición de mortal y a pesar de nuestra pobreza.

Propósito
Hoy es buen día para hacer una «limpieza general» de lo que me pueda apartar de Dios.

Diálogo con Cristo 
Señor, necesito una decisión firme para buscar en todo tu gloria. Me hace falta constancia y perseverancia para superar las dificultades o los entusiasmos pasajeros. El día de hoy quiero aprovechar el tiempo para amarte y servirte con fe, con generosidad, con decisión, hasta en los más pequeños detalles.

Abiertos a Dios
Este día puede ser totalmente diferente. Basta con acercarme al Evangelio y escuchar...

La vida humana está llena de paradojas. Hay señales de bondad, pero también signos de odio y violencia. Hay médicos eficaces, pero también enfermedades incurables. Hay personas generosas y justas, pero también quienes destruyen familias y calumnian sin piedad.

Ante una vida tan confusa, donde tras momentos de luz encontramos túneles de angustia, necesitamos abrirnos a algo, a Alguien, que dé esperanza.

Sólo cuando reconocemos que hay un Dios bueno, que la Justicia triunfará sobre el mal, que la misericordia puede perdonar los pecados, empezamos a respirar un aire nuevo.

Necesitamos vivir abiertos a Dios: a su ternura, a su paciencia, a su paternidad, a su hermosura, a su interés continuo y discreto por todos y cada uno de sus hijos.

Sólo si permitimos que Dios entre en nuestras almas seremos capaces de dejar a un lado preocupaciones que asfixian, trabajos que esclavizan, miedos que paralizan, angustias que deprimen.

Vivir abiertos a Dios significa, sobre todo, descubrir su acción en la historia humana, su humilde venida entre nosotros con la Encarnación del Hijo. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).

Desde entonces no sólo hay milagros (ciegos, cojos, paralíticos curados), sino una certeza: el amor es más fuerte que el pecado, la vida ha vencido a la muerte.

Este día puede ser completamente diferente. Basta con acercarme al Evangelio y escuchar. Entonces dejaré entrar a Dios, me abriré a su Amor, daré pasos nuevos que me unan a la gran familia de los que se dejan purificar por la Sangre del Cordero que murió y resucitó por mí.

Presencia de Dios
Voy, poco a poco, serenándome. Ahora y aquí Dios me mira y me sostiene con amor. Lo recuerdo y lo medito durante unos momentos.

Libertad
Líbrame Señor de la pereza, de la pereza, del aburrimiento ... Son enemigos del alma y los principales obstáculos para todo crecimiento espiritual

Conciencia
Sabiendo que Dios me ama incondicionalmente, repaso con sinceridad de corazón el último día o los últimos días. Con sus pequeños o grandes hechos y los sentimientos que han despertado en mí. Hay algo para dar gracias? Lo hago. Hay algo de lo que no estoy satisfecho? En pido perdón.
Palabra de Dios

Juan 6,22-29
Después de que Jesús había saciado cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente todavía estaba en el otro lado del lago. Entonces se dieron cuenta de que allí sólo había habido una barca y que Jesús no había subido con sus discípulos, sino que ellos se habían ido solos. Otras barcas habían llegado desde Tiberíades hasta cerca del lugar donde habían comido después de que el Señor dijera la acción de gracias. Así pues, cuando la gente se dio cuenta que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Así que lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron:

- Maestro, cuando has llegado? Jesús tomó la palabra y les dijo:
- Os aseguro vosotros no me buscáis porque habéis visto señales, sino porque habéis comido pan y ha quedado saciados. Pero no se ha de apresurarse tanto por el alimento que se daña, sino por lo que dura para la vida eterna. Y el Hijo del hombre os dará este alimento, porque Dios, el Padre, lo ha acreditado con su sello. Ellos le preguntaron:
- ¿Cómo actuar para hacer las obras de Dios?
Jesús les dijo:
- La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado. 

Algunos pensamientos sobre el pasaje de hoy

Como bien decía el místico dominico Maestro Eckhart, a veces nos relacionamos con Dios como con una vaca. Suena extraño pero creo que hoy se acomoda la citación: "Pero alguna gente quiere ver a Dios con los mismos ojos que ve una vaca y quieren amar a Dios como el que ama una vaca, a la que amas por su leche, su queso y los beneficios que obtienes. Así hacen todos aquellos que aman a Dios por sus riquezas exteriores o por su consuelo interior; pero estos no aman a Dios rectamente, más bien aman su interés personal. "(Maestro Eckhart." El fruto de la nada ")

Seguir a Jesús es dejar de lado nuestras expectativas y tomar el riesgo de que Él nos lleve donde quiera. Ciertamente Dios sacia y hace feliz, pero no hay que tomar esto como finalidad sino como efecto de su seguimiento. El texto de hoy también nos alerta contra "la herejía de la acción". No es que no tengamos que hacer nada ("sola fides" en sentido estricto) y quedarnos tan anchos, sino que nuestro actuar sea movido por la acción del Espíritu dentro de nosotros. Eloi Aran

Seguir a Jesús es dejar de lado nuestras expectativas y tomar el riesgo de que Él nos lleve donde quiera. Ciertamente Dios sacia y hace feliz, pero no hay que tomar esto como finalidad sino como efecto de su seguimiento. El texto de hoy también nos alerta contra "la herejía de la acción". No es que no tengamos que hacer nada ("sola fides" en sentido estricto) y quedarnos tan anchos, sino que nuestro actuar sea movido por la acción del Espíritu dentro de nosotros.
Eloi Aran

Conversación
Recuerdo que estoy aún en presencia de Dios. Imagino a Jesús a mi lado y le hablo de todo lo que bulle en mi corazón, de todo aquello que ocupa mi mente. Lo hago con franqueza y confianza.

Conclusión

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre,
los siglos de los siglos.

DOMINGO III DE PASCUA (B) Hechos 3, 13-15.17-19 / 1 Jn 2, 1-5a / Lc 24, 35-48

19 de abril de 2015

Queridos hermanos y hermanas, como caso durante el tiempo pascual que estamos viviendo, la Iglesia nos habla de la resurrección del Señor.

Así, la primera lectura que hemos escuchado, es un fragmento de los Hechos de los apóstoles donde Pedro, después de haber curado un inválido de nacimiento; habla, en la puerta del templo, los judíos reunidos a su alrededor, admirados por lo que había hecho. Pedro les reprocha el haber entregado, el Santo, el Siervo de Dios, a Pilato para que lo hiciera matar y de haber pedido el indulto de un asesino. Pero, a continuación, les dice que se comportaron de esta manera porque, ni ellos ni sus dirigentes, no sabían lo que hacían. Así, Dios había cumplido lo que decían las Escrituras. Seguidamente, los exhorta a la conversión. Les dice: "Ahora, pues, arrepentíos y convertíos, y serán borradas sus culpas ".

El evangelio según San Lucas que nos ha sido proclamado hoy, nos habla de la aparición de Jesús a discípulos reunidos en Jerusalén, después de la vuelta de los dos que habían ido a Emaús. Mientras estos dos discípulos les explicaban cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan, la narración evangélica nos dice que Jesús mismo se presentó y les dijo: "La paz sea con vosotros". Los discípulos se asustaron pensando que veían un espíritu. Pero Jesús les mostró las heridas de la crucifixión de las manos y de los pies. Y como todavía no acababan de creer que no era un espíritu, comió delante de ellos un corte de pescado a la brasa que los discípulos le dieron. Seguidamente Jesús les dijo que había que cumplir todo lo que está escrito de Él en las Escrituras. El texto  evangélico aunque añade: "Entonces les abrió los ojos para que comprendieran el sentido de las Escrituras, y les dijo: "Así lo dicen las Escrituras: El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y había que predicar en nombre de Él a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos

Ya hemos visto en la primera lectura que las palabras de Pedro, en su discurso a los judíos, son justamente el cumplimiento de esta última exhortación de Jesús. Y eso es también lo que tenemos que hacer los cristianos, sobre todo los que tenemos encargado el ministerio de la predicación. Nosotros no somos testigos directos de la resurrección de Jesús, pero somos depositarios del testimonio de los apóstoles, que vivieron con Jesús, y que lo vieron una vez resucitado. La resurrección de Jesús es un tema difícil, pero es una verdad central de nuestra fe. Ya St. Pablo en el siglo 1er tuvo problemas con algunos miembros de la comunidad de Corinto que no creían en la resurrección de los muertos. Y les dijo "Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación es vacía, y vacía es también vuestra fe ". Y más adelante añade: "Pero, de hecho, Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicia de todos los que han muerto ".

También en nuestros tiempos podemos constatar fácilmente, en el trato con nuestros amigos y conocidos, que del tema de la resurrección normalmente no se habla. Y si, excepcionalmente, alguna persona suscita el tema parece que no interese demasiado, aunque se trata de una verdad central para nosotros los cristianos.

Por eso la proclamamos en nuestra profesión de fe, que es el Credo, tal como haremos a continuación, después de esta homilía. Diremos: "Y espero la resurrección de los muertos, y la vida de la gloria ".

Pienso que en otras épocas de la vida de la Iglesia, se había puesto demasiado énfasis en la vida eterna, y, tal vez no se daba la importancia que tenía y que tiene la vida de cada día; que podia ocasionar la falta de interés de los cristianos para contribuir a la solución de los problemas de nuestro mundo, tales como el hambre, la pobreza, las desigualdades sociales.

Pero ahora, tal vez por la ley del péndulo, puede ocurrir que hayamos pasado al otro extremo; y sólo nos dedicamos a los problemas del mundo, olvidando la promesa del Señor de la vida eterna. Algunos, incluso, personas creyentes y de buena fe, piensan que la vida eterna debe ser muy aburrida. Claro que entienden la vida eterna como una continuación de la vida actual, pero sin que se acabe nunca. Y pienso que es normal que no les haga ninguna ilusión. Y es verdad, hermanas y hermanos, que la vida de la gloria tendrá continuidad con la vida que llevamos en este mundo; pero, eso sí, transfigurada por Dios. Será totalmente otra cosa que ningún ojo no vio, ni oído oyó, ni el corazón del hombre sueña. Inimaginable para nosotros. Siempre alegre. San Benito, en el capítulo 4º de su Regla, que trata de los instrumentos de las buenas obras, nos pide a los monjes, entre otras muchas cosas, "desear la vida eterna con todo anhelo espiritual. Pero la obtención de este deseo es una gracia de Dios, que le tenemos que pedir. Podríamos hacerlo en esta Eucaristía que estamos celebrando, cuando compartiremos el Cuerpo de Cristo. Que así sea.

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