«El buen pastor da la vida por las ovejas»

Acercarnos y conocernos.

Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, solo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.

Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes reivindican el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, solo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien.

Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Solo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.

En estos momentos no fáciles para la fe, necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de actuación para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa hacia el futuro.

Sin embargo, no es esto lo que está sucediendo. Se hacen algunas llamadas convencionales a vivir en comunión, pero no estamos dando pasos para crear un clima de escucha mutua y diálogo. Al contrario, crecen las descalificaciones y disensiones entre obispos y teólogos; entre teólogos de diferentes tendencias; entre movimientos y comunidades de diverso signo; entre grupos y «blogs» de todo género... Pero, tal vez, lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En muchos lugares los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A muchos obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus problemas. Solo creyentes, llenos del Espíritu del Buen Pastor, pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.

José Antonio Pagola.   4 Pascua – B    (Juan 10,11-18). 26 de abril 2015

IV DOMINGO DE PASCUA (Act 4, 8-12; Sal 117; 1Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18)
JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
EL BUEN PASTOR

Se nos ha concedido conocer a quien ha vencido a la muerte y nos ha rescatado de un futuro incierto. Jesucristo es nuestro Salvador. “No se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (Act 4, 12). Jesús fue a la muerte para rescatarnos del abismo. Su Pasión no fue un accidente, sino la consumación de un proyecto divino. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1Jn 3, 1). Hemos obtenido esta filiación por gracia, en razón de la entrega total de Jesús. Por Él y en Él nos sabemos y somos hijos de Dios. Él mismo, para mostrarnos la misión que había recibido de su Padre, personalizará la promesa entrañable de ser el buen Pastor de Israel, conforme al corazón de Dios. El Pastor que cuida de las madres y lleva en brazos a los corderillos. El Pastor que nos lleva a verdes praderas, y repara nuestras fuerzas, según canta el salmista.

El Pastor que lleva sobre sus hombros a la oveja herida. Con la contundencia de quien tiene certeza de su identidad, Jesús se presenta: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11). Siempre me impresiona la consideración que explica la imagen extraña del pastor que abandona noventa y nueve ovejas por ir en busca de la perdida. No es por irresponsabilidad profesional del pastor que abandona el rebaño, sino para decir que cada uno merece toda la atención de quien se presenta como cuidador y vigía de su camino. Quizá, en una cultura industrial y urbana, no resuene la imagen del pastor con tanta fuerza como en el mundo rural y en los tiempos de Jesús. Hay quienes afirman que Él tomó como autorretrato esta imagen. Cabe, no obstante, enriquecerla con expresiones entrañables: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así tiene el Señor ternura por sus fieles”. Podrá una madre olvidarse del hijo que lleva en sus entrañas, cosa difícil; “pues aunque ella pudiera olvidarse, yo no te olvido”, dice el Señor. Este tiempo de Pascua nos trae a la memoria la ternura y delicadeza que tuvo Jesús con los suyos, cuando fue presentándose a cada uno en su lenguaje y contexto. A María Magdalena, en el huerto; a los dos de Emaús, en el camino; a Pedro y a sus compañeros pescadores, a la orilla del mar; a los once, en el cenáculo… Tenemos una promesa de Dios: que no nos faltarán pastores según su corazón. Jesús es el Buen Pastor, pero llama a muchos para que prolonguen su misión en nuestro mundo. Roguemos al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies, pastores buenos a su pueblo. Y roguemos por quienes sienten la llamada a dar su vida por los demás, para que no se arredren. Además, aquel que pierde su vida por Jesús, y como servicio a los otros, la gana.

Cuarto domingo - Tiempo Pascual Ac 4,8-12; 1 Jn 3,1-2; Jn 10, 11-18

1. La Historia del Pastor en el Antiguo y el Nuevo Testamento

Después del exilio, el AT anunciaba el día que Dios, el Pastor, reuniría las ovejas dispersas del pueblo de Israel, para que vivieran con seguridad a su tierra. Jesús es el pastor que ha venido para cumplir lo que se anunció, pero lo hizo de una manera inesperada. Los judíos pensaban que el pastor los volvería a su antigua prosperidad, "el reino de David", y se convertirían en una nación escogida en medio de las otras naciones. Jesús les dice que su pueblo no se confunde con la nación judía. Sus "ovejas" son las que creen en él y sólo ellas. Sacará de entre los judíos los que son suyos, y también los sacará de otros rediles, es decir, de todas las naciones del mundo, no únicamente de Israel. La imagen que utiliza es la del pastor que la noche lleva las ovejas en un corral con un vigilante común, donde otros pastores también dejan sus ovejas; y por la mañana a buscar las suyas, las llama por nombre y las lleva donde él sabe, no para juntarlas en un nuevo corral, sino que es un pueblo sin fronteras. Por eso quiere llamar ovejas de otros lugares. El único rebaño, la única Iglesia camina a lo largo de la historia y no se identifica con ningún pueblo, ni se cierra en sus propias instituciones. El pueblo judío, después del exilio, pensaba conseguir la unidad con las instituciones (en torno a la Ley, el sábado y el templo), la fidelidad al pasado y con mil pequeños o grandes mandamientos, que lo hacían diferente de los otros pueblos . Jesús reúne a su pueblo con la sola atracción de su persona, por medio de su palabra y su voz. La fe en este Cristo y Señor nos une más que las tradiciones del pasado. El pueblo de Cristo lo forman personas de todo el mundo, que han empezado con él un camino hecho de confianza y de estima. Él nos conoce y nosotros escuchamos su voz

2. El Pastor que nos atrae

Jesús utiliza el lenguaje de su tiempo, hoy en día -como también lo hizo en su vida mortal- se podría hablar de su familia, aquella "que hace la voluntad del Padre", mujeres y hombres que son "su madre y sus hermanos ". En el texto de hoy dos veces dice que es el Buen Pastor, que es el guía de su pueblo, y en las dos pone como característica suya que "da la vida por sus" (por sus ovejas).

Después de la primera vez, recuerda los dirigentes religiosos de Israel y habla de ellos, como lo hizo Ezequiel en el exilio, como pastores que trabajan a diario, con ovejas que no son suyas, que las abandonan cuando ven venir el lobo y que huyen cuando las destroza y dispersa. Después de la segunda, recuerda que su relación con el Padre es similar a la relación suya con nosotros. "El Padre me conoce y yo conozco al Padre". Del mismo modo "yo reconozco mis ovejas y ellas me reconocen a mi", es decir, distingue a cada uno de sus por sus rasgos propios (voz, fisonomía, manera de hacer, ..) En este punto, es cuando da la dimensión universal de su guía: "todavía tengo otras ovejas que no son de este redil". Jesús también las debe conducir y "harán caso de mi voz". Habrá un solo rebaño y un solo pastor. Judíos y paganos unidos en Jesús. Todas las personas que escuchan su voz y la siguen forman su familia.

San Ignacio pone en boca de Jesús esta llamada a todos: "si alguien quiere venir conmigo ha de trabajar conmigo, para que siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria".

3. La misión recibida del Padre

"El Padre me ama porque doy la vida", es decir, porque soy un Buen Pastor. Si la característica del Buen Pastor es dar la vida, Jesús la ha dado totalmente hasta la muerte. Dar la vida puede significar dos cosas; la muerte, y dar vida a los demás. Las dos cosas las hace el Hijo, y el Padre lo ama por ambas. Jesús ya anuncia la muerte y la resurrección: "doy la vida" y "recuperarla". Insiste: "nadie me la quita", "yo la doy libremente". Hay lo vuelve a repetir: "tengo poder de darla y de recobrarla". Esta triple afirmación son como los tres anuncios de la Pasión y Resurrección de los sinópticos, que Juan se anuncian de una manera propia, en una sola ocasión. Pero ya remarca cómo será la Pasión de Jesús según San Juan. El Señor va dando su vida hasta el final: "inclinando la cabeza (dio la vida), entregó su espíritu (dio la vida)".

Evangelio según San Juan 10,11-18. 

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre". 

San Antonio de Padua (1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia 
Sermones para el domingo y las fiestas de los santos

«El buen pastor da la vida por las ovejas»

«Yo soy el buen pastor». Cristo, con todo derecho, puede decir: «Yo soy». Para él nada es pasado o futuro, todo le es presente, Es lo que él mismo dice en el Apocalipsis: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso» (Ap 1,8). Y en el Éxodo: «Soy el que soy. Dirás a los hijos de Israel: 'El que es me ha enviado a vosotros'» (Ex 3.14).

«Yo soy el buen pastor.» La palabra «pastor» viene de la palabra «pacer». Cristo nos apacienta cada día con su carne y con su sangre, en el sacramento del altar. Jesé, el padre de David, dijo a Samuel: «Mi hijo menor es un niño y está paciendo el rebaño» (1S 16,11).  Nuestro David, pequeño y humilde, a pacienta también a sus ovejas como un buen pastor...

También en Isaías se lee: «Como un pastor apacienta el rebaño; su mano los reúne, lleva en brazos los corderos, cuida de las madres» (Is 40,11)... En efecto, el buen pastor, cuando conduce su rebaño a los pastos o lo saca de él, reúne a todos los corderos pequeños que todavía no pueden caminar; los toma en sus brazos, los lleva sobre su seno; lleva también a las madres, las que vana parir o las que acaban de dar a luz. Eso mismo hace Jesucristo: cada día nos alimenta con las enseñanzas del Evangelio y los sacramentos de la Iglesia. Nos reúne en sus brazos, que extendió sobre la cruz «para reunir en un solo cuerpo a los hijos de Dios dispersos» (Jn 11,52). Nos acoge en el seno de su misericordia, como una madre acoge a su hijo.

San Rafael Arnaíz Barón

En el monasterio de san Isidoro de Dueñas, en España, San  Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, siendo novicio, enfermó gravemente y, confiando siempre en el Señor, con gran paciencia soportó su enfermedad.

Máximas espirituales de san Rafael Arnáiz

Qué grande es Dios! ¡Qué bien ordena los acontecimientos siempre para su gloria! ¡Sólo Dios llena  el alma..., y la llena toda! La verdadera felicidad se  encuentra  en Dios y solamente en Dios. El que no tiene a Dios  necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?

¡Cómo se inunda  mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.
Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama. La única verdad es... Cristo.

He hecho el votó de amar siempre a Jesús. Virgen María, ayúdame a cumplir mi voto. Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.

No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a María.

Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.

¡Qué grande es  Dios, qué dulce es María!

Señor omnipotente que glorificas a los humildes y abates a los  soberbios, te suplicamos por la gloria de tu Santo Nombre ensalces la  memoria de san Rafael, concediéndonos la gracia que te pedimos por intercesión del mismo, que vivió y murió para glorificarte a Ti, Señor, que con el Hijo y el Espíritu  Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Calendario  de Fiestas Marianas: 

Nuestra Señora del Buen Consejo Y  Nuestra Señora de Nairea, Navarra (1048).

Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

Este domingo es conocido por dedicarlo a Jesús, el Buen Pastor. Esta primera parte del capítulo 10 del Evangelio según San Juan está dedicada a una parábola dirigida a los fariseos que están cegados con su poder, y posiblemente no entienden que se las dirige a ellos. En los primeros diez versículos, Jesús propone una imagen conocida en el mundo en que vive: el cuidado de las ovejas. Y para esto es importante recordar que uno de las principales actividades económicas es la de los pastores. Pues la oveja ofrece su lana para abrigarse, su leche para tomar y los derivados lácteos como queso y cuajada, y también su carne. La oveja se adapta a los territorios y el clima de Israel, pero es un animal muy vulnerable, al ser tan dócil es presa de lobos y también de ladrones. Por esta razón, la atención que hay que brindarles es permanente.

Todas deben estar resguardadas en un redil o corral que puede estar hecho de murallas de piedras generalmente. Hay una puerta por la que el pastor o dueño de las ovejas las va sacando una por una y a veces hasta por su nombre. La voz del pastor es el signo que las guía, ya que éste las lleva a pastar cerca de los arroyos y las ovejas luego de pasar el día, vuelven con el pastor que las cuenta una por una para que entre por la única puerta que tiene este corral.

Jesús se valió de esta imagen que todos conocen y que San Juan relata tan hermosamente. Sería bueno que para entender esta segunda parte del relato también puedas leer la primera. Allí verás lo que Jesús dice sobre la puerta del redil, el ladrón que entra para robar, la voz del pastor que las lleva a lugares seguros. La puerta que hay que pasar es Jesús mismo, allí está la salvación.

En esta segunda parte que hoy leemos, Jesús comienza diciendo “yo soy el buen pastor”. Y la aclaración es que él es el único bueno. Que otros son farsantes y mentirosos y que no quieren a las ovejas. En las traducciones se menciona al “asalariado” que para entender es un trabajador al que se le paga poco y tiene poco interés en su trabajo, por eso no le interesan las ovejas, porque él no es el pastor ni el amo de los animales. Entonces cuando ve algún peligro, abandona a las ovejas. Esto es un reclamo directo a los fariseos que se dicen estar atendiendo al pueblo, pero en verdad se han aprovechado de él.

El profeta  Ezequiel en el capítulo 34 dice que Dios es el pastor de su pueblo y debía darles un pastor definitivo. Cuando Jesús dice que Él es el “buen pastor” está declarando que es el Mesías.

Jesús como buen pastor conoce a sus ovejas y éstas lo conocen a Él. Aquí debemos recordar que la palabra conocer en la Biblia no es una actividad puramente intelectual, como pensaríamos nosotros. Conocer para Jesús es también la “experiencia” de un encuentro y de una vivencia que llega al amor. Es el conocer en la intimidad, comparado casi con el matrimonio donde es de tal forma que marido conoce a su esposa y es conocido por ella, que son los dos “una sola carne”.  Ese mismo conocer es como el Padre conoce a Jesús y Él conoce al Padre. Así Jesús nos conoce y nos une íntimamente a su misterio.

Jesús añade que Él da su vida por sus ovejas. Es importante destacar el “posesivo” que usa Jesús cuando se refiere a “sus” ovejas. Y que entrega su vida por el rescate de estas. Es lo que hemos celebrado en la Pascua, la entrega que Jesús mismo hace en favor nuestro, que somos como sus ovejas. Pero también indica que tiene otras ovejas que no son de ese rebaño, es decir habla de la humanidad completa, no sólo del Pueblo de Israel. A todas Jesús debe conducir, es decir llevar a un solo rebaño, que es la vida eterna. Pero para eso, Él debe entregarse voluntariamente a la Pasión salvadora, para luego resucitar recobrando su vida en rescate por su rebaño. A veces esta terminología no es tan fácil entenderla, pero el rescate se daba cuando alguien caía prisionero y venía alguien y pagaba un rescate por la vida del prisionero. Es una gran síntesis de la historia de la humanidad pecadora, que es rescatada, recobrada por quien tiene vida en sí mismo, que es Dios encarnado.

Francisco y dos nuevos sacerdotes bendicen a los fieles

El Papa condena al "falso pastor que piensa en sí mismo y explota a las ovejas"
Francisco recuerda que "sacerdotes, obispos, papas... están obligados no a mantener la actitud del manager, sino la del siervo"

El Pontífice recuerda a las víctimas del trágico terremoto de Nepal durante el Regina Coeli

El Padre nos ha dado todo lo más grande y precioso que podía darnos. Es el amor más alto y más puro, porque no tiene como motivación ninguna necesidad, no está condicionado por ningún cálculo, no se siente atraído por ningún interés de intercambio

(Jesús Bastante).- Viento y frío en una plaza de San Pedro absolutamente abarrotada, Para acompañar al Papa Francisco, quien bendijo a los fieles junto a dos de los sacerdotes ordenados esta misma mañana. Con un recuerdo a las víctimas de la tragedia de Nepal y un llamamiento a los "que tienen una misión de guía en la Iglesia -sacerdotes, obispos, papas..." que "están obligados a no mantener la actitud del manager, sino la del siervo".
Al comienzo de sus palabras, el Papa animó a "volver a descubrir con asombro que Jesús es el buen Pastor, el que ofrece la vida por las ovejas", el mismo que "obedeciendo voluntariamente a la voluntad del Padre, se ha inmolado en la cruz".

Jesús, continuó Francisco, nos recuerda "qué significa ser el buen pastor: ha dado la vida, ha ofrecido su vida en sacrificio por cada uno de nosotros, por ti, por ti, por mi, por todos...Cristo es el pastor verdadero, dispone libremente de la propia vida. Ninguno se la quita: él la da en favor de sus ovejas, en abierta oposición a los falsos pastores".

Porque "Jesús se presenta como el pastor del pueblo" frente al "falso pastor que piensa en sí mismo y explota a las ovejas". Porque, "a diferencia del mercenario, Cristo participa en la vida de su grey, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, nutrir y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida".

"En la figura de Jesús, buen pastor, contemplamos la providencia de Dios, su solicitud paterna por cada uno de nosotros", señaló Bergoglio. "No nos deja solos. La consecuencia de esta contemplación es la exclamación de un asombro: Ved que amor tan grande nos ha mostrado el Padre".

"El Padre nos ha dado todo lo más grande y precioso que podía darnos. Es el amor más alto y más puro, porque no tiene como motivación ninguna necesidad, no está condicionado por ningún cálculo, no se siente atraído por ningún interés de intercambio. Experimentamos una alegría inmensa, y nos abrimos al reconocimiento por lo que hemos recibido gratuitamente", añadió.

Al tiempo, reclamó a "cuantos tienen la misión de guía en la Iglesia: sacerdotes, obispos, Papas.... están obligados no a mantener la actitud del manager, sino la del siervo, que despojándose de sí mismo nos lleva a dar la vida por los otros".

El Papa, que se hizo acompañar de dos nuevos sacerdotes, también quiso expresar "mi cercanía a los pueblos golpeados por el fuerte terremoto de Nepal y países limítrofes". "Rezo por las víctimas -continuó el Papa, interrumpido por un atronador aplauso en San Pedro-, por los heridos y por todos aquellos que sufren a causa de esta calamidad. Que tengan el apoyo de la solidaridad fraterna".

Antes de despedirse, el Papa tuvo un nuevo recuerdo a Juan Pablo II, pidiendo a los presentes "abrid las puertas a Cristo, como decía con esa voz santa que tenía".

Francisco en el Regina Coeli: 'El buen pastor ofrece la vida por las ovejas'  Fecha: 26 de Abril de 2015

El santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico para rezar el Regina Coeli con los fieles presentes en la plaza de San Pedro.

Publicamos a continuación las palabras del Papa para introducir las oración mariana.  

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Cuarto Domingo de Pascua, llamado “Domingo del Buen Pastor”, cada año nos invita a redescubrir, siempre con nuevo asombro, esta definición que Jesús ha dado de sí mismo, leyéndola a la luz de su pasión, muerte y resurrección. “El buen pastor ofrece la vida por las ovejas”: estas palabras se realizan plenamente cuando Cristo, obedeciendo libremente la voluntad del Padre, se ha inmolado en la Cruz. Entonces queda completamente claro qué significa que Él es “el buen pastor”: da la vida ha ofrecido su vida en sacrificio por nosotros. Por ti, por ti, por ti, por mí, por todos ¡Por eso es el buen pastor!

Cristo es el verdadero pastor, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas. En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como el verdadero y único pastor del pueblo: el mal pastor piensa en sí mismo y explota a las ovejas; el pastor bueno piensa en sus ovejas y se dona a sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es un guía pensativo que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida.

En la figura de Jesús, buen pastor, nosotros comtemplamos la Providencia de Dios, su preocupación paterna por cada uno de nosotros. La consecuencia de esta contemplación de Jesús Pastor verdadero y bueno, es la exclamación de asombro conmovido que encontramos en la segunda Lectura de la liturgia de hoy: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre, mirad qué amor nos ha tenido el Padre, …” Es realmente un amor sorprendente y misterioso, porque donándonos Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, ¡el Padre nos ha dado todo lo más grande y precioso que podía darnos! Es el amor más alto y más puro, porque no está motivado por ninguna necesidad, no está condicionado por ningún cálculo, no es atraído por ningún deseo de intercambio interesado. Frente a este amor de Dios, nosotros experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento por lo que hemos recibido gratuitamente.

Pero contemplar y dar gracias no basta. Es necesario también seguir al Buen Pastor. En particular, los que tienen la misión de guías en la Iglesia --sacerdotes, obispos, Papas-- están llamados a asumir no la mentalidad del líder sino la de siervo, imitando a Jesús, que despojándose de sí mismo, nos ha salvado con su misericordia. A este estilo de vida pastoral están llamados también los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, que he tenido la alegría de ordenar esta mañana en la Basílica de San Pedro. Dos de ellos se asomarán para dar las gracias por vuestras oraciones y para saludaros.

María Santísima obtenga para mí, para los obispos y para los sacerdotes de todo el mundo la gracia de servir al pueblo santo de Dios mediante la alegre predicación del Evangelio, la sentida celebración de los sacramentos y la paciencia y mansa guía pastoral.

¡Reina de los seminaristas y sacerdotes, ruega por nosotros!
Oh María, Madre de Cristo y Madre de los sacerdotes: me consagro a ti abandonando en tus manos de madre toda mi existencia...

Oración de consagración del seminarista a la Virgen

Oh María, Madre de Cristo y Madre de los sacerdotes: me consagro a ti abandonando en tus manos de madre toda mi existencia.

Te entrego toda mi alma. Dígnate aceptarla para modelarla según el modelo de tu Hijo Jesucristo, único Sacerdote.

Hago esta consagración con corazón de hijo, con el deseo de pertenecer más enteramente a Dios. Te ofrezco la posesión de mí mismo para que tú adhieras todo mi ser al Señor. Me comprometo al camino de tu Hijo: el del amor que se entrega sin límites, el de la fatiga apostólica y la santidad sacerdotal. Acepto por anticipado todas las renuncias que lleva consigo y prometo, con la gracia de Dios aceptar gustoso todas la exigencias de esta entrega total y gastarme hasta dar la vida por el bien de los hombres .

Madre Santísima, al ofrecerme a ti, te confío todo lo que poseo y todo lo que soy, todo lo que el Señor me ha dado. Custódiame en tu el seno de Madre y en el de la Iglesia.
Te entrego mi inteligencia, para que se llene, como la tuya del misterio de Cristo y sepa dejarse guiar por la Palabra de Dios.

Te entrego mi corazón para que lo transformes a imagen del Corazón del Buen Pastor y lo llenes de celo y un inmenso amor, sincero y generoso, que no se busque nunca a sí mismo y viva la comunión y la fraternidad.

Te entrego mi cuerpo y mis sentidos, para vivir siempre en pureza y con un corazón indiviso y unido a Cristo.

Te entrego mi libertad, para que se libere de la servidumbre del pecado y escoja siempre lo que más agrade a Dios en una obediencia sin reservas a mis superiores y una colaboración leal con mis compañeros.

Te entrego mis deseos y mis esperanzas, para que, fijos enteramente en el Señor, sean colmados en plenitud.

Te entrego mis penas y mis alegrías, para que sean transformadas en la pena y la alegría del Redentor. Dame tener los mismo sentimientos de Cristo Jesús y que solo me consuele en sus consuelos.

Te entrego mi vocación. Cuida de ella y acompáñame en toda mi formación y mi ministerio.

¡Se tú la Reina de mi vida, gobierna todo lo mío para que todo sea del Señor!. Amén.

¡Nuestra Señora de los Apóstoles, ruega por nosotros!
¡Reina de los seminaristas y sacerdotes, ruega por nosotros!

Es natural en todos nosotros querer ser amados y aceptados por los demás
Debemos hacer el esfuerzo de abrirnos porque compartiendo crecemos

A veces sucede que uno es introvertido, que siente las cosas pero que no las expresa, que no las demuestra y esto es un freno al darse, porque es abriéndose los unos a los otros, tanto dentro como fuera de la familia, como se fortalece todo lo humano, todo lo autentico. Debemos hacer el esfuerzo de abrirnos porque compartiendo crecemos. Quizás el encerrarnos es nuestra fragilidad, nuestra falla, nuestra debilidad porque precisamente la palabra fragilidad quiere decir falla. Fallo por que no puedo o fallo por que no quiero. A los humanos se nos hace difícil admitir nuestras fallas. Es nuestra mayor debilidad, es nuestra mayor fragilidad. Y que podríamos decir de nuestra debilidad en admitir fallas en nuestros hijos. Como los amamos, todo lo justificamos. Es una falla. Y lo peor es que si seguimos en esta postura les estamos haciendo un daño. Daño que se reflejará en su vida futura.

El hogar es el lugar de los afectos y si nuestra fragilidad es causa por el amor que les tenemos, podríamos decir que las fallas deberían estar permitidas, aunque no más sea por un rato. Pero si deberíamos aprender a saber manejarlas o al menos tener conciencia
de lo que deberíamos encauzar.

Cuando un niño empieza a caminar y realmente tiene sus piernas vacilantes se fortalece con la ayuda de sus padres que son los que le dan confianza y esperanza. Los brazos abiertos son su protección, son el marco de esperanza, son el apoyo de su posibilidad para afianzarse y caminar. Con el tiempo crecerá y siempre los padres serán el marco para aprender a caminar. Otra clase de camino, pero se aprende caminando. Y en ese caminar, los padres son esenciales para que siga el buen camino.

No escucha y no ve, el que su corazón no se lo permite. Las cosas se razonan primero, pero es desde el corazón que son comprendidas. Es desde el corazón que las cosas se ven, se escuchan y se hacen distintas. Razonar si, pero hacer desde el corazón. Dándole cabida al corazón. Las cosas de Dios están más cerca del corazón que del cerebro

´Dios nos hizo perfectos y no escoge a los capacitados, sino que capacita a los escogidos´. Hacer o no hacer algo, sólo depende de nuestra voluntad y perseverancia’. (Albert Einstein)

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame por lo que eres. La fragilidad no significa tragedia; la fragilidad es humana, y en lo humano está lo mejor de nosotros. Y lo mejor siempre es lo pensado y transmitido desde el corazón.

Si la familia es escuela de virtudes, una de las primeras enseñanzas que deberíamos aprender y transmitir es la de hablar y escuchar desde el corazón.

En toda persona hay luces y sombras. No debemos detenernos en aquello que es nuestra sombra, sino que simplemente mirando lo bueno que hay en cada uno de nosotros, aprendamos a manejar nuestras sombras.

Así como cuando nuestro hijo era pequeño nuestros brazos abiertos le dieron confianza a sus primeros pasos, así deben seguir los padres: con los brazos abiertos para que los hijos vayan ganando confianza en si mismos. Así aflorará su propia creatividad. Su propio ser lo que es o lo que deba ser.

Es en la familia donde se nos habla y escucha por primera vez, donde se ponen los primeros límites, donde los padres tienen en esencia la función de acompañar, y la creatividad es exigida al máximo para superar las dificultades; o por lo menos así debería ser.

Una de las cosas apreciadas es ser una persona honorable. ¿Qué es el honor? Es ser esclavo de lo que uno es. Y en esa esclavitud es necesario que haya un corazón lleno de amor. Lo razonado debe siempre pasar por el corazón si quieres que el honor sea una buena actitud. Una actitud llena de afecto, llena de comprensión. Entre el honor y el amor hay que seguir el amor, pues sin amor el honor es un buen estiércol para la verdura. Nos tendríamos que preguntar si en nuestras familias fomentamos estos valores, si intentamos transformar nuestras fragilidades en fortalezas mirándonos a la cara y hablándonos con el corazón. La vida se compone de una sucesión de lecciones que deben ser vividas para ser comprendidas. Bien está el pensar, el razonar, pero de poco vale si no interviene el corazón. La vida de hoy, el mundo de hoy. razona mucho, pero poco usa el corazón. Cada día se nota más a faltar la intervención del corazón. Que no nos ocurra esto a nosotros. Y sobre todo, que no ocurra en nuestra familia.

El Buen Pastor

Juan 10, 11-18. 4o. Domingo Pascua B. oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón.

Oración introductoria

Señor mío, vengo ante Ti porque quiero tener un momento de intimidad contigo. Soy esa oveja que pierde fácilmente el rumbo si no está en comunicación permanente con su pastor. En esta oración, con un acto libre de mi voluntad, quiero entregarme completamente a Ti, quiero ser parte de tu rebaño, muéstrame el camino a seguir.

Petición

¡Ven Espíritu Santo! Dame la docilidad de la oveja que nunca abandona a su pastor.

Meditación del Papa Francisco

Jesús es el Buen Pastor, las ovejas escuchan su voz y lo siguen. No era ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacia negocios políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Pero las decía de tal forma que el pueblo amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían.

¿A mí a quién me gusta seguir? A quienes me hablan de cosas abstractas o de casuísticas morales; los que se dicen del pueblo de Dios, pero no tienen fe y negocian todo con los poderes políticos, económicos; los que quieren siempre hacer cosas extrañas, cosas destructivas, guerras llamadas de liberación, pero que al final no son el camino del Señor; o un contemplativo lejano?
Que esta pregunta nos haga llegar a la oración y pedir a Dios, el Padre, que nos haga llegar cerca de Jesús para seguir a Jesús, para asombrarnos de lo que Jesús nos dice. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de junio de 2014, en Santa Marta).

Reflexión

En algunos países de América Latina, en este domingo de Pascua, día del "Buen Pastor", se celebra -además del Jueves Santo- el día de los sacerdotes. Gracias a Dios, nuestra Iglesia Católica cuenta con muchos y muy santos sacerdotes en todas las latitudes del mundo. Pero algunos de nuestros enemigos se han confabulado rabiosamente para atacarlos con calumnias de muy mal gusto, para desprestigiarlos y manchar públicamente su buena fama y reputación con mentiras soeces y deshonestas. Y, lo que es peor, algunos católicos inconscientes se han prestado como tontos útiles para hacerles eco y seguir su juego tan sucio y tan poco leal. Pero, en fin, si Cristo mismo fue perseguido y calumniado, no podemos esperar una suerte diversa para sus sacerdotes. Él mismo nos lo advirtió: "El discípulo no es más que su Maestro: si al amo le llamaron Beelzebul -o sea, príncipe de los demonios-, ¿cuánto más a los de su casa?" (Mt 10, 24-25). Si nos calumnian injustamente, es señal de que vamos por el mismo camino que siguió nuestro Señor.

Pero, aunque es verdad que algunos pocos, poquísimos, sí han fallado -pues los sacerdotes son también seres humanos frágiles y pecadores- debemos hacerles justicia y reconocer públicamente que los buenos sacerdotes son, por fortuna, la inmensa mayoría, casi todos. Y se comportan como "buenos pastores", siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor.

Todos nosotros, en las más diversas circunstancias de la vida, hemos tenido a nuestro lado a santos sacerdotes que nos han ayudado a mantenernos en pie, a pesar de las dificultades. Y a ellos les debemos la perseverancia en nuestra fe y en nuestra vocación cristiana.

Yo recuerdo con grandísimo cariño -y estoy seguro de que también tú, querido amigo lector- la figura de sacerdotes que han dejado una huella indeleble en mi existencia porque han sabido ser, como Cristo, "buenos pastores". Pastores, sí; y también buenos, como auténticos padres, amigos y compañeros de la vida.

De san Francisco de Sales, aquel obispo inefablemente amable, dulce y bondadoso, la gente solía decir: "¡Cuán bueno debe ser Dios, cuando ya es tan bueno el obispo de Ginebra!". Y se cuenta que un hombre incrédulo de la Francia del siglo XIX, alrededor del año 1840, fue invitado a visitar al padre Juan María Vianney, conocido como el santo Cura de Ars. Y, a pesar de haber ido en contra de su voluntad, después de conocerlo, exclamó: "¡Hoy he visto a Dios en un hombre!".

Es impresionante también el testimonio que nos narró personalmente, hace algunos años, Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, entonces Administrador apostólico de la Rusia europea y actual Arzobispo de Moscú: Perni es una ciudad que se encuentra en los Urales y, durante el comunismo, había allí campos de concentración. Todavía en los años ochenta estaba detenido en ese lugar un sacerdote lituano, Sigitas Tamkjavicius, hoy obispo metropolitano de Kaunas. Después de la santa Misa los fieles me invitaron a visitar el cementerio. Me llevaron ante la tumba del primer sacerdote que había trabajado en esa ciudad, muerto en el siglo XIX. La gente me decía: "Durante sesenta años hemos permanecido sin iglesia y sin sacerdote, pero estaba esta tumba; y durante las fiestas veníamos aquí y rezábamos sobre esta tumba, incluso confesábamos nuestros pecados. Ninguno de nosotros ha conocido al sacerdote que está aquí sepultado.

De él sólo sabemos lo que nos han contado nuestros abuelos. Y, sin embargo, durante estos sesenta años él, de modo invisible, ha estado presente entre nosotros, como si hubiera salido de la tierra para enseñarnos a ser fieles a nuestra vocación cristiana. Gracias a esta tumba hemos conservado la fe, que ahora renace y se refuerza". Gracias a Dios, en nuestra Iglesia hay muchos sacerdotes santos. Y, como éstos, tenemos legiones enteras y miríadas de ejemplos. Sacerdotes que, llenos de amor a Dios y a los demás, desgastan su vida en silencio y a escondidas, como la vela roja del Santísimo Sacramento que se consume de día y de noche en un continuo acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía. Pero los sacerdotes también necesitan de nuestra oración y de nuestro apoyo, para que el Señor les dé a todos el don de la santidad y de la perseverancia en su vocación. Y oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón: buenos pastores, como Jesús, "el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas".

Propósito

Ante Cristo Eucaristía, ofrecerme como pobre instrumento para acercar a otros al Buen Pastor y pedir especialmente por los sacerdotes.

Diálogo con Cristo

El Señor es mi pastor, nada me falta. Qué verdad tan consoladora en este mundo individualista en donde nadie parece preocuparse por los demás. El pastor pide obediencia a sus ovejas y da la vida por ellas, por eso, permite, Padre mío, que sepa siempre responder a tu llamado y que sepa dar una dimensión sobrenatural a todos mis esfuerzos y actividades del día de hoy.


 

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