Podar para dar más fruto.
- 06 Mayo 2015
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El Papa, con el dron
Con los colores del Vaticano
Estudiantes jesuitas regalan un dron al Papa
El vehículo representa «los valores de la tecnología al servicio del hombre»
Redacción, 05 de mayo de 2015 a las 16:28
Los jóvenes quisieron mostrar cómo pueden ser útiles también para ayudar a las personas, en concreto estos días se están utilizando en la tragedia del terrible sismo en Nepal
Los estudiantes de una escuela jesuita de Roma llevaron al Papa Francisco durante el encuentro con la Comunidad de Vida Cristiana en Italia y la Liga Misionera de Estudiantes italianos un divertido regalo que seguro sorprendió al Pontífice.
Se trata de un dron, que se elevó durante unos segundos en el Aula Pablo VI del Vaticano durante la visita de este grupo de estudiantes según la agencia Ansa.
El peculiar regalo de unos estudiantes romanos al Papa Francisco
El vehículo aéreo no tripulado está adornado con los colores de la bandera vaticana, blanco y amarillo, y lleva el lema del escudo papal: «Miserando atque eligendo». El Pontífice se mostró sorprendido por el regalo y sintió curiosidad por el moderno aparato. Según un comunicado de la escuela, el vehículo representa «los valores de la tecnología al servicio del hombre».
Los jóvenes quisieron mostrar cómo pueden ser útiles también para ayudar a las personas, en concreto estos días se están utilizando en la tragedia del terrible sismo en Nepal que ha dejado miles de muertos y destrozado el país.
No es la primera vez que el Papa Francisco recibe un regalo extraño o cuanto menos curioso ya que es habitual que en las audiencias y encuentros reciba todo tipo de objetos y gestos, desde que se toque un tango por su cumpleaños, hasta yerba mate o un espectáculo circense. El Santo Padre utiliza estos regalos para ayudar a los más necesitados. Su destino no son las estancias vaticanas, sino las asociaciones de beneficencia.
Evangelio según San Juan 15,1-8.
Jesús dijo a sus discípulos:«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Juan Taulero (c. 1300-1361), dominico en Estrasburgo. Sermón 7
Podar para dar más fruto.
El viñador irá a su viña para podar los brotes bordes. Si no lo hiciera y los dejara crecer en la viña, ésta no daría sino un vino malo de agraces. Así tiene que obrar el hombre digno: tiene que podar él mismo todo lo que es desorden, desarraigar a fondo todas sus maneras de ser y sus inclinaciones, tanto si se trata de alegrías como de sufrimientos, es decir, cortar las malas costumbres. Esto no destruye ni la cabeza, ni el brazo ni la pierna.
Pero ¡alerta con el cuchillo hasta que no sepas muy bien dónde y qué tienes que cortar. Si el viñador no supiera el arte de la poda, cortaría todo, tanto el brote bueno que pronto dará su uva, como el brote malo y estropearía así la viña. Hay alguna gente que obra así. No conocen el oficio de podar. Dejan los vicios, las malas inclinaciones en el fondo de la naturaleza, cortando y lastimando a la pobre naturaleza misma. La naturaleza en sí es buena y noble: ¿qué quieres cortar y podar en ella? Al tiempo de los frutos, es decir, en la vida divina, te quedaría solamente una naturaleza arruinada.
«Este redentor de cautivos, fundador de la Orden de Santa María de la Merced consagró su vida a liberar a los cristianos y él mismo fue apresado en Argelia en una de las expediciones que llevaba a cabo con este objetivo»
Natural de Barcelona, España nació hacia 1180. Sus padres debían poseer tierras en zonas colindantes a la capital. Y él crecería en ese privilegiado entorno junto a un monasterio románico, hasta que huérfano de padre a los 15 años, con la aquiescencia materna, repartió sus bienes. En edad de contraer matrimonio se arrodilló ante la Virgen de Montserrat y le ofreció su vida dando la espalda a mundanas vanidades. La época histórica en la que discurría su quehacer, con el dominio musulmán sobre las costas en todo su apogeo, trajo consigo el destierro de miles de cristianos a África. Eran personas cruelmente maltratadas y angustiadas por un yugo injusto que llevó a muchas a renegar de su fe pensando que Dios las había abandonado. Pedro tomó conciencia de la tragedia que encierra la esclavitud. Y en 1203 ya estaba implicado como benefactor de los pobres según consta en documento escrito que lo menciona como «responsable de la limosna de los cautivos». Precisamente ese año tuvo lugar en Valencia la primera «redención de cautivos». El santo rescató con sus propios medios a unos 300. Cuando se le agotó el dinero, formó grupos para recaudar la «limosna para los cautivos». Y al quedar clausurada esta vía de ayuda, pensó ingresar en alguna orden religiosa o trasladarse al desierto.
Hubo dos hitos significativos de carácter sobrenatural que marcaron su trayectoria espiritual y apostólica. En 1203 en un sueño se vio transportado al atrio de un espléndido palacio donde existía un frondoso olivo. Dos venerables ancianos le encomendaron su tutela. A ellos siguieron los furibundos ataques de otros dos hombres que se cebaron en las ramas y el fruto. En medio de la lucha observó que de la rama cercenada brotaba otra más esplendorosa, y otro tanto acontecía con el fruto. Desvanecida la visión, quiso interpretarla. Esta experiencia, a decir de los cronistas, pudo ofrecer dos perspectivas. En la primera, el atrio sería el mundo; la oliva, la Iglesia, y los agresores, los enemigos de la fe representados en las cohortes de prisioneros que se asfixiaban bajo las cadenas de la cautividad. Al rescatarlos, él liberaría a la Iglesia de su opresión. En otra lectura se habrían invertido los símbolos; tendrían nueva y simple matización. El atrio sería la Iglesia y la oliva la Orden que iba a fundar: un alborear para los que se hallaban presos. A esta convicción le habría conducido la Santísima Virgen, a quien Pedro se encomendaba buscando luz para clarificar su devenir y la voluntad divina que pudiera encerrar este hecho.
Así las cosas, y este fue el segundo hito, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen. Iba vestida con el hábito blanco característico de los mercedarios. Movido por Ella, el 10 del mismo mes y año creó la orden de Santa María de la Merced para la redención de cautivos en la catedral de Barcelona. Fue un acto emotivo, de honda significación, que tuvo lugar ante la presencia del monarca Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou. Éste fue quien impuso al santo y a los doce primeros integrantes de la fundación la túnica blanca con todos sus elementos inspirada en la que llevó María. La nueva realidad eclesial, que anteriormente había sido laica, fue dotada con un cuarto voto, el de liberar esclavos, que se añadió a los clásicos de pobreza, castidad y obediencia. Les comprometía a entregar la propia vida a imagen del Redentor. En los inicios de la instauración de su obra Pedro no estuvo solo; contó con el inapreciable consejo y ayuda de san Raimundo de Peñafort. En ese momento, las circunstancias propiciaban la labor de estos nuevos redentores.
El hospital barcelonés de Santa Eulalia era cobijo de indigentes y cautivos que regresaban de tierras moriscas sin medios para sobrevivir. Y en ese establecimiento, asignado a los mercedarios por el rey aragonés, comenzaron su excelsa labor. Cada rescatado tenía la obligación de participar durante un tiempo en la redención de nuevos cautivos. También reemplazar al esclavo ocupando su lugar, siempre que su fe estuviese en peligro y no tuviesen dinero para rescatarlo. En una de las expediciones realizadas por Pedro Nolasco a Argelia para liberar a cristianos fue hecho prisionero, pero finalmente consiguió la libertad.
Fue un hombre de oración, humilde, generoso, lleno de fe y entrañas de misericordia, fiel observante de la regla, entregado, con gran visión y celo apostólico. A ello se unían sus ansias de morir por Cristo. Éste ímpetu, junto a su fe, propiciaron la existencia de la rama mercedaria femenina. La materializó con la anuencia de María de Cervelló, luego canonizada, joven natural de Barcelona a la que supo transmitir el espíritu que animaba la Orden instituida por él y de la que fue superior general. Diecisiete fundaciones extendidas por Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca y Carbona dan idea también de su amor a Cristo y a sus semejantes. Con el generoso grupo de seglares que se implicaron en la admirable tarea de auxiliar no solo a los cautivos sino de prestar asistencia a pobres, enfermos y peregrinos, creó una fraternidad. El rey Jaime I, al que acompañó en la conquista de Mallorca y Valencia, le donó el monasterio de El Puig. En 1235 Gregorio IX emitió la bula «Devotionis vestrae» confirmando su obra. Fue agraciado con éxtasis y dones de profecía y milagros. Cuenta la tradición que hubiera deseado venerar las reliquias de san Pedro en Roma, peregrinación que no pudo efectuar. En su desconsuelo, éste se le apareció en sueños durante tres noches consecutivas diciéndole: «vengo a verte porque tú no puedes ir a visitarme». En la última, mientras Pedro Nolasco oraba de rodillas, vio al apóstol crucificado, cabeza abajo. Le instó a no dejar España donde florecía su excelsa labor. Murió el 6 de mayo de 1245 pronunciando el Salmo 76: «Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados». Urbano VIII lo canonizó el 30 de septiembre de 1628.
El 6 de Mayo, celebra la Iglesia la fiesta de San Pedro Nolasco, que fue Comerciante al servicio de la libertad, que transformaba el dinero de la nueva burguesía comercial de Europa, a principios del siglo XIII, en "capital" para redimir a los cautivos y para así crear una sociedad fraterna, de hermanos cristianos y de musulmanes.
Su proyecto fue transformar las cruzadas (guerras de conquista de las tierra enemigas para “proteger” a los cristianos y defender de esa manera la “libertad” de los Santos Lugares) en “campañas” de liberación de cautivos, poniendo, el dinero al servicio de la comunidad, para que todos pudieran vivir en libertad, musulmanes en su patria, cristianos en la suya.
Han cambiado en ocho siglos muchas cosas, pero el núcleo del “carisma” de Pedro Nolasco sigue intacto, mejor dicho, ha crecido, pues lo conflictos comerciales y los riesgos de perder la libertad son hoy distintos, pero tan grandes como los de antaño. A todos los amigos de la Merced, buen día de San Pedro Nolasco.
No seguiré hablando de San Pedro Nolasco, pues lo he venido haciendo en años pasados, por estas mismas fechas.
06 de mayo 2015 Miércoles V Pascua Hch 15, 1-6
«Unos que habían bajado de Judea, nos dice el libro de los Hechos, enseñaban a los hermanos de Antioquía que si no se circuncidaban de acuerdo con la Ley de Moisés no podían salvarse». Cuántas veces pienso, y tal vez digo, que los demás tienen que hacer como yo, siguiendo mis costumbres, y mi "tradición", de lo contrario no son dignos de llamarse cristianos. ¿Cuántas veces reducimos la fe en cosas formales y exigimos que los otros hagan como nosotros? Señor, dame lucidez para saber distinguir entre lo que es fundamental en la fe y lo que son las formas.
2. Don del Entendimiento Por: SS Papa Francisco |
Catequesis sobre los Dones Espíritu Santo. Miércoles 30 abril 2014.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de reflexionar sobre la sabiduría, como el primero de los siete dones del Espíritu Santo, hoy quiero centrar la atención en el segundo don, es decir, el entendimiento. No se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad intelectual de la que podemos estar más o menos dotados. Es, en cambio, una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los efectos de este don —es decir, lo que hace el don de entendimiento en nosotros—, y Pablo dice esto: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu» (1 Co 2, 9-10). Esto, obviamente, no significa que un cristiano pueda comprender cada cosa y tener un conocimiento pleno de los designios de Dios: todo esto permanece en la espera de manifestarse en toda su transparencia cuando nos encontremos ante Dios y seamos de verdad una cosa sola con Él. Sin embargo, como sugiere la palabra misma, el entendimiento permite «intus legere», es decir, «leer dentro»: este don nos hace comprender las cosas como las comprende Dios, con el entendimiento de Dios. Porque uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia, y está bien. Pero comprender una situación en profundidad, como la entiende Dios, es el efecto de este don. Y Jesús quiso enviarnos al Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos nosotros podamos comprender las cosas como las comprende Dios, con la inteligencia de Dios. Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros. Es el don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del designio de amor que Él tiene con nosotros.
Está claro entonces que el don de entendimiento está estrechamente relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado. Jesús mismo dijo a sus discípulos: yo os enviaré al Espíritu Santo y Él os hará comprender todo lo que yo os he enseñado. Comprender las enseñanzas de Jesús, comprender su Palabra, comprender el Evangelio, comprender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo podemos comprender la profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un gran don que todos nosotros debemos pedir y pedir juntos: Danos, Señor, el don de entendimiento.
Hay un episodio del Evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este don. Tras asistir a la muerte en cruz y a la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, desilusionados y acongojados, se marcharon de Jerusalén y regresaron a su pueblo de nombre Emaús. Mientras iban de camino, Jesús resucitado se acercó y comenzó a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no fueron capaces de reconocerlo. Jesús caminaba con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados, que no lo reconocieron. Sin embargo, cuando el Señor les explicó las Escrituras para que comprendieran que Él debía sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se abrieron y en sus corazones se volvió a encender la esperanza (cf. Lc 24, 13-27). Esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre para comprender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas. Es importante el don de entendimiento para nuestra vida cristiana. Pidámoslo al Señor, que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don para comprender, como comprende Él, las cosas que suceden y para comprender, sobre todo, la Palabra de Dios en el Evangelio. Gracias.
Yo soy la vid y mi Padre el viñador
Juan 15, 1 -8. Pascua. Para poder dar fruto necesitamos pernanecer cerca del viñador, del Padre que está en los cielos.
Oración introductoria
Padre, mi gran y buen viñador. Que esta oración me ayude a descubrir todo lo que tenga que «podar» en mi vida, para poder unirme plenamente a tu amada vid, Cristo, que me da la gracia para vivir en plenitud, como discípulo y misionero de su amor.
Petición
Señor, dame la gracia de ser un sarmiento que viva siempre unido a Ti, para poder dar fruto.
Meditación del Papa Francisco
Y sabemos muy bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo en nuestro encuentro cotidiano con él en la Eucaristía, en nuestra vida de oración, en nuestros momentos de adoración, y también reconocerlo presente y abrazarlo en las personas más necesitadas. El “permanecer” con Cristo no significa aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros.
Quiero acá recordar algunas palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta.
Dice así: “Debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres.
Es en las ‘favelas’, en los ‘cantegriles’, en las ‘villas miseria’ donde hay que ir a buscar y servir a Cristo.
Debemos ir a ellos como el sacerdote se acerca al altar: con alegría”.
Hasta aquí la beata. Jesús es el Buen Pastor, es nuestro verdadero tesoro, por favor, no lo borremos de nuestra vida. Enraicemos cada vez más nuestro corazón en él. (Homilía de S.S. Francisco, 27 de julio de 2013).
Reflexión
Recuerdo una vez se me ocurrió la loquera de entrevistar a todos los sacerdotes ya avanzados en años que me encontrara, y entre las preguntas que les hacía, les planteaba la siguiente hipótesis: "Si usted tuviera la oportunidad de decir algo a todos los católicos del mundo, ¿qué les diría? La respuesta ha pasado a ser en mi corazón una de esas frases lapidarias que se guardan para toda la vida, tanto es así que te la transcribo aquí de memoria: "Que amen a Cristo, que amen a Cristo, porque sin él nada podemos hacer". A lo mejor estás pensando que estoy cambiando un poquito el evangelio, o que estoy mezclando citas diversas, pero cuando Cristo dice: "permaneced en mí" está queriendo decir que lo amemos, es así como nos unimos a él, y es así como permanecemos en él. Es así como damos fruto. Un manzano da frutos dando manzanas y un limón dando limones, pero un cristiano, ¿cómo da frutos? Amando y haciendo que otros amen. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Tiene un defecto, no sabe medirse, cuando ama, se da totalmente. Y si su amor no tiene límites, que no lo tenga tampoco el nuestro. Para ilustrar esta generosidad el evangelio nos ayuda mucho, si lo amamos: - Permanecemos en él, es decir, vivimos el cielo por adelantado. - Damos fruto, es decir si amamos, nos realizamos porque es para esto para lo que fuimos creados y para hace que otros amen.
- Podemos pedir lo que queramos porque lo conseguiremos.
- Y además damos gloria a Dios porque su gloria es que nosotros demos mucho fruto y que permanezcamos en Cristo, que seamos sus discípulos.
Propósito
Confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida, el amor a Cristo y a su Iglesia.
Diálogo con Cristo
La Palabra de Dios es la verdad. «Pidan lo que quieran y se les concederá». Señor, ¿por qué conociendo tu Palabra no la hago vida? ¿Por qué mi meditación frecuentemente no es auténtica oración? Sin Ti, mi vida es incompleta, sin Ti, la vida no tiene un sentido pleno, sin Ti, no puedo dar fruto, por eso hoy te pido tu gracia para que mi oración me lleve a compartir con los demás la alegría de haberte encontrado.
El Papa saluda a files chinos en la audiencia
Recuerda el final de la II Guerra mundial: "Aprendamos de los errores del pasado"
Papa: "Las familias cristianas son un recurso esencial para la Iglesia y para todo el mundo"
"La Iglesia necesita la valiente fidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento"
José Manuel Vidal, 06 de mayo de 2015 a las 09:52
Maridos presentes, ¿entendéis esto? Amar a la propia mujer como Cristo ama a la Iglesia. Esto no es una broma. Esto es serio
(José M. Vidal).- En una plaza, llena como siempre, el Papa detiene su papamóvil y se baja para saludar a los fieles chinos, en un claro guiño a la potencia asiática. En la homilía sobre el matrimonio, Francisco asegura que "el matrimonio cristiano construye la Iglesia" y es "un recurso esencial para todo el mundo".
Lectura de San Pablo a los Efesios: "Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a su Iglesia...Amar a su mujer es amarse a sí misma".
Algunas frases del Papa
"La belleza del matrimonio cristiano"
"No es sólo una ceremonia con fotos, vestidos y flores"
"Es un misterio grande, como dice San Pablo"
"El amor entre los cónyuges es la imagen del amor de Cristo y de su Iglesia"
"Una analogía imperfecta, pero en sentido espiritual, que es revolucionario y sencillo a la vez"
"Maridos presentes, ¿entendéis esto? Amar a la propia mujer como Cristo ama a la Iglesia. Esto no es una broma. Esto es serio"
"Original reciprocidad de la dedicación y del respeto fue madurando lentamente en la historia y, al final, ha prevalecido"
"Amar sin reservas"
"Todo matrimonio va sobre el camino del amor de Cristo con la Iglesia"
"La decisión de casarse en el Señor contiene una dimensión misionera"
"Hace falta coraje para eso, para amarse como Cristo ama a la Iglesia"
"La Iglesia necesita la valiente fidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento"
"Camino en la fe y en la esperanza"
"Es la ruta del amor"
"Fuerza y ternura de Dios que se transmite de familia en familia"
"Llevar este tesoro en vasijas de barro"
"Las familias cristianas son un recurso esencial para la Iglesia y para todo el mundo"
Texto íntegro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está dedicada a la belleza del matrimonio cristiano, que no es simplemente la belleza de la ceremonia que se hace en la iglesia, sino del belleza sacramento que hace a la Iglesia iniciando una nueva comunidad familiar. El matrimonio es un gran misterio que tiene la dignidad de reflejar el amor de Cristo a su Iglesia. Todos los cristianos estamos llamados a amar como Cristo nos amó, pero el marido, dice el apóstol Pablo, debe amar a su mujer «como a su propio cuerpo», como Cristo «ama a su Iglesia». Esta radicalidad evangélica restablece la reciprocidad originaria de la creación.
El sacramento del matrimonio es un acto de fe y de amor, en el que los esposos, mediante su libre consentimiento, realizan su vocación de entregarse sin reservas y sin medida. La Iglesia está totalmente implicada en cada matrimonio cristiano: se edifica con sus logros y sufre sus fracasos. Asumamos seriamente la responsabilidad que se desprende de este vínculo indisoluble. La decisión de «casarse en el Señor» tiene también una dimensión misionera, pues requiere que los esposos estén dispuestos a ser transmisores de la bendición y de la gracia del Señor para con todos.
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Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los Oficiales de la Academia Superior de Policía de Colombia, así como a los grupos venidos de España, México, Argentina, Guatemala, Venezuela y otros países latinoamericanos. Queridos hermanos y hermanas, pidamos para que el matrimonio y las familias sean un reflejo de la fuerza y de la ternura de Dios en nuestra sociedad. Muchas gracias. Saludo en italiano
Recuerda el 70 aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa. "Que la sociedad humana aprenda de los errores del pasado y, ante los coflictos actuales que lacertan alguna sregiones del mundo, todos los responsables civiles se empeñen en la búsqueda del bien común y en la promoción de la cultura de la paz"
Texto completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanos, ¡buenos días!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia tocamos hoy directamente la belleza del matrimonio cristiano. Esto no es simplemente una ceremonia que se hace en la Iglesia, con las flores, el vestido, la foto...El matrimonio cristiano es un sacramento que tiene lugar en la Iglesia y que también hace a la Iglesia, dando comienzo a una nueva comunidad familiar.
Es aquello que el apóstol Pablo resume en su célebre expresión: "Éste es un gran misterio - esto del matrimonio - y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia." (Ef. 5, 32). Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. ¡Una dignidad impensable! ¡Pero, en realidad, está inscrita en el designio creador de Dios, y con la gracia de Cristo innumerables parejas cristianas, aún con sus límites, sus pecados, la han realizado!
San Pablo, hablando de la nueva vida en Cristo, dice que los cristianos - todos - están llamados a amarse como Cristo los ha amado, es decir, "sometidos los unos a los otros (Ef. 5, 21), que significa al servicio los unos de los otros. Y aquí introduce la analogía entre la pareja marido-mujer y aquella de Cristo-Iglesia. Es claro que se trata de una analogía imperfecta, pero debemos captar el sentido espiritual que es altísimo y revolucionario y, al mismo tiempo, simple, al alcance de todo hombre y mujer que se confían a la gracia de Dios.
El marido - dice Pablo - debe amar a la esposa "como el propio cuerpo" (Ef. 5, 28); amarla como Cristo "como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella" (v. 25). ¿Pero ustedes maridos que están aquí presentes, entienden esto? Amar a la propia mujer como Cristo ama a la Iglesia. ¡Éstas no son bromas, es serio! El efecto de este radicalismo de la dedicación pedida al hombre, por el amor y la dignidad de la mujer, sobre el ejemplo de Cristo, debe haber sido enorme, en la misma comunidad cristiana.
Este germen de la novedad evangélica, que restablece la originaria reciprocidad de la dedicación y del respeto, ha madurado lentamente en la historia, pero al final ha prevalecido.
El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor: testimonia el coraje de creer en la belleza del acto creador de Dios y de vivir aquel amor que empuja a seguir adelante siempre más allá, más allá de sí mismos y también más allá de la misma familia. La vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que está en la base también del libre consentimiento que constituye el matrimonio.
La misma Iglesia está plenamente involucrada en la historia de todo matrimonio cristiano: se edifica en sus logros y padece en sus fracasos. Pero debemos interrogarnos son seriedad: ¿aceptamos completamente, nosotros mismos, como creyentes y como pastores también, este vínculo indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumirnos seriamente esta responsabilidad, es decir, que todo matrimonio va en el camino del amor que Cristo tiene a la Iglesia? ¡Esto es grande!
En esta profundidad del misterio de lo creatural, reconocido y restablecido en su pureza, se abre un segundo gran horizonte que caracteriza el sacramento del matrimonio. La decisión de "casarse en el Señor" contiene también una dimensión misionera, que significa tener en el corazón la disponibilidad a hacerse intermediario de la bendición de Dios y de la gracia del Señor para todos. En efecto, los esposos cristianos participan, como esposos, en la misión de la Iglesia. ¡Y se necesita coraje para eso, eh! Por esto cuando yo saludo a los flamantes esposos, digo: "¡He aquí los valerosos!" Porque se necesita coraje para amarse así como Cristo ama a la Iglesia. La celebración del sacramento no puede dejar afuera esta corresponsabilidad de la vida familiar con respecto a la gran misión de amor de la Iglesia. Y así, la vida de la Iglesia se enriquece cada vez con la belleza de esta alianza nupcial, como también se empobrece cada vez que ésta es desfigurada. ¡La Iglesia, para ofrecer a todos los dones de la fe, del amor y de la esperanza, tiene necesidad también de la valerosa fidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento! El pueblo de Dios tiene necesidad de su cotidiano camino en la fe, en el amor y en la esperanza, con todas las alegrías y las fatigas que este camino comporta en un matrimonio y en una familia.
La ruta así está marcada para siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre. Cristo no cesa de cuidar a la Iglesia: la ama siempre, la cuida siempre, como a sí mismo. Cristo no cesa de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas de todo tipo. Es conmovedora y tan bella esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a familia. Tiene razón San Pablo: ¡esto es realmente un "gran misterio"! Hombres y mujeres, suficientemente valientes para llevar este tesoro en los "vasos de barro" de nuestra humanidad. Estos hombres y mujeres, que son así valientes son un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. ¡Dios los bendiga mil veces por esto! Gracias.