“Mirad, estamos subiendo a Jerusalén.”
- 27 Mayo 2015
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El Papa, con los franciscanos
Les invita a una "cercanía concreta a los pobres, a los necesitados, a los marginados"
El Papa, a los franciscanos: "Vuestro claustro sigue siendo el mundo entero"
Francisco pide a los religiosos "ser portadores de misericordia, reconciliación y paz"
Redacción, 26 de mayo de 2015 a las 17:50
Porque habéis heredado una autoridad en el pueblo de Dios con la minoridad, con la fraternidad, con la mansedumbre, con la humildad, con la pobreza. Por favor ¡conservadla! ¡No la perdáis! El pueblo os ama
(VIS).- "Vuestro claustro sigue siendo el mundo entero". El Papa Francisco ha recibido esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostolico a los participantes en elCapítulo General de la Orden de los Frailes Menores, dedicado esta vez a dos características claves de su identidad: la minoridad y la fraternidad. En el discurso que les dirigió, el Santo Padre señaló que la minoridad ''nos llama a ser y asentirnos pequeños ante Dios, confiándonos totalmente a su infinita misericordia. La perspectiva de la misericordia es incomprensible para aquellos que no se ven como "menores", es decir, pequeños, necesitados y pecadores ante Dios. Cuantos más somos conscientes de ello, más cerca estamos de la salvación, cuanto más estamos convencidos de que somos pecadores, más estamos dispuestos a ser salvados... Minoridad también significa salir de nosotros mismos, de nuestros esquemas y puntos de vista personales; significa ir más allá de las estructuras - que también son útiles si se usan sabiamente - más allá de los hábitos y las certezas, para testimoniar unacercanía concreta a los pobres, a los necesitados, a los marginados, en una actitud auténtica de compartición y de servicio''.
De igual modo la dimensión de la fraternidad es esencial para dar testimonio del Evangelio. ''En la Iglesia primitiva -recordó - los cristianos vivían de tal forma la comunión fraterna... que las personas se sorprendían al verlos tan unidos en el amor, tan disponibles para el don y el perdón mutuo... Vuestra familia religiosa está llamada a manifestar esta fraternidad concreta, recuperando recíprocamente la confianza en las relaciones interpersonales, para que el mundo vea y crea, reconociendo que el amor de Cristo cura las heridas y hace de todos una cosa sola''. Francisco, desde esta perspectiva, invitó a los franciscanos a ser portadores de misericordia, reconciliación y paz, obedeciendo al carisma que hace de ellos una congregación ''en salida'', ya desde sus orígenes. ''Se narra -dijo - que cuando pidieron a los primeros hermanos que mostrasen su claustro, subieron a una colina y señalando toda la tierra hasta donde llegaba la mirada dijeron: 'Este es nuestro claustro'.
Queridos hermanos, id todavía hoy en este claustro, que es el mundo entero, empujados por el amor de Cristo, como os invita a hacer San Francisco... cuando dice: ''...Exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene...En cualquier casa en que entren, primero digan: Paz a esta casa Y... séales lícito comer de todos los manjares que les ofrezcan''.
La exhortación de San Francisco, subrayó el Pontífice, es de gran actualidad. ''Es profecía de fraternidad y minoridad también para el mundo de hoy. ¡Que importante es vivir una existencia cristiana y religiosa sin perderse en disputas y chismes, cultivando un diálogo sereno con todos... con medios pobres, anunciando la paz y viviendo sobriamente, contentos con lo que nos ofrecen! Requiere un empeño decidido en la transparencia, en el empleo ético y solidario de los bienes, con un estilo de sobriedad y despojamiento. En cambio, si estáis apegado a los bienes y riquezas del mundo, y depositáis en ellos vuestra seguridad, el Señor mismo os despojará de este espíritu de mundanidad para preservar el valioso patrimonio de minoridad y pobreza al que os llamó por medio de San Francisco. O sois libremente pobres y menores o acabaréis despojados''.
''El Espíritu Santo es el animador de la vida religiosa -continuó- Cuando las personas consagradas viven dejándose iluminar y guiar por el Espíritu, descubren en esta visión sobrenatural el secreto de su fraternidad, la inspiración de su servicio a los hermanos, el poder de su presencia profética en la Iglesia y en el mundo...La luz y la fuerza del Espíritu os ayudarán también a enfrentar los desafíos que se os presentan, en particular la disminución numérica, el envejecimiento y la escasez de nuevas vocaciones''.
''El pueblo de Dios os ama'' exclamó Francisco y contó que una vez el cardenal Quarracino le dijo: ''En nuestras ciudades hay personas algo ''come curas'' y cuando pasa un sacerdote le dicen alguna que otra cosa. Por ejemplo, en Argentina, les llaman ''cuervos''...''Pero nunca, nunca, me contaba Quarracino -añadió- dicen algo cuando ven a un franciscano con el hábito ¿Por qué?. Porque habéis heredado una autoridad en el pueblo de Dios con la minoridad, con la fraternidad, con la mansedumbre, con la humildad, con la pobreza. Por favor ¡conservadla! ¡No la perdáis! El pueblo os ama''.
NO podéis servir a Dios y al dinero
"Un cristiano no puede tener el cielo y la tierra"
Papa: "Es feo ver a un cristiano que quiere seguir a Jesús y a las riquezas"
"Las riquezas, la vanidad y el orgullo son los tres escalones que nos alejan de Dios"
Redacción, 26 de mayo de 2015 a las 15:58
Por esto las riquezas son tan peligrosas, porque te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante. Y cuando te crees importante te la crees y te pierdes
(RV).- "Es feo ver a un cristiano" que quiere "seguir a Jesús y a la mundanidad". Es la exhortación del Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. En efecto el Pontífice subrayó que en su vida, un cristiano, debe hacer una elección radical, por lo que no puede existir "un cristianismo a medias", no es posible tener "el cielo y la tierra".
Pedro pregunta a Jesús qué habrían recibido los discípulos al seguirlo, una pregunta planteada después de que el Señor había dicho al joven rico que vendiera todos sus bienes en favor de los pobres. Francisco desarrolló su homilía a partir de este diálogo que es de gran actualidad.
Un cristiano no puede tener el cielo y la tierra, no hay que apegarse a los bienes
El Santo Padre observó que Jesús responde de una manera diversa de la esperada por los discípulos: no habla de riquezas, sino que en cambio promete la herencia del Reino de los cielos "pero con la persecución y con la cruz":
"Por esto, cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el papelón de un cristiano que quiere tener las dos cosas: el cielo y la tierra. Es la piedra de toque, precisamente, es esto que dice Jesús: la cruz, las persecuciones. Esto quiere decir negarse a sí mismo, padecer cada día la cruz... Los discípulos tenían esta tentación, de seguir a Jesús pero después ¿cuál será la recompensa, al final, de este buen negocio? Pensemos en la mamá de Santiago y de Juan, cuando pidió a Jesús un lugar para sus hijos: ‘Ah, a éste me lo haces primer ministro y a éste ministro de economía...', y surgió el interés mundano de seguir a Jesús".
Pero después - subrayó Francisco - "el corazón de estos discípulos fue purificado", en Pentecostés, cuando "entendieron todo". Y añadió que "la gratuidad en el seguir a Jesús es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación que nos da Jesús". Y cuando "se quiere ir tanto con Jesús como con el mundo, tanto con la pobreza como con la riqueza - dijo - esto es un cristianismo a medias, que quiere una ganancia material. Es el espíritu de la mundanidad".
Riquezas, vanidad y orgullo nos alejan de Jesús
Aquel cristiano - afirmó el Papa evocando al profeta Elías, "cojea de las dos piernas" porque "no sabe lo que quiere". Y añadió que para entender esto es necesario recordar que Jesús nos anuncia que "los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros", es decir "aquel que cree o que es el más grande" se debe convertir en "el servidor, en el más pequeño":
"Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo dijo Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte como el último, es decir en el servicio. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes comportarte en el servicio, o sea por los demás. Son tres cosas, tres escalones que nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. Por esto las riquezas son tan peligrosas, porque te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante. Y cuando te crees importante te la crees y te pierdes".
Un cristiano mundano es un contra-testimonio
El camino que indica el Señor - dijo también el Papa Bergoglio - es el del "despojamiento", como hizo Él: "Quien es el primer de entre ustedes se haga siervo de todos". Y agregó que a Jesús "este trabajo" con los discípulos "le costó tanto, tanto tiempo, porque no entendían bien". Y entonces - dijo - "también nosotros debemos pedirle: ‘¿Nos enseñas este camino, esta ciencia del servicio? ¿Esta ciencia de la humildad? ¿Esta ciencia de ser los últimos para servir a los hermanos y a las hermanas de la Iglesia?":
"Es feo ver a un cristiano, independientemente que sea laico, consagrado, sacerdote, obispo, es feo cuando se ve que quiere las dos cosas: seguir a Jesús y los bienes, seguir a Jesús y la mundanidad. Y esto es un contra-testimonio, y aleja a la gente de Jesús. Ahora continuamos la celebración de la
Eucaristía pensando en la pregunta de Pedro. ‘hemos dejado todo: ¿cómo nos pagarás?', y pensando en la respuesta de Jesús. El precio que Él nos dará es la semejanza a Él. Este será el ‘sueldo'. ¡Gran ‘sueldo', asemejarse a Jesús!"
Evangelio según San Marcos 10,32-45.
Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: "Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos: ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará". Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
Misal Romano
“Mirad, estamos subiendo a Jerusalén.” (Mt 20,18)
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro
Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los Santos, nuestros hermanos. Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia; en ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad.
Por eso, unidos a estos Santos y a los coros de los ángeles, te glorificamos y cantamos diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos.
San Agustìn de Cantorbery
Nació en el siglo VI. Fue monje y prior del monasterio de San Andrés que había sido fundado por san Gregorio Magno en Roma. Este pontífice le envió a evangelizar la fecunda Inglaterra en la que tantos monasterios y santos habían florecido pese a las invasiones sufridas, como las de los sajones que indujo a muchas gentes a la idolatría. Gran parte de los contemporáneos de Agustín, que eran ingleses, aún persistían en ella y el cristianismo estaba en trance de desaparecer. Sin embargo, hasta el Santo Padre habían llegado noticias del ferviente anhelo y disposición a abrazarse a la fe que mostraban numerosos anglosajones. Así que maduró en su oración el sueño de evangelizar y afianzar la Iglesia en ese país. Simplemente necesitaba obreros para atender tanta mies. Y dio un primer paso. Alentó la conversión de las gentes ordenando a su administrador en los territorios provenzales, el presbítero Cándido, que le proporcionara algunos esclavos oriundos de esas tierras con objeto de formarlos y enviarlos después a predicar entre sus compatriotas. Pero se dio cuenta de que era una labor lenta. Y un apóstol se caracteriza por la urgencia; no mide el tiempo por las agujas del reloj. Es la fe rompiendo toda barrera la que marca una ruta a seguir que jamás se detiene. Desde el punto de vista espiritual un segundo perdido es irreparable; no se puede volver a recuperar.
De modo que el año 596, el papa escogió a Agustín, conocido por su virtud y celo apostólico. Y éste, con treinta y nueve monjes, partió en la primavera de ese mismo año a Gran Bretaña. Al llegar a la Provenza hicieron un alto en el monasterio de Lérins. Allí constataron la dificultad que revestiría su misión. Los compañeros del santo se aterrorizaron ante los relatos trazados por los monjes que ilustraban los peligros que podrían hallar subrayando la crueldad del pueblo. Entonces, Agustín se vio obligado a regresar a Roma para informar al papa del carácter belicoso de los sajones. Éste no dio marcha atrás y animó a todos a enfrentarse a las circunstancias con fe. Les entregó cartas de recomendación para prelados y reyes, designando abad a Agustín. El retorno lo hicieron por Autun, donde pasaron el invierno. Después recorrerían Orleáns, Tours para embarcar después rumbo a Gran Bretaña desde Boulogne. En la primavera del año 597 llegaron a la isla de Thanet, siendo recibidos personalmente por el rey Ethelberto. Llegaban portando la cruz y recitando procesionalmente las letanías. Conmovido el rey, pidió que le explicaran las verdades de la fe, les autorizó para predicar el Evangelio y les condujo a una residencia en Canterbury, que fue origen de la conocida abadía. Siguiendo retazos de la historia, el primer encuentro entre ambos debió producirse en campo abierto, seguramente al abrigo de un corpulento roble, ya que el monarca tendría sus reservas pensando en algún maleficio obrado por Agustín. No tardó en percatarse de su error. El hombre que tenía ante sí era un dechado de sencillez, de prudencia y sabiduría. Le hablaba de un Dios amor tan poderoso que enseguida quedó seducido por Él. Fue constatando la autenticidad de todos los misioneros, la fortaleza que mostraban ante las dificultades, su entrega sin paliativos…, y se convirtió. Pidió ser bautizado ante el asombro de sus súbditos, a quienes dio plena libertad para seguir sus pasos.
No usó su poder para ello. Hizo saber a Agustín su convicción de que debía respetar la creencia primitiva que había formado parte de su pueblo durante tanto tiempo. Pero las gentes cuando vieron que él seguía la enseñanza del santo, quisieron secundarle. Miles de ellos fueron instruidos y se abrazaron también a la religión cristiana en las navidades del año 597. Ethelberto colaboraba con esta ingente obra apostólica y legó hasta su propio palacio que fue monasterio y sede del obispo. En esa época, Agustín fue consagrado obispo en Francia. Entretanto, comunicó al papa estos hechos a través de dos monjes que envió al efecto.
Y san Gregorio respondió enviando nuevos colaboradores que portaron valiosos recursos para las gentes. Asimismo eran custodios del palio y el nombramiento de Agustín como arzobispo primado de Inglaterra. Llevaban indicaciones expresas del pontífice en las que, con gran prudencia, proporcionaba al nuevo primado paternales y lúcidos consejos. Respecto a los templos decía: «no conviene derribarlos, sino solamente los ídolos en ellos existentes». Y en cuanto a las tradiciones del pueblo advertía: «como hay costumbre de hacer sacrificios de bueyes a los demonios, es conveniente cambiarla en una fiesta cristiana. Así las fiestas de la Dedicación y de los Mártires podrían celebrarlas por medio de banquetes fraternales». Otras previsiones del papa concernientes a la organización jerárquica eclesial del país tuvieron que esperar. La comunidad presidida por Agustín vivía bajo la regla benedictina. En ese momento era el único obispo que había para la Gran Bretaña sajona. Y mientras se progresaba en la evangelización, mantuvo diversas entrevistas con responsables de la iglesia bretona. No solo buscaba ayuda con nuevos misioneros, sino la conciliación entre los dos pueblos que estaban enfrentados. En el año 601 todavía no se había llegado a un acuerdo. La autoridad de Agustín no era reconocida por los bretones y tampoco estaban dispuestos a evangelizar a los anglosajones. Así que Agustín y sus compañeros se volcaron con más brío en la tarea apostólica. En el 604 murió el papa y ese mismo año se establecía un segundo obispado en Rochester, y quedaban abiertas las puertas a un tercer obispado en Londres. Para ello Agustín contó con la ayuda incondicional de Ethelberto. Pero este nuevo despliegue acontecía cuando este gran apóstol de Inglaterra se hallaba al final de su vida. Murió el 26 de mayo del año 605 dejando en marcha esta magna obra que, aunque impulsada por el pontífice, fue materializada por él.
Oremos: Dios nuestro, que por la predicación del obispo San Agustín de Cantorbery hiciste brillar la luz del Evangelio sobre el pueblo de Inglaterra, haz que la semilla de sus trabajos apostólicos continúe dando frutos en tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
DIARIO PERSONAL DE LA MONICA
Dios, si estás ahí, manifiéstate de alguna manera que pueda entender. Creo que te necesito. La verdad es que deseo de todo corazón que estés cerca de mí. Estas fueron las palabras de la oración hace sólo una semana, después de que la Gloria me explicara su conversión. En pocos días han pasado tantas cosas. Estoy trastornada. Los responsables del trabajo, seguramente al constatar que una parte importante de la gente me apoya, han cambiado de táctica. Hace tres días noté un cambio radical. Tan sólo llegar a mi mesa encuentro unos expedientes y unos posibles contratos con la "pringan" de Sao Paulo y una nota del secretario: "Por favor, dé un vistazo a estos papeles". De entrada no sé qué pensar. Estudio los temas y al cabo de menos de una hora me llaman que vaya a Gerencia. Tan amables, tan educados, tan pulcros....
Seguimiento, por favor, Mónica. El Consejo ha decidido que nos falta en Sao Paulo una persona de toda confianza para asegurar que nuestra filial pringan cumpla acuerdos del plan estratégico, y para estudiar la posibilidad de abrir más mercado. Hemos pensado que usted es la persona más indicada ...
Qué forma de enviarme fuera, de quedar bien con el resto de personal, de penalizar mi resistencia !! Dije que lo iba a pensar, que la sugerencia podía resultar interesante, etc. y que al cabo de unos cuantos días les daría la respuesta...
A primera hora de la tarde cojo la moto y me voy en el Estartit. Un poco más arriba, junto al mar, camino un trozo, me siento en la roca e intento poner las cosas en orden.
Mis ojos se centran en las ondas, en el horizonte ... Cerca, lejos ... Llega, marcha, besa... Y es cuando tengo la impresión fuerte y dulce que a mi lado hay alguien. Ni a derecha ni a izquierda no hay nadie. Debe ser una sensación imaginativa, fruto de mi mente. Son cosas que pasan, que nos hacemos nosotros mismos...
Pero no. Era Él. Invisible a mis ojos, visible en mi corazón. Irreal a la fotografía, real en mi interior. No sé el nombre. Pero seguro que tiene nombre. No es una idea, no es un sentimiento, no es una necesidad ... Es paz, es regalo, es ventana abierta. Es mar quieto, brisa suave. Dentro de mí y fuera, un punto y horizonte. Silencio y palabra.
Cuando se lo conté al día siguiente a la Gloria me dijo: "No lo has buscado tú a Él, sino Él ti. Mónica, sí tiene nombre. Se llama Jesús. "
El Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan
Marcos 10, 32-45. Tiempo Ordinario. Cuidemos el lugar que Cristo nos tiene preparado en el cielo, siempre con humildad y sirviendo a los demás.
Oración introductoria
Señor, gracias por comprender y disculpar mi debilidad, porque al igual que los hijos de Zebedeo, no acabo de entender lo que significa amar desinteresadamente, a Ti y a los demás. Te pido perdón por las veces que me he buscado a mí mismo en la oración y por no servir a mis hermanos por amor.
Petición
Señor Jesús, ayúdame a empezar este día con una nueva actitud de amor sincero a los demás.
Meditación del Papa Francisco
Juan y Santiago, le piden sentarse, en su gloria, uno a su derecha y otro a su izquierda, lo que provocó una discusión entre los demás sobre quién era el más importante en la Iglesia. La tentación de los discípulos es la misma de Jesús en el desierto, cuando el demonio se había acercado para proponerle otro camino. […]
Una Iglesia que solo piensa en los triunfos, en los éxitos, que no sabe aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y esta es una tentación que todos tenemos.
Recuerdo que una vez, que estaba en un momento oscuro de mi vida espiritual y le pedía una gracia al Señor. Luego me fui a predicar los ejercicios a unas religiosas y el último día se confiesan. Y vino a confesarse una monja anciana, con más de ochenta años, pero con los ojos claros y brillantes: era una mujer de Dios. Al final vi en ella a una mujer de Dios, a la que le dije: «Hermana, como penitencia, ore por mí, porque necesito una gracia. Si usted se lo pide al Señor, me la concederá con toda seguridad». Se detuvo un momento, como si orara, y me dijo: «Claro que el Señor le dará la gracia, pero no se engañe: lo hará a su divina manera». Esto me hizo muy bien. Sentir que el Señor siempre nos da lo que pedimos, pero a su divina manera. Y la divina manera es hasta el extremo. La divina manera consiste en la cruz, pero no por masoquismo: ¡no, no! Sino por amor. Por amor hasta el extremo".
Pidamos al Señor la gracia de no ser una iglesia a mitad de camino, una Iglesia triunfalista, de grandes éxitos, sino de ser una Iglesia humilde, que camina con decisión, como Jesús. Adelante, adelante, adelante... Un corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 29 de mayo de 2013, en Santa Marta).
Reflexión
Jesús sabía que subir a Jerusalén significaba acercarse a la muerte. Los judíos y fariseos ya pensaban matarlo porque no les convenía la doctrina que estaba predicando y además porque los adeptos que se le unían se multiplicaban cada vez más. Es por esto que sus discípulos tenían miedo. Ninguno de nosotros se acercaría a una ciudad donde sabemos que nos sentarán en una silla eléctrica o donde colocarán nuestra cabeza debajo de una guillotina...
Sin embargo, el evangelio nos dice que Jesús iba delante de ellos. Esto es lo más importante y el motivo por el cual venceremos el miedo. No les abandonó ni les dejó a la deriva, más aún, ni siquiera les envío a ellos solos por su cuenta permaneciendo Él en otra ciudad. Sino que Cristo mismo iba delante de ellos, como un capitán que está al frente de su escuadrón para librar el combate.
Cada uno de nosotros camina a su propia Jerusalén. Para unos será la posibilidad de construir una familia, en otros la elección de una carrera o quizás en tantos otros la responsabilidad de dar una buena educación a los hijos. Quizás nosotros también estamos temerosos igual que los discípulos, porque nos acercamos a una ciudad donde no queremos ir. Una ciudad a la que nos dirigimos sin poner resistencia pero de la que quizá tenemos miedo, temerosos de lo que nos sucederá cuando lleguemos a ella. ¿Tendré buen futuro si me caso? ¿Sabré educar correctamente a mis hijos? ¿Tendrá éxito el nuevo negocio? Son temores que a todos nos vienen cuando caminamos solos por esta vida. Pero cuando nos demos cuenta de que el maestro va delante de nosotros y es Él quien guía nuestros pasos, nuestras inseguridades se desvanecerán y nuestra confianza en ÉL aumentará porque ¡Cristo es el amigo que nunca falla!
Por otra parte, ni siquiera los apóstoles estaban a salvo de la ambición. También ellos querían ser los "ministros" de ese nuevo Reino que Jesús anunciaba. ¡Qué lejos estaban de entender el auténtico significado de su mensaje!
Quizás sea uno de los aspectos menos comprendidos del cristianismo. Porque ponerse a servir exige algo de humillación, desprendimiento, entrega y sacrificio. Es más cómodo sentarse a ver cómo los demás trabajan, pero eso no tiene ningún mérito.
Jesús nos dio un ejemplo insuperable de lo que es servir. Imagínese que el mismo Dios, dueño y Señor de todo, se pone al nivel de una de sus criaturas para lavarle los pies. Es el pasaje de la Última Cena que leemos en el evangelio de San Juan. Y eso que el trabajo de lavar los pies estaba reservado sólo a los esclavos. A Cristo no le importa pasar por un esclavo con tal de que los suyos entiendan por fin que es más importante servir que ser servido.
Por eso, conviene ir corrigiendo la orientación natural de nuestro corazón, para hacerlo más disponible y atento a las necesidades de quienes conviven con nosotros.
Propósito
Revisar mi actitud y los motivos por los cuales participo, o no participo, en un apostolado.
Diálogo con Cristo
Padre mío, para servir a los demás con amor, debo luchar incansablemente para dominar mi soberbia, necesito dejarme transformar por Ti. Estoy convencido de que mis proyectos son vanos, si no están respaldados por una vida humilde y un corazón generoso y desinteresado. Me creaste para ser santo, y la santidad no es sino una respuesta de amor en cada momento del día, en lo pequeño y en lo grande.
Francisco, durante la audiencia de hoy
"El amor no es un objeto de consumo", sino "un auténtico milagro"
El Papa llama a "revalorizar el noviazgo", porque "el matrimonio no se improvisa de un día para otro"
Asume la distinción entre noviazgo y matrimonio "para proteger la profundidad del sacramento"
Redacción, 27 de mayo de 2015 a las 10:40
El matrimonio no es sólo una relación basada en la atracción y el sentimiento, sino que establece una alianza tan sólida y duradera, que hace de dos vidas una sola
(RD/RV).- "Hoy más que nunca es necesario revalorizar el noviazgo", subrayó el Papa Francisco durante su alocución en la Audiencia general de los miércoles. En la catequesis, Bergoglio se centró en el noviazgo, "llamado a poner las bases de un proyecto de amor común asumido con plena conciencia".
En este sentido, Francisco apuntó que el matrimonio, como vocación de Dios, "no es sólo una relación basada en la atracción y el sentimiento, sino que establece una alianza tan sólida y duradera, que hace de dos vidas una sola, un auténtico milagro de la libertad humana y de la gracia de Dios. Una alianza así no se improvisa. El noviazgo crea las condiciones favorables para que el hombre y la mujer se conozcan a fondo, para que maduren la decisión responsable por algo tan grande, que no se puede comprar ni vender".
El Papa afirmó que "la cultura consumista del "usar y tirar", del "todo y enseguida", imperante en nuestra sociedad muchas veces tiende a convertir el amor en un objeto de consumo, que no puede constituir el fundamento de un compromiso vital", y que por eso "la Iglesia, en su sabiduría, ha preservado la distinción entre el noviazgo y el matrimonio, precisamente para proteger la profundidad del sacramento".
Francisco finalizó expresando que "hoy más que nunca es necesario revalorizar el noviazgo, como una iniciación a la sorpresa de los dones espirituales con los cuales Dios bendice y enriquece a la familia". Invitó a todos a rezar a la Sagrada Familia de Jesùs, José y María para "acompañar con la oración y el testimonio de amor y fidelidad, a los jóvenes novios que se preparan para el matrimonio".
Esta es la síntesis de las palabras del Papa en castellano:
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está centrada en el noviazgo, llamado a poner las bases de un proyecto de amor común y que debe ser asumido con plena conciencia. El matrimonio, como vocación de Dios, no es sólo una relación basada en la atracción y el sentimiento, sino que establece una alianza tan sólida y duradera, que hace de dos vidas una sola, un auténtico milagro de la libertad humana y de la gracia de Dios. Una alianza así no se improvisa de un día para otro. El noviazgo crea las condiciones favorables para que el hombre y la mujer se conozcan a fondo, para que maduren la decisión responsable por algo tan grande, que no se puede comprar ni vender. La cultura consumista del "usar y tirar", del "todo y enseguida", imperante en nuestra sociedad muchas veces tiende a convertir el amor en un objeto de consumo, que no puede constituir el fundamento de un compromiso vital. La Iglesia, en su sabiduría, sabe que el amor no se compra y por esto ha preservado la distinción entre el noviazgo y el matrimonio, precisamente para proteger la profundidad del sacramento. Los cursos prematrimoniales son una expresión de esta solicitud por la preparación de los esposos. Hoy más que nunca es necesario revalorizar el noviazgo, como una iniciación a la sorpresa de los dones espirituales con los cuales Dios bendice y enriquece a la familia.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de América Latina. Invito a todos, especialmente a los esposos cristianos, a acompañar con la oración y el testimonio de amor y fidelidad, a los jóvenes novios que se preparan para el matrimonio. Muchas gracias.
Texto de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, En esta catequesis de la familia, hoy quisiera hablar del noviazgo. El noviazgo tiene que ver con la confianza, la familiaridad, la confiabilidad. Confianza con la vocación que Dios dona, porque el matrimonio es, antes que nada, el descubrimiento de una llamada de Dios. Ciertamente es algo bello que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor recíproco. Pero la libertad del vínculo requiere una armonía consciente de la decisión, no sólo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento. El noviazgo, en otros términos, es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo bello sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va en profundidad. Se descubre poco a poco el uno al otro: el hombre ‘aprende' acerca de la mujer aprendiendo sobre esta mujer; el hombre ‘aprende' acerca del hombre aprendiendo sobre este hombre. No subestimemos la importancia de este aprendizaje: es un compromiso bello, y el mismo amor lo solicita, porque no es solamente una felicidad despreocupada, una emoción encantada... La narración bíblica habla de la creación entera como un trabajo bello del amor de Dios: «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. (Gen 1,31). Solamente al final, Dios ‘descansó'. De esta imagen entendemos que el amor de Dios, que dio origen al mundo, no fue una decisión improvisada. ¡No! Fue un trabajo bello. El amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza irrevocable, sólida, destinada a durar. La alianza de amor entre el hombre y la mujer, alianza para la vida, no se improvisa: se aprende y se refina. Es una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es también un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe.
Debemos quizá comprometernos más sobre este punto, porque nuestras ‘coordinadas sentimentales' se han ido un poco en confusión. Quien pretende de querer todo e inmediatamente, sede también sobre todo - y de inmediato - en la primera dificultad (o en la primera ocasión). No hay esperanza para la confianza y la fidelidad de la donación de sí mismo, si prevalece el hábito a consumir el amor como una especie de ‘suplemento alimenticio' del bienestar psico-físico. ¡El amor no es esto!
El noviazgo se centra en la voluntad de cuidar juntos algo que nunca deberá ser comprado o vendido, traicionado o abandonado, por más tentadora que pueda ser la propuesta.
La Iglesia, en su sabiduría, cuida la distinción entre el ser novios y el ser esposos, sobre todo en vista de la delicadeza y profundidad de esta evaluación. Estemos atentos a no despreciar con un corazón ligero esta enseñanza sabia, que se nutre también de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido. Los símbolos fuertes del cuerpo conservan las claves del alma: no podemos tratar los vínculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna herida duradera en el espíritu (1 Cor 6, 15-20).
Es verdad, la cultura y la sociedad de hoy se han vuelto, más bien, indiferentes a la delicadeza y a la seriedad de este paso. Y por otro lado, no se puede decir que sean generosos con los jóvenes que tienen serias intenciones de formar una familia y a ¡traer al mundo hijos! Es más, a menudo ponen mil obstáculos, mentales y prácticos.
Los cursos prematrimoniales son una expresión especial de la preparación. Y nosotros vemos tantas parejas, que quizá llegan al curso un poco ‘sin quererlo', pero después están contentos y agradecen, porque de hecho han encontrado allí la ocasión - ¡A menudo la única! - para reflexionar sobre su experiencia en términos no banales. Sí, muchas parejas están juntos tanto tiempo, quizá también en la intimidad, a veces conviviendo, pero no se conocen verdaderamente. Parece extraño, pero la experiencia demuestra que es así. Por eso, va revaluado el noviazgo como tiempo de conocimiento recíproco y de compartida de un proyecto.
El camino de preparación al matrimonio viene configurado en esta perspectiva, valiéndose también del testimonio simple pero intenso de cónyuges cristianos. Y dirigiéndose también aquí al esencial: la Biblia, de redescubrir juntos, en forma consciente; la oración en su dimensión litúrgica, pero también en aquella ‘doméstica', de vivir en familia; la Confesión, a la cual regresar con alegría frecuentemente después de tanto tiempo; la Comunión, en la cual el Señor viene a demorar en los novios y les prepara para acogerlos verdaderamente el uno con el otro ‘con la gracia de Cristo'; y la fraternidad con los pobres y con los necesitados, que nos provocan a la sobriedad y a la compartida. Todo esto lleva a preparar la celebración del Matrimonio en forma distinta, ¡No mundano sino cristiano!
El tiempo del noviazgo puede convertirse de verdad en un tiempo de iniciación a la sorpresa de los dones espirituales con los cuales el Señor, a través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone a vivir en su bendición.