“Tened fe en Dios”
- 29 Mayo 2015
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Francisco, contra la mundanidad
"Hay quienes se ocupan sólo de su relación cerrada y egoísta", dice en Santa Marta
Francisco: "Los cristianos mundanos y rigoristas alejan a la gente de Jesús"
"Jesús expulsó a los especuladores, porque hacían negocios en la casa de Dios"
RV, 28 de mayo de 2015 a las 17:57
- Francisco pide a los cristianos evitar "el espíritu de división, de guerra, de celos"
- El Papa denuncia el "terrorismo de guantes blancos" que persigue a cristianos en el mundo
"Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepción, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a aquellos que gritan ayuda a Jesús
(RV).- Hay cristianos que alejan a la gente de Jesús porque piensan sólo en su relación con Dios o porque son especuladores o mundanos o rigoristas. Y hay cristianos que escuchan verdaderamente el grito de cuantos tienen necesidad del Señor: Es la reflexión del Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
En efecto el Pontífice al comentar elEvangelio del ciego Bartimeo que pide a gritos a Jesús que lo cure y a quien los discípulos le dicen que se calle, el Papa Francisco enumeró tres grupos de cristianos.Hay cristianos que se ocupan sólo de su relación con Jesús, una relación "cerrada y egoísta", y no sienten el grito de los demás:
"Aquel grupo de gente, tampoco hoy siente elgrito de los tantos que tienen necesidad de Jesús. Un grupo de indiferentes: no sienten, creen que la vida es su grupito, allí; están contentos; son sordos al clamor de tanta gente que tiene necesidad de salvación, que tiene necesidad de la ayuda de Jesús, que tiene necesidad de la Iglesia. Esta gente es gente egoísta. Vive para sí misma. Son incapaces de sentir la voz de Jesús".
"Después - prosiguió el Papa Bergoglio - están aquellos que sienten este grito que pide ayuda, pero que quieren hacerlo acallar". Como cuando los discípulos alejaron a los niños, "para que no incomodaran al Maestro": "el Maestro era de ellos, era para ellos, no era para todos. Esta gente aleja de Jesús a aquellos que gritan, que tienen necesidad de fe, que tienen necesidad de salvación". Entre estos se encuentran los "especuladores, que están cerca de Jesús", están en el templo, parecen "religiosos", pero "Jesús los expulsó, porque hacían negocios allí, en la casa de Dios".
Son aquellos "que no quieren oír el grito de petición de ayuda, sino que prefieren hacer sus negocios y usan al pueblo de Dios, usan a la Iglesia, para hacer sus propios negocios. Estos especuladores alejan a la gente de Jesús". Y en este grupo están los cristianos "que no dan testimonio":
"Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepción, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a aquellos que gritan ayuda a Jesús. Después están los rigoristas, aquellos a los que Jesús reprocha que cargan tantos pesos sobre los hombros de la gente. Jesús les dedica a ellos todo el capítulo 23 de San Mateo. ‘Hipócritas - les dice - explotan a la gente'. Y en lugar de responder al grito que pide salvación, alejan a la gente".
En fin - dijo el Papa - hay un tercer grupo de cristianos, "aquellos que ayudan a acercarse a Jesús": "Está el grupo de los cristianos que tienen coherencia entre lo que creen y lo que viven, y ayudan a acercarse a Jesús, a la gente que grita, pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual para su alma". "Nos hará bien hacer un examen de conciencia" - concluyó el Pontífice su homilía - para comprender si somos cristianos que alejan a la gente de Jesús o la acercan porque sentimos el grito de tantos que piden ayuda para su propia salvación.
¿Quién es el Padre? ¿Quién es el Hijo? ¿Quién es el Espíritu Santo?
Un solo Dios en Tres personas. Es un Misterio que no podemos comprender, porque es tan grande como grande es Dios.
Santísima trinidad: Un solo Dios en tres personas
1. ¿Alguien sabe qué sucedió con Jesús en el Río Jordán?
Fue el Bautismo de Jesús.
2. ¿Saben cómo fue el Bautismo de Jesús en el Jordán?
Antes de Jesús comenzar a predicar, fue al Jordán, donde San Juan Bautista predicaba y bautizaba. Cuando Jesús se acercó para que San Juan Bautista lo bautizara, Juan no quería, porque sabía que Jesús no tenía ningún pecado. Pero Jesús convenció a San Juan Bautista, porque lo que quería Jesús era tomar sobre Sí Mismo todos los pecados del mundo.
El bautismo de San Juan Bautista consistía en que la gente se arrepentía de sus pecados y se sumergían en el agua, como señal de penitencia.
Vamos a buscar en la Biblia: Mateo 3, 13-17 a ver el Bautismo de Jesús en el Jordán.
3. ¿Quién dijo? “Este es mi Hijo amado…Escúchenlo”.
Dios.
Dios Padre.
Papá Dios.
4. Pero … además de la Voz del Padre, hay algo más. ¿Qué es?
El Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, bajó sobre Jesús en forma de paloma.
5. ¿Quiénes, entonces, están en el Jordán, además de San Juan Bautista?
Son Tres Personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Dios Padre que habla. Dios Hijo, Jesús, que sale del agua. Y Dios Espíritu Santo, que se muestra aleteando sobre Jesús.
6. ¿Quién es el Padre?
El Padre es la Primera Persona de la Santísima Trinidad. Dios es mi Padre que me creó, que me ama, que me cuida, que vela por mí y que me espera en el Cielo, porque para eso me creó.
7. ¿Quién es el Hijo?
El Hijo es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que se hizo ser humano como nosotros, para salvarnos del pecado original, para mostrarnos cómo es Dios, para abrirnos las puertas del Cielo.
El Hijo de Dios hecho Hombre es Jesucristo. Jesucristo me espera en el Cielo porque para eso sufrió mucho y murió en la cruz y me redimió.
8. ¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que está con nosotros de manera invisible. El Espíritu Santo es la presencia de Dios Padre y de Dios Hijo en medio de nosotros, que me ayuda durante toda mi vida para que pueda llegar a Cielo.
9. ¿Quién sabe cómo se llama ese Misterio de Tres Personas y un solo Dios?
Es el Misterio de la Santísima Trinidad. Trinidad que viene de Trío, de Tres.
10. Vamos a ver entonces. ¿Son Tres Dioses o Tres Personas
Un solo Dios en Tres Personas.
11. ¿El Padre es Dios?
Sí
12. ¿El Hijo es Dios?
Sí.
13. ¿El Espíritu Santo es Dios?
Sí
14. ¿Entonces son tres dioses?
No. Un solo Dios en Tres personas.
15. ¿Cómo puede ser eso?
Es un Misterio que no podemos comprender, porque es tan grande como grande es Dios. Es el Misterio de la Santísima Trinidad.
16. ¿Puedes pensar en una comparación de tres cosas en una sola?
Es difícil. Pero piensen un momento en tres fósforos. Los encendemos. Ahora unimos las llamas. ¿Cuántas llamas son? Una sola. ¿Cuántos fósforos son? Tres fósforos.
Baste, entonces, con esta pequeña comparación para que no nos pase lo que le sucedió a San Agustín. San Agustín fue un Sacerdote, un Santo muy importante, un Doctor de la Iglesia, muy inteligente, un gran predicador, que estaba pensando cómo poder entender el Misterio de la Santísima Trinidad y cómo explicarlo mejor.
Estaba caminando por una playa pensando en esto. Y entonces se encontró un niñito jugando en esa playa. Ustedes saben cómo les gusta a ustedes jugar en la plya ¿no? ¿Y qué hacía el niñito? Corría del mar a la arena, echando poquitos de agua en un huequito que había abierto en la arena.
San Agustín se distrae de su pensamiento sobre la Santísima Trinidad y se pone a hablar con el niñito, que era muy lindo. Y le pregunta: Oye, ¿qué estás tratando de hacer con esos poquitos de agua del mar? Y ¿qué se imaginan que le dice el niño? Estoy tratando de meter todo el mar en este hoyito.
San Agustín se ríe y le trata de explicar al niño que eso no es posible. Y el Niño le responde: Agustín eso que trato de hacer es más posible que lo que tú estás tratando de hacer, que es meter el Misterio de la Santísima Trinidad en tu cabeza. Ya saben quién era el Niño ¿no?
17. Entonces ¿qué creen ustedes que es un Misterio?
Es una verdad que creemos porque Dios nos la ha revelado, pero que no podemos comprender, porque es más grande que la inteligencia humana.
18. ¿Han ido alguna vez a un Bautizo? ¿Qué dice el Sacerdote cuando pone el agua en la frente del bebé?
Yo te bautizo en el nombre el Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
19. ¿A quienes está nombrando el Sacerdote?
A las Tres Divinas Personas, a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
20. ¿Y por qué creen ustedes que cuando nos bautizan ésas son las palabras que utiliza el Sacerdote?
Vamos a buscar al final de Evangelio de San Mateo: “Vayan, pues y hagan de todos los pueblos mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” Mt. 28, 19.
Evangelio según San Marcos 11,11-26.
Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos.
Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron. Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo. Y les enseñaba: "¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado". Jesús le respondió: "Tengan fe en Dios. Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: 'Retírate de ahí y arrójate al mar', sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán. Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas". Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.
San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, nº 5
“Es una gran suerte, dice la Escritura, encontrar a un hombre que tiene fe (Pr 20,6). No te digo esto para incitarte a abrirme tu corazón, sino para que muestres a Dios el candor de tu fe, a ese Dios que escruta los corazones y conoce los pensamientos de los hombres (Sl 7,10; 93,11). Sí, es una gran cosa un hombre que tiene fe; es más rico que todos los ricos. En efecto, el creyente posee todas las riquezas del universo, puesto que las desprecia y las pone debajo de sus pies. Porque, aunque los que son ricos poseen un montón de cosas en el plano material, ¡qué pobres son espiritualmente! Cuanto más tienen, más se consumen por el deseo de lo que les falta. Por el contrario, y está ahí el colmo de la paradoja, el hombre que tiene fe es rico en el seno mismo de la pobreza, porque sabe que no tiene más necesidades que el comer y el vestir; con ello está contento y pone las riquezas bajo sus pies. Y no es tan sólo nosotros, los que llevamos el nombre de Cristo, que vivimos un proceso de fe. Todos los hombres, incluso los que están alejados de la Iglesia, viven un proceso semejante. Es por una fe en el porvenir que, gente que no se conocen perfectamente, se contratan en matrimonio; la agricultura se fundamenta sobre la confianza en que los trabajos realizados van a dar fruto; los marineros ponen su confianza en un delicado esquife de madera… También la mayoría de las empresas humanas se basan sobre un proceso de confianza; todo el mundo cree en estos principios. Pero hoy las Escrituras os llaman a la verdadera fe y os trazan el verdadero camino que complace a Dios. Es esta fe que, en el libro de Daniel, ha cerrado la boca a los leones (Dn 6,23). Es por “el escudo de la fe, por donde se apagarán las flechas incendiarias del malo” (Ef 6,16)… La fe sostiene a los hombres haciéndoles, incluso, caminar sobre el mar (Mt 14,29). Algunos, como el paralítico, han sido salvados por la fe de los demás (Mt 9,2); la fe de las hermanas de Lázaro ha sido tan fuerte que consiguió hacerle salir de la muerte (jn 11)… La fe dada gratuitamente por el Espíritu Santo sobrepasa todas las fuerzas humanas. Gracias a ella se puede decir a esta montaña: “Trasládate a otra parte” y se trasladará (Mt 17,20)
San Felix Zaragoza
Santos Voto y Félix. Eremitas (s. VIII). Todo Aragón, con Zaragoza, está dominado por los sarracenos que hace más de medio siglo llegaron a España. Los discípulos de Jesucristo, tienen que pagar tributos especiales al moro si quieren seguir haciendo las prácticas cristianas. Así, disgustados y humillados como muchos otros, viven los hermanos Voto y Félix que son gente perteneciente a la nobleza, piadosos y buenos con los pobres. Voto es amante de la caza. Ha herido a un ciervo en el monte, y recorre la maleza para atraparlo. Alertado por los ladridos, ve al animal que va huyendo; espolea su caballo. El ciervo se despeña por un precipicio y, cuando Voto quiere darse cuenta, se ha desbocado el caballo. Se encomienda a san Juan Bautista y el caballo se inmoviliza, en el borde de la sima. (Aún hoy los vecinos muestran la peña y las huellas que dejaron allí los hierros del animal) Inspecciona Voto el lugar, encontrando entre las matas y arbustos una ermita dedicada a san Juan Bautista. En su interior tiene un hombre muerto y una escritura donde se lee: «Yo, Juan, eremita en este sitio, habiendo despreciado al mundo, fundé como pude esta ermita en honor de san Juan Bautista, y aquí descanso en paz. Amén.» No sabe qué hacer ¡son tantas las cosas sucedidas en tan poco tiempo!... decide dar sepultura al muerto y regresa a su casa con el alma encogida y ansiando poner al corriente de los acontecimientos a su hermano Félix. Deducen que el muerto bien pudiera ser Juan, el de Atarés, de quien nadie daba razón desde hacía años; si acertaran en su conjetura, todo se explica por el retiro a una vida solitaria y santa. Ahora todo se les junta en la cabeza: la presencia de los moros y las dificultades para ser hombres íntegros de fe. Deciden repartir sus bienes entre los pobres y se marchan al monte Panno; construyen dos ermitas junto a la que ya había y comienzan un retiro en paz. Allí contemplan con piedad la Pasión de Cristo, meditan las verdades eternas; alimento de raíces, hierbas y frutos que da el campo, en alguna trampa caen animales y, sorbetean algunos huevos de nidadas salvajes. Descubierta su presencia, van agregándose gentes que construyen otras cabañas donde vivir en la proximidad y abrigo de los eremitas. Voto muere primero, el día 29 de mayo, algo después Félix. Su fiesta se celebra el mismo día por la unión mantenida en el sitio, tiempo y modo de santidad. Esa ermita primera, fue el origen de San Juan de la Peña, cuna del resurgimiento aragonés, en donde se veneran los restos de los dos santos, con los del eremita Atarés.
Oremos: Himno Vosotros sois luz del mundo Y, ardiente sal de la tierra, Ciudad esbelta en el monte, Fermento en la masa nueva. Vosotros sois los sarmientos, Y yo la Vid verdadera; Si el Padre poda las ramas, Más fruto llevan las cepas. Vosotros sois la abundancia Del reino que ya está cerca, Los doce mil señalados Que no caerán en la siega. Dichosos, porque sois limpios Y ricos en la pobreza, Y es vuestro el reino que sólo Se gana con la violencia. Amén. Dios todopoderoso y eterno, que al premiar a los santos nos ofreces una prueba de tu gran amor hacia los hombres, te pedimos que la intercesión y el ejemplo de los santos nos sirva siempre de ayuda para seguir fielmente a Jesucristo, tu Hijo. Que vive y reina contigo.
El Papa, contra los mercaderes del templo
"Cambian las monedas, venden los animales, tienen un sindicato para defenderse"
El Papa denuncia a los "especuladores del templo", que "hacen de la religión un negocio"
Francisco anima a la Iglesia a "no caer en la esterilidad y la especulación"
Redacción, 29 de mayo de 2015 a las 12:37
Pidamos hoy al Señor que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude a no caer jamás, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la Iglesia, en la esterilidad y la especulación
(RV).- La fe auténtica, abierta a los demás y al perdón, hace milagros. Que Dios nos ayude a no caer en una religiosidad egoísta y especuladora. Lo dijo el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Refiriéndose al Evangelio del día que propone"tres modos de vivir" en las imágenes de la higuera que no da frutos, en los especuladores del templo y en el hombre de fe, Francisco explicó que "la higuera representa la esterilidad, es decir una vida estéril, incapaz de dar cualquier cosa. Una vida que no fructifica, incapaz de hacer el bien": "Vive para sí mimos; tranquilo, egoísta, no quiere problemas. Y Jesús maldice la higuera, porque es estéril, porque no hacía lo que debía para dar fruto. Representa a la persona que no hace nada para ayudar, que vive siempre para sí misma, a fin de que no le falte nada. Al final éstos se vuelven neuróticos, ¡todos! Jesús condena la esterilidad espiritual, el egoísmo espiritual. ‘¡Yo vivo para mí, que a mí no me falte nada y que los demás se las arreglen!'". El otro modo de vivir - subrayó el Papa - "es el de los explotadores, el de los especuladores del templo.
Explotan incluso el lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, también entre ellos tienen como un sindicato para defenderse. Y esto - recordó Francisco - no sólo era tolerado, sino incluso permitido por los sacerdotes del templo". Son "aquellos que hacen de la religión un negocio". El Santo Padre recordó asimismo que en la Biblia está la historia de los hijos de un sacerdote que "inducían a la gente a dar ofertas y ganaban tanto, incluso con los pobres". Y "Jesús no ahorra sus palabras": "Mi casa será llamada casa de oración. ¡Ustedes, en cambio, han hecho de ella una cueva de ladrones!": "La gente que iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a hacer un sacrificio: ¡allí, aquella gente era explotada! Los sacerdotes allí no enseñaban a rezar, no les daban la catequesis... Era una cueva de ladrones. Paguen, entren... Hacían ritos vacíos, sin piedad. No sé si nos hará bien pensar si entre nosotros sucede algo de este tipo en algún lugar. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios para beneficio propio".
El tercer modo de vivir es "la vida de fe", como indica Jesús: "Tengan fe en Dios. Si uno dijera a este monte ‘levántate y échate en el mar', sin dudar en su corazón, pero creyendo que cuanto dice va a suceder, eso sucederá. Todo lo que pedirán en la oración, tengan fe en que lo obtendrán y sucederá'. Sucederá precisamente lo que nosotros pedimos con fe":
"Es el estilo de vida de la fe. ‘Padre, ¿qué debo hacer por esto?'; ‘Pero pídele al Señor que te ayude a hacer cosas buenas, pero con fe. Sólo a una condición: cuando ustedes se pondrán a rezar pidiendo esto, si tienen algo contra alguien, perdonen. Es la única condición, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus culpas'. Éste es el tercer estilo de vida. La fe, la fe para ayudar a los demás, para acercarse a Dios. Esta fe que hace milagros". La oración conclusiva del Papa Francisco fue: "Pidamos hoy al Señor que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude a no caer jamás, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la Iglesia, en la esterilidad y la especulación".
Le fe mueve montañas
Marcos, 11, 11-26. Tiempo Ordinario. Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.
Oración introductoria
Señor, creo en ti, ayúdame a creer con firmeza; espero en ti, ayúdame a vivir sin desconfianza; Señor, te amo, ayúdame a demostrártelo con hechos. Quiero ofrecer esta meditación por los que no creen en ti, por los que pasan problemas muy difíciles, por los que se olviden de ti.
Petición
Señor, aumenta mi fe, que pueda verte en cada instante de mi vida. Que cuando vaya a tu casa, ella sea para mí una casa de oración donde me aumentes la fe y te conozca más.
Meditación del Papa Francisco
La liturgia del día propone el Evangelio en el que Jesús expulsa a los mercaderes del Templo, porque han transformado la casa de oración en una cueva de ladrones. Y lo que hace Jesús es un gesto de purificación, el templo había sido profanado y con el Templo, el pueblo de Dios. Profanado con el pecado tan grave que es el escándalo.
La gente es buena, la gente iba al Templo, no miraba estas cosas; buscaba a Dios, rezaba... pero debía cambiar las monedas para las ofrendas. El pueblo de Dios no iba al Templo por esta gente, por los que vendían, pero iban al tempo de Dios y allí había corrupción que escandalizaba al pueblo. Por eso yo pienso en el escándalo que podemos causar a la gente con nuestra actitud, con nuestras costumbres no sacerdotales en el Templo: el escándalo del comercio, el escándalo de la mundanidad... Cuántas veces vemos que entrando en una iglesia, aún hoy, está ahí la lista de los precios, para el bautismo, la bendición, las intenciones para la misa. Y de todo esto el pueblo se escandaliza. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de noviembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
En este pasaje del evangelio, Cristo muestra su amor al Padre, busca darle siempre el primer lugar en su vida. Para estar con Dios es necesario darle el lugar que le corresponde, pues si no fuera por Él, no sería posible nada de lo que ahora vemos y sentimos. Cristo nos muestra la importancia de poner a Dios en el centro, de estar unidos a Él, y la forma de estar unidos es vivir con fe en cada momento de nuestra vida. Cuando vivimos cada día así, dejamos entrar a Dios en nuestra burbuja para transformarnos en sus hijos muy amados.
Propósito. El día de hoy, en cada actividad, buscaré ver a Dios para tenerle presente.
Diálogo con Cristo
¡Señor!, sé que a veces me he alejado de ti. No me he confiado en tus manos, me he desesperado cuando surge alguna dificultad. Quiero ser tu mejor amigo, ayúdame a salir de esta incredulidad que no me permite estar muy cerca de ti. Señor, confío en ti. Ayúdame a crecer más en ti, pues tú vales la vida entera; ayúdame a verte en los demás, en los que sufren; enséñame el camino que he de seguir y nunca permites que me separa de ti. Así sea.
Renovar de modo más maduro la propia adhesión a la fe es condición para una participación verdadera y plena en la celebración eucarística, que constituye la cumbre de la vida eclesial (Juan Pablo II)
La Santísima Trinidad, el «misterio de los misterios»
El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.
Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo es un misterio! Más aún, es -por así decirlo- el misterio por antonomasia de nuestra fe, el "misterio de los misterios". Pero, en vez de plantear el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más "humano" y personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos con el corazón y bajo el prisma del amor. Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y "digerible". La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario. Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del "Amor de los amores" –como cantamos en un hermoso motete-. Dios, que "habita en una luz inaccesible" –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor.
Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad.
Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos.
Aristóteles definía la amistad como "una misma alma en dos cuerpos". Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, "dimidium animae meae", "la mitad de mi alma". Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad. Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que "es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas". Y el poeta Virgilio afirmaba: "amor vincit omnia", "el amor es capaz de vencer todos los obstáculos". Y tenían toda la razón. Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal.
San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: "Deus Charitas est", "¡Dios es Amor!" (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal.
Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: "El motor Inmóvil", "el Acto puro", "la Inteligencia más perfecta". O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: "el único Ser necesario, absoluto y trascendente", "el mismo Ser subsistente". Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor?
Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, "ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener". Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios. Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: "sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et custos. In unoquoque virorum bonorum habitat deus". En nuestra lengua cervantina sonaría así: "un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios" (Epístolas morales, núm. 41).
San Pablo, por su parte, nos recuerda que "somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo" (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada." (Jn 14, 23).
¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma.
¿En qué momento nosotros nombramos a la Santísima Trinidad?
Nos santiguamos y persignamos con gran cuidado y devoción, pensando en la Cruz, en que Jesús murió en la Cruz por nosotros, y pensando en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Cuando hacemos la Señal de la Cruz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
22. ¿Cómo creen que debemos santiguarnos? ¿A la ligera? ¿Por salir del paso? ¿Haciendo cualquier garabato en nuestra cara?
Debemos santiguarnos con mucha reverencia, porque estamos llamando al mismo Dios y es un acto de gran significación y de gran contenido. Estamos invocando a la Santísima Trinidad. Estamos recordando este misterio tan grande, que es tan grande como grande e infinito es Dios.
Invocamos a la Santísima Trinidad con las palabras que decimos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
23. Pero ¿qué gesto hacemos? ¿Qué señal marcamos sobre nuestra cara y nuestro pecho?
Es una Cruz. Entonces también estamos recordando que Jesús, que en el Jordán cargó con los pecados del mundo, después murió en la Cruz por nosotros, para salvarnos.
Al santiguarnos, entonces, estamos llamando a Dios y recordando que Jesús murió por nosotros en la Cruz.
24. Ahora vamos a persignarnos y santiguarnos:
+ Por la señal de la Santa Cruz
+ de nuestro enemigos
+ líbranos Señor, Dios nuestro
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
25. ¿Qué significa lo que decimos al persignarnos? ¿Se han fijado alguna vez? ¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Los ladrones? ¿A qué enemigos se refiere esta oración tan importante? A los enemigos de Dios, que son enemigos nuestros. A los enemigos de nuestra alma. ¿Quién es el principal Enemigo de nuestra alma?
El Demonio y los demonios. Esos son nuestros enemigos.
Más adelante, en otras clases, vamos a ver cómo el Demonio y nuestros enemigos quieren que nos separemos de Dios.
Hoy aprendemos que la Señal de la Cruz, el persignarnos y el santiguarnos, tiene un gran poder de rechazar al Demonio y de salvarnos en tentaciones y peligros para nuestra alma.
Memorizar: Cita y texto Mateo 28, 19-20
“Vayan, pues y hagan de todos los pueblos mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que les he enseñado a ustedes” Mt. 28, 19-20.
26. ¿A qué artículos del Credo nos hemos referido hoy?
. Creo en Dios Padre Todopoderoso
. Creo en Jesucristo su Único Hijo, nuestro Señor
. Creo en el Espíritu Santo
ORACION
Nos santiguamos y persignamos
con gran cuidado y devoción,
pensando en la Cruz,
en que Jesús murió en la Cruz
por nosotros,
y pensando en Dios Padre,
Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
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¿Cómo se hace la señal de la cruz?: ¿Cómo se debe hacer la señal de la cruz correctamente y cómo darle un sentido especial en cada momento?
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La Cruz y el persignarse