Dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir
- 06 Junio 2015
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El Papa Francisco I
Piden a Francisco que frene el nacionalismo de la Iglesia croata
El Papa viaja a Sarajevo para abogar por el diálogo interreligioso
"La paz sea con vosotros" es el lema elegido para esta visita
Redacción, 05 de junio de 2015 a las 19:58
Ante una Iglesia croata en contra de la socialdemocracia, el Papa llamará a la reconciliación
El papa Francisco visitará mañana Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, en su octavo viaje internacional que el Vaticano quiere esté marcado por el llamamiento a la reconciliación y la importancia del diálogo interreligioso.
Jorge Bergoglio realizará así su segundo periplo a la zona de los Balcanes, tras el viaje a Albania el 21 de septiembre.
Además, será la segunda visita de un pontífice a la llamada "Jerusalén de Europa", después de la que hizo Juan Pablo II en 1997 a una Sarajevo que aún intentaba recuperarse de la guerra (1992-1995) y del largo asedio que sufrió.
"La paz sea con vosotros" es el tema elegido para este viaje que comenzará a las 05.30 GMT, cuando Francisco parta del aeropuerto romano de Fiumicino. Su llegada al país está prevista para las 09.00 horas locales (07.00 GMT) y desde el aeropuerto se trasladará hasta la plaza adyacente al palacio presidencial, donde se celebrará la ceremonia de bienvenida y se reunirá con los tres miembros de la presidencia de Bosnia.
Esta, según los acuerdos tras la guerra, está integrada por representantes de los tres principales etnias y confesiones del país balcánico que se van turnando en el cargo: el bosnio musulmán Bakir Izetbegovic, el serbio Mladen Ivanic y el croata Dragan Covic.
El presidente actualmente es el serbio Ivanic y él será el encargado de pronunciar el discurso de bienvenida en nombre de la presidencia tripartita del país.
A las 11.00 horas local (09.00 GMT), Francisco celebrará misa en el estadio Kosevo y, al finalizar, se desplazará hasta la nunciatura apostólica, donde almorzará con los obispos del país.
La agenda de Francisco incluye un encuentro a las 16.30 hora local (14.30 GMT) consacerdotes, religiosos y seminaristas que tendrá lugar en la catedral de Sarajevo.
Una hora más tarde participará en el encuentro interreligioso en el centro internacional estudiantil franciscano, donde han sido invitados representantes de todas las comunidades religiosas presentes en Sarajevo: musulmana, ortodoxa, católica y también judía. Este será uno de los momentos más importantes del viaje, tal y como señaló recientemente el portavoz vaticano, Federico Lombardi, pues será la ocasión en la que el pontíficeinvitará a los presentes a "aliviar las tensiones entre los variados componentes étnicos".
Como es habitual, Bergoglio también mantendrá encuentros y conversaciones con los jóvenes y en esta ocasión lo hará en el centro diocesano juvenil "Juan Pablo II". Este acto pondrá el punto final a la visita de Francisco de apenas unas horas en la capital de Bosnia-Herzegovina, ya que de aquí emprenderá su regreso a Roma, donde está previsto que llegue al aeropuerto de Ciampino a las 21.20 horas locales (19.20 GMT).
Esta visita de Francisco a Sarajevo será de especial importancia pues se trata de una zona en la que se han vivido momentos dramáticos de la historia europea y donde ahora conviven de manera pacífica diferentes etnias y religiones.
Tal y como apuntó recientemente Lombardi, es un lugar propicio para lanzar con fuerza "elmensaje de convivencia armónica, paz, reconciliación y construcción del futuro".
También el propio pontífice pidió, al anunciar su visita, que su presencia en Sarajevo diese "ánimo a los fieles católicos, suscitase fermentos de bien y contribuyese a la consolidación de la fraternidad y de la paz, del diálogo interreligioso y de la amistad".
En una entrevista concedida al diario vaticano "L'Osservatore Romano", el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, evidenció la importancia de la presencia de Francisco en el país y subrayó "la necesidad de alcanzar la igualdad de todos los ciudadanos en el país".
Esta será la manera, prosiguió, de garantizar "que todos se sientan ciudadanos de pleno derecho" y, añadió, será "una condición que ayudará a la paz" y favorecerá "las aspiraciones de Bosnia-Herzegovina de integrarse en la Unión Europea".
Por otro lado, numerosas figuras intelectuales de Bosnia y Croacia han solicitado al papa Francisco, con motivo de este viaje, que la Iglesia no ampare al ultranacionalismo croata ni glorifique a condenados por criminales de guerra, como un paso para promover la reconciliación en la región.
Denuncian que la Iglesia católica (el culto mayoritario de los bosnio croatas) ha dado un tratamiento propio de héroes "a criminales de guerra convictos que salen de la cárcel".
Como ejemplo, exponen el caso del excomandante bosnio croata Dario Kordic, condenado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) a 25 años de prisión por el asesinato de 116 civiles musulmanes, incluidos niños, mujeres y ancianos.
Estos intelectuales recuerdan que tras ser puesto en libertad el año pasado al cumplir dos tercios de la pena, Kordic fue recibido con un festejo por las autoridades croatas de Bosnia.
"Después de esta ceremonia pública siguió una santa misa y un discurso de Kordic pronunciado desde el altar", sin ninguna palabra de arrepentimiento, denuncian.
Entre los firmantes de la carta, destaca la directora de cine Jasmila Zbanic, que en 2006 ganó el Oso de Oro en la Berlinale con la película Grbavica. "Nos sentimos muy tristes por el hecho de que esa misma gente que recibe con alegría a criminales de guerra estén entre aquellos que reciban a su santidad y le den la bienvenida en Bosnia", reza la misiva.
"Para que Bosnia se convierta en un país ‘normal' hay que eliminar estos espectáculos nacionalistas del espacio público", concluye. En el país balcánico, dónde las heridas de la guerra civil de 1992 a 1995 no acaban de cicatrizar, los tres pueblos mayoritarios son los bosnio musulmanes; los serbobosnios, de fe ortodoxa; y los bosnio croatas, católicos.
En la vecina Croacia, donde más del 90 % de la población se declara católica y la Iglesia ha tenido un gran peso en la formación de la identidad nacional, el obispo Vlado Kosic recibió a Kordic en el aeropuerto de Zagreb y le besó la mano. Ese recibimiento desató la protesta de organizaciones de derechos humanos y de decenas de intelectuales croatas.
En esa protesta se denunció que "los más altos dignatarios de la Iglesia católica" glorificaron y compararon con Jesucristo a un condenado por crímenes de guerra.
Varios jerarcas de la Iglesia croata mostraron en el pasado simpatías con ultranacionalistas y condenados por crímenes de guerra, cometidos contra civiles serbios, en el conflicto por la independencia de Croacia (1991-95).
Branimir Glavas, un general retirado condenado por crímenes de guerra, recibió la visita "como amigo y como obispo" del purpurado Marin Srakic, cuando emprendió en 2007 unahuelga de hambre en protesta por su juicio.
Srakic se manifestó muy preocupado por la salud de Glavas, condenado por la tortura y muerte de una decena de civiles serbios, a los que no dedicó ni una palabra.
Asimismo, los obispos croatas han manifestado su pleno apoyo a la agrupación ultranacionalista de veteranos de guerra que protesta con una acampada en Zagreb desde el pasado octubre contra el actual gobierno socialdemócrata.
A finales de 2013 unas 40 organizaciones de derechos humanos croatas enviaron al papa Francisco una carta abierta para protestar por el apoyo de la Iglesia a los ultranacionalistas.
Éstos se oponen a medidas prácticas de convivencia entre las diferentes etnias de Croacia, como la introducción de carteles bilingües en grafía cirílica serbia en la ciudad de Vukovar, donde vive una importante minoría serbia.
Vesna Terselic, presidenta de la ONG "Documenta" y una de las firmantes de la citada carta, declaró que tanto la misiva croata como la bosnia "han contribuido al debatesobre el apoyo que muchos representantes de la Iglesia en Croacia y Bosnia brindan a la intolerancia".
Drago Pilsel, hijo de emigrantes croatas nacido en Argentina, ex franciscano y activista defensor de los derechos humanos, recuerda su conmoción por el grado de nacionalismo a su llegada a Croacia en 1989.
"¿Cómo es posible que tanto el episcopado como el clero todos estos años sufran graves ataques de amnesia y no recuerden nada de los crímenes cometidos por croatas desde la desintegración de Yugoslavia?", se pregunta.
Para Pilsel, la principal cuestión en Croacia y Bosnia para todas la comunidades es: "¿cómo lamentar las víctimas de otros, cómo admitir la culpa en la propia comunidad?". (RD/Agencias)
Evangelio según San Marcos 12,38-44.
Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Poesía « Vivo sin vivir en mí » «Dio todo lo que tenía»
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
puso en él este letrero:
Que muero porque no muero...
¡Ay, qué vida tan amarga,
do no se goza al Señor!,
porque, si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque, muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte, do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte (Ct 8,6):
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte. (Lc 9,24)
Venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es perderte a ti,
para mejor a él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a él solo es al que quiero:
Que muero porque no muero.
San Marcelino Champagnat,
presbítero y fundador
En Saint-Chamond, en el territorio de Lyon, en Francia, san Marcelino Champagnat, presbítero de la Sociedad de María, que fundó el Instituto de Hermanos Maristas de la Enseñanza, para la formación cristiana de los niños.
Marcelino Champagnat, sacerdote francés que fundó la congregación de los Hermanos Maristas. Nació el año 1789, el mismo año de la Revolución Francesa, en Rosey al sur de Lyon. Sus padres, Juan Bautista y María Teresa, tuvieron 10 hijos, Marcelino fue el noveno. Tenía 24 años, cuando con otros seminaristas compañeros de estudios, empezó a madurar la idea de fundar una congregación de Hermanos, dedicados a laenseñanza y a la catequesis de los niños.
Tres años después fue ordenado sacerdote y lo destinaron a La Valla. En el pueblo los niños no tenían escuela ni catequesis, y los mayores apenas iban a la iglesia. Marcelino empezó a hablar con la gente, se hizo cercano a todos, y el pueblo lo aceptó de buen grado. Tras una fuerte experiencia con un joven moribundo, el P. Champagnat decide fundar una congregación de Hermanos que se dedicaran a la enseñanza y a la catequesis de los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados. Enseguida dio los primeros pasos, y el 2 de enero de 1817 reunió, en una casita alquilada cerca de la parroquia, a dos jóvenes que le habían manifestado su deseo de ser religiosos. Se llamaban Juan María Granjon y Juan Bautista Audras.
Éste fue el principio de los Hermanos Maristas. Pronto acudieron otros jóvenes. Marcelino les ayudó a organizar su vida en comunidad: oración y trabajo, formación personal, sencillez y pobreza. Y una filial devoción a la Virgen María, bajo cuya protección se puso, desde el primer momento, la naciente congregación. Después de un periodo de formación, el P. Champagnat les dio un hábito religioso y los jóvenes firmaron sus primeros compromisos (votos) Al cabo de un año, Marcelino abrió una escuela en La Valla y enseguida se hicieron cargo de ella los Hermanos. Después de esta primera escuela vinieron muchas más. Los párrocos y alcaldes de los pueblos vecinos se disputaban a los Hermanos. Así, el Instituto de los Hermanos Maristas comenzó a crecer, no sin dificultades, y hubo que construir una nueva casa, porque en La Valla ya no cabían todos.
Murió en la madrugada del 6 de junio de 1840, a los 51 años, rodeado de sus Hermanos. Sus restos descansan en la capilla de Ntra. Sra. del Hermitage. En el momento de su muerte, la congregación tenía cerca de 300 Hermanos, 50 casas y escuelas, y alrededor de 7.000 alumnos. E P. Marcelino Champagnat fue declarado «Beato» en Roma, por S. S. Pío XII, el 29 de Mayo de 1955, domingo de Pentecostés. Tras un largo y detallado estudio, los expertos habían declarado la autenticidad de dos milagros obtenidos por su intercesión. La ceremonia de canonización del P. Marcelino Champagnat fue celebrada el domingo 18 de abril de 1999, por Juan Pablo II. Sus pensamientos y su obra nos muestran el gran amor a Jesús y a María: « Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús»
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San Marcelino Champagnat para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Corpus día de la Caridad
La fiesta de Corpus Christi, con tan antiguas raíces históricas entre nosotros, tiene una doble significación que se complementan: la exaltación de la Eucaristía y la caridad fraterna. Ambas fueron unidas por Jesucristo el mismo día, el Jueves Santo, en el Cenáculo, cuando instituyó el gran sacramento y lavó los pies de sus discípulos dejándoles en herencia el mandato del amor.
La Iglesia ha conservado el doble carácter de esta fiesta, consciente de que la celebración de la Eucaristía si no nos llevara a amar al prójimo como Dios le ama, sería falsa. Y sabedora también de que la actividad caritativa de la Iglesia si no se basara en el misterio del amor divino, se diluiría en una obra asistencial más, una variante de ONG sin más mensaje para el mundo.
El pasado sábado 30 de mayo recordamos esta unión del amor a Dios y el amor a los demás en la celebración del 50 aniversario de Cáritas Diocesana de Tarragona, cuando tuve ocasión de celebrar la Eucaristía en la Catedral acompañado de los sacerdotes que han sido delegados episcopales de esta institución que trabaja, como tantas otras, a favor de las personas más necesitadas. Animo a cuantos trabajan en este campo de la asistencia, recordando unas palabras del papa Benedicto XVI: «Cuantos trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad». Cada uno de nosotros ha de ser «un corazón que ve», que no pasa distraído ante las necesidades ajenas, sino que se detiene, como el Buen Samaritano a tratar de ponerles remedio. El cristiano actúa así sin hacer acepción de personas, ideologías o religiones. Todos quienes llaman a nuestra puerta merecen ser atendidos. Y también quienes no tienen fuerzas ni para acudir y debemos ser nosotros quienes les salgamos al encuentro.
En la tradicional procesión eucarística del Corpus Christi, llevamos al Señor por las calles ciudadanas. Pero, aunque de otro modo, también llevamos su presencia cuando nos detenemos para atender a los pobres, o cuando acudimos a algún lugar a «perder el tiempo» ayudando como voluntarios en labores asistenciales. El rostro de Cristo se ve en el hermano del mismo modo que en Cristo conocimos por revelación que Dios es un padre amoroso que vela por todos nosotros.
Tomad y comed todos y todas de él
"Tomad y comed todos y TODAS de él...,
Tomad y bebed todos y TODAS de él..."
Marcos 14, 12-16
En la fiesta de Corpus celebramos los cristianos la presencia de Jesús en la Eucaristía, a partir de que en la última Cena con los discípulos y discípulas Jesús tomó pan en sus manos, lo partió, se lo dio y les dijo: “Tomad y comed todos y TODAS de él, porque esto es mi cuerpo”. Después tomó la copa con vino y les dijo: Tomad y bebed todos y TODAS de él porque este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía”.
-No se trata del cuerpo físico de Jesús, sino de la persona de Jesús. No se trata de la sangre física de Jesús, sino de la vida de Jesús. Por tanto, la comunión sin compromiso con la persona y la vida de Jesús no significa nada, es un rito vacío, aunque, y peor aún, se celebre con cálices, patenas, o custodias de oro. El pan de la Eucaristía solo es verdadero cuando el pan de la vida de cada día es pan de vida humana para todos. Primero es el pan de la vida humana y después el de la Eucaristía para celebrarlo. Al final del camino Jesús solo nos va a preguntar por el pan de la vida humana (Mateo 25,31-46).
-Sin reconocer la presencia de Jesús en los empobrecidos es imposible reconocer su presencia en la Eucaristía: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y en la cárcel y me visitasteis..." Cada domingo nos ponemos en torno a una misma mesa del altar, para recibir un pan común que es Jesús, pero luego no hacemos de los bienes del mundo una misma mesa para todos los hombres: mientras unos pocos estamos hartos y hasta enfermos de tanto comer, la mayoría de la humanidad pasa hambre: eso no es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan. Incluso en España la pobreza infantil afecta al 30,1 % de los niños y niñas de nuestro país.
Aquella primera Eucaristía de Jesús, no fue solo con LOS DISCÍPULOS, sino también con LAS DISCÍPULAS, pues cómo no iba a invitar también Jesús a aquella memorable Cena a todas aquellas mujeres que, ya desde Galilea, lo habían seguido, acompañado, escuchado y servido durante los mismos años en que lo hicieron los discípulos, y a veces con más fidelidad, más compromiso y más riesgo que ellos, y a las cuales les tenía reservadas sus primeras apariciones de resucitado, además de encargarles anunciarlo a los apóstoles, y más aun con el gran machismo que imperaba en aquella sociedad, y por eso el comportamiento de Jesús con la mujer tiene mucho más valor del que hoy le daríamos. Es por lo que la Iglesia debería ser la primera en dar a la mujer la misma dignidad que al hombre en todo, pero no en esta iglesia oficial de hoy, tan asimétrica, tan desigual, tan escalonada, tan autoritaria, dogmática, legalista, clasista, fastuosa, jerárquica, antidemocrática, segregada del mundo, tan lejos de los últimos y tan cerca de los primeros, ya desde el siglo IV y hasta nuestros días.
Una iglesia androcéntrica nunca puede ser la verdadera iglesia de Jesús. Por eso, por ejemplo, en las palabras de la consagración deberíamos decir: “Tomad y comed todos Y TODAS de él... y tomad y bebed todos Y TODAS de él”. Hace ya años que algunos ya lo hacemos así, pero ¿cuándo lo podrán hacer por lo menos ALGUNAS? En esta iglesia oficial de hoy seguramente nunca, incluso con el Papa Francisco al frente de la misma. Ojalá no se así.
Sugerencias para la homilía de la Solemnidad del Corpus Christi
Primera: Ex 24, 3-8; salmo 116; segunda: Hb 9,11-15; Evangelio: Mc 14, 12-16
Nexo entre las lecturas
El tema central que nos ocupa en esta solemnidad del Corpus Christi es la alianza de Dios con los hombres. Esta alianza nace del amor siempre fiel de Dios, atraviesa toda la historia de la salvación y encuentra en los hechos del Sinaí,(1L), un momento de particular importancia. En efecto, en el Sinaí se estipula de modo solemne una alianza que ya existía, pero que no había sido aún formalizada. Moisés, el mediador, lee las leyes (el decálogo), el pueblo acepta, se erige un altar, se ofrecen sacrificios y se rocía la sangre sobre el altar y el pueblo.
Así, la alianza queda sellada. Sin embargo, esto no era sino figura de la nueva alianza que encuentra en Cristo su culminación como sacerdote de los bienes futuros (2L) quien ya no ofrece sacrificios y sangre de animales, sino su propia sangre. En la última cena Cristo anticipa sacramentalmente su oblación, y establece, por medio de su cuerpo y de su sangre, la Nueva Alianza, la definitiva, aquella que nos da la plena revelación del rostro misericordioso de Dios y la salvación del género humano (EV).
Mensaje doctrinal
La conclusión de la alianza y la nueva alianza.
El texto del Éxodo es de particular importancia porque formaliza de modo solemne la alianza (Berit) entre Dios y su pueblo. En realidad, la historia de la alianza se confunde con la historia de la salvación. Esta alianza ya existía antes de que fuera consagrada en el Sinaí. Había sido prometida a Noé después del diluvio (Gen 6,18; 9,9-17) y había sido concertada con Abraham (Gen 15,18; 17,2-21) de modo solemne. Dios ya había obrado maravillas en favor de Israel y lo había liberado de la esclavitud de Egipto con brazo extendido. Esta expresión:“brazo extendido” quiere significar la intervención poderosa de Iahveh en favor de los israelitas. Sin embargo, es en el Sinaí donde el pueblo acepta la alianza y se compromete a obedecerla de modo solemne. El Señor lo conduce al desierto y lo lleva a la montaña para concluir su pacto. La iniciativa siempre es de Dios. Moisés, el mediador, hace lectura ante el pueblo de la ley (los mandamientos) que son el contenido de la alianza que el Señor establece con su pueblo. El pueblo, por su parte, se compromete a observar todo aquello que le manda el Señor.
Moisés se levanta temprano erige un altar con las doce piedras que simbolizan las doce tribus de Israel. Se ofrecen los sacrificios y se vierte la sangre de las víctimas sobre el altar y se rocía al pueblo. Conviene comprender bien el alcance de este rito. La inmolación de una víctima podía ser de dos formas: el holocausto, es decir, la víctima era totalmente consumida por el fuego; y el sacrificio pacífico o de comunión en el que la víctima sacrificada se dividía en dos, una se ofrecía a Iahveh y la otra la consumía el oferente. En el Sinaí tienen lugar los dos sacrificios. Con el holocausto se establecía, por una parte, la primacía de Dios sobre todo lo creado; con el sacrificio pacífico, por otra, se establecía la comunión que el hombre tenía con Dios por medio de la participación de la ofrenda. Conviene indicar que el rito de la sangre, que nos puede parecer extraño y causar repulsa, tiene un significado muy positivo. Los antiguos pensaban que en la sangre estaba la vida. Dar la sangre equivalía a dar la vida. Así, cuando la víctima es sacrificada -se ofrece la víctima a Dios-, Dios responde dando la vida. El sacrificio, implica ciertamente una oblación, una muerte, pero su contenido más profundo es dar la vida. El rito de la aspersión de la sangre significa, por tanto, la respuesta de Dios al sacrificio que se ha ofrecido y al compromiso del pueblo de observar los mandamientos: Dios responde comunicando la vida.
La alianza sinaítica encuentra su culminación y perfección en la nueva alianza que Dios establece con los hombres por medio de su Hijo. La carta a los Hebreos presenta a Cristo como el sumo sacerdote, aquel que ofrece el sacrificio perfecto. Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes futuros. La alianza ha llegado a su máxima expresión. Ya no es la sangre de animales la que ofrece el sacerdote en el “santo de los santos” (al cual el sumo sacerdote entraba una sola vez al año), ahora es la sangre misma de Cristo, sumo sacerdote, la que se ofrece. El salvador ha entrado de una vez para siempre en el santuario del cielo, está junto al Padre para interceder por nosotros.
En la última cena se anticipa sacramentalmente el sacrificio de Cristo en la cruz, será el ofrecimiento definitivo y fundará la alianza definitiva. La sangre que Cristo ofrece en el cáliz es la sangre de la alianza que será derramada por muchos, es decir, en lenguaje semítico, por todos. En esta cena se evoca la liberación de Egipto y la estipulación de la alianza sinaítica. Esta alianza no era entre dos “partners” iguales. Dios mismo se comprometía en favor de su pueblo. El pueblo, por su parte, se comprometía a observar los mandamientos. Con la sangre de Cristo se establece la nueva y definitiva alianza. En su sangre, en el don de su vida, se manifiesta el amor del Padre por el mundo ( Cf. Jn 3,16), por medio de esta sangre los hombres son liberados de la esclavitud del pecado y absueltos de sus culpas. Dios se compromete a manifestar siempre su amor, su “hesed” (misericordia). Ahora el hombre tiene abierto el camino de la conversión y de la vida eterna. En el sacramento de la Eucaristía Jesús no solamente se queda con sus discípulos, sino que funda con ellos su comunión con Dios.
“Jesús ofrece a los discípulos su cuerpo y su sangre... El hecho que Jesús ofrezca su cuerpo y su sangre debe siempre hacernos recordar el don de su vida, su muerte en cruz. En la cruz él ha derramado su sangre; con su muerte ha fundado una nueva alianza, la comunión definitiva de Dios con los hombres. Jesús permanecerá para siempre con ellos y será “el crucificado”, que ha donado su vida por ellos” (Klemens Stock, S.I. Edizioni ADP, Roma 2002 p. 184-85).
Sugerencias pastorales
1. Catequesis eucarística. El Cura de Ars se había propuesto que los hombres de su parroquia recibieran, al menos, cuatro veces al año la Eucaristía. Empresa no fácil para los tiempos que corrían. En algún momento el santo llegó a confesar: “he promovido siempre la confesión cuatro veces al año de los hombres. Los que me escuchen alcanzarán la vida eterna”. Es sorprendente que el santo cura, siendo tan exigente con sus feligreses, pensara que los hombres que recibieran cuatro veces al año la comunión estaban en camino de salvación. En verdad, la comunión es el alimento de nuestra vida espiritual y cristiana. Nos dice el Kempis:
“La comunión aparta del mal y reafirma en el bien;
si ahora que comulgo o celebro tus misterios
con tanta frecuencia soy negligente y desanimado
¿qué pasaría si no recibiera este tónico
y no acudiera a tan gran ayuda?
¡Qué maravillosa es tu piadosa decisión
con respecto a nosotros
que Tú Señor Dios, Creador y Vivificador
de todos los espíritus
condesciendas en venir a estos pobrecitos
y satisfacer nuestra hambre
con toda tu Divinidad y Humanidad!
Propongamos nuevamente a nuestros fieles en esta santa solemnidad la comunión frecuente como medio insustituible de vida cristiana y amistad con Cristo. No nos cansemos de acercar más y más personas por medio de la meditación y de la conversión del corazón a la comunión eucarística. Allí, ellos encontrarán al incomparable amigo de sus almas que los ayudará a vivir y a sufrir en esta vida, sin jamás perder la esperanza.
2. La comunión frecuente en los jóvenes. Pero una palabra especial va dirigida a los jóvenes. Ellos por la riqueza de su vida, por el grande abanico de sus posibilidades, por las energías tan intensas que surcan su existencia están especialmente necesitados de encontrar a Cristo. Recomendar a un joven la comunión frecuente, diaria si es posible, es ayudarlo a vivir en gracia, es darle fuerzas espirituales para resistir al enemigo; es ayudarlo a jamás perder el ánimo ante un mundo muy agresivo. No nos cansemos de inculcar en nuestra juventud un amor muy personal a Cristo eucaristía.
La misa del Papa en Sarajevo
Denuncia "una especie de tercera guerra mundial combatida por partes"
El Papa en Sarajevo: "Se eleva desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios de '¡nunca más la guerra¡'"
"La paz es el sueño de Dios, su proyecto para la Humanidad y para la Historia"
José Manuel Vidal, 06 de junio de 2015 a las 10:50
Sólo si se deja reconciliar con Dios, el hombre puede llegar a ser constructor de paz
(José Manuel Vidal).- Tras la parte política en la presidencia tripartita de Bosnia, Franciscoinicia la espiritual. En el estadio Kosevo, totalmente abarrotado de gente, sobre todo de croatas, que son mayoritariamente católicos en el país. Reciben al Papa con el "Tú has venido a la orilla", cantado en croata.
En este mismo estadio estuvo Juan Pablo IIen 1977, que ya entonces les decía: "Perdonemos y recibamos perdón".
Ante más de 60.000 personas, el Papa sube altar, decorado con los colores blanco y amarillo del Vaticano, acompañado, entre otros, del cardenal Puljic, del cardenal Parolin o del cardenal Koch.
Suena una campana, mientras la procesión se acerca al altar, presidido por un gran Cristo de madera y, a la derecha, un cuadro de la Virgen. En el centro, una gran sede tallada en madera por un artesano del país.
Primera lectura del profeta Isaías: "La obra de la justicia será la paz...mi pueblo habitará en lugar de paz".
Salmo: "Venga, Señor, tu Reino de justicia y paz"
Carta de San Pablo a los Colosenses: "Sopórtense los unos a los otros y perdónense mutuamente...El Señor les ha perdonado, hagan ustedes lo mismo...Que la paz de Cristo reine en sus corazones"
Lectura del Evangelio de Mateo: "Bienaventurados los que trabajan por la paz...Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia...Bienaventurados los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos"
Texto íntegro de la homilía del Papa
Queridos hermanos y hermanas: En las lecturas bíblicas que hemos escuchado ha resonado varias veces la palabra «paz». Palabra profética por excelencia. Paz es el sueño de Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con toda la creación. Y es un proyecto que encuentra siempre oposición por parte del hombre y por parte del maligno. También en nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida «por partes»; y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra.
Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente, en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas. Pero la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas. Vosotros lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí, cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad: ¡Nunca más la guerra!
Dentro de este clima de guerra, como un rayo de sol que atraviesa las nubes, resuena la palabra de Jesús en el Evangelio: «Bienaventurados los constructores de paz» (Mt 5,9). Es una llamada siempre actual, que vale para todas las generaciones. No dice: «Bienaventurados los predicadores de paz»: todos son capaces de proclamarla, incluso de forma hipócrita o aun engañosa. No. Dice: «Bienaventurados los constructores de paz», es decir, los que la hacen. Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia... Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de los tiempos ha sembrado en el mundo a su Hijo para que tuviésemos paz. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás.
Y ¿cómo se hace, cómo se construye la paz? Nos lo ha recordado de forma esencial el profeta Isaías: «La obra de la justicia será la paz» (32,17). «Opus iustitiae pax», según la versión de la Vulgata, convertida en un lema célebre adoptado proféticamente por el Papa Pío XII. La paz es obra de la justicia. Tampoco aquí retrata una justicia declamada, teorizada, planificada... sino una justicia practicada, vivida. Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo como a sí mismo (cf. Mt 22,39; Rm 13,9).
Cuando nosotros seguimos, con la gracia de Dios, este mandamiento, ¡cómo cambian las cosas! ¡Porque cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo. Entonces, la verdadera justicia es hacer a esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi pueblo (cf. Mt 7,12).
San Pablo, en la segunda lectura, nos ha indicado las actitudes necesarias para la paz: «Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (3, 12-13).
Estas son las actitudes para ser "artesanos" de paz en lo cotidiano, allí donde vivimos. Pero no nos engañemos creyendo que esto depende sólo de nosotros. Caeríamos en un moralismo ilusorio. La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz. y, profundizando más todavía, el Apóstol dice que la paz es don de Dios porque es fruto de su reconciliación con nosotros. Sólo si se deja reconciliar con Dios, el hombre puede llegar a ser constructor de paz.
Queridos hermanos y hermanas, hoy pedimos juntos al Señor, por la intercesión de la Virgen María, la gracia de tener un corazón sencillo, la gracia de la paciencia, la gracia de luchar y trabajar por la justicia, de ser misericordiosos, de construir la paz, de sembrar la paz y no guerra y discordia. Este es el camino que nos hace felices, que nos hace bienaventurados.
Significado del viaje que realiza hoy el Papa Francisco a Sarajevo
Sarajevo, «la Jerusalén de Europa» y ejemplo de convivencia en la diversidad, en su proceso de consolidación de paz recibe hoy al Sucesor de Pedro
“La paz esté con ustedes”, lema del 8º Viaje Apostólico del Papa, es el tema central de la solicitud de la Sede Apostólica por Bosnia y Herzegovina. Sarajevo, la ciudad asociada al estallido del primer conflicto mundial, y en la época moderna al más largo asedio militar, del 1992 al 1996, recibe este sábado al Papa Francisco en la segunda visita apostólica en esa tierra.
Seis son los eventos que ven al Papa en Sarajevo este sábado: por la mañana el encuentro con las autoridades en el Palacio Presidencial seguido por la Santa Misa en el Estadio de la Capital; y el encuentro y el almuerzo con los seis Obispos del País en la Nunciatura Apostólica. Por la tarde el Papa celebra las Vísperas con el Clero en la Catedral del Sagrado Corazón, la catedral que ha sido gravemente dañada durante la guerra, luego el Encuentro Ecuménico interreligioso en el Centro Estudiantil Internacional Franciscano y por último el Encuentro con los jóvenes reunidos en Centro Diocesano “San Juan Pablo II” que se encuentra en construcción.
Un país signado por conflictos bélicos y religiosos
Es importante conocer la historia del país para captar el entero significado de este viaje pontificio, el cual llega después de dos visitas al país realizadas por el Papa Juan Pablo II, quien, aún albergando el intenso deseo de visitarla durante la guerra en 1994, logró concretar el viaje en 1997 después de terminar el asedio más largo de la historia militar moderna, durado desde 1992 a 1996, y más tarde con ocasión de la beatificación de Ivan Merz en 2003.
Con esta visita de Francisco, pues, suman tres los viajes apostólicos a Bosnia Herzegovina, y dos a la ciudad de Sarajevo, y eje del mensaje del Papa será precisamente la paz, construida a través de la tolerancia y la convivencia religiosa.
Una visita que llega también después de recibir en el mes de marzo a los seis obispos de Bosnia-Herzegovina, en visita ad Limina, a quienes el Papa habló de la multiculturalidad y la multietnicidad de la sociedad en la que viven, y recordando los no lejanos conflictos bélicos, la falta de trabajo y de perspectivas de los habitantes del país, recordó la tarea que les fue confiada, aquella de ser “padres de todos”.
Un mosaico de culturas, religiones y etnias
Las relaciones entre las diversas componentes religiosas del país, un 40% de musulmanes, un 31% de ortodoxos y un 15% de católicos, además de las otras minorías religiosas, dramáticas en los decenios pasados, ve a la Bosnia Herzegovina trabajar por la paz y la pacífica convivencia social, y de ahí se desprende precisamente la intención del Papa en esta visita: “animar a los católicos de esa región, fortalecer la fraternidad y la paz, e incentivar el diálogo interreligioso y la amistad”.
“La paz es posible, más aún, la paz es necesaria”
“Construir una paz auténtica y duradera es una gran tarea confiada al esfuerzo de todos - dijo Juan Pablo II en su primer viaje a Sarajevo. Ciertamente, mucho depende de los que tienen responsabilidades públicas”. “Sin embargo - proseguía el Papa peregrino - el destino de la paz, aunque en gran parte está confiado a las fórmulas institucionales, que deben elaborarse eficazmente mediante el diálogo sincero y el respeto a la justicia, depende en medida igualmente decisiva de una renovada solidaridad de los corazones”.
Sarajevo, “la Jerusalén de Europa” y ejemplo de convivencia en la diversidad, en su proceso de consolidación de paz recibe hoy al Sucesor de Pedro. Cómo no pensar en el llamado del Papa a rezar por este viaje a la ciudad símbolo del sufrimiento de Europa. Una oración que podemos elevar al cielo tomándola de la misma misa por la Paz y la Justicia: “Dios nuestro, que llamaste hijos tuyos a los que trabajan por la paz, concédenos la gracia de procurar, sin cesar, la justicia, única garantía de una Paz sólida y verdadera”.