«Hace salir el sol sobre los malos y sobre los buenos»
- 16 Junio 2015
- 16 Junio 2015
- 16 Junio 2015
El Papa en Santa Marta: 'No hay que dar motivo de escándalo'
Fecha: 15 de Junio de 2015
El cristiano tiene que aprender a cuidar su corazón de las pasiones y de los ruidos mundanos, para estar atento y poder acoger en cada momento la gracia de Dios. Lo indicó este lunes el papa Francisco en su homilía matutina en la misa en la Domus Santa Marta.
El Santo Padre recordó que “existe un momento favorable” para acoger el don gratuito de la gracia de Dios, y ese momento es “ahora”. El cristiano, tiene que ser consciente y por lo tanto tener el corazón preparado para recibir este don, un corazón libre del “ruido mundano” que es “el ruido del diablo”.
Francisco se ha inspirado en ambas lecturas de la liturgia de hoy. De san Pablo el Papa ha explicado el “no acoger en vano la gracia de Dios”, que se manifiesta 'ahora'. Esto significa que en “cada tiempo el Señor nos vuelve a dar la gracia”, el “don que es gratuito”. Acojamos esto, sin olvidar que Pablo indica: “De nuestra parte no demos motivo de escándalo a nadie”.
“Es el escándalo del cristiano que se dice cristiano, que va a la iglesia, los domingos, pero vive no como cristiano, vive mundano o como pagano. Y cuando una pesona es así, escandaliza. Cuantas veces hemos escuchado en nuestros barrios, en los negocios: 'mira a aquel o a aquella, todos los domingos va a misa y después hace esto, esto y esto...'. Y la gente se escandaliza. Es esto que Pablo dice: 'no acoger en vano'.
¿cómo hacerlo? Antes de todo es el momento favorable, dice. Nosotros tenemos que estar atentos para entender el tiempo de Dios, cuando Dios pasa por nuestro corazón”.
Y el umbral de esta atención, explica Francisco, el cristiano la alcanza si se pone en condición de “custodiar el corazón”, y para ello “alejando cada ruido que no viene del Señor”, alejando las cosas “que nos quitan la paz”.
Un corazón libre de las pasiones, aquellas que del 'ojo por ojo, diente por diente', Jesús cambia en el “poner la otra mejilla”, o con las dos millas caminadas junto a quien te obligó a caminar una.
“El corazón es custodiado por la humildad, la mansedumbre, nunca por las luchas, las guerras”. ¡No!
'No hay que dar motivo de escándalo a nadie para que no sea criticado nuestro ministerio', dice Pablo, y además habla de ministerio también desde el testimonio cristiano, para que no sea criticado.
Cuidar el corazón para ser siempre de Dios, como escribe san Pablo: “en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los golpes, en las prisiones, en los tumultos, en los dolores, en las vigilias, en los ayunos”.
-'Pero son cosas feas estas' podría decir alguien.
- '¿Y yo tengo que custodiar mi corazón para acoger la gratuidad y el don de Dios?'
- ¡Sí!
- '¿Y cómo hago?'
Pablo indica que: 'con pureza, con sabiduría, con espíritu de santidad'. La humildad, la benevolencia, con espíritu de santidad. “La humildad, la benevolencia, la paciencia, que solamente mira a Dios, y que tiene el corazón abierto al Señor que pasa”.
Evangelio según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul. Discursos ascéticos, 1ª serie, nº60
«Hace salir el sol sobre los malos y sobre los buenos»
Anuncia la bondad de Dios. Siendo tú indigno, te acompaña, se lo debes todo a él, y no te reclama nada. A cambio de las pequeñas cosas que tú haces, te lo recompensa dándote grandes cosas. No llames, pues, a Dios, simplemente justo, porque no es por la relación existente con las cosas que tú haces que se revele su justicia. Si David le nombra justo y recto (sl 32,5), su Hijo nos revela que es mucho más que bueno y suave:
«Es bueno con los malvados y desagradecidos» (Lc 6,35).
¿Cómo puedes tú quedarte con la simple justicia de Dios al leer el capítulo sobre el salario de los trabajadores? «Amigo, no te hago ninguna injusticia. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?» (Mt 20,13-15). ¿Cómo se puede decir simplemente que Dios es justo leyendo el capítulo del hijo pródigo que malgastó en una vida disoluta la riqueza de su padre, y por la sola compunción que le mostró, su padre corrió hacia él, se le echó al cuello y le dio pleno poder sobre todas sus riquezas? (Lc 15,11ss). No es cualquiera quien nos dice esto sobre Dios y así podríamos dudar: es su propio Hijo; es él mismo quien ha dado de Dios este testimonio. ¿Dónde se encuentra, pues, la justicia de Dios? ¿No es en aquello de «cuando éramos pecadores Cristo murió por nosotros?» (Rm 5,8). Se Dios ya aquí abajo se muestra compasivo, creemos que lo será por toda la eternidad
Jesús camina delante de nosotros. Siempre ante nosotros, marcando el camino ... Esta es la fuente de nuestra confianza y nuestra alegría: ser sus discípulos, permanecer con él, caminar detrás de él, seguirlo ... Caminar es una acción, una acción que Jesús realiza continuamente: "Jesús caminaba ..." Es una de las cosas que llama la atención en los evangelios: Jesús no se está quieto sino que camina, y enseña a sus discípulos el camino. Esto es importante. Jesús no vino a enseñar una filosofía, una ideología ... sino más bien "un camino", un itinerario a hacer con él, ya este itinerario sólo accedemos a medida que ... caminamos. Sí, esta es nuestra alegría: caminar con Jesús. Y eso no es fácil, ni cómodo, porque el itinerario que Jesús nos enseña lleva a la cruz. En el camino habla a sus discípulos sobre lo que pasará en Jerusalén: predice su pasión, muerte y resurrección. Y están "sorprendidos" y "llenos de miedo". Se sorprendieron, sin duda, porque para ellos la subida a Jerusalén significaba participar del triunfo del Mesías, de su victoria. Vemos sino la "sol • licitud" presentada por Santiago y Juan de sentarse a su lado en el Reino. Pero también estaban llenos de miedo por lo que iba a pasar a Jesús, y por lo que ellos mismos deberían soportar. A diferencia de los discípulos, hoy, sabemos que Jesús ha ganado, y que no debemos temer la cruz; de hecho, la cruz es nuestra esperanza.
San Juan Francisco de Regis
Confesor (1597-1640) La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII. En uno de los períodos de paz en que se despierta el fervor religioso con manifestaciones polarizadas en torno a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, en nítido clima de resurgimiento católico, nace Juan Francisco en Foncouverte, en el 1597, de unos padres campesinos acomodados. Cuando nació, ya había pasado la terrible Noche de san Bartolomé del 1572 en la que miles de hugonotes fueron asesinados en París y en otros lugares de Francia, con Coligny, su jefe. Y faltaba un año para que el rey Enrique IV, ya convertido al catolicismo, promulgara el Edicto de Nantes que proporcionaría a los hugonotes libertad religiosa casi completa. Juan Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Estaba comenzando los estudios teológicos, cuando se declara en Touluose la terrible epidemia de peste del año 1628. Hay abundantes muertes entre enfermos y enfermeros hasta el punto de fallecer 87 jesuitas en tres años.
Como hacen falta brazos para la enorme labor de caridad que tiene ante los ojos, no cesa de pedir insistentemente su plaza entre los que cooperan en lo que pueden para dar algo de remedio al mal. Se hace ordenar sacerdote precisamente para ello, aunque su decisión conlleve dificultades para la profesión solemne. Quiso ir al Canadá a predicar la fe; pretendía ir con deseo de martirio; hace gestiones, lo solicitó a sus superiores que le prometieron mandarlo, pero aquello no fue posible.
Su Canadá fue más al norte de Francia, en la región del Vivarais, donde vivió el resto de su vida. Allí comienzan los lugareños a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. Organiza la caridad. Funda casas para sacar de la prostitución a jóvenes de vida descaminada. No le sobra tiempo. Pasa noches en oración y la labor de confesionario no se cuenta por horas, sino por mañanas y tardes. Así le sorprendió la muerte cuando sólo contaba él 43 de edad: derrumbándose después de una jornada de confesionario, ante los presentes que aún esperaban su turno para recibir el perdón.
Cinco días después, marchó al cielo. Era el año 1640
Oremos
Tú, Señor, que concediste a San Juan Francisco de Regis el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.
Juan Manuel Santos, con Francisco, en el Vaticano
"Usted es la persona por la que más he rezado, mucho, mucho, por el proceso de paz"
El Papa se ofrece a "desempeñar el papel que sea necesario" para alcanzar la paz en Colombia
Francisco se encontró en el Vaticano con Juan Manuel Santos, quien le pidió "iluminación y ayuda"
Redacción, 15 de junio de 2015 a las 16:37
Francisco afirmó que adelantaría su visita a Colombia, para la que aún no hay fecha, si se consigue alcanzar la paz
El Papa Francisco está "dispuesto a desempeñar el papel que sea necesario" para poner fin a la guerra en Colombia, "el único y más viejo conflicto de Latinoamérica", según reveló el presidente Juan Manuel Santos, recibido hoy por el Pontífice en el Vaticano.
Santos venía a hablar de paz y de las negociaciones con la guerrilla que están en un momento delicado tras los últimos ataques ybuscaba la "iluminación y la ayuda" del pontífice en este asunto.
Así lo explicó a los periodistas tras su salida de una audiencia breve de 20 minutos, pero en la que hablaron "con franqueza y sinceridad" y en la que el papa Francisco le confesó "que es el mandatario por el que más reza" para que saque adelante el proceso de paz.
Y es que el papa comenzó el coloquio privado con la frase: "Usted es la persona por la que más he rezado, mucho, mucho, por el proceso de paz".
A lo que el presidente Santos le contestó: "A eso he venido, a pedir su ayuda".
Aunque Santos afirmó que el papa dijo estar "disponible" e interesado" a colaborar en el proceso, sobre la posibilidad de una mediación, de la Iglesia o del papa, fue prudente y añadió que aunque se "habló de posibilidades, eso tendría que ser algo que saliera de ambas partes".
También Francisco afirmó que adelantaría su visita a Colombia, para la que aún no hay fecha, si se consigue alcanzar la paz, según declaró Santos.
Este señaló que durante la reunión también se habló de las víctimas del conflicto.
"Hablamos de las víctimas y cómo Colombia es el primer país que pone a las víctimas en el centro de la solución de un conflicto y hablamos de cómo podíamos respetar sus derechos y buscar esa forma de justicia y al mismo tiempo lograr la paz", agregó. Al respecto, según las palabras del mandatario colombiano, Francisco dijo: "Lo que pueda hacer yo personalmente y la Iglesia cuente con nosotros, le apoyamos si necesita que tengamos un papel, estamos dispuestos a hacerlo",
Santos también desveló cómo el papa le pidió que no "bajase la guardia" y le exhortó "a la necesidad de reconciliar a los colombianos y de tener un país en paz y donde se aprenda a perdonar".
El Vaticano confirmó que entre los temas tratados se habló de "el estado del proceso de paz y la reconciliación en marcha en el país, así como la complejidad de las negociaciones y las perspectivas que llegarían si se consigue llegar a un acuerdo de paz". Asimismo, agregó el Vaticano, se intercambiaron opiniones sobre la situación política y social en Latinoamérica, con atención a los esfuerzos para promover la estabilidad en los países del área. Durante el tradicional intercambio de regalos, el mandatario colombiano entregó al papa una vajilla de cerámica pintada a mano procedente de la localidad de El Carmen de Viboral (Antioquia) y le dijo que así podría comer con ella con los cardenales que forman el llamado "C9" y le ayudan a reformar la Curia. El pontífice le regaló al presidente colombiano un medallón de San Martín de Tours y le explicó que le gusta regalar ese medallón de San Martín a los gobernantes "porque les recuerda que tienen que abrazar a los pobres". Santos explicó a Jorge Bergoglio que "en estos cuatro años Colombia ha sido el país donde más ha bajado la pobreza de toda Latinoamérica". Santos también se reunió tras la audiencia con el papa con el Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, y partió inmediatamente con destino a Oslo.
Amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen
Mateo 5, 43-48. Si realmente creyéramos que somos hijos del Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría.
Oración introductoria
Jesucristo, yo quiero darte lo mejor de mí. Sabes que lo busco en serio, pero soy débil. Busco la santidad y la anuncio, pero me avergüenzo de ella; quiero cambiar, pero me gusta mi imperfección. Necesito de ti para enorgullecerme y amar la santidad. Jesús, que no me quede en palabras.
Petición
Señor, quítame el miedo a la santidad. Dame tu gracia para comprender que la santidad es la verdadera donación y que no consiste en grandes proyectos, sino en el trato personal con los que me rodean, rezando por los que nos persiguen, amando a los que nos odian, saludando a los que no nos conocen.
Meditación del Papa Francisco
Jesús, en el Evangelio, replica: “Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. Estas palabras nos interpelan a todos nosotros, discípulos del Señor; y hoy se dirigen especialmente a mí y a ustedes […] Imitar la santidad y la perfección de Dios puede parecer una meta inalcanzable. Sin embargo, la Primera Lectura y el Evangelio sugieren ejemplos concretos de como el comportamiento de Dios puede convertirse en la regla de nuestras acciones. Pero recordemos, todos nosotros, que, sin el Espíritu Santo, nuestro esfuerzo sería vano. La santidad cristiana no es en primer término un logro nuestro, sino fruto de la docilidad ―querida y cultivada― al Espíritu del Dios tres veces Santo.
El Levítico dice: “No odiarás de corazón a tu hermano... No te vengarás, ni guardarás rencor... sino que amarás a tu prójimo...”. Estas actitudes nacen de la santidad de Dios. Nosotros, sin embargo, a veces somos tan diferentes, tan egoístas y orgullosos...; pero la bondad y la belleza de Dios nos atraen, y el Espíritu Santo nos puede purificar, nos puede transformar, nos puede modelar día a día. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).
Reflexión apostólica
Nos falta fe. Si realmente creyéramos que somos hijos de nuestro Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría. Entonces, comprenderíamos que esta vida con sus sufrimientos y sus pesares, son sólo una preparación para la vida eterna. Esa vida eterna en la que nos sorprenderíamos de lo que hay. Una vida en la que me saludarán incluso los desconocidos, en la que estaremos cerca de la perfección.
Lo mejor de todo es que no hay que esperar tanto; podemos empezar ahora.
Sólo hay que acoger al Señor y amarlo con el corazón para traer el cielo a la tierra. Al inicio, costará, pero poco a poco la caridad dará otro sabor al sacrificio, hasta que encontremos que hacer el bien es lo más agradable que existe en el mundo. Y, entonces, disfrutaremos el perdonar, el renunciar a nuestros gustos por los demás, el amor. Entonces, y sólo, entonces, habremos comprendido lo que significa el Cristianismo: ser felices haciendo felices a los demás.
Propósito. Ofreceré la actividad que más me gusta por amor a Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, te pido que aumentes mi fe para que me de cuenta de que la santidad no es hacer lo que no me gusta, sino lo que te gusta a Ti. Dame tu gracia para perdonar de corazón como Tú me has perdonado, Dios mío; para amar no sólo a los que me quieren, sino a los que me han hecho algún daño; para parecerme cada día más a ti.
Se considera como perfección el esfuerzo constante por la perfección. (San Jerónimo, Epist. 254)
El diablo ¿cómo vencerlo?
La vida terrena es un tiempo de prueba, durante el cual Dios consiente al demonio que tiente y pruebe al ser humano, pero nunca por encima de sus fuerzas.
Mons. Rafaello Martinelli | Fuente: Catholic.net
¿Quién es el Diablo?
- La Iglesia enseña que al comienzo los diablos eran ángeles buenos, creados por Dios, pero que después por sí mismos, por su libre e irrevocable decisión, se transformaron en malvados, rebelándose, rechazando a Dios.
- El Evangelio de San Juan llama al diablo-Satanás "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31). "El diablo es pecador desde el principio" (1 Jn 3, 8), y se opone personalmente a Dios y a su plan de salvación.
¿Qué poderes tiene el diablo sobre nosotros?
- En la Primera Carta del mismo San Juan se lee: "Todo el mundo yace bajo el poder del Maligno" (5, 19). San Pablo habla de nuestra batalla contra las potencias espirituales (cfr. Ef 6, 10-17). Es también por causa de él que el pecado y sus consecuencias (enfermedad, sufrimiento, cataclismos y sobretodo la muerte) entraron en el mundo.
- El diablo obra generalmente mediante la tentación y el engaño; es mentiroso, "padre de la mentira" (Jn 8, 44). Puede engañar, inducir al error, ilusionar. Como Jesús es la Verdad (cfr. Jn 8, 44), así el diablo es el mentiroso por excelencia. El escritor francés Charles Baudelaire decía que la astucia más perfecta de Satanás consiste en convencernos de que no existe.
- El diablo posee un inmenso poder de seducción:
· sedujo a Adam y a Eva: de todas las obras realizadas por el diablo "La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios" (CIC, 394);
· ha tratado de seducir también a Cristo directamente (cfr. Lc 4,1-13) o sirviéndose de Pedro (cfr. Mt 16,23);
· trata de seducir a los discípulos de Cristo. La estrategia que sigue para obtener este resultado es la de convencer al ser humano de que una vida vivida en la desobediencia a la voluntad divina es mejor que aquella vivida en la obediencia. Engaña a los seres humanos persuadiéndolos de que no hay necesidad de Dios y de que son autosuficientes, sin necesidad de la Gracia y de la Salvación. Incluso engaña a los seres humanos disminuyendo, más aún haciendo desaparecer el sentido del pecado.
- "El poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios" (CIC, 395).
- Su acción, además de ser limitada, "es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8,28)" (CIC, 395)
¿Por qué Dios "permite" a Satanás que "atormente" al ser humano?
La vida terrena es un tiempo de prueba, durante el cual Dios consiente al demonio que tiente y "pruebe" al ser humano, pero nunca por encima de sus fuerzas. Sabemos, sin embargo, por la Fe que de este mal Dios saca un bien más grande porque, con su gracia, el corazón sale purificado de la prueba y la Fe se hace más sólida.
¿En qué modo Jesús se comporta con los demonios?
- Él, antes que nada, habla frecuentemente del diablo (cfr. p. ej.: Mt 4, 10; Mc 4, 15;Lc 10, 18; Jn 8, 44).
- Además, Él actúa contra el demonio:
· por ejemplo cuando en la tentaciones en el desierto Jesús reacciona con fuerza (cfr.Lc 4, 1-13). "La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre" (CIC, 566).
· en el Evangelio de San Lucas, leemos que Jesús manda a los demonios, que lo reconocen como el Hijo de Dios (cfr. Lc 4, 41; 8, 28...);
· entre los milagros que realiza Jesús, hay liberaciones de posesiones diabólicas (cfr. Mc1, 25; 5, 2-20): realizando esas curaciones, él "tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades." (Mt 8, 17);
· diversas veces los Evangelistas nos cuentan que Jesús practica varios exorcismos, con los que libera a algunas personas de los tormentos de los demonios, anticipando así la gran victoria que El actuaría sobre el príncipe de este mundo (cfr. Mc 1, 25-26), con Su Muerte y Resurrección;
· Jesús predica la venida del reino de Dios, la cual constituye la derrota del reino de Satanás: "Pero si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes" (Mt 12, 28);
· confía el poder de expulsar los demonios también a sus Apóstoles (cfr. Mc 3, 15; 6, 7.13; 16, 17);
· vence todo el mundo del mal con Su Muerte y Resurrección. Jesucristo ha vencido a Satanás y ha definitivamente roto el dominio del espíritu maligno (cfr. Col 2, 15; Ef 1, 21; Ap 12, 7-12), él es "el más fuerte" que ha vencido al "fuerte" (cfr. Lc 11, 22). "Tengan confianza -dice el Señor- ¡Yo he vencido al mundo!" (Jn 16, 33).
· justo cuando, después de su muerte, desciende a los infiernos, Jesús reduce "a la impotencia, mediante la muerte, a aquel que de la muerte tenía el poder, es decir al diablo" (Hb 2, 14).
¿Cómo se vence al diablo?
De varias maneras complementarias:
- Primero que nada con una genuina vida de Fe, caracterizada por un confiado abandono en el amor paterno y providente de Dios (cfr. Lc 12, 22-31), y de obediencia a su voluntad (cfr. Mt 6, 10), imitando a Cristo Señor. Esta es la protección más segura. La más bella victoria sobre el influjo de Satanás es la continua conversión de nuestra vida, que tiene una propia actuación especial y continua en el Sacramento de la Reconciliación, mediante el cual Dios nos libera de los pecados cometidos después de nuestro bautismo, nos dona nuevamente Su amistad, y nos confirma con su gracia para resistir a los ataques del Maligno.
- Con una permanente vigilancia; "Estad alertas. Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente va buscando a quien devorar" (1 Pe 5, 8).
- Acogiendo y testimoniando, cada vez más, con la palabra y con las obras, el Evangelio. Para ello es necesario un anuncio integral y valiente del Evangelio: no se debe tener miedo de hablar del demonio, y sobretodo de la victoria que Cristo ya ha obtenido sobre él y continúa a obtener en la persona de sus fieles.
- Luchando contra sus seducciones y tentaciones. "A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo." (Concilio Vaticano ii, Gaudium et Spes, n. 37, 2).
- Huyendo, evitando el pecado, que es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí" (Sal 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3,5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios"." (CIC, 1850)
- Utilizando el discernimiento. "El Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el crecimiento del hombre interior (cf Lc 8, 13-15; Hch 14, 22; 2 Tm 3, 12) en orden a una "virtud probada" (Rm 5, 3-5), y la tentación que conduce al pecado y a la muerte (cf St 1, 14-15). También debemos distinguir entre "ser tentado" y "consentir" en la tentación. Por último, el discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es "bueno, seductor a la vista, deseable" (Gn 3, 6), mientras que, en realidad, su fruto es la muerte." (CIC, 2847).
- Orando. "Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará contra nosotros?" (Rm 8, 31). El mismo Señor, en la oración del Padre nuestro, nos ha enseñado a pedir a Dios Padre: "Líbranos del mal". "Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquél que "tiene las llaves de la Muerte y del Hades" (Ap 1,18), "el Dueño de todo, Aquél que es, que era y que ha de venir" (Ap 1,8; cf Ap 1, 4)" (CIC, 2854).
- Recurriendo cuando sea necesario al exorcismo.
¿Qué cosa es un exorcismo?
- El excorcismo es un tipo de oración particular, que la Iglesia adopta contra el poder del diablo.
- Se da un exorcismo "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio" (CIC, 1673).
- Es "una oración del tipo de los sacramentales" (Rito de los exorcismos, Praenotanda, n. 11). Los sacramentales "son signos sagrados instituidos por la Iglesia, por medio de los cuales se santifican algunas circunstancias de la vida. Comprenden siempre una oración acompañada de la señal de la cruz o de otros signos" (Compendio, 351). Entre los Sacramentales, ocupan un puesto relevante la bendiciones (de personas, de los alimentos, objetos, lugares), la consagración de personas, la dedicación de objetos para el culto divino, la bendición de los santos óleos, los exorcismos.
¿De qué manera se practica el exorcismo?
En dos formas: simple y solemne:
- La forma simple-ordinaria es aquella en la cual el exorcismo se realiza durante la celebración del Bautismo. "Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será "confiado" por el Bautismo" (CIC, 1237).
- "El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo síquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de un presencia del Maligno y no de una enfermedad (cfr. CDC, can. 1172)" (CIC, 1673).
¿Qué otras características tiene el exorcismo solemne?- "El exorcismo debe realizarse en un clima de Fe y de oración humilde y confiada, de manera de evitar cualquier impresión de eficacia automática: la liberación del influjo diabólico se da si y cuando Dios quiere. Si, como se indica en el n. 35 de las Prenotanda, están también presentes algunos fieles, sean éstos exhortados a orar intensamente según está previsto en el Rito.- No obstante la reserva con la cual es celebrado, el Rito del exorcismo non es un hecho privado, sino un evento que concierne a toda la comunidad. El exorcista de hecho es un miembro de la comunidad, actúa en nombre de Cristo y, en nombre de la Iglesia, ejercita un ministerio específico. También el fiel que pide el exorcismo es un miembro de la comunidad, uno de aquellos miembros que la comunidad debe amar con un amor preferencial; cuando está en poder del Maligno, de hecho, él es el más pobre de los pobres, necesitado de ayuda, de comprensión y de consolación" (Rito de los exorcismos, Presentación CEI, nn. 13; 16).- Todo acto de exorcismo es ciertamente una oración para la liberación de la persona endemoniada por el maligno, pero al mismo tiempo es anuncio:· del Reino de Dios y de Cristo, que asume nuestras enfermedades y que, como único liberador y salvador, nos libra del Mal;· de liberación total (espiritual y física) y mediada (por medio de la Iglesia) del influjo diabólico;· de la realidad escatológica: signo que anticipa la victoria final de Cristo sobre Satanás, sobre la enfermedad, sobre la muerte.
¿Cómo se llega a ser exorcista?
- El exorcista (término ligado al verbo griego exorkízein = conjurar) es un hombre de oración, que actúa en nombre de la Iglesia con la fuerza del Espíritu Santo. Un ministerio que es don de Dios, conferido por el Obispo exclusivamente a sacerdotes al interno de la diócesis y, por eso, por ellos ejercido por medio de la Iglesia. Piedad, ciencia, integridad de vida, equilibrio, discernimiento, preparación teológica y experiencia espiritual, capacidad de escucha, son imprescindibles requisitos para un ministerio que es también un camino de santidad particular porque lleva al enfrentamiento directo con el demonio. En particular al exorcista se le pide la prudencia tanto para acertar la presencia del maligno, como para observar las normas establecidas por la Iglesia.
- El ministerio del exorcista, además de liberación, es también un ministerio de consolación.
¿Cómo se reconoce una posesión diabólica?- Los fenómenos diabólicos extraordinarios de la posesión, de la obsesión, de la vejación y de la infestación son posibles, pero de hecho, al parecer de los expertos, son raros" (Rito de los exorcismos, Presentación CEI, n. 7).- El Ritual del exorcismo señala diversos criterios e indicios que permiten llegar, con prudente certeza, a la convicción de que uno se encuentra ante una posesión diabólica. Es entonces cuando el exorcista está autorizado a realizar el solemne rito del exorcismo.
- Algunos de estos criterios son:· hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas;· hacer conocidas cosas distantes o escondidas;· demostrar fuerzas más allá de las propias posibilidades;· aversión vehemente hacia Dios, la Santísima Virgen María, los Santos, la Cruz y las Imágenes sagradas.
¿Existen oraciones para ser recitadas en casos de influjos menores del demonio?
Ciertamente. En el Rito de los exorcismos se encuentran también:
· las oraciones que deben ser recitadas publicamente por un sacerdote, con el permiso del Obispo, cuando se juzga prudentemente que hay de hecho un influjo de Satanás sobre lugares, objetos o personas, sin llegar, sin embargo, al estado de una posesión verdadera y propia; · una colección de oraciones para ser recitadas privadamente por parte de los fieles, cuando ellos sospechan que están sujetos a los influjos diabólicos (cfr. Rito de los exorcismos, Apéndice II, Oraciones para uso privado de los fieles).
¿Qué otros consejos útiles da la Iglesia en relación al influjo del maligno?
He aquí algunos:- "No buscar las cosas sensacionales y evitar tanto la ingenua credulidad que ve interventos del diabólicos en cualquier anomalía y dificultad, como el racionalismo prefijado que excluye a priori cualquier forma de intervención del maligno en el mundo;m- estar atentos en relación a libros, programas televisivos, informaciones de los medios de comunicación, que con fines de lucro se aprovechan el interés generalizado por fenómenos insólitos o malsanos;- no recurrir nunca a quienes practican la magia o se profesan detentores de poderes ocultos o de medium o presumen de haber recibido poderes particulares. En la duda sobre la presencia de un influjo diabólico es necesario dirigirse antes que nada al discernimiento de los sacerdotes exorcistas y a las ayudas de la gracia ofrecidos por la Iglesia sobretodo en los Sacramentos;- conocer el significado auténtico del lenguaje usado por la Sagrada Escritura y por la Tradición de la Iglesia y madurar una actitud correcta en relación a la presencia y a la acción de Satanás en el mundo;- recordar que la superstición, la magia y, con mayor razón, el satanismo son contrarios a la dignidad y racionalidad del ser humano y a la Fe en Dios Padre omnipotente y en Jesucristo nuestro Salvador" (Rito de los exorcismos, Presentación de la CEI, n. 8).