«Recibirá ya ahora cien veces más»
- 18 Agosto 2015
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Mi tío el Papa Francisco
José Ignacio Bergoglio: “Es un hombre capaz de tomar decisiones y se en algún momento siente que no puede seguir, tomará la decisión de renunciar”
TIERRAS DE AMÉRICA
© Marcin Mazur / catholicnews.org.uk
Evangelio según San Mateo 19,23-30. “Mi tío Francisco es un hombre que sabe tomar decisiones y si en algún momento siente que no puede seguir, tomará la decisión de renunciar al Pontificado. Pero creo que, por ahora, tiene fuerzas para continuar”, afirma el sobrino del Papa Francisco, José Ignacio Bergoglio, hijo de la única hermana viva del Pontífice, María Elena, en una amplia y articulada entrevista que concedió al diario españolABC.
En respuesta a una larga serie de preguntas de la periodista Josefina Giancaterino Stegmann, José Ignacio Bergoglio no solo describe su relación personal con el Papa sino que traza también una profunda semblanza del Pontífice con no pocos detalles inéditos:
“Se llevaba muy bien con la cocina. Hacía pastas, siempre le gustó mucho la cocina italiana. Cocinaba para la gente, se preparaba su desayuno y también se hacía la cama. Hoy por supuesto ya no cocina, se levanta a las cuatro de la mañana para rezar, hace su cama y ya empieza el día”.
Recordando cómo nació la vocación sacerdotal del joven Jorge Mario Bergoglio, el sobrino cuenta: “Fue una sorpresa, su madre (Regina Sívori) al principio no se lo tomó bien porque pensó que se quedaría sin el hijo mayor y fue complicado para ella. Una vez asimilado, pudo disfrutarlo".
"En realidad mi tío le había prometido a mi abuela que iba a estudiar Medicina, pero al final optó por curar almas. Un día, Regina subió a la habitación de estudio de mi tío y para su sorpresa descubrió que estaba haciendo un curso de ingreso para el seminario. Se encontró con libros de latín, teología… Mi abuela le dijo: “Jorge, me mentiste”. Y él le respondió: “No, mamá, estudio medicina, medicina para el alma”.
La nuestra siempre fue una familia religiosa, recuerda José Ignacio, y luego observa: “Fue su abuela Rosa la que le enseñó a rezar. Los padres de Francisco (Regina y Mario) también le transmitieron los valores que después han llegado a nosotros, los nietos. Con este bagaje mi tío encontró su vocación”.
“Un día de primavera se fue de picnic con sus amigos. Ese mismo día pensaba ir a declararle su amor a una chica que le gustaba mucho, pero pasó por la Iglesia de San José del barrio de Flores (Buenos Aires) y finalmente cambió su declaración. Entró a rezar y a confesarse y en una charla con el sacerdote terminó descubriendo que su verdadero amor era a Dios”.
José Ignacio recuerda que Jorge Mario Bergoglio siempre fue un tío atento y cariñoso: “siempre fue un tío consejero, que nos acompañaba mucho, nos apoyaba y era muy bromista”.
“La misma noche de su elección llamó a mi madre (su hermana María Elena) y cuando ella le preguntó cómo estaba, él le dijo: “Bien, gordita, no podía decir que no”. “Él no quería ser Papa”, aclara José Ignacio y observa: “Como todo jesuita era desapegado y además estaba muy arraigado en Buenos Aires".
"Si le preguntabas si quería ser Papa lógicamente decía que no. Pero una vez que lo nombraron y le tocó aceptar, lo hizo convencido de que era un designio de Dios -explica-. Creo que el Espíritu Santo está dentro de él obrando y por eso se le ve tan rejuvenecido, suelto, libre y feliz por todo lo que está haciendo".
"Cuando entró en la Compañía de Jesús tenía el firme deseo de ser misionero -añade- y por sus problemas de salud no pudo hacerlo, y hoy se puede dar ese enorme lujo”.
- Aleteia
Evangelio según San Mateo 19,23-30.
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.
San Pedro Damián (1007-1072), benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia
Sermón 9 ; PL 144, 549-553
«Recibirá ya ahora cien veces más» (Mc 10,30)
Nos conviene vivir desprendidos de nuestras posesiones y de nuestra propia voluntad si de verdad queremos seguir a aquél que «no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58) y que vino «no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que le ha enviado» (Jn 6,38)...
Es así cómo conoceremos por experiencia lo que la Verdad promete a todo el que lo abandona todo y le sigue: «Recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mc 10,30). En efecto, el darnos el ciento por uno nos reconforta a lo largo del camino, y la posesión de la vida eterna hará nuestro gozo para siempre en la patria celestial.
Pero ¿qué es eso de cien veces más? Simplemente, las consolaciones del Espíritu dulces como la miel, sus visitas y sus primeros frutos. Este es el testimonio de nuestra conciencia, es la dichosa y gozosa espera de los justos, es el recuerdo de la bondad sobreabundante de Dios, y en verdad, es también, la inmensidad de su dulzura. Los que tienen experiencia de estos dones no tienen necesidad que se les hable de ella, y ¿quién podría describirlas con unas sencillas palabras a los que no la han hecho?
Oración introductoria
Señor Jesús, sálvame. Creo en Ti. Espero y te amo sobre todas las cosas. Enciende en mi corazón el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristiano. Dame el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine mi mente para desinteresadamente buscarte en esta oración.
Petición
Señor, dame la valentía para vivir con pobreza de espíritu.
Meditación del Papa Francisco
La gratuidad en seguir a Jesús, es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación que nos da Jesús. Y cuando se quiere ir sea con Jesús que con el mundo, sea con la pobreza que con la riqueza, esto es un cristianismo a mitad, que quiere una ganancia material. Es el espíritu del mundo. Esos cristianos hacen eco a las palabras del profeta Elías, cojean con las dos piernas porque no saben lo que quieren.
Para entender esto es necesario acordarse de que Jesús nos anuncia que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros, o sea aquel que se cree o que es el más grande se tiene que volver el servidor, el más pequeño.
Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo ha hecho Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú tienes que comportarte como el último, o sea, servir. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes emplearte en servir a los otros. Son tres cosas, tres escalones, los que te alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. Por esto son tan peligrosas las riquezas, porque te llevan en seguida a la vanidad y te crees importante. Y cuando uno se cree importante pierde la cabeza y se pierde. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2015 en Santa Marta).
Reflexión
Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.” Sería reductivo si interpretáramos el dejar "todo" de Pedro, como sólo la opción de convertirse en un misionero, o de quien se hace sacerdote o religioso(a). Todo cristiano está llamado de alguna manera a dejar ese "todo" que comienza por dejarse a uno mismo. Cuando Jesús nos llama a amar más y nos invita a una entrega más plena y consciente, lo primero que debemos hacer es rechazar el egoísmo de nuestra vida.
Con palabras del Papa Juan XXIII, estamos "metiendo el amor propio debajo de nuestros zapatos". Es nuestro principal obstáculo y lo que impide que el amor de Dios nos alcance y se difunda a nuestro alrededor. Por ello, nuestra recompensa tendrá la medida de nuestro amor a Dios. Cuanto más generoso sea, mayor será ésta.
No se trata de una opción, de una entrega que podemos alcanzar fácilmente por nosotros mismos. Es una invitación que proviene de Dios, que Él sin duda quiere para cada uno de nosotros aunque también nos pida nuestra colaboración. En esto hemos de confiar, pues es Dios quien nos inspira santos propósitos, Él mismo nos asistirá con su gracia y no nos abandonará nunca.
Propósito
Rezar, continuamente, una jaculatoria que me ayude a combatir el desaliento ante las dificultades, con el entusiasmo de mi fe y y de mi amor a Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, que este encuentro contigo me ayude a concretar mi generosidad. Quiero vivir con esa apertura en todas las circunstancias de mi vida, especialmente en las que requiera un especial desprendimiento de mi propio ser, para ponerme a disposición de las necesidades de los demás, sin buscar recompensas efímeras, sino sólo el cumplir, por amor, tu voluntad.
Elena, Santa
Reina, 18 de agosto
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Labicana, santa Elena, madre del emperador Constantino, que tuvo un interés singular en ayudar a los pobres y acudía a la iglesia piadosamente confundida entre los fieles. Habiendo peregrinado a Jerusalén para descubrir los lugares del Nacimiento de Cristo, de su Pasión y Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con basílicas dignas de veneración († c. 329).
Breve Biografía
En un mesón propiedad de sus padres en Daprasano (Nicomedia) nació pobre en el seno de una familia pagana. Allí pudo, en su juventud, contemplar los efectos de las persecuciones mandadas desde Roma: vió a los cristianos que eran tomados presos y metidos en las cárceles de donde salían para ser atormentados cruelmente, quemados vivos o arrojados a las fieras. Nunca lo entendió; ella conocía a algunos de ellos y alguna de las cristianas muertas fueron de sus amigas ¿qué mal hacían para merecer la muerte? A su entender, sólo podía asegurar que eran personas excelentes.
San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la describe como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón. Y así debía ser cuando se enamoró de ella Constancio, el que lleva el sobrenombre de Cloro por el color pálido de su tez, general valeroso y prefecto del pretorio durante Maximiano. Tenía Elena 23 años al contraer matrimonio. En Naïsus (Dardania) les nació, el 27 de febrero del 274, el hijo que llegaría a ser César de Maximiano como Galerio lo fue de Diocleciano.
Pero no todo fueron alegrías. Elena fue repudiada por motivos políticos en el 292 para poder casarse Constancio con la hijastra de Maximiano y llegar a establecer así el parentesco imprescindible entre los miembros de la tetrarquía. Le costó mucho saberse pospuesta al deseo de poder de su marido, pero esto lo aceptó mejor que el hecho de verse separada de su hijo Constantino que pasó a educarse en el palacio junto a su padre y donde se reveló como un fantástico organizador y estratega.
Muerto Constancio Cloro en el 306, Constantino decide llevarse a su madre a vivir con él a la corte de Tréveris. En esta época aún no hay certeza histórica de que su madre fuera cristiana. Sí, cuando -por testimonio de Eusebio de Cesarea- aparezca sobre el sol el signo de la cruz con motivo de la batalla de Saxa Rubra y la leyenda "con este signo vencerás" que dio el triunfo a Constantino y lo hizo único Emperador de Roma, en el 312.
Aunque el emperador retrasará su bautismo hasta la misma muerte, es complaciente con la condición de cristiana que tiene su madre que daba sonados ejemplos de humildad y caridad. Incluso parece descubrirse la influencia materna tras el Edicto de Milán que prohibía la persecución de los cristianos y los edictos posteriores que terminan vetando el culto a los dioses lares. Agasaja a su madre haciéndola Augusta, acuña monedas con su efigie y le facilita levantar iglesias.
En el 326 Elena está con su hijo en Bizancio, a orillas del Bósforo. Aunque se aproxima ya a los setenta años alienta en su espíritu un deseo altamente repensado y nunca confesado, pero que cada día crece y toma fuerza en su alma; anhela ver, tocar, palpar y venerar el sagrado leño donde Cristo entregó su vida por todos los hombres. Organiza un viaje a los Santos Lugares en cuyo relato se mezclan todos los elementos imaginables pertenecientes al mundo de la fábula por tratarse del desplazamiento de la primera dama del Imperio a los humildes a lejanos lugares donde nació, vivió, sufrió y resucitó el Redentor. Pero aparte de todo lo que de fantástico pueda haber en los relatos, fuentes suficientemente atendibles como Crisóstomo, Ambrosio, Paulino de Nola y Sulpicio Severo refieren que se dedicó a una afanosa búsqueda de la Santa Cruz con resultados negativos entre los cristianos que no saben dar respuesta satisfactoria a sus pesquisas. Sintiéndose frustrada, pasa a indagar entre los judíos hasta encontrar a un tal Judas que le revela el secreto rigurosamente guardado entre una facción de ellos que, para privar a los cristianos de su símbolo, decidieron arrojar a un pozo las tres cruces del Calvario y lo cegaron luego con tierra.
Las excavaciones resultaron con éxito. Aparecieron las tres cruces con gran júbilo de Elena. Sacadas a la luz, sólo resta ahora la grave dificultad de llegar a determinar aquella en la que estuvo clavado Jesús. Relatan que el obispo Demetrio tuvo la idea de organizar una procesión solemne, con toda la veneración que el asunto requería, rezando plegarias y cantando salmodias, para poner sobre las cruces descubiertas el cuerpo de una cristiana moribunda por si Dios quisiera mostrar la Vera Cruz. El milagro se produjo al ser colocada en sus parihuelas sobre la tercera de las cruces la pobre enferma que recuperó milagrosamente la salud.
Tres partes mandó hacer Elena de la Cruz. Una se trasladó a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera llegó a Roma donde se conserva y venera en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén.
No han faltado autores que atribuyan a la fábula el hecho de la invención por Elena basándose principalmente en que no hay noticia expresa de tamaño acontecimiento hasta un siglo después. Ciertamente es así, pero lo resuelven otros estudiosos afirmando que la fuente histórica que relata los acontecimientos es el historiador contemporáneo Eusebio de Cesarea al que en su Vita Constantini sólo le interesan los acontecimientos realizados por Constantino, bien porque sigue los cánones de la historia contemporánea, o quizá porque sólo le interesa adular a su anfitrión.
Murió Elena sin que sepamos el sitio ni la fecha. Su hijo Constantino dispuso trasladar sus restos con gran solemnidad a la Ciudad Eterna y parte de ellos se conservan en la iglesia Ara Coeli, dedicada a Santa Elena, la mujer que dejó testimonio tangible y visible en unos maderos del paso salvador por la tierra de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.
10 consejos para mejorar el pensamiento catastrófico en nuestra vida
Existen personas que tienen incorporado en su forma de pensar: El pensamiento catastrófico
Por: Silvana Ramos | Fuente: http://catholic-link.com
Una de mis amigas suele boicotear mis planes cada vez que le propongo hacer algo con nuestros hijos. –"Llevemos a los chicos al parque"– Inmediatamente responde: –"Y si se caen de los juegos y se rompen un hueso…", "y si los secuestra alguien mientras estamos distraídas…", "y si un carro pierde el control y se mete al parque y los atropella…", "y si comen una flor venenosa y se mueren…" Ir al parque empieza a parecer una terrible y peligrosísima aventura que solo a un desquiciado se le podría ocurrir.
Así como esta amiga existen muchísimas personas que tienen incorporado en su forma de pensar una distorsión que no los deja vivir en paz y los llena de temor y ansiedad: El pensamiento catastrófico.
Estos puntos nos explican un punto interesante sobre él y nos deja unos cuantos consejos para poder sobreponerse, conocerse y con amor y caridad ayudar a nuestros amigos a tener una mirada más realista, segura y esperanzada de la realidad, confiar más en Dios y en nosotros mismos.
1. El pensamiento catastrófico nos quita libertad. Aprender a no dejar que nos impida actuar
© Jesse Millan/Flickr
Pensar de esta manera quita libertad, llena de angustia a la persona y la sume en una situación de estrés y ansiedad que en casos extremos puede hacer insoportable la vida. Todo representa una amenaza y un peligro inminente del que se cree incapaz de escapar. Si le duele la cabeza seguro es a causa de un tumor maligno y pronto morirá. Si suena el teléfono lo más probable es que sólo sean malas noticias. Si el esposo se demoró media hora sin avisar seguro está con otra y el matrimonio de pronto acabó… La preocupación y el miedo a vivir son una constante. Se trata de pensar objetivamente y actuar aunque nuestros pensamientos nos digan lo contrario.
2. Mantener la calma. No querer controlar todo
© Brittany Randolph/ Flickr
¿Cómo poder tener una bola de cristal que nos diga exactamente todo lo que va a pasar en el futuro? De esa manera estaríamos preparados para afrontar todos los peligros y decepciones que se pudieran presentar. El deseo más grande de un pensador catastrófico es tener control total sobre cada evento que la vida depara. Este pensamiento puede ser aprendido, puede ser influenciado por la información a la que estamos expuestos y es alimentado por una falta de confianza y de fe. En este sentido se hay que tratar de soltar un poco las cosas y dejar que la realidad nos enseñe.
3. Buscar evidencia real del peligro que creemos nos aqueja
© Pixabay
Cada vez que los pensamientos catastróficos vengan a nuestra mente es necesario confrontarlos con la realidad. Por ejemplo: ¿Es real que existan flores venenosas en el parque y que tus hijos las coman? Si en tu matrimonio te llevas bien con tu esposo, es real que por media hora de retraso tu matrimonio haya acabado? Confrontarse con la realidad es un buen ejercicio.
4. La ausencia de Dios en nuestra vida, el verdadero temor
Fernando Robas Rebaque en su libro: "Terapia de las enfermedades espirituales en los Padres de la Iglesia" nos dice que el temor tiene dos lados: el temor-virtud que está relacionado a nuestra supervivencia y rechaza todo lo que va en contra de la vida, especialmente la muerte. Este temor se expresa a través del temor de Dios y no es un temor que tiene que ver con el castigo, sino es el temor a estar separado de Dios. Estar separado de Dios significa estar separado de la vida. Se me viene a la mente el miedo que siente un niño al separarse de su madre y verse desamparado, privado de su amor y todo lo que ese amor significa.
La otra cara del temor es el temor-pasión que a diferencia del anterior nos aleja de Dios y coloca en su lugar preocupaciones. Considera a las posesiones, los bienes como dioses. En el fondo nos ponemos a nosotros mismos como el centro, como los únicos que tienen el control de la vida. Viviendo en una realidad deformada sin Dios. Sin Él la persona siempre imagina lo peor.
"Cobarde es, en efecto, la maldad y ella así misma se condena; acosada por la conciencia imagina siempre lo peor; pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la reflexión.Sap 17, 11-12."
5. Sobreponiéndonos al temor en el espíritu
© Pixabay
La confianza en Dios es el primer paso para combatir estos pensamientos. El crecimiento espiritual, la oración, la amistad con Dios. No saldremos del todo de estos pensamientos sino vamos aceptando que es Dios, quien nos ama, el que saldrá al encuentro en todas las situaciones de nuestra vida. Orar frecuentemente y pedirle a Dios que aumente la fe es una excelente practica. La fe es una virtud que Dios nos otorga, hay que pedirla siempre.
6. No dejar que nuestros pensamientos nos controlen. Es importante cambiar esa manera de pensar
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Es importante tomar el control de los pensamientos. Cada vez que nos descubramos esperando lo peor de la vida es fundamental reflexionar un momento y evaluar honestamente la situación, medir el riesgo objetivamente. ¿Cuál es la posibilidad que un carro pierda el control y se estrelle justo en el lugar dónde juegan tus hijos? Es bueno medir estas probabilidades en porcentajes. Analizar las auténticas posibilidades de que ocurran catástrofes y buscar evidencias en la realidad. Enfocar las emociones, simplifica la vida.
7. Utilizar nuestro cuerpo para descansar la mente
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Ocupar el día, hacer deporte ayuda mucho. Realizar actividades que ayuden a callar las voces en el interior, salir a caminar, a conversar con otras personas, pintar, cantar. Ocupar la vida en actividades diferentes y enseñar al cuerpo a caminar con seguridad, esa seguridad de estar en la presencia de Dios, quien sale a nuestro encuentro.
8. No olvidarnos de la paciencia
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Cambiar los pensamientos no es cosa fácil, requiere de tiempo y paciencia. Así que es importante tomarse el tiempo y avanzar un día a la vez. Empecemos a ser consientes del presente y olvidar los futuros catastróficos. En estos momentos resulta fundamental buscar consuelo y ayuda en los demás, pero sobre todo en Dios.
9. Conversarlo con alguien para que te muestren la realidad que no ves
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Compartir nuestros problemas con personas cercanas siempre es bueno. Decírselo a alguien que esté cerca y al que estemos dispuestos a escuchar. Que esta persona nos ayude a ver con objetividad nuestra vida.
10. Llevar un diario. Escribir lo que experimentamos cuando un pensamiento catastrófico viene a la mente.
Para descubrir y evidenciar que podemos ser pensadores catastrófico llevar un diario en el que escribas que emociones se experimentan cuando el pensamiento viene a la mente es un excelente ejercicio. De esta manera iremos conociendo el tipo de pensamiento que se produce y en qué momentos. Esta es una buena forma de diseñar estrategias para combatirlo.
Espero sinceramente este artículo ayude a conocernos un poco mejor y a entender un poco más a los demás. Cuéntanos qué te pareció y qué otros puntos agregarías.