¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
- 09 Septiembre 2015
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La oposición al Papa alza la voz
Los sectores ultraortodoxos ponen trabas a las reformas planteadas por el Papa
The Washington Post denuncia la "reacción conservadora que se está gestando en el Vaticano" contra Francisco
Los conservadores no apuntan directamente a él, sino a la "confusión" por "la enseñanza moral católica"
Redacción, 08 de septiembre de 2015 a las 19:19
Tenemos un problema grave en este momento, una situación muy alarmante, donde sacerdotes y obispos católicos están diciendo y haciendo cosas que están en contra de lo que enseña la Iglesia
En el mes de la primera visita del papa Francisco a Estados Unidos, el diario The Washington Post dedica su apertura a echar luz sobre "la reacción conservadora que se está gestando en el Vaticano" contra la apertura del Santo Padre.
En un extenso artículo, acompañado por otra nota en la cual enumera las "siete declaraciones más notables del Papa", el periodista Anthony Faiola recuerda las palabras del cardenal de Wisconsin Raymond Burke, histórico crítico del papa Francisco y que por eso ha sido relegado de la cúpula del Vaticano.
"Hay que estar muy atentos con respecto al poder del Papa", había dicho Burke a un medio francés, y subrayó que ese poder "no es absoluto". "El Papa no tiene el poder de cambiar la enseñanza o la doctrina", había remarcado el cardenal conservador, que prometió "resistir" los cambios liberales del pontífice argentino.
En ese sentido, el periodista describe que "está emergiendo rápidamente una guerra cultural sobre el papado de Francisco y la poderosa jerarquía que gobierna la Iglesia Católica Romana" en vísperas del viaje a Cuba y Estados Unidos, "en un momento en que sus aliados progresistas lo aclaman como un revolucionario", en referencia al perdón al aborto y el llamado a los católicos en Europa a recibir a refugiados.
"Sin embargo, mientras cambia drásticamente la convención de la iglesia, Francisco también está lidiando con una reacción conservadora contra el impulso liberal dentro de la Iglesia", dice el artículo.
"En más de una docena de entrevistas, incluyendo a siete funcionarios de alto nivel dentro de la Iglesia, los insiders dicen que el cambio ha dejado a la jerarquía más polarizada que nunca respecto de la dirección de la Iglesia desde los grandes reformistas papales de la década de 1960", menciona Faiola.
"La rebelión conservadora está adquiriendo muchas formas -en los comentarios públicos, sí, pero también en la creciente popularidad de los sitios web católicos conservadores que promueven la disidencia contra Francisco; libros y material promocionales respaldadas por clérigos conservadores que tratan de contrarrestar la tendencia liberal; y filtraciones a los medios de comunicación, dirigido a los reformistas del Vaticano", enumera el texto sobre las distintas aristas de la resistencia contra las reformas dentro de la Iglesia.
Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
San Pedro Claver
San Pedro Claver, religioso presbítero
San Pedro Claver, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, y bautizó con su propia mano a casi trescientos mil de ellos. Nació en Verdú, España, el 26 de Junio de 1580. Murió en Cartagena, Colombia, el 8 de Septiembre de 1654. Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos mas pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia. Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodriguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América. Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616. Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12 de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos.
Se trata de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción. Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas se convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se murieran la mitad en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano. Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener mucha fe y mucho amor. Pedro supo dar la talla. En la escuela del gran misionero, el padre Alfonso Sandoval, Pedro escribió: "Ego Petrus Claver, etiopum semper servus" (yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre". Así fue. San Pedro no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. Supo ser santo en aquella situación y dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia. En Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los tiempos, el supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.
A pesar de su timidez la cual tubo que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su defensor y padre. Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas. Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba.
Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas. Los esclavistas no eran sus únicos enemigos. El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que a penas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros. Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos. Hacia además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y el apoyo de los hombres pero tenia una fuerza dada por Dios. Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar a mas de 300,000 negros. En la mañana del 9 de Septiembre de 1654, después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo. Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX.
Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez. El 7 de Julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros. El papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de Julio de 1986
Oremos. Oh Dios, que, con el fin de llevar el Evangelio a los esclavos negros, has dotado a San Pedro Claver de admirable amor y paciencia, concédenos, por su intercesión y ejemplo, que, superadas todas las discriminaciones raciales, amemos a todos los hombres con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Santa María de la Cabeza
Santa María de la Cabeza, laica
En Castilla la Nueva, región de España, santa María de la Cabeza, esposa de san Isidro labrador, con quien llevó vida humilde y hacendosa.
Esta santa mujer fue esposa de san Isidro Labrador. María Toribia, llamada de la Cabeza, llevó una vida humilde y laboriosa. Los nombres de Caraquiz, cerca de Uceda, en la diócesis de Toledo, y el de Torrelaguna, aparecen en su leyenda. Le gustaba ir a la ermita de Santa María para hacer el aseo y orar. La calumniaron ante su marido, quien la vio cruzar sobre su capa el Jarama (crecido afluente del Tajo), lo que se consideró un juicio de Dios que probaba su inocencia. Sobrevivió a san Isidro y fue enterrada en la ermita que con tanto amor visitaba. Esta ermita fue atendida por los templarios hasta 1311; después, se hicieron cargo de ella los menores enclaustrados hasta 1511. Fue probablemente en tiempo de los menores enclaustrados (después los sucedieron los menores observantes), cuando la cabeza de María fue colocada sobre el altar mayor del oratorio. Esta reliquia se tiene por eficaz contra los dolores de cabeza. En 1511, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros renovó el relicario que guardaba la cabeza. Procesiones y cofradías atestiguaron la veneración pública hacia la santa. Inocencio XII aprobó su culto en 1697. Se trasladaron sus reliquias a Madrid para unirlas a las de su esposo.
SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE LA VIRGEN
Titular de la Basílica y patrona del Monasterio
Homilía del P. Abad Josep M. Soler
8 de septiembre de 2015
Mi 5, 1-4; Rm 8, 29-30; Mt 1, 1-16.18-23
Cher Mgr. Norbert Turini, Evêque de Perpiñán, queridos hermanos y hermanas en Cristo:
La Iglesia vive con mucha alegría el nacimiento de Santa María. Y, en Montserrat, esta fiesta tiene una solemnidad especial porque tanto la basílica como el altar en torno al cual nos llegamos están dedicados a la natividad de la Virgen. Y, además, el monasterio está puesto bajo su patronazgo.
¿Por qué tanta alegría, hermanos y hermanas, en esta solemnidad? Porque María -tal como hemos oído en el Evangelio- es la última eslabón de la larga lista de predecesores del Mesías. Después de tantas generaciones de espera nutrida de esperanza, el nacimiento de Santa María, del linaje escogido de David, presagia la inminencia del de Jesús. Y, por tanto, la llegada del Mesías, anhelada durante siglos debido a la salvación que él debía llevar a la humanidad.
La razón de la joya es, pues, doble. Nos alegramos por María y nos alegramos por nosotros.
Nos alegramos por María para que, con los dones que Dios le ha hecho, ella resplandece en el mundo con su santidad, con el su maternidad y con su solicitud misericordiosa. Una misericordia invocada cada día aquí en Montserrat y derramada generosamente a favor de los monjes, de los alumnos, de los peregrinos.
Y nos alegramos por nosotros, por toda la humanidad. Gracias al fruto de sus entrañas, nosotros, ciudadanos de la tierra, podemos ser, también, ciudadanos del cielo, reconciliados admirablemente con Dios como hemos sido por Jesucristo. Por ello, un himno de la liturgia de hoy dice: "celebramos la escaiença anual" del nacimiento de Santa María
"Con la alegría de ser, gracias a su maternidad," miembros de la ciudad celestial "(cf. Himno de Laudes). Es decir, hombres y mujeres que participamos ya de la vida divina, esperando el momento en que esta vida se desplegará lozana en la gloria de Cristo.
María y todos nosotros -toda la humanidad- entramos en ese plan grandioso de Dios que nos presentaba San Pablo en la segunda lectura: Dios todo en bien de quienes lo aman,de los que él ha llamado por decisión suya y les ha destinado a ser imágenes vivas de su Hijo, que es el primero de muchos hermanos. María ha sido la primera llamada y destinada a identificarse con Jesucristo para que, gracias a su maternidad, una multitud inmensa pueda ser justificada, perdonada, restaurada y pueda participar después de la gloria de Cristo.
Sí, pues. Celebramos con alegría "la escaiença anual del nacimiento" de Santa María, por que ha sido su existencia fiel y por lo que aporta al pueblo cristiano ya la humanidad.
La solemnidad de hoy, además, nos invita a vivir intensamente la fe en el plan de amor que Dios tiene para la humanidad y en su destino glorioso. Pero, también, nos invita a no descuidar la realidad que nos rodea, tanto a nivel mundial como a nivel local. Porque el nacimiento de Santa María es la aurora de los tiempos del Mesías, de los tiempos de Jesús.
Unos tiempos que la liturgia de este día recuerda en varios momentos que son tiempos de paz. Como decía la profecía de Miqueas, en la primera lectura, el Mesías -el hijo de María, por tanto- es la paz. El nos pacifica el corazón y nos hace amigos de Dios; él va creando la fraternidad entre todos los hombres y mujeres del mundo. Estos paz, sin embargo, no será plena y total hasta que haya podido penetrar en todos los corazones y, bajo la acción del Espíritu Santo, hayan restablecido todas las cosas de la tierra según el plan de Dios. Metro, los discípulos de Jesús, ayudados por la intercesión de aquella que la Iglesia invoca como Reina de lapaz, tenemos que trabajar en la construcción de una sociedad justa y de unas estructuras que la
SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE LA VIRGEN
8 de septiembre de 2015 Mi 5, 1-4; Rm 8, 29-30; Mt 1, 1-16.18-23
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
La Iglesia vive con mucha alegría el nacimiento de Santa María. Y, en Montserrat, esta fiesta tiene una solemnidad especial porque tanto la basílica como el altar en torno al cual nos llegamos están dedicados a la natividad de la Virgen. Y, además, el monasterio está puesto bajo su patronazgo. ¿Por qué tanta alegría, hermanos y hermanas, en esta solemnidad? Porque María –tal como hemos oído en el Evangelio- es la última eslabón de la larga lista de predecesores del Mesías. Después de tantas generaciones de espera nutrida de esperanza, el nacimiento de Santa María, del linaje escogido de David, presagia la inminencia del de Jesús. Y, por tanto, la llegada del Mesías, anhelada durante siglos debido a la salvación que él debía llevar a la humanidad. La razón de la joya es, pues, doble. Nos alegramos por María y nos alegramos por nosotros.
Nos alegramos por María para que, con los dones que Dios le ha hecho, ella resplandece en el mundo con su santidad, con el su maternidad y con su solicitud misericordiosa. Una misericordia invocada cada día aquí en Montserrat y derramada generosamente a favor de los monjes, de los alumnos, de los peregrinos. Y nos alegramos por nosotros, por toda la humanidad. Gracias al fruto de sus entrañas, nosotros, ciudadanos de la tierra, podemos ser, también, ciudadanos del cielo, reconciliados admirablemente con Dios como hemos sido por Jesucristo. Por ello, un himno de la liturgia de hoy dice: "celebramos la festividad anual" del nacimiento de Santa María. "Con la alegría de ser, gracias a su maternidad," miembros de la ciudad celestial "(cf. Himno de Laudes). Es decir, hombres y mujeres que participamos ya de la vida divina, esperando el momento en que esta vida se desplegará lozana en la gloria de Cristo. María y todos nosotros -toda la humanidad- entramos en ese plan grandioso de Dios que nos presentaba San Pablo en la segunda lectura: Dios todo en bien de quienes lo aman, de los que él ha llamado por decisión suya y les ha destinado a ser imágenes vivas de su Hijo, que es el primero de muchos hermanos. María ha sido la primera llamada y destinada a identificarse con Jesucristo para que, gracias a su maternidad, una multitud inmensa pueda ser justificada, perdonada, restaurada y pueda participar después de la gloria de Cristo.
Sí, pues. Celebramos con alegría "la festividad anual del nacimiento" de Santa María, por que ha sido su existencia fiel y por lo que aporta al pueblo cristiano ya la humanidad. La solemnidad de hoy, además, nos invita a vivir intensamente la fe en el plan de amor que Dios tiene para la humanidad y en su destino glorioso. Pero, también, nos invita a no descuidar la realidad que nos rodea, tanto a nivel mundial como a nivel local. Porque el nacimiento de Santa María es la aurora de los tiempos del Mesías, de los tiempos de Jesús. Unos tiempos que la liturgia de este día recuerda en varios momentos que son tiempos de paz. Como decía la profecía de Miqueas, en la primera lectura, el Mesías -el hijo de María, por tanto- es la paz. El nos pacifica el corazón y nos hace amigos de Dios; él va creando la fraternidad entre todos los hombres y mujeres del mundo. Estos paz, sin embargo, no será plena y total hasta que haya podido penetrar en todos los corazones y, bajo la acción del Espíritu Santo, hayan restablecido todas las cosas de la tierra según el plan de Dios. Metro, los discípulos de Jesús, ayudados por la intercesión de aquella que la Iglesia invoca como Reina de la paz, tenemos que trabajar en la construcción de una sociedad justa y de unas estructuras que la sirvan de manera que se vaya haciendo realidad el proyecto de Dios sobre el mundo; un proyecto que defiende y reivindica la dignidad y los derechos de cada persona humana. En este sentido, ante el drama de los miles de refugiados que vienen a Europa para huir de hambre y de la muerte que la guerra les puede comportar, todos debemos pensar, tal como ha pedido el Papa Francisco, ¿qué podemos hacer de manera concreta para ayudarles y no limitarnos a sentir compasión o a vivir en la indiferencia.
Pensando en nuestro país, los cristianos tenemos también el deber de trabajar a favor del nuestro País y de todos sus ciudadanos, particularmente de los que pasan más necesidades. Lo tenemos que hacer para que la ciudad terrena sea lo más humana posible y para que todos podamos llegar a la ciudadanía del cielo. Si siempre es un deber de todos los ciudadanos participar activamente en las elecciones como ejercicio de la propia responsabilidad en la búsqueda del bien común y, por tanto, de una sociedad más justa y fraterna, esta vez aún lo es más. Por ello, ante esta cita electoral, invocamos la Virgen de Montserrat, Patrona de nuestra tierra, para que sepamos discernir bien las opciones que tenemos que hacer.
Ahora, en el altar dedicado al nacimiento de Santa María, celebraremos la Eucaristía. Que la Nuestra participación en este sacramento nos sea fuerza y luz para continuar estableciendo la tierra una sociedad más según Dios.
Papa, en la audiencia del miércoles
"La Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña iglesia"
Papa: "La Iglesia, casa de puertas siempre abiertas, no secta exluyente"
"Las iglesias, las parroquias con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, sino museos"
José Manuel Vidal, 09 de septiembre de 2015 a las 10:43
Frente a los centros de poder ofrezcamos nuestra esperanza en los centros del amor, centros evangelizadores, ricos en calor humano, basados en la solidaridad y en la participación
(José M. Vidal).- Tras la publicación de los 'motu proprio' que aligeran las nulidades matrimoniales, el Papa Francisco vuelve a abordar, en su homilía, el tema de la familia y de la Iglesia como "casa abierta" y "con las puertas siempre abiertas", nunca "una secta exluyente".
Lectura de la carta a los Hebreos: "Noten que Cristo tiende una mano a los hijos de Abrahám, no a los ángeles...Por haber sufrido la tentación, puede auxiliar a los que son tentados".
Algunas frases del Papa
"Quisiera hoy detenerme en los vínculos entre la familia y la comunidad cristiana"
"Un vínculo natural, porque la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña iglesia"
"La Iglesia camina en medio de los pueblos"
"Esto es lo que cuenta para el Señor"
"Los grandes eventos de la historia humana se escriben en los libros de historia. Los eventos de la familia humana se inscriben en la mente de Dios"
"Por eso es tan importante la familia"
"Jesús nació en una familia y allí aprendió el mundo"
"Formó a su alrededor una comunidad"
"En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia hospitalaria, no de una secta excluyente"
"Jesús no cesa de acoger y hablar con todos. Incluso con los que ya no esperan encontrar a Dios en su vida"
"La familia y la parroquia son dos ejes en los que se basa la Iglesia"
"La Iglesia tiene que ser una casa acogedora, con las puertas abiertas siempre"
"Las iglesias, las parroquias, las instituciones con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, sino museos"
"Frente a los centros de poder ofrezcamos nuestra esperanza en los centros del amor, centros evangelizadores, ricos en calor humano, basados en la solidaridad y en la participación"
"Las familias, a veces, dan un paso atrás, diciendo que no están a la altura"
"Nadie está a la altura sin la gracia de Dios. Todo nos es dado"
"El Señor, si nos ponemos en sus manos, nos hace realizar los milagros de todos los días"
"La fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos"
"La familia y la parroquia deben realizar el milagro de una vida más abierta para toda la sociedad"
Texto integro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Esta mañana reflexionamos sobre la íntima relación que hay entre la familia y la comunidad cristiana: la Iglesia es una familia espiritual, casa de los que creen en Jesús y viven según sus enseñanzas, y la familia, una pequeña Iglesia doméstica, escuela de amor a Dios y al prójimo.
De los grandes eventos de la historia del mundo sólo queda el recuerdo en los libros. La historia de los afectos de las personas, en cambio, se conserva en el corazón de Dios y se inicia en la familia. Esa es la historia que cuenta. Así lo experimentó Jesús, Hijo de Dios, que nació en una familia y en ella, por 30 años, aprendió la condición humana, en la sencillez de una dura vida de trabajo, en una aldea insignificante. Cuando inició su vida pública, quiso formar a su alrededor una comunidad, una "Asamblea", una con-vocación de personas: esa es la Iglesia. No la quiso como una secta para privilegiados, sino como una familia hospitalaria, una casa donde todos, sin exclusión, fueran acogidos y amados. Es indispensable, pues, que la Iglesia y la familia caminen juntas como testigos de la comunión de amor, cuya fuente última es Dios mismo.
***
Saludo a los peregrinos de lengua española, a todos los grupos provenientes de España y de otros países latinoamericanos, en particular al grupo de la Academia Superior de la Policía de Colombia. Roguemos al Señor, por intercesión de María, Madre del Buen Consejo, que renueve y fortifique con su gracia el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana, para que sigan ofreciendo esperanza y alegría a nuestra sociedad actual, que a menudo no les da el valor suficiente. Muchas gracias.
Texto completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Quisiera hoy detener nuestra atención en el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana. Es un vínculo, por así decir, "natural", porque la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña Iglesia (cfr Lumen Gentium, 9).
La Comunidad cristiana es la casa de aquellos que creen en Jesús como la fuente de la fraternidad entre todos los hombres. La Iglesia camina en medio de los pueblos, en la historia de los hombres y de las mujeres, de los padres y de las madres, de los hijos y de las hijas: esta es la historia que cuenta para el Señor. Los grandes eventos de las potencias mundanas se escriben en los libros de historia, y allí permanecen. Pero la historia de los afectos humanos se escribe directamente en el corazón de Dios; y es la historia que permanece eternamente. Es este el lugar de la vida y de la fe. La familia es el lugar de nuestra iniciación - insustituible, indeleble - a esta historia.
A esta historia de vida plena que terminará en la contemplación de Dios para toda la eternidad en el cielo, pero comienza en la familia y por eso, es tan importante la familia.
El Hijo de Dios aprendió la historia humana por esta vía, y la recorre hasta el final (cfr Eb 2,18; 5,8). Es bonito volver a contemplar a Jesús y ¡los signos de este vínculo! Él nació en una familia y allí "aprendió el mundo": una tienda, cuatro casas, un pueblo. Y sin embargo, viviendo por treinta años esta experiencia, Jesús asimiló la condición humana, acogiéndola en su comunión con el Padre y en su misma misión apostólica. Después, cuando dejó Nazaret y comenzó la vida pública, Jesús formó en torno a él una comunidad, una "asamblea", es decir una con-vocación de personas. Este es el significado de la palabra "iglesia".
En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia y de una familia hospitalaria, no de una secta exclusiva, cerrada: nos encontramos Pedro y Juan, pero también el hambriento y el sediento, el extranjero y el perseguido, la pecadora y el publicano, los fariseos y la multitud. Y Jesús no cesa de acoger y de hablar con todos, también con quien no espera más encontrar a Dios en su vida. ¡Es una lección fuerte para la Iglesia! Los discípulos mismos han sido elegidos para cuidar esta asamblea, esta familia de huéspedes de Dios.
Para que sea viva hoy esta realidad de la asamblea de Jesús, es indispensable reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana. Podremos decir que la familia y la parroquia son dos lugares en donde se realiza esta comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo. Una Iglesia de verdad según el Evangelio no puede no tener la forma de una casa acogedora con las puertas abiertas siempre. Las iglesias, las parroquias, las instituciones con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos.
Hoy, esta es una alianza crucial. «En contra de los "centros de poder" ideológicos, financieros y políticos, volvemos a poner nuestras esperanzas en estos centros de poder, no en centros del amor. Nuestra esperanza está en estos centros del amor. Centros evangelizadores, ricos de calor humano, basados en la solidaridad y la participación» también en el perdón entre nosotros. (Pont. Cons. para la familia, Las enseñanzas de J.M. Bergoglio - Papa Francisco sobre la familia y sobre la vida 1999-2014 LEV 2014, 189).
Reforzar el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana es hoy indispensable y urgente. Cierto, es necesario una fe generosa para reencontrar la inteligencia y la valentía para renovar esta alianza. Las familias a veces dan un paso atrás, diciendo que no están a la altura: "Padre, somos una pobre familia y también un poco destartalada", "no somos capaces", "tenemos ya tantos problemas en casa", "no tenemos la fuerza". Es verdad. Pero ninguno es digno, ninguno está a la alteza, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo se nos da gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná! Si, el Señor, si nos apoyamos en sus manos, nos hace hacer milagros. Milagros de todos los días cuando está el Señor en esa familia.
Naturalmente, también la comunidad cristiana debe hacer su parte. Por ejemplo, buscar superar actitudes demasiado directivas y demasiado funcionales, favorecer el diálogo interpersonal y el conocimiento y la estima recíproca. Las familias tomen la iniciativa y sientan la responsabilidad de llevar los propios dones preciosos para la comunidad. Todos debemos ser conscientes que la fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos, la familia y la parroquia deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para la sociedad completa.
En Caná, estaba la Madre de Jesús, la "madre del buen consejo". Escuchemos nosotros sus palabras: "Hagan todo lo que él les diga" (cfr Jn 2, 5). Queridas familias, queridas comunidades parroquiales, dejémonos inspirar de esta Madre hagamos todo lo que Jesús nos dirá y ¡nos encontraremos frente al milagro, al milagro de cada día! Gracias.
Bienaventurados seréis cuando...
Lucas 6, 20-26. Tiempo Ordinario. Salir de nuestros egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran.
Oración
Gracias, Señor, por este momento de oración. Qué dicha y alegría el poder experimentar tu presencia, tu cercanía. Humildemente te pido, ¡ven Señor Jesús! Ilumina mi oración para que crezcan mi fe y mi fortaleza para saber escogerte siempre a Ti.
Petición
Jesús, dame la sabiduría para saber reconocer en dónde y cómo se encuentra la felicidad.
Meditación del Papa Francisco
Se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia!, se ha globalizado la indiferencia: a mí ¿qué me importa lo que les pasa a otros mientras yo defienda lo mío? Porque el mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado.
Algunos de ustedes expresaron: Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Con tenacidad, pero sin fanatismo. Con pasión, pero sin violencia. Y entre todos, enfrentando los conflictos sin quedar atrapados en ellos, buscando siempre resolver las tensiones para alcanzar un plano superior de unidad, de paz y de justicia. Los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas que están en el capítulo 5 de San Mateo y 6 de San Lucas, y que lean el pasaje de Mateo 25. Se los dije a los jóvenes en Río de Janeiro, con esas dos cosas tiene el programa de acción. (Discurso de S.S. Francisco a los participantes del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, octubre de 2014).
Reflexión
Si miramos a nuestro mundo vemos gentes que son pobres, que pasan hambre, que sufren, que son excluidos y proscritos... y a nadie se nos ocurre llamarlos dichosos ni tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica, que disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como si poseyera el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos como gente con suerte.
¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas antinomias?
El Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este mundo presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a nuevas dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de gozar la alegría de la entrega, de experimentar la paz en medio del desconcierto...
Todos necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran.
Propósito. Que mi cercanía y apoyo a una persona que sufre, le haga experimentar el amor de Cristo.
Diálogo con Cristo. Dios de cielos y tierra que alimentas los pájaros del campo y no olvidas nada de lo que has creado, te pido por todos los hombres que pasan hambre para que descubran en tu Palabra la fuerza que los conforte y encuentren hermanos que sacien su necesidad.
El amor de Cristo no tiene límites
El amor está en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance.
Jesús nos amó hasta el final, dio la vida por nosotros.“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,2).
Una de las características del amor de Cristo es que no tiene límites. Él se rompió amando, con sus palabras, con sus manos, con sus gestos, con sus actitudes. En aquella tarde, Jesús amó a los suyos como nadie los había amado hasta entonces, los amó, hasta el límite, hasta el fin, hasta el extremo, hasta dar la vida. Jesús demostró este amor al otro en el servicio y en el estar atento en las cosas pequeñas. “Se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla se la ciñó luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida” (Jn 13.5). Echar agua, lavar, secar los pies, era un oficio de esclavos. Y Jesús se convierte en esclavo, en servidor; se empobrece, se rebaja poniéndose a sus pies. Este servicio humilde y callado lo hizo Jesús con sus discípulos; quien no se deje lavar los pies por él, no tendrá parte en su reino.
Jesús fue un hombre especial, extraordinario en generosidad, bueno de verdad, que pasó haciendo el bien sobre la tierra y curando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él (Hch 10,38). Por eso Pablo aconsejaba a los cristianos como norma de vida: "Mantengamos fijos los ojos en Jesús" (Hb 12,2), para tener sus mismos sentimientos, para obrar como él. Fue enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18-19). Él vino para los casos difíciles, para "salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10).
Jesús fue un hombre bueno, con una bondad de calado profundo, de inversión de valores, de búsqueda de lo esencial. Lo radical de su bondad estaba en el hecho de su estar "a la escucha" de las necesidades de los otros. Él dio su vida por todos, su entrega fue total, él no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos (Mc 10,45). Nunca condenó a nadie, trató de salvar a todos, de dar vida y de ser vida y fuente de agua viva. Toda la vida de Jesús fue una donación al Padre y se entregó como precio de nuestra liberación. El “amarás a Dios con todo tu corazón y toda tu alma”, encuentra su nueva plenitud en la palabra y en vida de Jesús. Dios, para él, es el único bueno (Mc 10,18), el Padre amoroso (Mt 5, 45) que busca la oveja perdida (Lc 15,4-7), porque es un Dios que busca y acoge lo que se había perdido (Lc 15,2).
En sus enseñanzas repetía que lo más importante era buscar a Dios, su Reino, que no se preocuparan de lo demás. Mil veces invitaba a sus oyentes a no tener miedo, a no dudar, a creer de verdad (Jn 8,46). A todos les dio ejemplo de amor y el amor fue su único mandato. El amor se concretiza en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance. “Atender a cosas aún menudas, y no hacer caso de unas muy grandes”, porque “quedamos contentas con haber deseado las cosas imposibles y no echamos mano de las sencillas” (7M 4,14).
San Jerónimo escribió un comentario a las cartas de Juan, donde dice que cuando a Juan le preguntaban sus discípulos cristianos, constantemente respondía: “Hijos míos, amaos los unos a los otros”. Cansados los discípulos de esa machacona insistencia, le preguntaron que por qué repetía tanto lo de “amaos”. Su respuesta fue bien sencilla: “porque éste es el mandamiento del Señor, y si lo cumplimos es suficiente”.
Efectivamente, quien comprende y experimenta lo que es el amor, no puede por menos de gritar como Francisco de Asís: Dios es amor, amor, amor.
Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (Jn 4,16) El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1Jn 4,8). Por eso insistía Juan: “Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1Jn. 4, 7). Esto mismo había encomendado Jesús a sus discípulos y les pide que se ayuden, se apoyen, se consuelen. Por eso Jesús insistirá: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros” (Jn 13,34-35).
Juan era un experto en la ciencia del amor, había comido junto a Jesús y había sentido el latir del corazón del Amado. En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros, en que ha mandado a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros vivamos por él (1Jn 4,9). Para Juan el amor es la piedra angular del reino de Cristo (Jn 3,16) y exhorta siempre a los hermanos al amor recíproco (2Jn 5,6). El amor de Dios se ha revelado en un acontecimiento histórico: el hecho de Jesucristo, que inaugura el tiempo de la misericordia divina. Este acontecimiento histórico, revelación única y suficiente de Dios manifiesta también que Dios no sólo ha amado y ama, sino que “es amor” (1Jn 4,8).
Juan aprendió muy bien la lección del amor, como lo más importante y como lo único que merecía enseñarse e insistir. La primera carta de Juan es una joya. De ella entresaco algunos pensamientos.
- El que ama a su hermano, ése es hijo de Dios (3,10).
- Quien ama a su hermano ha pasado de la muerte a la vida (3,14).
- Amar de verdad es dar su vida por el hermano (4,10).
- El que ama comparte sus bienes con el hermano necesitado (4,17).
- Amarnos es cumplir lo que Jesús nos mandó (3,23).
- El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios (4,7).
- Nuestro deber de amar se funda en que Él nos amó (4,11)
- Si amamos al hermano, Dios permanece en nosotros (4,12).
- Amemos, ya que Él nos amó primero (4,19).
- Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (4, 20).
- Si alguien ama a Dios, ame también a su hermano (4, 21).