«La gloria del Señor lo envolvió con su luz»
- 24 Diciembre 2015
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Navidad cristiana
Navidad es una fiesta específicamente cristiana. Sólo podemos entender su significado a la luz de la fe. Dios se hace niño y nace en Belén. Sólo la fe cristiana y el amor pueden hacernos comprender lo que parece imposible y unir la omnipotencia de Dios con la debilidad de un niño. ¡Esto es la Navidad cristiana!
Esta Navidad del Año Santo de la Misericordia somos invitados a reflexionar sobre las palabras del Papa Francisco: "Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios Padre."
Sin embargo, esto que parece tan difícil de comprender -quizás por la normalidad de una familia y de un nacimiento-, el misterio de Navidad, tiene un encanto especial para una multitud de hombres y mujeres de todo el mundo. Para los países de nuestra Unión Europea, celebrar la Navidad expresa nuestra identidad de raíces cristianas y nos abre a un diálogo auténtico con todos.
En Belén, aquella noche santa, se manifiesta el misterio de la salvación de Dios que viene a estar entre nosotros con humildad y pobreza. Los pastores sencillos y los magos de Oriente le reconocieron y le adoraron, porque sabían que encontrarían al Mesías que acababa de nacer "en pañales, acostado en un pesebre".
San Juan Pablo II afirma que "la encarnación del Hijo de Dios da testimonio de que Dios busca al hombre". Dios hecho niño busca al hombre porque éste se ha alejado de él y se ha escondido como Adán entre los árboles del paraíso terrenal. Buscando al hombre, Dios quiere inducirle a abandonar los caminos del mal, en los que el hombre tiende a adentrarse cada vez más. En definitiva, Dios busca al hombre para darle la dignidad de hijo de Dios. El evangelista Juan lo dice claramente: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!"
Dios nos ha hablado por medio de su Hijo. Ante el niño de Belén nos invita a reflexionar, ya que Navidad abre la nueva historia de la humanidad. Nuestro mundo está a menudo conmocionado por la angustia y el sufrimiento, por atentados, violencias y guerras. Viviendo el misterio de Navidad podemos reencontrar el sentido de nuestra vida y expresar nuestras aspiraciones de solidaridad y de paz.
En la sencillez del pesebre se ilumina intensamente la grandeza de la dignidad de la naturaleza humana y al mismo tiempo se revela la sublimidad de nuestra vocación divina. Lo dice claramente esta antífona de vísperas: "¡Oh admirable intercambio! El Creador de los hombres se ha querido hacer hombre y ha nacido de una virgen; compartiendo nuestra humanidad, nos ha hecho el don de su divinidad." San Agustín lo afirma brevemente: "Dios se hizo hombre para que el hombre llegara a ser Dios”.
Os deseo a todos una santa Navidad del Año Santo de la Misericordia, una Navidad inspirada en la acogida, el perdón y el amor de Dios que se ha manifestado en el rostro de nuestro Señor Jesucristo.
† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
Tres palabras: Hijo, Luz, Paz
En una homilía navideña el Papa Benedicto XVI dijo que tres palabras destacan en la liturgia de estas fechas: Hijo, el Niño recién nacido que nos hace a la vez hijos de Dios; Luz, la que brilla en las tinieblas para iluminar al mundo; y Paz, la que se comunica a los corazones de todos los hombres.
Son innumerables las creaciones artísticas, poéticas y musicales, fruto del espíritu humano, que recogen este amable ambiente navideño ligado a esas bellas palabras. Por citar algunos ejemplos, basta recordar la pintura «La Natividad», de El Greco; el «Cuento de Navidad», de Dickens, con la figura del avaro Scrooge; la canción austríaca «Noche de paz», o la película «Que bello es vivir», protagonizada por James Stewart, tantas veces reproducida desde su realización hace setenta años.
Pero me detengo en un cuento infantil: «La niña de los fósforos», de Hans Christian Andersen. La pobre niña, descalza y sin abrigo en la noche de la ciudad nevada, no vendía la última cajita de fósforos. Como nadie se la compraba, encendió uno, y luego otro, y así todos, y cada vez que prendía uno se le presentaba a la imaginación una escena agradable de un hogar caliente, su abuela querida… hasta que consumió el último y falleció.
La tristeza de un cuento escrito para mover a los niños a la compasión y a la caridad, es también metáfora de la importancia de la luz en nuestras vidas. Por ello la Navidad va unida a la luz, las calles la preparan con bombillas colgadas de lado a lado o en los árboles; los escaparates se iluminan, el Árbol de Navidad está lleno de pequeñas luces…
Es entrañable este ambiente que no debe ser flor de un día, o de unas semanas, en lo que afecta a nuestro interior. Ojalá en nuestros corazones sea siempre Navidad, no por los turrones o por los regalos o las fiestas, sino porque acogemos al Hijo de Dios en nuestra vida y con El acogemos a todas las personas especialmente las más necesitadas.
Deseo a todos que estos días previos preparéis muy bien el día de Navidad, con la familia y sin olvidar estas otras familias que vemos en televisión que padecen los estragos de la guerra y cómo cruzan por el Este de Europa en busca de la luz y la paz que no han encontrado en sus pueblos y ciudades. Que también a ellos les tengamos presentes en nuestras celebraciones.
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 5º sermón para la vigilia de Navidad.
«La gloria del Señor lo envolvió con su luz»
La noche envolvía al mundo entero antes de que se elevara la luz verdadera, antes del nacimiento de Cristo; también en cada uno de nosotros, antes de nuestra conversión y de nuestra regeneración interior, reinaba la noche. ¿Acaso sobre el rostro de la tierra no había la noche más profunda y las tinieblas más espesas cuando nuestros padres honraban a dioses falsos?... ¿Y no había sobre nosotros otra sombría noche cuando vivíamos sin Dios en este mundo, siguiendo nuestras pasiones y los atractivos de este mundo, haciendo cosas de las cuales hoy nos enrojecemos por ser también obra de las tinieblas?...
Pero ahora os habéis liberado de vuestro sueño, os habéis santificado, pasando a ser hijos de la luz, hijos del día y no de las tinieblas ni de la noche (1Tes 5,5)... «Mañana veréis en vosotros la majestad de Dios». Hoy, el Hijo se ha hecho justicia venida de Dios; mañana, se manifestará como vida nuestra, para que aparezcamos con él en la gloria. Hoy, por nosotros, ha nacido un niño, para privar que nos elevemos en un a gloria vana y, convirtiéndonos, lleguemos a ser como niños. Mañana se va a mostrar en toda su grandeza para incitar nuestra alabanza y para que también nosotros podamos ser glorificados y alabados cuando Dios otorgará a cada uno su gloria... «Seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es» (1Jn 3,2). Hoy, en efecto, no le vemos en sí mismo sino como en un espejo (1C 13,12); ahora recibe lo que se eleva de nosotros. Pero mañana le veremos en nosotros, cuando nos dará lo que depende de él, cuando se mostrará tal cual es en sí mismo y nos tomará para elevarnos hasta él.
Solemnidad de la Natividad del Señor
Primera: Is 52, 7-10; Salmo 97;Segunda: Heb 1, 1-6; Evangelio: Jn 1, 1-18
Nexo entre las lecturas
Podríamos decir que las lecturas del día de Navidad se concentran en dar una respuesta al gran interrogante que ha atravesado dos mil años de cristianismo: ¿Quién es Jesucristo? La respuesta la encontramos, sobre todo, en el prólogo del evangelio según san Juan: El Verbo, el creador del universo, la luz del mundo, el revelador del Padre, etc. Esta respuesta del evangelio es colocada en el ámbito del profetismo del Antiguo Testamento: Jesucristo, el mensajero que trae la paz y la salvación (primera lectura); Jesucristo, el último y definitivo profeta de Dios (segunda lectura).
Mensaje doctrinal
Quién es Jesucristo?
En todo el mundo cristiano el día 25 celebramos el nacimiento de un niño: Jesús de Nazaret que ha revolucionado durante dos mil años la historia de la humanidad, sobre todo del Occidente. Quienes no son cristianos tal vez se pregunten quién es ese niño que celebran los cristianos con tanta solemnidad. Y no está mal que también nosotros, en esta singular ocasión de la Navidad, nos lo preguntemos. O mejor, todavía, lo preguntemos a la Biblia, a través de la cual Dios nos habla y se nos revela.
1. Jesucristo es el Verbo, que vive en el seno de Dios, y que pone su tienda entre los hombres, en un determinado momento de la historia. Jesucristo, antes de ser una palabra pronunciada por la historia, es La Palabra pronunciada por el mismo Dios. En el mundo de Dios el Padre está pronunciando eternamente La Palabra. En Belén, en tiempo del emperador Augusto, La Palabra eterna es pronunciada por labios humanos, se convierte en palabra de carne. Se llama Jesús de Nazaret. ¿Quién es Jesús? Es el Verbo, que al ser pronunciado por los hombres, suena Jesús de Nazaret.
¿Quién es el Verbo?
Es Jesús, a quien el Padre llama La Palabra. En el misterio de Jesucristo no se puede separar la eternidad del tiempo, el Verbo de Jesús. Sería traicionar la revelación de Dios. A lo largo de la historia Dios había pronunciado palabras por medio de los profetas, palabras que manifestaban de modo incompleto la revelación de Dios. Con Jesucristo el Padre pronuncia la última, definitiva y única Palabra, en la que se compendia y llega a plenitud toda la revelación (segunda lectura).
2. Jesús es la vida y la verdadera luz del mundo. Vida y luz son dos imágenes muy usada en todo el Antiguo Testamento. Dios es el creador de la vida (plantas, animales, hombre). A la vez que creador, es también el señor, que dispone de ella según sus inescrutables designios. El hombre ha sido creado para la vida, no para la muerte. Con todo, a causa del pecado, el reino de la muerte se ha instalado en la historia. Cuando los cristianos proclamamos que Jesús es la vida, afirmamos que él es el vencedor de la muerte y el restaurador de la vida en la humanidad. Al restaurar la vida, ésta es como un faro de luz en un mundo prisionero de la tiniebla. Al confesar que Jesús de Nazaret, en el momento mismo de nacer es vida y luz de los hombres, estamos afirmando también que no es una vida cualquiera o una luz cualquiera, efímera y débil, sino la Vida y la Luz originales, presentes en Dios mismo. Porque es Vida y Luz, su historia personal, una más en sí misma entre las historias de los hombres, es fuente de Vida y de Luz para la humanidad entera.
3. Jesús es el revelador del Padre. "A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, nos lo ha revelado". Jesucristo no sólo es el revelado por los profetas, por ejemplo, por Miqueas, como mensajero de paz, de consolación y de salvación, o no sólo es revelado superior a los ángeles (segunda lectura). Él mismo, en persona, es revelador. ¿Y qué otra realidad más honda puede revelarnos sino el misterio de Dios, del que viene y en el que habita, absolutamente desconocido para los hombres? El Padre no es visible. Se hace visible y presente en Jesucristo. Lo hace visible hablándonos del Padre, v.g. las parábolas del padre misericordioso, y sobre todo nos habla del Padre en su modo de vivir y de estar en el mundo, entre los hombres.
Sugerencias pastorales
1. Para ti, ¿quién es Jesucristo? Hemos de dejar las cuestiones generales y preguntarnos de modo muy personal: "Para mí, ¿quién es Jesucristo?". Según que se responda a esta pregunta con los labios, con el corazón y sobre todo con la vida, nuestra existencia seguirá un rumbo u otro, seguirá unos parámetros u otros según los cuales vivir. Si Jesucristo lo es todo para mí: mi Dios, mi salvador, mi modelo, mi todo, trataré de hacer real en mi vida este convencimiento. Si Jesucristo es un hombre extraordinario, el más enigmático y grandioso entre los hijos de Adán, pero nada más que hombre, seré tal vez un gran admirador de su figura, trataré de seguir su vida moralmente ejemplar, pero nunca caeré de rodillas ante él, ni le invocaré como redentor, ni estaré dispuesto a dar mi vida por creer en él. Si Jesucristo no fue más que "un hippie entre yuppies", como alguien ha dicho, o un mesías fallido como piensan muchos judíos, o un "avatar" más entre tantos otros que han existido y continúan viniendo a la existencia, ¿qué sentido tiene seguir siendo discípulo de Jesús de Nazaret? ¿Para qué seguir haciendo una pantomima recitando el credo? Que esta Navidad reafirmemos nuestra fe en "Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre", en "Jesucristo, redentor del hombre".
2. Presencia de Cristo en la historia. Jesucristo es el viviente. Él no ha pasado a la historia, como tantos personajes que un día, hace siglos o milenios, eso no importa, amaron y fueron amados, recorrieron los mismos espacios o semejantes a los que hoy recorremos en pueblos o ciudades de nuestro planeta. Jesucristo no pertenece al pasado. Mientras los hombres tenemos, por nuestra misma condición histórica, una relación con el pasado y con el futuro, Él es un presente sin más relación. Él vive, está a tu lado, te acompaña.
Él te ama, se interesa por ti, te ilumina con su luz, te habla palabras de verdad y vida. Él quiere tu bien, no te deja tranquilo cuando tomas un mal camino, es un amigo que siempre te jugará limpio frente a la verdad, frente al eterno destino. Jesús vive en tu corazón por la amistad y comunión con él. Vive en la eucaristía, en el sagrario. Vive en la Biblia, Palabra inmortal de Dios al hombre. Vive en los hombres y mujeres que creen en él, le aman y siguen sus pasos. Vive en el Papa y en los Obispos que le representan ante los hombres. Vive en los niños inocentes, él que nunca dejó de ser niño en su relación con su Padre. Él vive para darnos la vida, para recordarnos siempre que nuestro destino es la vida, o mejor, la Vida.
Bendito sea el Señor que ha redimido a su pueblo
Lucas 1, 67-79. Adviento. Hoy como hace más de dos mil años, Cristo viene a nacer a nuestro corazón. Cumple su promesa, mostrándonos su misericordia.
Oración introductoria
Gracias, Jesús, por venir a nacer entre nosotros. Este día, más que pedirte, quiero agradecerte por cumplir lo que habías prometido desde antiguo. Gracias por venir a quedarte con nosotros, gracias por mostrarnos tu misericordia. Ilumínanos y sácanos de las tinieblas en que vivimos, para que descubramos el camino de la paz. Y permítenos vivir sin temor, en santidad y justicia en tu presencia.
Petición
Señor, qué gran don nos has hecho con tu venida. Dispón nuestro corazón para recibirte como es debido y Tú que decidiste nacer en una cueva, acepta el cálido rincón de nuestro corazón.
Meditación del Papa Benedicto XVI
Animado por el Espíritu Santo, Zacarías habló así de la misión de su hijo: "Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo/pues irás delante del Señor para preparar sus caminos, /y dar a su pueblo el conocimiento de la salvación/mediante el perdón de sus pecados". Todo esto se hizo evidente treinta años más tarde, cuando Juan comenzó a bautizar en el río Jordán, llamando al pueblo a prepararse, con aquel gesto de penitencia, a la inminente venida del Mesías, que Dios le había revelado durante su permanencia en el desierto de la Judea. Por esto fue llamado "Bautista", es decir, "Bautizador".
Cuando un día Jesús mismo viene de Nazaret a ser bautizado, Juan se negó al principio, pero luego aceptó y vio al Espíritu Santo posarse sobre Jesús y oyó la voz del Padre Celestial que proclamaba a su Hijo. Pero su misión no estaba aún cumplida: poco tiempo después, se le pidió que precediera a Jesús también con una muerte violenta: Juan fue decapitado en la prisión del rey Herodes, y así dar testimonio pleno del Cordero de Dios, que antes había reconocido y señalado públicamente.
Queridos amigos, la Virgen María ayudó a su anciana pariente Isabel a llevar a término el embarazo de Juan. Que ella nos ayude a todos a seguir a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que el Bautista anunció con gran humildad y celo profético.» (S.S. Benedicto XVI, 24 de junio de 2012).
Reflexión
Hoy como hace más de dos mil años, Cristo viene a nacer a nuestro corazón. Él, como dice el evangelio, cumple su promesa, mostrándonos su misericordia, para sacarnos de las tinieblas en que vivimos y guiarnos por el camino de la paz. Él viene para ser luz y para dar paz. Él es la estrella que brilla en medio de la oscuridad de nuestro caminar por esta vida. Pero para encontrar esa luz, debemos apagar todo lo que nos impide ver la estrella de Belén que nos guía a Él. Y para encontrar esa paz, debemos salir del barullo y ruido de la ciudad, para encontrarlo en una cueva. En la Navidad todo mundo sabe que hay alegría y fiesta, pero no todos saben el motivo.
Muchas veces escuchamos y decimos: “¡Feliz Navidad!” a toda persona que nos encontramos; pero algunas veces nos olvidamos de felicitar al festejado. La Navidad es un tiempo de amor, gozo y paz. Pero no debemos perder de vista que la gran alegría, noticia y don, es que Dios se hizo hombre por nosotros. En esta Navidad, recordemos al Recién Nacido y con los pastores, ofrezcámosle lo mejor que tenemos.
Propósito
Me prepararé para recibir con un corazón limpio a Nuestro Señor y le agradeceré que venga a quedarse conmigo.
Diálogo con Cristo
Jesús, esta noche vamos a contemplar tu cuerpecito envuelto en pañales y buscando calor. Déjame esta Navidad, ofrecerte un corazón caliente, amoroso, que te proteja del frío de la noche. Gracias por hacerte uno como nosotros; permítenos esta noche a nosotros hacernos como Tú: niños, que aprendamos a ver en todo el amor de tu Padre, incluso en el frío y soledad de la noche, como tu primera noche hecho hombre. Esta noche, sí queremos estar junto a ti y deseamos que esta vez sí seas Tú el centro de la fiesta.
"Navidad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a la sociedad humana y para de nuevo conducirla a sus altos destinos, se hizo presente con María su Madre, con José, su padre putativo, que está allí como la sombra del Padre Eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la familia no podrá lograr más influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belén" (Juan XXXIII, Alocución del 25 de diciembre de 1959)
La Navidad del «Año Jubilar de la Misericordia»
El Niño Jesús, desde el nacimiento, es el rostro donde se refleja y se percibe realmente la bondad de Dios compasivo y misericordioso
Se acaba de abrir la “Puerta de la Misericordia” en vísperas de la Navidad, la celebración gozosa del Nacimiento del Señor. En pleno Adviento, primero el papa Francisco en la solemnidad de la Inmaculada y después los obispos diocesanos en las demás Iglesias locales de todo el mundo, en el domingo III de este tiempo litúrgico caracterizado por la esperanza y la alegría, hemos inaugurado el “Año Jubilar de la Misericordia”. En León se ha abierto significativamente la denominada “Puerta del Perdón” de la basílica de San Isidoro. Abramos también nuestros corazones, nuestras casas, nuestras relaciones humanas y todos los ámbitos de nuestra existencia, a esta buena nueva: Dios, “rico en misericordia” (Ef 2,4), viene a visitarnos en su Hijo Jesucristo. Un año más, una Navidad más, viene derrochando amor, compasión, cercanía, consuelo, fortaleza en la dificultad y misericordia a manos llenas.
Navidad nos mostrará de nuevo “el rostro de la misericordia” en el Niño nacido de la Virgen María en el establo de Belén. Así lo evoca el papa Francisco: “En la ‘plenitud del tiempo’ (Gal 4,4)…, Dios envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr. Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación… Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro” (MV 1-2).
Celebremos, pues, la Navidad del “Año Jubilar de la Misericordia” con esta perspectiva. Jesús, en brazos de María, está diciéndonos: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré…, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,28.29b). Porque ese Niño, desde el nacimiento, es el rostro donde se refleja y se percibe realmente la bondad de Dios “compasivo y misericordioso” (Sal 103,8), de manera que los gestos de Jesús, su ternura, su humanidad y hasta su desvalimiento de recién nacido, transmiten misericordia. Esta es, en Dios, benevolencia, expresión de la fidelidad a sí mismo y prueba de su absoluta soberanía en el amor y, en este sentido, es la realidad que precede a la indulgencia. Por eso la misericordia divina no significa solamente perdón sino que es mucho más, porque es la justicia propia de Dios que, para salvar a todos, lejos de condenar al pecador dispuesto al arrepentimiento, lo transforma y lo justifica. En Jesús la misericordia se manifestaba como compasión hacia los pobres, los marginados, los que sufren, los pecadores. En el centro de su mensaje está precisamente el que Dios es Padre, y Padre de misericordia infinita de manera que, como enseña también el papa Francisco, nunca se cansa de ser misericordioso con todos y con cada uno de nosotros, con tal de que nosotros no nos cansemos de implorar su misericordia (cf. EG, 3).
Y no olvidemos, en la próxima Navidad, a la Santísima Virgen María, “Reina y Madre de misericordia” que la proclamó jubilosa en la visita a Isabel (cf. Lc 1,50). Que “la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre” (MV 24).
¡Feliz y santa Navidad a todos! Con afecto cordial:
La Virgen de la Leche
Se venera la Gruta de la Leche en Belén, muy cerca de la Basílica de la Natividad, y es la patrona de los matrimonios que desean tener hijos
Virgen de la Leche o de la Buena Leche, también conocida como Virgen nutricia o nodriza, Virgen del Reposo o del Buen Reposo, Virgen de Belén o de la gruta de Belén; es una advocación y una iconografía de la Virgen María, en la que se la representa en el acto de amamantar al Niño Jesús. Esta representación ha tenido diversos desarrollos en el arte sacro, como lo es la pintura, la escultura y la particular iconografía de la Iglesia Ortodoxa.
Origen y tradición
La representación de la Virgen amamantando al niño Jesús es mencionada por el papa Gregorio Magno, un mosaico con esta representación que probablemente data del siglo XII se encuentra en la fachada de la Basílica de Santa María en Trastevere, aunque unos otros cuantos ejemplos de la temprana Edad Media aún sobreviven. Se considera que esta advocación puede ser un sincretismo de las diosas-madre, en particular de la diosa Isis amamantando a Horus y, probablemente las primeras imágenes aparecieron en el arte copto.1
La Gruta de la Leche es un lugar en Belén, muy cercano a la Basílica de la Natividad, donde la tradición dice que la Virgen amamantó al Niño, y una gota se derramó sobre una roca, que cambió su color, haciéndose blanca. Debido a esto, piedras de la gruta (formadas de carbonato de calcio), eran consideradas reliquia en los primeros siglos pues, al diluirlas en agua, ésta tomaba aspecto de leche. El santuario levantado en este lugar es utilizado por las mujeres que piden a la Virgen les mejore la calidad de su leche materna.2 3 4
Un tema dentro de la hagiografía cristiana vinculado a la Virgen lactante es el de Lactatio Bernardi, según el cual la virgen se le apareció en sueños a un monje y, al darle de su leche, le otorgó algún don milagroso.
Galactotrofusa. La Virgen de Saydnaya
En el arte bizantino recibió la denominación Galactotrofusa (γαλακτοτροφουσα Galaktotrophousa, habitualmente junto con el título de Παναγία Panagia -"Santísima"-,5otras advocaciones e iconografías de Virgen con Niño son la Eleusa -"Ternura"- y laTheotokos -"Madre de Dios"-).
El Monasterio de Chelandariou en el monte Athos tuvo entre sus iconos más venerados una Panagia Galaktotrophusa.6 Más enigmático es el icono del siglo XI, proveniente de Constantinopla y conservado en la ciudad siria de Saydnaya (que no está claro si era una talla de madera o una tabla pintada),7 al que se atribuía el origen de una "leche de la Virgen" o "licor de la Virgen" (quizá un aceite) que se distribuyó por toda Europa a partir de su control por los templarios durante las Cruzadas;8 ese tipo de reliquia también se asociaba con la roca de la Gruta de la Leche o con apariciones milagrosas de la Virgen a santos, a quienes nutría con su leche.9
Virgo lactans
En la cristiandad latina la advocación se hizo muy popular, con la denominación Virgo lactans, en los siglos finales de la Edad Media (es habitual usar la expresión Madonna lactans mezclando latín e italiano -Madonna-). Fue particularmente utilizado por la Escuela de Siena del Trecento (siglo XIV), pero se difundió por toda Europa Occidental.10 Hasta tal punto era demandada esta iconografía, que se incorporaba como elemento central de escenas evangélicas como la Huida a Egipto (representada habitualmente en un entorno natural, donde el grupo familiar se toma un "descanso" para que el Niño se amamante -de ahí la denominación "reposo" y "Virgen del Reposo"-) o de composiciones que incluyen a la Sagrada Familia o de la Virgen con santos. Su representación se limitó a partir del Concilio de Trento (1563) por razones de pudor (evitar la representación del pecho desnudo como hace, por ejemplo, la obra de Luis de Morales).11 12 13
Mlekopitatelnitsa
En la pintura rusa el tema se denomina Mlekopitatelnitsa (Млекопитательница).14
Notas:
- Tradigo, Alfredo, Icons And Saints of the Eastern Orthodox Church, A Guide to Imagery, 2006, Getty Publications, ISBN 0-89236-845-4, 9780892368457
- Web sobre la gruta.
- Gruta de la leche en Belén, ruta de la Navidad.
- Gruta de la leche en Adición al tomo segundo del Diccionario Geográfico Universal de Echard.
- The Blackwell Dictionary of Eastern Christianity, pg. 368, ISBN 0-631-23203-6. Fuente citada en en:Panagia.
- Norbert, op. cit.
- Textos árabes y etíopes de cronología incierta han conservado la leyenda, de origen bizantino, de que se transformó en carne y que el licor que manaba de sus pechos tenía propiedades curativas. Enrico Cerulli, citado en España y Europa, un pasado jurídico común, pg. 203.
- Una de estas reliquias, del siglo XIII, llevaba la siguiente inscripción: Hoc oleum ex ubere Genitris Dei Virginia Mariae emanavit in loco, qui Sardinia vocatur, ubi genitilitas est, ex imagine lignea ("Este óleo manó del pecho de la Virgen María, Madre de Dios, esculpida en madera, lo que sucedió en un lugar de gentiles llamado Sardinia"). Cita del texto (que se recoge de M. Trens, Iconografía de la Virgen) y referencia al icono en La imagen de la mujer en el arte español, pg. 37.
- Martín Careaga, Mariolatría, pg. 68.
- Aparece incluso en las Cantigas de Santa María, nº 96 D. Amparo García Cuadrado,Las Cantigas: el códice de Florencia, pg. 355.
- Origen de la iconografía de la Virgen del Reposo
- Virgen de la leche en ucm.es
- Historia del arte erótico
- Temas de arte cristiano
Francisco, durante la Misa del Gallo
RD
Misa del Gallo, Urbi et Orbi y Jornada de la Paz, principales actos
Un Papa resfriado da comienzo hoy a las celebraciones de la Navidad en el Vaticano
El final de la "tercera guerra mundial por partes" será el eje de sus intervenciones
Redacción, 24 de diciembre de 2015 a las 08:42
A punto de cumplir tres años de pontificado, el Papa siempre ha defendido a los más vulnerables y a los pobres, criticando los abusos del sistema económico que descarta lo que no sirve
La Misa del Gallo, la bendición dirigida a todo el mundo 'Urbi et Orbi' --que solo es impartida en Semana Santa, Navidad y tras la elección de un Pontífice y que este año se prevé que vaya acompañada de un mensaje para que acaben las guerras-- y la Jornada Mundial de la Paz, serán las principales celebraciones que marcarán la tercera Navidad del Papa Francisco en el Vaticano. Y la primera que pasa con gripe.
Estas celebraciones se enmarcarán en un contexto mundial de "tercera guerra mundial por partes", tal y como definió la situación el Papa Francisco en su tercer mensaje para la 49 Jornada Mundial de la Paz. Según precisó, "las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros, las persecuciones, las prevaricaciones" se han "multiplicado en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que se podría llamar una tercera guerra mundial en fases".
Las tradicionales celebraciones litúrgicas comenzarán el 24 de diciembre a las 21,30 horas con la misa del Gallo en la Basílica de San Pedro. Junto al Papa concelebrarán 30 cardenales, 40 obispos, 250 sacerdotes y 14 diáconos, mientras que otros cien curas darán la comunión.
Además, está previsto que ese mismo día se inaugure el tradicional Portal de Belén que todos los años se levanta delante del obelisco que se encuentran en el centro de la plaza de San Pedro.
Al día siguiente, el día de Navidad, Francisco se asomará al balcón central de la basílica vaticana e impartirá a los 1.200 millones de católicos del mundo su bendición 'urbi et orbi', en un contexto de guerras y de fundamentalismo religioso. Está previsto que el Papa se dirija "a la ciudad y al mundo" y que reitere su petición para que se ponga fin a las situaciones de guerra e injusticias en todo el mundo.
El 31 de diciembre celebrará las vísperas y el Te Deum en acción de gracias por el año que termina y la primera celebración del 2016 tendrá lugar el mismo 1 de enero, Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios, y 49 Jornada Mundial de la Paz. Está previsto que a las 10,00 horas el Papa celebre una misa en la basílica de San Pedro. Por último, el miércoles 6 de enero presidirá la eucaristía de la solemnidad de la Epifanía del Señor.
Durante todas estas celebraciones, se espera que el Papa lance mensajes de paz en medio de las guerras y los ataques terroristas. De hecho, en su primera referencia a la Navidad este año, Francisco remarcó el pasado viernes 18 de diciembre que Dios no se debe imponer a la fuerza. "El Nacimiento nos dice también que el Señor nunca se impone con la fuerza", enfatizó durante la audiencia a las delegaciones procedentes de Trentino y de los ayuntamientos bávaros de Hirschau, Schnaittenbach y Freudenberg, de donde provienen el pesebre y el árbol de Navidad, que decoran este año la plaza de San Pedro, y que se iluminaron ese mismo viernes.
Fracisco ya se refirió a los conflictos durante las pasadas navidades, cuando en su bendición 'Urbi et Orbi' pidió por los cristianos en Irak y Siria y se refirió al drama de los que son perseguidos en Oriente Medio por el DAESH y a la guerra en Siria. "Le pido a Jesús que mire a los hermanos de Irak y Siria que sufren una persecución brutal. Que la Navidad les traiga esperanza", agregó el Pontífice.
También tuvo palabras para los ucranianos, enfrascados en un violento enfrentamiento con Rusia, por la anexión de Crimea. "Qué Jesús mire a los cristianos que están en Ucrania para que puedan emprender un nuevo camino de confraternidad y salvación", dijo.
Además, en la misa de año nuevo, el 1 de enero de 2015, Francisco pidió "luchar contra las formas modernas de esclavitud" y durante la misa que celebró en el Vaticano en la Jornada Mundial de la Paz, el Papa advirtió de que las "escasas" oportunidades de trabajo contribuyen a la aparición de formas de esclavitud moderna.
A punto de cumplir tres años de pontificado, el Papa siempre ha defendido a los más vulnerables y a los pobres, criticando los abusos del sistema económico que descarta lo que no sirve. Así lo manifestó también durante su primera Navidad en el Vaticano.En la misa que celebró el 31 de diciembre de 2014 para agradecer el fin del año que culminaba, el Papa llamó a ser más solidarios y pidió además "defender a los pobres". "Hay que defender a los pobres y no defenderse de los pobres, hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles", manifestó en la Basílica de San Pedro. También se ha solidarizado siempre con los más pobres y les ha obsequiado con regalos. En 2013, durante su primera Navidad en el Vaticano, Francisco regaló tarjetas telefónicas y billetes para el transporte público a las familias más necesitadas de Roma. El año pasado donó algunos de sus regalos para una rifa destinada a los pobres. Durante una entrevista con el diario italiano 'La Stampa', en su primera Navidad como obispo de Roma, Francisco afirmó que para él "la Navidad es esperanza y ternura". "La Navidad es el encuentro de Dios con su pueblo. También es un consuelo, un misterio de consuelo. Muchas veces, después de la misa de medianoche, paso un tiempo a solas en la capilla, antes de la celebración de la Misa por la mañana. Con esta sensación de profunda paz y consuelo", explicó