Jesús se dio totalmente: se dio él mismo como comida

Evangelio según San Marcos 3,20-21. 


Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".

 

San Ildefonso de Toledo

San Ildefonso de Toledo, monje y obispo

En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconense, san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios.

El nombre de Ildefonso parece ser la forma original de la que se desprenden las variantes Alfonso y Alonso. Después de san Isidoro de Sevilla, san Ildefonso (al que una fuente no muy de fiar hace discípulo del primero), ha sido siempre considerado como una de las mayores glorias de la Iglesia de España, la cual le honra como doctor de la Iglesia. Ildefonso era sobrino de san Eugenio, arzobispo de Toledo, a quien debía suceder en el cargo. A pesar de la oposición paternal, Ildefonso se hizo monje a temprana edad, en el convento de Agalia, cerca de Toledo, del que fue más tarde abad. Sabemos que fue ordenado diácono hacia el año 630, y que, aunque no era entonces más que un simple monje, fundó un convento de religiosas en los alrededores. Siendo abad, asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo, en 653 y 655, respectivamente. Su elevación a la dignidad de arzobispo parece haber ocurrido el año 657. Los ardientes encomios que le prodiga Julián, su contemporáneo y sucesor en la sede, así como el testimonio de otros eminentes eclesiásticos y el fervor de sus propios escritos, prueban que la elección recayó sobre un hombre que poseía todas las virtudes exigidas por esa elevada dignidad. Ildefonso gobernó la sede de Toledo algo más de nueve años, y murió el 23 de enero del año 667. Uno de los rasgos más característicos de la obra literaria de San Ildefonso, y particularmente de su tratado «De virginitate perpetua sanctae Mariae», es el entusiasmo casi exagerado con que el santo habla de la Santísima Virgen. Edmund Bishop pone de relieve este rasgo en sus valiosos estudios («Spanish Symptoms»). Se trata en realidad de una nota típica, tanto de la devoción personal del santo como del medio en que vivía. Nada tiene, pues, de extraño que, un siglo después de su muerte, hayan surgido dos leyendas sobre la privilegiada posición de san Ildefonso respecto de la Madre de Dios. Según la primera de dichas leyendas, la mártir santa Leocadia, patrona de Toledo, se levantó de su tumba cuando san Ildefonso se hallaba orando ahí, para agradecerle, en nombre de Nuestra Señora, las alabanzas que le había prodigado. La otra leyenda pretende que la Santísima Virgen se apareció en persona a san Ildefonso para mostrarle su gratitud y que le regaló una casulla. Esta última leyenda aparece, con muchos retoques, en casi todas las grandes colecciones de Marienlegenden, que tan de moda estuvieron en los siglos XII y XIII. En todo caso, hay razones para creer que el lenguaje mariano que se impuso en Toledo en tiempos de san Ildefonso, influyó profundamente en el tono de los documentos litúrgicos españoles.
 
Acta Sanctorum, 23 de enero, y en el segundo volumen de Mabillon. Ver también Dictionnaire de Théologie, vol. VII, cc. 739-744; el artículo de Herwegen, en Kirchliches Handlexikon; E. Bishop, Litúrgica Histórica, pp. 165-210; y A. Braegelman, Life and Writings of St. Ildephonsus of Toledo (1942), que resume el material.  Patrología de Quasten - Di Berardino, tomo IV, BAC, 2000, pág 121-125, con una introducción más detallada a la obra literaria del santo.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Oremos. Tú, Señor, que concediste a San Ildefonso un conocimiento profundo de la sabiduría divina, concédenos, por su intercesión, ser siempre fieles a tu palabra y llevarla a la práctica en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.



A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.



Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor. 



Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!



Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor
con la excusa de honrar a Dios su Hijo. 



Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre. 
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.



Por eso me gozo en mi Señora,

canto mi alegría a la Madre del Señor,

exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.

Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios

y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,

ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad

por los siglos de los siglos. 

Amén.



ORACIÓN A MARIA


De San Ildefonso de Toledo

(del Libro de la perpetua virginidad de Santa María)

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia 
Opúsculo para la fiesta del Cuerpo de Cristo


Jesús se dio totalmente: se dio él mismo como comida

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos participar de su divinidad, tomó nuestra naturaleza con el fin de divinizar a los hombres, y se hizo hombre.  Además, lo que tomó de nosotros nos lo ha dado enteramente para nuestra salvación. En efecto, sobre el altar de la cruz ofreció su cuerpo en sacrificio a Dios Padre con el fin de reconciliarnos con él, y derramó su sangre para que fuera al mismo tiempo nuestro rescate y nuestro bautismo: rescatados de una lamentable esclavitud, quedaríamos purificados de todos nuestros pecados. 

      Y para que conserváramos siempre en la memoria un tan gran beneficio, dejó a sus fieles su cuerpo como comida y su sangre como bebida, bajo las apariencias de pan y de vino... ¿Puede haber algo de mayor precio que ese banquete en el que no se nos propone, como en la Ley antigua, comer la carne de terneros y machos cabríos, sino el mismo Cristo que es Dios verdaderamente? ¿Hay algo más admirable que este sacramento?...  Nadie es capaz de expresar las delicias de este sacramento puesto que en él se gusta la dulzura espiritual en su misma fuente; y en él se celebra la memoria de este amor insuperable que Cristo nos mostró En su Pasión. 

      Quiso que la inmensidad de este amor quedara grabado más profundamente en el corazón de los fieles. Por eso en la última Cena, después de haber celebrado la Pascua con sus discípulos, sabiendo que iba a pasar de este mundo a su Padre, instituyó este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, cumplimiento de las antiguas prefiguraciones, el mayor de todos los milagros; y a los que su ausencia iba a llenar de tristeza, les dejó este sacramento como incomparable consuelo.

Se juntó tanta gente, que no lo dejaban ni comer


Marcos 3, 20-21. Tiempo Ordinario. Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los demás. 



Oración introductoria


Jesucristo, permite que esta meditación me lleve a entregarme sin reservas a mi misión. Tú me has mostrado el camino, nada fácil, pero seguro a la felicidad. Quiero enamorarme y ser fiel a mi vocación, por eso te suplico el don de vivir solamente para Ti.


Petición


Señor, Tú sabes que te amo, pero acrecienta mi amor.


Meditación del Papa Francisco

La fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se lo decora con nata. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio- base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dio es amor, y el amor es positivo. Después de que Jesús vino al mundo no se puede actuar como si no conociéramos a Dios. Como si fuese una cosa abstracta, vacía, de referencia puramente nominal; no, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia. […]

Queridos amigos, también entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar, nos lo dice el Evangelio. Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, manteniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana. Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a mantener la mirada bien fija en Jesús y a seguirle siempre, incluso cuando cuesta. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013).

Reflexión


A primera vista parece que este Evangelio habla mal de Cristo en vez de hablar bien. Pero si leemos entre líneas encontraremos que no es así. Cristo se consagró al Padre para cumplir una misión dada, concreta e importantísima, que era precisamente la salvación de todos los hombres. Y Cristo, sabiendo la responsabilidad que tenía y teniendo un amor infinito hacia el Padre, no dudaba en sacrificar nada para cumplir su misión, por amor al Padre y a los hombres.
Si tenía que predicar todo el día, lo hacía, aunque esto implicara quedarse sin comer, aunque no durmiera, aunque apenas tuviera tiempo para descansar. Hasta cierto punto, es normal que sus parientes, al verle, dijeran "está fuera de sí." Y claro, una persona apasionada por llevar el Evangelio a todas las gentes no puede hacer otra cosa que aparecer como un loco delante de los hombres. Pero delante de Dios, es un héroe, pues su principal motivación es el amor. Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los que nos rodean, por amor a Cristo y su Reino.


Propósito


Examinar qué tanto dejo que me influya el qué dirán de los demás en mis decisiones.


Diálogo con Cristo


Señor, yo tampoco quiero dar importancia al «qué dirán» ni quiero dejarme influenciar por el ambiente, desgraciadamente cada vez más alejado de tu verdad y de tu amor. No me debe interesar el grado de popularidad, ni la simpatía que mi estilo de vida pueda provocar en los demás. Yo sólo quiero que mi testimonio acerque a más personas a tu amor, por ello dame la luz para saber ser ese imán, no para mi vanagloria, sino únicamente para tu gloria, Señor.


¡Madre, danos tu mirada!


Tenemos necesidad de su mirada de ternura, de su mirada materna que nos conoce, de su mirada llena de compasión y cuidado. 


Fragmento de la homilía del Papa Francisco en la Santa Misa en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria. 22 septiembre 2013 


En (Cfr. Hc 1, 12-14) nos muestra a María en oración en el Cenáculo, junto a los Apóstoles, en espera de la efusión del Espíritu Santo (Cfr. Hc 1, 12-14). María reza, reza junto a la Comunidad de los Discípulos y nos enseña a tener plena confianza en Dios, en su misericordia. ¡La potencia de la Oración! No nos cansemos de llamar a la puerta de Dios.

¡Llevemos al corazón de Dios a través de María, toda nuestra vida, cada día!


Jesús nos confía a la custodia materna de su Madre, en cambio, en el Evangelio, acogemos sobre todo la última mirada de Jesús hacia su Madre. Desde la cruz, Jesús mira a su Madre y a ella le confía el Apóstol Juan, diciendo: "Éste es tu Hijo".

En Juan estamos todos, también nosotros, y la mirada de Amor de Jesús nos confía a la custodia materna de su Madre.

María habrá recordado otra mirada de Amor, cuando era una jovencita: la mirada de Dios Padre, que había mirado su humildad, su pequeñez. María nos enseña que Dios no nos abandona, puede hacer grandes cosas también con nuestra debilidad. ¡Tengamos confianza en Él! Llamemos a la puerta de su corazón.


Encontremos la mirada de María, porque allí está el reflejo de la mirada del Padre que la hace Madre de Dios, y la mirada del Hijo desde la cruz, que la hace Madre nuestra. Y con aquella mirada hoy María nos mira.


Tenemos necesidad de su mirada de ternura, de su mirada materna que nos conoce mejor que cualquier otro, de su mirada llena de compasión y de cuidado. María, hoy queremos decirte: ¡Madre, danos tu mirada! Tu mirada nos lleva a Dios, tu mirada es un don del Padre bueno, que nos espera en cada encrucijada de nuestro camino. Es un don de Jesucristo en la cruz, que carga sobre sí nuestros sufrimientos, nuestras fatigas, nuestros pecados. Y para encontrar este Padre, lleno de amor, hoy le decimos: ¡Madre, danos tu mirada! Lo decimos todos juntos: ¡Madre, danos tu mirada!


En el camino, muchas veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un pueblo, y la mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos entre nosotros de modo fraterno. ¡Mirémonos de un modo más fraterno! María nos enseña a tener esa mirada que busca acoger, acompañar, proteger. ¡Aprendamos a mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna de María! Hay personas que instintivamente no tenemos en cuenta, y que sin embargo tienen más necesidad: los más abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué vivir, aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que están en dificultad, que no tienen trabajo. No tengamos miedo de salir y mirar a nuestros hermanos y hermanas con la mirada de la Virgen. Ella nos invita a ser verdaderos hermanos. Y no permitamos que alguna cosa o alguno se interponga entre nosotros y la mirada de la Virgen.


¡Madre, danos tu mirada! ¡Que ninguno nos esconda tu mirada! Nuestro corazón de hijos sepa defenderla de tantas palabras que prometen ilusiones; de aquellos que tienen una mirada ávida de vida fácil, de promesas que no se pueden cumplir. Que no nos roben la mirada de María, que está llena de ternura. Que nos da fuerza, que nos hace solidarios entre nosotros. Digamos todos: ¡Madre, danos tu mirada!

La casulla a San Ildefonso, Patrón de Toledo Fiesta 23 de enero


Cuenta la leyenda que fue la misma Virgen quien impuso la casulla sobre Ildefonso, dándole instrucciones para utilizar esta prenda...

La imposición de la casulla a San Ildefonso en Toledo, hace de esta tradición toledana una de las más veneradas en nuestra ciudad, siendo representada en numerosas obras de arte y siendo celebrado como Patrón de Toledo el 23 de enero.
Ildefonso de Toledo (Toledo, 607 - 667, hijo de padres Visigodos y sobrino de San Eugenio III) fue obispo de Toledo del año 657 al 667. Estudió en Sevilla, bajo la tutela de San Isidoro, y entró a la vida monástica en la orden de San Benito, huyendo de sus padres, nobles que se oponían a su vida sacerdotal. Posteriormente sería elegido abad de Agalia, en el río Tajo, cerca de Toledo.
En el 657 fue elegido arzobispo de esa ciudad. Unificó la liturgia en España y escribió numerosas obras de carácter litúrgico y dogmático, particularmente sobre la Virgen María.

La Leyenda

Una noche de diciembre, se dirigía junto con unos clérigos a la Iglesia mayor de Toledo, situada en el lugar que hoy ocupa la Catedral. Al acceder a la oscura nave, tras abrir el pesado portón, descubrieron que una intensa luz emanaba del altar, sobre la silla del Obispo.

En este momento, todos sus acompañantes huyeron despavoridos, al observar que la luz brillaba y se movía con gran intensidad. Ildefonso, no sintiendo miedo, se aproximó al altar y pudo observar que la luz provenía de la Virgen María, acompañada de un nutrido grupo de ángeles que entonaban cantos celestiales.

La Virgen hizo una señal a Ildefonso para que se aproximara y éste, arrodillado ante tal presencia, escuchó que le decía:

“Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería.”

Y tras haber pronunciado estas palabras, fue la misma Virgen quien impuso la casulla sobre Ildefonso, dándole instrucciones de utilizar esta prenda sólo en las festividades dedicadas a Ella.

En la Catedral de Toledo, aún se puede observar, protegida por una recia reja, la piedra en la que la Virgen puso sus pies cuando se apareció a San Ildefonso.

Gonzalo de Berceo transcribió así esta tradición toledana:

"Y como la Gloriosa, estrella de la mar,
sabe a sus amigos galardón bueno dar,
aparecióle un día con muy gran mayiestat,
con un libro en la mano de muy gran claridat,
el que él auíe fecho de la virginidat;
plogolo a Illdefonso de toda voluntat,
Fízoli otra gracia, cual nunca fue oída,
dioli una casulla sin aguia cosida,
obra era angélica, non de ome texida,
fablioli pocos vierbos, razón buena complida".
(Gonzalo de Berceo: "Milagros de Nuestra Señora".)

Parece que no fue éste el único favor celestial y hecho milagroso gozado por el Santo; su entrega mística y contemplativa se vio compensada con los más extraños carismas sobrenaturales; y otros muchos prodigios cuentan las crónicas de sus coetáneos; por lo que no es de extrañar que, desde Gonzalo de Berceo hasta Lope de Vega, las letras españolas hayan cantado la devoción de San Ildefonso a la Virgen María.

Trasiego de la Casulla

Unos años antes, viendo el peligro que se cernía sobre Sevilla, debido a las invasiones que los árabes estaban realizando en el norte de África, San Isidoro decide trasladar una importante serie de reliquias conservadas en esta Catedral. Entre ellas estaba el famoso “Arca de las Reliquias”, traído de Jerusalén y conservado desde tiempos de los Apóstoles, que llega a Toledo, pero por poco tiempo, debido a la invasión peninsular.

Esta “arca” y otras reliquias conservadas en la Iglesia Mayor Toledana sufren un nuevo largo viaje al ser trasladadas hacia el norte (Asturias), “primero escondida en una cueva en el Monsacro y luego por orden de Alfonso II “el Casto” se trasladaron a la Capilla del palacio dedicada a San Miguel.”

Entre estas reliquias ya se encontraba la Casulla de San Ildefonso y su cuerpo, quedando éste en Zamora. Ciertas relaciones de reliquias dan fe de la existencia de la Casulla, y el Arcediano de Tineo, Marañón de Espinosa, Primer Rector de la Universidad y cronista de la catedral, dice a principios del siglo XVII con relación a la casulla: “Sólo sabemos que quedó dentro del arca, cuando se verificó el reconocimiento oficial de ésta en tiempos de Alfonso VI, la preciosa vestidura que Nuestra Señora trajo del cielo a su capellán San Ildefonso, que no sabemos si fue alba o casulla porque la cédula no decía sino vestimento sin declarar más”.

En tiempos más modernos, hacia el siglo XVI, hay constancia de diversas peticiones escritas del arzobispado toledano solicitando la Casulla a Oviedo. Curiosa es la descripción de hace de la Casulla a finales del XVI el Padre Sebastián Sarmiento de la Compañía de Jesús al Padre Francisco Portocarrero de la misma Compañía, conservado en el archivo de la Catedral de Toledo:

"Huélgome que V.R. me mande, aunque sea de tarde en tarde cosas de su servicio, y más en honra de la Virgen Santísima, de cuya casulla diré lo que me acuerdo.

Es verdad que yo estaba en Oviedo al tiempo que se abrió aquella Arca grande que está en medio de la Cámara Santa. La ocasión de abrirse fue la Consagración del Señor Obispo Don Pedro Junco de Posada, natural de Llanes, hijo de Juan de Posada y María Alfonso Díez de Noriega, que por ser junto de Oviedo quiso consagrarse de mano de su Obispo Don Pedro de Quiñones. (Creo que el nombre correcto era Diego y no Pedro)
A la Consagración vino Don Juan Alonso de Moscoso, Obispo de León y el de Galípoli D.N. Quinteros que era a la sazón Abad de Santander.

Teniéndolos juntos un día Don Pedro de Quiñones dijo a los dichos Prelados que pues se hallaban cuatro, cosa que no sucedería quizás otra vez hasta el día del Juicio, que probasen con toda la reverencia posible, abrir ellos solos y el que tenía las llaves de la Cámara Santa, aquella Arca para saber el magnífico tesoro. Al fin los convenció a que si y, prevenidos con ayunos y oraciones, después de Consagrado el de Salamanca, con todo el secreto posible, se juntaron los obispos y Canónigos que tenía las llaves y después de haber abierto la primer arca que es grande, hallaron otra menor y otra y otras menores hasta que dieron con un cofrecito muy pequeño, como de un palmo muy largo el cual tenía un rótulo que decía: LA CASULLA QUE NUESTRA SEÑORA DIO A SAN ILDEFONSO. Mucho les espantó, por parecerles casi imposible que allí cupiese una casulla. Abrieron el cofrecillo con muy gran dificultad, tanto que casi estuvieron desahuciados de poderlo abrir y dentro hallaron un cendal de color de cielo en forma de un capuz portugués, tan grande que pudiera cubrir al hombre más alto que hay en España, sin textura ni costura como una tela de cebolla, tan delicado y sutil que con solo el aliento que respiraban se hinchaba como una vela cuando le da recio el viento. Y volviéndola a doblar como estaba, la recogieron en su cofrecito, juramentándose todos que no habían de decir nada a nadie, si no era habiendo salido veinte leguas de Oviedo, y así lo cumplieron.

El Abad de Santander en habiendo salido de las veinte leguas se volvió a dos Canónigos de Santander que le acompañaban y con espanto les dijo: ¿”Es posible que he podido guardar el secreto en el pecho, lo que he visto en Oviedo”? Y se lo contó; también se lo refirió a los de mi Colegio de Santander muy a la larga. Y el Obispo de Salamanca Don Pedro Junco de Posada contó después lo mismo al Padre Ferrer. Esto es acerca de lo que vuestra reverencia me pregunta". (Fuente)

Tras la intensidad de la solicitud toledana por recuperar la reliquia, se cree que la Casulla estuvo oculta en Oviedo, y de nuevo se entremezcla la historia y la leyenda: Se dijo que estaba en la bola grande de la torre de la catedral, pero se comprobó que no; se dijo entonces que estaba debajo del Arca Santa, pero tampoco; se pensó luego que estaría detrás del retablo de la capilla de San Ildefonso (capilla que desapareció en 1934), pero allí tampoco estaba y por más que se buscó nunca apareció…

Francisco, en el tribunal eclesiástico

Ante el Tribunal de la Rota romana
El Papa pide misericordia con las familias heridas por el pecado
Francisco defiende la indisolubilidad del matrimonio
Redacción, 22 de enero de 2016 a las 15:19
Cuantos viven en un estado objetivo de error, siguen siendo objeto del amor de Dios y de la Iglesia

El Papa ha defendido ante el Tribunal de la Rota la indisolubilidad del matrimonio católico, pero también ha pedido misericordia con aquellas familias heridas por el pecado.

Así, Francisco ha indicado, con motivo de la apertura del Año Judicial, que "los errores que se refieren a la sacramentalidad del matrimonio deben ser examinados muy atentamente".

En su discurso ante el tribunal eclesiástico más alto de la Iglesia católica, Francisco ha reafirmado que "la familia fundada en el matrimonio indisoluble, unitivo y procreativo, pertenece al 'sueño' de Dios y de su Iglesia para la salvación de la humanidad", pero ha especificado que "cuantos viven en un estado objetivo de error, siguen siendo objeto del amor misericordioso de Cristo y por lo tanto de la Iglesia".

Así ha subrayado que la Iglesia debe "mostrar el indefectible amor misericordioso de Dios para con las familias, en particular a las heridas por el pecado y por las pruebas de la vida, y, al mismo tiempo, proclamar la irrenunciable verdad del matrimonio según el designio de Dios".

El Papa ha destacado la importancia del Sínodo de Obispos sobre la familia y ha señalado que "en espíritu y estilo de efectiva colegialidad" y con "un profundo discernimiento sapiencial", la Iglesia católica ha indicado al mundo "que no puede haber confusión entre la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión".

Renovación de la catequesis matrimonial

Por ello, ha invitado a la Iglesia a seguir proponiendo el matrimonio, en sus elementos esenciales - hijos, bien de los cónyuges, unidad, indisolubilidad, sacramentalidad - "no como un ideal para pocos, a pesar de los modernos modelos centrados en lo efímero y lo transitorio, sino como una realidad que, en la gracia de Cristo, puede ser vivida por todos los fieles bautizados".

Así, ha remarcado la urgencia pastoral que impulsa a converger hacia un intento "común ordenado" a la "preparación adecuada al matrimonio, en una especie de nuevo catecumenado".
(RD/EP)


 

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