“Volveos a mí de todo corazón”
- 22 Agosto 2016
- 22 Agosto 2016
- 22 Agosto 2016
Evangelio según San Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente Carta a los Corintios 7-13, PA 1, 108-110
“Volveos a mí de todo corazón” (Jl 2,12)
Si recorremos los tiempos antiguos, nos daremos cuenta de que, de generación en generación, el Maestro ha ofrecido la posibilidad de convertirse a todos aquellos que quieren retornar a él. Noé anunciaba la conversión y los que le escucharon se salvaron. Jonás anunció a los Ninivitas la destrucción que les amenazaba. Se arrepintieron de sus pecados y Dios escuchó sus súplicas y alcanzaron la salvación, aunque fueron extraños a Dios...
Por su voluntad todopoderosa, Dios quiere que todos los que él ama lleguen a la conversión. Por esto debemos obedecer a su magnífica y gloriosa voluntad. Imploremos humildemente su misericordia y su bondad. Confiemos en su compasión abandonando las preocupaciones frívolas, la discordia y la envidia que nos llevan a la muerte...
Permanezcamos humildes, hermanos míos, rechacemos todo sentimiento de orgullo, de jactancia, de vanidad y de cólera... Apeguémonos firmemente a sus preceptos y a los mandamientos del Señor Jesús, siendo dóciles y humildes ante sus palabras. Ya que la palabra divina nos dice: “Yo me fijo en el humilde y abatido que tiembla ante mi palabra” (Is 66,2).
María Reina, Santa Memoria Litúrgica, 22 de agosto
María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo
Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.
Un poco de historia
La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.
María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.
María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.
La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.
La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.
María, Reina del Cielo
Sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón.
Jesús, elevado en la Cruz, nos regaló una Madre para toda la eternidad. Juan, el Discípulo amado, nos representó a todos nosotros en ese momento y luego se llevó a María con él, para cuidarla por los años que restaron hasta su Asunción al Cielo.
María se transformó así no sólo en tu Madre, sino también en la Madre de nuestra propia madre terrenal, de nuestro padre, hijos, de nuestros hermanos, amigos, enemigos, ¡de todos!.
Una Madre perfecta, colocada por Dios en un sitial muchísimo más alto que el de cualquier otro fruto de la Creación. María es la mayor joya colocada en el alhajero de la Santísima Trinidad, la esperanza puesta en nosotros como punto máximo de la Creación. La criatura perfecta que se eleva sobre todas nuestras debilidades y tendencias mundanas. ¡Por eso es nuestra Madre!.
La Reina del Cielo es también el punto de unión entre la Divinidad de Dios y nuestra herencia de realeza.
Nuestro legado proviene del primer paraíso, cuando como hijos auténticos del Rey Creador poseíamos pleno derecho a reinar sobre el fruto de la creación, la cual nos obedecía. Perdido ese derecho por la culpa original, obtuvimos como Embajadora a una criatura como nosotros, elevada al sitial de ser la Madre del propio Hijo de Dios.
¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también!. Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. María es el punto de unión entre Dios y nosotros.
Por eso Ella es Embajadora, Abogada, Intercesora, Mediadora. ¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo, el Justo Juez?. María es la prueba del infinito amor de Dios por nosotros: Dios la coloca a Ella para defendernos, sabiendo que de este modo tendremos muchas más oportunidades de salvarnos, contando con la Abogada más amorosa y misericordiosa que pueda jamás haber existido. ¿Somos realmente conscientes del regalo que nos hace Dios al darnos una Madre como Ella, que además es nuestra defensora ante Su Trono?.
Si tuvieras que elegir a alguien para que te defienda en una causa difícil, una causa en la que te va la vida. ¿A quien elegirías?.
Dios ya ha hecho la elección por ti, y vaya si ha elegido bien: tu propia Madre es Reina y Abogada, Mediadora e Intercesora.
¿Qué le pedirías a Ella, entonces?.
Reina del Cielo, sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón, llena de esperanza mis días de oscuridad y permite que vea en ti el reflejo del fruto de tu vientre, Jesús. No dejes que Tus ojos se aparten de mi, y haz que los míos te busquen siempre a ti, ahora y en la hora de mi muerte.
La Dirección Espiritual de los Adolescentes y Jóvenes.
Son críticos y rechazan cuanto les parece mal en sus mayores, aman y admiran a sus formadores auténticos
Dentro de las tareas de la mujer consagrada, especialmente de la que tiene como misión pastoral atender a las adolescentes y jóvenes, pueden servirle las siguientes reflexiones.
Si se ha dado una formación espiritual adecuada y permanente en la niñez y en la pre-adolescencia, por lo general nos encontraremos con adolescentes o jóvenes deseosos de conocer los medios que le pueden llevar a la autenticidad y a la vivencia coherente de su fe. Si por el contrario, no han tenido esta formación, deberemos estimar en su justo valor las ventajas y desventajas ofrecidas por estas etapas para llevarles a encontrar el sentido de su vida a la luz de la fe.
Por una parte, su juventud les propone ideales y deseos de transformar la sociedad. Buscan y necesitan modelos, y el mayor que podemos presentarles es Cristo. Son críticos y rechazan cuanto les parece mal en sus mayores, aman y admiran a sus formadores auténticos. Necesitan ser vistos con esperanza y sentir que se confía en ellos.
Por otro lado, los medios de comunicación social no dejan de bombardearlos continuamente con anti-valores, y ello se refleja en:
1) Frialdad e inmadurez en la vivencia religiosa, a lo cual sigue la huida de todo compromiso y esfuerzo espiritual.
2) Deseo y búsqueda de una libertad mal entendida.
Cuántas mentes juveniles vegetan en la penumbra, en el crepúsculo, en una incertidumbre penosa. Se creen libres, porque no están sujetos a nada; se creen inteligentes porque someten todo a discusión; se creen grandes, porque tienen la enfermedad de la duda que les desvincula de toda solidaridad en el diálogo con los demás y con sus propias certezas, y todo porque no conocen ni tienen a Cristo
3) Poner el valor personal en lo que se tiene, o en lo que se hace, y no en lo que se es.
Hemos visto con pena cómo otros muchos no encontraban el sentido de sus vidas. Optaban y siguen optando por otros caminos fáciles que no conducen ni a la realización completa del hombre ni a su eterna salvación: acumular riquezas, dejarse arrastrar por placeres efímeros o vanidades mundanas, adquirir prestigio o poder. Por desgracia, un buen número de jóvenes, se siente como encandilado por todos estos ofrecimientos de una sociedad cada vez más materialista. Muchos de ellos, desengañados de todo, emprenden la fuga hacia la droga, el sexo o el alcohol arruinando su existencia y vendiendo su felicidad por un plato de lentejas.
4) Sed espiritual pero, miedo al compromiso. Pueden sentirse atraídos a sectas y modas pasajeras.
5) Conciencia poco formada o deformada.
Comenta un conocido teólogo suizo: “El joven quiere ser distinto de los demás, aspira a lo sublime y a una mayor libertad, pero se viene abajo, se queda rezagado por detrás de su ideal y poco a poco se resigna también a ser “uno más”.( Hans Urs von Balthasar, Tu coronas el año con tu gracia. Encuentro Ediciones. 1997, p. 235).
Puntos claves en la dirección de los adolescentes y jóvenes
a) El orientador debe tener liderazgo humano y espiritual; así será admirado y aceptado por el adolescente.
b) El orientador debe volverse un amigo para el adolescente o el joven, mostrando verdadero interés por su persona. Debe «hablar su idioma»; no comportarse como adolescente porque perdería ascendencia, pero sí mantenerse cercano, compartiendo sus intereses, sus problemas, sus inquietudes, sus dificultades.
c) Formar su conciencia, su voluntad, sus sentimientos. Darles las herramientas necesarias para transformarse en adultos maduros y coherentes.
Nos toca vivir en una época en la que es muy fácil la desorientación de los criterios morales y éticos. En efecto, estamos asistiendo a una desorientación gigantesca de la conciencia individual y social, hasta el punto de que a muchos les resulta difícil distinguir los límites de lo bueno y lo malo... Por ejemplo, nunca como hoy ha sido el hombre tan sensible a su libertad y nunca ha hecho peor uso de ella: así por un lado escribe una carta de los derechos humanos, y, por otro los suprime de raíz por el aborto, la eutanasia... Por un lado proclama a los cuatro vientos la propia madurez, y, por otro, adopta como pauta de comportamiento normas tan volubles como la opinión pública, los eslogans de moda y los modelos culturales y sociales del momento
d) Presentarles ideales altos, proponerles retos adecuados pero exigentes a la vez, siempre motivando y acompañando. Darles metas concretas a corto, mediano y largo plazo para que ellos puedan observar los logros y avances.
e) Salir al paso cuando no puede o no sabe abrirse por sí mismo. Hacerse el encontradizo, buscarlo. No podemos conformarnos y esperar sentados a que vengan por sí mismos.
Aquí sería bueno preguntarnos: ¿conocemos "por su propio nombre" a cada joven que nos ha sido confiada? ¿Ha llegado a establecerse un diálogo cordial, ha tenido lugar una apertura total por parte de ella? ¿O el que no haya quitado todas las barreras que celan su intimidad no se deberá a alguna desatención por parte nuestra? ¿Hemos sabido crear una atmósfera de confianza en torno a ellas? ¿No se habrán sentido rechazadas y heridas jóvenes dotadas positivamente de sensibilidad fina y de aspiraciones espirituales elevadas, ante nuestro modo de ser quizá desatento, falto de tacto, no siempre equitativo o auténtico en nuestras funciones como formadoras? Antes de apelar al sentido de fe, facilitémosles las cosas esforzándonos sinceramente por vivir nuestro estatuto de cortesía, delicadeza, deferencia, atención, sentido de justicia, equidad y objetividad en nuestros juicios y de serenidad en nuestras decisiones. La directora espiritual es a la vez mujer de Dios, maestra, madre, amiga y hermana que sabe acoger, escuchar, comprender y, sobre todo, al caso, salir al paso y ofrecer ocasión para el encuentro cuando el alma atribulada no puede, no sabe o no se atreve a abrirse por sí misma.
f) Ayudarle a hacerse independiente del grupo o la presión social, a tener sus propios valores y normas de conducta y a ser coherente cueste lo que cueste para no resignarse a ser uno más.
g) Motivar constantemente.
h) Fomentar la amistad con Cristo. Un punto esencial en la dirección espiritual de la joven se dirige a llevarle al descubrimiento de un Dios personal, Creador y Padre; a Jesucristo, Redentor y Amigo; y al Espíritu Santo, el mejor Socio en la lucha por ser santas. Lograr en ella una opción por Cristo como centro, criterio y modelo de su vida, y una actuación en su vida de acuerdo a sus convicciones. La meta será buscar alcanzar el amor a la vida de gracia, el cultivo y la defensa de la misma como expresión de su relación de amistad con Cristo. También la orientadora debe despertar y orientar una sana y fervorosa devoción a la Santísima Virgen María. Entre la adolescente o joven y María debe existir una relación llena de detalles, de ternura, de admiración, de oración; en una palabra, el amor y la confianza de una hija para con su madre. Esta espiritualidad Mariana, si es verdadera, conducirá a la imitación de sus virtudes.
i) Llevarles a entender la verdadera libertad y su correcto uso. Confrontarlos con modelos atractivos de los hombres más libres: los santos.
Necesitan claridad ante la confusión que les provoca la aparición de nuevas tendencias. Necesitan explicaciones que les ayuden a entenderse a sí mismas y los cambios que se van operando en su personalidad. Necesitan el acompañamiento de la educadora que les corrija y advierta de los peligros con suficiente anticipación. Y necesitan estar cerca de Jesús por medio de la frecuencia de los sacramentos y de experiencias fuertes que les motiven y les refuercen la vivencia de la fe cristiana.
Algunos de los puntos prácticos sobre los cuales debemos trabajar para apoyar un correcto uso de la libertad, quedan mencionados a continuación
• Acostumbrarlos a proceder por razones fundadas, no por imitación o comparación.
• Enseñarles a distinguir entre el bien y el mal, basándose en la moral cristiana, en el ejemplo y doctrina de Jesucristo, tal y como se encuentra en el Evangelio interpretado por el Magisterio.
• Hacerles reflexionar sobre sus propias decisiones, acostumbrándoles a asumir las responsabilidades y consecuencias derivadas de sus opciones.
• Provocar en ellas un modo de actuar libre, por cuenta propia, y no como fruto de una conducta masificada, en base a ideas o costumbres de moda.
• Darles oportunidad de responsabilizarse en cosas pequeñas y grandes, dándoles confianza y seguimiento.
• Formar su voluntad a través del esfuerzo constante y del sacrificio, fomentando el dominio y el autocontrol.
• Hacerles distinguir entre sentimientos y actitudes, y entre estados anímicos y realidad.
• Centrar y orientar a la joven, pero sin cortarle las ilusiones e ideales, ni limitar sus posibilidades. El idealismo llena estas etapas de la vida, y la orientadora espiritual, por el simple hecho de ser mayor y más realista, puede parecer ante la dirigida como un pesimista que no valora sus planes y proyectos.
En la dirección espiritual de la adolescente se revisarán los compromisos o propósitos de vida espiritual, de su formación humana, de sus deberes de hijos, de hermanos, de amigos, de estudiante, etc. Sus relaciones con el prójimo. También:
? El compromiso de la dirección espiritual anterior.
? El tema de su formación académica y disciplinar en el colegio o en la universidad.
? Su vida familiar, invitándole siempre a crecer, pero sin ponerse en contraste con sus seres queridos, pues son etapas de frecuentes conflictos con la autoridad de los papás.
? El tema del apostolado, tanto a nivel de equipo, como el apostolado del testimonio. En donde quiera que se encuentre debe vivir con coherencia y autenticidad su propia fe.
? Ayuda repasar las virtudes humanas y cristianas, en especial la caridad, la obediencia, la pureza, la humildad y el celo apostólico.
? Siempre se le ha de motivar para la vivencia perseverante de su vida de gracia y la recepción de los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.
Muchos adolescentes o jóvenes no cuajan, se pierden, o por lo menos no alcanzan el compromiso o grado de entrega al que Dios nuestro Señor les llamaba, por falta de la ayuda necesaria. Necesitan ayuda para hacer crecer la semilla sembrada por Dios en su alma, y así llegar a dar frutos. Esto se logra si la directora espiritual se mantiene cercana a ella y le sabe orientar en modo oportuno y motivador
Pablo VI y madre Teresa
"Encarnación mística en el pobre"
El discurso inédito durante la última audiencia de Pablo VI a madre Teresa
El Papa se confesó «indigno de ser maestro ante vosotros»
Redacción, 22 de agosto de 2016 a las 11:08
Mientras la hermana Nirmala colocaba en el cuello del Papa una guirnalda de flores, el Santo Padre me dijo: "Aceptadme como humilde colaborador en vuestra obra de amor"
(Osservatore Romano).- El 6 de mayo de 1978, exactamente tres meses antes de morir,Pablo VI recibe en el Vaticano a la Madre Teresa de Calcuta con un grupo de religiosas y colaboradores italianos.
Es el último encuentro entre Montini y la religiosa, que al inicio de la audiencia saluda al Pontífice en inglés con las palabras: «Usted es Cristo para nosotros». Y añade: «Doy las gracias a Vuestra Santidad en nombre de los pobres, nuestros pobres. Son ellos la entrega de nuestro amor. Queremos trabajar por los más pobres de los pobres». El Papa pronuncia un discurso en italiano, añadiendo al texto ya preparado amplios y numerosos pasajes de forma espontánea: en especial en la parte central, donde se confiesa «indigno de ser maestro ante vosotros», y en la conclusión, donde exhorta a escuchar los «gemidos» y los «gritos» de quienes sufren. El discurso, hasta ahora inédito en su totalidad, ha sido transcrito de la grabación de la audiencia y publicado en el libro «Paolo VI y Madre Teresa» (Edizioni Viverein, Roma, 2016, 184 páginas), en una obra dirigida por monseñor Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa pontificia.
«En la grabación del audio -comenta Sapienza- se nota la voz cansada del Papa pero, a pesar de todo, en algunos pasajes llena de vigor, por el afecto que Montini sentía por la Madre Teresa». En el libro, que recoge numerosos textos del Pontífice y de la religiosa ilustrados con imágenes y reproducciones autógrafas, se puede ver también una carta que la Madre Teresa había enviado a las hermanas de la congregación, donde relata otro detalle inédito de esa audiencia: «Mientras la hermana Nirmala colocaba en el cuello del Papa una guirnalda de flores, el Santo Padre me dijo: "Aceptadme como humilde colaborador en vuestra obra de amor". ¡Esto es lo que piensa el Santo Padre de nuestro trabajo!».