Cristo es la imagen del Dios invisible...

El Papa, junto al pueblo

El Papa recuerda que "Dios toma la iniciatia, en nuestras luchas cotidianas, ansias y deseos"
"Dios continúa buscando aliados, hombres y mujeres capaces de creer en lo imposible"
"No podemos asistir a tantas situaciones dolorosas como meros espectadores que aguardan a que deje de llover"

Jesús Bastante, 25 de marzo de 2017 a las 16:15

Cuando todo se acelera para construir, en teoría, una sociedad mejor, no hay tiempo para nada y para nadie. Perdemos el tiempo para la familia, la comunidad, para la solidaridad y para la memoria

(Jesús Bastante).- Como hizo con María, "Dios continúa buscando aliados, continúa buscando hombres y mujeres capaces de creer, capaces de hacer memoria, de sentirse parte de su pueblo para cooperar con la creatividad del Espíritu". Esta fue la base de la homilía del Papa Francisco en el parque de Monza.

Tras su encuentro con los presos, el Papa se dirigió a las afueras de Milán para participar en una misa que acogió a más de 40.000 personas, y donde aseguró que "Dios continúa recorriendo nuestros barrios y nuestras calles, se lanza en todo lugar en búsqueda de corazones capaces de escuchar su invitación y de hacerlo carne aquí y ahora"

Tomando el ejemplo de la Anunciación del ángel a María, el Papa quiso demostrar cómo "Dios se dona a sus hijos". "El nuevo templo de Dios, el nuevo encuentro de Dios con su pueblo, se dará en los márgenes, en las periferias. Dios se hará carne para caminar junto a nosotros desde el seno de su madre".

Un anuncio que "a nadie dejará indiferente", y que provoca la alegría, desde la casa de esta joven de Nazaret al resto del mundo. Como entonces, "es Dios quien toma la iniciativa, también en nuestro caso, en nuestras luchas cotidianas, llena de ansias y deseos". "Y es dentro de nuestras ciudades, en nuestras escuelas y universidades, plazas y hospitales que lleva el más anuncio que podemos escuchar: 'Alegraos, el Señor está contigo'".

"Una alegría -prosiguió el Papa- que genera vida, que genera esperanza, hecha carne en la forma en que miramos al futuro, la actitud con la que miramos a los demás. Una alegría que se convirtió en la solidaridad, la hospitalidad, la misericordia hacia todos".

También hoy, en un momento en que "se especula sobre la vida, en el trabajo, en la familia, sobre los pobres y los inmigrantes; se especula sobre los jóvenes y su futuro", denunció el Papa, apuntando que "todo parece reducirse a cifras, mientras la vida cotidiana de muchas familias se tiñe de incertidumbre e inseguridad".

Es "el ritmo vertiginoso" que "nos quiere robar la esperanza y la alegría" que convierte las almas en "insensibles" y donde, paradójicamente, "cuando todo se acelera para construir, en teoría, una sociedad mejor, no hay tiempo para nada y para nadie. Perdemos el tiempo para la familia, la comunidad, para la solidaridad y para la memoria".

"¿Es posible la esperanza cristiana en esta situación, aquí y ahora?", se preguntó Bergoglio. Sí, fue su respuesta, pero para ello es necesario "un nuevo modo de situarse ante la historia". Porque "no podemos asistir a tantas situaciones dolorosas como meros espectadores que aguardan a que deje de llover".

Por el contrario, es preciso, señaló, que "acojamos el presente con audacia, sabiendo que la alegría de la salvación está delante de nosotros". Con tres claves (llaves) para aceptar la misión, como las que el ángel dio a María. La primera, la memoria, vinculando la historia de María "a toda la historia de la salvación", pues "María es hija de la Alianza. Estamos invitados a hacer memoria, para no olvidar de dónde venimos, para no olvidar a nuestros abuelos y abuelas". "La memoria nos ayuda a no quedar prisioneros de discursos que siembran división como único modo de solucionar los conflictos", a hacer frente a "las soluciones mágicas de la división".

La segunda, el sentido de "pertenencia al pueblo de Dios". "Somos miembros del Pueblo de Dios. Milaneses sí, ambrosianos, cierto, pero parte del pueblo de Dios, formado por miles de procedencias, un pueblo multicultural y multiétnico. Un pueblo llamado a acoger las diferencias, a integrarlas con respeto y creatividad. Un pueblo que no tiene miedo de abrazar en los confines, en las fronteras; que no tiene miedo de acoger a quien lo necesita, porque sabe que allí está presente su Señor".

En tercer lugar, "la posibilidad de lo imposible", porque "nada es imposible para Dios". "Cuando nos abrimos a la gracia -añadió el Papa-, comprobaremos que lo imposible empieza a hacerse realidad".

Y es que "Dios continúa acercándose a los otros, acercando hombres y mujeres capaces de creer, de hacer memoria, de formar parte de un pueblo. Dios continúa acercando el corazón, como el de María, dispuesto a creer sin condiciones".

Para excluidos

DICCIONARIO CUARESMAL

EL ACEITE

La presencia del aceite es muy rica en la Biblia, y su significado se puede considerar desde sus diferentes utilidades. El aceite es curativo, perfuma, unge, consagra, alimenta y sirve para iluminar.

El Domingo de Ramos se evoca la entrada de Jesús en Jerusalén desde el Monte de los Olivos. El olivo es signo de paz y de bendición, recuerda el lugar donde Jesús se retiraba a orar. Junto al huerto de olivos estaba la almazara, el molino de aceite.

El Hosanna es el cántico en honor del que viene en el nombre del Señor y con él se recibe al Ungido, al Mesías, al Cristo, a Aquel que es esperado como Rey y Señor. Históricamente, la entrada triunfal se escolta con ramos de olivo, árbol de cuyo fruto se obtiene el precioso líquido que sirve para fortalecer y para ungir.

El aceite sostendrá las lámparas encendidas de las vírgenes sensatas, y será el ungüento que el buen samaritano empleará para curar las heridas del que yace lastimado al borde del camino.

El aceite es la base de los perfumes. A Jesús le unge la mujer pecadora antes de padecer, y las santas mujeres también lo harán a la hora de sepultura del Señor, cuando llevan la mirra y el áloe.

A nosotros se nos unge con el óleo santo en el bautismo, y se nos derrama sobre el pecho y sobre la cabeza el aceite sagrado, por el que quedamos unidos a Cristo sacerdote, profeta y rey. En el sacramento de la confirmación y en la ordenación sacerdotal, se nos unge con el sagrado crisma; en la unción de enfermos, en los momentos más débiles se nos ayuda con el óleo santo.

En tiempo de Cuaresma se suelen encender lámparas votivas, elevar preces humildes, participar en los misterios de la Pasión del Señor y se hacen actos de contemplación y homenaje a Nuestro Señor y a su Santísima Madre. En muchas ocasiones se expresan con ofrendas de aceite para mantener la lámpara del Sacramento. También se nos invita a practicar la caridad.

Al llevar el ramo de olivo en la mano y al hacernos conscientes de nuestra identidad de cristianos, que significa crismados, reavivemos la gracia por la que hemos sido consagrados y seamos signos luminosos para que quien nos observe sienta el atractivo de la fe.


¿Quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Juan 9, 1-41. IV Domingo de Cuaresma.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, estoy cansado de esta absurda rutina que agobia mi tiempo. La búsqueda frenética de felicidad  fuera de Ti, ha desgastado mis años. Ayúdame a reconocer que sólo en tu corazón descansara mi alma.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
"Ni éste peco, ni sus padres sino para que se manifiesten en el las obras de Dios".Ante las dificultades de la vida siempre llega a nuestra cabeza una pregunta:"¿por qué?" Una pregunta quizás bastante natural e incluso lícita pero que la gran mayoría de las veces no tiene respuesta. Jesús nos quiere mostrar que no debemos buscar tanto un porquési no más bien un "¿para qué?"

Sí, para qué permite Dios que suceda esto, es la actitud de quien quiere entender cuál es el plan de Dios en su vida y no sólo juzga su providencia con ojos humanos. Éstas son las verdaderas interrogantes de un corazón confiando a Dios. Que a pesar del dolor que pueda causarle la cruz tiene la dulce convicción de que "Todo sucede para bien de los que aman a Dios".

En cambio los doctores de la ley tenían el corazón cerrado, se sentían dueños de sí mismos, pero, en realidad, eran huérfanos porque no tenían una relación con el Padre. Hablaban de sus padres -nuestro padre Abrahán, los patriarcas- pero como figuras lejanas. En su corazón eran huérfanos, vivían en una condición de huérfanos y preferían esa condición antes de dejarse atraer por el Padre. Estamos ante el drama del corazón cerrado de esta gente: creían haber sido creados por ellos mismos porque lo sabían todo, y, por esto, su corazón era incapaz de creer, porque no se dejaban atraer por el Padre hacia Jesús y, así, no formaban parte de las ovejas de Jesús.

(Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me propondré tener una visón sobrenatural en todos los inconvenientes y las incomodidades que se me presenten durante este día, aprovechándolos para crecer en la virtud.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Jesús está conmigo, Dios está conmigo

Cuarto domingo de Cuaresma. Reflexionar si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o en nuestros criterios humanos.

Cuando Jesús habla de los contrastes tan profundos que hay entre el modo de entender la fe por parte de sus contemporáneos, y la fe que Él les está proponiendo, no lo hace simplemente para que nosotros digamos: ¿Cómo es posible que esta gente teniendo tan claro no entendiesen nada? Jesús viene a fomentar en todos nosotros un dinamismo interior que nos permita cambiar de comportamiento y hacer que nuestro corazón se dirija hacia Dios nuestro Señor con plenitud, con vitalidad, sin juegos intermedios, sin andar mercadeando con Él.

La mentalidad de los fariseos, que también puede ser la nuestra, se expresa así: “Yo soy el pueblo elegido, por lo tanto yo tengo unos privilegios que recibir y que respetar”. Sin embargo, Jesús dice: “No; el único dinamismo que va a permitir encontrarse con la salvación no es el de un privilegio, sino el de nuestro corazón totalmente abierto a Dios”. Éste es el dinamismo interior de transformarme: orientándome hacia Dios nuestro Señor, según sus planes, según sus designios.

Esto tiene que hacer surgir en mi interior, no el dinamismo del privilegio, sino el dinamismo de humildad; no el dinamismo de engreimiento personal, sino el dinamismo de ser capaz de aceptar a Dios como Él quiere.

Una conversión que acepte el camino por el cual Dios nuestro Señor va llevando mi vida. No es un camino a través del cual yo manipule a Dios, sino un camino a través del cual Dios es el que me marca a mí el ritmo.

Lo que Jesús nos viene a decir es que revisemos a ver si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o está puesto en nuestros criterios humanos, a ver si nosotros hemos sido capaces de ir cambiando el corazón o todavía tenemos muchas estructuras en las cuales nosotros encajonamos el actuar de Dios nuestro Señor.

Más aún, podría ser que cuando Dios no actúa según lo que nuestra inteligencia piensa que debe ser el modo de actuar, igual que los contemporáneos de Jesús, que “se llenan de ira, y levantándose lo sacan de la ciudad”, o cuando nuestro corazón no convertido encuentra que el Señor le mueve la jugada, podríamos enojarnos, porque tenemos un nombramiento, porque nosotros tenemos ante el Señor una serie de puntos que el Él tiene que respetar. Si pretendemos que se hagan las cosas sólo como yo digo, como yo quiero, ¿acaso no estamos haciendo que el Señor se aleje de nosotros?

Cuando nosotros queremos manejar, encajonar o mover a Dios, cuando no convertimos nuestro corazón hacia Él, poniendo por nuestra parte una gran docilidad hacia sus enseñanzas para que sea Él el que nos va llevando como Maestro interior, ¿por qué nos extraña que el Señor se quiera marchar? Él no va a aceptar que lo encajonen. Puede ser que nos quede una especie de cáscara religiosa, unos ritos, unas formas de ser, pero por dentro quizá esto nos deje vacíos, por dentro quizá no tenemos la sustancia que realmente nos hace decir: “Jesús está conmigo, Dios está conmigo.”

¿Realmente estoy sediento de este Dios que es capaz de llenar mi corazón? O quizá, tristemente, yo ando jugando con Dios; quizá, tristemente, yo me he fabricado un dios superficial que, por lo tanto, es simplemente un dios de corteza, un dios vacío y no es un dios que llena. Es un dios que cuando lo quiero yo tener en mis manos, me doy cuenta de que no me deja nada.

Debemos convertir nuestro corazón a Dios, amoldando plenamente nuestro interior al modo en el cual Él nos quiere llevar en nuestra vida. Y también tenemos que darnos cuenta de que las circunstancias a través de las cuales Dios nuestro Señor va moviendo las fichas de nuestra vida, no son negociables. Nuestra tarea es entender cómo llega Dios a nuestra existencia, no cómo me hubiera gustado a mí que llegase.

Si nuestra vida no es capaz de leer, en todo lo que es el cotidiano existir, lo que Señor nos va enseñando; si nuestra vida se empeña en encajonar a Dios, y si no es capaz de romper en su interior con esa corteza de un dios hecho a mi imagen y semejanza, «un dios de juguete», Dios va a seguir escapándose, Dios va a continuar yéndose de mi existencia.

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué no tengo progreso espiritual? Sin embargo, ¡qué progreso puede venir, qué alimento puede tener un alma que en su interior tiene un dios de corteza!

Insistamos en que nuestro corazón se convierta a Dios. Pero para esto es necesario tener que ser un corazón que se deja llevar plenamente por el Señor, un corazón que es capaz de abrirse al modo en el cual Dios le va enseñando, un corazón que es capaz de leer las circunstancias de su vida para poder ver por dónde le quiere llevar el Señor.

Dios no nos garantiza triunfos, no nos garantiza quitar las dificultades de la vida; los problemas de la existencia van a seguir uno detrás de otro. Lo que Dios me garantiza es que en los problemas yo tenga un sentido trascendente.

Que el Señor se convierta en mi guía, que Él sea quien me marque el camino. Es Dios quien manda, es Dios quien señala, es Dios quien ilumina. Recordemos que cuando nosotros nos empeñamos una y otra vez en nuestros criterios, Él se va a alejar de mí, porque habré perdido la dimensión de quién es Él, y de quién soy yo.

Que esta Cuaresma nos ayude a recuperar esta dimensión, por la cual es Dios el que marca, y yo el que leo su luz; es Dios quien guía en lo concreto de mi existencia, y soy yo quien crece espiritualmente dejándome llevar por Él.

El Papa, hoy, en el Angelus

El Papa recuerda la beatificación de Almería y agradece a los milaneses su cálida acogida de ayer
Francisco: “Seguir a Jesús supone abandonar las luces frías y falsas de los prejuicios contra los demás”
“Si evaluamos a las personas en función de nuestros intereses personales, no buscamos la verdad”

Jesús Bastante, 26 de marzo de 2017 a las 12:16

Comportarse como hijos de la luz exige un cambio de mentalidad, una capacidad de juzgar a los hombres y las cosas según otra escala de valores, que viene de Dios

Fieles siguiendo el ángelus del Papa

(Jesús Bastante).- Todos somos ciegos, nos negamos a ver la luz. Sin embargo, Jesús nos ofrece la posibilidad de volver a ser "hijos de la luz". En el Angelus de hoy, el Papa Francisco tomó el pasaje de la curación del ciego para afirmar que "Jesús es la luz del mundo", y que su seguimiento implica convertirnos en "hijos de la luz" y "abandonar las luces frías y falsas de los prejuicios contra los demás".

Bergoglio hizo hincapié en el "rito simbólico" de la curación, que se une a la pregunta de si creía en Él. "El ciego de nacimiento representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado estamos ciegos", recalcó el Papa, quien sostuvo que "tenemos necesidad de una luz nueva, la de la fe que Jesús nos ha dado".

"El ciego del Evangelio, levantando la vista, se abre al Misterio de Cristo". ¿Y tú?, preguntó Francisco. "¿Tú crees en el hijo del hombre? Sí, Señor, creo en ti, responde. Lo he visto, estoy hablando contigo. Creo, Señor". Ante este episodio, el Papa invitó a "reflexionar sobre nuestra fe en Cristo, el hijo de Dios y, al mismo tiempo, sobre el Bautismo, el primer sacramento de la fe, que nos hace ir a la luz mediante el renacimiento del agua y el Espíritu Santo".

"El ciego representa cuando no nos acordamos de que Jesús es la luz del mundo, cuando preferimos fijarnos en pequeñas luces", advirtió el Papa. "Hoy, estamos iluminados por Cristo en el Bautismo, y estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz". Y es que "comportarse como hijos de la luz exige un cambio de mentalidad, una capacidad de juzgar a los hombres y las cosas según otra escala de valores, que viene de Dios. El sacramento del Bautismo exige la elección de vivir como hijos de la luz y caminar en la luz".

"¿Creéis que Jesús es el hijo de Dios? ¿Creéis que puede cambiar vuestro corazón? ¿Creéis que podéis ver la realidad como la ve Él? ¿Creéis que Él es luz que da la verdadera luz? ¿Qué responderéis? Que cada uno responda en su corazón", preguntó Bergoglio. "¿Qué significa encontrar la verdadera luz, caminar en la luz? Abandonar las luces frías y falsas de los prejuicios contra los otros". Unos prejuicios que "destruyen la realidad, y provocan el odio de los unos contra los otros".

"Este es el pan de todos los días. Cuando se habla mal de los otros, no se camina en la luz, se camina entre los hombres", añadió. "Otra luz falsa, por seductora y ambigua, es el propio interés: si juzgamos a las personas o a las cosas sobre el criterio de nuestros beneficios, nuestro placer, nuestro prestigio, no buscamos la verdad en las relaciones y situaciones".

"Que esa luz se vea en nuestros actos, a partir e nuestra pobreza, seamos portadores de un rayo de la luz de Cristo", culminó Francisco. En su saludo posterior, recordó cómo "ayer, en Almería, se proclamaron beatos José Álvarez Benavides y 114 compañeros mártires. Estos sacerdotes, religiosos y laicos son testimonio heroico de Cristo y su evangelio de paz y reconciliación fraterna. Su ejemplo, su intercesión sostengan el empeño de la Iglesia en edificar la civilización del amor".

Por último el Papa tuvo un especial recuerdo a su reciente visita a Milán. "Quiero agradecer al cardenal Scola y a todo el pueblo milanés por la calurosa acogida de ayer. Verdaderamente me sentí como en casa. Y eso con todos, creyentes y no creyentes. Agradezco tanto, amigos milaneses. Os diré una cosa: he constatado qué cierto es eso que se dice de que en Milán te reciben con el corazón en la mano".

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