¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?

Evangelio según San Mateo 9,1-8. 

Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. 

Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". 

Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema". 

Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal? 
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate y camina'? 
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". 
El se levantó y se fue a su casa. 
Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres. 

Santa María Goretti

Santa María Goretti, virgen y mártir

Memoria litúrgica 
país: Italia - n.: 1890 - †: 1902

María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, provincia de Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera de siete hijos de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y virtudes, cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y los domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibirá el sacramento de la Confirmación.

Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti, por la dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su familia a las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en aquella época. Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del conde Mazzoleni, es aquí donde María muestra claramente una inteligencia y una madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de desobediencia, ni de mentira. Es realmente el ángel de la familia.

Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una enfermedad fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de padecer diez días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que trabajar dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a menudo la muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse delante de su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de la gloria divina.

Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María seguía rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo. Posteriormente, su madre contará que el rosario le resultaba necesario y, de hecho, lo llevaba siempre enrollado alrededor de la muñeca. Así como la contemplación del crucifijo, que fue para María una fuente donde se nutría de un intenso amor a Dios y de un profundo horror por el pecado.   María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada Eucaristía. Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años, pero un día le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero a Jesús. -¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no tenemos ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a comulgar como una pequeña ignorante.

Ante estas condiciones, María se comenzó a preparar con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29 de mayo de 1902.   La comunión constante acrecienta en ella el amor por la pureza y la anima a tomar la resolución de conservar esa angélica virtud a toda costa. Un día, tras haber oído un intercambio de frases deshonestas entre un muchacho y una de sus compañeras, le dice con indignación a su madre: -Mamá, iqué mal habla esa niña! -Procura no tomar parte nunca en esas conversaciones. -No quiero ni pensarlo, mamá; antes que hacerlo, preferiría...Y la palabra morir queda entre sus labios. Un mes después, sucedería lo que ella sentenció.

Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti se había asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias viven en apartamentos separados, pero la cocina es común. Luigi se arrepintió enseguida de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los suyos, bebedor y carente de discreción en sus palabras.

Después de la muerte de Luigi, Assunta y sus hijos habían caído bajo el yugo despótico de los Serenelli, María, que ha comprendido la situación, se esfuerza por apoyar a su madre: -Ánimo, mamá, no tengas miedo, que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!   Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvó en el campo y ni siquiera tiene tiempo de ocuparse de la casa, ni de la instrucción religiosa de los más pequeños.

María se encarga de todo, en la medida de lo posible. Durante las comidas, no se sienta a la mesa hasta que no ha servido a todos, y para ella sirve las sobras. Su obsequiosidad se extiende igualmente a los Serenelli. Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido en el hospital psiquiátrico de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo Alessandro, joven robusto de diecinueve años, grosero y vicioso, al que le gusta empapelar su habitación con imágenes obscenas y leer libros indecentes.

En su lecho de muerte, Luigi Goretti había presentido el peligro que la compañía de los Serenelli representaba para sus hijos, y había repetido sin cesar a su esposa: -Assunta, regresa a Corinaldo! Por desgracia Assunta está endeudada y comprometida por un contrato de arrendamiento.

Después de tener mayor contacto con la familia Goretti, Alessandro comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que en un principio no comprende.   Más tarde, al adivinar las intenciones perversas del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas. Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la oración.

La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un capricho y no concede ninguna importancia a aquella reiterada súplica.   El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están trillando las habas en la tierra. Alessandro lleva un carro arrastrado por bueyes.

Lo hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo. Hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa, Alessandro dice:   -"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María, sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado.  -"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!  -Si no me dices lo que quieres, no te sigo".   Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta.

La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita:  -No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.  Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta el arma:  -Si no te dejas, te mato.  Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La niña se pone a gritar:  -¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo.

Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge el arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a su habitación.   María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.

En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama: -¡Assunta, y tú también, Mario, venid! . Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepa por la escalera a toda prisa.

La madre llega también: -¡Mamá!, gime María. -¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den muerte a Alessandro en el acto.

Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al diagnosticar que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con toda claridad. Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.

María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consiguió que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas para consolarla: -Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis hermanos y hermanas?   En un momento, María le dice a su mamá: -Mamá, dame una gota de agua. -Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti. Extrañada, María sigue diciendo:   -¿Cómo es posible que no pueda beber ni una gota de agua? Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también había dicho ¡Tengo sed!, y entendió.

El sacerdote también está a su lado, asistiéndola paternalmente. En el momento de darle la Sagrada Comunión, le preguntó: -María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino? Ella le respondió: -Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado.

Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús en la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria. Después de breves momentos, se le escucha decir: "Papá". Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión con Dios Amor. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.

En el juicio, Alessandro, aconsejado por su abogado, confesó: -"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Por ello, fue condenado a 30 años de trabajos forzados. Aparentaba no sentir ningún remordimiento del crimen tanto así que a veces se le escuchaba gritar:   -"¡Anímate, Serenelli, dentro de veintinueve años y seis meses serás un burgués!".

Sin embargo, unos años más tarde, Mons. Blandini, Obispo de la diócesis donde está la prisión, decide visitar al asesino para encaminarlo al arrepentimiento. -"Está perdiendo el tiempo, monseñor -afirma el carcelero-, ¡es un duro!"   Alessandro recibió al obispo refunfuñando, pero ante el recuerdo de María, de su heroico perdón, de la bondad y de la misericordia infinitas de Dios, se deja alcanzar por la gracia. Después de salir el Prelado, llora en la soledad de la celda, ante la estupefacción de los carceleros.   Después de tener un sueño donde se le apareció María, vestida de blanco en los jardines del paraíso, Alessandro, muy cuestionado, escribió a Mons. Blandino: "Lamento sobre todo el crimen que cometí porque soy consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta el último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi criminal voluntad.

Pido perdón a Dios públicamente, y a la pobre familia, por el enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos otros en la tierra". Su sincero arrepentimiento y su buena conducta en el penal le devuelven la libertad cuatro años antes de la expiración de la pena. Después, ocupará el puesto de hortelano en un convento de capuchinos, mostrando una conducta ejemplar, y será admitido en la orden tercera de san Francisco.

Gracias a su buena disposición, Alessandro fue llamado como testigo en el proceso de beatificación de María. Resultó algo muy delicado y penoso para él, pero confesó: "Debo reparación, y debo hacer todo lo que esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir.

Es una de las primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa".   En la Navidad de 1937, Alessandro se dirigió a Corinaldo, lugar donde Assunta Goretti se había retirado con sus hijos.

Lo hace simplemente para hacer reparación y pedir perdón a la madre de su víctima. Nada más llegar ante ella, le pregunta llorando. -"Assunta, ¿puede perdonarme? -Si María te perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?" El mismo día de Navidad, los habitantes de Corinaldo se ven sorprendidos y emocionados al ver aproximarse a la mesa de la Eucaristía, uno junto a otro, a Alessandro y Assunta.

Oremos

Señor Dios, que eres fuerza de las almas inocentes y te complaces en los corazones limpios, tú que otorgaste a Santa María Goretti la palma del martirio en la edad juvenil, concédenos, por su intercesión, la constancia en tus mandamientos, así como a esta virgen le diste la victoria en el combate. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Isaac de Stella (¿-c. 1171), monje cisterciense 
Homilía 11

«¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?» (Mc 2,7)

Hay dos cosas que son exclusivas de Dios: la honra de recibir la confesión y el poder de perdonar. Hemos de confesarnos a él y esperar de él el perdón. Solamente Dios puede perdonar los pecados; es, pues a él sólo a quien debemos confesarlos. Pero el Todopoderoso, el Altísimo, habiendo tomado una esposa débil e insignificante, ha hecho de esta sierva, una reina. La que estaba recostada a sus pies, la ha colocado a su lado; porque es de su costado que ella ha salido y se ha desposado con ella (Gn 2,22; Jn 19,34).Y, del mismo modo que todo lo que es del Padre es del Hijo, y todo lo que es del Hijo es del Padre por su unidad de naturaleza (Jn 17,10), igualmente el Esposo ha dado todos sus bienes a la esposa y se apropió todo lo que es de la esposa a la que ha unido a sí mismo y al Padre...   

Por eso el Esposo que es uno con el Padre y uno con la esposa, hizo desaparecer de su esposa todo lo que en ella halló de impropio, lo clavó en la  cruz y en ella expió todos los pecados de la esposa. Todo lo borró por el madero. Tomó sobre sí lo que era propio de la naturaleza de la esposa, y la esposa dio todo lo suyo al Esposo... De esta manera participa él en la debilidad y el llanto de su esposa, y todo es común entre el Esposo y la esposa incluso el honor de recibir la confesión y el poder de perdonar los pecados. Por ello dice: «Ve a presentarte al sacerdote» (Mc 1,44).

Muchas veces solo basta ponerme frente a Él sin decir nada

Santo Evangelio según San Mateo 9, 1-8. XIII Jueves de Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Hoy es un nuevo día… un día normal, un día más. Así me pongo ante Ti, Señor. Te quiero contar… te quiero escuchar.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Me doy cuenta que la relación con Dios muchas veces se da en el silencio…sin palabras. Muchas veces sólo basta ponerme frente a Él… sin decir nada.

Ponerme frente a Él no con máscaras…con sonrisas o lágrimas falsas; ponerme frente a Él tal y como estoy; tal y como soy. Con mis alegrías, con mis tristezas; con mis grandes o pequeños problemas… en la felicidad o en la enfermedad.

Jesús no pregunta…el paralítico sólo se muestra. No hay diálogo. Sólo amor y sinceridad…sólo sinceridad y amor. Jesús sabe mi necesidad pero respeta mi libertad.

No puedo solamente contemplar la escena; me doy cuenta que estoy en ella. Yo también padezco y…, también estoy enfermo pero, aún mas importante…necesito de Dios. Sólo es cuestión que abra mi corazón y me deje mirar… me deje amar.

Él sabe lo que mi corazón necesita…sólo quiere que se lo diga…

No hay diálogo…sólo amor y sinceridad; sinceridad y amor.

"Permítenos hoy, Hijo de Dios, acercarnos a tu corazón. Haz que no nos creamos grandes por nuestras experiencias. Concédenos, en cambio, que seamos pequeños como tú, para que podamos estar cerca de ti y recibir de ti humildad y mansedumbre en abundancia. No nos prives de tu revelación, la epifanía de tu infancia en nuestros corazones, para que con ella podamos curar todo tipo de orgullo y de arrogancia."

(Discurso de S.S. Francisco, 22 de diciembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me acercaré al sacramento de la confesión con un corazón abierto, sencillo, confiando en que Aquél con quien voy es Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Jesús perdona siempre

Cuando Jesús se relaciona con el hombre, especialmente con los necesitados y pecadores siente una profunda misericordia.

Aldo Moro era amigo de Pablo VI. Cuando las Brigadas Rojas secuestraron a Aldo, Pablo VI se ofreció como rehén para que liberasen a su amigo; pero Aldo fue asesinado. Las cuatro hijas de Aldo fueron a la cárcel en las Navidades siguientes, a llevar unos regalos y perdonar a los asesinos de su padre. Ante la pregunta de los periodistas qué es lo que hacían con este gesto una de ellas respondió: “lo hemos aprendido de Jesús”.

Jesús dio la vida por todos, inclusive por sus enemigos. En él tenían cabida todos los seres humanos, en especial los más despreciados. El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores y no pedía sacrificios, sino misericordia (Mt 9,13). Jesús practicaba y enseñaba a otros a practicar la lección más difícil: pasar haciendo el bien y perdonar y a Pedro le manda que perdone siempre (Mt 18,21). La reconciliación perfecta la hizo Jesús, él es el único mediador entre Dios y los seres humanos (1Tm 2,5). Él murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, a quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros (2Co 5,14-21). Cristo nos ha reconciliado con Dios “por medio de la cruz, destruyendo en sí mismo la enemistad…; por él tenemos acceso al Padre en un mismo espíritu” (Ef 2,14-18).

Jesús excusa y perdona a sus enemigos y así se lo pide al Padre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Hasta ese punto llegó el perdón de Jesús. Jesús no se dejó vencer por el mal, sino que venció al mal con el bien (Rm 12,21). Dice san Juan Crisóstomo: “En las guerras se considera vencido al que cae. Pero entre nosotros la victoria consiste en eso mismo. Nunca vencemos cuando nos portamos mal, sino cuando soportamos el mal con paciencia. La victoria más bella consiste en vencer con nuestra paciencia a los que nos hacen daño”. Jesús no fue enviado por su Padre como juez, sino como salvador (Jn 3,17); él nos revela que Dios es un Padre que tiene su gozo en perdonar (Lc 15) y cuya voluntad es que nada se pierda (Mt 18,12).

Jesús no sólo anuncia este perdón, sino que además lo ejerce y testimonia con sus obras que dispone de este poder reservado a Dios (Mc 2, 5-11). Jesús nos manda amar a los enemigos, hacer el bien a los que nos odian, bendecir a los que nos maldicen (Lc 6, 27-35). Al perdonar ponemos la medida del perdón, pues con la medida que midamos se nos medirá (Lc 6,36-38).

Jesús tenía entrañas de misericordia y sus seguidores, al mismo tiempo que se sienten atraídos por él, tienen que comprender que la misericordia “es la única realidad que puede resumir e iluminar decisivamente todos los demás aspectos del mensaje cristiano” (B. Bro). Cuando Jesús se relaciona con el ser humano, especialmente con los necesitados y pecadores siente profundamente la misericordia. Los evangelios nos hablan de distintos momentos en que se le conmovieron las entrañas. Como ante el féretro del joven muerto en Naím o ante los ciegos de Jericó. La misma expresión es utilizada por él en el relato de la parábola del buen samaritano y del hijo pródigo.

Jesús sentía compasión cuando veía a las multitudes vejadas y abatidas, como ovejas sin pastor (Mt 9,36); cuando veía a los ciegos, a los paralíticos y a los sordomudos que de todas partes acudían a él, (Mt 14,14); cuando se daba cuenta de que las personas que le habían seguido durante días estaban fatigadas y hambrientas (Mc 8,2). Hay parábolas en las que habla del perdón. Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en su casa y se sentó a la mesa. Una mujer, que era pecadora en la ciudad, cuando supo que estaba a la mesa en casa del fariseo, llevó un vaso de alabastro lleno de perfume y comenzó a bañarlos con lágrimas y a limpiarlos con sus cabellos; le cubrió de besos los pies y se los ungió con el perfume… Como esta mujer amó mucho, se le perdonaron todos sus pecados (Lc 7,36-47). La parábola del deudor inexorable inculca con fuerza esta verdad (Mt 18,23-35), en la que insiste Cristo (Mt 6,4) y que nos impide olvidar haciéndonosla repetir cada día en el padrenuestro.

Jesús presenta la misericordia fraterna como una buena disposición previa al perdón de Dios. Es necesario perdonar para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas (Mc 11,25). El perdón fraterno aparece aquí como condición esencial previa para obtener el perdón de Dios. Lucas va mucho más lejos, parece dar por supuesto que cuando pedimos perdón al Señor hemos perdonado previamente a todos.

Así decimos al Padre que perdone nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende (Lc 11,4). Realmente somos nosotros los que al perdonar ponemos la medida del perdón, pues con la misma medida que midamos, se nos medirá (Lc 6,36-38). Y hay que usar una buena medida para excusar los pecados de cada día, esos que van carcomiendo toda clase de amor. Éste muere, a menudo, por las continuas desatenciones, olvidos, genio, egoísmo.

San Pablo presenta el perdón como una consecuencia del perdón divino e invita a perdonar, (Col 3,13), a ser benignos y misericordiosos (Ef 4,32) y a que la puesta del sol no sorprenda en el enojo (Ef 4,26).

Pedro pone como norma de conducta el no devolver mal por mal ni insulto por insulto; antes, al contrario, manda bendecir y amar siempre (1P 3,8-9).
La reconciliación depende de cada persona, cada uno es libre para aceptarla o rehusarla (Mc 4,1-9); pero la reconciliación es, sobre todo, obra de Dios, él es el que realiza su obra, ensalza a los humildes y rebaja los soberbios (Lc 1,52-53). Quien perdona deja las ofensas atrás, apunta hacia nuevos horizontes, soslaya lo sucedido y propone una nueva relación al ofensor.

El Purgatorio y la eficacia del sacrificio de Cristo

Somos salvos únicamente por la gracia abundante que tiene su fuente en Cristo, según el designio sabio y compasivo de Dios Padre

Pregunta:

Buenos días, Padre. Sigo examinando la doctrina católica y reflexionando sobre lo que predica, ya que como le he dicho en otros correos, soy evangélico desde hace 30 años, pero quiero (voy lento) avanzar a una mayor comprensión de la doctrina católica. Es una pregunta, sobre el purgatorio. "Parece", que dicha doctrina menoscaba gravemente la suficiencia de la obra de Cristo para nuestra salvación. Da a entender que los méritos de Cristo no son suficientes para borrar nuestros pecados, que su obra fue incompleta y ha de ser perfeccionada mediante sufrimientos del cristiano después de la muerte; en una palabra, debe olvidarse que "la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Jn 1:7). Espero su respuesta. Gracias por su tiempo. -- MJCP

Respuesta:

Un saludo en Cristo, hermano.

Somos salvos únicamente por la gracia abundante que tiene su fuente en Cristo, según el designio sabio y compasivo de Dios Padre. Esa gracia llega a nosotros de muchas maneras y en distintos tiempos, como lo muestra la Escritura con diversas imágenes. Por ejemplo, la abundancia de las aguas sugiere una multiplicidad de caminos por los que Dios sacia la sed de la tierra (Salmo 46); o la diversidad de resonancias del Cristo Glorioso en Apocalipsis 1.

De modo que no debemos pensar que por el hecho de que toda gracia viene por Cristo, entonces toda gracia debe llegar del mismo modo o al mismo tiempo.

El amor divino, por otra parte, claramente traspasa la frontera de la muerte. Dios "es un Dios de vivos, no de muertos, porque para Él todos están vivos" (Marcos 12,18-27). No hay por qué suponer que Dios cesa de amar a la persona que muere, ni tampoco cabe pensar que ese amor deje de ser eficaz.

Por supuesto, si la persona muere cerrada, blindada, a la gracia, estamos ante el triste caso de la condenación porque no puede Dios suplantar o suprimir la libertad que Él mismo nos dio. Pero si hay en la persona una apertura fundamental a la gracia, y la persona sin embargo claramente ha muerto con imperfecciones graves en su corazón. ¿Qué cabe suponer? Apocalipsis 21,27 dice que en el Cielo no entra nada impuro ni manchado, de modo que no cabe suponer que la persona con tales imperfecciones (de egoísmo, mentura, soberbia, pereza, incoherencia moral...) entre en la gloria; pero tampoco es lógico negar que su apertura al amor compasivo de Dios lo hace receptor idóneo de la gracia que transforma.

Lo lógico es afirmar una situación temporal de purificación en virtud del amor siempre eficaz que viene por los méritos de Cristo. Y eso exactamente es el purgatorio.

¿Niños adoradores del Santísimo?
La experiencia en Francia habla de los beneficios de la adoración al Santísimo por parte de los niños

Se extiende con frutos abundantes y sorpresa entre los padres

La Adoración Eucarística está volviendo a ser parte central de la vida cristiana. Tras décadas en las que en muchos lugares se desechó y quedó prácticamente relegada ahora son muchísimas las parroquias que han recuperado la exposición pública del Santísimo.

Por otro lado, aunque están muy lejos de ser mayoría se están multiplicando rápidamente las capillas de adoración perpetua. En España, por ejemplo, ya son casi 50, pero 30 de ellas se han abierto en los últimos siete años.

Esta expansión de la Adoración al Santísimo, que tantos frutos tiene según muchos testimonios, también va llegando a los niños. Cada vez se va introduciendo más en las celebraciones con los pequeños aunque sea de manera adaptada a su edad.Pioneros en esto son en España la Diócesis de Alcalá de Henares donde en la celebración de los Reyes Magos o en Holywins (celebración de todos los santos) ya hay una pequeña parte de adoración en la que participan niños y adolescentes.

¿Niños adoradores?
Pero la pregunta que se pueden hacer muchos es si sirve para algo que niños de seis o siete años sean “adoradores” rezando o estando delante de Cristo Eucaristía cuando aún no tienen una conciencia formada sobre lo que es. La respuesta la da Famille Chretienne en un reportaje precisamente centrado sobre la adoración y los niños.

En Francia, esta experiencia con los niños lleva instalada en algunos lugares más de 15 años y los frutos son fabulosos, según los organizadores. Tanto que se está extendiendo a otros lugares. Si Dios es un “misterio” también lo es el encuentro que un pequeño de 7 años pueda tener con Él en la capilla.

Para los que lo han puesto en práctica y están viendo ahora los frutos, a los niños de una edad muy temprana el culto les lleva de manera natural a una intimidad con Cristo y los va familiarizando con el corazón de Dios directamente.

Conexión directa entre los niños y el Señor, "tienen wifi"
Uno de estos grupos de niños adoradores es el que hay en la ciudad de Rouen. Allí, una de las madres habla a estos niños de seis a ocho años sobre Jesús antes de entrar a la capilla para estar con Él. Allí en silencio todos se arrodillan y de manera natural ponen sus ojos en “Jesús escondido”. “¿Es demasiado tiempo veinte minutos?”, le preguntaron a Jules, de ocho años. Él respondió con una gran sonrisa: “¡Oh no!”.

Una de las preguntas que más hacen a los sacerdotes y laicos que acompañan a estos niños es cómo éstos son capaces de estar en oración cuando muchos adultos no consiguen estar en silencio delante del Santísimo más de dos minutos. “Hay una conexión directa entre el corazón de los niños y el Señor. Tienen wifi”, asegura Cecile, madre de un niño adorador en París.

Según su experiencia, los niños de esta edad tienen un corazón mucho más abierto y lo acogen en su corazón. Y es una experiencia compartida.

Un tiempo adaptado a la edad de los niños
Evidentemente, para llegar a este punto se requiere paciencia pues no dejan de ser niños y consideran poco realista imaginar a treinta niños durante una hora en silencio rezando. El tiempo se adapta a su edad y los más pequeños pueden estar quince o veinte minutos, incluso si a veces no hay un silencio total. Sin embargo, esta actitud de adoración va calando en ellos.

Florence Schlienger, responsable de uno de estos grupos en Versalles, reconoce que tanto él como todo adulto que se embarca en esta peculiar aventura siembran sin saber lo que va a florecer. Así, recuerda el caso de un niño que daba la espalda al altar durante todo el tiempo. Sin embargo, al mes siguiente hablaba a su madre todo el tiempo del amor de Dios. “Es una educación en la vida interior en la que no vemos los frutos de inmediato sino que se ve más adelante”, aseguran también las madres.

"Cuanto antes se aprende a rezar, más rápido se convierte en algo natural"
El padre Thibaud Labesse, capellán de uno de estos grupos de niños, también insiste en que “cuanto antes se aprende a rezar, más se convierte en algo natural”. Y este cambio lo perciben las madres de estos pequeños sobre todo en el comportamiento que luego tienen en misa pues captan el “misterio” de que Cristo está de verdad en el Sagrario.

La hermana Beata ayuda a las Misioneras de la Eucaristía también este apostolado y relata en qué consisten estas sesiones. Leen con ellos el Evangelio, se lo explican y luego realizan dibujos que colorean sobre estas enseñanzas. Y entonces llega el momento en el que en grupos por edades hacen turnos de adoración donde también cantan alguna canción, hacen ofrendas e intenciones de oración. Los pequeños de 4 años adoran al Santísimo diez minutos y los de ocho años ya están veinticinco habiendo además intervalos más amplios de silencio.

Caldo de cultivo para vocaciones
Además, destacan que la presencia del sacerdote es importante es esencial y él reza con ellos. “En la adoración, el niño entra en la intimidad con Cristo, en un reflejo del amor con el Señor que es un caldo de cultivo para las vocaciones", dice Florence Schlienger, que lleva quince años con esta misión y ha visto ya a muchos niños que ahora son adultos adoradores. “La introducción de la presencia de Dios en la vida personal es lo que les llevará a la Iglesia, más que todo un curso de Teología”, asegura.

Novena a San Buenaventura

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (6 al 14 de julio)

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh Jesús, mi Salvador! Por ser Vos quién sois os amo sobre todas las cosas y me arrepiento de haberos ofendido; prometo con vuestra ayuda enmendarme y espero en vuestra misericordia que me perdonaréis todas mis culpas y pecados y me daréis gracia para perseverar en vuestro servicio y salvarme. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh glorioso San Buenaventura, hijo del corazón de Francisco, gloria de la Orden Seráfica y columna de la Iglesia Católica! Por el celo con que mirasteis la honra y gloria de Dios, dad una mirada a todos los fieles e inspiradles una sólida piedad y una devoción sincera, que los separe del amor de las cosas terrenas y los una íntimamente a Dios. Una piedad que es útil para todo, y que lleva en sí la paz y la concordia, el sostén de la familia, la fraternidad y caridad cristianas, ornamento de la piedad y de la Iglesia. Una piedad que une a los habitantes de este destierro con los ciudadanos de la patria celestial, y que ilumina la inteligencia con la luz increada que es sabiduría y amor; y mantiene viva la fe, firme la esperanza , hasta que por medio de la caridad nos introduce en el seno de Dios para disfrutar de su gloria por toda una feliz y dichosa eternidad. Ventura sin igual, de corazón seráfico, de espíritu angélico, genio de la sabiduría, enviadnos un rayo de luz y una centella de amor para conocer los peligros y aborrecer todo lo terreno, a fin de que nuestro corazón se mantenga fiel a las divinas inspiraciones y con el ejercicio de la virtud merezcamos llegar a poseer y gozar las delicias del amor eterno. Amén.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Serafín humano, antorcha luminosa, glorioso Ventura! Etna sagrado del divino Amor que inflamáis las voluntades con vuestras luces y ejemplos, oíd los ruegos de vuestros devotos y atended a mis necesidades y a las de la Iglesia; rogad al Padre que nos haga humildes, obedientes y castos, caritativos con todos, amantes de la Pasión de Jesús, para que su memoria nos mueva a obrar en un todo conforme a su divina voluntad, y alcancemos las felicidades de la gloria. Amén.

DÍA 1º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Caridad del Seráfico Doctor

Fue tan eminente Serafín Ventura en esta virtud, que, correspondiendo fielmente al amor del Salvador, vivía abrasado en amorosos incendios, haciéndose acreedor al título de Doctor Seráfico. Más, reputábase indigno de recibir en su pecho a Jesús Sacramentado, y prendado el Señor de la fineza de su siervo, le mandó un Serafín que le administrase el Pan de los Ángeles, premiando así su humildad. En su última enfermedad, impedido de recibir a Jesús, rogó que para su consuelo le presentasen la Sagrada Hostia, y abriéndosele el mismo costado, el mismo Jesús Sacramentado se introdujo en su pecho.

(Demos gracias a Dios por lo admirable que se muestra en sus Santos y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús, ya que vuestro amor os ha obligado a quedaros con nosotros en el Sacramento del altar hasta la consumación de los siglos os adoro y os alabo por tanta fineza, y por el amor con que mirasteis a vuestro siervo Ventura, os suplico me hagáis digno de acercarme a la Sagrada Mesa para merecer vuestra piedad y llegar a veros y poseeros en la gloria. Amén.

(Récense tres Padrenuestros, y pídase al Santo la gracia que se desee terminando con la siguiente...)

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DIA 2º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Oración de San Buenaventura

Esta virtud es la oficina de las divinas virtudes y el taller de los buenos propósitos. Fue tan eminente el Santo en ella, que más parecía espíritu que hombre en carne mortal. Eran tan vehementes los ímpetus de sus amorosos incendios, que derramaba abundantes lágrimas por las culpas de los hombres. Miraba como habían puesto estos a su enamorado Jesús en quién vivía, y pedía perdón por los pecadores, socorriéndolos con entrañable compasión, a fin de que no se malograse en ellos el fruto de la Pasión del Salvador.

(Demos gracias a Dios por haber dado a la Iglesia un Santo tan admirable, y digamos la siguiente ...)

ORACIÓN

Amantísimo Jesús mío, que orando en el huerto os cubristeis de mortales agonías y sudasteis sangre por mis pecados, os doy gracias por este favor, y me gozo del don de lágrimas que disteis a vuestro siervo Ventura, suplicándoos por sus méritos que os compadezcáis de mí y me concedáis una fervorosa devoción a vuestra sagrada Pasión y una fuente de lágrimas para llorar mis pecados y conseguir la gloria. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 3º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Humildad de San Buenaventura

La humildad es el fundamento en que estriba el edificio espiritual. Ventura poseyó esa virtud en grado tan heroico, que se reputó siempre por la criatura más indigna. De la Pasión de Jesús y del propio conocimiento sacó el Santo esta preciosa perla, y las luces que despedía de sí procuraba apagarlas con los empleos más bajos que hallaba; en los trabajos más penosos se le veía siempre el primero, y se creía tan obligado a ellos cuanto más elevada era la dignidad que tenía; de este modo obraba por la persuasión que tenía de su nada y era una nueva puerta abierta para que entrase con nuevas llamas en su corazón el incendio de amor divino que lo consumía.

(Demos gracias a Dios por habernos mostrado en su siervo lo mucho que le agradan los humildes, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús mío, que dejasteis atónitos a los Ángeles con vuestra humildad, confundiendo con ella la altanería y soberbia humana; yo os alabo por habernos enseñado un camino ignorado del todo de los mundanos, y os suplico, por intercesión de vuestro siervo, que os apiadéis de mí y abatáis todos mis pensamientos de soberbia, orgullo y propia estimación, para que, libre de los insultos de la presunción, pueda llegar un día a gozaros en la gloria. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 4º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Paciencia del Seráfico Doctor

La paciencia es una virtud desconocida y menos aplicada entre los hombres; pero Ventura nos dio tales ejemplos, que se esforzó y propuso imitar a Jesús, cuya infinita paciencia en sufrir por los hombres tenía siempre presente, para alentar su espíritu y no desfallecer en los insultos que le hiciesen sus enemigos. Fue acusado en un Capítulo General de que recibía con demasiada piedad y conmiseración a los malos y apóstatas y el Santo sin inmutarse dijo para su descargo: “es verdad que los recibo con amor y los castigo con benignidad; pero no creo que con esto me separe en un ápice de los consejos de mi Padre San Francisco, siguiendo más el camino de la clemencia que el de la justicia”. Pero si a los pecadores les manifestaba su benignidad, a los adversarios de la Religión los perseguía con todo rigor de justicia; se oponía a ellos con tal valore intrepidez, que desbarató sus posturas y los llenó de confusión con sus escritos. Es que el pecado de la Magdalena y de la adúltera es más tolerable que el de Judas y Simón y el de los fariseos.

(Demos gracias a Dios por haber concedido a la Iglesia un tan digno Pastor, y a la virtud y a la Religión tan insigne Protector, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

Pacientísimo Jesús mío, que sufriendo y padeciendo jamás abristeis vuestra boca para quejaros, os doy gracias por tan luminoso ejemplo de paciencia y por haber comunicado esta divina virtud a vuestro siervo Ventura, y os suplico que por su intercesión me consoléis y deis gracia para sufrir pacientemente todos los contratiempos de la vida, hasta llegar al descanso de la eterna. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 5º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Mansedumbre de San Buenaventura

Aprender de Mí que soy manso y humilde de corazón, nos dice el Salvador; y San Buenaventura fue tan conforme a Jesús, y aprendió tan bien esta lección, que la Iglesia alaba a Dios porque nos dio un varón sabio, elocuente, manso, modesto y amado de todos.

Como imán arrastraba las voluntades, y en dieciocho años que gobernó la Orden no hubo súbdito que de sus amonestaciones no sacase fruto y quedase corregido y enmendado. Su celo no le permitía disimular, pero templaba de tal modo su obrar, que, sin desnudar la espada del castigo, dejaba confuso y arrepentido al culpable.

La benignidad y la llaneza con que trataba a todos sus súbditos hechizaba sus voluntades, y la mansedumbre de su vida era un incentivo de bien obrar para los buenos y una tácita y elocuente reprensión para los malos.

(Demos gracias a Dios por habernos dado un modelo tan acabado de mansedumbre, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

¡Oh Jesús, manso y humilde de corazón! que siendo Señor de cielos y tierra os sujetasteis, como manso cordero, a la voluntad de los hombres, y os entregasteis en manos de los pérfidos judíos; yo os alabo, y os ruego humildemente que, por los méritos de vuestro siervo, me concedáis la mansedumbre y apacibilidad, para que haciéndome grato a vuestra vista, merezca gozaros eternamente. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 6º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Obediencia del Seráfico Doctor

Jesús se hizo por nosotros obediente hasta la muerte, y vino al mundo para obedecer y hacer la voluntad del Padre; y Ventura, mirándose en este divino retrato, obedecía con tal sumisión a todas las inspiraciones divinas, que siempre alcanzaba mejoras para su espíritu.

Cuando admitió el Obispado y el Capelo cardenalicio descubrió los primores de su obediencia. El Legado Pontificio lo halló ocupado en fregar platos; y después de haberlo recibido con toda la urbanidad debida, le pidió permiso para no faltar a tan humilde oficio, y colgando el Capelo en un palo seco, siguió fregando los demás. El Señor quiso manifestar con cuanto agrado había recibido aquel acto de humildad, y obró para ello un prodigio, haciéndolo que floreciera la vara que había sostenido el Capelo.

(Demos gracias a Dios por las maravillas de su poder, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

¡Oh benditísimo y amabilísimo Jesús! Que por recatarnos de la opresión y tiranía del pecado os sujetasteis a las ignominias y desprecios; os alabo con todo el rendimiento de mi corazón y me gozo de la virtud de vuestro siervo, suplicandoos humildemente que me consoléis en mis afliciones y me deis un corazón sumiso y obediente a vuestras inspiraciones, y después la gloria eterna. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 7º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Misericordia de San Buenaventura

Era tan connatural la compasión del Santo, que, contemplando el infinito amor que Dios mostró a los hombres, nacía en su pecho un celo tan ardiente de la salvación de las almas, que llegó a prorrumpir en estas tiernas expresiones: “Si yo estuviese certísimo de que no había de ver jamás la cara de Dios, sin embargo, desearía morir por cualquier alma que se hallase en el estado miserable de la culpa, no esperando otro premio que la satisfacción de que todos gozasen de la gloria eterna”. Después de las necesidades espirituales, miraba con tierna conmiseración por las necesidades corporales de sus prójimos. Es abogado para la felicidad de los partos, y se implora su patrocinio para alcanzar la fecundidad, para ahuyentar los demonios de los posesos, para las cosas perdidas, dolencia de ojos y gota, y su misericordia se extiende a todas las necesidades; por lo que no en vano se llama Buenaventura.

(Demos gracias a Dios por habernos dado un ejemplar tan cumplido de misericordia, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

¡Oh misericordioso Jesús! Bendita sea vuestra liberalidad; pues no contento con derramar vuestra preciosísima sangre y llenar la tierra de vuestras misericordias, nos habéis dado un varón tan misericordiosos y compasivo. Os doy gracias por todos los favores recibidos, y os suplico me llenéis de conmiseración para con los prójimos y me concedáis la dicha de ser bienaventurado con los misericordiosos. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DÍA 8º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Castidad admirable del Santo.

La castidad es la perla preciosísima que trajo del seno del Eterno Padre a su Unigénito y le encerró en el seno purísimo de María. Fue tan singular Ventura en esta virtud, como imitador de los candores de Jesús. Le dotó la naturaleza de una gracia tan especial, que su mirada infundía pureza y su castidad era contagiosa. Su modestia compostura y candidez fueron tales, que su maestro Alejandro de Alés decía de su santo discípulo: ”Este es un verdadero israelita, y parece que Adán no pecó el él”. Era tan devoto de la Reina del Cielo, que sus escritos en honor de María parecen inspirados en el Espíritu Santo; y con un celo de Serafín predicaba sus glorias, persuadía su devoción, exhortando a sus devotos a la continencia y castidad.

(Demos gracias a Dios y solicitemos las virtudes del Santo, diciendo la siguiente...)

ORACIÓN

¡Oh Jesús! lirio de pureza, y paraíso celestial, que respiráis candores celestiales por esas cinco llagas, que son como fragantes azucenas y bellísimas rosas; os doy gracias por las enseñanzas que me dais por medio de vuestro siervo para vivir recatado, y os suplico, Amor purísimo de las almas, que me concedáis la virtud de la castidad, para que un día tenga la dicha, Cordero purísimo, de seguiros con el coro de purísimas vírgenes y alabaros por toda la eternidad en la gloria. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

DIA 9º

(Recénse el Acto de Contricción y la Oración Inicial)

Pobreza de San Buenaventura

Bienaventurados los pobres de espíritu, dijo el Salvador, porque de ellos es el reino de los cielos.

Siendo Señor de cielos y tierra, quiso vivir pobre en este mundo, y al morir no tuvo donde reclinar su cabeza, dándonos una lección practica de lo que nos había predicado; y Ventura fue tan conforme al espíritu de su Maestro Jesús, que en ella veía encerradas, como su Padre San Francisco, las riquezas del reino de los cielos. Hay quienes se fatigan para atesorar cosas terrenas; pero Ventura las despreciaba y aconsejaba se desprecio, buscando verdaderas riquezas, que son las del cielo. Veras divitias amate, si vere divites esse cupitis. Tan desasido estaba de las cosas y grandezas de la tierra, que, habiendo comprometido el Colegio de Cardenales la elección del Papa en Ventura, autorizándole para elegirse a sí mismo, eligió al que fue Gregorio X, y hoy es Bienaventurado, dando al mundo una buena lección de modestia. Renunció al Arzobispado de York el más pingüe de Inglaterra, y tanta fuerza hicieron sus suplicas en el ánimo de Clemente IV, cuando se postró a sus pies pidiéndole con lágrimas que le dispensase de aquella carga, que obligado a su humildad, le dijo: “Bien, persevera en tu testamento y consérvalo en tu Religión confirmándote más en la obras de la divina Ley”.

(Demos gracias a Dios por los maravillosos ejemplos que nos dio en su siervo Ventura, y digamos la siguiente...)

ORACIÓN

¡Oh mi Jesús, pobre en Belén y desnudo en la cruz! Bendito seáis por las elocuentes lecciones que me habéis dado del desprecio de las cosas de este mundo. Haced que me mire continuamente en el modelo que me presentáis, y por los méritos de vuestro siervo os suplico que miréis con benignos ojos y perdonéis mi falta de espíritu de pobreza, y apartando en adelante mi corazón de las cosas de la tierra, enamorado de vuestra pobreza, dos cosas se mueven a amarla sin cesar, esto es, vuestro divino ejemplo, que es irreprensible, y vuestras divinas promesas, que son inestimables, para que un día vuele a las eternas moradas de la gloria. Amén.

(Récense tres Padrenuestros y la Oración Final para todos los días)

NOTA: La Novena, ha sido extraída del Novenario existente en la Iglesia de Alcudia.

HOY 6 DE JULIO FIESTA DE SANTA MARIA GORETTI ES MI 43 ANIVERSARIO DE MI ORDENACION SACERDOTAL CELEBRADA EN HUARAZ POR MONSEÑOR FERNANDO VARGAS RUIZ DE SOMOCURCIO CON UN GRAN AMOR Y MUCHA ACOGIDA Y BENDICION. GRACIAS A JESUS Y A LA VIRGEN SANTISIMA Y A TODO EL PUEBLO DE DIOS CON LAS MISIONERAS Y COMUNIDAD DE JESUS. MUCHAS GRACIAS POR SU BONDAD Y AYUDA POR PAX TV EN SERVICIO DE AMOR.

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