Tres llamadas de Jesús
- 09 Julio 2017
- 09 Julio 2017
- 09 Julio 2017
El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en algunos sectores de nuestras comunidades cristianas.
"Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré".
Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente han sido educados para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón continuo de Dios. Si se encuentran con Jesús se sentirán aliviados.
Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una tradición gastada. Si se encuentran con Jesús aprenderán a vivir confiando en un Dios Padre. Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús no por obligación, sino por atracción.
"Cargad con mi yugo, porque es llevadero, y mi carga, ligera".
Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros, pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y sana. No es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.
Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia leyes y preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.
"Aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras vidas".
Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir como él. Jesús no complica la vida. La hace más clara y sencilla, más humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que él no ha vivido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en nuestras comunidades, tan necesitadas de aliento, descanso y paz. Me entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la religión lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera de la Iglesia, viven "perdidas", sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellas la gran noticia. -14 Tiempo ordinario - A
(Mateo 11,25-30)
09 de julio 2017
XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “A”
RESONANCIAS PASCUALES
TEXTO PROFÉTICO
“Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica” (Zac 9,9).
TEXTO SÁLMICO
“Que te bendigan tus fieles, que proclamen la gloria de tu reino” (Sal 144).
TEXTO EVANGÉLICO
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11,28).
TEXTO APOSTÓLICO
“El que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en vosotros” (Rom 8,11).
TEXTO PATRÍSTICO
“… desde el momento en que fuimos arrancados de las olas, hemos comenzado a ver el sol, hemos comenzado a contemplar la luz verdadera, y, por esto, llenos de alegría desbordante, le decimos a nuestra alma: Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío»» (San Jerónimo).
TEXTO MÍSTICO
“El reino de Dios es paz y alegría en el Espíritu Santo. Cristo vendrá a ti y te dará a probar su consuelo, si le preparas una digna morada en tu interior” (Imitación de Cristo).
TEXTO PONTIFICIO
“Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” Francisco, EG 1).
CONSIDERACIÓN
Cada domingo los cristianos celebramos la Pascua del Señor; su muerte y resurrección se convierten en el referente esencial para poder permanecer alegres y esperanzados en toda circunstancia. Hoy podemos renovar por la fe los efectos de la resurrección de Cristo, quien nos invita a esperar y a descansar en Él.
Leía recientemente en un diario que en España hay cerca de seiscientos mil niños de entre seis y trece años que se quedan solos por las tardes cuando salen de la escuela, un hecho que se agrava en verano. Según un estudio de la ONG Educo, el motivo de esta lamentable situación es la imposibilidad de conciliar la vida laboral y familiar de los padres y madres de estos niños.
Siempre he manifestado la voluntad de trabajar juntos en la consecución del bien común. Siempre que puedo animo a todas las personas con alguna responsabilidad o influencia social y política que tengan muy presentes a las familias. ¿No es verdad que debería hacer lo mismo por nuestros niños, que son un tesoro para la sociedad?
Queremos que todos los niños y niñas, independientemente de su contexto social, puedan crecer como personas y tengan oportunidades de futuro. Para ello, es necesario que todas las instancias civiles, políticas y religiosas trabajemos a su servicio, colaborando con los padres, las madres y los familiares para ayudarles a evitar la soledad de los pequeños cuando salen de la escuela o durante los meses de verano.
¿Qué podemos hacer para poner solución a esta situación? El reto a alcanzar es la conciliación de la vida laboral y familiar. El diálogo con muchos matrimonios, familias, personal docente de escuelas y educadores de centros de educación en el tiempo libre, me hace ser consciente del gran reto que tenemos todas las instituciones a la hora de promover esta conciliación. En nuestro país, a pesar de varias tentativas, esto parece imposible de alcanzar. Ahora bien, si miramos a nuestro alrededor, si analizamos la situación de otros países de Europa, nos damos cuenta de que no es imposible. Basta con una gran concienciación sobre el tema y un esfuerzo de las empresas, de sus directivos y de las instituciones políticas y civiles para lograr esta ansiada conciliación que permita a los niños y jóvenes disfrutar de la necesaria presencia de su padre y su madre al salir de la escuela o en los períodos de vacaciones.
Mientras trabajamos para conseguir esta deseada conciliación de la vida laboral y familiar de los padres y las madres, es necesario que la Iglesia ayude allí donde no puede llegar la administración pública. En este sentido, invito a parroquias, institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, escuelas e instituciones cristianas a ser creativos y tomar la iniciativa. Os animo a ofrecer vuestro tiempo y espacios parroquiales, escolares y propios para acoger a los niños y las niñas que sufren las consecuencias provocadas por la falta de conciliación cuando salen de la escuela o de los casales de verano. Sé que muchos ya lo hacéis y os felicito por estas iniciativas. Tenemos también ejemplos preciosos como los de san Felipe Neri o san Juan Bosco, entre otros. Que su testimonio nos aliente a todos a descubrir cómo ayudar a paliar estas nuevas pobrezas que, a veces, emergen cuando la economía no está al servicio de la persona.
Estimados hermanos y hermanas, cuidar la familia es asegurar el futuro de un pueblo. El papa Francisco nos recuerda que la calidad de una determinada sociedad se mide en función del trato que reciben niños y ancianos. Nuestra sociedad debe ser consciente del valor de los niños. Cuidarlos y protegerlos es clave, para que nuestro futuro sea próspero y más humano.
Cardenal Juan José Omella Omella Arzobispo metropolitano de Barcelona
Santo Evangelio según San Mateo 11,25-30. XIV Domingo de Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Agradecer siempre, todo...
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti porque quiero que me enseñes a orar. Permíteme entrar en tu presencia y escuchar lo que quieres decirme. Señor, Tú conoces mejor que nadie mis necesidades. Concédeme aquellas que más necesito. Quiero conocerte y amarte, pero necesito me des tu gracia porque sin Ti nada puedo hacer. Quédate, Señor, conmigo y jamás me abandones. Jamás permitas que nada ni nadie me separe de Ti.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el inicio de este pasaje puedo encontrar un modelo de oración, la oración de gratitud. Te detienes un momento a orar con tu Padre y agradecerle. La gratitud es una virtud que conmueve tu corazón. Los que son padres de familia experimentarán mejor que nadie cómo se infla el corazón ante la gratitud de un hijo que valora lo que le das, el esfuerzo que haces por darle lo mejor, o el amor que le brindas. No hay nada que le agrade más a un padre, además de ver felices a sus hijos, que escuchar de ellos un "gracias" y un "te amo".
Esto es lo que me quieres recordar hoy. Tú, Señor, eres Padre, eres mi Padre y por ello, la gratitud es una cualidad que te encanta hallar en tus hijos.
Tal vez en este rato de oración, puedo unir mi acción de gracias a la tuya, Jesús. Dar gracias al Padre por todas las cosas que me ha dado.
Para darte gracias se necesita sólo concentrarse y ver el día a día. Allí voy a encontrar todo por lo que puedo agradecerte. A veces se piensa que la acción de gracias se hace sólo en las fechas especiales, en las grandes ocasiones, en los momentos de felicidad. Pero no. La acción de gracias se puede hacer también en la enfermedad, en la tribulación, en la dificultad. En otras ocasiones me puede pasar que sólo agradezco aquellas cosas grandes, maravillosas, lujosas. Pero en realidad debería agradecer hasta las cosas más elementales que recibo.
Teniendo en cuentas estas ideas, quiero decirte gracias. Gracias, Padre, por mi vida, mi salud o mi enfermedad, mi alegría o mi tristeza. Gracias por el cuerpo que me diste, la familia que me concediste y el país en el que me permitiste nacer. Gracias por el don de mi fe católica, del bautismo y de la oración. Gracias por la comida, (no esa "comida" genérica que no llena a nadie, sino la comida de esta mañana o de anoche). Gracias por mis padres, por mis hermanos, por mis abuelos y tíos, porque de todos ellos he podido aprender algo.
Gracias por el temperamento que me has dado, por la historia que has ido escribiendo con mi vida. Gracias por tu salvación, por haberte hecho hombre por mí, por haberme enseñado el camino al cielo, por haber muerto y resucitado por mí. Gracias por haberme dado a María como mi madre, gracias por la Iglesia, los sacerdotes, los sacramentos. Gracias por el Regnum Christi y esta vocación a la que me llamas.
Gracias por la casa en la que vivo, el trabajo que tengo o del que carezco. Gracias por las cosas materiales que poseo y por aquellas que tal vez me faltan. Gracias por mis amigos, y también por los que me procuran el mal. Gracias por estar siempre presente en mi vida.
Gracias, Señor, por este bello planeta que me has dado, y en el que encuentro huellas de tu poder y de tu amor. Gracias por ese momento en el que encontré a mi pareja, o a este amigo, o a este compañero. Gracias por haberme salvado de caer en este o aquel pecado. Gracias te doy, Dios mío, por…
"Qué importante es saber agradecer al Señor, saber alabarlo por todo lo que hace por nosotros. Y así, nos podemos preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida? Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias…"
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Agradeceré a todos los que hoy me hagan algún favor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Gracias, sólo gracias
Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse.
Hoy puede tener más sentido la frase: en vida hermano, en vida... después de la experiencia.
Siempre suele suceder así, que vamos aprendiendo en el camino, y que hay que estar despierto para que nuestros prejuicios o nuestras ocupaciones no nos permitan pasar de largo frente a quien nos esta pidiendo un "te quiero", o simplemente deseando que alguien lo valore.. para poder dar más.
Es verdaderamente una fortuna... desear estar despierto aún cuando las cosas no van como uno desearía.. lo importante es saber dar gracias. Vivir en gratuidad... porque todo es regalo, todo es don.
Un periódico italiano comentaba que el Papa Benedicto XVI, es el Papa de las gracias, porque a todos les da las gracias, a los gendarmes que lo custodian, a su secretario, al que le abre la puerta, a la que le pasa un vaso de agua... ¡que maravilla! Si aprendemos a dar las gracias, creo que nos cambiaría la vida y hasta los estados de ánimo... ¡recibimos tanto y damos tan poco!
Se nos regala un nuevo día, se nos regala las manos con estos dedos que teclean mis ideas y las van esculpiendo en la pantalla de la computadora y mis palabras como huellas llevan una dirección... son para alguien. Se nos regala la tecnología y en cada instante un poco de aire para seguir viviendo, se me regala la fe y la esperanza sin mérito alguno. Y bien se que doy muy poco, por eso tengo deseos de agradecer.
Gracias, sería una nueva palabra que podíamos agregar a nuestro diccionario diario. Pero no solo decirlo, es necesario que esa palabra nazca del silencio, después de tomar conciencia que somos consentidos de Dios, que se nos regala Él mismo en cada Eucaristía, en cada Evangelio.
Es curioso... pero también Dios nos da las gracias, porque nos bendice (bien dice), porque habla bien de nosotros y cuando damos gracias se multiplican las bendiciones y tenemos más para repartir y regalando lo que Dios nos da, más crecemos, somos más cristianos, somos más divinos.
Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse. Decir gracias a cada regalo nos conduce a la paz y a la alegría y es que en el mundo siempre hay más bien que mal, hay mas personas buenas que malas y a nosotros Dios nos ha rodeado de personas maravillosas.
Es cierto que tenemos heridas... pero son buenas. Yo mismo soy una persona herida que busca bálsamo para sus heridas y solo en la gratuidad va uno encontrando la alegría siempre nueva del que se encuentra con la sorpresa del regalo.
Ser conciente de que hoy puedo caminar... ¡cómo lo he de agradecer! Darme cuenta que puedo ver... ¡cuánto he de agradecer! Darme cuenta que puedo oír... Todo es regalo, todo tiene su encanto, todo tiene su sorpresa.
Porque el amor hace nueva todas las cosas, el amor hace eterno el instante y es desde ahí donde puedo agradecer.
Gracias, la palabra puede no decirnos nada... pero unida a nuestra existencia puede decirlo todo porque toda nuestra vida será justamente eso "una acción de gracias" después de todo la misma Eucaristía es eso... "ACCIÓN DE GRACIAS".
Toda la vida como un don.. pero es cierto que hay que pasar por la experiencia de la ausencia del don para darse cuenta del valor de la presencia, es necesario, vivir la ausencia del don, para ser conciente de que nada nos corresponde como mérito, que he correspondido muy poco para lo mucho que se me ha dado.
Vivir la gratuidad puede cambiar nuestra vida y nuestra manera de ver la vida... y no lo digo como una "auto-ayuda" sino como la realidad misma de la existencia que veo dibujada en la existencia de Cristo y en su oración: "gracias padre porque así te ha parecido bien" o en la misma actitud de Job: "si de Dios recibimos los bienes porque no hemos de aceptar los males".
Dios nos quiere libres y un corazón agradecido no está atado a la criatura porque bien sabe que no es dueño sino solo administrador de todos los bienes que Dios le ha querido compartir.... y hemos de dar gracias también por nuestras limitaciones que nos hacen vivir en la realidad humana y no angelical y que nos permite vivir en humildad, sabiendo que no merecemos sino que todo se nos da por amor.
Y es verdad que Dios no se entrega a nosotros en pedazos sino que se da totalmente y a pesar de nuestras miserias el sigue hablando bien de nosotros y nos sigue bendiciendo...
Por todo lo anterior que bueno que hoy tengo la oportunidad de decir gracias, por compartir así como soy sin ese afán de llenar expectativas... sin ese afán de perfeccionista ni con la inquietud del "deber ser." Simplemente ser y ser lo que se es.
Que nuestra vida sea Eucarística y al final sea una acción de gracias y podamos dejar está vida con estás palabras: "gracias Padre porque así te pareció bien... "
Qué mayor alegría que recibir los regalos, viviendo cada día como algo totalmente nuevo. Vendrán otros 6 de febrero... vendrán otras horas, pero este día jamás se volvera a repetir... hoy es totalmente nuevo.... por eso hoy quiero que este día sea para tí y para mi... un motivo para decir GRACIAS y sentir muy dentro de nuestro corazón la alegría de saber dar gracias.
Aprendan de mí que soy manso y humilde; XIV Domingo Ordinario
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 9 de julio 2017
¿Cómo resolvemos nosotros nuestras diferencias y a quién le damos la razón: al que grita más, al poderoso o a quién?
Lecturas:
Zacarías 9, 9-10: “Mira a tu rey que viene humilde hacia ti”
Salmo 144: “Acuérdate, Señor, de tu misericordia”
Romanos 8, 9. 11-13: “Si con la ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán”
San Mateo 11, 25-30: “Soy manso y humilde de corazón”
El pequeño Rosendo, sentado en la orilla de la banqueta, contempla con tristeza la parvada de chiquillos alocados que corren tras un balón que se les escapa. A fuerza de golpes y burlas ha aprendido que no es igual que los demás niños y se ha resignado a ser aceptado a medias, cuando hay alguna necesidad grave, que no se completa el equipo, que alguien ya se cansó o simplemente porque alguien se compadeció de él. “El gordito” es objeto del bullying de niños y niñas por igual. A nadie le ha preocupado cuál es la causa de su debilidad escondida en un cuerpecito deforme. A más aislamiento, más compulsión, menos ejercicio, más tristeza y más problemas. La sociedad es implacable: destruye y aísla. Al débil y pequeño lo hunde en su debilidad y se va creciendo con resentimientos, con complejos y con tristeza.
“En este mundo no hay lugar para los débiles”, es una máxima aprendida a sangre y fuego, a dolor y experiencia por muchos de los niños y jóvenes de nuestros tiempos. Estamos en la ley de la selva o del asfalto: el grande se come al pequeño, el fuerte somete al débil y todos buscan sacar provecho del otro. ¿No es cierto que las naciones poderosas explotan los recursos de las naciones pobres? ¿No es verdad que las grandes empresas se van comiendo a las pequeñas hasta dejarlas en la ruina? Lo mismo sucede en los barrios y en las familias. El hombre fuerte, el insensible, el que aplasta, aparece como modelo de juventud. Jesús, en su Evangelio, va contra corriente y parece descontrolarnos con sus frases profundas y cuestionantes: “gracias… por la gente sencilla… aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón”. ¿Quién sostendría estas frases en la actualidad?
Jesús habla en serio y no con falsa humildad. Se hace eco de la primera lectura de este domingo donde Zacarías nos presenta la alegría de Jerusalén a quien invita a regocijarse: “mira a tu rey que viene hacia ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito. Hace desaparecer… los carros de guerra, los caballos de combate. Rompe el arco del guerrero y anuncia la paz a las naciones…”Aparece Jesús como el portador de paz, pero rompiendo los instrumentos de la guerra. ¿Es posible construir la paz con humildad y sencillez? Es lo que afirma hoy Jesús. Propone vencer la guerra con amor. Es también lo que la experiencia nos enseña desde la casa hasta la situación de las naciones: nunca se ha ganado una guerra con violencia, la paz no se logra con la derrota del enemigo, sino cuando hay la reconciliación y el acuerdo, y todavía se tiene que trabajar mucho después. Cuando alguien grita, otro busca gritar más fuerte; cuando se quiere controlar la violencia con violencia, se suscita una cadena interminable de agravios. Si se siembran vientos se cosecharán tempestades.
El Papa Francisco causa admiración, y también cierta irritación en algunos ambientes, cuando afirma que el Reino de Dios se construye desde los pequeños. La mansedumbre y la humildad no son, como alguien quisiera confundir, una característica de personas pasivas, sin nervio, sin ánimo, sin pasiones, indiferentes y sin emociones. Basta contemplar a Jesús: cuando es proclamado rey en su entrada a Jerusalén, va en un burrito, pero no duda en bajarse del burro, empuñar el látigo y descargarlo contra quienes se han atrevido a profanar el templo. Reprocha fuertemente a quienes lucran con la fe y el culto. Arde en su corazón el celo por la casa del Señor, “el templo y el sagrado recinto que es cada persona”. Así Cristo nos dice que el manso no es un resignado, un incapaz de afrontar los problemas más arduos y tomar decisiones frente a la injusticia. Si uno no está dispuesto a afrontar a los retos y luchar con pasión por la justicia, no puede llamarse manso ni humilde: será irresponsable e indiferente. La oración de agradecimiento de Jesús va en este profundo sentido: los más sencillos, los más humildes son los que se comprometen con la verdad. Los sabios y entendidos, según el mundo, juegan con los sentimientos, buscan ventajas y abusan de su fortaleza. Precisamente Cristo ha elegido siempre a los pobres y sencillos; no es difícil descubrirlo en su Evangelio. Y no es que no anuncie su Evangelio a los poderosos y entendidos, sino que si éstos tienen su corazón lleno de orgullo, no pueden aceptar la novedad del Evangelio.
Cristo sabe que no es fácil construir el mundo desde abajo y entiende que hay dolor y sufrimiento cuando se opta por los pobres y sencillos, por eso pone su corazón como guarida y por eso ofrece su ejemplo como aliciente: “Vengan a Mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y Yo los aliviaré”. Quien siente el peso de la vida encontrará en Jesús un alivio profundo. Cuando Jesús propone: “Tomen mi yugo sobre ustedes”, está ofreciendo salvación, pero no ofrece las curaciones milagrosas o la ausencia de dolor o compromiso. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los “sabios y entendidos” pues no es llevadero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exija menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera de lo que hace daño a las personas. “Aprendan de Mí” es la invitación final que en este día nos hace Jesús. Imitarlo, como Él construye, con sus preferencias, con su estilo, como Él busca la paz.
¿Qué lugar ocupan los pequeños en nuestra comunidad? ¿Cómo resolvemos nosotros nuestras diferencias y a quién le damos la razón: al que grita más, al poderoso o a quién? ¿Cómo podemos acercarnos a Jesús para soportar nuestros yugos de cada día?
Señor Jesús, que has escogido a los pequeños y sencillos para construir tu Reino, concédenos valentía para arriesgarnos en tu aventura y generosidad para descubrir tu rostro en los despreciados y olvidados. Amén
Francisco, en la cátedra de la ventana
"Jesús no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros"
Francisco recuerda en el ángelus que "Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón"
"Con él, todo peso se vuelve ligero, porque él es el descanso que buscamos"
Cameron Doody, 09 de julio de 2017 a las 12:46
Jesús sabe cómo la vida puede ser difícil. Sabe que muchas cosas cansan el corazón: desilusiones y heridas del pasado, cargas que hay que llevar y perjuicios que hay que soportar en el presente, incertidumbres y preocupaciones por el futuro
(Cameron Doody).- Incluso en los meses de descanso del verano, cuando buscamos reposo para nuestros cuerpos fatigados, Jesús es el único descanso que nos satisface de verdad: la paz verdadera "que se mantiene incluso en las pruebas". Lo ha recordado este mediodía el Papa Franciscoen su catequesis previa al rezo del ángelus, en la que también ha rememorado que "Jesús nos espera, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para fortalecernos en ellos".
Algunas frases de la catequesis del Papa
En el Evangelio de hoy Jesús dice: "Venid a mí todos vosotros que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar"
El Señor no se reserva esta frase para uno de sus amigos, ¡no!
Llama a "todos" los que están cansados y agobiados por la vida. ¿Quién puede sentirse excluido de esta llamada?
Jesús sabe cómo la vida puede ser difícil. Sabe que muchas cosas cansan el corazón: desilusiones y heridas del pasado, cargas que hay que llevar y perjuicios que hay que soportar en el presente, incertidumbres y preocupaciones por el futuro
Frente a todo esto, la primera palabra de Jesús es una invitación, una invitación a moverse y reaccionar: "Ven"
El error, cuando las cosas van mal, es quedarte donde estás
En los momentos más oscuros es natural quedarse con uno mismo, meditando sobre lo injusto que es la vida y lo malo que es el mundo
Cerrados dentro de nosotros mismos, vemos todo negro
Pero Jesús quiere que salgamos de estas arenas movedizas, por lo que le dice a cada uno: "¡Ven!"
La salida es en la relación, en el llegar y en el levantamiento de la mirada hacia quien nos ama de verdad
Ir fuera de uno mismo no es suficiente, hay que saber dónde ir
Muchos destinos son ilusorios: prometen refresco y distraen un poco, aseguran la paz y dan diversión, pero dejan a uno en la soledad, son "artificiales"
Jesús nos dice a dónde ir: "Ven a mí"
Así que muchas veces, frente a una carga de la vida o una situación que nos entristece, hablamos con alguien que nos escucha: con un amigo, un experto ... Es un gran bien, ¡pero no nos olvidemos de Jesús!
No os olvidéis de abriros a él y contarle vuestra vida, de encomendar personas y situaciones a él
Hoy en día, nos dice a todos: "Vámonos, no renuncies a las cargas de la vida, no te encierres en miedos y pecados, pero ¡ven a mí!"
Él nos espera, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para fortalecernos en ellos
Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros
Y, con él, todo peso se vuelve ligero, porque él es el descanso que buscamos
Cuando Jesús entra en la vida, llega la paz, la que se mantiene incluso en las pruebas, en el sufrimiento
Vámonos a Jesús, dándolo nuestro tiempo y encontrándolo cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal
Es él mismo el que pide, casi insistiendo. Se repite al final del Evangelio de hoy: "Aprended de mí, y encontraréis descanso en vuestras vidas"
Aprendamos a ir a Jesús y, mientras que en los meses de verano tratáis de encontrar reposo a la fatiga de la carne, no os olvidéis de encontrar el verdadero descanso en el Señor
Saludos del Papa tras el ángelus
Saludo cordialmente a todos vosotros, romanos, italianos y peregrinos de varios países
En particular, saludo a los fieles polacos que han llegado en bicicleta desde Chełm, con un recuerdo para la gran peregrinación que hoy la familia polaca de Radio María está realizando en el santuario de Czestochowa
Recibo con alegría a las Siervas del Santísimo e Inmaculado de la Virgen y bendigo el trabajo de su Capítulo General, que comienza hoy, así como los sacerdotes de diferentes países que participan en el curso de formación organizado por el Instituto Sacerdos de Roma
Un saludo especial a los chicos del Coro "Puzangalan" -que significa "esperanza"- de Taiwan. ¡Gracias por vuestro canto!
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buena comida y adiós!