«Le pondrás por nombre Jesús»

Evangelio según San Mateo 21,23-27.

Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".

Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. 

¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'. 

Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".

Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto". 

San Modesto Jerusalén

Este santo es especialmente reconocido por la Iglesia Católica ya que restauró los templos de los Santos Lugares en Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.

En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió Tierra Santa en Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo católico: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y, a otros, los desterró sin piedad.

Uno de ellos fue el Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías, y fue San Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa al que Dios llamaría para reconstruir los templos. Heráclito, el nuevo gobernante, logró alejar a los persas de la ciudad, situación que el santo aprovechó para comenzar el proyecto de reconstrucción, para lo que contó con la ayuda de sus monjes a recoger.

Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo.

El Arzobispo Zacarías había muerto en el destierro, y el emperador Heráclito nombró como sucesor de éste a San Modesto. Lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén, siendo una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y demás lugares santos destruidos por los bárbaros. Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, conseguir contribuciones e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios.

Murió el 18 de diciembre mientras llevaba un valioso cargamento de ayuda para la restauración de los santos lugares, fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevabaç

Oremos

Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San Modesto para que manifestara à sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

San Beda el Venerable (c. 673-735), monje benedictino, doctor de la Iglesia Homilía 5; CCL 122,36

«Le pondrás por nombre Jesús»

En hebreo «Jesús» quiere decir «salvación» o «Salvador», un nombre que, para los profetas, designaba una vocación muy determinada. De ahí provienen estas palabras cantadas con un gran deseo de verle: «Mi alma se alegra en el Señor y mi corazón con su auxilio, y me consumo ansiando su salvación» (Sl 12,6; 34,9; 118,81). «Yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios, mi salvador»(Ha 3,18). Y sobre todo: «Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme» (Sl 54,3). Es como si dijera: «Tú, que te llamas Salvador, salvándome, manifiestas la gloria de tu nombre». Pues el nombre del hijo nacido de la Virgen María es Jesús, según le dijo el ángel: «Él salvará a su pueblo de sus pecados»...

La palabra «Cristo», él mismo, designa la dignidad real. En efecto, los sacerdotes y los reyes eran «crismados», es decir, ungidos con aceite santo; por ella eran signo de aquel que, apareciendo en el mundo como el verdadero rey y gran sacerdote, ha recibido la unción del «aceite de júbilo entre todos tus compañeros» (Sl 44,8). Es por esta unción que se llama Cristo, y los que participan de esta misma unción, la de la gracia espiritual, son llamados cristianos. ¡Que por su nombre de Salvador, se digne salvarnos de nuestros pecados. Que por su unción de gran sacerdote, se digne reconciliarnos con Dios Padre. Que por su unción de rey, nos dé el reino eterno de su Padre!

Ángelus: tres actitudes para prepararse para la Navidad:  Alegría, oración, gratitud

Ángelus Del 17/12/2017, Captura Vatican Media

(ZENIT – 17 dic. 2017).- Alegría, oración, gratitud, estas son las tres actitudes que el Papa Francisco ha recomendado preparar para la Navidad, durante el Ángelus del tercer domingo de Adviento, este 17 de diciembre de 2017.

Al presentar la oración mariana desde su ventana del palacio apostólico que da a la Plaza San Pedro, en presencia de unas 25.000 personas, el Papa ha subrayado que “la alegría del cristiano no se puede comprar, no se puede comprar: viene de la fe y del encuentro con Jesucristo, la razón de nuestra felicidad”.

“Cuanto más enraizados estamos en Cristo, más encontramos la serenidad interior, incluso en medio de contradicciones diarias”, ha afirmado: el cristiano “no puede ser un profeta de la miseria, sino un testigo y un heraldo de la alegría”… Una alegría para compartir con los demás; una alegría contagiosa que hace que el camino de la vida sea menos doloroso.

Esta es nuestra traducción de las palabras pronunciadas por el Papa antes del Ángelus.

Palabras del Papa Francisco antes del Ángelus 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!.

En estos últimos domingos, la liturgia ha subrayado lo que significa ponerse en una actitud de vigilancia y lo que significa concretamente preparar el camino del Señor. En este tercer domingo de Adviento, llamado “Domingo de la alegría” (Gaudete), la liturgia nos invita a captar el espíritu con el que todo esto sucede es decir, precisamente, la alegría, San Pablo nos invita a preparar la alegría del Señor asumiendo tres actitudes. Escucha bien, tres actitudes, la primera, la alegría constante; segunda, la oración perseverante; y la tercera la acción de gracias continua. Alegría constante, oración perseverante y acción de gracias continua.

La primera actitud es la alegría constante. “estad siempre alegres” (I Ti. 5, 16), dice San Pablo, es decir, permanecer siempre en la alegría aún cuando las cosas no vayan de acuerdo con nuestros deseos; pero hay esa alegría profunda de la paz, también es alegría que está dentro. Y la paz es una alegría a “nivel del suelo”, pero es una alegría. Las angustias, las dificultades y los sufrimientos, atraviesan la vida de cada uno; y a menudo, la realidad que nos rodea parece ser inhóspita y árida, como el desierto en el que resonaba la voz de Juan el Bautista, como nos recuerda el Evangelio de hoy (cf. Jn 1, 23). Pero precisamente, las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se basa en la certeza de que este desierto está habitado: “En medio de vosotros está uno que no conocéis” (v. 26). Se trata de Jesús, el enviado del Padre que viene, como dice Isaías “a anunciar la buena nueva a los humildes, a curar las heridas de los corazones quebrantados, a proclamar la libertad a los cautivos, para promulgar el año de gracia del Señor. “(61, 1-2). Estas palabras, que Jesús dirigirá a los suyos en la sinagoga de Nazaret, aclara que su misión en el mundo consiste en la liberación del pecado y de la esclavitud personal y social que produce, Él ha venido sobre la tierra para volver a dar a los hombres la libertad de los hijos de Dios, que solo él puede dar, dar la alegría.

La alegría que caracteriza la espera del Mesías, se basa en la oración perseverante: esta es la segunda actitud. San Pablo dice. “Orad sin cesar” a través de la oración podemos entrar en una relación estable con Dios, que es la fuente de la verdadera alegría. La alegría del cristiano no se compra, no se puede comprar: viene de la fe y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad. Cuanto más estamos enraizados en Cristo, más cerca de Jesús, más encontramos la serenidad interior, incluso en medio de las contradicciones cotidianas. Por eso el cristiano habiéndose encontrado a Jesús no puede ser un profeta de desventuras, sino un testigo, y un heraldo de alegría. Una alegría para compartir con los demás; una alegría contagiosa que hace que el camino de la vida sea menos doloroso.

Y la tercera actitud indicada por Pablo es la acción de gracias continua, es decir, el amor agradecido a Dios. Él es de hecho mucho más generoso con nosotros, y nosotros estamos invitados a reconocer siempre sus beneficios, su amor misericordioso, su paciencia y su bondad, viviendo así en una acción incesante de gracias.

Alegría, oración y gratitud son tres actitudes que nos preparan para vivir la Navidad de una manera auténtica. Alegría, oración, y gratitud. Digamos todos juntos: alegría, oración, y gratitud [la gente repite]. ¡Una vez más! [ellos repiten].En esta última etapa del tiempo de Adviento, nos confiamos a la intercesión materna de la Virgen María. Ella es la “causa de nuestra alegría”, no solo porque trajo a Jesús al mundo, sino porque nos reenvía constantemente a Él.

Los caminos del Señor

Santo Evangelio según San Mateo 1, 18-24. Lunes III de Adviento.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor mío y Dios mío, ayúdame a aceptar tu santa voluntad con fe, entrega y alegría.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dios tiene un camino para cada uno de sus hijos. Un camino que en muchas ocasiones no va acorde a nuestra voluntad. Nos lleva por veredas oscuras, estrechas, solitarias, o en ocasiones nos lleva por un hermoso camino, amplio, con flores y nos sentimos acompañados.

A veces nos cambia la dirección que ya habíamos decidido tomar y, ante estos hechos, es bueno preguntarse, ¿cómo está mi actitud? ¿Cómo respondo a lo que creo Dios me pide? ¿Claramente me entrego a ejemplo de la Santísima Virgen María "hágase en mí según tu palabra" o a ejemplo de José, o por el contrario, le esquivo, huyo y trato de seguir por el camino que yo creo es el mejor?

Podemos responder de ambas maneras, pero lo importante es comprender que Dios está presente y que tiene realmente un camino para cada uno de sus hijos. Él espera que aceptemos su santa voluntad con fe, entrega y alegría pues, aunque nuestra mirada sea limitada y no nos permita ver más allá de nosotros mismos, la suya ya conoce que pasará en toda nuestra vida.

No olvidemos que muchas veces no comprenderemos porqué suceden las cosas de una u otra manera, pero suceden para que se lleve a fin la obra de Dios en nuestras vidas.

Hay que rezar para tener ganas de seguir la voluntad de Dios, rezar para conocer la voluntad de Dios y rezar -una vez conocida esta voluntad- para ir adelante con la voluntad de Dios.

(Catequesis Papa Francisco, 27 de enero, 2015)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Disfrutaré cada momento en este día. Aceptaré la voluntad de Dios con alegría y daré gracias por ello.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los caminos a Cristo

Elige un santo que te represente, con el que te sientas especialmente identificado, y ámalo. Conócelo, aprende sobre su vida, pídele su intercesión ante Dios.

Todos tenemos dentro una fuerza que nos lleva a Dios. Pero esa fuerza, misteriosa y poderosa, toca nuestras almas en los lugares donde más provecho se puede obtener para beneficio de nuestra propia salvación, creando el camino que nos abre a la gracia y a la luz. ¿Existe entonces un sólo camino para llegar a Jesús?. Si, y no. Si, porque el camino del amor es el único sendero que nos lleva al Reino. Angosto y empinado, ondulante y lleno de dificultades, pero luminoso y claro para quienes buscan hacer la Voluntad del Creador. Y también no, porque cada uno de nosotros tiene una esencia que le indica distintos modos de manifestar su espiritualidad.

De este modo vemos claramente que existen distintos tipos de espiritualidad, distintos modos de manifestar nuestro deseo de hacer la Voluntad de Dios. ¿Dónde podemos ver claramente manifestadas estas distintas espiritualidades, en su plena diversidad?. ¡En la vida de los santos!.

La espiritualidad de los que se aproximaron a la perfección que Dios nos pide, nuestros amados santos, se muestra variada e iridiscente. Como una joya que brilla en sus diversas tonalidades, pero siempre hermoso a los ojos de Dios. Rubíes, diamantes, amatistas, esmeraldas, zafiros. Todas estas distintas formas de manifestar la gloria de Dios nos muestran los caminos que se nos ofrecen como ejemplo a imitar. ¿Quién puede decir que el Padre Pío (¡San Pío!), o que Santa Rita, o Santa Teresita, o San Francisco, o el Santo Cura de Ars, o San Pablo son idénticos?. No lo son, y sin embargo todos ellos son hermosos y fascinantes a los ojos de los que los admiran en su santidad. Algunos impetuosos y llenos de fuerza evangelizadora, otros humildes y pequeños en su entrega a Dios, unos buenos y caritativos hasta el infinito, otros abnegados y entregados en su sufrimiento a los dolores que Dios les dio como misión de vida. Todos tienen puntos de comparación con algún aspecto de la vida de Cristo, pero ninguno es tan perfecto como el propio Hijo de Dios lo fue en Su vida de Hombre-Dios.

De este modo, podemos ver que las distintas espiritualidades que los santos nos han enseñado y nos enseñan (porque santos han habido siempre y los hay en nuestro tiempo), son espejos en los que cada uno de nosotros se puede buscar. Es muy importante encontrar cual es la espiritualidad que mejor se adapta a los dones que Dios nos ha dado, a la esencia de nuestra alma. Y si podemos amar al santo que representa esa espiritualidad, tendremos un punto de apoyo y un mapa que facilitará nuestro crecimiento en la fe y el amor. Ese santo representará la meta que debemos buscar, como camino de llegada a Cristo. Pero también es importante comprender y respetar la existencia de otras espiritualidades, otras formas de santidad que conviven en armonía en la gracia de Dios.

El Señor se adapta a nosotros, porque Su Amor es infinito. El es el amor, y en su inmensa caridad se amolda a nuestras necesidades y debilidades. Porque nuestras fortalezas (nuestras virtudes naturales) también acarrean nuestras debilidades. Si tuviéramos un balance perfecto entre todas las virtudes Divinas, seríamos como Cristo. Pero sólo El puede lograrlo.

Elige un santo que te represente, con el que te sientas especialmente identificado, y ámalo. Conócelo, aprende sobre su vida, pídele su intercesión ante Dios, no te apartes de el. Dios lo ha enviado para ayudarte y socorrerte cuando la tempestad del mundo te sacuda como una hoja en el viento. El es tu ancla, tu brújula y tu vela. Deja que su viento te lleve a tierras de paz espiritual y amor fraterno. Si lo haces bien, te encontrarás en el Reino con todas las demás espiritualidades, con todos los santos que han llegado a merecer contemplar la Luz del Rostro de Dios.

Una prueba biológica de que el nacimiento de Cristo ocurrió en diciembre

Esto es práctico. Esto es un hecho. Esto es biología

La bióloga molecular y catequista Rebecca Salazar expuso en la plataforma católica Aleteia una evidencia biológica que contribuye a ubicar en el mes de diciembre la fecha de nacimiento de Cristo y que se relaciona con un sorpresivo dato teológico que puede aportar una visión novedosa a nuestra comprensión del misterio del Nacimiento del Salvador. Su hallazgo le permitió superar un cierto escepticismo sobre la precisión de la tradición y se relaciona de forma concreta con su formación científica.

"Hace mucho tiempo, acepté la idea de que el 25 de diciembre probablemente no era la fecha real del nacimiento de Cristo, que la fecha real era desconocida, pero probablemente en la primavera", relató Salazar, quien creyó que la designación del día 25 de diciembre correspondía a un aspecto legendario y que sería una de las ilusiones infantiles que se dejan de lado al crecer. Sin embargo, no dejó de investigar cuál podría ser la fecha auténtica.

Un primer acercamiento a la evidencia histórica le permitió conocer su coincidencia con la fecha probable del ingreso de Zacarías al templo y el anuncio de la gestación de su esposa Isabel, quien tenía seis meses de embarazo cuando el Ángel anunció la Encarnación del Señor a la Santísima Virgen. Otro importante argumento es la tradición de que los grandes profetas fueron engendrados y murieron en la misma fecha. Para el Mesías, esta fecha fue el 25 de marzo, fijada como Fiesta de la Anunciación, pudiendo ubicarse la fecha de su nacimiento nueve meses después, el 25 de diciembre. "Son buenos argumentos, mantenidos según estrictos estándares de investigación histórica y lógica, dentro de sus propios campos", comentó Salazar.

Para la investigadora, sin embargo, estos datos no le satisfacían, por encontrarse en búsqueda de un hecho material concreto. Una de sus objeciones era la posible explicación de la presencia de pastores en los campos en medio de la noche cuando recibieron el anuncio del nacimiento del Mesías: estar a la espera del parto de sus animales, algo que normalmente ocurre en primavera. Alguien le hizo esta pregunta concreta y Salazar, en lugar de exponer las razones religiosas para elegir el 25 de diciembre, resultó preguntándose si sus datos eran correctos. "¿Realmente nacieron los corderos en primavera en Israel?", se cuestionó. "¿Puedo averiguarlo?".

"La oveja Awassi es una oveja del desierto, una raza de cola gorda que ha existido en el Medio Oriente durante aproximadamente 5,000 años. Es la única raza indígena de ovejas en Israel. Se crían para lana, carne y leche", resumió la redactora sobre sus hallazgos. "La oveja awassi se reproduce en el verano y da a luz sus corderos en el invierno, cuando hay suficiente pasto para las ovejas en lactancia. En Israel, la temporada principal de parto es de diciembre a enero". Estos datos cambiaron su perspectiva. "Esto es práctico, pensé. Esto es un hecho. Esto es biología".

Las evidencias resultaron no sólo hablar en favor de la tradición litúrgica de la Iglesia, sino que le comunicaron un aspecto hasta entonces desconocido para ella. "Jesús, el Cordero de Dios, nació al mismo tiempo y en el mismo lugar que todos los corderos pascuales", reconoció. "Por supuesto, esta fecha fue tal para que el día de su entrada y salida del mundo sea el mismo. Por supuesto,el nacimiento de Juan el Bautista es cuando es porque el nacimiento de Jesús realmente es cuando es".

"La biología otorga gran valor a la simetría, y aquí había una simetría para deleitar mi intelecto, una simetría de la historia y la teología y la biología", concluyó Salazar. "Antes, honestamente había llorado la pérdida de mi asombro infantil; ahora encuentro que esta comprensión ha producido un asombro mayor y más profundo sobre la providencia de Dios. Es realmente correcto y justo".

Este 24 de diciembre es domingo: ¿tengo que ir dos veces a Misa?

Una explicación clara y pastoral para todos los fieles católicos

El tiempo del Adviento (este año 2017) comenzó el 3 de diciembre. Cuando esto sucede, (algo que no es tan inusual como parece), el IV domingo de Adviento coincide con la fecha 24 de diciembre (es decir, la Nochebuena), y ante esta situación, muchos hermanos se plantean la pregunta: “¿Tengo que ir dos veces a misa, o basta con una?” Trataremos de dar una respuesta práctica, sencilla y pastoral.

La respuesta ante la pregunta es simplemente SI. ¿Por qué razón? El cristiano tiene el deber de asistir a la Eucaristía todos los domingos y fiestas de precepto, como lo manda el tercer mandamiento de la Ley de Dios (“Santificarás las fiestas” – Ex 20,8-10; Ex 31, 15; Dt 12,15) y el primer mandamiento de la Santa Madre Iglesia (Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de precepto).

En otras palabras, la liturgia de la misa del 24 de diciembre, correspondiente al IV domingo del Adviento, es precepto dominical. Eso significa, por ende, que si asisto a la misa propia del 24 de diciembre llamada misa de medianoche, misa del gallo o Nochebuena (que por razones pastorales en algunos lugares se celebra en horas tempranas de la noche y no estrictamente a la medianoche) es otra Eucaristía con otra liturgia (lecturas, oraciones, etc)es decir, distinta a la Eucaristía correspondiente al IV domingo de Adviento ya que es lo que corresponde a la Misa por la Solemnidad de la Natividad del Señor.

Por lo tanto, algunas recomendaciones pastorales para este 24 y 25 de diciembre son las siguientes:

En primer lugar tener claro que el 24 de diciembre (durante el día) tenemos la obligación de asistir a la misa dominical correspondiente al IV domingo del Adviento.

Si tenemos la devoción de asistir a misa a nuestras parroquias en la noche del 24, no debemos descuidar asistir a misa durante el día, por lo dicho en el primer punto, o excusarnos diciendo que es durante el mismo domingo 24. Insistimos, son Eucaristías diferentes.

Si por razones no podemos asistir dos veces a misa el domingo 24, la recomendación que damos es: asistir a la misa del IV domingo de Adviento (es decir, durante el día) y asistir a misa el 25 de diciembre, que es el precepto de la Natividad del Señor.

Hay que tener claro, que el 25 de diciembre es solemnidad, por tanto, también es obligación asistir a la santa Eucaristía correspondiente a la Natividad del Señor.

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