Llamó a los que quiso
- 19 Enero 2018
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Evangelio según San Marcos 3,13-19.
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.
Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
San Ábaco
Santos Mario, Martha, Abachum y Audifax. Murieron en el año 270. Era una familia rica persa (esposo, esposa y dos hijos) que se convirtieron a la fe y distribuyeron sus posesiones a los pobres.
Decidieron visitar Roma para venerar las tumbas de los mártires aunque el emperador Claudio estaba persiguiendo cristianos. Claudio había ordenado a sus legiones que juntaran a los cristianos romanos en el anfiteatro en donde los mataron e incineraron.
La familia persa juntó las cenizas de los mártires y las enterraron juntas. Por este hecho, el gobernador Marciano los aprehendió y los torturó antes de matarlos. Los tres hombres fueron decapitados y Martha fue ahogada 13 millas fuera de Roma en un lugar llamado hoy Santa Ninfa.
Los cristianos honraron los cuerpos de estos mártires con respeto. Fueron enterrados en la Via Cornelia. Trece siglos después (en 1590) sus cuerpos fueron descubiertos y ahora son honrados en iglesias tan separadas unas de otras como Roma, Cremona y Alemania (Martirologio Romano).
En el arte, este grupo está representado generalmente como una familia noble persa visitando prisioneros. Algunas veces se representan enterrando cristianos en Roma o siendo ejecutados con una hacha.
Concilio Vaticano II Constitución dogmática sobre la Iglesia, «Lumen Gentium», § 18-19
«Llamó a los que quiso»
Este santo Concilio, siguiendo las huellas del Vaticano I, enseña y declara a una con él que Jesucristo, eterno Pastor, edificó la santa Iglesia enviando a sus Apóstoles como El mismo había sido enviado por el Padre (cf. Jn., 20,21), y quiso que los sucesores de éstos, los Obispos, hasta la consumación de los siglos, fuesen los pastores en su Iglesia. Pero para que el episcopado mismo fuese uno solo e indiviso, estableció al frente de los demás apóstoles al bienaventurado Pedro, y puso en él el principio visible y perpetuo fundamento de la unidad de la fe y de comunión...
El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a los doce para que viviesen con El y enviarlos a predicar el Reino de Dios (cf. Mc., 3,13-19; Mt., 10,1-42): a estos, Apóstoles (cf. Lc., 6,13) los fundó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, y puso al frente de ellos, sacándolo de en medio de los mismos, a Pedro (cf. Jn., 21,15-17). A éstos envió Cristo, primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes (cf. Rom., 1,16), para que con la potestad que les entregaba, hiciesen discípulos suyos a todos los pueblos, los santificasen y gobernasen (cf. Mt., 28,16-20; Mc., 16,15; Lc., 24,45-48; Jn., 20,21-23) y así dilatasen la Iglesia y la apacenta¬sen, sirviéndola, bajo la dirección del Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (cf. Mt., 28,20). En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (cf. Act., 2,1-26), según la promesa del Señor: "Recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que vendrá sobre voso¬tros, y seréis mis testigos así en Jerusalén como en toda la Judea y Samaría y hasta el último confín de la tierra" (Act., 1,8).
Los Apóstoles, pues, predicando en todas partes el Evangelio (cf. Mc., 16,20), que los oyentes recibían por influjo del Espí¬ritu Santo, reúnen la Iglesia universal que el Señor fundó sobre los Apóstoles y edificó sobre el bienaventurado Pedro su cabeza, siendo la piedra angular del edificio Cristo Jesús (cf. Ap., 21,14; Mt., 16,18; Ef., 2,20). Esta divina misión confiada por Cristo a los Apóstoles ha de durar hasta el fin de los siglos (cf. Mt., 28,20), puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir en todo tiempo es el princi¬pio de la vida para la Iglesia.
Vivir en la libertad de la ley del amor
Santo Evangelio según San Marcos 3, 13-19. Viernes II del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor renuévame..., renueva mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hay tradiciones, hábitos, costumbres que solemos hacer y que ya no nos damos cuenta de por qué las hacemos. Es parte de una cierta rutina en la que inconscientemente nos vemos inmersos.
Jesús, de alguna manera, cuando se encuentra con los fariseos, quiere hacer surgir una pregunta en sus corazones: ¿Por qué hacen esto?
No simplemente para poner una duda sino para encontrar una razón.
Sin darse cuenta habían puesto a la ley, a su tradición, a sus costumbres encima del hombre.
La ley siempre debe estar siempre al servicio del hombre y existe para guiar, para mantener el orden que Jesús vino a dar en plenitud..., debe ser una ley de amor.
Esto es el verdadero sentido de la ley de Dios; una ley que lleva al hombre a ser hombre y, por lo tanto, lo lleva a una apertura hacia los demás, una apertura que lleva siempre al amor. Y en base a esta ley de amor Jesús llamó a los que quiso y los mando a predicar y a expulsar a los demonios.
Ésa es la renovación de la ley a la que Jesús quiere invitar a aquellos que están cegados por la rutina, por las costumbres y tradiciones..., para que podamos vivir en la libertad de la ley del amor.
Hay una elección: Jesús eligió a los que él quería. Y, precisamente, instituyó a Doce. Que llamó apóstoles. Había otros: estaban los discípulos, y el evangelio habla de setenta y dos, en una ocasión. Pero estos eran otra cosa. Los Doce son instituidos para que estén con él y para mandarlos a predicar con el poder de expulsar los demonios. Es el grupo más importante que Jesús eligió, para que estuvieran con él y para mandarlos a predicar el Evangelio. Y con el poder de expulsar los demonios. Precisamente los Doce son los primeros obispos, el primer grupo de obispos.
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de enero de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Vivir hoy mis "quehaceres" con amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El amor es la medida de la fe y la fe es el alma del amor
El primer mandamiento
Ángelus del Papa. 26 octubre 2014
Por: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
¡Queridos hermanos y hermanas buenos días!
El Evangelio de hoy nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor por Dios y por el prójimo. El Evangelista Mateo cuenta que algunos fariseos se pusieron de acuerdo para probar a Jesús (cfr 22,34-35). Uno de ellos, un doctor de la ley, le dirige esta pregunta : «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»(v. 36). Jesús, citando el Libro del Deuteronomio, responde: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento» (vv. 37-38). Habría podido detenerse aquí. En cambio Jesús agrega algo que no había sido preguntado por el doctor de la ley. De hecho dice: «El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39). Este segundo mandamiento tampoco lo inventa Jesús, sino que lo retoma del Libro del Levítico.
Su novedad consiste justamente en el juntar estos dos mandamientos – el amor por Dios y el amor por el prójimo – revelando que son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El Papa Benedicto nos ha dejado un bellísimo comentario sobre este tema en su primera Encíclica Deus caritas est (nn. 16-18).
En efecto, la señal visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar el amor de Dios al mundo y a los demás, a su familia, es el amor por los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está encima del elenco de los mandamientos. Jesús no lo coloca al vértice, sino al centro, porque es el corazón desde el cual debe partir todo y hacia donde todo debe regresar y servir de referencia.
Ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de ocuparse de las personas más débiles como el forastero, el huérfano, la viuda (cfr Es 22,20-26). Jesús lleva a cumplimento esta ley de alianza, Él que une en sí mismo, en su carne, la divinidad y la humanidad, en un único misterio de amor.
A este punto, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, de piedad, del servicio a los hermanos, de aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos dividir más la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la cercanía a su vida, especialmente a sus heridas. Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. Tú ¿cuánto amas? Cada uno se responda ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor.
En medio de la densa selva de preceptos y prescripciones – de los legalismos de ayer y de hoy – Jesús abre un claro que permite ver dos rostros: el rostro del Padre y aquel del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos: no son preceptos y fórmulas; nos entrega dos rostros, es más un solo rostro, aquel de Dios que se refleja en tantos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado está presente la imagen misma de Dios. Y deberiamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer en él el rostro de Cristo: ¿somos capaces de esto?
De esta forma Jesús ofrece a cada hombre el criterio fundamental sobre el cual edificar la propia vida. Pero sobre todo Él nos dona el Espíritu Santo, que nos permite amar a Dios y al prójimo como Él, con corazón libre y generoso. Por intercesión de María, nuestra Madre, abrámonos para acoger este don de amor, para caminar siempre en esta ley de los dos rostros, que son un solo rostro: la ley del amor.
El Papa en Perú: Sus primeras palabras en el país
Ante miles de personas que lo esperaban en las afueras de la Nunciatura Apostólica en medio de un ambiente de fiesta, el Papa Francisco pronunció sus primeras palabras en el Perú.
Visiblemente cansado tras el viaje que lo trajo desde Iquique, y luego de un recorrido de más de una hora, primero en auto cerrado y después en el papamóvil abierto, el Papa dirigió unas palabras a los fieles.
“Buenas tardes, muchas gracias por haber venido hasta aquí, gracias de corazón. Ahora quisiera darles a todos ustedes y sus familias, a los que tienen en el corazón la bendición, recemos juntos a la Virgen”.
Tras el rezo del Ave María, el Santo Padre bendijo a todos los presentes y les hizo su habitual petición: “Recen por mí, no se olviden, muchas gracias”.
MILES DE PERSONAS ACOMPAÑAN AL PAPA EN SU PRIMER TRAYECTO EN LIMA
Francisco llega a Perú como "peregrino de la esperanza"
Fujimori, Figari o las poblaciones indígenas de la Amazonía, claves de la visita
Jesús Bastante, 18 de enero de 2018 a las 23:23
El Papa Francisco ya está en PerúAgencias
RELIGIÓN | AMÉRICA
En Puerto Maldonado, el papa se reunirá con 3.500 representantes de comunidades indígenas peruanas, bolivianas y brasileñas, quienes expondrán los peligros que afrontan sus territorios ante la minería ilegal y el cambio climático
(J. B./Agencias).- Con media hora de adelanto sobre el horario previsto, el vuelo de Latam llegó al aeropuerto de Lima. El Papa Francisco comienza la segunda etapa de su periplo americano, después de haber dejado un Chile donde Bergoglio se ha encontrado con más dificultades de las previstas inicialmente.
Dos niños, vestidos con los colores vaticanos, entregaron al Papa un ramo de flores, mientras al pie de la escalera, el presidente Kuczynski y su mujer esperaban a Francisco. "Unidos por la esperanza" es el lema de la visita, que no estará exenta de problemas, desde la situación de las poblaciones indígenas al polémico indulto a Fujimori, pasando por la resolución del escándalo del Sodalicio y la situación de su fundador, Luis Figari.
Se notaba al Papa visiblemente cansado, después de un doble viaje: de Santiago a Iquique y, tras una intensa jornada, de Iquique a Lima. Mañana, sin solución de continuidad, Bergoglio llegará a Puerto Maldonado, en la Amazonía peruana, para el que muchos consideran el punto álgido de su visita.
Tras una breve ceremonia de llegada, donde recibió honores militares, el Papa subió a un pequeño Fiat Negro (en esta ocasión, no se subió al asiento del copiloto), y recorrió el camino que le separaba del aeropuerto a la Nunciatura. A diferencia de lo ocurrido en algunos momentos en Chile, los limeños se volcaron para dar un mensaje de acogida y fraternidad al primer Papa latinoamericano, el segundo pontífice que visita el país, tras la visita de 1987 de Juan Pablo II. Desde Callao a la Nunciatura, decenas de miles de ciudadanos gritaron vivas a Francisco. Mañana viernes, en la ciudad amazónica de Puerto Maldonado, el papa se reunirá con 3.500 representantes de comunidades indígenas peruanas, bolivianas y brasileñas, quienes expondrán los peligros que afrontan sus territorios ante la minería ilegal y el cambio climático, entre otras amenazas.
Ese mismo día, a su vuelta a Lima, se reunirá en privado con Kuczynski, con quien conversará sobre la situación de las poblaciones vulnerables y del medioambiente, según han adelantado fuentes oficiales peruanas.
Al día siguiente visitará la ciudad norteña de Trujillo, a 570 kilómetros de Lima, que fue muy afectada por el fenómeno climático de El Niño Costero que golpeó la costa peruana durante los primeros meses de 2017.
El papa dedicará la última jornada de su visita a Perú a participar en actividades religiosas en Lima, que cerrará con una misa al aire libre en la base aérea de Las Palmas, en el distrito de Surco, donde se espera que asista más de un millón de personas.
El papa Francisco llega a un Perú entusiasmado en su fervor religioso y donde se prevé un seguimiento masivo de su visita apostólica, al que se han volcado tanto las autoridades como la ciudadanía.
El viaje del pontífice se da en una situación complicada para la política peruana, marcada por el escándalo de corrupción de la compañía brasileña Odebrecht y por el polémico indulto que Kuczynski otorgó el 24 de diciembre al ex mandatario Alberto Fujimori, quien cumplía una condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad.