Sembrar en el mundo entero

Evangelio según San Marcos 4,1-20. 

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. 

El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: 
"¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. 

Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. 

Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. 

Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. 

Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". 

Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". 

Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. 

Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". 

Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? 

El sembrador siembra la Palabra. 

Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. 

Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. 

Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. 

Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno". 

San Francisco de Sales

San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia

Memoria de san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia. Verdadero pastor de almas, consiguió volver a la comunión católica a muchos hermanos que se habían separado, y con sus escritos enseñó a los cristianos la devoción y el amor a Dios. Fundó, junto con santa Juana de Chantal, la Orden de la Visitación, y en Lyon entregó humildemente su alma a Dios el veintiocho de diciembre de 1622. Fue sepultado en Annecy, en Francia, el día de hoy.

San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567. Al día siguiente, fue bautizado en la iglesia parroquial de Thorens, con el nombre de Francisco Buenaventura. San Francisco de Asís había de ser su patrono durante toda la vida. El cuarto en que nació san Francisco de Sales se llamaba «el cuarto de San Francisco», porque había en él una imagen del «Poverello» predicando a los pájaros y a los peces. Francisco de Sales fue muy frágil y delicado en sus primeros años, debido a su nacimiento prematuro; pero, gracias al cuidado que tuvo de su salud, se fue fortaleciendo con los años, de suerte que, si bien nunca fue robusto, pudo desplegar una enérgica actividad durante su vida. La madre del santo se encargó de su educación, ayudada por el P. Déage, quien fue tutor de Francisco y le acompañó en todos los viajes de sus primeros años. Durante su infancia se distinguió por su obediencia y sentido de responsabilidad, y parece haber sido muy amante de la lectura. A los ocho años entró al colegio de Annecy donde hizo su primera comunión. En la iglesia de Santo Domingo (actualmente San Mauricio), recibió la confirmación y, un año más tarde, la tonsura. Un gran deseo de consagrarse a Dios consumía al joven, que había cifrado en ello la realización de su ideal; pero su padre (que al casarse había tomado el nombre de Boisy) tenía destinado a su primogénito a una carrera secular, sin preocuparse de sus inclinaciones. A los catorce años, Francisco fue a estudiar a la Universidad de París que, con sus cincuenta y cuatro colegios, era uno de los grandes centros de enseñanza de la época. Su padre le había enviado al Colegio de Navarra, a donde iban los hijos de las familias nobles de Saboya; pero Francisco, que temía por su vocación, consiguió que consintiera en dejarle ir al Colegio de Clermont, dirigido por los jesuitas y conocido por la piedad y el amor a la ciencia que reinaban en él. Acompañado por el P. Déage, Francisco se instaló en el Hotel de la Rosa Blanca de la calle de St. Jacques, a unos pasos del Colegio de Clermont.

Pronto se distinguió en retórica y en filosofía; después se entregó apasionadamente al estudio de la teología. Para dar gusto a su padre, tomó también lecciones de equitación, danza y esgrima, pero sin poner en ello gran empeño. Cada día estaba más decidido a consagrarse a Dios y acabó por hacer voto de castidad perpetua, poniéndose bajo la protección de la Santísima Virgen. Pero no por ello le faltaron las pruebas. Hacia los dieciocho años le asaltó una angustiosa tentación de desesperación. El amor de Dios había sido siempre lo más importante para él, y tenía la impresión de haber perdido la gracia divina y estaba destinado a odiar eternamente a Dios junto con los condenados.

Esa obsesión le perseguía día y noche, y su salud empezó a resentirse. Finalmente, un acto heroico de amor de Dios le salvó de la tentación: «¡Señor -gritó el santo-, haz que jamás blasfeme yo de Tu nombre, aun en el caso de que no esté predestinado a verte en el cielo! ¡Y si no he de amarte en el otro mundo, porque en el infierno los condenados no te alaban, concédeme que, por lo menos, en esta vida te ame con todas mis fuerzas!» Inmediatamente después, cuando se hallaba todavía arrodillado ante su imagen favorita de Nuestra Señora, en la iglesia de St. Etienne des Grés, recitando humildemente el «Acordáos», el temor y la desesperación se esfumaron y una gran paz invadió su alma. Esta prueba le enseñó a comprender y tratar con bondad a quienes sufrían las tentaciones y dificultades espirituales.

A los veinticuatro años, Francisco obtuvo el doctorado en leyes en Padua, y fue a reunirse con su familia en el castillo de Thuille, a orillas del lago de Annecy. Allí llevó durante dieciocho meses, por lo menos en apariencia, la vida ordinaria de un joven de la nobleza. El padre de Francisco tenía gran deseo de que su hijo se casara cuanto antes y había escogido para él a una encantadora muchacha, heredera de una de las familias del lugar. Sin embargo, el trato cortés, pero distante, de Francisco hicieron pronto comprender a la joven que éste no estaba dispuesto a secundar los deseos de su padre. El santo declinó, por la misma razón, la dignidad de miembro del senado que le había sido propuesta, a pesar de su juventud. Hasta entonces Francisco sólo había confiado a su madre, a su primo Luis de Sales y a algunos amigos íntimos, su deseo de consagrarse al servicio de Dios. Pero había llegado el momento de hablar de ello con su padre. El Sr. de Boisy lamentaba que su hijo se negara a aceptar el puesto en el senado y que no hubiese querido casarse, pero ello no le había hecho sospechar, ni por un momento, que Francisco pensara en hacerse sacerdote. La muerte del deán del capítulo de Ginebra hizo pensar al canónigo Luis de Sales en la posibilidad de nombrar a Francisco para sustituirle, lo cual haría menos duro el golpe para el padre del santo. Con la ayuda de Claudio de Granier, obispo de Ginebra, pero sin consultar a ningún miembro de la familia, el canónigo explicó el asunto al Papa, quien debía hacer el nombramiento y, a vuelta de correo, llegó la respuesta del Sumo Pontífice que daba a Francisco el puesto. Este quedó muy sorprendido ante la dignidad con que le distinguía el Papa, pero se resignó a aceptar ese honor que no había buscado, con la esperanza de que su padre accedería así más fácilmente a su ordenación.

Pero el Sr. de Boisy era un hombre muy decidido, con el principio de que sus hijos debían una obediencia absoluta a sus deseos, y Francisco tuvo que recurrir a toda su respetuosa paciencia y su poder de persuasión para convencerle de que debía ceder. Por fin vistió la sotana el día mismo en que obtuvo el consentimiento de su padre, y fue ordenado sacerdote seis meses después, el 18 de diciembre de 1593. A partir de ese momento, se entregó al cumplimiento de sus nuevos deberes con un celo que nunca decayó. Ejercitaba los ministerios sacerdotales entre los pobres, con especial cariño; sus penitentes predilectos eran los de cuna humilde. Su predicación no se limitó a Annecy únicamente, sino a muchas otras ciudades. Hablaba con palabras tan sencillas, que los oyentes le escuchaban encantados, pues no había en sus sermones todo ese ornato de citas griegas y latinas tan común en aquellos tiempos, a pesar de que Francisco era doctor. Pero Dios tenía destinado al santo a emprender, en breve, un trabajo mucho más difícil.

Las condiciones religiosas de los habitantes del Chablais, en la costa sur del lago de Ginebra, eran deplorables debido a los constantes ataques de los ejércitos protestantes, y el duque de Saboya rogó al obispo Claudio de Granier que mandase algunos misioneros a evangelizar de nuevo la región. El obispo envió un sacerdote a Thonon, capital del Chablais; pero sus intentos fracasaron. El enviado tuvo que retirarse muy pronto. Entonces el obispo presentó el asunto a la consideración de su capítulo, sin ocultar sus dificultades y peligros. De todos los presentes, el deán fue quien mejor comprendió la gravedad del problema, y se ofreció a desempeñar ese duro trabajo, diciendo sencillamente: «Señor, si creéis que yo pueda ser útil en esa misión, dadme la orden de ir, que yo estoy pronto a obedecer y me consideraré dichoso de haber sido elegido para ella». El obispo aceptó al punto, con gran alegría de Francisco. Pero el señor de Boisy veía las cosas de distinta manera, y se dirigió a Annecy para impedir lo que él llamaba «una especie de locura». Según él, la misión equivalía a enviar a su hijo a la muerte. Arrodillándose, a los pies del obispo, le dijo: «Señor, yo permití que mi primogénito, la esperanza de mi casa, de mi avanzada edad y de mi vida, se consagrara al servicio de la Iglesia; pero yo quiero que sea un confesor y no un mártir». Cuando el obispo, impresionado por el dolor y las súplicas de su amigo, se disponía a ceder, el mismo Francisco le rogó que se mantuviese firme: «¿Vais a hacerme indigno del Reino de los Cielos?» -preguntó- «Yo he puesto ya mi mano en el arado, no me hagáis volver atrás». El obispo empleó todos los argumentos posibles para disuadir al Sr. de Boisy, pero éste se despidió con las siguientes palabras: «No quiero oponerme a la voluntad de Dios, pero tampoco quiero ser el asesino de mi hijo permitiendo su participación en esta empresa descabellada. Que Dios haga lo que su Providencia le dicte, pero yo jamás autorizaré esta misión». Francisco tuvo que emprender el viaje, sin la bendición de su padre, el 14 de septiembre de 1594, día de la Santa Cruz. Partió a pie, acompañado solamente por su primo, el canónigo Luis de Sales, a la reconquista del Chablais. El gobernador de la provincia se había hecho fuerte con un piquete de soldados en el castillo de Allinges, donde los dos misioneros se las ingeniaron para pasar las noches a fin de evitar sorpresas desagradables. En Thonon quedaban apenas unos veinte católicos, a quienes el miedo impedía profesar abiertamente sus creencias. Francisco entró en contacto con ellos y les exhortó a perseverar valientemente. Los misioneros predicaban todos los días en Thonon, y poco a poco, fueron extendiendo sus fuerzas a las regiones circundantes.

El camino al castillo de Allinges, que estaban obligados a recorrer, ofrecía muchas dificultades y, particularmente en invierno, resultaba peligroso. Una noche, Francisco fue atacado por los lobos y tuvo que trepar a un árbol y pérmanecer allí en vela para escapar con vida. A la mañana siguiente, unos campesinos le encontraron en tan lastimoso estado que, de no haberle trasportado a su casa para darle de comer y hacerle entrar en calor, el santo habría muerto seguramente. Los buenos campesinos eran calvinistas. Francisco les dio las gracias en términos tan llenos de caridad, que se hizo amigo de ellos y muy pronto los convirtió al catolicismo. En el mes de enero de 1595, un grupo de asesinos se puso al acecho de Francisco en dos ocasiones, pero el cielo preservó la vida del santo en forma casi milagrosa.

El tiempo pasaba y el fruto del trabajo de los misioneros era muy escaso. Por otra parte, el Sr. de Boisy enviaba constantemente cartas a su hijo, rogándole y ordenándole que abandonase aquella misión desesperada. Francisco respondía siempre que si su obispo no le daba una orden formal de volver, no abandonaría su puesto. El santo escribía a un amigo de Evián en estos términos: «Estamos apenas en los comienzos. Estoy decidido a seguir adelante con valor, y mi esperanza contra toda esperanza está puesta en Dios». San Francisco hacía todos los intentos para tocar los corazones y las mentes del pueblo. Con ese objeto, empezó a escribir una serie de panfletos en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba la de los calvinistas. Aquellos escritos, redactados en plena batalla, que el santo hacía copiar a mano por los fieles, para distribuirlos, formaron más tarde el volumen de las «controversias». Los originales se conservan todavía en el convento de la Visitación de Annecy. Así empezó la carrera de escritor de san Francisco de Sales, que a este trabajo añadía el cuidado espiritual de los soldados de la guarnición del castillo de Allinges, que eran católicos de nombre pero formaban una tropa ignorante y disoluta. En el verano de 1595, cuando san Francisco se dirigía al monte Voiron a restaurar un oratorio de Nuestra Señora, destruido por los habitantes de Berna, una multitud se echó sobre él, después de insultarle, y le maltrató. Poco a poco el auditorio de sus sermones en Thonon fue más numeroso, al tiempo que los panfletos hacían efecto en el pueblo.

Por otra parte, aquellas gentes sencillas admiraban la paciencia del santo en las dificultades y persecuciones, y le otorgaban sus simpatías. El número de conversiones empezó a aumentar y llegó a formarse una corriente continua de apóstatas que volvían a reconciliarse con la Iglesia. Cuando el obispo Granier fue a visitar la misión, tres o cuatro años más tarde, los frutos de la abnegación y celo de san Francisco de Sales eran visibles. Muchos católicos salieron a recibir al obispo, quien pudo administrar una buena cantidad de confirmaciones, y aun presidir la adoración de las cuarenta horas, lo que habría sido inconcebible unos años antes, en Thonon. San Francisco había restablecido la fe católica en la provincia y merecía, en justicia, el título de «Apóstol del Chablais». Mario Besson, un posterior obispo de Ginebra ha resumido la obra apostólica de su predecesor en una frase del mismo san Francisco de Sales a santa Juana de Chantal: «Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar contra los herejes es el amor, aun sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas». El mismo obispo Mons. Besson, cita al cardenal du Perron: «Estoy convencido de que, con la ayuda divina, la ciencia que Dios me ha dado es suficiente para demostrar que los herejes están en el error; pero si lo que queréis es convertirles, llevadles al obispo de Ginebra, porque Dios le ha dado la gracia de convertir a cuantos se le acercan».

Mons. de Granier, quien siempre había visto en Francisco un posible coadjutor y sucesor, pensó que había llegado el momento de poner en obra sus proyectos. El santo se negó a aceptar, al principio, pero finalmente se rindió a las súplicas de su obispo, sometiéndose a lo que consideraba como una manifestación de la voluntad de Dios. Al poco tiempo, le atacó una grave enfermedad que le puso entre la vida y la muerte. Al restablecerse fue a Roma, donde el papa Clemente VIII, que había oído muchas alabanzas sobre la virtud y cualidades del joven deán, pidió que se sometiese a un examen en su presencia. El día señalado se reunieron muchos teólogos y sabios. El mismo Sumo Pontífice, así como Baronio, Belarmino, el cardenal Federico Borromeo (primo de san Carlos) y otros, interrogaron al santo sobre treinta y cinco puntos difíciles de teología. San Francisco respondió con sencillez y modestia, pero sin ocultar su ciencia. El Papa confirmó su nombramiento de coadjutor de Ginebra, y Francisco volvió a su diócesis, a trabajar con mayor ahinco y energía que nunca. En 1602 fue a París donde le invitaron a predicar en la capilla real, que pronto resultó pequeña para la multitud que acudía a oír la palabra del santo, tan sencilla, tan conmovedora y tan valiente. Enrique IV concibió una gran estima por el coadjutor de Ginebra y trató en vano de retenerle en Francia. Años más tarde, cuando san Francisco de Sales fue de nuevo a París, el rey redobló sus instancias; pero el joven obispo se rehusó a cambiar su diócesis de la montaña, su «pobre esposa», como él la llamaba, por la importante diócesis -la «esposa rica»- que el rey le ofrecía. Enrique IV exclamó: «El obispo de Ginebra tiene todas las virtudes, sin un solo defecto».

A la muerte de Claudio de Granier, acaecida en el otoño de 1602, Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción. Además del trabajo administrativo, que llevaba hasta en los menores detalles del gobierno de su diócesis, el santo encontraba todavía tiempo para predicar y confesar con infatigable celo. Organizó la enseñanza del catecismo; él mismo se encargaba de la instrucción en Annecy, y lo hacía en forma tan interesante y fervorosa, que las gentes del lugar recordaban todavía, muchos años después de su muerte, «el catecismo del obispo». La generosidad y caridad, la humildad y clemencia del santo eran inagotables.

En su trato con las almas fue siempre bondadoso, sin caer en la debilidad; pero sabía emplear la firmeza cuando no bastaba la bondad. En su maravilloso «tratado del amor de Dios», escribió: «La medida del amor es amar sin medida». Y supo vivir sus palabras. Con su abundante correspondencia alentó y guió a innumerables personas que necesitaban de su ayuda. Entre los que dirigía espiritualmente, santa Juana Francisca de Chantal ocupa un sitio especial. San Francisco la conoció en 1604, cuando predicaba un sermón de cuaresma en Dijón. La fundación de la Congregación de la Visitación, en 1610, fue el resultado del encuentro de los dos santos. La «Introducción a la Vida Devota» -la más conocida de las obras del santo- nació de las notas que el santo conservaba de las instrucciones y consejos enviados a su prima política, la Sra. de Chamoisy, que se había confiado a su dirección. San Francisco se decidió, en 1608, a publicar dichas notas, con algunas adiciones. El libro fue recibido como una de las obras maestras de la ascética, y pronto se tradujo a muchos idiomas. En 1610, Francisco de Sales tuvo la pena de perder a su madre (su padre había muerto nueve años antes). El santo escribió más tarde a santa Juana de Chantal: «Mi corazón estaba desgarrado y lloré por mi buena madre como nunca había llorado, desde que soy sacerdote». San Francisco había de sobrevivir nueve años a su madre, nueve años de inagotable trabajo.

En 1622, el duque de Saboya, que iba a ver a Luis XIII en Aviñón, invitó al santo a reunírseles en aquella ciudad. Movido por el deseo de conseguir ciertos privilegios para la parte francesa de su diócesis, el obispo aceptó al punto la invitación, aunque arriesgaba su débil salud en un viaje tan largo, en pleno invierno. Pero parece que el santo presentía que su fin se acercaba. Antes de partir de Annecy puso en orden todos los asuntos, y emprendió el viaje, como si no tuviera esperanza de volver a ver a su grey. En Aviñón hizo todo lo posible por llevar su acostumbrada vida de austeridad; pero las multitudes se apiñaban para verle y todas las comunidades religiosas querían que el santo obispo les predicara. En el viaje de regreso, san Francisco se detuvo en Lyon, hospedándose en la casita del jardinero del convento de la Visitación. Aunque estaba muy fatigado, pasó un mes entero atendiendo a las religiosas. Una de ellas le rogó que le dijese qué virtud debía practicar especialmente; el santo escribió en una hoja de papel, con grandes letras: «Humildad». Durante el Adviento y la Navidad, bajo los rigores de un crudo invierno, prosiguió su viaje, predicando y administrando los sacramentos a todo el que se lo pidiera. El día de San Juan le sobrevino una parálisis; pero recuperó la palabra y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó las penosas curaciones que se le administraron con la intención de prolongarle la vida, pero que no hicieron más que acortársela. En su lecho repetía: «Exspectans exspectavi Dominum et intendit mihi, et exaudivit preces meas, et eduxit me de lacu miseriae et de luto faecis» («Puse toda mi esperanza en el Señor, y me oyó y escuchó mis súplicas y me sacó del foso de la miseria y del pantano de la inquidad», salmo 39 (40),2-3). En el último momento, apretando la mano de uno de los que le asistían solícitamente murmuró: «Advesperascit et inclinata est jam dies» («Empieza a anochecer y el día se va alejando», la frase de los peregrinos de Emaús, Lc. 24,29). Su última palabra fue el nombre de Jesús. Mientras los circunstantes recitaban de rodillas las letanías de los agonizantes, san Francisco expiró dulcemente, a los cincuenta y seis años de edad.

La beatificación de san Francisco de Sales fue la primera llevada a cabo con solemnidad en San Pedro de Roma. La canonización tuvo lugar en la misma basílica, tres años después. La fiesta del santo se celebraba el 29 de enero, día de la translación de sus restos al convento de la Visitación de Annecy, aunque en la reforma litúrgica se ha movido al 24 de enero, aniversario de su sepultura. En 1877 fue declarado Doctor de la Iglesia, y el Papa Pío XI le nombró patrono de los periodistas. Cuando san Francisco murió, un sacerdote llamado Vicente de Paul vivía en París. El santo obispo le había confiado el cuidado del primer convento de la Visitación. San Vicente dijo de san Francisco: «El siervo de Dios se conformaba de tal modo al molde que Dios le había fijado, que muchas veces me pregunté admirado cómo una criatura podía alcanzar tan alto grado de perfección, dada la fragilidad de nuestra naturaleza... Meditando sus palabras me he sentido tan lleno de admiración, que creo que Francisco de Sales es el hombre que ha reproducido más fielmente sobre la tierra el amor del Hijo de Dios». Algunas personas, considerando que el santo era demasiado indulgente con los pecadores, se lo dijeron francamente cierta vez. El obispo respondió: «Si existiera una virtud más alta que la bondad, Dios nos la habría enseñado. Pues bien, a nada nos exhortó tanto Jesucristo como a ser mansos y humildes de corazón. ¿Por qué os oponéis a que obedezca al mandato de mi Señor? ¿Quién mejor que Dios puede indicarnos el camino en este punto?» La ternura de san Francisco se mostraba especialmente con los apóstatas y los pecadores. Cuando esos pródigos volvían a la casa paterna, el santo les acogía con la bondad de un padre, diciéndoles: «Dios y yo estamos dispuestos a ayudaros. Todo lo que os pido es que no desesperéis; del resto yo me encargo». Su solicitud por ellos se extendía también a sus dificultades materiales, y les abría su bolsa tan ampliamente como su corazón. Como algunos murmurasen de que eso alentaba a los pecadores en sus malos hábitos, el santo respondió: «¿No forman acaso parte de mi grey? ¿O acaso el Señor no derramó su sangre por ellos? Estos lobos se transformarán en mansos corderos y un día valdrán más ante los ojos de Dios que todos nosotros. Si Dios no hubiese usado de misericordia con Saulo, san Pablo no hubiera existido».

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

 Oremos: Señor Dios nuestro, que hiciste que el obispo San Francisco de Sales se hiciera todo para todos para ganarlos a todos, haz que, iluminado por su ejemplo, también nosotros sepamos manifestar la dulzura de tu amor en el servicio de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de Fiestas Marianas:Nuestra Señora de Damasco (1203)

San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), presbítero, fundador 
Homilía pronunciada el 28–V–1964, fiesta del Corpus Christi (Es Cristo que pasa: 15, 150)

Sembrar en el mundo entero

«Salió un sembrador a sembrar». La escena es actual. El sembrador divino arroja también ahora su semilla. La obra de la salvación sigue cumpliéndose, y el Señor quiere servirse de nosotros: desea que los cristianos abramos a su amor todos los senderos de la tierra; nos invita a que propaguemos el divino mensaje, con la doctrina y con el ejemplo, hasta los últimos rincones del mundo. Nos pide que, siendo ciudadanos de la sociedad eclesial y de la civil, al desempeñar con fidelidad nuestros deberes, cada uno sea otro Cristo, santificando el trabajo profesional y las obligaciones del propio estado. 

Si miramos a nuestro alrededor, a este mundo que amamos porque es hechura divina, advertiremos que se verifica la parábola: la palabra de Jesucristo es fecunda, suscita en muchas almas afanes de entrega y de fidelidad. La vida y el comportamiento de los que sirven a Dios han cambiado la historia, e incluso muchos de los que no conocen al Señor se mueven –sin saberlo quizá– por ideales nacidos del cristianismo. 

Vemos también que parte de la simiente cae en tierra estéril, o entre espinas y abrojos: que hay corazones que se cierran a la luz de la fe. Los ideales de paz, de reconciliación, de fraternidad, son aceptados y proclamados, pero –no pocas veces– son desmentidos con los hechos. Algunos hombres se empeñan inútilmente en aherrojar la voz de Dios, impidiendo su difusión con la fuerza bruta o con un arma menos ruidosa, pero quizá más cruel, porque insensibiliza al espíritu: la indiferencia. 

Icono ‘Salus Populi Romani’: El Papa celebrará la Misa en la Basílica Santa María la Mayor

El próximo 28 de enero, fiesta de la traslación del icono

23 ENERO 2018 

ROSA DIE ALCOLEA

PAPA Y SANTA SEDE

María, Salus Populi Romani

(ZENIT – 23 enero 2018).- El Papa Francisco celebrará la Santa Misa en la basílica papal de Santa María la Mayor el próximo domingo 28 de enero de 2018, a las 9 horas, con motivo de la fiesta de la traslación del icono de la Salus Populi Romani.

Es una información publicada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, hoy, 23 de enero de 2018.

Está previsto que concelebren la Eucaristía con el Santo Padre el cardenal arcipreste y los canónigos de la basílica liberiana.

El IV domingo del Tiempo Ordinario se celebrará la solemnidad de la traslación del icono de la Salus Populi Romani (Protectora del Pueblo Romano). Es el nombre que se le da en el siglo XIX al icono bizantino de la Virgen y el Niño, que procede de los primeros cristianos, y se encuentra en la basílica Santa María la Mayor.

Como ocurre con la mayoría de los iconos marianos del área greco-bizantina, según la tradición la Salus Populi Romani fue pintada por San Lucas en un trozo de madera de la mesa que se utilizó en la Última cena de Jesús con sus apóstoles o bien, en una mesa construida por el propio Redentor que la Virgen María guardó tras su cruxifición.

Esta misma tradición dice que es una copia de una imagen aparecida de forma milagrosa en Lydda, en una iglesia construida por los apóstoles Pedro y Juan.

Abrir el corazón para poder escuchar

Santo Evangelio según San Marcos 4, 1-20. Miércoles III de Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¿Me cansa la vida?, ¿busco descanso y no lo encuentro? A Ti vengo, Señor, para detenerme en Ti. Quiero disponer de aquello más alto de que todo hombre puede disponer: tiempo contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Alguna vez has escuchado, con atención, hablar a una persona?, ¿alguna vez has asistido a una plática, conferencia, charla? No vayamos lejos, ¿alguna vez has escuchado una homilía o un sermón? Cuando percibes las palabras y las ideas que se presentan, ¿cómo las recibes?, ¿cómo las escuchas?

Existen dos modos de escuchar. Solo uno de ellos es verdadero. Solo uno de ellos es propio del hombre. Antes de referirnos a ellos encontramos primero lo que es tan solo "oír". Consiste en nada menos que en recibir sonidos. Después encontramos el primer modo de escucha. Éste sabe decodificar informaciones. Recibe las ideas y las organiza. Comprende el mensaje mismo. Al final encontramos, sin embargo, el único modo real: es aquél que recibe todo lo que escucha no solo como simples sonidos, pero tampoco ni siquiera como meras informaciones, sino sobre todo como aquello que podría llamarse la palabra de un corazón.

Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón de quien escucha, ése sabe verdaderamente escuchar. Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón, puede identificar al que tan solo emite solo ideas, pero también al que transmite todo su ser por la palabra.

Quizás si el gentío hubiese buscado mirar más allá de las ideas, quizá si los apóstoles hubiesen mirado más allá de las doctrinas, quizá si yo mismo buscara mirar más allá de las palabras para tocar el corazón, entonces quizás la parábola cesaría de ser parábola para pasar a ser vida.

Tenemos que acostumbrarnos a esto: oír la palabra de Jesús, escuchar la palabra de Jesús en el Evangelio. Leer un pasaje, pensar un poco en qué dice, en qué me dice a mí. Si no oigo que me habla, paso a otro. Pero tener este contacto diario con el Evangelio, rezar con el Evangelio; porque así Jesús me predica, me dice con el Evangelio lo que quiere decirme. Conozco a gente que siempre lo lleva, y cuando tiene un poco de tiempo, lo abre, y así encuentra siempre la palabra justa para el momento que está viviendo. Esta es la primera cosa que quiero deciros: dejad que el Señor os predique. Escuchar al Señor.

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Al momento de escuchar, buscaré reconocer las palabras del corazón de quien me habla. Haré lo mismo sea con mis amigos, mis compañeros, mi familia y con Dios mismo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Concédeme Padre, un corazón dócil

Es tener una conciencia que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad, y por esto es capaz de discernir el bien del mal.

Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 

Palabras del Papa Benedicto XVI el domingo 24 de julio de 2011 durante el rezo del Ángelus.

Queridos hermanos y hermanas
En el Antiguo Testamento nos presenta la figura del rey Salomón, hijo y sucesor de David. Nos lo presenta al principio de su reinado, cuando era aún jovencísimo. Salomón heredó una tarea muy comprometida, y la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros era grande para un joven soberano.

En primer lugar, él ofreció a Dios un solemne sacrificio – "mil holocaustos", dice la Biblia. Entonces el Señor se le apareció en visión nocturna y prometió concederle lo que pidiera en la oración. Y aquí se ve la grandeza de alma de Salomón: él no pide una larga vida, ni riquezas, ni la eliminación de sus enemigos: dice en cambio al Señor: “Concede entonces a tu servidor un corazón dócil, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal" (1 Re 3,9). Y el Señor se lo concedió, de modo que Salomón llegó a ser célebre en todo el mundo por su sabiduría y sus rectos juicios.

Él, por tanto, pidió a Dios que le concediera “un corazón dócil" ¿Qué significa esta expresión? Sabemos que el “corazón” en la Biblia no indica solo una parte del cuerpo, sino el centro de la persona, la sede se sus intenciones y de sus juicios. Podríamos decir: la conciencia.

“Corazón dócil” entonces significa una conciencia que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad, y por esto es capaz de discernir el bien del mal.

En el caso de Salomón, la petición está motivada por la responsabilidad de guiar una nación, Israel, el pueblo que Dios eligió para manifestar al mundo su designio de salvación. El rey de Israel, por tanto, debe buscar estar siempre en sintonía con Dios, a la escucha de su Palabra, para guiar a su pueblo por los caminos del Señor, el camino de la justicia y de la paz.

Pero el ejemplo de Salomón vale para cada hombre. Cada uno de nosotros tiene una conciencia para ser en un cierto sentido “rey”, es decir, para ejercitar la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitando el mal. La conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad, de ser dóciles a sus indicaciones. Las personas llamadas a tareas de gobierno tienen, naturalmente, una responsabilidad ulterior, y por tanto – como enseña Salomón – tienen aún más necesidad de la ayuda de Dios. Pero cada uno tiene que hacer su propia parte, en la situación concreta en la que se encuentra.

Una mentalidad equivocada nos sugiere pedir a Dios cosas o condiciones favorables; en realidad, la verdadera calidad de nuestra vida y de la vida social depende de la recta conciencia de cada uno, de la capacidad de cada uno y de todos de reconocer el bien, separándolo del mal, y de buscar llevarlo a cabo con paciencia.

Pidamos por esto la ayuda de la Virgen María , Sede de la Sabiduría. Su “corazón” es perfectamente “dócil” a la voluntad del Señor. Aun siendo una persona humilde y sencilla, María es una reina a los ojos de Dios, y como tal la veneramos nosotros. Que la Virgen Santa nos ayude también a nosotros a formarnos, con la gracia de Dios, una conciencia siempre abierta a la verdad y sensible a la justicia, para servir al reino de Dios.

Amor y Amar

2º dia del Seminario: "El destino del Eros: El lugar de la sexualidad en la plenitud humana"

Nuestro cuerpo nos habla de la propia experiencia, si el cuerpo tiene algo que decir  nos habla de la propia plenitud.

La relación sexual es un modo de expresarse, y ahí se acepta la verdad revelada.
La experiencia amorosa sexual  entonces nos habla necesariamente de fecundidad, el sexo primeramente es equivalente a relación y fecundidad (no solo fertilidad) es intrínseca. En el caso especifico de la homosexualidad, la relación sexual es una experiencia experiencia solo erótica, que surge de un amor real, pero falso, es decir se siente el amor, pero no lleva al hombre a la plenitud.  Se sabe que es pleno cuando el acto acoge los significados que comporta.

Amor propio no es igual al amor de si mismo.

El deseo natural es  la felicidad, esta es  la estructura de todos los deseos humanos.
Mi bien es  nuestro bien, entonces  amar el otro como así mismo  es amar la misma plenitud para los dos. Poner mi plenitud por encima de la tuya es egoísmo, amor de si mismo

Identidad de la persona humana

La identidad de la persona humana es narrativa, es decir biográfica, esto nos permite reconocernos en el otro. El ser humano necesita acoger la historia.

¿Que es la felicidad?

La felicidad es la plenitud de acción. Para descubrir la felicidad necesito interpretar las experiencias de mi vida incluyendo la experiencia amorosa; entonces se sabe que siendo hijo se me ofrece la oportunidad de ser esposo, por poner un ejemplo.

Ser pleno me hace decirle al otro "también tú." Es decir plantearle  al que se presenta la siguiente pregunta ¿La experiencia amorosa te ha revelado a ti lo mismo que a mi? El saber es parte del amor, la tensión erotica radica entonces de la sabiduría: tiendo a Dios

El amor es un circulo  empieza siempre  fuera de mi, este circulo esta construido en tres momentos

1. Unión afectiva : Donde solo esta la presencia del otro, la idea que de su existencia
2.- El deseo
3.- Unión real : Esta es reciproca,  el ser amado y el amante estan en actuación.

La unión afectiva genera una unión del  corazón , que a su vez tiene tres momentos

1.- in mutatio: Un cambio dentro del corazón
2.- Co-aptatio: Cambio  que nos adapta al otro, que nos asemeja.
3.- Complacencia: La bondad del cambio.

El amor  entonces es el don de una presencia, el amor es un evento que sucede.La persona es un ser relaciónal. El hombre ha sido creado para el amor pero tiene que abrirse a él.

El amor empieza en la unión afectiva, es decir en la presencia, y esta última tiene  3 niveles

1.Intus (Dentro en Látin)

2.-Interior

3.-Intimus (Intimo en Látin)

El amor se diferencia en estas tres niveles, según el cambio que produce.

Estos grados de presencia son decisivos, a veces se experimentan con mucha intensidad, o con poca, sin embargo lo que importa son los bienes (El amor es el principio de la acción)

El amar

Según Aristóteles, podemos definir  el Amar como el querer un bien para la persona amada
En el amor lleva las riendas el amado, en el amar soy yo el actor, yo quiero un BIEN para el otro.
El querer se dirige al bien en concreto y a la persona amada, no de forma directa, si no a través del bien, ese bien se traduce en acciones; Amar entonces es la voluntad de promoción, quien ama promueve al amado.

A través de los bienes concretos, ambos llegamos a la plenitud. Estas acciones van dirigidas entonces a la plenitud.

Si no hay reciprocidad, van dirigidas a suscitar la reciprocidad

Las acciones son relativas, yo no amo la acción, amo a ti en tu felicidad. El amor se confronta con la objetividad de los bienes.
Las acciones no son solo un paso que nos acerca a la plenitud, son una actualización de la plenitud.

El amor precisa la inteligencia

Para amar hay que ser inteligencias; hay que amar con mucha generosidad y con inteligencia.
La inteligencia del amor es  conocimiento de la persona y de su plenitud, que nos mueve a buscar con que accion podemos promuevo a la persona amada según las circunstancias de la vida

¿Por que amo?
Por que el otro esta presente en mi, así el amor se convierte en el manantial de la libertad,  en el manantial de nuestras acciones. La libertad humana es siempre respuesta a un don, nunca es primera.

La libertad es segunda, nace en un abrazo, cuando soy amado, el origen de la libertad es el amor, y este orienta a la libertad, le da una finalidad

Los actos del amor no son un tipo de acciones, son mas bien todas las acciones que hago por la plenitud de la persona amada
El amor es el principio de la acción . La fuente de la actuación humana nace de una presencia que recibe

El amor antes de manifestarlo debes verificarlo

Podemos definir entonces Plenitud como un modo excelente de actuar/amar

Se trata de buscar cual es la verdad del amor. Con la pregunta  ¿Qué bien  quieres para mi?, podemos entender la plenitud.

La familia (im) perfecta

Acepto mi imperfección y la de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso regalo que nos da Dios mismo para caminar hacia El, que es perfecto, y así tratar de ser cada día mejores

En el periódico HOY sale publicado un artículo en la columna ‘Encuentros’ bajo la firma de Mu-Kien Adriana Sang, que me acaba de llegar via email y que se titula: La Familia (im)Perfecta. Este artículo me llega justo en un momento en que estaba escribiendo un email a una amiga, donde lamentablemente estaba resaltando más que nada los aspectos que me gustaría mejorasen en mi familia. De este modo… me llamó poderosamente la atención el título y me dispuse a leer inmediatamente estas reflexiones que me dan la paz de reconocer que la mayor perfección de la familia está en la capacidad que tiene de asumirse y aceptarse como imperfecta…cual conjunto de personas igualmente imperfectas

El artíuclo dice así:

Dentro de unos días, las empresas del país, buscando reactivar el comercio, empezarán a anunciar las ofertas y las rebajas con motivo del día de Las Madres. Ofrecerán a buenos precios juegos de comedor, juegos de sala, juegos de cocina, artículos para el hogar. Todo para mamá… Las revistas especializadas, la parte rosa de la prensa dominicana tomarán las tradicionales fotos con sus sonrientes miembros. Las entrevistas y opiniones, serán repetitivas: todos aconsejando y diciendo lo perfecta que es su familia y el ejemplo que son para sus descendientes. El padre y la madre sentados en sillones altos, los hijos a los lados sonrientes y bien vestidos, son inmortalizados por el lente de un periodista gráfico.

Cada año, cuando veo el despliegue que ofrecen los medios, reflexiono y me hago muchas preguntas. En esta oportunidad, me atreví a escribir y comunicar mis viejas reflexiones para compartirlas con mis lectores. Muchas inquietudes me atormentan ¿Cuál es la familia perfecta? ¿Existen familias perfectas? ¿Qué es la perfección? ¿Para qué la perfección? Y después de buscar respuestas, llegué a la hermosa conclusión que la familia más perfecta es aquella que asume la imperfección como su maravilloso designio. No puede existir una familia perfecta, sencillamente, porque no existe un ser humano que sea perfecto.

Lo he dicho otras veces y no me cansaré de repetirlo: la familia es el soporte básico de una sociedad. Es el lugar donde se forjan los valores y se desarrolla y enredan las raíces que cuando creces, alzas vuelo y buscas construir tu propia vida, siempre te llevan al mismo lugar: la infancia, matizada por las enseñanzas y los recuerdos de tus padres y los juegos de niños con tus hermanos y hermanas.

Tuve los mejores padres que una persona puede soñar tener. Pero eran los mejores en su maravillosa imperfección. Papá era un hombre del pueblo, nacido en China continental, que decidió romper con su círculo de pobreza, zarpando a la gran aventura marina. Llegó al país sin saber hacia dónde llegaría. Añoraba, como muchos despavoridos de la vida, llegar a los Estados Unidos, y allí, en la tierra prometida, construir su sueño americano. Por azar y por recomendación de un tío, llegó al Caribe y, aquí, en esta media isla, inició su trayectoria personal. Construyó su familia, y de la mejor manera posible, de la forma más responsable, legó a sus hijos una fortuna inmensa de recuerdos y gratos momentos.

Hoy, adulta, sus palabras y su figura acuden a mi memoria cada día. Mi madre, la madre que supo acunar en su vientre a 9 hijos, era una mujer trabajadora, dura, disciplinada y amorosa. Era la que imponía el orden. Juntos se complementaban maravillosamente. Hoy, sus hijos y nietos hemos construido nuestro presente, futuro entonces, con nuestros dramas, amores, desamores, duelos y lazos fraternos; pero, y es lo más importante, hemos sabido mantenernos unidos a pesar de los pesares.

Entonces me pregunto. ¿Qué puede ser más perfecto que la madre que acuna a su hijo por las noches, y presurosa lo prepara para dejarlo con la tía o la madre, para salir a buscarle el pan de cada día? ¿Qué puede ser más perfecto que la devoción de un padre y una madre por un hijo con problemas de limitaciones físicas? ¿Qué mayor perfección existe en la familia uniparental por necesidad o circunstancia, donde los hijos, a pesar de las carencias, se sienten amados? No, no son necesarias las fotos lindas posadas. Ellas no reflejan el drama, los temores y las ansiedades de las familias inmortalizadas en el lento del fotógrafo.

Creo que la perfección solo se logra con el amor y el perdón. No puede existir mayor perfección que el perdón cuando un hijo es acogido con amor por sus padres porque después de haber sucumbido a la tentación del alcohol y las drogas, regresa al camino del hogar en búsqueda de ayuda. Es una verdadera perfección imperfecta, cuando un padre irresponsable decide llegar al seno familiar suplicando volver a ser recibido.

La familia perfecta es aquella que sostiene su verdadero valor en el amor profundo e incondicional. La familia perfecta es aquella que se reconoce limitada por sus propios sueños inconclusos, pero que se sostiene en los lazos de confianza y amor de todos sus miembros. La familia perfecta acepta los problemas de sus hijos como un desafío, como una oportunidad para demostrar el amor y el apoyo.

La familia perfecta es la que reconoce que sus hijos son hijos de la vida. Los padres perfectos son los que acompañan y permiten que tomen sus propias decisiones, aun a sabiendas de que puedan ser equivocadas. La familia perfecta es la que está presente cuando el hijo vuelve a su seno para sufrir juntos las consecuencias de sus opciones. La familia perfecta es la que está cuando debe estar, sin aspavientos ni estridencias. Concluyo entonces, que la familia imperfecta es la que en aparenta ser perfecta.



Deseo terminar estas reflexiones con unas sabias palabras de la Madre Teresa de Calcuta.

"Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo...
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado."

Madre Teresa De Calcuta.

Kien Adriana Sang

Siendo que trabajamos desde hace tantos años justamente en ministerios relacionados con la familia, poco a poco y sin previa planificación, va uno sintiéndose en el mayúsculo compromiso de pretender que la propia familia sea perfecta…por el librito. Y ciertamente, en el día a día existen en todas las familias los dramas propios de personas imperfectas con vidas propias y el entretejer de posturas, disposiciones, egoísmos muchas veces, comportamientos, etc, ligados a los sueños y anhelos particulares, a los reclamos y faltas de cada cual, a los gustos y aspiraciones y a las necesidades y quereres de cada miembro. Todo ello transforma el lienzo familiar en una experiencia única, muy seguramente plagada de bendiciones, donde lamentablemente tendemos a resaltar simplemente aquello que no es como lo habíamos planeado…aquello que no se ajusta a nuestro propio plan y nuestro propio esquema….a nuestro ‘librito’.

Menciona la Sra. Sang que en estos días venideros, cuando en el fin de semana último de mayo celebramos en nuestro país el Día de las Madres, veremos cómo la prensa rosa, la prensa de sociedad, publicará como lo ha hecho tradicionalmente, fotografías de familias de nuestro medio, donde aparecen sus miembros vestidos impecablemente, con una sonrisa en sus labios y reseñando la felicidad que se vive en el seno familiar: padres felices, realizados, con hijos perfectos igualmente felices. O bien una madre, cabeza de un hogar uniparental, rodeada de sus retoños, que han encontrado en su progenitora el amparo y apoyo de ambas figuras paternas…reseñándose también un cuadro perfecto de felicidad.

Estoy de acuerdo con la Sra. Sang: estas fotos no reflejan el drama diario que viven las familias que allí se retratan. Las negociaciones que seguramente deben hacer entre los quereres particulares de cada quien, los sinsabores, los deseos de más atención, la falta de amor, el desamor, o el exceso de amor con que a veces lastimamos a nuestros hijos. Esas fotos no reflejan las vicisitudes de las familias uniparentales y las dificultades propias de esa situación. Esas fotos no reflejan el dolor de no poder acompañar a un hijo en un momento de triunfo o de fracaso, de enfermedad o de dolor, simplemente porque se debe cumplir con un horario de trabajo necesario para poner en la mesa el pan de cada día y solventar la vida del hogar. Esas fotos no reflejan que muchas veces esa pareja se encuentra en el mismo lugar que tú y que yo, que no teniendo un librito bajado del cielo para llevar adelante nuestro matrimonio y nuestros hijos, muchas veces nos encontramos en las dudas propias y en el no saber cómo será la forma ideal de manejar una situación determinada. Esas fotos no reflejan que alguna vez ella se sintió sola, desdichada. Ni reflejan que él se sintió no valorado o un simple productor de dinero en su hogar.

Esas fotos no reflejan la realidad: que esa familia es tan imperfecta como la mía y la tuya y que la gran belleza de la travesía familiar es lograr que cada hilo, que somos cada uno de nosotros, se entrelace en un lienzo fuerte, unido, que pueda sostenerse ante las tempestades y reconocer que cada uno es diferente, que cada uno es especial, que cada uno es irreemplazable. Que cada uno de nosotros somos únicos y eternamente amados por nuestro Dios. Y que esas imperfecciones nuestras, ese deseo de ser cada día mejores, eso que nos hace ser la familia que somos, con las situaciones que tenemos, con las alegrías y las penas, con las pruebas, éxitos y fracasos …es lo que nos hace ser nosotros mismos. Y aceptando nuestras limitaciones, siempre sostenidos de la mano de Dios y Su infinita misericordia, convertimos nuestra familia en una totalmente perfecta. Una donde cada miembro se sienta realizado y aceptado tal cual es, donde los padres han dejado un legado de ejemplo de vida a seguir que ellos abracen con orgullo. Donde los hijos sepan que, al salir al mundo a experimentar la propia vida, tienen un hogar donde regresar a renovar las fuerzas, a buscar calor, a encontrar comprensión, a sentirse amados. Donde sepan que, a pesar de sus caídas, siempre se les recibirá con los brazos abiertos y donde no hay más deseos que verles convertirse en adultos realizados, felices, emocionalmente maduros.

Yo acepto las mil y una bendiciones que recibo a diario, así como los retos y pruebas que deba enfrentar…acepto mi imperfección y la de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso regalo que nos da Dios mismo para caminar hacia El, que es perfecto, y así tratar de ser cada día mejores. Y en esa aceptación, empiezo a ver una familia perfecta

EL PAPA AGRADECE LA "GENEROSA ACOGIDA" EN SU RECIENTE VISITA A CHILE Y PERÚ
"La corrupción es más peligrosa que la gripe y destroza el corazón"

Reconoce que su llegada a Chile "estuvo precedida de manifestaciones de protesta"

José Manuel Vidal, 24 de enero de 2018 a las 10:34

El Papa saluda a Osoro y sus tres auxiliares

El Papa recuerda las noticias preocupantes del Congo y asegura que "la Iglesia sólo quiere contribuir a la paz y al bien común de la sociedad"

(José M. Vidal).- Audiencia del miercoles en la Plaza de San Pedro.El Papa Francisco pasa revista a su reciente visita a Chile y Perú, agradece la "generosa acogida" y reitera que "la corrupción es más peligrosa que la gripe", al tiempo que rechaza "la colonización económica e ideológica" de la Amazonía.

Lectura del libro de los Salmos: "Mi corazón está dispuesto, Señor...Tocaré par ti ante las Naciones...por tu fidelidad que alcanza a las nubes".

Entre los obispos presentes en la audiencia, el cardenal Osoro y sus tres nuevos obispos auxiliares.

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Acabo de regresar del viaje de Chile y Perú. Un aplauso al Chile y al Perú. Dos pueblos bravos. Gracias a Dios, todo fue bien"

"Renuevo mi gratitud a las autoridades y a los hermanos obispos, que me acogieron con tanta generosidad"

"Había más de 20.000 voluntarios en cada uno de los dos países"

"Mi llegada a Chile estuvo precedida por varias manifiestaciones de protesta, como sabéis"

"El mundo hoy está en una guerra mundial a trozos"

"Animé el camino de la democracia chilena"

"Indiqué como método el camino de la escucha"

"En estos viajes cuentan más los gestos que las palabras"

"La cárcel de mujeres de Santiago...Sus rostros expresaban, a pesar de todo, la esperanza"

"No podemos pensar una cárcel sin la dimensión de la reinserción. Si no nay esta esperanza de la reinserción, la cárcel es una tortura infinita"

"Algunas heridas que afliguen la Iglesia en aquel país. Rechazo de todo abuso sexual a los menores..."

"Siempre hay conflictos, incluso en casa. Tratar el conflicto mal es peor todavía. No esconder los conflictos bajo la cama. Que salgan a la luz, se hablan, se resuelven con el diálogo. Así se resuelve el conflicto"

"En Perú, con el lema 'Unidos por la esperanza'..."

"Unidos en la riqueza de las diferencias"

"En Puerto Maldonado, juntos dijimos no a la colonización económica e ideológica"

"Degradación económico y social y la corrupción..."

"No sólo allá, sino también aquí. La corrupción es más peligrosa que la gripe y destroza el corazón. Por favor, no a la corrupción"

"Éste es, más o menos, el resumen del viaje. Recemos por estas dos naciones hermanas, Chile y Perú, para que Dios las bendiga".

Texto íntegro del saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas:

Regresé hace dos días de mi Viaje Apostólico a Chile y Perú. Le doy gracias al Señor que todo haya salido bien. Allí tuve la oportunidad de encontrar al Pueblo de Dios que peregrina en aquellas tierras, y de animar la fe y el desarrollo social de esos países. Reitero mi gratitud a las Autoridades civiles y a mis hermanos Obispos, que me recibieron con gentileza y generosidad, así como a todos los demás colaboradores y voluntarios.

Mi llegada a Chile estuvo precedida por algunas manifestaciones de protesta, por diversos motivos; que han hecho aún más vivo y actual el lema de mi visita: «Mi paz os doy», palabras de Jesús a sus discípulos, y que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que sólo el Resucitado puede dar a quien confía en él. Allí tuve ocasión de reunirme con todas las realidades del país. Alenté el camino de la democracia chilena, como espacio de encuentro solidario y capaz de incluir la diversidad, con el método de la escucha, especialmente de los pobres, los jóvenes, los ancianos, los inmigrantes y la tierra.

En Perú, el lema era «Unidos por la esperanza», que invita a caminar juntos con toda la riqueza de las diferencias que heredamos de la historia y la cultura. Esto lo ha confirmado el encuentro con los pueblos de la Amazonia peruana, que ha dado inicio al itinerario del Sínodo Pan-amazónico de octubre 2019, y también los momentos vividos con la población de Puerto Maldonado y con los niños de la Casa de acogida "El Pequeño Príncipe", y con todas las demás realidades de Trujillo y de Lima.

***

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. La potencia de la fidelidad y del amor misericordioso del Padre que se nos ofrece en Jesús, nos impulse a creer en el Evangelio y a iniciar un camino de conversión, que nos abran a acoger la paz que él nos da y a ser hombres y mujeres unidos en su esperanza. Muchas gracias.

Saludo en italiano

"Llegan noticias preocupantes del Congo. Renuevo mi llamamiento, para que todos se empeñen en evitar toda forma de violencia...La Iglesia sólo quiere contribuir a la paz y al bien común de la sociedad"

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