¿Es ese el ayuno que yo quiero?
- 16 Febrero 2018
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Evangelio según San Mateo 9,14-15.
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Homilía sobre la oración, el ayuno y la limosna; PL 52,320
«¿Es ese el ayuno que yo quiero?...
¿No será partir tu pan con el hambriento?» (Is 58, 6-7)
El que practica el ayuno debe comprender qué es el ayuno: debe acoger con agrado al hombre que tiene hambre si quiere que Dios le acoja con su propia hambre; debe ser misericordioso si espera recibir misericordia... Lo que hemos perdido a través del desprecio, lo hemos de conquistar a través del ayuno; inmolemos nuestras vidas con el ayuno, puesto que no hay nada más importante que podamos ofrecer a Dios, tal como da pruebas de ello el profeta cuando dice:
«El sacrificio que Dios quiere es un corazón quebrantado; el corazón quebrantado y humillado, Dios no lo desprecia» (Sl 50,19). Ofrece, pues, a Dios tu vida, ofrece la oblación del ayuno para que le llegue a Él una ofrenda pura, un sacrificio santo, una víctima viva que interceda en favor tuyo...
Mas, para que estos dones sean agradables es preciso que vayan seguidos por la misericordia. El ayuno no da ningún fruto si no es regado por la misericordia; el ayuno se convierte en menos árido acompañado de la misericordia; lo que es la lluvia para la tierra, lo es la misericordia para el ayuno. El que ayuna puede muy bien cultivar su corazón, purificar su carne, arrancar vicios, sembrar virtudes: si no derrama sobre ellos la misericordia, no recoge ningún fruto.
Tú que ayunas, tu campo ayuna también si le privas de la misericordia; tú que ayunas, lo que esparces a través de la misericordia, crecerá de nuevo en tu granero. Para no despilfarrar por tu avaricia, recoge por tu generosidad. Cuanto das al pobre, te lo das a ti mismo; porque lo que tú no cedes a otro, tampoco tú lo tendrás.
Juliana, (o Ileana) Mártir, Santa
Virgen y Mártir, 16 de febrero
Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.).
Breve Biografía
Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.
En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.
Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.
La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.
La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.
Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.
«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».
Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española
En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.
Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.
Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado como un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.
Santo Evangelio según San Mateo 9, 14-15. Viernes después de Ceniza.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme, Señor, comprender la razón de las cosas que estoy viviendo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El evangelio invita a que te adentres en la dinámica del niño que pregunta siempre a su padre la razón de las cosas, así como los discípulos de san Juan Bautista se acercaron a Jesús para preguntarle porqué se daba el comportamiento diverso entre sus discípulos, ellos y los fariseos.Esto lo hicieron por la libertad que sintieron ante la presencia de Jesús, quien, como padre, les guía para descubrir las razones que buscan.
Jesús no es indiferente a lo que te pasa, acércate con confianza y pregúntale porqué estás viviendo lo que actualmente vives: - ¿porque mi familia se está desmoronando? ¿En qué fallé o qué dejé de hacer para que esto sucediera? ¿Cómo puedo remediarlo? ¿Porqué en mi empresa o trabajo estamos pasando esta situación?, etc. -. Jesús no te recriminará por las preguntas que le hagas como amigo, por el contrario, te llevará de la mano a que encuentres las respuestas que buscas, y verás con mayor claridad las posibilidades de lo que se avecina.
Aprende a buscar las razones de las cosas que haces y vives, más que el cómo hacerlas; el origen del conflicto del mundo actual es tan sencillo que basta con replantearse la pregunta para encaminarse a un mundo mejor. Bien dice la Escritura que no sabemos pedir - en este caso, no sabemos preguntar -. Aprovecha y comienza a replantearte la forma en que ves y actúas en el mundo:¿porqué hago esto?,¿porqué quiero hacer esto?, ¿porqué vivo esto? Después de haber dado respuestas a los porqués, continúa preguntándote a quién… Recuerda que no estás solo y que tus decisiones te beneficiarán y beneficiarán a otros, pues la forma en que preguntes afectará a tu entorno y a ti mismo.
Atrévete, no tengas miedo, y pregúntate: ¿Por qué…?
Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos.
(Mensaje de S.S. Benedicto XVI, cuaresma 2008).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me acercaré a un familiar del que me encuentre distanciado para tratar de solucionar nuestras diferencias.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén. ¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Papa emite Motu Proprio sobre procesos de renuncia de obispos y cargos pontificios
La Santa Sede ha hecho pública una nueva Carta Apostólica en forma Motu Proprio del Papa Francisco que, con el título de “Aprender a despedirse”, regula la renuncia por motivo de edad de los titulares de algunos oficios de designación pontificia.
Mediante este Motu proprio, se integra la legislación canónica y se realizan algunas modificaciones de la Resolución Pontificia Rescriptum ex audientia del 2 de noviembre de 2014 sobre la renuncia de Obispos Diocesanos y de titulares de oficios de designación pontificia.
El Papa Francisco establece en el artículo 1 de la Carta Apostólica que “al cumplir los setenta y cinco años de edad los obispos diocesanos y eparquiales, y cuantos sean equiparables en los cánones 381 § 2 CIC y 313 CCEO, así como los obispos coadjutores y auxiliares o titulares con encargos pastorales especiales, son invitados a presentar al Sumo Pontífice la renuncia a sus oficios pastorales”.
En el artículo 2 se dice que “cumplidos los setenta y cinco años, los Jefes de Dicasterio de la Curia Romana no cardenales, los prelados superiores de la Curia Romana y los obispos que desempeñen otros oficios o dependencias de la Santa Sede, no cesan ipso facto de sus oficios, sino que deben presentar la renuncia al Sumo Pontífice”.
A continuación, en el artículo 3 se señala que “del mismo modo, los representantes pontificios no cesan ipso facto de sus oficios al cumplir los setenta y cinco años de edad, sino que, en tal circunstancia, deben presentar la renuncia al Sumo Pontífice”.
El artículo 4 de la Carta Apostólica afirma que “para ser efectiva, la renuncia a la que hacen referencia los artículos 1 al 3 debe ser aceptada por el Sumo Pontífice, que decidirá evaluando las circunstancias concretas”.
Por último, en el artículo 5 se señala que “una vez presentada la renuncia, el oficio al que se refieren los artículos 1 al 3 será considerado prorrogado hasta que no se haya comunicado al interesado la aceptación de la renuncia o la prórroga, por un tiempo determinado o indeterminado, contrariamente a lo establecido en los cánones 189 § 3 CIC y 970 § 1 CCEO”.
Nueva forma de disponibilidad
En la parte introductoria del Motu Proprio, el Santo Padre señala que “la finalización de un oficio eclesial debe considerarse parte integrante del servicio mismo, en cuanto requiere de una nueva forma de disponibilidad”.
“Esta actitud interior –afirma– es necesaria tanto cuando, por razones de edad, se debe preparar para dejar el encargo, como cuando se pide continuar con el servicio por un período más largo a pesar de haber alcanzado la edad de setenta y cinco años”.
Recuerda que “quien se dispone a presentar la renuncia necesita prepararse adecuadamente ante Dios, despojándose de los deseos de poder y de la pretensión de ser indispensable. Esto permitirá atravesar con paz y confianza tal momento que, de otra forma, podría resultar doloroso y conflictivo”.
Al mismo tiempo, “quien asume en la verdad esta necesidad de decir adiós, debe discernir en la oración cómo vivir la etapa que va a iniciar, elaborando un nuevo proyecto de vida caracterizado, en lo posible, por la austeridad, la humildad y la oración de intercesión, tiempo dedicado a la lectura y a la disponibilidad para desempeñar los servicios pastorales”.
Por otra parte, “si excepcionalmente se pide continuar con el servicio por un período más largo, ello implica abandonar, con generosidad, el nuevo proyecto personal. Esta situación, sin embargo, no debe considerarse como un privilegio o como un triunfo persona, o un favor debido a presuntas obligaciones derivadas de la amistad o de la cercanía, ni tampoco como agradecimiento por la eficacia de los servicios dados”.
“Toda eventual prórroga debe comprender sólo algunos motivos siempre vinculados al bien eclesial. Esta decisión pontificia no es un acto automático, sino un acto de gobierno. En consecuencia, requiere de la virtud de la prudencia que ayudará, por medio de un adecuado discernimiento, a tomar la decisión apropiada”.
Algunas razones citadas por el Papa por el que se podría prorrogar un encargo: “la importancia de completar adecuadamente un proyecto muy importante para la iglesia; la conveniencia de asegurar la continuidad de obras importantes; algunas dificultades relacionadas con la composición del Dicasterio en un período de transición; la importancia de la contribución personal que dicha persona puede aportar a la aplicación de directivas recientemente adoptadas por la Santa Sede, o también a la recepción de nuevas orientaciones magisteriales”.
Formas de penitencia: ayuno y abstinencia
La penitencia ayuda al cristiano a permanecer en el camino de Dios
La doctrina tradicional de la espiritualidad Cristiana que es un componente del arrepentimiento, de alejarse del pecado y volverse a Dios, incluye algunas formas de penitencia, sin las cuales al Cristiano le es difícil permanecer en el camino angosto y ser salvado ( Jer 18:11, 25:5; Ez 18:30, 33:11-15; Jl 2:12; Mt 3:2; Mt 4:17; He 2:38 ). Cristo mismo dijo que sus discípulos ayunarían una vez que El partiera ( Lc 5:35 ). La ley general de la penitencia, por ello, es parte de la ley de Dios para el hombre.
La Iglesia por su parte ha especificado ciertas formas de penitencia, para asegurarse de que los Católicos hagan algo, como lo requiere la ley divina, y a la vez hacerle más fácil al Católico cumplir la obligación. El Código de Derecho Canónico de 1983 específica las obligaciones de los Católicos de Rito Latino ( Los Católicos de Rito Oriental tienen sus propias prácticas penitenciales como se especifica en el Código Canónico de las Iglesias Orientales ).
En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma (Canon 1250).
Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo(Canon 1251).
La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia(Canon 1252).
La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad(Canon 1253).
La Iglesia tiene por lo tanto, dos formas oficiales de prácticas penitenciales, -el ayuno y la abstinencia-, tres si se incluye el ayuno Eucarístico de una hora antes de la Comunión.
Abstinencia
La ley de abstinencia exige a un Católico de 14 años de edad y hasta su muerte, a abstenerse de comer carne los Viernes en honor a la Pasión de Jesús el Viernes Santo. La carne es considerada carne y órganos de mamíferos y aves de corral. También se encuentran prohibidas las sopas y cremas de ellos. Peces de mar y de agua dulce, anfibios, reptiles y mariscos son permitidos, así como productos derivados de animales como margarina y gelatina sin sabor a carne.
Los Viernes fuera de Cuaresma, algunas conferencias episcopales tienen permiso de la Santa Sede para que los Católicos en sus diócesis puedan sustituir esta penitencia por un acto de caridad o algún otro de su propia elección. Ellos deben llevar a cabo alguna práctica de caridad o penitencia en estos Viernes. Para la mayoría de las personas la práctica más sencilla para cumplir con constancia, sería la tradicional de abstenerse de comer carne todos los Viernes del año. En Cuaresma la abstinencia de comer carne los Viernes es obligatoria en todas partes.
Ayuno
La ley de ayuno requiere que el Católico desde los 18 hasta los 59 años reduzca la cantidad de comida usual. La Iglesia define esto como una comida más dos comidas pequeñas que sumadas no sobrepasen la comida principal en cantidad. Este ayuno es obligatorio el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. El ayuno se rompe si se come entre comidas o se toma algún líquido que es considerado comida ( batidos, pero no leche ). Bebidas alcohólicas no rompen el ayuno; pero parecieran contrarias al espíritu de hacer penitencia.
Aquellos excluidos del ayuno y la abstinencia Aparte de los ya excluidos por su edad, aquellos que tienen problemas mentales, los enfermos, los frágiles, mujeres en estado o que alimentan a los bebés de acuerdo a la alimentación que necesitan para criar, obreros de acuerdo a su necesidad, invitados a comidas que no pueden excusarse sin ofender gravemente causando enemistad u otras situaciones morales o imposibilidad física de mantener el ayuno.
Aparte de estos requisitos mínimos penitenciales, los Católicos son motivados a imponerse algunas penitencias personales a si mismos en ciertas oportunidades. Pueden ser modeladas basadas en la penitencia y el ayuno. Una persona puede por ejemplo, aumentar el número de días de la abstención. Algunas personas dejan completamente de comer carne por motivos religiosos ( en oposición de aquellos que lo hacen por razones de salud u otros ). Algunas ordenes religiosas nunca comen carne. Igualmente, uno pudiera hacer más ayuno que el requerido. La Iglesia primitiva practicaba el ayuno los Miércoles y Sábados. Este ayuno podía ser igual a la ley de la Iglesia(una comida más otras dos pequeñas) o aún más estricto, como pan y agua. Este ayuno libremente escogido puede consistir en abstenerse de algo que a uno le gusta- dulces, refrescos, cigarillo, ese cocktail antes de la cena etc. Esto se le deja a cada individuo.
Una consideración final. Antes que nada estamos obligados a cumplir con nuestras obligaciones en la vida. Cualquier abstención que nos impida seriamente llevar adelante nuestro trabajo como estudiantes, empleados o parientes serían contrarias a la voluntad de Dios.