Perdonar al hermano de todo corazón

Evangelio según San Mateo 18,21-35. 

Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". 
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. 
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. 
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. 
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". 
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. 
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. 
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. 
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. 
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. 
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. 
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. 
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". 

Santa Coleta

Virgen (1380-1447)    Hija única. Su padre fue un carpintero de Corbie, en la Picardía, que en agradecimiento a san Nicolás por haberle dado la niña tan deseada, esperada y que parecía que no iba a llegar nunca, le puso por nombre Nicolette. Quedó huérfana a los dieciocho años.

La mitad de su vida transcurrió durante el Cisma de Occidente (1378-1417), donde se simultaneaban papas y antipapas a granel; hasta tres papas llegó a tener la Iglesia, uno en Roma, otro en Avignón y otro en Pisa. Coleta, que como la gran mayoría de los franceses, aceptaba la obediencia al papa de Avignón, tomó en el mismo año tres hábitos distintos por la entrada en tres monasterios diferentes.    Tal como entró salió en las beguinas de Amiens, en las benedictinas de Corbie y en las clarisas "suaves" o mitigadas en su rigor primitivo por bula de Urbano IV (muerto en 1264) y por ello llamadas "urbanistas"; todos los monasterios le parecían demasiado cómodos y relajados; todos los ella conoció habían perdido el rigor primitivo.

Ciertamente los males eran muy grandes en la Iglesia. Por fin recaló en la Tercera Orden de san Francisco, sin vida en común.   Decidió enclaustrarse ella misma, haciendo que le tapiaran entre dos contrafuertes de la iglesia de Nuestra Señora de Corbie; allí tenía la suerte de no tener nada, de poder emplear el día y la noche en oración contemplativa y dedicarse a las penitencias que el espíritu le sugería. Vivía reclusa, vestida con su hábito, y consiguió hacer de aquel espacio su celda particular desde la que podía asistir a la misa diaria y recibir a Jesús Sacramentado.

Por cuatro años llevó aquella vida solitaria y penitente, ayunando toda la Cuaresma a pan agua y repitiendo en alguna que otra temporada la misma pauta; con poco sueño y mala cama, si es que puede recibir este nombre el manojo de sarmientos desparramados por el suelo y que le servían para estirar sus huesos.  En esas circunstancias tuvo éxtasis en los que le parecía contemplar el lastimoso estado de las personas consagradas a Dios, que habían perdido el fervor de la primera caridad. Lágrimas y más penitencia para expiar.

Tuvo visiones de la Virgen, de san Francisco y santa Clara que le pedían dedicase su tiempo y fuerzas a reformar la Orden franciscana; pero como se veía a sí misma como la criatura más tosca, vil y torpe para tamaña empresa, no se atrevió a hacer nada hasta que recibió la prueba de lo que desde el Cielo se le pedía.    Animada por fray Enrique de la Beaume y ayudada por la Sra. De Brisay, se trasladó de Niza a Provenza para entrevistarse con Benedicto XIII, en Avignón. Tiene veinticinco años. Asombrado quedó el papa con las propuestas de Coleta; autorizó la reforma para todas aquellas monjas que quisieran aceptarla y la autorizó para fundar nuevos conventos; aprobó con todas sus bendiciones el propósito de Colette, vistiéndole él mismo el hábito de la Orden Franciscana, otorgándole el velo y el cíngulo, y nombrándola abadesa y superiora general tanto de los conventos que reformase como de los que fundase.

Toda Francia se puso en su contra: los seglares, los religiosos y los mismos prelados consideraron aquella aventura poco menos que imposible. Las monjas la juzgaron como amotinada, orgullosa, hipócrita e ilusa. Tuvo que retirarse a Saboya por la persecución; después pasó a Borgoña.   Gracias a su perseverancia se consiguió aquel imposible por la cantidad de sinsabores, humillaciones, mortificación y trabajo que debió padecer para sacar la reforma adelante. La peste ayudó un poco también, llevándose por delante con sus estragos a las que mostraron mayor resistencia a la reforma. El primer convento que aceptó la vuelta al primitivo espíritu fue el de Besanzon; luego se corrió el buen deseo por toda centro Europa y dejó atrás a los Pirineos, cuando pasó a España.

Murió Coleta, después de recibir fervorosamente los sacramentos, en Gante (Bélgica), el día 6 de marzo de 1447, con sesenta y seis años de edad, después de haber sido adornada con los dones de profecía y milagros. Ella misma fundó dieciocho nuevos conventos llamados de las Clarisas Pobres, las descalzas, que viven en alegría el espíritu de Coleta.

Oremos

Tú, Señor, que concediste a Santa Coleta el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Calendario  de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Nazaret, Pierre Noire,  Portugal (1150)

San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia Sermón para el Viernes santo, 25/03/1622

Perdonar al hermano de todo corazón

La primera palabra que nuestro Señor pronunció sobre la cruz fue una oración por aquellos que le crucificaban; hizo lo que escribe San Pablo: " Cristo, en los días de su vida mortal..., presentó oraciones y súplicas " (He 5,7). Por cierto, que los crucificaban a nuestro divino Salvador no lo conocían..., porque si lo hubieran conocido no lo habrían crucificado (1Co 2,8).

Nuestro Señor pues, viendo la ignorancia y la debilidad de los que le atormentaban, comenzó a excusarles y a ofrecer por ellos este sacrificio a su Padre celeste, porque la oración es un sacrificio...: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). Qué grande era la llama de amor que ardía en el corazón de nuestro dulce Salvador, que en el culmen de sus dolores, al tiempo que la vehemencia de sus tormentos parecía quitarle el poder de rezar por sí mismo, pudo por la fuerza de su caridad olvidarse de sí mismo, pero no de sus criaturas...

Quería así darnos a entender el amor que nos tenía, que no podía disminuir por ningún tipo de sufrimiento, y enseñarnos a nosotros cómo debe ser nuestro corazón con respecto a nuestro prójimo... Entonces, este divino Señor que se ha entregado para pedir perdón por los hombres, está seguro de que su petición le fue concedida, porque su divino Padre lo amaba demasiado para negarle cualquier cosa que le pidiera.

Ángelus “Un grave peligro”

«La tentación de aprovechar de actividades buenas para cultivar intereses privados o ilícitos”

4 MARZO 2018

(ZENIT – 4 marzo de 2017).- “Jesús ha utilizado esta vez `maneras fuertes´ para librarnos de este peligro mortal”, explica el papa Francisco.

El Papa ha comentado, antes del Ángelus de este tercer domingo de Cuaresma, 4 de marzo de 2018, el Evangelio de San Juan que cuenta la purificación del Templo de Jerusalen: Jesús echó a los mercaderes del Templo.

Unas 20.000 personas estaban reunidas en la Plaza San Pedro, según las cifras de la Gendarmería del Vaticano.

Este “grave” peligro “extremo”, o “mortal” dice el Papa, es “el peligro de hacer de nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la búsqueda continua de nuestro provecho en lugar de en un amor solidario y generoso”.

El Papa precisa: “Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solamente para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos, para las comunidades civiles y para las sociedades. En efecto, es común la tentación de aprovecharse de las actividades buenas, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, incluso ilícitos.

Entendemos que el Papa tiene un ejemplo ante los ojos, con la apertura, el 15 de marzo, del juicio de dos ex funcionarios responsables del Instituto Financiero del Vaticano por malversación de fondos y blanqueo de dinero.

Después del Ángelus, el Papa ha saludado a diferentes grupos, de jóvenes italianos que se preparan para el sacramento de la Confirmación.

Esta es nuestra traducción rápida de trabajo, de las palabras pronunciadas por el Papa en italiano.

AB

Palabras del Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy presenta, en la versión de Juan el episodio en el que Jesús echaba a los vendedores del templo de Jerusalén (Jn 2, 13-25) Él realizó este gesto ayudándose con un látigo de cuerdas, volcó las mesas y dijo: “no conviertan en un mercado la casa de mi Padre” (v. 16). Esta acción decisiva, llevada a cabo al acercarse la Pascua, suscitó gran impresión en la muchedumbre y despertó la hostilidad de las autoridades religiosas y de aquellos que se sintieron amenazados por sus intereses económicos. Pero ¿Cómo debemos interpretarlo? Ciertamente no era una reacción violenta, por lo que no provocó la intervención de los representantes del orden público, la policía. ¡No! Pero fue entendida como una acción típica de los profetas, quienes con frecuencia denunciaban en nombre de Dios, abusos y excesos. La cuestión que se planteó era la de la autoridad. De hecho, los judíos le preguntaron a Jesús ¿Qué signos nos muestras para obrar así? (v.18), es decir ¿Qué autoridad tienes para hacer esto? Como pidiéndole la demostración de que él obraba verdaderamente en nombre de Dios.

Para interpretar el gesto de Jesús para purificar la casa de Dios, sus discípulos se sirvieron de un texto bíblico tomado del Salmo 69: “El celo por tu casa me consumirá”, (v.17). El salmo dice esto: “El celo por tu casa me devorará”, este salmo es una invocación de ayuda en una situación de un peligro extremo a causa del odio de los enemigos: una situación que Jesús vivirá en su pasión. El celo por el Padre y por su casa lo llevará hasta la cruz, el suyo es el celo del amor que conduce al sacrificio de sí mismo, no ese falso (celo) que pretende servir a Dios mediante la violencia. En efecto, el “signo” que Jesús dará como prueba de su autoridad será precisamente su muerte y resurrección “Destruid este templo, dice, y en tres días lo levantaré” (v.19). Y el evangelista señala: “Él hablaba del templo de su cuerpo” (v.21). Con la Pascua de Jesús un culto nuevo comienza, el culto del amor, y un templo nuevo que es Él mismo.

La actitud de Jesús relatada en el pasaje evangélico de hoy, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestros beneficios e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. Estamos llamados a tener siempre presentes estas palabras fuertes de Jesús.

“No hagáis de la casa de mi Padre un mercado” (v. 26), es muy feo cuando la Iglesia se pone en esta actitud de hacer de la casa de Dios un mercado. Estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de nuestra alma, que es morada de Dios, un lugar de mercado viviendo en la búsqueda continua de nuestro interés en lugar del amor generoso y solidario. Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solo para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos; para las comunidades civiles y para la sociedad. En efecto, es común la tentación de aprovecharse de las actividades buenas, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, incluso ilícitos. Es un grave peligro, especialmente cuando se instrumentaliza a Dios y al culto debido a Él o al servicio al hombre y su imagen. Por eso Jesús usa a veces modos bruscos para sacudir de este peligro mortal.

Que la Virgen María nos sostenga en nuestro compromiso para hacer de la Cuaresma una buena ocasión de reconocer a Dios como el único Señor de nuestra vida, y quitando de nuestro corazón y de nuestras obras toda forma de idolatría.

Palabras del Papa Francisco después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos, venidos de Roma, de Italia y de diferentes países, en particular a los peregrinos de las diócesis de Granada, Málaga y Córdoba en España.

Saludo a los numerosos grupos parroquiales, los fieles venidos de Spinaceto, Milán y Nápoles, lo mismo que a los jóvenes de Azzano Mella y a los confirmandos de la diócesis de Vicence, a los que animo a testimoniar con la alegría del Evangelio, sobre todo entre los suyos.

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor no os olvidéis de orar por mi. ¡Buen provecho y hasta luego!.

Santa Marta: Francisco llama a la conversión del pensamiento y de las obras

La religión y la fe no son “un espectáculo”

5 MARZO 2018 

Misa En Santa Marta, 5 De Marzo De 2018 © Vatican Media

(ZENIT – 5 marzo 2018).- La religión y la fe no son “un espectáculo” –ha advertido el Papa Francisco–. “La Iglesia nos invita a reflexionar sobre la conversión del pensamiento, sobre su estilo y sobre la conversión de las obras y de los sentimientos”.

La homilía del Santo Padre en la Misa matutina, celebrada hoy en la capilla de Santa Marta, ha tratado en torno a la Primera Lectura dedicada a Naamán el Sirio y sobre el Evangelio de San Lucas en el que Jesús explica que ningún profeta es aceptado en su propia patria.

Conversión de las obras

En tiempo de Cuaresma –ha indicado el Papa–, “la Iglesia nos dice que debemos convertir nuestras obras, y nos habla del ayuno, de la limosna, de la penitencia: es una conversión de las obras. Hacer obras nuevas, obras con estilo cristiano, ese estilo que proviene de las Bienaventuranzas, en Mateo 25: hacer esto”.

El Pontífice ha lanzado una reflexión a los fieles: “¿Yo pienso con un estilo cristiano o con un estilo pagano?”. La Iglesia llama a una conversión de las obras; conversión de los sentimientos; “y hoy nos habla de la ‘conversión del pensamiento’: no de lo que pensamos, sino de cómo pensamos, del estilo de pensamiento”, ha dicho el Papa invitando a pensar en la Parábola del Buen Samaritano: “convertirse a la compasión”.

“La fe no es un espectáculo: es la Palabra de Dios y el Espíritu Santo que obra en los corazones”, ha señalado el Obispo de Roma esta mañana.

Pedir la “gracia de la conversión”

A propósito del episodio de Naamán el Sirio, enfermo de lepra, el Papa recordó que “va a ver a Eliseo para ser curado”, quien le aconseja que se bañe siete veces en el Jordán. Pero él piensa, en cambio, que los ríos de Damasco son mejores que las aguas de Israel. “Se enoja, se irrita y quiere volver sin hacerlo” — ha recordado Francisco– porque  “este hombre esperaba el espectáculo”. Pero el estilo de Dios –añadió el Pontífice– es otro: “Cura de otro modo”.

El Papa ha advertido de que se puede rezar “todo el Credo, también todos los dogmas de la Iglesia”, pero si no se hace “con el espíritu cristiano”, no sirve “para nada”.

Así, el Santo Padre ha animado a preguntarnos “¿Con qué espíritu pienso yo?”, y “ver si yo pienso verdaderamente con el espíritu de Dios”, ha dicho. Francisco ha exhortado a pedir la gracia de discernir cuándo pienso con el espíritu del mundo y cuándo pienso con el espíritu de Dios, y pedir la gracia de la conversión del pensamiento.

Hacer del Amor una realidad

Santo Evangelio según San Mateo 18, 21-35. Martes III de Cuaresma.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de hacer una experiencia…, una experiencia real de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El ejemplo de Cristo no simplemente es algo que debemos admirar, que debemos contemplar o que debemos conocer. Su ejemplo no es como una pintura, un libro o una canción que, por su hermosura, por su originalidad o su musicalidad nos hace decir: ¡Qué hermoso…! ¡Qué interesante!

Es verdad que debemos hacer todas estas cosas, admirarlo, contemplarlo, conocerlo; pero si hay un verdadero encuentro con Aquél que admiramos, con Aquél que contemplamos, con Aquél que conocemos, vamos a querer plasmar todo aquello de lo que hemos sido testigos en nuestra vida.

Admirar su paciencia es saber que Dios es paciente con cada uno de nosotros. Contemplar su misericordia es experimentar que Dios nos perdona. Conocer su amor es sabernos amado por Él.

Todo inicia con un verdadero encuentro. No con la imagen de Dios, o con la idea que tenemos de Él pues, cuando es así, el ser paciente o el perdonar depende de la mayor o menor intensidad de la imagen que tengamos de Él. Sin embargo, cuando verdaderamente hemos tenido un encuentro con su Amor, con su paciencia y misericordia; cuando hemos sido nosotros los que hemos sido perdonados, los que han sido amado, es ahí cuando nos damos cuenta que no simplemente podemos decir: ¡Qué interesante! Nos sentimos llamados a hacer de ese amor una realidad.

Como el rey de la parábola, Dios se apiada, prueba un sentimiento de piedad junto con el de la ternura: es una expresión para indicar su misericordia para con nosotros. Nuestro Padre se apiada siempre cuando estamos arrepentidos, y nos manda a casa con el corazón tranquilo y sereno, diciéndonos que nos ha liberado y perdonado todo. El perdón de Dios no conoce límites; va más allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce, en el íntimo del corazón, haberse equivocado y quiere volver a él. Dios mira el corazón que pide ser perdonado. El problema, desgraciadamente, surge cuando nosotros nos ponemos a confrontarnos con nuestro hermano que nos ha hecho una pequeña injusticia.

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Dios pide el sacrificio de nuestro corazón

Martes tercera semana Cuaresma. ¿De qué nos sirve sacrificar nuestras cosas si no nos sacrificamos nosotros?

“El que en Ti confía no queda defraudado”.

Esta oración del Antiguo Testamento podría resumir la actitud de quien comprende dónde está la esencia fundamental del hombre, dónde está lo que verdaderamente el hombre tiene que llevar a su Creador: un corazón contrito y humillado, como auténtico y único sacrificio, como verdadero sacrificio. ¿De qué nos sirve sacrificar nuestras cosas si no nos sacrificamos nosotros? ¿De qué nos sirve ofrecer nuestras cosas si no nos ofrecemos nosotros? El mensaje de la Escritura es, en este sentido, sumamente claro: es fundamental, básico e ineludible que nosotros nos atrevamos a poner nuestro corazón en Dios nuestro Señor.

“Ahora te seguiremos de todo corazón”. Quizá estas palabras podrían ser también una expresión de lo que hay en nuestro corazón en estos momentos: Padre, quiero seguirte de todo corazón. Son tantas las veces en las que no te he seguido, son tantas las veces en las que no te he escuchado, son tantos los momentos en los que he preferido ser menos generoso; pero ahora, te quiero seguir de todo corazón, ahora quiero respetarte y quiero encontrarte.

Ésta es la gran inquietud que debe brotar en el alma de todos y cada uno de nosotros: Te respetamos y queremos encontrarte. Si éste fuese nuestro corazón hoy, podríamos tener la certeza de que estamos volviéndonos al Señor, de que estamos regresando al Señor y de que lo estamos haciendo con autenticidad, sin posibilidad de ser defraudados.

¿Es así nuestro corazón el día de hoy? ¿Hay verdaderamente en nuestro corazón el anhelo, el deseo de volvernos a Dios? Si lo hubiese, ¡cuántas gracias tendríamos que dar al Señor!, porque Él permite que nuestra vida se encuentre con Él, porque Él permite que nuestra vida regrese a Él. Y si no lo hubiese, si encontrásemos nuestro corazón frío, temeroso, débil, ¿qué es lo que podríamos hacer? La oración continúa y dice: “Trátanos según tu clemencia y tu abundante misericordia”.

También el Señor es consciente de que a veces en el corazón del hombre puede haber un quebranto, una duda, un interrogante. Y es consciente de que, en el corazón humano, tiene que haber un espacio para la misericordia y la clemencia de Dios. Dejemos entrar esta clemencia y esta misericordia en nuestra alma; hagamos de esta Cuaresma el cambio, la transformación, los días de nuestra decisión por Cristo. No permitamos que nuestra vida siga corriendo engañada en sí misma.

Sin embargo, Dios está pidiendo el sacrificio de nuestro corazón: “Un sacrificio de carneros y toros, un millar de corderos cebados”. El reto de responder a ese Dios que nos llama por nuestro nombre, el reto de respoder a ese Dios que nos invita a seguirlo en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra vocación cristiana puede ser, a veces, un reto muy pesado; sin embargo, ahí está Dios nuestro Señor dispuesto a prestarnos el suplemento de fuerza, el suplemento de generosidad, el suplemento de entrega y el suplemento de fidelidad que quizá a nosotros nos pudiese faltar en nuestro corazón.

Si nos sentimos flaquear, si no somos capaces, Señor, de encontrarnos contigo, de estar a tu lado, de resistir tu paso, de ir al ritmo que Tú nos estás pidiendo, hagamos la oración tan hermosa de la primera lectura: “Trátanos según tu clemencia y tu abundante misericordia”. Si tengo miedo de soltar mi corazón, si tengo miedo de pagar alguna deuda que hay en mi alma... “Trátame según tu clemencia y tu abundante misericordia”. Si todavía en mi interior no hay esa firme decisión de seguirte , tal y cómo Tú me lo pides, con el rostro concreto por el cual Tú me quieres llamar... “Trátame según tu clemencia y tu abundante misericordia”.

Que ésta sea la actitud de nuestra alma, que éste sea el auténtico sacrificio que ofrecemos a Dios nuestro Señor. A Él no le interesan nuestras cosas, le interesamos nosotros; no busca nuestras cosas, nos busca a nosotros. Somos, cada uno de nosotros, el objeto particular de la predilección de Dios nuestro Señor.

Que en esta Cuaresma seamos capaces de abrir nuestro corazón, como auténtico sacrificio, en la presencia de Dios. O, que por lo menos, se fortalezca en nuestro interior la firme decisión de dar al Señor lo que quizá hasta ahora hemos reservado para nosotros. Quitar ese miedo, esa inquietud, esa falta total de disponibilidad que, a lo mejor, hasta estos momentos teníamos exclusivamente en nuestras manos.

Que la Eucaristía se convierta para nosotros en una poderosa intercesión ante Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo, para que en este tiempo de Cuaresma logremos renovarnos y transformarnos verdaderamente. Que nos permita abrir nuestra mente a nuestro Señor, con un corazón dispuesto a lanzarse en esa obra hermosísima de la santificación que Dios nos pide a cada uno de nosotros.

La fe no es un espectáculo

Uno puede saberse todos los dogmas, pero si no actúa como cristiano no sirve, dice el Papa

En la Misa que presidió en la Casa Santa Marta en el Vaticano, el Papa Francisco manifestó que la fe “no es un espectáculo” como algunos creen, y advirtió del peligro de saberse los “dogmas de la Iglesia” pero luego no actuar con “espíritu cristiano”.

“Se puede recitar todo el Credo, también todos los dogmas de la Iglesia” pero si no se hace “con el espíritu cristiano”, no sirve “de nada”, destacó durante la homilía.

Al reflexionar sobre la primera lectura de la liturgia del día y sobre el Evangelio de San Lucas en la que Jesús explica que ningún profeta es bien aceptado en su tierra, el Papa habló sobre la conversión a la que la Cuaresma invita especialmente.

“La Iglesia nos dice que nuestras obras deben convertirse, y nos habla del ayuno, de la limosna, de la penitencia: es una conversión de las obras. Hacer obras nuevas, obras con el estilo cristiano, ese estilo que viene de las Bienaventuranzas”.

Pero “también la Iglesia nos habla de la conversión de los sentimientos: también los sentimientos deben convertirse. Pensemos por ejemplo en la Palabra del Buen Samaritano: convertirse a la compasión. Sentimientos cristianos. Conversión de las obras, conversión de los sentimientos; pero, hoy, nos habla de la ‘conversión del pensamiento’: no de lo que pensamos, sino de cómo pensamos, del estilo de pensamiento”.

“¿Yo pienso con un estilo cristiano o con un estilo pagano? Este es el mensaje que hoy la Iglesia nos da”, señaló.

El Papa puso de ejemplo a Jesús cuando volvió a Nazaret y entró en la Sinagoga. “La gente lo observaba, estaba sorprendida, estaba contenta”, dijo.

Sin embargo, “nunca falta un ‘criticón’, y uno comenzó a decir: ‘Pero este es el hijo del carpintero, ¿qué nos enseña?, ¿en qué universidad ha estudiado esto?’. ‘Sí, es el hijo de José’. Y empezaron a intercambiar opiniones, y cambia la actitud de la gente, y quieren matarlo. De la admiración, del estupor, al querer matarlo”.

“También estos querían espectáculo. ‘¡Qué haga milagros, eso que dicen que ha hecho en Galilea, porque si no, no creeremos!’. Y Jesús explica que ningún profeta es bien acogido en su tierra”.

Francisco añadió que “nosotros nos resistimos a que alguno de nosotros pueda corregirnos. Debe venir uno con el espectáculo, a corregirnos. Y la religión no es un espectáculo. La fe no es un espectáculo: es la Palabra de Dios y el Espíritu Santo que actúa en los corazones”.

“La conversión del pensamiento. No es habitual que nosotros pensemos de este modo. No es habitual. También el modo de pensar, el modo de creer, puede convertirse. Podemos hacer la pregunta: ‘¿Con qué espíritu pienso?’. ‘¿Con el espíritu del Señor o con el Espíritu propio, el espíritu de la comunidad a la cual pertenezco o del grupito o de la clase social a la que pertenezco, o del partido político al cual pertenezco? ¿Con qué espíritu pienso?’.

“Y buscar –concluyó– si yo pienso de verdad con en el espíritu de Dios. Y pedir la gracia de discernir cuando pienso con el espíritu del mundo, y cuando pienso con el Espíritu de Dios. Y pedir la gracia de la conversión del pensamiento”.

Cuaresma y conversión

Aún es tiempo de fijarse unos puntos muy concretos y poner toda su buena voluntad en cumplirlos

Una vez más el año litúrgico nos ha llevado irreversiblemente al final de la Cuaresma. Tiempo de conversión por excelencia, lo sabemos de sobra. Y como todos los años, aunque no hayamos llegado especialmente preparados, sentimos en nuestro interior el deseo sincero de aprovecharla para acercarnos más a Dios. Reconocemos que esa voz que nos invita a la conversión –“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”- viene de lo alto, mucho más arriba que el campanario de la parroquia.

Ante todo, no debemos olvidar que la gracia de la conversión es un don de Dios. Y también que, si hay alguien interesado en nuestra conversión, es, nada más y nada menos, Dios. Y nosotros, ¿qué debemos hacer? ¿Qué camino tenemos que seguir para alcanzar nuestro objetivo? La Iglesia nos señala tres medios principales. Podemos aventurarnos a decir que hay tres disciplinas fundamentales para un atleta del espíritu.

La primera es la oración. La oración es generadora de amor. En el encuentro íntimo con Dios, Él nos permite conocerle más y conocernos más a nosotros mismos. Contemplando su amor encenderá en nosotros el deseo de poseerle y este deseo nos llevará a cambiar. ¿Duración del ejercicio? Se pueden comenzar con cinco o diez minutos, lo importante es que sea diario. Y si puede ser frente al Sagrario, qué mejor.

La siguiente es el sacrificio. Hay muy diversas modalidades de aplicarlo. Cada quien es libre de escoger la que mejor convenga, procurando que sea algo que de verdad cueste y que nos exija voluntad. No hay que perder de vista que la privación voluntaria de algo o el realizar una obra que nos mortifique debe hacerse por amor a Dios. Si no, no vale. Al hacer el sacrificio hay que tener como telón de fondo la imagen de Cristo ofreciendo su vida por nosotros. Ante esa muestra de amor, todo lo demás que ofrezcamos nos parecerá pequeño…

Como tercera disciplina está la caridad. El ejercicio del amor a nuestros hermanos –todas las personas- por ser ellos también hijos de Dios. También aquí es preciso definir qué se va a hacer. Las manifestaciones son múltiples: guardar la paciencia, hablar bien de los demás, hacer un acto de servicio, prestar atención y consejo al que lo necesita, dar buen ejemplo, compartir los propios bienes.
Aún es tiempo de fijarse unos puntos muy concretos y poner toda su buena voluntad en cumplirlos. De esta manera, Dios podrá enviar su gracia a nuestras almas y esta cuaresma habrá sido, verdaderamente, un tiempo de conversión.

¿Sabías que San José también es tu padre?

Jóvenes lo explican en un video

La iniciativa Father’s Heart (Corazón de Padre) es un proyecto lanzado por el grupo Jóvenes de San José que pretende dar a conocer la devoción a este santo, ya que consideran que es “de gran importancia para los tiempos actuales”.

Este vídeo es la segunda edición de la iniciativa Father’s Heart, y se publica en marzo por ser el mes que la Iglesia Católica dedica al padre adoptivo de Jesús. En la edición del año pasado se explicaron las razones por las que aman a San José. Además cuentan con un sitio web con recursos de oración para extender esta devoción.

En esta ocasión han querido destacar la figura de San José “como padre de todos los creyentes, de todos los católicos”, ya que “él fue el primero, junto a María, que creyó en Jesucristo. Él acompañó a Cristo como verdadero padre mesiánico en los primeros años de su vida”.

Mediante esta iniciativa, este grupo católico muestra que San José “nos ayuda en el día a día, como el que debía cuidar y guardar a María y Jesús, un San José que a día de hoy, igual que cuidó a la Sagrada Familia, me cuida a mí y a ti”.

“Un padre cercano, que aunque no lo veamos está ahí, en todos los momentos de nuestra vida”, aseguran.

También precisan que “San José nos conduce directamente a María, y por medio de María a la fuente de toda santidad, Jesús, que santificó las virtudes familiares por su obediencia a José y María“.

Con la iniciativa Father’s Heart, los Jóvenes de San José animan a “poner bajo la protección de San José a la Iglesia, a la familia, las vocaciones, los sacerdotes, los seminarios, las órdenes religiosas. Para que él las conduzca a María y por medio de ella a Jesús”.

Más información sobre el grupo Jóvenes de San José AQUÍ y sobre la iniciativa Father’s Heart (Corazón de Padre) AQUÍ

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