Os conviene que me vaya
- 08 Mayo 2018
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Evangelio según San Juan 16,5-11.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde vas?'.
Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.
Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mí.
La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.
Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado."
El Milagro de la Imagen:
Corría el mes de mayo de 1630 cuando la milagrosa imagen de la Virgen de Luján llegó a la Argentina.
Antonio Farías Sáa, era un hacendado radicado en Sumampa (Santiago del Estero) que quería colocar en su estancia una capilla para la Virgen. Este hombre le pidió a un amigo que vivía en Brasil que le enviara una imagen que representara la Inmaculada Concepción de María. El amigo le envió dos, la que le había encargado y otra de la Virgen con el Niño Jesús. Cuando llegaron, fueron colocadas en una carreta y partieron en una caravana rumbo a Sumampa.
La caravana se detuvo a orillas del río Luján a 67 kilómetros de Buenos Aires, en una hacienda, conocida como la estancia de Rosendo. Al llegar el otro día los carreteros iban a proseguir con el viaje, pero la carreta que llevaba la imagen no se movía, intentaron de todas las formas posibles que caminara, bajaron la mercadería, colocaron más bueyes, pero todo fue inútil, las dos imágenes estaban en el fondo de la carreta en dos pequeños cajones.
Los carreteros retiraron una imagen y no se movió, la subieron y bajaron la otra, y la carreta marcho normalmente. En ese instante los hombres comprendieron que estaba ocurriendo algo milagroso. Al ver que la Virgen no quería marcharse se dirigieron a la casa más cercana, la de don Rosendo.
La familia se emocionó al ver la imagen y la colocaron el su casa, la noticia corrió por toda la región, y se enteraron hasta en Buenos Aires. Las personas empezaron a viajar al lugar, entonces don Rosendo construyó una pequeña capilla, entre los pajonales de la pampa, en este lugar permaneció la virgencita desde 1630 hasta 1674.
El Negro Manuel:
Este hombre dedicó toda su vida, desde que llegó a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján. Fue traído de Africa y vendido como esclavo en Brasil. Llego al Río de la Plata a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venia la bendita imagen, presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.
Se desconoce quien era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su vida al atención de la santísima Virgen.
La tradición nos dice que Manuel, realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Manuel guardaba de los viajes de la Señora los abrojos se desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedo casi abandonado, pero éste hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.
Doña Ana Mattos:
Doña Ana Mattos, viuda de Siqueyras era una señora que tenia gran cantidad de tierras a orillas del río Luján, ella quería llevar la imagen a su casa y realizarle una capilla, para ello en el año 1674, habló con el Cura Juan de Oramas, administrador de los bienes de don Rosendo y la colocó en su casa, pero la Santa Virgen desapareció y la encontraron en su antigua ermita (capilla), doña Ana volvió a llevar la imagen a su casa y por segunda vez regresó a la estancia de don Rosendo.
La dama consultó entonces a las autoridades eclesiásticas y civiles, quienes viajaron al lugar y examinaron lo sucedido, esta vez la Virgen fue trasladada en una devota peregrinación y en compañía de Manuel. Desde ese momento la imagen no retornó más a su antigua capilla.
Luego de confirmar la veracidad de lo sucedido la Autoridad Eclesiástica, autorizó oficialmente el culto público a la "Pura y Limpia Concepción del Río Luján". Doña Ana donó el terreno para la realización del nuevo templo en el año 1677 lugar en donde actualmente se encuentra la hermosa Basílica de Luján.
Don Pedro de Montalbo:
El clérigo don Pedro de Montalbo estaba muy enfermo y desahuciado, en 1684 viajó a Luján, casi moribundo fue llevado a la capilla. El Negro Manuel le ungió el pecho con el sebo de la lámpara que ardía en el altar y le dio de beber una infusión con abrojos de los que solía desprender del vestido de la Virgen. Don Pedro sano milagrosamente y agradecido se quedo como primer capellán.
El pueblo de Luján:
El lugar empezó a poblarse con los devotos de la Virgen. De esta forma el paraje se convirtió en una aldea que se llamó Pueblo de Nuestra Sra. de Luján, en 1755 se le otorgó el título de Villa.
La devoción por la Virgen fue creciendo año tras año, así como los milagros que ocurrían y el 23 de octubre de 1730, Luján era instituida Parroquia. El cura párroco don José de Andújar deseaba ampliar el templo y junto al Obispo Fray Juan de Arregui, iniciaron la construcción, pero esta no llegó a buen termino porque después de grandes contratiempos terminó por desplomarse.
Don Juan de Lezica y Torrezuri:
Este hombre nacido en Vizcaya, España, estaba muy enfermo y fue curado milagrosamente por la Santísima Virgen de Luján. Don Juan, en agradecimiento se entregó por completo a la creación del nuevo templo y a fines de 1754 se inicio la construcción, en 1763 se terminó felizmente la obra y los cabildantes de Luján eligieron y juraron a Nuestra Señora por celestial Reina y Patrona.
El Padre Salvaire:
Hacia el año 1872, el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Federico Aneiros, entregó la custodia del templo a los sacerdotes de la congregación de la Misión, conocidos como Padres Lazaristas. En aquel entonces el teniente Cura Jorge María Salvaire fue herido en un viaje por los indios y estuvo al borde de la muerte, en ese momento realizó una promesa a la Santísima Virgen y milagrosamente fue sanado.
La promesa del Padre Salvaire fue, "Publicaré tus milagros..., engrandeceré tu Iglesia" En cumplimiento de este voto, publicó en 1885 la "Historia de Nuestra Sra. de Luján".
En 1889 fue nombrado Cura Párroco de Luján y dedicó su vida y esfuerzos para edificar la gran Basílica, con el apoyo de Monseñor Aneiros y la colaboración de sus compañeros de Congregación, inició la construcción de la actual Basílica Nacional.
Cuando falleció en 1899, la obra continuo en las manos del Padre Dávani, quien murió en 1922, para ese entonces el Santuario ya estaba terminado en su estructura fundamental.
La Solemne Coronación de la Virgen de Luján:
EL Padre Salvaire, en 1886, presentó al Papa León XIII, la petición del Episcopado y de los fieles del Río de la Plata para la coronación de la Virgen, el Pontífice bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad, que quedó establecida en el sábado anterior al IV domingo después de Pascua. La Coronación se realizó en mayo de 1887.
La Basílica de Luján:
El Santuario de Luján es de estilo gótico ojival del siglo XIII. Sus dimensiones son: anchura en el crucero, 68,50 m.; longitud, 104 metros; anchura de frente, 42 m.; altura en las dos torres mayores, 106 m. El 8 de diciembre de 1930, el Papa Pío XII, le otorgó oficialmente el título de Basílica.
La Imagen de la Virgen de Luján:
La imagen es pequeña (38 centímetros), está modelada en arcilla cocida (terracota), su rostro es ovalado, de color moreno. Los pies de la Santa Imagen se apoyan sobre nubes, desde las cuales surge una media luna y cuatro cabezas de querubines, con sus pequeñas alas desplegadas.
Esta cubierta con vestiduras: túnica blanca y manto azul-celeste. Tiene las manos juntas en el pecho.
El Padre Salvaire hizo recubrir la Santa imagen con una coraza de plata para impedir su deterioro. Antes de esta operación se sacaron moldes que permitieron su reproducción auténtica.
En 1887, el Padre colocó la Imagen sobre una base de Bronce, le adosó la rayera gótica con la inscripción: "Es la Virgen de Luján la primera Fundadora de esta Villa" y una aureola de doce estrellas. Ornamentada en esta forma, fue coronada con la corona Imperial bendecida por León XIII.
El 3 de diciembre de 1871 se realizó la primera peregrinación general al Santuario de Luján, desde entonces millones de personas concurren cada año. Es uno de los centros de peregrinación más importantes de Latinoamérica. Actualmente, la fiesta principal se celebra el 8 de mayo.
http://www.basilicadelujan.org.ar/
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 3º sermón de Pentecostés
«Os conviene que me vaya»
Él cubrió con su sombra a la Virgen (Lc 1,35) y, el día de Pentecostés, confortó a los apóstoles; preparó un acceso a la divinidad en un cuerpo virginal, y revistió a los apóstoles con una fuerza venida de lo alto(Lc 24,49), es decir, con su ferviente caridad. El coro de los apóstoles se vistió esa coraza como un gigante para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a los paganos, sujetando a los reyes con argollas y a los nobles con esposas de hierro. Como se trataba de meterse en casa de un hombre fuerte y deshacer todo su ajuar, era necesario ser más fuerte que él.
Triunfar de la muerte y no sucumbir ante el poder del infierno les era totalmente imposible: únicamente vencerían llenos de «un amor fuerte como la muerte» (Mt 16,18; Ct 8,6) y de una pasión tan cruel como el abismo. Este es el celo que los devoraba cuando la gente los creía borrachos. Es cierto que estaban bebidos, pero no de un vino ordinario. Estaban ebrios, repito, pero del vino nuevo que los odres viejos no merecen ni pueden contener. Este vino es fruto de la «vid celestial», un vino que alegra el corazón y no trastorna la mente; un vino que desarrolla a los jóvenes y no extravía a los hombres inteligentes. Un vino desconocido para los habitantes de la tierra. En el cielo siempre había sido abundante... Por todas las calles y plazas de la ciudad corría ese vino que llena de alegría el corazón(Jn 15,1; Sal. 103,15)...
Así, pues, el cielo saborea un vino especial que la tierra todavía no ha probado. Y era tal su ignorancia que tampoco se deleitaba en la humanidad de Cristo, cuya presencia ansiaba el cielo. ¿Cómo no iban a hacer, pues, el cielo y la tierra, los ángeles y apóstoles un negocio tan honesto como provechoso para ellos? Aquellos piden la humanidad de Cristo, estos el vino del cielo; que el Espíritu venga a la tierra y la carne suba al cielo, y en adelante todo sea común para todos. Jesús había dicho: si no me voy, no vendrá vuestro Defensor. Que quiere decir: Si no dais eso que tanto amáis, no tendréis lo que deseáis. Os conviene que yo me vaya, para trasladaros a vosotros de la tierra al cielo y de la carne al espíritu. El Hijo es espíritu, el Padre es espíritu, y el Espíritu Santo es espíritu. Recordemos la Escritura: Cristo, el Señor, es un espíritu que está siempre con nosotros. Y el Padre, por ser espíritu, quiere que se le adore en espíritu y de verdad. (Jn 4,23-24).
Santo Evangelio según San Juan 16, 5-11. Martes VI de Pascua.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven Espíritu Santo, llena con tu luz y amor el corazón de tu siervo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Anteriormente era muy común, por mi apariencia física y mis gustos de caminar por la noche, que la policía me detuviera. Nunca tuve miedo que algo me pasara porque en mi familia hay muchos abogados, incluyendo a dos de mis hermanos. Aunque nunca cometí algún delito, siempre tenía la certeza que, si algo me pasaba, mis hermanos me ayudarían, creía en ellos.
Mis hermanos son para mí algo similar como es el Espíritu Santo para el cristiano. Mis hermanos siempre me iban ayudar por ser abogados y el Espíritu Santo siempre va ayudar a un cristiano por ser el Defensor, el abogado del hombre.
Pero así como hubiera necesitado llamar a mis hermanos por teléfono para que me ayudarán si algo me hubiera pasado, así necesito llamar al Espíritu Santo para que me ayude cuando tengo problemas. El teléfono para llamar al Espíritu Santo es mi fe, una fe sustentada en una confianza en Él; así como yo confiaba en que mis hermanos me ayudarían, así debo confiar en que Dios me ayudará.
Pero la razón por la cual mis hermanos me ayudaban no era el dinero, era el amor que ellos me tienen y yo sólo les podía pagar con lo mismo, con amor. Al igual que mis hermanos, el Espíritu Santo sólo obra por amor, Él me defiende de todo, no porque me pedirá algo, me defiende porque me ama y yo sólo puedo darle amor. El que cada cristiano conozca que el obrar del Espíritu Santo es por el amor que me tiene debe ser la razón por la cual mi confianza esté en Él, para que mi fe sea verdadera.
Porque Dios me ama está siempre presente; porque Dios me ama siempre me ayudará; porque Dios me ama yo puedo amarle. Así como lo importante de mis hermanos no es que sean abogados sino que son mis hermanos, que los amo y ellos me aman, lo importante de la presencia del Espíritu Santo no es que me ayuda en todo sino que soy testigo del amor de Dios y por ese amor puedo amarle.
Jesús promete a sus amigos, en ese momento triste, oscuro, que, después de Él, recibirán "otro Paráclito". Esta palabra significa otro "Abogado", otro Defensor, otro Consolador: "el Espíritu de la verdad"; y añade: "no os dejaré huérfanos: volveré a vosotros". Estas palabras transmiten la alegría de una nueva venida de Cristo: Él, resucitado y glorificado, vive en el Padre y, al mismo tiempo, viene a nosotros en el Espíritu Santo. Y en esta su nueva venida se revela nuestra unión con Él y con el Padre: "comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros".
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Agradecer, hoy, la infinita gracia de tener el auxilio del Espíritu Santo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Santa Teresa llama a nuestra alma un castillo interior, un palacio. En ese castillo, palacio o templo vive "El dulce huésped del alma": El Espíritu Santo.
¿Quién es el Espíritu Santo? Jesucristo le llama el Consolador. En nuestra alma vive el AMOR, vive allí de forma permanente, llegó a nuestra alma para quedarse. “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu Santo vive en vosotros?” decía San Pablo a los primeros cristianos.
Su estancia en el castillo obedece a una tarea que debe realizar, se le ha encargado que haga de ti un santo ó una santa, un apóstol. Desde el primer momento de la entrada en tu alma, en el bautismo, se ha dedicado a trabajar a destajo, ha trabajado muchos años, se ha llevado muchos desengaños, porque hay que ver cómo nos hemos portado con Él.
Ha sufrido, posiblemente, el destierro, le hemos roto su obra maestra, como el niño malo que destruye de un puntapié el castillo que construye el niño bueno en la playa. Y sobre las ruinas de nosotros mismos ha vuelto a colocar otra vez piedra sobre piedra, con una paciencia y con un amor tan grandes que sólo porque es Dios los tiene. Él no desespera, más aún tiene abrigadas firmísimas esperanzas de acabar con su obra maestra contigo. Él sabe que puede aunque tú no seas mármol de Carrara, sólo necesita algo de colaboración de tu parte o por lo menos que no le estorbes..
Los medios: la gracia santificante, las gracias actuales, sus inspiraciones, dones y frutos.
¿Cuál es su estrategia? La describe muy bien un himno dedicado al Espíritu Santo. Seleccionaré algunas partes de este himno.
Primero: El mejor consolador
Consolando, secando lágrimas, arrancando los cardos y las ortigas del desaliento, tristeza y amargura. Uno de sus mejores oficios -lo sabe hacer muy bien- es consolar, por fortuna para nosotros que somos bastante llorones y necesitamos algo más que kleenex para nuestros ratos de tristeza. El mejor Consolador, ya sabemos. Cuando lleguen los momentos más penosos en los que llorar el poco, cuando la crisis nos agarre por el cuello y nos patee, acudir a quien quiere y puede consolarnos.
Nosotros podemos decir que me sorprende la realidad más radiante que vivimos los cristianos y, por tanto, no tenemos soledad, tristeza, lágrimas. Arrancarnos la tristeza peor, la de la separación de Dios, la de la infidelidad. Alegrarnos inmensamente de haber sido hechos hijos de Dios, alegrarnos de que nuestros nombres están escritos en el cielo, vivir con alegría diaria contagiosa, alegría en el dolor, en la enfermedad, alegría en las buenas y en las malas. Espíritu Santo, haznos apóstoles de la alegría, haznos vivir un cristianismo alegre, que vivamos con aire de resucitados, y que hagamos vivir a los otros así también.
Segundo: Dulce huésped del alma
Es uno de los títulos más hermosos. No huésped inoportuno. Cuantos huéspedes con los que nosotros no quisiéramos encontrarnos, a los que les damos la vuelta. En el caso del Espíritu Santo es un dulce huésped, esperado con ansia, acogido con cariño, porque siempre trae buenas noticias, buenos regalos, dones; El mismo es el Don por excelencia.
¿Me alegro de tenerlo siempre conmigo, lo entristezco con mi desamor, le pido muchos regalos espirituales? Y ¿qué le doy yo: mi amor, mi fidelidad? ¿Le escucho dócilmente? ¿El himno "Ven, Espíritu Creador" es mi saludo mañanero, son las mañanitas al dulce huésped de mi alma? ¿Alguna vez se las he cantado? Recordemos la frase de San Pablo; "¿No sabéis que sois templos del Espíritu Santo? Él ora con nosotros y por nosotros. Vivo, por tanto, en la presencia del Espíritu Santo, gozo minuto a minuto de su compañía gratísima, y su gracia está siempre a mi disposición.
Tercero: Dulce refrigerio
Cuando el bochorno arrecia y la lengua se reseca como ladrillo y el sudor empapa la ropa, una simple coca-cola fría, un ventilador oportuno, una alberca, solucionan el problema. Pero hay otros bochornos y calores interiores que requieren de otro refrigerio. Cuando se encrespan las pasiones, cuando el orgullo se revuelve como león herido, cuando la sensualidad con su baba venenosa quiere manchar el corazón y el alma, cuando la fiebre del mundo (placeres, dolce vita...) queman de ambición nuestro espíritu, llamar urgentemente al Espíritu Santo, para que nos brinde su dulce refrigerio y vuelvan las cosas a su lugar: El mundo allá y yo acá.
Cuarto: Tregua en el duro trabajo
Ofreciendo descanso en el duro bregar de la vida. Una mañana de domingo en la casa con niños, un día en la oficina en que todo salió mal, cansa, erosiona, desgasta, produce no rara vez frustración. Cuando uno de plano está agotado, abrumado por el trabajo los problemas y las preocupaciones, acudir sencillamente a quien es descanso en el trabajo, ¡OH Espíritu Santo, desperdiciado tantas veces que gemimos bajo el peso del trabajo! ¡OH jornaleros que teniendo la fuente a unos metros se mueren de sed! Dios es abismo de amor, torrente de felicidad, éxtasis de la vida, tenerlo tan cerca y morirse de hambre, la fuente a unos pasos y morirse de sed, la hoguera alumbrando en torno y morirse de frío, el amor cerca del corazón. Sólo unos pasos tenía que dar. Vivir cerca de la luz, y morir en el túnel de las tinieblas.
Quinto: Brisa en las horas de fuego
Siendo frescura en medio del calor. Un vaso de agua fría en un día de verano, la sombra de un árbol en el campo abrasado, una brisa fresca, una fuente fría junto al camino polvoriento, cuanto se agradecen. En la vida no podemos estar luchando todo el tiempo, somos humanos y necesitamos de tanto en tanto de un respiro. El Espíritu Santo es el agua fría, es la sombra, la brisa fresca y nuestra fuente de agua viva junto al camino de la vida.
Sexto: Gozo que enjuga las lágrimas
Consolando en la aflicción. Buena falta nos hace: lloramos como niños chicos por cualquier cosa. Llorar equivale a desanimarnos, a perder el entusiasmo por nuestra vocación cristiana y humana, a querer volver atrás. Para esos momentos malos, en que podemos reaccionar como niños caprichosos, acudir a quien es el consuelo en la aflicción.
Se le atribuye al Espíritu Santo casi un oficio de madre. El sufrimiento se encuentra en la vida de todos. Cuando se le espera y cuando no. El padre Maciel decía: "Unos de una manera y otros de otra, todos llevan su calvario y van por este camino en que los ha medito el pecado original. Lágrimas y sufrimientos anidan en el ser humano, en el hombre como hombre muy escondidos y salen cuando ya no pueden más”. Por ello necesitamos la presencia del Espíritu Santo".
Posteriormente, el himno al que nos estamos refiriendo añade una serie de peticiones al Espíritu Santo.
Séptimo: Lava lo que está manchado
Lava lo que está manchado: mi alma llena de arrugas, mi corazón manchado de afectos desordenados, mi pequeño mundo lleno de cosas humanas, de tierra, de lodo; mi mente y mis sentidos a veces tan vacíos de Dios y tan llenos de mis pasiones desordenadas. Lava sobre todo la conciencia de todo pecado e imperfección, de las salpicaduras del mundo, de las manchas de pasiones, del barro de los malos pensamientos. Lava y purifica nuestra intención en el obrar, que a veces se tiñe de negras aficiones: el egoísmo, vanidad, respeto humano son manchas grasientas que requieren de un eficaz blanqueador. Necesitamos que des una limpiadita a nuestras virtudes.
Octavo: Riega el desierto del alma
Somos raíz de tierra árida, árbol que crece en la estepa. ¿Han visto ustedes los árboles que crecen en las orillas de los ríos? ¡Qué diferencia! Siempre están verdes. Decía el poeta Antonio Machado estas hermosas palabras: “Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido".
A base de agua los judíos han hecho florecer el desierto del Sinaí. Tú puedes, Espíritu Santo, hacer florecer mi desierto, esa estepa en que a penas los cardos y las jaras crecen. Y entonces crecerán virtudes, crecerán buenas obras en mi alma.
Noveno: Sana el corazón enfermo
Médico de todas las enfermedades, médico de las enfermedades que he tenido y que ahora sufro, médico a domicilio.
Señor, si quieres, puedes curarme la lepra, el cáncer, el SIDA, la gangrena, la parálisis espiritual, las fiebres reumáticas, el escorbuto. ¿Cuál es mi enfermedad? Escuchemos en seguida la frase de mando: ¡Levántate y anda! Médico de las almas, que sabes la enfermedad y conoces la medicina, ¿cuál es mi enfermedad y mi mal? ¡Dímelo!.. Y proporciona el remedio que Tú sabes y yo no quiero aceptar a veces; cúrame antes de que la enfermedad me cause la muerte, cúrame las heridas que mi orgullo, sensualidad y egoísmo me abren a diario, las heridas de mis pecados antiguos y de mis pecados de hoy.
Décimo: Doma el Espíritu indómito
Dobla mi orgullo, ablanda mi cabeza dura y mi duro corazón; si es de piedra, hazlo de carne; hazme bajar la cabeza ante la obediencia y dar el brazo a torcer. Hazme duro para conmigo mismo, que no acepte flojedades, medias tintas, fariseísmos, pero hazme blando con los demás, como un pedazo de pan que dé alimento a todos los que se crucen en mi camino; hazme, Señor, instrumento de paz, como te pedía Francisco de Asís: "Donde haya odio, ponga yo tu amor, donde haya injurias, perdón".
Once: Calienta lo que está frío
A veces somos témpanos flotantes, corazones en frigorífico, que nos se derriten con las grandes motivaciones del amor de Cristo, el celo por la salvación de las almas, la vocación a la misión. Te pido un amor apasionado, pasión por la misión.
Doce : Endereza lo que está torcido
¿Cuántos criterios en mi vida andan torcidos? Enderézalos endereza los malos hábitos, por ejemplo, el hábito de pensar mal, el hábito tan arraigado de murmurar de mis hermanos, el hábito terrible de la ociosidad, del no hacer nada, el hábito que mata la oración, la rutina, el hábito de la pereza, el hábito que empequeñece mis fuerzas con la pusilanimidad, la timidez. Quiero dejarte el timón de mi vida, de mi barca, y quiero remar con todas las fuerzas de mis brazos.
Para concluir, demos un repaso a los deberes que tenemos con este ilustre huésped: En primer lugar, tomarlo en cuenta, hacerle caso, no dejarlo solo, ignorado abandonado. Porque dejamos abandonado el Amor.
En segundo lugar: Gratitud: le debemos tanto. La ingratitud es cardo que crece en los corazones pero sobre todo en los corazones de los cristianos, por el simple hecho de haber recibido demasiadas cosas de Dios.
En tercer lugar: Amor. Debería ser fácil amar al AMOR, enamorarse del que nos ama infinitamente a cada uno de nosotros. Antes de pedirnos que le amemos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y todas las fuerzas, antes nos ha dicho Él: "Te amé con un amor eterno".
En cuarto lugar: Docilidad y colaboración. Para ser santos debemos dejarnos guiar y obedecer al capitán del barco.
En quinto lugar: Cuando menos no estorbarle, dejarle trabajar en nosotros. “Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón”.
EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO.
Ven Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles,
Llena de gracia celestial
Los pechos que tu creaste.
Te llaman Paráclito,
Don de Dios altísimo,
Fuente viva, fuego, amor
Y unción espiritual.
Tú, don septenario,
Dedo de la diestra del Padre,
Por ]El prometido a los hombres
Con palabras solemnes.
Enciende luz a los sentidos
Infunde amor en los corazones,
Y las debilidades de nuestro cuerpo
Conviértelas en firme fortaleza.
Manda lejos al enemigo,
Y danos incesantemente la paz,
Para que con tu guía
Evitemos todo mal.
Danos a conocer al Padre,
Danos a conocer al Hijo
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.
Que la gloria sea para Dios Padre,
Y para el Hijo, de entre los muertos
Resucitado, y para el Paráclito,
Por los siglos de los siglos. Amén.
Papa Francisco critica la ideología de género: lleva a la autodestrucción del hombre
El Papa Francisco ha escrito el prefacio de un libro que recoge un gran número de textos de Benedicto XVI sobre la fe y la política en el que critica, una vez más, las colonizaciones ideológicas y en concreto la llamada ideología de género.
“La relación entre la fe y la política es uno de los grandes temas que siempre ha estado en el centro de la atención de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI, y atraviesa todo su camino intelectual y humano: la experiencia directa del totalitarismo nazi lo llevó, como joven estudioso, a reflexionar sobre los límites de la obediencia al Estado a favor de la libertad de la obediencia a Dios”, escribe el Papa Francisco.
“El profundo contraste, nota Ratzinger, se da, por el contrario (y aún antes que la pretensión marxista de colocar el cielo en la tierra, la redención del hombre en el ‘más acá’), en la diferencia abismal que subsiste en relación con la manera en la que la redención debe suceder: ‘¿La redención se da mediante la liberación de cualquier dependencia, o la única vía que lleva a la liberación es la completa dependencia del amor, dependencia que sería luego la verdadera libertad?’”.
En este sentido, Francisco asegura que lo que hace 30 años escribió el Papa emérito está hoy vigente más que nunca: “Se vuelve a presentar la misma tentación del rechazo de cualquier dependencia del amor que no sea el amor del hombre por el propio ego, por ‘el yo y sus deseos’; y, como consecuencia, el peligro de la ‘colonización’ de las conciencias por parte de una ideología que niega la certeza profunda según la cual el hombre existe como varón y hembra, a quienes ha sido asignada la tarea de la transmisión de la vida; esa ideología que llega a la producción planificada y racional de seres humanos y que –tal vez por algún fin considerado ‘bueno’– llega a considerar lógico y lícito cancelar lo que ya no se considera creado, donado, concebido y generado, sino hecho por nosotros mismos”.
“Estos aparentes ‘derechos’ humanos, que se orientan hacia la autodestrucción del hombre (y nos lo demuestra con fuerza y eficacia Joseph Ratzinger) tienen un único común denominador que consiste en una única, gran negación: la negación de la dependencia del amor, la negación de que el hombre es criatura de Dios, hecho amorosamente por Él a Su imagen y a quien el hombre anhela como la cierva a los manantiales (Sal. 41). Cuando se niega esta dependencia entre criatura y creador, esta relación de amor, se renuncia en el fondo a la verdadera grandeza del hombre, al bastión de su libertad y de su dignidad”.
10 cosas que necesito enseñarle a mis hijos sobre Dios
La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión de la fe (Papa Francisco)
Mi primera labor como padre es enviar a mis hijos al Cielo. Son hijos de Dios, y a Él se los tengo que retornar. Con nuestra primera hija, esa misión ya la cumplimos, ella falleció al día siguiente de nacer, pero con los otros tres, el camino es un poco más largo. El apostolado familiar es siempre el primer apostolado de los padres de familia, mucho más importante que cualquier otro apostolado.
Y para que ese apostolado tenga efecto, con mi esposa tenemos que lograr ser maestros de nuestros hijos. No quiere decir que les tenga que enseñar el teorema de Thales o si el Po es navegable… eso lo pueden aprender en la escuela, lo que le tengo que enseñar es que ellos tienen otro Padre, en el Cielo, que los ama y los espera para amarlos para toda la eternidad. Esa enseñanza no es en una “clase de catecismo” (cuando cumplan la edad adecuada para entenderlo), no, es una enseñanza que comienza el día que nacen y termina el día que ellos mismos encuentren su camino hacia Dios, y se lo enseñen a la vez a sus hijos, naturales o espirituales. Y pienso que esa enseñanza sobre quién es Dios, tiene que concretarse en algunas cosas que ellos tienen que aprender sí o sí de papá y mamá.
El Papa Francisco dijo en su Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”:
«La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión de la fe, que se dificulta por el estilo de vida actual, por los horarios de trabajo, por la complejidad del mundo de hoy donde muchos llevan un ritmo frenético para poder sobrevivir. Sin embargo, el hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo».
Así que aquí va esta galería, pensando en lo que intentamos con mi esposa transmitirle a nuestros hijos para que conozcan a su verdadero Padre.
1. Dios es amor
Esto se aprende viendo amor verdadero, como el que tienen mamá y papá. El amor de mamá y papá da la vida y Dios es una comunidad de amor que da toda vida. De la ternura de mamá se aprende la misericordia divina, y de la firmeza de papá, la justicia divina. Pero sobre todo se aprende que Dios no deja de amarnos nunca, no importa qué difíciles se pongan las circunstancias.
2. La religión es una relación de amor
Así como mamá y papá aman a sus hijos, así Dios nos ama. Pero para tener una relación de amor, es necesario hablar con el Amado, contarle tus problemas y agradecerle tus alegrías. La religión no es una fría lista de prohibiciones, sino una historia de amor hermosa que hay que cultivar todos los días.
3. Sigues a Cristo
Muchas veces vamos a la iglesia porque hay un gran sacerdote, una monjita buenísima o un consagrado que es un campeón y te trata con cariño. Pero hay dificultades y esos “referentes” nos pueden fallar porque son humanos. No seguimos al sacerdote, a la monjita o al consagrado. Seguimos a Jesús, que nunca falla.
4. Hay gente que no ama a Dios
Y hay gente que lo odia. No han llegado a relacionarse con este Padre Amoroso, porque no han aprendido a amar o porque no les han enseñado que Dios es amor. Hay que escucharlos, comprenderlos y convertirse uno mismo en testimonio del amor de Dios.
5. Puedes dudar
¡Por supuesto que la fe admite la duda! Las dudas sobre la fe siempre se tienen que aceptar y agradecer porque nos permiten profundizar un poco más en esa relación de amor que tenemos con nuestro Padre del Cielo. Todos tenemos dudas, todos tenemos derecho a preguntar y a comprender mejor a Dios. Lo mejor de todo es que ese conocimiento nunca termina, porque Dios es infinito amor.
6. Siempre puedes volver a casa
“Dios no se cansa de perdonarnos”, dijo el Papa Francisco. Y verdaderamente no se cansa. ¿Caíste? ¡Levántate! ¿Volviste a caer? ¡Vuelve a levantarte! ¿Te sientes mal por la caída? ¡Dios te ama por tus “levantadas”! ¿No te puedes levantar? ¡Pídele ayuda a tu Padre! ¡Él ama ayudarte y lo alegras con cada una de tus oraciones!
7. La Iglesia somos nosotros
Los edificios son parroquias, catedrales, capillas, etc. Pero la Iglesia somos todos. Especialmente los más pecadores. Muchos grandes santos comenzaron siendo grandes pecadores y encontraron misericordia en la Iglesia se convirtieron en grandes santos. Es importante alegrarnos, como en el Cielo, por cada pecador que se arrepiente y no por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia.
8. No todo es tan sencillo como parece
Como la Iglesia está formada por pecadores, yo el primero, hay que comprender a la gente antes que juzgarla. Dios actúa en modos misteriosos y pone pruebas a la gente de las que no podemos saber nada. Nuestro primer deber es estar, como decía San Francisco, «más prestos a consolar que a ser consolados», porque no todas las preguntas tienen una respuesta simple y directa.
9. Dios no se deja ganar en generosidad
Cuando somos mezquinos, Dios es generoso. Pero cuando somos generosos, Dios es mucho más generoso. Claro que no siempre su generosidad se traduce en bienes materiales, sino en abundancia de dones espirituales. El Papa Francisco dijo que Dios es tan generoso que su generosidad da miedo, y es que a veces nos asustamos por tanta generosidad, y tememos donarnos a Dios, porque Él es mucho más generoso.
10. Dios no siempre está a la vista
Muchas veces Dios juega “a las escondidas”. Es que muchas veces buscamos los consuelos de Dios y no al Dios de los consuelos. Y entonces Dios se esconde, porque es un Dios celoso y no quiere que lo busquemos por los beneficios que nos da, sino por amor verdadero. Si nos pasa que no vemos la mano de Dios en nuestras vidas, es tal vez porque nos alejamos de su amor. ¡Hay que volver a Dios!
Para revisar en pareja:
¿Nuestro amor es imagen de Dios? ¿Somos buenos modelos para que nuestros hijos puedan ver la misericordia y la justicia de Dios? ¿Ayudamos a nuestros hijos a que tengan una relación de confianza con Dios? ¿Rezamos juntos en familia?
ARTURO SOSA, SJ.: "LAS MIGRACIONES INTERPELAN NUESTRA EXISTENCIA COMO CRISTIANOS"
Roma avala un plan de la Iglesia latinoamericana para acoger a cientos de miles de inmigrantes que huyen de Venezuela
Episcopados de Ecuador, Colombia, Brasil, Perú, Paraguay, Chile, Bolivia y Argentina. España se ha interesado
Jesús Bastante, 07 de mayo de 2018 a las 21:45
Cientos de miles de venezolanos huyen del país por la crisisAgencias
Según la Organización Internacional de las Migraciones, entre 2015 y 2017 el número de inmigrantes venezolanos en Latinoamérica pasó de 89.000 a 900.000 personas, lo que representa un incremento de más del 900 %
(J. Bastante/Agencias).- 'Puentes de Solidaridad', es el nombre del plan lanzado por los Episcopados de ocho países latinoamericanos, con el aval del Vaticano, para ayudar "a varios cientos de miles de venezolanos" que se han visto obligados a dejar su país.
El proyecto, que ha sido presentado este lunes en el Vaticano, quiere "recibir, proteger, promover e integrar a inmigrantes y refugiados", según apuntó el subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Fabio Baggio.
El proyecto humanitario para los refugiados venezolanos es fruto de la colaboración de las Conferencias Episcopales de Ecuador, Colombia, Brasil, Perú, Paraguay, Chile, Bolivia y Argentina, con la asistencia del dicasterio vaticano, que comenzó a generarse en septiembre pasado para hacer frente a la presencia masiva de inmigrantes venezolanos.
Se trata de un proyecto de dos años de duración y para el que el dicasterio ha destinado 400.000 euros al año para repartir entre los ochos países y gracias a donaciones privadas, que se unirán a los fondos que destinará cada conferencia episcopal. Tal y como explicó Baggio a Efe, Francisco animó a los obispos latinoamericanos a seguir adelante para "ayudar y asistir" a los inmigrantes venezolanos
"El Papa estaba muy feliz, porque la iniciativa surgía de la colaboración de las conferencias episcopales, que es lo que él desea", recaló el religioso, quien explicó que, en el futuro, podrían colaborar más episcopados. De hecho, "la Conferencia Episcopal española ya ha manifestado interés". Por el momento, no se ha incluido a la Iglesia venezolana, por cuestiones obvias. Este programa, del que podrán también beneficiarse inmigrantes de otros países, consiste en crear centros de servicio y albergues para migrantes vulnerables, asistencia en temas de vivienda y búsqueda de trabajo e inclusión social y facilitación de accesos a servicios de educación y salud. También está previsto organizar curso de "Advocacy" (Patrocinio) para formar a los trabajadores de las conferencias episcopales, ya que entre las ayudas que se darán a los inmigrantes esta también la de "incidencia política y asistencia legal". También, la regularización de estas personas.
Del mismo modo, las conferencias episcopales tienen previsto llevar a cabo campañas de sensibilización de las comunidades locales ante el fenómeno migratorio. Baggio explicó que aún es demasiado difícil de calcular cuántos inmigrantes podrán beneficiarse de este programa, pero afirmó que el objetivo es ayudar a "varios cientos de miles",
Según la Organización Internacional de las Migraciones, entre 2015 y 2017 el número de inmigrantes venezolanos en Latinoamérica pasó de 89.000 a 900.000 personas, lo que representa un incremento de más del 900 %. En todo el mundo la inmigración venezolana creció en ese mismo periodo casi un 110 %, al pasar de 700.000 personas a 1,5 millones, según la misma fuente.
El proyecto ha sido saludado por un ilustre venezolano, el general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, sj., quien en una entrevista con Vatican News, señaló que "las migraciones interpelan nuestra existencia como cristianos".
Sosa, antiguo rector de la Universidad Católica de Táchira y ex-Director de la revista SIC, resaltó la importancia del acompañamiento a los migrantes en las diversas etapas de su itinerario migratorio.