Voy al Padre
- 10 Mayo 2018
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La Santísima Virgen María se manifestó a tres niños campesinos
En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130 kilómetros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal. Hoy Fátima es famosa en todo el mundo y su santuario lo visitan innumerables devotos.
Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas y premurosas.
Los tres habían recibido en casa una primera instrucción religiosa, pero sólo Lucía había hecho ya la primera comunión.
Las apariciones estuvieron precedidas por un "preludio angélico": un episodio amable, ciertamente destinado a preparar a los pequeños para lo que vendría.
Lucía misma, en el libro Lucia racconta Fátima (Editrice Queriniana, Brescia 1977 y 1987) relató el orden de los hechos, que al comienzo sólo la tuvieron a ella como testigo. Era la primavera de 1915, dos años antes de las apariciones, y Lucía estaba en el campo junto a tres amigas. Y esta fue la primera manifestación del ángel:
Sería más o menos mediodía, cuando estábamos tomando la merienda. Luego, invité a mis compañeras a recitar conmigo el rosario, cosa que aceptaron gustosas. Habíamos apenas comenzado, cuando vimos ante nosotros, como suspendida en el aire, sobre el bosque, una figura, como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían un poco transparente. "¿Qué es eso?", preguntaron mis compañeras, un poco atemorizadas. "No lo sé". Continuamos nuestra oración, siempre con los ojos fijos en aquella figura, que desapareció justo cuando terminábamos (ibíd., p. 45).
El hecho se repitió tres veces, siempre, más o menos, en los mismos términos, entre 1915 y 1916.
Llegó 1917, y Francisco y Jacinta obtuvieron de sus padres el permiso de llevar también ellos ovejas a pastar; así cada mañana los tres primos se encontraban con su pequeño rebaño y pasaban el día juntos en campo abierto. Una mañana fueron sorprendidos por una ligera lluvia, y para no mojarse se refugiaron en una gruta que se encontraba en medio de un olivar. Allí comieron, recitaron el rosario y se quedaron a jugar hasta que salió de nuevo el sol. Con las palabras de Lucía, los hechos sucedieron así:
...Entonces un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar los ojos... Vimos entonces que sobre el olivar venía hacia nosotros aquella figura de la que ya he hablado. Jacinta y Francisco no la habían visto nunca y yo no les había hablado de ella. A medida que se acercaba, podíamos ver sus rasgos: era un joven de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como de cristal, y era de una gran belleza. Al llegar junto a nosotros dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Y arrodillado en la tierra, inclinó la cabeza hasta el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, levantándose, dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio (ibíd, p. 47).
En el prefacio al libro de Lucía, el padre Antonio María Martins anota con mucha razón que la oración del ángel "es de una densidad teológica tal" que no pudo haber sido inventada por unos niños carentes de instrucción. "Ha sido ciertamente enseñada por un mensajero del Altísimo", continúa el estudioso. "Expresa actos de fe, adoración, esperanza y amor a Dios Uno y Trino".
Durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal.
Pasó el tiempo y los tres niños fueron de nuevo a orar a la gruta donde por primera vez habían visto al ángel. De rodillas, con la cara hacia la tierra, los pequeños repiten la oración que se les enseñó, cuando sucede algo que llama su atención: una luz desconocida brilla sobre ellos. Lucía lo cuenta así:
Nos levantamos para ver qué sucedía, y vimos al ángel, que tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz.
El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo...". Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco... (ibíd., p. 48).
El ángel no volvió más: su tarea había sido evidentemente la de preparar a los niños para los hechos grandiosos que les esperaban y que tuvieron inicio en la primavera de 1917, cuarto año de la guerra, que vio también la revolución bolchevique.
El 13 de mayo era domingo anterior a la Ascensión. Lucía, Jacinta y Francisco habían ido con sus padres a misa, luego habían reunido sus ovejas y se habían dirigido a Cova da Iria, un pequeño valle a casi tres kilómetros de Fátima, donde los padres de Lucía tenían un cortijo con algunas encinas y olivos.
Aquí, mientras jugaban, fueron asustados por un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero. Dijo Lucía:
A los pocos pasos, vimos sobre una encina a una Señora, toda vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos. Estábamos tan cerca que nos vimos dentro de la luz que la rodeaba o que ella difundía. Tal vez a un metro o medio de distancia, más o menos... (ibíd., p. 118).
La Señora habló con voz amable y pidió a los niños que no tuvieran miedo, porque no les haría ningún daño. Luego los invitó a venir al mismo sitio durante seis meses consecutivos, el día 13 a la misma hora, y antes de desaparecer elevándose hacia Oriente añadió: "Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra".
Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía.
Lucía precisó después que las apariciones de la Virgen no infundían miedo o temor, sino sólo "sorpresa": se habían asustado más con la visión del ángel.
En casa, naturalmente, no les creyeron y, al contrario, fueron tomados por mentirosos; así que prefirieron no hablar más de lo que habían visto y esperaron con ansia, pero con el corazón lleno de alegría, que llegara el 13 de junio.
Ese día los pequeños llegaron a la encina acompañados de una cincuentena de curiosos. La aparición se repitió y la Señora renovó la invitación a volver al mes siguiente y a orar mucho. Les anunció que se llevaría pronto al cielo a Jacinta y Francisco, mientras Lucía se quedaría para hacer conocer y amar su Corazón Inmaculado. A Lucía, que le preguntaba si de verdad se quedaría sola, la Virgen respondió: "No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios". Luego escribió Lucía en su libro:
En el instante en que dijo estas últimas palabras, abrió las manos y nos comunicó el reflejo de aquella luz inmensa. En ella nos veíamos como inmersos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al cielo y yo en la que se difundía sobre la tierra. En la palma de la mano derecha de la Virgen había un corazón rodeado de espinas, que parecían clavarse en él. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que pedía reparación (ibíd., p. 121).
Cuando la Virgen desapareció hacia Oriente, todos los presentes notaron que las hojas de las encinas se habían doblado en esa dirección; también habían visto el reflejo de la luz que irradiaba la Virgen sobre el rostro de los videntes y cómo los transfiguraba.
El hecho no pudo ser ignorado: en el pueblo no se hablaba de otra cosa, naturalmente, con una mezcla de maravilla e incredulidad.
La mañana del 13 de julio, cuando los tres niños llegaron a Cova da Iria, encontraron que los esperaban al menos dos mil personas. La Virgen se apareció a mediodía y repitió su invitación a la penitencia y a la oración. Solicitada por sus padres, Lucía tuvo el valor de preguntarle a la Señora quién era; y se atrevió a pedirle que hiciera un milagro que todos pudieran ver. Y la Señora prometió que en octubre diría quién era y lo que quería y añadió que haría un milagro que todos pudieran ver y que los haría creer.
Antes de alejarse, la Virgen mostró a los niños los horrores del infierno (esto, sin embargo, se supo muchos años después, en 1941, cuando Lucía, por orden de sus superiores escribió las memorias recogidas en el libro ya citado. En ese momento, Lucía y sus primos no hablaron de esta visión en cuanto hacía parte de los secretos confiados a ellos por la Virgen, cuya tercera parte aún se ignora) y dijo que la guerra estaba por terminar, pero que si los hombres no llegaban a ofender a Dios, bajo el pontificado de Pío XII estallaría una peor.
Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sabrán que es el gran signo que Dios les da de que está por castigar al mundo a causa de sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, quiero pedirles la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora los primeros sábados. Si cumplen mi petición, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, se difundirán en el mundo sus horrores, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia... Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se le concederá al mundo un período de paz... (ibíd., p. 122).
Después de esta aparición, Lucía fue interrogada de modo muy severo por el alcalde, pero no reveló a ninguno los secretos confiados por la Virgen.
El 13 de agosto, la multitud en Cova era innumerable: los niños, sin embargo, no llegaron. A mediodía en punto, sobre la encina, todos pudieron ver el relámpago y la pequeña nube luminosa. ¡La Virgen no había faltado a su cita! ¿Qué había sucedido? Los tres pastorcitos habían sido retenidos lejos del lugar de las apariciones por el alcalde, que con el pretexto de acercarlos en auto, los había llevado a otro lado, a la casa comunal, y los había amenazado con tenerlos prisioneros si no le revelaban el secreto. Ellos callaron, y permanecieron encerrados. Al día siguiente hubo un interrogatorio con todas las de la ley, y con otras amenazas, pero todo fue inútil, los niños no abandonaron su silencio.
Finalmente liberados, los tres pequeños fueron con sus ovejas a Cova da Iria el 19 de agosto, cuando, de repente, la luz del día disminuyó, oyeron el relámpago y la Virgen apareció: pidió a los niños que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores. Pidió también que se construyera una capilla en el lugar.
Los tres pequeños videntes, profundamente golpeados por la aparición de la Virgen, cambiaron gradualmente de carácter: no más juegos, sino oración y ayuno. Además, para ofrecer un sacrificio al Señor se prepararon con un cordel tres cilicios rudimentarios, que llevaban debajo de los vestidos y los hacían sufrir mucho. Pero estaban felices, porque ofrecían sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.
El 13 de septiembre, Cova estaba atestada de personas arrodilladas en oración: más de veinte mil. A mediodía el sol se veló y la Virgen se apareció acompañada de un globo luminoso: invitó a los niños a orar, a no dormir con los cilicios, y repitió que en octubre se daría un milagro. Todos vieron que una nube cándida cubría a la encina y a los videntes. Luego reapareció el globo y la Virgen desapareció hacia Oriente, acompañada de una lluvia, vista por todos, de pétalos blancos que se desvanecieron antes de tocar tierra. En medio de la enorme emoción general, nadie dudaba que la Virgen en verdad se había aparecido.
El 13 de octubre es el día del anunciado milagro. En el momento de la aparición se llega a un clima de gran tensión. Llueve desde la tarde anterior. Cova da Iria es un enorme charco, pero no obstante miles de personas pernoctan en el campo abierto para asegurar un buen puesto.
Justo al mediodía, la Virgen aparece y pide una vez más una capilla y predice que la guerra terminará pronto. Luego alza las manos, y Lucía siente el impulso de gritar que todos miren al sol. Todos vieron entonces que la lluvia cesó de golpe, las nubes se abrieron y el sol se vio girar vertiginosamente sobre sí mismo proyectando haces de luz de todos los colores y en todas direcciones: una maravillosa danza de luz que se repitió tres veces.
La impresión general, acompañada de enorme estupor y preocupación, era que el sol se había desprendido del cielo y se precipitaba a la tierra. Pero todo vuelve a la normalidad y la gente se da cuenta de que los vestidos, poco antes empapados por el agua, ahora están perfectamente secos. Mientras tanto la Virgen sube lentamente al cielo en la luz solar, y junto a ella los tres pequeños videntes ven a san José con el Niño.
Sigue un enorme entusiasmo: las 60.000 personas presentes en Cova da Iria tienen un ánimo delirante, muchos se quedan a orar hasta bien entrada la noche.
Las apariciones se concluyen y los niños retoman su vida de siempre, a pesar de que son asediados por la curiosidad y el interés de un número siempre mayor de personas: la fama de Fátima se difunde por el mundo.
Entre tanto las predicciones de la Virgen se cumplen: al final de 1918 una epidemia golpea a Fátima y mina el organismo de Francisco y Jacinta. Francisco muere santamente en abril del año siguiente como consecuencia del mal, y Jacinta en 1920, después de muchos sufrimientos y de una dolorosísima operación.
En 1921, Lucía entra en un convento y en 1928 pronuncia los votos. Será sor María Lucía de Jesús.
Se sabe que, luego de concluir el ciclo de Fátima, Lucía tuvo otras apariciones de la Virgen (en 1923, 1925 y 1929), que le pidió la devoción de los primeros sábados y la consagración de Rusia.
En Fátima las peticiones de la Virgen han sido atendidas: ya en 1919 fue erigida por el pueblo una primera modesta capilla. En 1922 se abrió el proceso canónico de las apariciones y el 13 de octubre de 1930 se hizo pública la sentencia de los juicios encargados de valorar los hechos: "Las manifestaciones ocurridas en Cova da Iria son dignas de fe y, en consecuencia, se permite el culto público a la Virgen de Fátima".
También los papas, de Pío XII a Juan Pablo II, estimaron mucho a Fátima y su mensaje. Movido por una carta de sor Lucía, Pío XII consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María el 31 de octubre de 1942. Pablo VI hizo referencia explícita a Fátima con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II fue personalmente a Fátima el 12 de mayo de 1982: en su discurso agradeció a la Madre de Dios por su protección justamente un año antes, cuando se atentó contra su vida en la plaza de San Pedro.
Con el tiempo, se han construido en Fátima una grandiosa basílica, un hospital y una casa para ejercicios espirituales. Junto a Lourdes, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes y visitados del mundo.
http://www.fatima.pt/portal/index.php?id=14924
Evangelio según San Juan 16,16-20.
Jesús dijo a sus discípulos:
"Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver".
Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: 'Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'?. ¿Y que significa: 'Yo me voy al Padre'?".
Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir".
Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: 'Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo."
San Damián de Veuster
Damián nació en Tremelo, Bélgica el 3 de enero de 1840. Era el séptimo de 7 hermanos. Desde muy pequeño se distinguió por su piedad. Al mismo tiempo le gustaba mucho jugar y sobre todo correr.
A la edad de 19 años decidió entrar en la Congregación de los Sagrados Corazones. Sobre su carpeta escribió: "silencio, presencia de Dios, oración". Amaba mucho la adoración nocturna del Santísimo Sacramento.
Años después escribiría que sin ella "no hubiera podido perseverar en asociar mi suerte a la de los leprosos en Molokai". Amaba rezar delante de la imagen de San Francisco Javier. Todos los días le pedía la gracia de ser enviado un día a la misión
Finalmente en 1863 su sueño se hizo realidad. Partió del puerto de Brema, en Alemania hacia las Islas Hawai. El viaje duró 139 días. A partir de ése momento pasará 25 años de su vida en estas islas, cuidando de los leprosos.
En la isla sirviendo a los leprosos practicó todos los oficios que pudo: médico, carpintero, albañil, cocinero, maestro, etc. Muchos leprosos no tenían ni dedos ni manos, así que el P. Damián incluso les construía el ataúd y excavaba las tumbas.
Si bien tenía un temperamento irritable hacia todo aquello que estorbara sus deberes sacerdotales, él se volvía niño con los niños. Tenía mucho carisma, y no sólo daba, sino que daba con amor.
Los niños eran los predilectos del P. Damián. Ellos encontraron en él un padre y una madre que los amaba. Su casa estaba siempre llena de niños leprosos que comían con él. Eran su verdadera familia. Tomaba a los niños en brazos, incluso cuando sus llagas estaban sin vendas. Decía: "El cuerpo se corrompe rápidamente es sólo el alma que cuenta". Hizo siempre de todo para garantizar a sus niños un verdadero hogar.
El orfelinato siempre estuvo al centro de sus atenciones. Había creado un bellísimo coro de niños. A su hermano escribía: "mis niños cantan como si fuesen músicos expertos. La tuberculosis y la muerte han preparado las voces más bellas de mi coro".
Decía: "No estén preocupados por mi, porque cuando se sirve a Dios se es feliz en todas partes"
En 1885 le fue diagnosticada la enfermedad. Había contraído la lepra. Murió cuatro años después. Era el 15 de Abril de 1889.
Oremos
“TENGO MI CONSOLACIÓN EN EL ÚNICO COMPAÑERO QUE NO ME ABANDONA NUNCA”, DECÍA HABLANDO DE LA PRESENCIA REAL DE CRISTO EN EL TABERNÁCULO. LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA ES EL PAN DE TODOS LOS DÍAS PARA LOS SACERDOTES Y PARA LOS CONSAGRADOS, LA FUERZA, PARA EL QUE QUIERE SER MISIONERO”
(S.S. Juan Pablo II, Homilía,
Bruselas 4 de junio de 1995)
Calendario de Fiestas Marianas: Dedicaclión de Constantinopla a Nuestra
Señora por Constantino el Grande (Siglo IV)
Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría
Santo Evangelio según San Juan 16, 16-20. Jueves VI de Pascua.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por tu muerte y tu resurrección, porque así le das sentido a mis sufrimientos y alegrías. Gracias, Señor, por dejarme la Eucaristía, porque así me sostienes en el camino que me llevará a Ti para siempre.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús sabe que no entendemos muchas cosas y que sufrimos por ello. No nos explicamos cómo puede existir la muerte, el sufrimiento, la traición, mientras existe un Dios bueno que se preocupa por nosotros. No todo parece tener sentido, y sin embargo, Dios nos promete que nuestra tristeza se convertirá en alegría. ¿Cómo puede ser esto?
El mismo Jesús, siendo verdadero hombre, sintió la angustia de enfrentarse a una prueba que hubiera preferido evitar: "si es posible que pase de mi este cáliz…", o en la misma cruz cuando exclamaba al Padre: "¿por qué me has abandonado?"; aun así, confía, aun así, ama.
Jesús es Dios y, como tal, sabe cómo va a terminar todo lo que hace, pero sufre, y sufriendo comparte nuestro sufrimiento. Se hace más cercano a nosotros y nos enseña que sólo la confianza y el amor vencen el sufrimiento.
No nos pide que saltemos al vacío de la incomprensión, sino que sigamos sus pasos, marcados por la Cruz, y lleguemos con Él a la alegría de la Resurrección.
En la oración descubre el consuelo de Dios y experimenta que nada es más fuerte que su amor. Por eso está sereno interiormente, y es feliz de ser un canal de misericordia, de acercar el hombre al corazón de Dios. Para él, la tristeza no es lo normal, sino sólo pasajera; la dureza le es ajena, porque es pastor según el corazón suave de Dios.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntarme con sinceridad: ¿Hay algún sufrimiento que no he puesto todavía en las manos de Dios?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Dónde encontrar la felicidad?
Sembrando Esperanza I. ¿Es lo mismo alegría y felicidad?, ¿depende de las circunstancias el ser feliz?, ¿de mí?, ¿en dónde la podremos encontrar?
Todos la buscan, todos la desean. Como una paradoja, se vende todo por conseguirla y se adquiere de todo por conservarla. La felicidad es ese escurridizo anhelo que pide ser permanente y que se confunde con lo efímero. ¿Es lo mismo alegría y felicidad?, ¿depende de las circunstancias el ser feliz?, ¿de mí?, ¿es objetiva o subjetiva?, ¿en dónde la podremos encontrar?
Sin duda, para nosotros cristianos, la felicidad constituye una serie de realizaciones, proyectos y especialmente una gran armonía entre la paz, la verdad y el bien; es ahí en donde podremos llegar a una verdadera felicidad. Les dejo esta historia, como reflexión, a raíz de la experiencia que tuvo San Agustín, en la cual decía, "tarde te amé dulzura tan nueva y tan antigua; tarde te amé, mientras yo te buscaba fuera, Tú estabas dentro ¿dónde encontrar la felicidad?".
En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: "Debemos quitarles algo a los humanos, pero, ¿qué les quitamos?". Después de mucho pensar uno dijo: "¡Ya sé! vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar". Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso otro: "No, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está".
Luego propuso otro: "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar", y otro contestó: "No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará". Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad".
El último de ellos, era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas, y entonces dijo: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren". Todos voltearon asombrados y preguntaron al mismo tiempo ¿dónde? El demonio respondió: "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán". Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así "El humano se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo".
Estar contento es estar lleno de contenido. Si la vida está llena de contenido, se experimenta esa sensación de plenitud; y así, se puede ser feliz en momentos de dolor o de sufrimiento, porque se está hablando de un ser feliz y no ya de un estar feliz, dependiente del tiempo que dure, o de las circunstancias que lo rodeen. Aquí te va el decálogo del hombre feliz:
1. Conocerse bien a uno mismo, y tener interioridad.
2. Ser realista y exigente.
3. Puesta en práctica de un proyecto de vida.
4. Gran dosis de coherencia.
5. Método a seguir: orden, constancia y disciplina.
6. Seguir un comportamiento natural, no artificial ni forzado.
7. Equilibrio entre el corazón y la cabeza.
8. Apoyarse en una jerarquía de valores y tener sentido del humor para las situaciones críticas.
9. Personalidad equilibrada en sus actividades y en sus responsabilidades.
10. Tener una vida social estable en comunicación y compañía.
"SOIS UNA REALIDAD PROFÉTICA, QUE SE PROPONE REALIZAR UNA NUEVA CIVILIZACIÓN, CON EL EVANGELIO"
Francisco, en Nomadelfia: "El único lenguaje que se comprende es el del amor"
"Aquí no hay espacio para la soledad o el egoísmo, sino familias que se reconocen hermanos en la fe"
Jesús Bastante, 10 de mayo de 2018 a las 09:21
"Sois una realidad profética, que se propone realizar una nueva civilización, con el Evangelio"RD
Frente a un mundo a veces hostil a los ideales predicados por Cristo, no dudéis en responder con el testimonio alegre y sereno de su vida, inspirado por el Evangelio
(Jesús Bastante).- Zeno Saltini, Chiara Lubich. Dos de los últimos fundadores en la Iglesia. Con dos espiritualidades unidas entre sí, basadas en las primeras comunidades, en el compartir, en el "ser de todos". Francisco quiso visitar las cunas de ambos, en dos encuentros breves, pero muy emotivos, "que llevaré siempre en el corazón".
Tras rezar en la tumba de Saltini, Bergoglio se encontró con la comunidad, saludando primero a los ancianos y enfermos. Los de Nomadelfia explicaron en un breve teatro al Papa la historia de la fundación de la comunidad, inspirada en el modero cristiano primitivo de grupos de familias que viven compartiéndolo todo. Los 'nomadelfes', como se les conoce, ponen sus bienes en común, y apuestan por la fraternidad universal, sin patrones ni siervos. Actualmente Nomadelfia está formada por más de 300 personas y su mayor comunidad está en Grosseto, a más de 100 kilómetros al norte de Roma. Tras un tal vez demasiado largo prólogo (mariachis incluidos), el Papa dirigió un breve saludo, defendiendo el modelo de Nomadelfia como "una realidad profética, que se propone realizar una nueva civilización, con el Evangelio como forma de vida buena y bella".
"Vuestro fundador se dedicó a preparar la simiente a la semilla del Evangelio", reconoció Bergoglio, quien animó a "encarnar en lo concreto de lo cotidiano la fuerza del Evangelio". "Frente a un mundo a veces hostil a los ideales predicados por Cristo, no dudéis en responder con el testimonio alegre y sereno de su vida, inspirado por el Evangelio", pidió. "La fraternidad de vuestra vida es el sueño y el objetivo de vida de Zeno Saltini, que aspiraba a una vida inspirada en la vida de los primeros apóstoles. Un solo corazón, una sola alma. Para ellos, todo era común", continuó el Papa, quien invitó a la comunidad a "continuar con este estilo de vida, confiando en la fuerza del Evangelio y el Espíritu Santo, mediante vuestro testimonio cristiano".
Así, con el Evangelio, porque "el único lenguaje que se comprende es el del amor". Francisco agradeció a Nomadelfia esta "peculiar forma de sociedad, donde no hay espacio para la soledad o el egoísmo, sino para la colaboración entre las familias que se reconocen hermanos en la fe".
Se trata de una "consanguineidad con Jesús, propia de quienes han renacido del agua y el Espíritu Santo. Es la voluntad de Dios". Un "especial vínculo de familiaridad que se manifiesta en el cuidado recíproco: todos se llaman por su nombre, usan el 'tú'". "Otro signo profético -añadió el Papa-, de gran humanidad de Nomadelfia, es la atención a los ancianos que, cuando no gozan de buena salud, son sostenidos por toda la comunidad. Continuad este camino, encarnando el amor fraterno". "Responded con el testimonio gozoso de vuestra vida", se despidió Francisco, quien se mostró emocionado por "el calor y el clima de familia con el que me habéis acogido. Es este un encuentro breve, pero lleno de significado y emoción. Lo llevaré conmigo (...). Seguid siendo una gran familia con sabor a Evangelio, buscando la alegría de todos los hermanos".
¿Quién tuvo la idea de crear el «Día de la Madre»?
Julia Ward Howe y Anna Marie Jarvis fueron las pioneras
El papel de las mujeres como madres ha sido ensalzado desde tiempos inmemoriales. Desde las culturas antiguas que veneraban a la madre tierra hasta las fiestas modernas, la maternidad se ha celebrado como valor importante. Desde hace poco más de un siglo en muchos países del mundo se dedica un día del año a homenajear a las madres, a destacar su labor como educadoras, protectoras y transmisoras de valores. Una celebración que, en los Estados Unidos, tuvo en dos mujeres sus principales impulsoras, explica Sandra Ferre en Aleteia.
Julia Ward Howe (1819-1910)
En 1870, una viuda con seis hijos y una larga y complicada vida a sus espaldas, publicaba un texto titulado “Proclama del día de las madres”. En él, Julia Ward Howe hacía un alegato en favor de la paz y de la necesidad de poner en valor la importancia que tenían las madres en la transmisión de principios éticos y morales.
“No se llevarán a nuestros hijos – decía Julia – para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia”.
Julia Ward Howe sabía de lo que hablaba, de la lucha diaria por enseñar a sus hijos, futuros protagonistas de la sociedad, a convertirse en personas dignas e íntegras. Ella misma había engendrado siete, de los cuales uno había fallecido en la infancia.
También sabía lo que era la ausencia de madre, pues la suya murió cuando ella era una niña.
Julia fue una mujer de coraje que, a pesar de sufrir un matrimonio desgraciado, no dejó nunca de regalar a sus hijos una sonrisa y evitarles la tristeza que le provocaba su situación personal.
Julia fue víctima de la sociedad decimonónica y de un marido que le negó la libertad de desarrollarse intelectualmente.
Luchadora incansable, estudió a escondidas en el silencio del hogar y se enfrentó a los convencionalismos de su tiempo.
En 1872 y en 1893 hizo sendas peticiones formales para que se fijara una fecha en la que celebrar a todas las madres del mundo. Julia Ward Howe falleció sin ver convertirse en realidad su demanda.
Anna Marie Jarvis (1864-1948)
Fue gracias a Anna Marie Jarvis que el día de la madre se convirtió finalmente en una realidad. Anna Marie cogió el testigo de Julia Ward Howe pero también, y sobre todo, de su propia madre, una activista por los derechos de los más desfavorecidos que ya había organizado en varias ciudades de los Estados Unidos distintas celebraciones para visibilizar la labor de las madres trabajadoras, reivindicar mejoras en sus condiciones laborales y reclamar ayudas para poder compaginar ambas facetas.
Cuando el 12 de mayo de 1907 falleció la madre de Anna Marie, decidió que aquella fecha debía ser recordada como homenaje a su propia madre y a todas las madres.
Tras una campaña infatigable de siete años, en 1914 el presidente Woodrow Wilson firmó una resolución en el congreso en la que fijaba el segundo domingo de mayo como el Día de la Madre.
Esta iniciativa se extendió por muchos otros países que fijaron esa u otra fecha para poner el acento en la importancia de la labor social, humana y vital que ejercían y ejercen las madres a lo largo y ancho del mundo.
Fechas de la celebración en el mundo
Esta importante festividad se celebra cada segundo domingo de mayo en alugares del mundo como Estados Unidos, Perú, Alemania, Venezuela, Ecuador, Puerto Rico, Colombia, Italia y Japón, entre otros.
En el caso de México, Belice, Catar, El Salvador, Guatemala y algunas otras naciones, el Día de la Madre se celebra anualmente cada 10 de mayo, sin ajustarse a un día de la semana en particular; en otros países, como España, por citar un ejemplo, el Día de la Madre se celebra el primer domingo de mayo, mientras que en Argentina y Bielorrusia, el tercer domingo de octubre. ¿Qué curioso, verdad?
¿Este 13 de mayo celebraremos la Ascensión del Señor o a la Virgen de Fátima?
Este año la Solemnidad de la Ascensión del Señor y la Fiesta de la Virgen de Fátima coincidirán el 13 de mayo
Este año la Solemnidad de la Ascensión del Señor y la Fiesta de la Virgen de Fátima coincidirán el 13 de mayo, una situación peculiar que hace que los fieles se pregunten: ¿qué celebrará la Iglesia Católica?
La respuesta se encuentra en el “Programa de Actividades 2017-2018” que el Santuario de Fátima ha publicado en su sitio web.
Este señala que el domingo 13 se celebrará la Solemnidad de la Ascensión del Señor y que la Fiesta de la Virgen de Fátima será trasladada al lunes 14.
Asimismo, se indicó que está previsto que el 13 de mayo también se conmemore el primer aniversario de la canonización de los santos Francisco y Jacinta Marto.
En declaraciones a ACI Digital –la agencia en portugués del Grupo ACI– la asesora de prensa del Santuario de Fátima, Carmo Rodei, explicó que “la Solemnidad de la Ascensión del Señor es una fecha móvil”, por lo que “este año coincide con la Solemnidad de Nuestra Señora de Fátima”.
“Siguiendo el orden de precedencia de la Liturgia, que consagra el Tiempo Pascual como el más importante, seguido de la Solemnidad del Señor y de las fechas referentes a la Solemnidad de Nuestra Señora –que tienen que ser observadas en toda la Iglesia –el Santuario celebra el domingo la Solemnidad de la Ascensión del Señor y pasa al lunes, el día inmediatamente después, la celebración de la Solemnidad de Nuestra Señora de Fátima”, explicó.
En ese sentido, Rodei recordó que esta jerarquía litúrgica está contenida dentro de las“Normas Universales del Año Litúrgico y el Nuevo Calendario Romano”.
El párrafo 60 de tales normas indica que si en un mismo día coinciden “varias celebraciones, se celebra la que ocupa un lugar superior en la tabla de los días litúrgicos. Sin embargo, toda solemnidad que sea impedida por un día litúrgico que goce de precedencia se traslada al día más próximo que esté libre”.
Respecto a la celebración por la Virgen de Fátima, la asesora de prensa del Santuario aclaró que aunque “esta Solemnidad está fija el 13 de mayo, solo tiene el ‘estatuto’ de Solemnidad en la Diócesis de Leiria-Fátima y en los demás lugares es una Fiesta”.
Así, prosiguió, el traslado de la celebración en honor a la Virgen de Fátima al día 14 de mayo en este 2018 “se trata de algo normal en la medida en que es el cumplimiento de una regla litúrgica”.
Vaticano da a conocer el Estatuto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida
El nuevo organismo vaticano había comenzado a funcionar con un estatuto ad experimentum el 1º de septiembre de 2016
La Santa Sede dio a conocer el Estatuto definitivo que regirá el nuevo Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, instituido por el papa Francisco el 4 de junio de 2016, y que entrará en vigencia desde el 13 de mayo del presente año.
El nuevo organismo vaticano había comenzado a funcionar con un estatuto ad experimentum el 1º de septiembre de 2016, sustituyendo al Pontificio Consejo para los Laicos y al Consejo Pontificio para la Familia.
Vatican News subrayó que la difusión de los nuevos estatutos constituyen “un paso importante hacia la reforma de la Curia Romana, querida por el papa Francisco”.
Las competencias del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida son las que pertenecían con anterioridad a los consejos pontificios fusionados y dejaron de existir.
El artículo primero de los nuevos estatutos puntualiza que será competencia del Dicasterio “aquellas materias que pertenecen a la Sede Apostólica para la promoción de la vida y del apostolado de los fieles laicos, para el cuidado pastoral de los jóvenes, de la familia y de su misión, de acuerdo con el plan de Dios, y para la protección y el apoyo de la vida humana”.
Punto seguido, los estatutos refieren a la organización del Dicasterio, que será presidido por el prefecto, asistido por un secretario (que puede ser laico) y cuenta con al menos dos subsecretarios laicos. Asimismo, tendrá un gran número de funcionarios, clérigos y laicos que son elegidos, en la medida de lo posible, de diferentes regiones del mundo, según las normas actuales de la Curia Romana.
Además de contar con sus propios consultores, tiene sus propios miembros, incluidos fieles, hombres y mujeres, solteros y casados, comprometidos en los diferentes campos de actividad y procedentes de diferentes partes del mundo, reflejando así el carácter universal de la Iglesia.
Promoción de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo
“Animar y fomentar la promoción de la vocación y de la misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo, como individuos, casados o no, y también como miembros pertenecientes a asociaciones, movimientos y comunidades”, será una de las bases de la naturaleza del Dicasterio, además de “favorecer en los fieles laicos la conciencia de la corresponsabilidad, en virtud del Bautismo, para la vida y la misión de la Iglesia”.
Este Dicasterio también promoverá las iniciativas que atañen a la acción evangelizadora de los fieles laicos en los diversos sectores de las realidades temporales y promueve la participación de los fieles laicos en la instrucción catequética, en la vida litúrgica y sacramental, en la actividad misionera, en las obras de misericordia, de caridad y de promoción humana y social.
Promoción de iniciativas para los jóvenes
Promover el protagonismo de los jóvenes “en medio de los desafíos del mundo actual”, será otra de las premisas del Dicasterio, por lo que apoyará “todas las iniciativas del Santo Padre en el ámbito de la pastoral juvenil”, y estará al servicio de las conferencias episcopales y de las los movimientos y asociaciones juveniles internacionales, “para promover y organizar encuentros a nivel internacional”, siendo una tarea clave “la preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud”.
Importancia de la mujer en la Iglesia
Según se expresa en los estatutos, el Dicasterio trabajará por una igualdad digna entre hombres y mujeres “valorizando el "genio" femenino” y contribuyendo a la reflexión eclesial sobre “la identidad y la misión de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad, promoviendo su participación”.
Cuidado de la familia en la sociedad actual
Asimismo, a la luz del Magisterio papal, promoverá “la atención pastoral de las familias, protege su dignidad y su bien” y, basado en el sacramento del Matrimonio, favorecerá “sus derechos y responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad civil, para que la institución familiar pueda cumplir cada vez mejor sus funciones tanto en el ámbito eclesial como social”.
Además, discernirá “los signos de los tiempos para valorizar las oportunidades a favor de la familia” y para hacer frente, con la confianza y la sabiduría del Evangelio, a los desafíos que la atañen. En este sentido, el Dicasterio promoverá conferencias y eventos internacionales, en particular, el Encuentro Mundial de las Familias.
El documento ofrece también “directrices” para los programas de formación de los novios que se preparan para el matrimonio y para los recién casados, así como para los programas pastorales que sostienen a las familias “en la educación de los jóvenes en la fe”, con una atención especial a los pobres y marginados. Sin olvidarse de la “apertura” que ofrece a aquellas familias que hayan optado por la “adopción” y “la acogida de los niños”, o incluso “al cuidado de las personas mayores”.
Protección de la vida en todas sus fases
Por último, el Dicasterio ofrecerá un significativo apoyo para sostener “la protección de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural” y coordina iniciativas a favor de la “procreación responsable”, alentando a las organizaciones y asociaciones a que ayuden a la mujer, especialmente en casos de embarazos difíciles, a “prevenir el aborto” y por consiguiente apreciar el don de la vida. Y en el caso de mujeres que hubieran abortado, promueven otra serie de programas para ayudarles en este complicado momento de sus vidas.
JOSEMARI LORENZO AMELIBIA DESVELA TRES CASOS QUE REFLEJAN UNA CRUDA REALIDAD
¿De verdad nuestra jerarquía quiere vocaciones? ¿Por qué se desprecian tantas?
"Mientras unos se desgañitan por fomentar y mantener las vocaciones, otros desprecian incluso las que tienen"
Josemari Lorenzo Amelibia, 10 de mayo de 2018 a las 08:43
Celibato sacerdotes
Cada vez, tenemos menos curas... ¡ley del celibato!; cerrazón por parte de muchos jerarcas de nuestra Iglesia. ¡Que la Iglesia no es solo de ellos!
Es curioso: la jerarquía de la Iglesia lamenta la disminución drástica de vocaciones sacerdotales. Desean que aumenten y buscan iniciativas para ello. Algunos obispos hacen lo imposible por lograrlas, y sin embargo, a la hora de la verdad, otros desechan vocaciones buenísimas, incluso confirmadas por el sacramento.
Como suena. Escribo este artículo con la esperanza de que llegue al mismo papa Francisco. Espero que alguna persona que lo lea en el Vaticano, se lo ofrezca al Pontífice.
En los últimos meses me ha correspondido acompañar y orientar a varios ex clérigos. Voy a citar tres casos: los denomino con nombres supuestos, pero si me los piden los dirigentes eclesiales, creo que los interesados, estarán dispuestos a que se revele su identidad. Son personas reales.
Mateo vive hoy su cincuentena de edad. Salió del clero para contraer matrimonio. Hizo varias tentativas y no lo ha conseguido. Después de un largo camino, ha habido en su existencia un retorno a la estricta vida de piedad. En los cuatro últimos años le he acompañado en ese itinerario. La prueba ha sido fructuosa. Su vida interior de fe, oración, sacramentos y amor al prójimo, la hemos considerado evidente. En esta situación de nuevo nacimiento, y recomendado por varios sacerdotes de la diócesis en que reside, pide nuestro amigo audiencia al señor obispo con el fin de reingresar en el ministerio sacerdotal. Se la concede con este resultado: lo recibe el vicario general: una vez expuesto el caso detallado, lo pasa el vicario al prelado. Nuestro amigo entra en el despacho y encuentra al Señor Obispo poniéndose la gabardina para salir; y mirándole le dice: "Yo a usted no le conozco". Y lo deja empantanado.
Advertido dos veces este prelado para que tome el caso, investigue, escuche y atienda a este sacerdote exiliado, no contesta y no quiere llamarle.
Segundo caso, Marcos. He seguido a este sacerdote durante más de diez años. Tuvo la ligereza de tontear por Internet con algún adolescente. Un policía - fingiéndose un jovenzuelo - detecta al cura, lo denuncia y es sometido a juicio civil. Se celebró la audiencia y salió absuelto nuestro compañero, porque se demostró que no hubo ninguna mala intención de pederastia. Pero, al saltar el caso a la prensa local, el obispo de la diócesis, sin formarle juicio eclesiástico, sin darle oportunidad de defenderse, sin tener en consideración su inocencia en el juicio civil, pidió y obtuvo la secularización del sujeto. Ha intentado de muchas maneras que se haga luz sobre su caso. Sigue célibe, piadoso, íntegro. Nada ha conseguido. En mi correspondencia con él advierto su vida íntegra, su espiritualidad acendrada, su amor a la evangelización. ¡Otra vocación despreciada injustamente!
Tercer caso. Lucas. Era un diácono normal, o sea que terminó la carrera eclesiástica y prácticamente - no entramos en detalles - le dijeron que debiera pedir la secularización. Lo hizo de mala gana y pronto la obtuvo. Él se lamenta con estas palabras: "sólo recuerdo cómo "negué" al Señor cuando me hicieron renunciar al Ministerio... te confieso que no deseo más que amar a Cristo. Vivir para Él".
Después, sí, al ver que no tenía vuelta de hoja su problema, se casó. Vive una vida íntegra de entrega a su familia, a la parroquia, a la gente y sobre todo a Dios; con trabajo civil. Y es mano derecha del cura. Y de tal manera que el propio obispo quiso tenerlo en la diócesis como diácono permanente. Me escribía este compañero, yo le animaba. Y ahora él mismo me dice:
"Mi obispo habló personalmente con la Congregación para el Clero, escribió... y estuvo en persona en Roma.... Y Roma ya ha hablado: ni ahora ni nunca seré rehabilitado como diácono permanente. Aluden que, en el resto de casos que ha habido en la Iglesia, en todos ellos el veredicto es el mismo. Aluden a que no es conveniente porque no es lo mismo el diaconado transeúnte que el permanente... que soy joven, que me dedique a mi mujer, que viva como seglar.... Pero que me olvide ahora y siempre de ello. ¡Qué duro es escuchar esto de los labios de la Iglesia, mi madre...!"
Este hombre sufre al ver a los dirigentes de la Iglesia tan cerrados, tan contradictorios. ¡Ojalá vivieran como este compañero muchísimos clérigos que actúan como meros funcionarios! Y este mismo diácono me decía en una carta: "Es curioso que cuanto más me humilla la Iglesia más fuerte me siento en mi amor a Cristo".
Tercera vocación confirmada... y despreciada.
Todo esto ignora nuestro papa Francisco. Pero tengo esperanza de que pueda leer estas líneas; que alguna persona con finura de fe se las haga llegar. Porque ¡no hay derecho! Mientras unos se desgañitan por fomentar y mantener las vocaciones, otros desprecian incluso las que tienen. Se repite la historia: en el último medio siglo se despreció la vocación de más de cien mil sacerdotes, por el hecho de haber contraído matrimonio. Y cada vez, tenemos menos curas... ¡ley del celibato!; cerrazón por parte de muchos jerarcas de nuestra Iglesia. ¡Que la Iglesia no es solo de ellos!
Me he limitado a narrar un poco a vuelapluma estos casos. Los he ido siguiendo semana tras semana, mes tras mes. Mantengo esta correspondencia en mi mente y corazón. Es una pena que no puedan leerla un número indefinido pero real de prelados y monseñores de curia. Roguemos al Señor, sí, por las vocaciones... y por todos cuantos dirigen el destino de esta Iglesia, que - como decía el entonces cardenal Ratzinger - "hace aguas".