Renuévanos por dentro

Poco a poco estamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y alimentarnos solo de bienestar. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven, Espíritu Santo, y libéranos del vacío interior.

Hemos aprendido a vivir sin raíces y sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven, Espíritu Santo, y libéranos de la desorientación.

Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y lúcidos. Pero no encontramos sosiego ni paz. Ven, Espíritu Santo, y libéranos de la oscuridad y la confusión interior.

Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué? Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a vivir.

Queremos ser libres e independientes y nos encontramos cada vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo lo llamamos «amor», y al placer, «felicidad», pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a amar.

En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a creer.

Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así peregrinamos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del Espíritu Santo, a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos, exhalando sobre ellos su aliento: «Recibid el Espíritu Santo». Ese Espíritu que sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en nosotros y reavivar nuestra existencia por caminos que solo él conoce.

Pentecostés - B (Juan 20,19-23)

20 de mayo 2018

MENSAJE DE PENTECOSTÉS, 2018

Con motivo de mi presencia en Roma para el encuentro mundial de los Misioneros de la Misericordia con el Papa, tuve ocasión de asistir a la audiencia general del miércoles 11 de abril, en la que Francisco se refirió abundantemente al Espíritu Santo en su catequesis sobre el bautismo.

En su enseñanza dijo el Papa: “En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y haciendo nacer al hombre nuevo, recreado en Jesús. No es, de hecho, un agua cualquiera la del bautismo, sino el agua en la que se ha invocado el Espíritu que «da la vida» (Credo).

Y añadió: “Algunos piensan: ¿Pero por qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, que entienda y sea él mismo quien pida el bautismo. Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando nosotros bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace crecer en ese niño, desde niño, virtudes cristianas que después florecen.”

Estas palabras me han hecho recordar más vivamente que el bautizado está plantado junto a la corriente de gracia del Espíritu Santo.

A quien se le perdonan los pecados recibe el don precioso de la misericordia, regalo pascual del Espíritu Santo. El que se sienta a la mesa de la Eucaristía participa del sacramento del pan convertido en Cuerpo de Cristo, gracias a la acción del Espíritu Santo. Aquel que ha sido ungido con el crisma sagrado, ha recibido el don de fortaleza para combatir el mal, gracia del Espíritu Santo. Quienes se profesan el amor muto ante el altar, se reconocen con el don del amor divino para mutua ayuda. Los ministros ordenados, ungidos por el Espíritu Santo, son embajadores de Cristo, y mediación de perdón divino. Todos los consagrados se convierten en testigos de la gracia bautismal, y son signos elocuentes del Evangelio por don del Espíritu Santo.

ESTA REALIDAD ME LLEVA A INVOCAR AL DADOR DEL DON DE LA VIDA:

Espíritu Santo, despierta en mi mirada la luz por la que contemple tu presencia en la bondad, la verdad y la belleza que me rodean.
Espíritu Santo, ábreme el oído del corazón para que perciba tus insinuaciones más íntimas y consoladoras que me conduzcan por el camino del bien y de la santidad.

Espíritu Santo, da fuerza a mis manos para que prolonguen la gracia de tu misericordia en favor de cuantos tienen necesidad.
Espíritu Santo, hazme capaz de percibir el suave olor de tu presencia en quienes se cruzan en mis caminos o viven junto a mí.
Espíritu Santo, déjame gustar el regalo de la comunión fraterna, la dulzura de los hermanos que viven juntos y el saboreo de la Palabra de Dios.

Ven, Espíritu Santo, y concédeme la gracia de ver la realidad según Tú la ves; que mis ojos tengan la sagacidad de descubrir los signos proféticos.

Espíritu Santo, tráeme a la memoria los motivos permanentes para la alabanza, la bendición, la acción de gracias por mi historia de salvación, porque me has hecho misericordia.

La iglesia Católica celebra la solemnidad de Pentecostés, palabra cuya raíz viene del griego “penta” que significa cincuenta, y computa cincuenta días después de la resurrección, significando el final de la Pascua. La celebración de Pentecostés nos recuerda que el Espíritu Santo es el poder de lucha contra la muerte, contra el mal; es el viento que nos impulsa a recorrer por caminos intransitables para nosotros, el viento que al soplar ayuda a vencer nuestros limites, nos guía dándonos rumbo y dirección, el viento que tiene una fuerza que no sabemos de donde viene y a donde va, y nos da lo necesario para vivir de acuerdo a lo que Dios quiere de nosotros. El ser humano siempre tiene miedo y éste le acompañará a lo largo de la vida, miedo de las crisis, el dolor, la enfermedad, la soledad, miedo de la muerte. No podemos renunciar a ese sentimiento, pero éste nos hace valientes y fuertes, nos obliga a creer y luchar. Y es el Espíritu Santo el que nos ayuda con sus dones.

Son siete los dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

El don de la Sabiduría nos hace entrar en las profundidades de Dios. Por la naturaleza podemos ver a Dios, nos lleva a conocerlo y que se nos quede en la mente. La palabra sabiduría viene de verbo latino “Sapare”, que quiere decir saborear. Ya el salmista nos habla de ello: “Gustad y ved qué bueno es el Señor”, nos hace saborearlo, no solo que lo entendamos, sino que lo degustemos. El don de la inteligencia es la luz intelectual para entender las cosas de Dios, vamos entendiendo con la mente, lo vamos intelectualmente digiriendo. Nos hace entender y experimentar las palabras bonitas del evangelio y las palabras fuertes. Nos aclara que Dios es amor y lo que significa el perdón. El don de consejo es para saber qué tenemos que hacer en nuestros momentos de miedo. Tenemos que desarrollarlo, pedirle al Espíritu Santo el don de consejo para saber con certeza lo que debemos hacer; sobre todo en circunstancias difíciles, en las que no bastan las luces de nuestra prudencia humana. Este don de consejo permite saber qué quiere Dios de nosotros. Muchas veces es difícil tomar decisiones y siempre andamos con inseguridades al actuar. Escucha el consejo. El don de fortaleza. Por lo general no es que seamos malos, pero sí muy débiles. Queremos ser pacientes y nos domina la ira, queremos ser constantes, pero abandonamos lo emprendido, queremos ser cumplidos y a todos les fallamos. Queremos ser castos y no siempre lo logramos, queremos ser serviciales y somos egoístas. En fin, ¿quién no ha experimentado sus propias debilidades?

El don de la ciencia es la capacidad de descubrir a Dios a través de las circunstancias y de todo lo creado. Descubre nuestra pequeñez, nuestras limitaciones e inconstancias, nos libera de la fascinación que ejerce sobre nosotros el mundo, la carne y el orgullo, con su sed de poder, de fama y de riqueza. Nos revela que todo es vanidad de vanidades y que nada vale la pena. San Agustín buscó saciar su sed de felicidad en el mundo; pero al fin, iluminado por el don de ciencia, comenzó a buscarla en Dios. El don de la piedad nos ayuda a intensificar la relación con Dios, hecha de agradecimiento, cariño, ternura, benevolencia y disponibilidad. Nos ayuda a ver con buenos ojos a todos los hijos de Dios. Temor a Dios, tener miedo de nuestras debilidades y no poder corresponder al que nos ama.

¿Cuántos son los frutos del Espíritu Santo? R. Que son doce, es a saber: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, y castidad. Así los numera el Apóstol ad Galat.

Los carismas son dones Ministeriales que dan una fuerza muy especial a la evangelización, también son dones espirituales especiales que el señor nos da para edificar la comunidad para construir la Iglesia, algunos confunden la palabracarisma con otras cosas que no son carismas sino dones naturales, por ejemplo hemos ...

Los Carismas 

Los carismas son dones Ministeriales que dan una fuerza muy especial a la evangelización, también son dones espirituales especiales que el señor nos da para edificar la comunidad para construir la Iglesia, algunos confunden la palabra carisma con otras cosas que no son carismas sino dones naturales, por ejemplo hemos oído hablar del carisma de un peluquero y el carisma de un político, carisma de un músico esos no son dones espirituales, son dones naturales que se desarrollan, pero un carisma estrictamente hablando es un don espiritual, si el Espíritu Santo está en nosotros, desde el día de nuestro Bautismo porque somos Templos vivos del Espíritu Santo, está en nosotros con todos sus dones y todos sus carismas, el día de nuestro bautismo hemos recibido el Espíritu Santo con sus siete Dones.

Los siete Dones del Espíritu Santo son realmente la raíz de todos los carismas, hablamos de siete Dones, podíamos hablar de infinidad de dones, porque el número siete en la Biblia significa plenitud, y el día de nuestro Bautismo hemos recibido, como leemos en Isaías 11,

(1,2). Los siete Dones del Espíritu Santo, el Don de Sabiduría, de Conocimiento, de Inteligencia, el don de Consejo, de fortaleza, el don de Piedad y el de Temor de Dios.

Estos son los siete dones que tiene todo bautizado y un carisma es una manifestación exterior del Espíritu Santo, dice San Pablo en la Epístola a los Romanos: " Un carisma es una manifestación exterior del Espíritu santo", así cualquiera de los carismas que se manifiestan en la comunidad cristiana se enraízan en uno u otro de los siete dones del Espíritu Santo, ¿ y para que son los carismas?, San Pablo nos dice en las Epístola a los Efesios.4, (11-13), que Dios dio a unos el ser Apóstoles, a otros Profetas, a otros Evangelizadores, a otros Pastores y Maestros para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del Ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo; fíjense que claro está, ¿ Para que son los carisma?, para edificar el cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, para construir la comunidad, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo.

El Espíritu santo se manifiesta a través de nosotros, de muchas maneras y su manifestación puede ser a través de un carisma de Profecía, puede ser a través de un carisma de Pastor a través del carisma de vida religiosa que es uno de los carismas del espíritu Santo, a través del carisma de sanación, de milagros, carisma de lenguas, de manera que los carismas son algo muy normal en la vida de la Iglesia; un gran canonista español, Teodoro Jiménez Urresti en su obra titulada " Carisma e institución en la Renovación carismática" decía: la base teológica de la Renovación son las gracias recibidas en la iniciación cristiana, y por eso no se identifica con lo extraordinario, los dones por ejemplo de lenguas y de sanación pertenecen a la naturaleza de la Iglesia a su vida ordinaria, no son cosas extraordinarias", algunos lo ven como cosa extraordinaria porque no estábamos acostumbrados a acoger esos carismas, los últimos siglos se manifestaban menos porque había tantas estructuras en la Iglesia que ¿quién por ejemplo, durante una celebración Eucarística en tiempo de Pío XII, se hubiera atrevido a cantar en lenguas en la Iglesia?, eso estaba contra la liturgia, todo estaba ordenado todo estaba estructurado, no había espacio, no había libertad para que se manifestara el espíritu, y en este sentido la gran bendición para la Iglesia ha sido el Concilio Vaticano II, en el que se abrió la puerta para que se manifestara el Espíritu a través de sus carismas, siempre hubo carismas en la Iglesia, desde el día de Pentecostés pero cuando todo está muy estructurado no hay libertad para la manifestación del Espíritu así dice san Pablo: " el Espíritu de los profetas obedece a los profetas", el Espíritu Santo se manifiesta si tiene libertad de manifestarse y si no queremos El no nos obliga, nunca nos va a quitar la libertad, y este canónigo muy famoso en España dice que los dones por ejemplo el de lenguas y de sanación pertenecen a la naturaleza de la Iglesia a su vida ordinaria es necesario considerar estos dones totalmente ordinarios, no como extraordinarios. Teníamos un Obispo cerca de Montreal que tenía mucha dificultad para aceptar esa manifestación de los carismas y el decía que no quería que los católicos anduvieran detrás de las cosas extraordinarias no le gustaba eso. y en una predicación en Montreal yo dije delante de una gran multitud. " Algunos no quieren que los católicas anden detrás de las cosas extraordinarias pero es mejor eso que andar detrás de ceremonias tan monótonas como las hay a veces, tan aburridas"

Ahora no hay cosa extraordinaria, es ordinaria en la vida de la Iglesia, es normal que si nosotros le damos permiso al Espíritu Santo que El se manifieste a través de nosotros, a través de carismas. En Santiago un día una religiosa me decía "yo no quiero carismas, no me hable de ellos" le dije: "hermana usted tiene por lo menos uno" y ella contestó "cual"

no le gustó eso, le dije. " ¿usted no tiene el carisma de la vida religiosa? eso no se lo habían dicho. ella tenía el carisma de la vida religiosa y no quería saber nada de ellos. La ignorancia es muy atrevida puede afirmar cualquier cosa, todos tenemos carismas de alguna manera, el Espíritu Santo está en nosotros y se manifiesta en uno a través de algún carisma una vez en uno y otra vez en otro; otro carisma el de servicio, son muchos los carismas y sería bueno antes de ir más lejos, ver un poco los carismas que menciona San Pablo, para que veamos que son cosas ordinarias en la vida de la Iglesia, y vamos a poner nuestras vidas en manos del Espíritu Santo y nos vamos abrir a Él y podrá manifestarse a través de nosotros, y es muy humillante haber recibido un carisma, ustedes lo saben, es muy humillante porque es una prueba que solos no podríamos hacer esas cosas; el que es muy orgulloso y lo quiere hacer todo el mismo y hacer nada más que lo que él ha pensado bien, nunca va a ejercitar los carismas que recibe, como el los entiende, si yo quiero comprender antes de actuar ningún carisma es racional, los carismas son manifestaciones del espíritu no lo puedo analizar lo puedo juzgar por el fruto, dice San Pablo: "no apaguen el Espíritu, júzguelo todo y quédense con lo bueno".

En su epístola 1ª a los Corintios, en los Romanos 12, en Efesios 4, nos habla de veinte carillas distintos, pero hay muchos más, podemos hacer una lista rápida de los veinte carismas que menciona San Pablo y vamos a descubrir que tenemos algún carisma sin saberlo, por ejemplo San Pablo habla de los carismas que se relacionan a la instrucción de los fieles el habla del carisma de Apóstol, de Profeta, de Doctor de evangelista, el carisma de la persona que sabe exhortar, Exhortador, la palabra de Sabiduría, la palabra de Conocimiento, o de Ciencia, el Discernimiento de Espíritu, el carisma de Lenguas, el Don de Interpretación de Lenguas, son carismas que el Espíritu Santo nos da en la comunidad para la instrucción de los fieles. Cuando el habla de los carismas relacionados al alivio de los fieles de la comunidad San Pablo habla del carisma de Limosnas, hay muchos de ustedes que tienen ese carisma y no lo saben y hay otros que no, más bien tienen el carisma de limosneros, hay el carisma de la Hospitalidad, pero no todo el mundo lo tiene, hay gente que no son fáciles en eso, yo me recuerdo que una vez, predicábamos en un retiro en Panamá y después teníamos que dar otro retiro en otra ciudad, y el párroco había aceptado en recibirnos pero no quería saber de la Renovación Carismática, la permitía nada más, eso le pasa a muchos párrocos todavía y necesitan un lavado de cerebro porque no entienden que se trata, pero él nada más aceptó a recibirnos a comer antes de dar el retiro en la parroquia con el equipo de la Renovación, éramos yo, otro sacerdote y el chófer, pero él al recibirnos dijo: " me habían dicho que eran dos y yo había preparado comida sólo para dos" Yo quedé muy mal, porque habíamos invitado al chófer a venir a comer con nosotros, el pobre nos había traído de lejos, entonces cuando el párroco reaccionó así, yo le dije al chófer: " bueno ven con nosotros y yo te daré la mitad de mi comida" y ahí el párroco no pudo con él; entramos y comimos los tres y sobró comida, mucha comida, ese padre no tenía el carisma de la hospitalidad, hay personas así.

Uno que tiene el carisma de la Hospitalidad y recibe visita a la hora de comer dice "ven a comer" y si ve que falta algo le echa un poco de agua a la sopa y lo soluciona, ¿verdad? saber compartir; el otro que no tiene ese carisma está muy limitado. Ese padre el pobre no tenía el carisma de la hospitalidad. Eso sucede a veces, llegas a una casa a la hora de la comida y cuando ven llegar el coche rápidamente tapan los platos, y tu entras y te dicen: " padre que pena si hubiese llegado antes hubiera comido con nosotros" y entonces cuando te vas sacan sus platos fríos y se lo comen frío, porque es muy notable que hay personas que tienen el carisma de la hospitalidad y otros nunca están dispuestos a recibir, a acoger a la gente, es un don del Espíritu Santo yo supongo que lo tienen todos ustedes por eso hablo con mucha libertad.

Dice San Pablo que los dones o carismas que el Espíritu Santo nos da para el alivio de los fieles en esos dones aparecen el don de Asistencia, el carisma de Curación o sanación, el carisma de milagro y la Fe Carismática la fe que no duda.

Y en un tercer grupo de carismas el habla de los carismas relacionados al gobierno de la comunidad, fíjense que los carismas son siempre para el servicio de la comunidad y para evangelizar, para anunciar la buena noticia de Jesús Resucitado y formar comunidades fraternas donde Jesús es el centro y donde se vive en la fe, en el tercer grupo relacionado al gobierno de la comunidad a la dirección de la comunidad está el Carisma de Pastor, el Carisma de aquel que preside, el Carisma del Diácono, la Diaconía, al recibir a Cristo recibió ese carisma, el Carisma de los Ministerios de los Servicios, hay muchos carismas por ejemplo el carisma de la Infalibilidad del Sumo Pontífice; la única persona del mundo que tiene ese carisma del Espíritu Santo es el Papa, Jesús dijo a Pedro:

" tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", no dijo mis Iglesias, Jesús fundó una, todas las demás la fundaron los hombres, El fundó una Iglesia y dijo "edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la vencerán", esa promesa que hizo Cristo dando infalibilidad al Papa cuando habla en nombre de Cristo, cuando decreta un dogma de fe la mantiene esa promesa, ese carisma sigue vigente en la Iglesia, pero si el Papa renuncia a su cargo como Vicario de Cristo en la Tierra, como ha sucedido alguna vez en la historia de la Iglesia, por enfermedad o por lo que sea, entonces se reúnen los Cardenales del mundo, son ciento veinte, siempre hay este número de Cardenales, cuando faltan, el Papa nombra nuevos Cardenales, estos después de los ochenta años ya no pueden votar para la elección del Papa y mantienen el número ciento veinte como en el Cenáculo donde el número de los que se reunían eran de unos ciento veinte, dice el libro de los Hechos de los Apóstoles; y se reúnen los Cardenales y nombran un Sumo Pontífice.

Suponemos que Juan Pablo II renuncia, lo que no va a pasar pero suponemos que renuncia y que se nombra un nuevo Papa, el Carisma de la Infalibilidad lo tendría el nuevo Papa y ya no lo tendría Juan Pablo II, después de haber renunciado a su cargo pastoral de Vicario de Cristo en la Tierra, y esto es un signo de que un carisma es un don para acompañar un ministerio y que ese don puede desaparecer, si el ministerio desaparece, yo he notado por ejemplo que ese carisma de Sanación que me dio el señor lo veo especialmente en la Evangelización, y si yo dejo de evangelizar, predicar estoy seguro habría muy pocas manifestaciones del Carisma de sanación, acompaña la evangelización; en el ministerio que el Señor me ha dado ese carisma acompaña el anuncio del evangelio, hay personas que no entienden eso, tenemos una evangelización una misa de sanación y se ora por los enfermos y creen que si no se les toca no se van a sanar, eso es superstición no es fe, la fe esta en Jesús y El actúa no hace falta tocar a nadie, a veces el Señor sana a través de la televisión y no tocamos a la persona, a veces sana a través del la radio y otras a través del teléfono, yo no les digo esto para que me llamen porque no alcanzo para tanta llamada. No hay reglamento para Jesús sanar, pero donde vemos mas manifestaciones del poder de Espíritu Santo en ese ministerio de sanación es especialmente en la evangelización, de tal manera que si uno no puede evangelizar es como si estuviera haciendo un ministerio a medias, si alguien me pide orar por los enfermos y no me da tiempo para evangelizar yo le digo que no, no voy.

yo fui invitado un día a predicar en una catedral, donde el Arzobispo, yo venía de lejos a predicar a esa catedral era para una novena a la Virgen, llegué allí y el celebró la misa era normal siendo el la autoridad, después el predicó y después en la comunión me pidió hacer una oración por todos sus enfermos, el había predicado sobre el valor del sufrimiento que es muy bueno, yo le dije " Monseñor Usted habló tan bien del valor del sufrimiento que nadie se quiere sanar así, voy a perder el tiempo" le dije "usted quiere que ore por los enfermos deme por lo menos unos minutos para decirle a la gente que Jesús también sana, el valor del sufrimiento redentor y el valor de la sanación como signo que acompaña la proclamación de la palabra de Dios" el dijo eso está bien, entonces yo prediqué quince minutos para dar mi testimonio y poder decirle a la gente que Jesús también sana, el acepta nuestro sufrimiento cuando se lo ofrecemos y le da un valor de redención, pero también El quiere manifestar su victoria, cada vez que Jesús sana a un enfermo nos recuerda que El ha vencido el pecado y las consecuencias del pecado, y la enfermedad entró en el mundo por causa del pecado, y la muerte entró en el mundo por causa del pecado, son consecuencias no del pecado personal, sino del pecado original, un niño de tres meses no ha hecho ningún pecado y si enferma es porque pertenece al género humano y hereda las consecuencias del pecado original de Adán y Eva, y cuando Jesús sana a un enfermo nos vuelve a recordar que El ha vencido al pecado y cuando resucita a un muerto nos vuelve a recordar su victoria sobre el pecado original, y su propia resurrección fue la gran señal de su victoria sobre el pecado, El resucitó victorioso del sepulcro para no volver a morir y nos da la seguridad de que nosotros también resucitaremos todo. pero lo peor es pensar que no todos van a resucitar para la misma suerte, unos dice el profeta Daniel resucitarán para su eterna salvación, y otros resucitarán para su eterna condenación.

Pensándolo bien eso es de pánico, por eso es urgente evangelizar a nuestros hijos a nuestros familiares a nuestros amigos a nuestra comunidad para que ellos también tengan la gran bendición de la resurrección final para su eterna salvación, porque sino pueden seguir andando por camino extraviado y no saben a donde le lleva eso, no tienen ni idea de lo que va a pasar después de su muerte, ustedes deben comunicarles lo que ustedes saben acerca de Dios de la vida eterna, del Cielo del Infierno que sepan que eso existe, y entonces en la evangelización cuando proclamamos a Jesús el Señor que vino a este mundo por nosotros los hombres y por nuestra salvación ,que murió por nosotros y resucitó para darnos a nosotros la vida eterna, cuando proclamamos estas verdades, este primer anuncio de Jesús, muchas veces el señor acompaña la proclamación de su palabra con signos que vienen a dar credibilidad a su palabra. Traten de comprender que el ministerio de sanación es algo muy normal en la evangelización.

A veces terminamos un retiro o una misa de sanación y se te acerca gente y me dice " padre impóngame las manos" y me entran gana de darle un puñetazo, y decirle acabamos de terminar, déjale al Señor el tiempo de obrar. hay cierta superstición, piensan que tocándolos se van a sanar, yo les dije en Italia " usted está muy equivocado al querer tocarme, acuérdate que cuando Jesús entró en Jerusalén, El entró sentado en un burrito y si la gente tocaba al burro no recibía nada, ¿verdad?, yo soy como el burrito que lleva a Jesús, toca a Jesús pero no a mí, si tu tocas al burro no vas a recibir nada" Hay que tratar de orientar a la gente a purificar su fe.

Estaba predicando un día un retiro al aire libre, había muchas personas tenía mi saco lo quité para poner el alba lo puse sobre mi silla y celebré la misa y durante la predicación oí gente que se estaban moviendo detrás " pensé que será lo que pasa" y una me dijo "los botones" yo no entendía eso de los botones y después de la misa me di cuenta que me habían cortado todos los botones de mi saco, para guardar reliquias, cualquier día van oír decir que los botones del padre Emiliano están sanando a la gente. Es curioso yo volví con un saco sin botones, tuve que comprarme botones para ponerlos en mi saco, pero debemos purificar nuestra fe y poner nuestra fe en Jesús. no en esas cosas.

Es interesante que la gente descubra que los carismas son dones a través de los cuales el Señor actúa respondiendo a una oración pero no es cuestión ni de tocarles, "póngame la mano, póngame la mano ahí", yo digo "no pongo la mano en ningún sitio lo más es ponerla en la cabeza, pero déjeme tranquilo".

Hay brujos que ponen la mano donde le duele a la gente pero nosotros en el ministerio de sanación no hacemos eso, es la fe; la imposición de manos sobre la cabeza, sobre los hombros no está mal pero no es eso lo que sana, es un signo de compasión nada más , el que sana es Jesús, con el poder de su Espíritu y si ustedes van a orar por una persona traten de aprovechar de su visita a un enfermo o aún vecino para evangelizarlo un poquito, evangelizar no se hace solamente desde el púlpito o de la televisión o de la radio, se puede hacer en un diálogo personal con el enfermo que tu visitas, háblale algo de Jesús, háblale algo del valor su sufrimiento que lo ofrezca y pida con el que el señor le libere, porque Jesús ha tomado sobre si todas nuestras dolencias, nos dice el profeta y por sus santas llagas somos curados y es un buen momento para presentar a Jesús a tu enfermo ayudarlo a reflexionar, tu puedes evangelizar cada vez que tu oras por un enfermo. Todos los carismas acompañan a la evangelización, son dones maravillosos para fortalecer la evangelización , ya sea una evangelización desde el púlpito o en una visita privada o por teléfono, a través de una carta, tu aprovecha para decir algunas palabras a la persona y puede el señor actuar a través de tu carta, les digo que una de las sorpresa de mi vida es ver como mi librito JESÜS ESTÄ VIVO está evangelizando.

Yo he recibido cartas de Hungría de una señora que me decía que leyendo JESÜS ESTÄ VIVO se sanó de su artritis durante la lectura, yo me preguntaba como podía ser si el libro no está traducido en húngaro y le volvía a escribir preguntándole quién fue el que tradujo este libro en húngaro, fue un padre jesuita que se le ocurrió traducirlo y no me había dicho nada, entonces le dimos las gracias al padre que lo tradujo. Ya acabamos de llegar a un millón de ejemplares, como puede ser tan sencillo y circular tanto, parece ser que el Señor lo utiliza como un medio para evangelizar, está traducido en 16 idiomas, no lo digo esto para que lo compren porque ya hemos vendido bastantes, pero es curioso, testimonios sencillos que mientras la gente lo va leyendo, algunos crecen en la fe y hasta reciben bendiciones, sanaciones; que quiere decir eso que la sanación acompaña la evangelización.

Cualquier carisma es un don para conducir la comunidad y para acompañar la evangelización. Todos los carismas son dones espirituales especiales que el Señor nos da para construir la comunidad, para servir la comunidad.

El Papa Pablo VI en una catequesis el 16 de Octubre del 1974 dijo algo muy bonito al respecto " Uno recibe el don de los milagros para que pueda realizar actos que a través de la maravilla y de la admiración llamen a la fe, y quisiera Dios que el Señor aumentase todavía mas una lluvia de carisma para hacer fecunda hermosa y maravillosa a la Iglesia y capaz de imponerse incluso a la atención y el estupor del mundo profano lay sisante".

Una profecía puede ser por ejemplo la oportunidad para el bien de una asamblea de crecer en la fe, a veces en una reunión una persona recibe una profecía bien bonita llena del Espíritu y una persona en la asamblea se siente tocada en su corazón y comienza a llorar, y el que dio la profecía sabía que era una palabra para esta persona, tal vez para sanar una herida emocional, de su corazón tal vez para fortalecer su fe.

Cualquier carisma es una manifestación exterior de uno de los siete dones del Espíritu, todos lo carismas se enraízan en los siete dones del Espíritu Santo, por ejemplo el carisma de la palabra de Sabiduría se enraíza en el don de Sabiduría, el carisma de la palabra de Conocimiento y de la fe carismática la fe que no duda se enraízan en el don de conocimiento, el carisma de Profecía de enraíza en el don de Inteligencia, el carisma de Discernimiento y de Interpretación se enraízan en el don de Consejo, y vemos que el carima de sanación y el carisma de milagros se enraízan en el don de Fortaleza, es una manifestación exterior el don de Fortaleza, el carisma de Lenguas es un don de Oración en el Espíritu, también puede servir para comunicar mensajes en Lenguas pero es primero un don de Oración y se enraíza en el don de Piedad que hemos recibido en el bautismo, de manera fíjense bien : la palabra de Sabiduría, la palabra de Conocimiento, la Fe Carismática y la Profecía nos hacen hablar como Jesús, nos da la capacidad de hablar como Él, porque es el Espíritu de Jesús el que actúa en nosotros, el discernimiento de Espíritu y el carisma de Interpretación nos hacen pensar como Jesús, el carisma de Sanación el carisma de Milagros nos hacen obrar como Jesús.

El don de Lenguas que es un don de Oración en el Espíritu nos hace orar como Jesús, si la gente supiera el valor del don de Lenguas, dejarían de burlarse de este don, porque es una fuerza de oración mas grande que la nuestra, dice San Pablo en la Epístola a los Romanos en el capítulo 8 versículo 26: "Nosotros no sabemos como orar para orar como conviene, mas el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad, y viene a orar en nosotros con gemidos inefables" no son palabras fácil de aceptar al principioYo me recuerdo que aquí en radio Santa María la emisora católica de un padre que daba conferencias cuando comenzó la Renovación Carismática el se pensaba bien capacitado, todo lo quería juzgar y entender y como no entendía el don de Lenguas el dijo en su conferencia que los que hablan en Lenguas es porque les faltan vitaminas ¡ que barbaridad!, el no entendía; muchos campesinos que habían recibido el don de Lenguas y oyeron esto, no querían hablar mas en Lenguas para que no les llamaran locos; yo tuve que ir visitando los grupos de la Parroquia diciendo: "sigan orando en Lenguas y vamos a demostrarle a ese padre que no nos falta vitaminas" a el si le faltaron vitaminas porque un día se desanimó en su vocación, dejó su congregación dejó el ministerio y ahora va perdido por ahí y no se lo que hace, le faltaron vitaminas, y los grupitos de oración siguieron orando en Lenguas y ahora tenemos 2500 grupos de Oración Carismáticos en la República Dominicana, y siguen construyendo comunidades, pequeños grupos que se reúnen para formar comunidades fraternas, donde los carismas aparecen para servir a los hermanos.

Es importante que nosotros podamos descubrir que un carisma no es para uno mismo es para servir la comunidad, el único carisma que nos sirve personalmente es el don de Lenguas, el don de orar en Lenguas porque es un don de oración es una manifestación exterior del don de Piedad que hemos recibido en el Bautismo, y dice San Pablo que el que habla en Lenguas se edifica a sí mismo, se está construyendo espiritualmente, por eso los que tienen el don de Lenguas deberían orar en Lenguas todos los días, no solamente una vez a la semana cuando viene la reunión de oración, traten de dejar que el Espíritu santo vaya construyéndolos a ustedes cada día.

Yo conozco un sacerdote que de noche cuando llega bien cansado se sienta en su mesa de orar en el aposento y me contaba que le gustaba orar por lo menos veinte minutos en Lenguas solito, y el ha descubierto que la oración en Lenguas es una puerta abierta a la oración contemplativa, que el no había gozado todavía de ese privilegio de la oración contemplativa y orando en Lenguas nuestra inteligencia no trabaja es el Espíritu que ora en nosotros, y la inteligencia está libre para no dejarse distraer por ideas distintas y para comenzar a contemplar el amor de Dios a través de la oración.

El don de Lenguas es un don de Oración en el Espíritu, es mucho más poderoso que nuestra pobre oración.

Todos los carismas son para ayudarnos, lo que dice San Pablo del don de Lenguas cuando dice " el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad", nosotros lo podemos decir por cualquier carisma, todos los carismas son dones en los cuales el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad, por eso les repito: Los carismas son dones para servir mejor. El recibir un carisma es muy humillante porque es una prueba de que solos no podemos hacer esa obra, si la podemos hacer solos el espíritu Santo no tiene porqué venir en ayuda de nuestra debilidad en ese sentido es humillante, por eso para ejercitar los carismas hay que morir a nosotros mismos, hay que dejarse de preocuparse del que dirán,

" que va a decir la gente si yo doy una profecía, que va a decir la gente si yo canto en Lenguas, que van a decir si yo impongo las manos a un enfermo" la preocupación del que va a decir la gente apaga mucho el Espíritu, es el respeto humano es la vanidad, no querer ser burlado, hay que aceptar la crítica de la gente y a veces para entrar en la vida del Espíritu de verdad hay que decidir que nuestra reputación no tiene importancia, lo importante es el reino de Dios, hay que morir a nuestro yo a nuestra preocupación por nuestra fama , por ejemplo, hay que perder nuestra fama para ejercitar los carismas, si nos preocupamos por ella para tener un nombre muy bueno delante de todos, ¿quién se va atrever a ejercitar carismas en público?. Ese es el problema de muchos.

Yo le decía a los sacerdotes en Roma en una intervención que tuve en el primer retiro sacerdotal, yo les dije": muchos sacerdotes tendrían carismas hermosos si no tuviesen tanta preocupación por su fama, por su reputación. Porque para ejercitar los carismas hay que dar hasta nuestra reputación, aceptar que algunos nos critiquen y también les dije a ellos que muchos seglares tienen mucha preocupación por su reputación y están como bloqueados por el respeto humano. Antes de ejercitar un carisma les decía se parecen a un sacerdote de nuestro país que al principio de la Renovación tenía un obispo que toleraba la Renovación, no le gustaba eso, y había grupos de oración que crecían en el país en distintas parroquias, y un día había un retiro de mucha gente de miles de personas y se invitó al obispo a celebrar la Misa de clausura, eso por lo menos sabía hacer, celebrar misa, habían instalado una tarima alta delante de todo el mundo, cuando el obispo subió al altar celebrar Misa fallaron los micrófonos, no había sonido, y sin sonido era imposible hablar a la multitud, y entonces el sacristán abrió el amplificador tocó los alambres y nada no había sonido, y entonces el pobre obispo dijo: "creo que tenemos un problemita con los micrófonos" y la multitud contestó: "y con tu espíritu" .Se pensaban que comenzaba la misa ¿verdad?. sin darse cuenta dijeron una palabra de Sabiduría, porque teníamos problemas con su espíritu.

Este obispo ya no tubo más problemas con su espíritu, él aceptó muy bien la Renovación al juzgar los frutos, así nos pasa a todos tenemos problemas con nuestro espíritu, nos cuesta abrirnos a la acción del Espíritu Santo, dejar que pase a través de nosotros porque ningún carisma es racional, si yo quiero juzgarlo todo antes de hablar, ¿cómo voy a dar una profecía, cómo voy a cantar en Lenguas?, cuando comienzo a cantar en Lenguas yo no se ni la palabra ni la música, me viene un impulso a cantar en Lenguas y yo no se donde voy a parar con eso, es un paso en fe cualquier carisma; si yo quiero estar seguro de que se va a sanar un enfermo, antes de imponerle las manos no lo voy a hacer, porque yo no tengo seguridad, algunos por miedo a ser burlados no se atreven ni a dar una palabra de sabiduría que reciben, y no se atreven a hablar por miedo a equivocarse, y es una muerte a nosotros mismos el ejercicio de los carismas.

Hay que morir a nuestras vanidades hay que aceptar ser criticado, para ser instrumentos con poder para la construcción del reino de Dios, si yo me preocupo mucho de mi reputación nunca voy aceptar los carismas porque no es racional, el ejercicio de los carismas no es racional, no digo que irracional pero si más alto que mi razón, no es la capacidad humana la que actúa es el poder del Espíritu Santo, es más alto que mi razón.

El ejercicio de los carismas es un camino de crecimiento en la fe y en el amor. En la fe porqué cada vez que ejerces un carisma tu lo haces en fe, tu nunca tienes seguridad, se juzga el árbol por los frutos no por lo que piensa mi párroco o lo que piensa mi vecino de atrás, se juzga por los frutos. Y para ver el fruto hay que poner la semilla, entonces repito es un camino de crecimiento en la fe y en el amor porque ningún carisma es signo de santidad, es un don gratuito para servir, lo que nos santifica es el servicio, si yo creo que es un signo de santidad puedo corregir mi opinión, por ejemplo una persona puede recibir el carisma de la vida religiosa que es un carisma auténtico que reciben miles de personas en la Iglesia, pero si con su carisma de la vida religiosa, vive mal la vida cristiana si vive una vida desordenada a espalda del Evangelio, con su carisma de la vida religiosa se puede ir derechito al infierno. Es una prueba de que un carisma no es prueba de santidad es un don para servir y si yo lo pongo al servicio de la comunidad eso si me santifica y me obliga el ejercicio de los carismas a caminar en fe, siempre es un paso en fe, yo me recuerdo haber vivido una experiencia bien difícil un día en Artipa en el Perú, teníamos una campaña de evangelización y en la misa de clausura habían organizado un encuentro en el centro deportivo, había 14.000 personas, el centro deportivo estaba repleto, y habían anunciado que en la misa de clausura íbamos a tener un ministerio de sanación, celebraba la misa el obispo, había 25 sacerdotes concelebrando, fue una misa de mucho gozo y de mucha alegría y había muchos enfermos junto al altar abajo en sillas de ruedas, con muletas, en camilla, otros con bastones, realmente parecía un hospital. 

Cuando vino el momento de la oración de sanación después de la comunión, hicimos una oración comunitaria, cantamos en lenguas y yo recibí en mi corazón una palabra del señor muy clara, que aquí hay alguien que sufre de parálisis y se está sanando, yo la dije y lo anuncié, pedí a la persona que tenía parálisis que sentía mucho calor en sus piernas que intentase levantarse en el nombre de Jesús, que iba a caminar, y no se movía nadie, lo volví a repetir le decía te quedas sentado no se va a ver la gloria de Dios, pon un gesto de fe, levántate, tu puedes caminar tu sientes sanación físicamente, y nada, entonces me empecé a sentir muy incómodo especialmente por el obispo que estaba ahí, yo pensaba que iba a decir que era un mentiroso, anuncio algo y no pasa nada, entonces dije sigamos orando y cuando te des cuenta de tu sanación tu darás testimonio seguimos orando y recibí otra palabra del Señor bien clara hay alguien que sufría de sordera y se está sanando, tu por lo menos te das cuenta de tu sanación porque tu no oías lo que yo estaba diciendo y ahora esta oyendo clarito, ponte de pie dale gloria a Dios, identifícate y al decir esto uno de las sillas de ruedas se levantó, ¡ era él, el paralítico pero estaba sordo

Yo le gritaba en el nombre de Jesús levántate camina, el pobre me mirándome estaba sordo. Entonces el señor vino en ayuda de mi debilidad y le sanó los oídos, el hombre se levantó y comenzó a llorar y se dio cuenta de que podía caminar y llorando de alegría se acercó hasta el micrófono, y el nos contó que el había sufrido un derrame cerebral muy fuerte que le causó la parálisis de todo el lado derecho y le había afectado los oídos y no oía, y acababa de sanarse de parálisis y de los oídos. Cuando el terminó yo tomé el micrófono y dije." Señor la próxima vez sana los oídos primero y las piernas después" Yo le daba consejos al Señor para no pasar por ese aprieto, que realmente es una muerte a veces este ministerio.

Es una muerte porque no siempre aparece de una vez el signo, por eso hay que decidir que nuestra reputación no es importante, lo importante es la gloria de Dios, y la Gloria de Dios se manifestará tal vez dentro de dos semanas, porque la sanación no siempre es instantánea a veces es progresiva, yo les hablo de este ministerio de sanación pero no vayamos a limitarnos, todos los carismas acompañan la evangelización, acompañan la construcción de la comunidad, una vez estaba yo predicando en Bruselas y el cardenal Danis, después de los retiros me llamó, yo pensé que será lo que pasa, será un espía del vaticano que me denunció, uno no sabe como la gente puede interpretar esos retiros, a veces algunos están muy confundidos, y ahí me hizo preguntas y mas preguntas sobre el ministerio de sanación, sobre el carisma de la Palabra de Conocimiento, sobre el ministerio de la Liberación y yo me di cuenta que el quería verificar lo que yo hacía, hora y media haciéndome preguntas y yo le pregunté " Usted que piensa de todo eso" y el me decía la opinión mía no es importante lo que quiero saber es la opinión suya, y yo le decía mi opinión hablando y hablándole de Eminencia.

Yo creo que el señor nos da maravillas para contemplar y nosotros las transformamos en problemas para discutir el me dijo tiene usted razón es verdad.. En vez de dar gloria a Dios a veces hacemos problemas con las manifestaciones del Espíritu pero San Pablo nos dice que hay que juzgarlo todo y quedarse con lo bueno, y vamos a juzgar ¿cómo? por los frutos dice Jesús se juzga un árbol por los frutos, por los frutos lo conocerán y los frutos esos carismas que el señor está renovando en la Iglesia hoy son numerosos, los frutos son realmente para la evangelización, para la manifestación del poder de Dios entre nosotros, para la construcción de la Iglesia. termino diciéndoles que todos los carismas manifiestan el poder de Dios, autentifican el mensaje, invitan a la conversión, acompañan a los apóstoles a los que anuncian el evangelio, estos signos vienen a confirmar como dice San Pablo en Romanos 1,16 El Evangelio es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree. Amén 

Los Carismas

Tanto las visiones como las locuciones pueden ser de tres clases: 
1ª. Sensibles o externas, es decir, percibidas por los sentidos. 
2ª. Imaginarias, o no percibidas por los sentidos externos sino por la imaginación. 
3ª. Puramente intelectuales, o no percibidas ni por los sentidos externos, ni internos, sino recibidas directamente por la inteligencia.

Las primeras son de suyo propias de los principiantes en la vida mística, quienes no saben prescindir de sus sentidos externos ni han conseguido desligarse de los efectos sensibles, además son las menos seguras.

Las segundas corresponden a las almas más adelantadas y que han conseguido vencer a sus potencias sensitivas, pero no de forma como para no necesitar de ciertas consolaciones.

Y por último, las terceras son las de las almas que han llegado a un grado de perfección grande, cuyas potencias del alma están muy purgadas y que además están en condiciones de alcanzar un conocimiento puramente espiritual. Estas últimas son las más seguras y según los teólogos, en ellas no es posible el engaño al no percibirse por los sentidos.

Todas estas gracias carismáticas podemos considerarlas como un fenómeno ordinario entre las almas que han llegado a una elevación espiritual o contemplación, a través del desarrollo de las virtudes en su corazón y desde luego por medio de la disciplina y el esfuerzo. En cambio, en las manifestaciones que se dan en las almas que carecen de un grado de perfección espiritual, como suele ocurrir en las actuales apariciones de la Virgen, eligiendo a sus videntes de entre los simples fieles, tiene lugar preferentemente las visiones o manifestaciones sensibles por los sentidos.

Lo que importa es no apegar el corazón a estos medios extraordinarios del Señor, sobre todo sabiendo despreciar lo que tienen de consuelos sensibles, ya que esto sería buscarse uno a sí mismo y olvidar de quién procede la dádiva.

Pero también es cierto que no debemos resistir si Dios las ofrece, ni impedir que infunda esta gracia en nosotros si El así lo desea. Nuestro consejo a todas las almas es que se fundan en una verdadera unión mística con su Creador, y será entonces cuando los Dones del Espíritu Santo se derramarán sobre toda criatura.

Mas para escuchar la voz del Espíritu y entablar conversación amorosa, es preciso el mayor recogimiento y pureza de corazón por nuestra parte. 

Difícilmente se comprenderá la voz del cielo si estamos sumergidos en el estrépito del mundo, en lugar de buscar las cosas de Dios en el silencio y aislamiento de todo lo terreno. Incluso para las almas consagradas y las que viven trabajando por Dios, si están continuamente atareadas y sin tiempo para recogerse en oración, no llegan a captar como favores de cielo ciertos hechos que para los sencillos y pequeños, son palpablemente manifestaciones de Dios.

Para alcanzar la ciencia de la mística, que en su más estricta acepción es la misma vida cristiana llevada a su plena manifestación, se necesita de un continuo esfuerzo en la oración.

Tema tomado de Luis Matute Murillo de su libro CARISMAS: don sobrenatural.  Testimonio 

Yo puedo añadir por experiencia que al principio el Señor te pone sensaciones perceptibles por tu cuerpo como escalofríos, calor intenso, fuerte olor a Rosa o incienso, sensación de elevarte del suelo, etc. antes de recibir una locución o visión, pero que con el tiempo te desaparecen y después has de actuar tú en fe, cuando sientas esa locución, sin que hallas tenido esas percepciones sensitivas en tu cuerpo. 

Cuando el Señor te quiere transmitir algo a tu corazón, una vez que ya no sientes esas sensaciones en tu cuerpo, te lo transmite a través del pensamiento, con palabras que te vienen al corazón, normalmente mas fuerte que otras palabras interiores y a veces repetitivas. 

Un día en el grupo de oración, habíamos orado unos por los otros imponiéndonos las manos, yo sentí en mi corazón que una persona que había en el grupo, la oración que le habíamos hecho le había sentado muy mal y que volviéramos a hacerle de nuevo oración, yo le dije en voz alta para que todos me sintieran, y nadie dijo nada, por segunda vez me vinieron estas palabras a mi corazón con fuerza y volví a decirlo en el grupo y nadie dijo nada, pero me vinieron por tercera vez y con vergüenza las volví a repetir, en eso que se levanta una mujer de entre los que estábamos, seríamos unas quince personas, y dijo con voz fuerte y llorando: ¡Yo soy esa persona, he estado a punto de salirme del grupo y no volver mas!, yo le pregunté: ¿que té pasa Carmen?, y ella contestó: ¡habéis hecho oración por todos los familiares de todos menos por los míos!, Yo le dije: ya ves que el Señor no quería que te fueras por eso me ha puesto esas palabras en mi corazón, así que le impusimos todos las manos de nuevo y pedimos por sus familiares a través de ella. Ya veis el Señor se valió de mí para que esta mujer siguiera en el grupo, a raíz de ahí, el Señor me fue dando palabras en mi corazón que se cumplían acto seguido o poco más tarde, que confirmaban las palabras del Señor en mi corazón, esto no te da la seguridad de que seas mas o menos bueno sino que el Señor se vale de quien quiere y como quiere para hacer su voluntad. Angel Segura. 
  
"EL ESPÍRITU HACE CAMINAR AL QUE SE CREE QUE YA HA LLEGADO, HACE SOÑAR AL QUE CAE EN TIBIEZA"
El Papa, en Pentecostés: "El Espíritu libera los corazones cerrados por el miedo y vence las resistencias"

El Papa menciona Gaza y comenta: "Cómo suena doloroso hoy este nombre"

José Manuel Vidal, 20 de mayo de 2018 a las 11:02

El Papa celebra Pentecostés

Cuando la vida de nuestras comunidades atraviesa períodos de "flojedad", donde se prefiere la tranquilidad doméstica a la novedad de Dios, es una mala señal. Quiere decir que se busca resguardarse del viento del Espíritu

(José M. Vidal).- Francisco quiere una Iglesia en alas del Espíritu Santo. Ese Espíritu que "libera los corazones cerrados por el miedo y vece las resistencias", además de "hacer caminar al que cree que ha llegado" e infundir en la Iglesia "un sabor e infancia", como cuando en una casa nace un bebé. El Espíritu que "sopla sobre el mundo el calor suave de la paz y la brisa que restaura la esperanza".

Solemne celebración del día de Pentecostés. El Papa, acompañado de los cardenales, obispos y sacerdotes de la Curia romana celebra la eucaristía en la Basílica de San Pedro. Todavía con los ecos del anuncio de la próxima canonización en Roma de los beatos Pablo VI y de monseñor Romero.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles: "Se llenaron todos del Espíritu y comenzaron a hablar". Salmo 103: "Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra". Lectura de la carta de San Pablo a los Corintios. Canto de la secuencia

Secuencia sobre el Espíritu Santo

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo,
ben, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Amén.

Lectura del Evangelio de Juan: "El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena"

Texto íntegro de la homilía del Papa

En la primera lectura, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés se compara a «un viento que soplaba fuertemente» (Hch 2,2). ¿Qué significa esta imagen? El viento impetuoso nos hace pensar en una gran fuerza, pero que acaba en sí misma: es una fuerza que cambia la realidad. El viento trae cambios: corrientes cálidas cuando hace frío, frescas cuando hace calor, lluvia cuando hay sequía...

También el Espíritu Santo, aunque a nivel totalmente distinto, actúa así: Él es la fuerza divina que cambia el mundo. La Secuencia nos lo ha recordado: el Espíritu es «descanso de nuestro esfuerzo, gozo que enjuga las lágrimas»; y lo pedimos de esta manera: «Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas». Él entra en las situaciones y las transforma, cambia los corazones y cambia los acontecimientos.

Cambia los corazones. Jesús dijo a sus Apóstoles: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo [...] y seréis mis testigos» (Hch 1,8). Y aconteció precisamente así: los discípulos, que al principio estaban llenos de miedo, atrincherados con las puertas cerradas también después de la resurrección del Maestro, son transformados por el Espíritu y, como anuncia Jesús en el Evangelio de hoy, "dan testimonio de él" (cf. Jn 15,27). De vacilantes pasan a ser valientes y, dejando Jerusalén, van hasta los confines del mundo. Llenos de temor cuando Jesús estaba con ellos; son valientes sin él, porque el Espíritu cambió sus corazones.

El Espíritu libera los corazones cerrados por el miedo. Vence las resistencias. A quien se conforma con medias tintas, le ofrece ímpetus de entrega. Ensancha los corazones estrechos. Anima a servir a quien se apoltrona en la comodidad. Hace caminar al que se cree que ya ha llegado. Hace soñar al que cae en tibieza. He aquí el cambio del corazón.

Muchos prometen períodos de cambio, nuevos comienzos, renovaciones portentosas, pero la experiencia enseña que ningún esfuerzo terreno por cambiar las cosas satisface plenamente el corazón del hombre. El cambio del Espíritu es diferente: no revoluciona la vida a nuestro alrededor, pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los problemas, pero nos hace libres por dentro para afrontarlos; no nos da todo inmediatamente, sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos cansemos jamás de la vida. El Espíritu mantiene joven el corazón.

La juventud, a pesar de todos los esfuerzos para alargarla, antes o después pasa; el Espíritu, en cambio, es el que previene el único envejecimiento malsano, el interior. ¿Cómo lo hace? Renovando el corazón, transformándolo de pecador en perdonado. Este es el gran cambio: de culpables nos hace justos y, así, todo cambia, porque de esclavos del pecado pasamos a ser libres, de siervos a hijos, de descartados a valiosos, de decepcionados a esperanzados. De este modo, el Espíritu Santo hace que renazca la alegría, que florezca la paz en el corazón. En este día, aprendemos qué hacer cuando necesitamos un cambio verdadero. ¿Quién de nosotros no lo necesita? Sobre todo cuando estamos hundidos, cuando estamos cansados por el peso de la vida, cuando nuestras debilidades nos oprimen, cuando avanzar es difícil y amar parece imposible. Entonces necesitamos un fuerte "reconstituyente": es él, la fuerza de Dios.

Es él que, como profesamos en el "Credo", «da la vida». Qué bien nos vendrá asumir cada día este reconstituyente de vida. Decir, cuando despertamos: "Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón, ven a mi jornada".

El Espíritu, después de cambiar los corazones, cambia los acontecimientos. Como el viento sopla por doquier, así él llega también a las situaciones más inimaginables.

En los Hechos de los Apóstoles -que es un libro que tenemos que conocer, donde el protagonista es el Espíritu- asistimos a un dinamismo continuo, lleno de sorpresas. Cuando los discípulos no se lo esperan, el Espíritu los envía a los gentiles. Abre nuevos caminos, como en el episodio del diácono Felipe. El Espíritu lo lleva por un camino desierto, de Jerusalén a Gaza -cómo suena doloroso hoy este nombre. Que el Espíritu cambie los corazones y los acontecimientos y conceda paz a Tierra Santa-.

En aquel camino Felipe predica al funcionario etíope y lo bautiza; luego el Espíritu lo lleva a Azoto, después a Cesarea: siempre en situaciones nuevas, para que difunda la novedad de Dios. Luego está Pablo, que «encadenado por el Espíritu» (Hch 20,22), viaja hasta los más lejanos confines, llevando el Evangelio a pueblos que nunca había visto. Cuando está el Espíritu siempre sucede algo, cuando él sopla jamás existe calma.

Cuando la vida de nuestras comunidades atraviesa períodos de "flojedad", donde se prefiere la tranquilidad doméstica a la novedad de Dios, es una mala señal. Quiere decir que se busca resguardarse del viento del Espíritu. Cuando se vive para la auto-conservación y no se va a los lejanos, no es un buen signo.

El Espíritu sopla, pero nosotros arriamos las velas. Sin embargo, tantas veces hemos visto obrar maravillas. A menudo, precisamente en los períodos más oscuros, el Espíritu ha suscitado la santidad más luminosa. Él es el alma de la Iglesia, siempre la reanima de esperanza, la colma de alegría, la fecunda de novedad, le da brotes de vida.

Como cuando, en una familia, nace un niño: trastorna los horarios, hace perder el sueño, pero lleva una alegría que renueva la vida, la impulsa hacia adelante, dilatándola en el amor. De este modo, el Espíritu trae un "sabor de infancia" a la Iglesia. Obra un continuo renacer. Reaviva el amor de los comienzos. El Espíritu recuerda a la Iglesia que, a pesar de sus siglos de historia, es siempre una veinteañera, la esposa joven de la que el Señor está apasionadamente enamorado. No nos cansemos por tanto de invitar al Espíritu a nuestros ambientes, de invocarlo antes de nuestras actividades: "Ven, Espíritu Santo".

Él traerá su fuerza de cambio, una fuerza única que es, por así decir, al mismo tiempo centrípeta y centrífuga. Es centrípeta, es decir empuja hacia el centro, porque actúa en lo más profundo del corazón. Trae unidad en la fragmentariedad, paz en las aflicciones, fortaleza en las tentaciones. Lo recuerda Pablo en la segunda lectura, escribiendo que el fruto del Espíritu es alegría, paz, fidelidad, dominio de sí (cf. Ga 5,22).

El Espíritu regala la intimidad con Dios, la fuerza interior para ir adelante. Pero al mismo tiempo él es fuerza centrífuga, es decir empuja hacia el exterior. El que lleva al centro es el mismo que manda a la periferia, hacia toda periferia humana; aquel que nos revela a Dios nos empuja hacia los hermanos. Envía, convierte en testigos y por eso infunde -escribe Pablo- amor, misericordia, bondad, mansedumbre. Solo en el Espíritu Consolador decimos palabras de vida y alentamos realmente a los demás. Quien vive según el Espíritu está en esta tensión espiritual: se encuentra orientado a la vez hacia Dios y hacia el mundo.

Pidámosle que seamos así. Espíritu Santo, viento impetuoso de Dios, sopla sobre nosotros. Sopla en nuestros corazones y haznos respirar la ternura del Padre. Sopla sobre la Iglesia y empújala hasta los confines lejanos para que, llevada por ti, no lleve nada más que a ti. Sopla sobre el mundo el calor suave de la paz y la brisa que restaura la esperanza. Ven, Espíritu Santo, cámbianos por dentro y renueva la faz de la tierra. Amén.

Arder de amor

Santo Evangelio según San Juan 15, 26-27; 16, 12-15. Domingo de Pentecostés.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que en este rato de meditación pueda encontrarme con tu mano bondadosa y tu amor misericordioso; que sepa escuchar tu voz en el silencio de mi corazón; que tu palabra sea luz para mi vida y pueda irradiarla a mi prójimo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy, el Señor nos invita a estar atentos a su palabra, a sus inspiracionespara poder ser verdaderos discípulos misioneros en medio del mundo y, de esa manera, poder dar testimonio.

¿Qué tan atentos estamos a sus inspiraciones? Necesitamos pedir al Señor que nos ayude a silenciar el corazón; que en este rato de oración podamos ver como Él ve, oír como Él oye; que sintamos su mano amorosa que nos toma, nos lleva a contemplar su infinita misericordia y nos guía siempre en el buen camino.

¿Y cómo podemos dar testimonio? Es muy simple, siendo coherente con nuestro estado de vida, con nuestra vocación, viviendo las bienaventuranzas, pero no como un precepto que nos restringe, que nos coarta la libertad, sino que nos hace verdaderamente libres.

En medio de las ocupaciones de cada día es el momento que Dios se vale para ofrecernos un medio de santificación, es allí donde tenemos la oportunidad de glorificar a Dios con nuestra vida.Que todo lo que hagamos sea un verdadero ofrecimiento, una verdadera liturgia.

Pidamos al Señor que envié su Espíritu sobre cada uno de nosotros para que nuestros corazones ardan de amor, que ese calor, ese ardor, sea el motivo central de nuestros días, que nos lleve a dar todo por Él, que no nos guardemos nada, que amemos como Él nos ama.

"Alegraos y regocijaos", dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: "Camina en mi presencia y sé perfecto"

(Exhortación Apostólica del Papa Francisco Gaudete et exsultate, n. 1)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Invocando al Espíritu Santo, el día de hoy ofreceré alegremente al Señor mi trabajo o estudio, para mayor gloria de Él.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia

Con el Espíritu Santo entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón.

Pentecostés fue un día único en la historia humana.

En la Creación del mundo, el Espíritu cubría las aguas, “trabajaba” para suscitar la vida.

En la historia del hombre, el Espíritu preparaba y enviaba mensajeros, patriarcas, profetas, hombres justos, que indicaban el camino de la justicia, de la verdad, de la belleza, del bien.

En la plenitud de los tiempos, el Espíritu descendió sobre la Virgen María, y el Verbo se hizo Hombre.

En el inicio de su vida pública, el Espíritu se manifestó sobre Cristo en el Jordán, y nos indicó ya presente al Mesías.

Ese Espíritu descendió sobre los creyentes la mañana de Pentecostés. Mientras estaban reunidos en oración, junto a la Madre de Jesús, la Promesa, el Abogado, el que Jesús prometió a sus discípulos en la Última Cena, irrumpió y se posó sobre cada uno de los discípulos en forma de lenguas de fuego (cf. Hch 2,1-13).

Desde ese momento empieza a existir la Iglesia. Por eso es fiesta grande, es nuestro “cumpleaños”.

Lo explicaba san Ireneo (siglo II) con estas hermosas palabras: “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia, y el Espíritu es la verdad; alejarse de la Iglesia significa rechazar al Espíritu (...) excluirse de la vida” (Adversus haereses III,24,1).

Con el Espíritu Santo tenemos el espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón, es enriquecido con una fuerza especial en el sacramento de la Confirmación, empieza a formar parte del mundo de Dios.

Benedicto XVI explicaba cómo en Pentecostés ocurrió algo totalmente opuesto a lo que había sucedido en Babel (Gen 11,1-9). En aquel oscuro momento del pasado, el egoísmo humano buscó caminos para llegar al cielo y cayó en divisiones profundas, en anarquías y odios. El día de Pentecostés fue, precisamente, lo contrario.

“El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, capacita a los corazones para comprender las lenguas de todos, porque reconstruye el puente de la auténtica comunicación entre la tierra y el cielo. El Espíritu Santo es el Amor” (Benedicto XVI, homilía del 4 de junio de 2006).

Por eso mismo Pentecostés es el día que confirma la vocación misionera de la Iglesia: los Apóstoles empiezan a predicar, a difundir la gran noticia, el Evangelio, que invita a la salvación a los hombres de todos los pueblos y de todas las épocas de la historia, desde el perdón de los pecados y desde la vida profunda de Dios en los corazones.

Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.

Podemos hacer nuestra la oración que compuso el Cardenal Jean Verdier (1864-1940) para pedir, sencillamente, luz y ayuda al Espíritu Santo en las mil situaciones de la vida ordinaria, o en aquellos momentos más especiales que podamos atravesar en nuestro caminar hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.

“Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo:

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.

Espíritu Santo,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén” (Cardenal Verdier).

Soplo Divino; Domingo de Pentecostés

Los que antes estaban asustados, apocados y escondidos, ahora se transforman en audaces misioneros

Lecturas:

Hechos 2, 1-11: “Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar”

Salmo 103: “Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.”

Gálatas 5, 16-25: “Los frutos del Espíritu”

San Juan 15, 26-27; 16, 12-15: “El Espíritu de la verdad los irá guiando hasta la verdad plena”.

Hoy celebramos el día de Pentecostés y los textos litúrgicos lo expresan con una gran efusión de signos que nos quieren indicar esta presencia dinámica, vital y renovadora del Espíritu en medio de la Iglesia. Son muchas “las señales” que emplea la Escritura para hablarnos de la irrupción del “Consolador”, prometido por Jesús a sus discípulos. Cada uno de estos signos encierra una gran enseñanza y nos habla, aunque parcialmente, de su actividad: el fuego, el viento y el rocío; el agua o la lluvia, la paloma y la nube, la lengua que todos comprenden.

Pero el Espíritu es mucho más y no puede ser encerrado en un símbolo que se utiliza para representarlo. Quizás en diferentes etapas de nuestra vida y en diversas circunstancias nos llama más la atención una figura en especial. En estos días me he estado preguntando por qué se aparecerá con frecuencia bajo el signo del viento, en el día de Pentecostés como un viento huracanado, fuerte, estruendoso.

Para nosotros la palabra Espíritu no nos sonaría tan dinámica y tan llena de vida porque la hemos reducido más un sentido metafísico, designando un “no ser material”, pero ya desde inicio mismo del Antiguo Testamento la palabra que se usa en hebreo para designarlo, “ruaj”,  tiene el profundo significado de “aliento de vida”, de un modo especial su manifestación en la respiración, el hálito, el resuello, que manifiesta toda esa vitalidad interior que bulle por dentro de una persona y que es signo de su vida. Viento, vendaval, brisa, aire, aura, son expresiones que se quedan cortas cuando queremos expresar todo lo que es el Espíritu. Es una fuerza que arrastra, palpable y evidente, aunque los ojos no puedan ver más que sus efectos. Es el “soplo”  de Dios, su propio aliento, que infundido en la figura del barro la transforma en una persona a su imagen y semejanza. Es el viento poderoso que hace surgir a los jueces y los profetas en un pueblo urgido de esperanzas de salvación. Es la brisa suave y silenciosa que manifiesta presencia de Dios. Es el viento que sopla en Jesús, que se ve impulsado, “ungido por el Espíritu”, para realizar su misión: anunciar Buena Nueva, proclamar liberación, abrir los ojos y anunciar un año de gracia. Jesús es el hombre arrastrado por el Espíritu.  

Y en este día también se nos presentan los discípulos, aquella pequeña y desamparada comunidad, atemorizada ante un mundo hostil, pero que en un determinado momento sienten el mismo “viento”, el mismo Espíritu que impulsó a Jesús. Viento poderoso capaz de hacerles cambiar de vida, de mentalidad y de religión. Los que antes estaban asustados, apocados y escondidos que no pensaban más que en escapar de una muerte semejante a la de su Maestro, ahora se transforman en audaces misioneros capaces de enfrentarse al Sanedrín, de abrir fronteras, de expresarse en nuevos lenguajes, de dejar la seguridad del Cenáculo para explorar nuevos espacios donde resuene la Buena Nueva. Jesús, con su “soplo” y sus palabras de envío, confía a los discípulos  la misma misión que le otorgó el Padre, con todos sus compromisos y obligaciones, con todas sus manifestaciones, una de las cuales será el perdón y la reconciliación, la búsqueda de la justicia y de la verdad. Con el “soplo” de Jesús son transformados en misioneros y testigos de la Buena Nueva que los llevará por otros rumbos para manifestar los signos de su presencia. El Espíritu los conducirá a la verdad y podrán dar testimonio ante un mundo incrédulo y desconfiado.

A veces los cristianos damos la impresión de ser una barca anclada, impasible, que no quiere que la toque el viento y que permanece inmóvil, con apariencia de ser fiel, pero que no se deja impulsar, que no despliega sus velas porque tiene miedo descubrir nuevos horizontes. No son los grandes vientos los que más nos amenazan, sino la pasividad, la calma chicha, lo cotidiano, lo cómodo y la indiferencia. Permanecemos como aguas estancadas que al no removerse se contaminan y se pudren. Permanecemos asustados e indiferentes ante un mundo en cambio; nos instalamos en nuestros miedos y preocupaciones personales y no somos capaces de abrirnos al soplo del Espíritu. A veces en nuestro conformismo, nos dejamos llevar por vientos nocivos, destructores, con tal de seguir la corriente del mundo y su cultura de muerte.

Hoy debemos experimentar este “viento”. Hace falta que levantemos la cabeza y aspiremos profundo para que nos interiorice y haga brotar nuestra fuente profunda. Hoy hay viento, hay rumbo, hay destino, hay misión. Hoy debemos abrir de par en par nuestras puertas para que “el soplo del Espíritu” renueve y transforme. Hoy es un día muy especial para entrar un momento en nuestro interior y escuchar, más allá de lo cotidiano, lo acostumbrado y lo trivial, la voz de Dios y el viento, suave y poderoso, capaz de empujar nuestra nave a buenos puertos. Es día de pedir para cada uno de nosotros y para nuestra Iglesia, el “viento” de Jesús. Hoy es día para anunciar nueva reconciliación, nuevo lenguaje de paz, capaz de superar barreras y divisiones, hoy es día de nuevas actitudes frente al hermano. Es día para dejar escuchar dentro de nosotros al Espíritu de justicia y de verdad ¿Le abriremos nuestro corazón?

Dios nuestro, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa realizando entre los fieles la unidad y el amor de la primitiva Iglesia. Amén.

¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo quien hace posible que la verdad acerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones

Quién es el Espíritu Santo?

el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad acerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteracionesç

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.

El Espíritu Santo, el don de Dios

"Dios es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).

Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que "Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cristo es necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.

Mediante el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.

Vida de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.

El Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna.

Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.

Espíritu de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado.

El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.

Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad acerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.

V CONSISTORIO DEL PAPA FRANCISCO, EN EL QUE TAMBIÉN CONCEDE LA PÚRPURA A SU LIMOSNERO
El Papa crea 14 nuevos cardenales, entre ellos los españoles Luis Ladaria y Aquilino Bocos
En al regina coeli el Papa pide paz para Venezuela y para Oriente Medio

José Manuel Vidal, 20 de mayo de 2018 a las 12:26

Ventana papal

Que todos se comprometan en la búsqueda de soluciones justas, eficaces y pacíficas a la grave crisis humanitaria, política, económica y social que está extenuando a la población de Venezuela

(José M. Vidal).- Regina coeli del Papa Francisco en la fiesta de Pentecostés. Con sorpresa incluida: el nombramiento de 14 nuevos cardenales. Entre ellos, el arzobispo español, Luis Ladaria, prefecto de Doctrina de la Fe, y el religioso claretiano español, Aquilino Bocos. También figuran entre los nuevos purpurados, el limosnero vaticano, Konrad Krajewski, o el arzobspo de Huancato (Perú), Pedro Barreto.

La lista de los nuevos cardenales

Louis Rapahel Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos.

Luis Ladaria, Prefecto de Doctrina de la Fe.

Angelo de Donatis, vicario general para la diócesis de Roma.

Giovanni Angelo Becciu, sustituto de la Secretaria de Estado.

Konrad Krajewski. limosnero pontificio.

Joseph Coutts, arzobispo de Karachi

Antonio dos Santos Marto, obispo de Leiria-Fátima

Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo (Perú)

Desireé Tsarahazana, arzobispo de Toamasina (Madagascar)

Giussepe Petrochi, arzobispo de L'Aquila (Italia)

Tomas Aquinas Manyo, arzobispo de Osaka (Japón)

Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Xalapa (México). Mayor de 80 años.

Toribio Ticona, prelado emérito de Coro-Coro. Mayor de 80 años.

Padre Aquilino Bocos, claretiano. Mayor de 80 años.

Algunas frases de la catequesis del Papa

"En la fiesta de Pentecostés culmina el tiempo pascual"

"El Espíritu Santo es la fuente de la santidad, que no es privilegio de pocos, sino vocación de todos"

"Dios quiere santificar y salvar a los hombres no individualmente, sino como un pueblo"

"Todas las profecías se realizan en Jesucristo, mediador y garante"la lista de cardenales anunciados:

Algunas frases del saludo del Papa

Papa Francisco hizo hoy un fuerte llamado para que haya "soluciones justas, eficaces y pacíficas a la grave crisis humanitaria, política, económica y social" y para que se evite el recurso "a cualquier tipo de violencia". responsabilidad".

"Deseo dedicar nuevamente un particular recuerdo a la amada Venezuela. Con la ayuda del Espíritu Santo, que todos se comprometan en la búsqueda de soluciones justas, eficaces y pacíficas a la grave crisis humanitaria, política, económica y social que está extenuando a la población, evitando la tentación del recurso a cualquier tipo de violencia", dijo desde la ventana de su despacho del Palacio Apostólico, al final de la oración mariana del Regina Coeli.

"Pentecostés nos lleva con el corazón hasta Jerusalén... Vigilia de oración por la paz...Seguimos invocando el Espíritu Santo para que suscite diálogo y reconicliación en Tierra Santa y en todo Oriente Medio"

"Deseo....Venezuela, que se movilicen, que dé sabiduría a los gobernantes de ese país, también oro por todos los que murieron..."

"También ayer se cumplieron 175 del nacimiento de la Obra de la Infancia misionera, cuyos protagonistas son los niños"

José M. Gil Tamayo

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