El que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él
- 26 Mayo 2018
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Evangelio según San Marcos 10,13-16.
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
San Felipe Neri
Nació en Florencia en 1515. En medio del paganismo que imperaba en el ambiente renacentista romano, Felipe entrega todos sus haberes a los pobres, mientras él ayuna a pan y agua. Pasa los días en obras de caridad, y las noches en las catacumbas de San Sebastián, entregado a la oración y a la penitencia. Alcanza altísima oración.
Sus éxtasis duran horas y a veces se le oye clamar: ¡Basta, Señor, basta! ¡Detén el torrente de tu amor! Ante esta vida angelical poco podían hacer los asaltos del mal. Un par de mujerzuelas acechan un día contra su castidad. Las pupilas de fuego del Santo las hacen huir asustadas.
Con todo, le gustaba rezar así: Señor, no te fíes de mí. Señor, ten de tu mano a Felipe, que, si no, un día, como Judas, te traicionará. Funda una cofradía para atender a pobres y peregrinos. Visita cárceles y hospitales. Busca sobre todo a los niños y a los jóvenes.
En 1551 se ordena sacerdote por obediencia. Desea ir a las Indias, como Javier. El P. Ghattino 1e dice de parte de Dios: Roma será tus Indias. Y por toda Roma derrama sus caridades, sus fervores, su alegría contagiosa, la certeza de que hay más alegría en la virtud que en el pecado. Es proverbial su don de lágrimas, y de hacer milagros.
Se le atribuye haber resucitado al príncipe Paulo Máximo, para que confesase un pecado. Un éxtasis le produjo la dilatación del corazón y la deformación de dos costillas. Una se conserva en el Oratorio de Nápoles. Todos los Papas y Príncipes acudían a él.
Fue amigo de San Carlos, San Ignacio, San Camilo y San Félix de Cantalicio. Su obra definitiva fue la fundación del Oratorio, para instruir y entretener a niños y jóvenes. El Oratorio influyó mucho a través del Cardenal Baronio y otros muchos. Murió Felipe en 1595. Era la noche del Corpus y se fue a acabar la fiesta al cielo. Sus restos descansan en la Chiesa Nuova de Roma.
Fue canonizado por Gregorio XV el 1622 junto con cuatro santos españoles.
"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere;
quien pida algo que no sea Cristo,
no sabe lo que pide;
quien no trabaje por Cristo,
no sabe lo que hace"
-San Felipe Neri
"Como es posible que alguien que cree en Dios
pueda amar algo fuera de Él".
-San Felipe Neri
"¿Oh Señor que eres tan adorable
y me has mandado a amarte,
por qué me diste tan solo un corazón
y este tan pequeño?"
-San Felipe Neri
Oremos
Señor Dios nuestro, que nunca deja de glorificar la santidad de quienes con fidelidad te sirven, haz que el fuego del Espíritu Santo nos encienda en aquel mismo ardor que tan maravillosamente inflamó el corazón de San Felipe Neri. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 1er sermón para la Navidad
Acoger el Reino de Dios como un niño
Nos ha nacido un niño: el Dios de toda majestad, se anonadó a sí mismo, se hizo semejante a nosotros no sólo tomando el cuerpo terrestre de los mortales, sino aún más, haciéndose a la edad de un niño, cargado de debilidad y pequeñez. ¡Bienaventurada infancia, cuya debilidad y simplicidad son más fuertes y más sabias que todos los hombres! Porque, en verdad, la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios llevan a cabo aquí su obra divina a través de nuestras realidades humanas. Sí, la debilidad de este niño vence al príncipe de este mundo; rompe nuestras ataduras y nos libera de nuestra cautividad. La simplicidad de este niño, la cual parece muda y faltada de palabra, vuelve elocuentes las lenguas de los hijos; les hace hablar con el lenguaje de los hombres y de los ángeles... Este niño parece ignorante pero es quien enseña la sabiduría a los hombres y a los ángeles, él que, en realidad, es... la Sabiduría de Dios y su Verbo, su Palabra.
¡Oh santa y dulce infancia, que devuelves a los hombres la verdadera inocencia gracias a la cual a cualquier edad se puede regresar a la bendita infancia y asemejarse a ella, no por la pequeñez de sus miembros, sino por la humildad de corazón y la suavidad de su comportamiento! Indudablemente, vosotros los hijos de Adán, que sois tan grandes a vuestros propios ojos..., si no os convertís y no os hacéis como ese niño, no entraréis en el Reino de los cielos. «Yo soy la puerta del Reino», dice ese niño. Si la altura de los hombres no se inclina, esta humilde puerta no los dejará entrar.
Dejen que los niños se acerquen a mí
Santo Evangelio según San Marcos 10,13-16. Sábado VII de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi vocación, mi misión, mi llamada... todo para ti, Señor, para darte gloria.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús está ahí, predicando, hablando de la misericordia del Padre, de las bellezas del mundo, de una cosa maravillosa. Un niño se le acerca insolentemente; ¿por qué vienes a fastidiar?, ¿por qué vienes a fastidiar? Ese niño se voltea, vemos su rostro, somos nosotros… Ese niño que está dentro a salido para decirle al Señor cómo lo hemos tratado mal, con qué descaro lo hemos encerrado de la mirada de los demás, cuántas veces nos hemos visto en la "necesidad" de renunciar a nuestras convicciones de niños por temor a lo que los demás puedan pensar.
Es entonces cuando Jesús me mira, su mirada me lo dice todo, le decepciona que le haya dejado; ese niño se había ilusionado y no dejé que lo manifestara; ese niño se maravillaba de las cosas que veía, se alegraba de cosas tan simples como un dulce, veía la maravilla en un gatito, la lluvia, las aves…
Qué complicado es ser grande, no poder ser un niño, disfrutar sin que nadie me diga que es extraño, raro, reírme de lo que sea, jugar con lo que sea y poder dar una caricia para consolar… Lo peor de todo, es que no le puedo ver con esa misma sensibilidad, mis recuerdos de Él se desvanecen poco a poco, ya no distingo muchas de las cosas que están bien o mal, lo peor es que no le puedo hablar como antes.
Déjame hablarte como antes, Señor, sin miedo a lo que los demás me digan, sin miedo a lo que piensen de mí; solamente déjame abandonarme en tus brazos como un niño en los brazos de su madre.
El Evangelio nos habla del afecto con el que Jesús acogía a los niños, tomándolos en sus brazos y bendiciéndolos, porque "de los que son como ellos es el reino de los cielos". Y las palabras más fuertes de Jesús son precisamente para el que escandaliza a los más pequeños: "Más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar". Por lo tanto, debemos dedicarnos a proteger la dignidad de los niños con ternura pero también con gran determinación, luchando con todas las fuerzas contra esa cultura de descarte que hoy se manifiesta de muchas maneras en detrimento sobre todo de los más débiles y vulnerables, como son precisamente los menores. (Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Escuchar con atención a los niños que se me acerquen, como Cristo lo haría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a Hacer lo que no debemos.
¿Podemos hablar de la inocencia de los niños, que arrancó a Jesús aquel grito cuyos ecos no se apagan nunca: dejad que los niños vengan a mí?... Pues, sí. Vamos a hablar de esa inocencia y de la inocencia nuestra, de la que nos corresponde a nosotros como mayores. Todo me lo ha sugerido el principio de un artículo que he leído en una revista, y que me permito traer aquí con el supuesto permiso del generoso autor, al que desde ahora doy las gracias por su preciosa sugerencia.
Quisiera transmitirles a ustedes la sonrisa de mis labios, la complacencia de mis ojos y la alegría de todo mi semblante, que experimenté al emborronar las primeras líneas de este artículo para nuestra revista. Porque no lo hice en la mesa de mi cuarto, sino en la banca de piedra de un gran parque, mientras me llegaba la hora de tomar el bus.
A mi derecha, y dominándolo todo, estaba la mole de una gran iglesia; y, a la izquierda, se gozaba del sol ya casi poniente, que inundaba de luz, de paz, de amor y de piedad sentida aquel bello atardecer.
Centenares y centenares de palomas se paseaban por el piso empedrado o revoloteaban por el aire. Hasta que una niña encantadora, de unos tres añitos, se arrancaba de las rodillas de su madre y co-menzaba a esparcir las migajas de pan de que ya venía provista.
No se necesita mucha imaginación para figurarse el espectáculo.
Todas las innumerables palomas se arremolinaron de repente en un reducido espacio, y pronto se sumaron unos seis o siete niños más, con las bolsas de migas que fueron a comprar. Y allí jugaban juntos niños y palomas, sin que les asomaran las ganas de acabar ni a los unos ni a las otras...
Ha valido la pena la descripción algo larga de una escena que todos hemos contemplado mil veces, y no sólo el autor del artículo. Pero ahora queremos penetrar en el sentido profundo que esconden estos hechos tan deliciosos de la naturaleza. Los vemos, y no solemos discurrir sobre ellos.
¡Qué bien que se casan --podemos pensar-- el candor del niño y la paz de la paloma! Esa paz y ese candor, que, cuando los sabemos vivir los mayores, son la luz suave de un sol tibio y una caricia de Dios...
Inocencia y paz. Dos palabras que debieran resumir --como el de los niños y las palomas-- todo nuestro quehacer diario.
Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a obrar lo que no debemos.
Y entonces precisamente comienza también la tragedia de la pérdida de la paz, que no anida en el corazón desviado.
¿Diremos, sin embargo, que una persona mayor es incapaz de conservarse inocente, y, por lo mismo, que no puede gozar tampoco de una paz profunda?
Esto no lo podemos decir en modo alguno. Jesús nos propone al niño como ejemplo que los mayores hemos de imitar, para vivir a plenitud el Reino de Dios. Lo que el niño hace espontáneamente por su edad, nosotros los mayores lo hacemos por virtud.
Tenemos en la Historia de la Iglesia un hecho famoso.
Escolástica vivía su consagración a Dios en un convento cercano al primer monasterio fundado por su hermano, el gran San Benito. Y Benito estaba aquella tarde contemplando el cielo hacia donde se levantaba el convento de su santa hermana. De repente, ve cómo sale por una de las ventanas una paloma blanquísima, que se remontaba hacia las alturas, hasta desaparecer en lo más profundo del cielo.
El gran Papa San Gregorio Magno, antes monje benedictino, al contarnos este hecho tan tierno y conmovedor, hace este autorizado comentario:
- Dios lo hizo así para demostrar la vida inocente de aquella mujer singular.
La inocencia de Escolástica --decimos nosotros--, y la nuestra también.
Porque también nosotros, los mayores, podemos y queremos ser inocentes.
Pues no se trata de no conocer el mal, sino de no hacerlo.
O, una vez hecho, nos sabemos volver a ese Dios que es capaz de hacer de nosotros una nueva creación, cuando echamos de nosotros las tinieblas procaces y nos vestimos de la luz inocente...
Esto nos trae al pensamiento lo que significa en la doctrina cristiana el perdón de los pecados. Lo confesamos en el Credo como una de las verdades fundamentales de la revelación de Dios.
El hombre puede cometer las culpas más graves que le pasan por la imaginación. Si en un momento feliz tiene la decisión de soltar un ¡Perdón, Dios mío!, salido de lo más hondo del corazón..., de todo el montón de disparates que ha podido realizar no queda nada, ni rastro... En un instante ha desaparecido todo y la inocencia vuelve a brillar esplendorosa en cielo de su alma...
La omnipotencia de Dios llega a devolver la inocencia, y con la inocencia la paz, hasta a las personas que más se alejaron. Es la fe que profesamos, cuando decimos: Creo en el perdón de los pecados, lo cual no es en Dios un simple olvidar algo, sino un hacer desaparecer todo el mal por completo. Dios se muestra grande en todo, y más que nada en el perdón de las culpas. Eso de que nosotros los mayores lleguemos a tener la inocencia de los niños, eso... no es lo más pequeño que hace Dios.
Esto es lo que he pensado al leer en la revista el artículo que nos describe aquel atardecer, mientras los niños del parque seguían jugando con sus amigas las palomas, cuando el sol empezaba a esconderse plácidamente detrás de los tejados, y la torre de la iglesia permanecía inmóvil señalando el cielo..
Conversión de cuerpo y alma
El Papa Francisco anima a luchar contra el demonio y las enfermedades de la mundanidad
El Papa Francisco, durante la homilía en la Misa en Santa Marta, aseguró que no existen cristianos “tranquilos” puesto que todos están llamados a “combatir” contra el pecado y el demonio.
“La lucha a la que nos ha llevado Jesús contra el diablo, contra el mal, no es algo antiguo, sino muy moderno, es algo de hoy, de todos los días”, destacó.
El Papa dijo que “Jesús nos llama a cambiar de vida, a cambiar de camino, nos llama a la conversión” y esto lleva a “una lucha que no te da tranquilidad, pero te da paz”.
“Cambiar el modo de pensar, cambiar el modo de sentir. Tu corazón que era mundano, pagano, se convierte ahora en cristiano con la fuerza de Cristo: cambiar, esta es la conversión. Y cambiar en el modo de actuar: tus obras deben cambiar”.
Se trata de una “conversión que tiene que ver con todo, cuerpo y alma, todo”, subrayó.
“Es un cambio, pero no es un cambio que se haga con maquillaje: es un cambio que hace el Espíritu Santo, dentro. Y yo debo hacer mi parte para que el Espírito Santo pueda actuar y esto significa luchar”.
A este respecto señaló que “no existen cristianos tranquilos, que no luchan”. “Esos no son cristianos, sino tibios”.
Francisco dijo entonces que la tranquilidad de dormir bien “se puede encontrar también con una pastilla”, pero “no existen pastillas para la paz”. “Solo el Espíritu Santo” puede dar “esa paz del corazón que da la fortaleza a los cristianos”.
“Y nosotros –continuó– debemos ayudar al Espíritu Santo” haciendo “espacio en nuestro corazón”. “Y nos ayuda “luchar contra las enfermedades del Espíritu, las que siembra el enemigo y que son enfermedades de mundanidad”.
El Papa invitó a los fieles a preguntarse: “¿cómo he pasado de la mundanidad, del pecado, a la gracia?, ¿he dado espacio al Espíritu Santo para que Él pueda actuar?”.
“Las dificultades en nuestra vida no se resuelven aguando la verdad. La verdad es ésta, ¿Jesús ha llevado fuego o lucha?, ¿qué hago yo?”.
Para la conversión se necesita “un corazón generoso y fiel: generosidad que viene siempre del amor, y fidelidad a la Palabra de Dios”, concluyó.
El Papa de la caridad politica
Pío XII vio con suma preocupación la confusión teológica, filosófica y política en la que se insertó el mundo de la postguerra
1. El magisterio de la regeneracion en Cristo por medio de su Iglesia.
El 2 de Marzo de 1939, a sólo 24 hs de haber iniciado el Cónclave, el Cardenal Eugenio Pacelli fue elegido como sucesor de S.S. Pío XI en la Cátedra de Pedro adoptando el nombre de Pío XII por su profunda devoción y amistad con su antecesor.A pocos meses de iniciar su Pontificado, la Wehrmacht invadió Polonia el 1 de Septiembre de 1939 dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Gran parte de su pontificado vertió sobre este grave conflicto y su preocupación con gestiones y actuaciones para evitarla, cuando aún era tiempo; y por limitarla cuando estalló alentando siempre a que las potencias beligerantes no pisoteen el respeto al Derecho Natural y “a la leyes de la guerra”; utilizando todos los medios legítimos a su alcance: la enseñanza, a través de mensajes públicos por medio de la radio (radiomensajes), o las exhortaciones a los Pastores y fieles, o los documentos dirigidos a las autoridades responsables y la acción diplomática bajo todas las formas que le eran posible.
A este escenario apuntó con su claridad y profundidad doctrinaria su primera encíclica denominada “programática” Summi Pontificatus, redactada el 24 de Julio en su Residencia Veraniega Castelgandolfo pero promulgada poco tiempo después. La encíclica revela las preocupaciones fundamentales del Santo Padre ante los padecimientos del mundo apuntando hacia una reeducación de la humanidad, sobre todo en la esfera moral y religiosa, partiendo en Cristo, como fundamento indispensable poniendo de relieve la misión maternal de la Iglesia y de los laicos para está misión sin olvidarse de los derechos de la misión de la familia como cédula fundamental para el Reinado de Cristo Rey. Parte de un enfoque teológico para abordar los problemas de su tiempo como metodo de evangelización.
La encíclica señala cuatro errores principales en aquel momento histórico:
I. Agnosticismo moral y religioso
1. La negación y el rechazo de una norma de moralidad universal (así en la vida individual como en la social y en las relaciones internacionales), o sea, el rechazo de la ley natural, que tiene su fundamento en Dios.
2. La exclusión de Cristo de la vida moderna, especialmente de la vida pública, y la aparición de un paganismo corrompido y corruptor.
II. Dos Errores Capitales en el orden político.
3. El olvido de la ley de solidaridad y caridad universal
4. La separación de la autoridad del Estado de toda dependencia de Dios, y la elevación del Estado o de la colectividad a fin último de la vida y a criterio supremo del orden moral y jurídico.
III. La Reeducación religiosa y espiritual de los pueblos.
2. El Misterio de la Iglesia
El pecado de Adán trajo consigo la ruina a todo el linaje del cual él era la cabeza. Cristo, como nuevo Adán, es el tronco de un nuevo linaje de la que es Cabeza y cuya comunidad es la Iglesia, “…como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen Gentium, 1). Por su Crucifixión, Muerte y Resurrección, Cristo vence a la muerte y al pecado reestableciendo una nueva alianza entre Dios y los hombres para toda la eternidad quedando constituida de este modo la Iglesia en sus fundamentos, porque al vencer al pecado, desapareció el único obstáculo que impedía la entrada de la gracia al seno de la humanidad. Cada hombre en particular es un miembro de Cristo ya que la Iglesia es el Cristo continuado. Pero el día en que formalmente nació la Iglesia, fue Pentecostés, después de la Ascensión a los cielos; porque ese día desbordó por primera vez desde la Cabeza glorificada hacia los miembros el Espíritu Santo, quien con la variedad de los miembros y órganos crea y forma la unidad de la Iglesia.
San Pablo a la Iglesia el Cuerpo de Cristo cuya Cabeza es Cristo. También podemos definirla como la “Esposa” de Cristo ya que la Iglesia es la sociedad de todos los que se unen a Cristo como seres conscientes y personales. Cristo y la Iglesia forman un organismo misterioso, pero real.
San Pablo nos dice:
“…Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Espíritu. Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Señor. Hay diversidad de operaciones, pero uno mismo es Dios, que obra todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. A uno le es dada por el Espíritu la palabra de la Sabiduría; a otro la palabra de la ciencia, según el mismo Espíritu; a otro fe en el mismo Espíritu; a otro el don de curación en el mismo Espíritu; a otro operaciones de milagros; a otro profecía, a otro discreción de espíritu, a otros, géneros de lenguas. Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere. Porque así como siendo el cuerpo uno tiene muchos miembros y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también es Cristo. Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu, para constituir un solo cuerpo y todos, ya judíos, ya gentiles, ya siervos, ya libres, hemos bebido del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. […] De esta suerte si padece un miembro, todos los miembros padecen en él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan. Pues vosotros sois el Cuerpo de Cristo y cada uno en parte”. (I Corintios 12, 4-27)
Si Cristo es la Cabeza y la Iglesia es el Cuerpo, el Espíritu Santo es el alma. Habita primeramente en Cristo, Cabeza y desde allí fluye como un río de vida hacia los miembros. La Iglesia continúa la obra de Cristo por la doctrina y el gobierno administrando los tres poderes recibidos de Cristo: 1. Sacerdotal para la santificación de los hombres, 2. El magisterio enseñándoles la verdad divina y 3. El poder de gobierno, dirigiéndolos con sus preceptos y consejos por el camino que conduce a la eterna bienaventuranza.
Pío XII nos aclara en su carta Encíclica Mystici Corporis Christi punto 30 promulgada el 29 de Junio de 1943 esta doctrina que años más tarde es retomada por la Constitución Dogmática Lumen Gentium del CVII:
“[…] Y si en la Iglesia se descubre algo que arguye la debilidad de nuestra condición humana, ello no debe atribuirse a su constitución jurídica, sino más bien a la deplorable inclinación de los individuos al mal; inclinación, que su Divino Fundador permite aun en los más altos miembros del Cuerpo místico, para que se pruebe la virtud de las ovejas y de los Pastores y para que en todos aumenten los méritos de la fe cristiana. Porque Cristo, como dijimos arriba, no quiso excluir a los pecadores de la sociedad por El formada; si, por lo tanto, algunos miembros están aquejados de enfermedades espirituales, no por ello hay razón para disminuir nuestro amor a la Iglesia, sino más bien para aumentar nuestra compasión hacia sus miembros[..]”
En su alocución consistorial pronunciada con motivo de la imposición del birrete a los 32 nuevos cardenales conocida como Discurso La Elevatezza sobre la supranacionalidad de la Iglesia nos ilumina con claridad y profundidad en su punto 6 que “…La Iglesia —aun cumpliendo el mandato de su divino Fundador de ex-tenderse por todo el mundo y de conquistar para el Evangelio a todas las gentes (cf. Mc 16,15)— no es un imperio, sobre todo en el sentido imperialista que se quiera dar a esta palabra. El camino que traza en su progreso y en su expansión es contrario al que sigue el imperialismo moderno. La Iglesia progresa, ante todo, en profundidad; después, en extensión y en amplitud. Busca, en primer lugar, al hombre mismo; se dedica a formar al hombre, a modelar y perfeccionar en él la semejanza divina. Su trabajo se realiza en el fondo del corazón de cada uno, pero tiene su repercusión sobre toda la duración de la vida, en todos los campos de la actividad de cada uno. Con hombres así formados, la Iglesia prepara a la sociedad humana una base sobre la que ésta pueda descansar con seguridad” y en su punto 20 que “…La Iglesia no puede, encerándose inerte en el secreto de sus templos, desertar de su misión divinamente providencial de formar al hombre completo y así colaborar sin descanso en la constitución del sólido fundamento de la sociedad. Esta misión es para ella esencial”.
La Iglesia es la única que puede salvar a los hombres, pero esto no significa que el hombre viviendo de buena fe y siguiendo su recta conciencia (semillas de verdad) no pueda salvarse. Ese hombre pertenece sin saberlo realmente al alma de la Iglesia. Está en el camino que conduce hacia ella; sólo que, sin culpa suya, se le ha interpuesto un obstáculo insalvable. La Iglesia prolongará la obra y glorificación de Cristo en el mundo por medio de la celebración litúrgica que es el “culto que la Iglesia celebra como Cuerpo Místico de Cristo en unión con su cabeza, en su nombre y por misión suya, y como renovación y actualización continuada del misterio de la redención. El punto céntrico de la liturgia es el sacrificio.
Cristo se depositó a sí mismo en las manos de su Iglesia a la que instituyó como mediadora de su salvación. La Santa Mare Iglesia es la permanencia viviente de Cristo mediante la instauración de los sacramentos. Los Sacramentos conservan a Cristo viviente entre los hombres, perpetuando su obra redentora por medio de la gracia de Cristo. Por eso, se los llama los medios de santificación, es decir, los medios de adquirir la gracia divina. Dios Creador de la naturaleza humana quiso acomodarse a ella como autor del mundo sobrenatural, queriendo atar de este modo su gracia a signos externos en los que se encarnará la acción interior que invisiblemente realiza el Espíritu Santo en el Sacramento. Por esta razón nuestro cuerpo queda santificado y es introducido mediante el Sacramento en el orden sobrenatural. Santo Tomás nos enseña que por medio de los sacramentos que son signos eficaces de la gracia sobrenatural de Cristo, el Hijo de Dios renueva la obra de la redención prolongando hacia nosotros sus actos redentores. La Pasión y Resurrección gloriosa llegan a nosotros por los canales de los Sacramentos siendo instrumentos para nuestra Salvación:
“…porque puestas en contacto con nosotros por medio de la fe y de los Sacramentos producen la gracia” (Summa theologica, III, q. 48, a.6; q. 56, a.1 y 2)
Siguiendo al Doctor Angélico nos dice que Cristo es el “primer sacramento”.La fe se perfecciona y purifica con la recepción del Sacramento porque solo nuestros actos interiores de la voluntad y el entendimiento se consuman realmente complementadose con la manifestación y encarnación exterior. Los actos puramente interiores no caen en el dominio público. Sólo por la recepción visible del Sacramento se completa nuestra fe interior, y tiene un valor social ante la comunidad visible, así como por otra parte la fe interior anima e informa la recepción del Sacramento.
Pío XII ve con suma preocupación la confusión teológica, filosófica y política en la que está inserta el mundo de postguerra; razón por la cuál publica en 1956 la Instrucción del Santo Oficio sobre la moral de situación poniendo en aviso a los fieles católicos sobre las nuevas corrientes de la ética, que derivadas del existencialismo, restaban importancia al ser del hombre y a las normas objetivas derivadas de la Ley de Dios y de los preceptos eclesiásticos. El origen y naturaleza de estos errores reside de una falsa interpretación teológica, filosófica y antropológica del hombre (el hombre tiene una <naturaleza en circunstancia>, rechazando el concepto tradicional de <naturaleza humana> fundado en la verdad objetiva reemplazándola por el concepto de naturaleza humana tal como existe, una moral existencial que depende de las circunstancias históricas concretas y puede ser cambiante.
Lamentablemente a 60 años de su muerte, estás advertencias de Pío XII fueron desoídas y la moral de situación se ha consolidado como carta de ciudadanía del nuevo orden mundial surgido como consecuencia de la disolución de la Unión Soviética rigiendo el equilibrio de poder actual de las naciones.
Perdonar es bueno para la salud
La oración es de gran ayuda
Una reflexión a la luz de investigaciones, donde se destaca además, que el perdón debe ser una forma de vida en la cual la Oración es de gran ayuda
De todos los hechos extraordinarios de la vida del Papa Juan Pablo II, pocos pueden compararse con los 21 minutos que paso en una celda de paredes blancas en la cárcel de Revibia, en Roma. Justo después de la Navidad de 1983, el Papa visito a Mehmet Ali Agca, el hombre que treinta meses antes le había disparado, en la Plaza de San Pedro. Le regaló a Agca un rosario de plata y algo mas: SU PERDON.
Naturalmente, hace falta una indulgencia como la de Cristo para perdonar a un presunto asesino.¿ Pero cuantos de nosotros estamos dispuestos a perdonar a un compañero conspirador, al que no nos acompañó en la campaña, e incluso al que nos quito el puesto en la cola o no nos cedió el paso en la vía?
La ausencia de perdón persistente, forma parte de la naturaleza humana, pero al parecer funciona en detrimento no solo de nuestro bienestar espiritual sino de nuestra salud física. Una importante revista norteamericana acaba de publicar, en edición en español un estudio sobre el tema donde se destaca que es uno de los campos de investigación mas tratados en la psicología clínica actualmente, con mas de 1200 estudios publicados, frente a los 58 que había en 1997. Hasta tiene su propia fundación-Compañía para la investigación sobre el perdón-que patrocina trabajos, conferencias, etc.
De acuerdo al reportaje, las investigaciones sugieren que el perdón funciona como mínimo de dos maneras: Una, reduciendo el estrés del estado de no perdón, una mezcla potente de amargura, ira, hostilidad, odio resentimiento y miedo ( de ser humillado y lastimado nuevamente). Estos tienen consecuencias fisiológicas especificas con presión arterial mas alta y cambios hormonales, vinculados con trastornos cardiovasculares, supresión inmunológica y hasta debilitamiento de la función neurológica y la memoria.
“Sucede todo el tiempo, pero cada vez que uno siente la ausencia de Perdón, tiene mas posibilidades de desarrollar un problema de salud”dice Everett Worthington, director de la Compañía de investigación sobre el Perdón. El otro beneficio que trae aparejado perdonar es más sutil; se relaciona con las investigaciones que muestran que las personas con redes sociales fuertes, de amigos, vecinos y familia, tienden a ser mas saludables que las solitarias. Alguien que alimenta rencores y lleva la cuenta de cada desaire, obviamente perderá algunas relaciones a lo largo de su vida.
De hecho, según muchos investigadores el perdón resulta ser un proceso asombrosamente complejo. Worthington distingue lo que denomina “perdón por decisión” , un compromiso a reconciliarse con el perpetrador, el mas significativo “perdón emocional”, un estado interno de aceptación.
El perdón no requiere que nosotros renunciemos a la justicia o que nos tratemos con personas a las que debiéramos despreciar. La ira tiene su lugar en la colección d mociones humanas, pero no debe transformarse en una forma de vida. “Cuando hablo de Perdón, me refiero a olvidar, no excusar a la otra persona o reconciliarnos con ella o aceptar la conducta –dice Worthington- simplemente es abandonar el propio sufrimiento”
Otro siquiatra citado por la revista insiste que el “perdón es un proceso, no un momento. Es algo que debe cultivarse, va contra la tendencia humana natural a buscar venganza y corregir la injusticia” por esa razón recomienda hacerlo con ayuda de amigos, un terapeuta o a traba de la ORACION.
Juan Pablo II extrajo de su fe la fuerza para perdonar a Mehmet Agca, dándonos un ejemplo a todos. El mensaje es el mismo mas allá de lo que este expresado en el lenguaje de la caridad cristiana, la psicología clínica o la sabiduría de Confucio, como lo cita Hallowell: “Si dedicas tu vida a buscar venganza, comienza por cavar dos tumbas”.
LAMENTA LA "DICOTOMÍA TRÁGICA Y FALSA" ENTRE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL Y LA RENTABILIDAD
El Papa carga contra la "mentalidad de egoísmo y exclusión de la cultura de desperdicio"
Recuerda que "las crisis del sistema económico tienen una dimensión ética innegable"
Audiencia del Papa con la Fundación Centesimus Annus - Pro Pontífice Agencias
Les aliento a perseverar en estos esfuerzos que contribuyen a la construcción de una cultura global de justicia económica, igualdad e inclusión
(Cameron Doody).- Audiencia del Papa con miembros de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontífice con ocasión del 25 aniversario de la fundación de dicha organización por el Papa Juan Pablo II. Una ocasión que Francisco ha aprovechado para arremeter contra la "mentalidad de egoísmo y exclusión" que ha desembocado en la "cultura de desperdicio" que marca el mundo moderno, una actitud "ciega a la dignidad humana de los más vulnerables".
Algunas frases del discurso del Papa
Saludo a todos los que se han reunido para la Conferencia Internacional 2018 de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice
Expreso mi gratitud por su trabajo al dar a conocer la sabiduría de la enseñanza social de la Iglesia con aquellos involucrados en los sectores comerciales y económicos de sociedad civil
Después de un cuarto de siglo, esta tarea sigue siendo más necesaria que nunca, ya que los desafíos sociales y financieros a los que se enfrenta la comunidad internacional se han vuelto cada vez más complejos e interrelacionados
Las dificultades y crisis actuales dentro del sistema económico global tienen una dimensión ética innegable
Están relacionadas con una mentalidad de egoísmo y exclusión que ha creado una cultura de desperdicio, ciega a la dignidad humana de los más vulnerables
Vemos esto en la creciente "globalización de la indiferencia" ante los obvios desafíos morales a los que se enfrenta nuestra familia humana
Su Fundación tiene un papel vital que desempeñar para llevar la luz del mensaje del Evangelio a estas apremiantes preocupaciones humanitarias
Con demasiada frecuencia, se ha desarrollado una dicotomía trágica y falsa, análoga a la brecha artificial entre la ciencia y la fe, entre las enseñanzas éticas de nuestras tradiciones religiosas y las preocupaciones prácticas de la comunidad empresarial actual
Hay una circularidad natural entre el beneficio y la responsabilidad social
La dimensión ética de la interacción social y económica no puede importarse a la vida y la actividad social desde el exterior, sino que debe surgir desde adentro
Su Conferencia ha elegido este año su título "Nuevas políticas y estilos de vida en la era digital". Uno de los desafíos relacionados con este tema es la amenaza a la que se enfrentan las familias debido a las oportunidades laborales inciertas y al impacto de la revolución cultural digital Esta es un área vital en la que la solidaridad de la Iglesia se necesita activamente Su propia contribución es una expresión privilegiada de la preocupación de la Iglesia por el futuro de los jóvenes y las familias
Esta es una actividad en la que la cooperación ecuménica es de especial importancia, y la presencia del Patriarca Bartolomé de Constantinopla en su Conferencia es una señal elocuente de esta responsabilidad común
Les aliento a perseverar en estos esfuerzos que contribuyen a la construcción de una cultura global de justicia económica, igualdad e inclusión.