La pobreza que enriquece

San Simeón el loco

San Simeón el Loco, anacoreta (522-c.a. 590)

San Simeón, apellidado el Loco, es uno de los santos más desconcertantes y originales que haya existido. Nació en Emesa, antigua ciudad de Siria, a las orillas del río Orontes, a principios del siglo VI. Visitó los Santos Lugares con un amigo llamado Juan. En su viaje encontraron muchos ermitaños y decidieron imitar su vida sin tardanza. Primero estuvieron en un monasterio, cerca de Jericó. Después atravesaron el Jordán, en busca de mayor soledad, y se establecieron al oriente del Mar Muerto. Cada uno se construyó su laura o ermita, bastante distante la una de la otra, para no importunarse en sus oraciones.

Después de treinta años de vida de anacoreta, Simeón se sintió impelido a dejar aquellos parajes y volver al mundo para trabajar directamente por la salvación de las almas. Se separó de su amigo y regresó a su ciudad natal. Al pasar por Jerusalén meditó largamente ante el Santo Sepulcro sobre los peligros que podía acarrearle su nueva vida.-   Le parecía que había dominado todas las tentaciones que le habían asaltado en la vida eremítica. Sólo de una cosa dudaba: del amor propio, del orgullo.

¿En todas aquellas austeridades y rigores, no estaría de por medio la soberbia, el deseo de ser considerado como el mayor de los santos?.-   Para cortar de raíz este peligro, ideó un método original: hacerse pasar por loco. Y empezó sin demora. Entró en Emesa arrastrando de su cinturón un perro muerto que encontró en el camino.

El domingo entró en la iglesia bien provisto de nueces, y empezó a arrojarlas contra las velas, con tan buen tino que las apagó todas. Luego subió al púlpito y tiró las que le quedaban contra las mujeres. Y así otros disparates.

El Martirologio Romano dice de San Simeón: "Se hizo necio por Cristo, pero Dios reveló con milagros su alta sabiduría". San Juan Clímaco decía que el orgullo del espíritu es la bestia más feroz de los desiertos. Por eso Simeón trataba de encubrir su virtud bajo el velo de la locura.   Murió San Simeón hacia el año 590, después de realizar muchos milagros.

Su contemporáneo Evagrio, y un siglo más tarde, Leoncio, obispo de Chipre, nos han dejado muchas peripecias de su curiosa vida.   Profeta, taumaturgo, excéntrico escandaloso, payaso, comparte su vida con las prostitutas, los mendigos, los desechos de la sociedad, riéndose de todo y de todos, saboteando la lógica de los que le rodean con una rara alegría inexplicable que viene de arriba; así escarnece Simeón las seguridades de nuestra vida y se transforma en caricatura de nuestra precaria fe, tan envarada y solemne.   ¿Para qué estar tan serios, para qué tomarnos tan en serio, para qué respetar tantas normas y convenciones?

Todo es como una gigantesca broma que sólo tiene sentido si sabemos vivirla con humor, porque la voluntad de Dios y su Providencia, vista con ojos humanos, es un absurdo, y nuestras certezas, a la luz de Dios, deben de ser de una suprema comicidad.   El más sensato de los hombres, que vuelve al revés todo prejuicio, san Simeón el loco, nos valga a la hora de tomarnos a burla a nosotros mismos y a los demás, para ser fieles, para corresponder con abandono y humor a la sonrisa del Cielo.

Oremos Concédenos, Señor todopoderoso, que el ejemplo de San Simeón nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Evangelio según San Mateo 8,18-22. 

Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. 

Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas". 

Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". 

Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre". 

Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos". 

San León Magno (¿-c. 461), papa y doctor de la Iglesia Sermón 95.2-3

«La pobreza que enriquece»

Después del Señor, los apóstoles fueron los primeros que nos dieron ejemplo de esta magnánima pobreza, pues al oír la voz del divino Maestro, dejando absolutamente todas las cosas, en un momento pasaron de pescadores de peces a pescadores de hombres (cf. Mt 4, 18- 24). Y lograron, además que muchos otros, imitando su fe, siguieran esta misma senda. En efecto, muchos de los primeros hijos de la Iglesia, al convertirse a la fe, no teniendo más que un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32) dejaron sus bienes y posesiones y abrazando la pobreza, se enriquecieron con bienes eternos y encontraban su alegría en seguir las enseñanzas de los apóstoles, no poseyendo nada en este mundo y teniéndolo todo en Cristo.

Por eso, el apóstol Pedro, cuando, al subir al templo, se encontró con aquel cojo que le pedía limosna, le dijo «no tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar» ( Hch 3, 6)... La palabra de Pedro lo hace sano; y el que no  pudo dar la imagen del César grabada en una moneda a aquel hombre que le pedía limosna, le dio, en cambio, la imagen de Cristo al devolverle la salud.

Y este tesoro enriqueció no sólo al que recobró la facultad de andar, sino también a aquellos cinco mil hombres  que ante esta curación milagrosa, creyeron en la predicación de Pedro (Hch 4,4). Este pobre que no tenía nada que dar al que le pedía limosna, distribuyó tan abundantemente la gracia de Dios, que dio no solo vigor a las piernas del cojo, sino también la salud del alma  y su fe a aquella ingente multitud de creyentes.

Alegría generosa

Santo Evangelio según San Mateo 8, 18-22. Lunes XIII de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

"Maestro, te seguiré a donde vayas". Muéstrame el camino para llegar a Ti; más aún, te busco a Ti, que eres el Camino. Con la intercesión de María, concédeme la gracia que más necesito para seguirte con alegría generosa.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Todos buscamos ser felices. Este deseo está detrás de cada una de nuestras decisiones durante el día y a lo largo de la vida. Por ejemplo, creemos que un buen trabajo nos hará más felices que uno en el que se paga poco por un esfuerzo enorme, o mejor aún, que un trabajo donde se está bien es mejor que uno donde se gana un salario alto a costa de la propia salud o el tiempo para la familia.

Cada una de nuestras decisiones, recordémoslo, requiere una renuncia: al elegir un trabajo o empezar un negocio, al hacer una compra o incluso al elegir el lugar de vacaciones… ¡Hay tantas otras opciones que dejamos de lado! Pues bien, Jesús pasa hoy por nuestra vida y nos presenta la oportunidad de ser sus discípulos. Como cristianos, sabemos que seguirle nos dará la felicidad más grande de todas. Pero elegir esta opción, la mayor de todas, requiere una renuncia, la más radical de todas. Sólo los valientes se atreven a este acto heroico de generosidad: darlo todo por el todo.

La generosidad de un cristiano, sin embargo, es una generosidad alegre. O, más bien, es una alegría generosa, porque la prioridad está en lo que ganaremos, no en lo que estamos perdiendo. Sí, se pueden perder todas las riquezas e incluso el afecto de amigos y parientes, pero ganamos a Cristo, quien da sentido a la vida -y Él mismo es la Vida.

Para anunciar hay que renunciar. Solo una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solo una Iglesia liberada del poder y del dinero, libre de triunfalismos y clericalismos testimonia de manera creíble que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor, aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad. No se queda enredado en sus apegos, que cada vez le piden algo más, pero nunca dan paz, y siente que el corazón se expande, sin inquietudes, disponible para Dios y para los hermanos.

(Discurso de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré un sacrificio en la comida o alguna comodidad, pidiendo al Señor por los cristianos que sufren a causa de su fe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Condiciones para seguir a Jesús

Cristo no encuentra generosidad de parte de aquellos a quienes Él llama

Jesús al estar entre tanta gente pasa a la otra orilla del lago, no para apartarse, sino para estar también con los del otro lado, para que todos le puedan escuchar, pues cuando Jesús habla, su corazón arde con el deseo de glorificar a su Padre, arde por mostrar el amor que Dios nos tiene. Un amor que no es masificado, sino personal, un amor que se dirige a cada uno por nuestro nombre y apellido.

Apenas llega Jesús a la otra orilla, e inmediatamente un escriba le dice: "Te seguiré adondequiera que vayas", y Jesús le da esa respuesta que nadie se esperaba, seguramente que el escriba quedó helado ante esta respuesta, pues ya no supo ni que decir.

¿Cómo Jesús siendo Dios no tiene dónde reclinar la cabeza? Jesús es quien invita, "Llama" pero no encuentra generosidad de parte de aquellos a quienes Él llama.

Muchas veces encuentra temor, egoísmo, búsqueda de propias realizaciones y proyectos... por eso no tiene dónde reclinar la cabeza. Pero Él también ha dicho: "No tengáis miedo, yo he vencido al mundo"

Jesús sigue caminando, dirige su mirada a un discípulo, y todavía no le lanza la pregunta, es más ni le dice nada, el discípulo se adelanta diciéndole "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre", hasta parecería un poco fuera de contexto. Sin embargo Jesús, con esa mirada serena, llena de paz, le mira a los ojos, le pone su mano en el hombro y le dice: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos".

Señor si tu tienes palabras de vida eterna ¿Porqué me hago sordo a tu voz?. Jesús nos llama a todos, Él nos pide algo a cada uno. Hay a quienes llama a un mayor amor y comprensión en el matrimonio, en el noviazgo, a otros a un mayor compromiso concreto para ser mejores cristianos, vivir la caridad en la familia como expresión de Su amor, o una mayor entrega de nuestra vida, quizá me pide seguirle más de cerca en la vida religiosa o consagrada.

En fin, Dios nos esta llamando y Él Espíritu Santo inspira a cada uno.

Novena a San Benito

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (2 al 10 de julio)

Oración preparatoria para todos los días

Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito, obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tu hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección. Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de nosotros en aquella hora suprema las asechanzas del enemigo, y aliéntanos con tu dulce presencia. Ahora consíguenos la gracia especial que te pedimos en esta novena...

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO

¡Oh glorioso San Benito, que desde tu infancia reconociste la vanidad del mundo y únicamente deseaste los bienes eternos! Alcánzanos un vivo deseo del cielo y que recordemos frecuentemente a Dios, nuestro último fin, y hacia Él ordenemos toda nuestra vida para que en todo Él sea glorificado.

San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA SEGUNDO

¡Oh glorioso San Benito, humilde de corazón, que supiste desdeñar las alabanzas de los hombres! Alcánzanos la humildad, tú que amaste a Dios sobre todas las cosas y le entregaste sin reservas tu corazón, consíguenos también el amor de Dios. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA TERCERO

¡Oh glorioso San Benito, que consagraste tus labios a la oración y cantaste noche y día las alabanzas divinas! Alcánzanos el espíritu de oración. Tú, que cual lirio entre espinas, guardaste una castidad angelical por medio de la humildad, de la vigilancia continua, de la oración y de la mortificación de los sentidos, consíguenos el don de la pureza. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA CUARTO

¡Oh glorioso San Benito que venciste al demonio y triunfaste de sus engaños! Alcánzanos la gracia de resistir sus sugestiones y de huir de toda ocasión de pecado. Tú que enseñando una vida austera, de renuncia y trabajo, aborreciste la ociosidad, inspíranos amor al trabajo y a la abnegación de nosotros mismo para seguir a Cristo. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA QUINTO

¡Oh glorioso San Benito, que amaste el silencio, y no abriste la boca jamás a palabras ligeras e impuras, a quejas, murmuraciones, y a juicios contra el amor al prójimo! Alcánzanos la gracia de no decir jamás palabras impuras y contra la caridad, a perdonar y guardar nuestra lengua de todo pecado. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA SEXTO

¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y guardaste la paz de tu alma por medio de la dulzura de la paciencia! Alcánzanos el don de la paciencia y la gracia de perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que misericordiosamente pediste al Señor les perdonara, llorando su ceguera y terrible fin. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías.Concluir con la oración final.

DÍA SÉPTIMO

¡Oh glorioso San Benito, que animado por un ardiente celo para asistir al prójimo en sus necesidades, instruiste a los ignorantes, socorriste a los pobres, curaste a los enfermos, resucitaste a los muertos, libraste a los cautivos del demonio y de sus pasiones, consolaste a los afligidos y convertiste a los pecadores! Consíguenos la gracia de amar al prójimo y de hacer con él las obras de misericordia. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA OCTAVO

¡Oh glorioso San Benito, que inundaste de consuelo el corazón de tu hermana Santa Escolástica, llenándolo del amor de Dios y de las bienaventuranzas del cielo! Concédenos la gracia de santificar nuestros afectos más queridos. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA NOVENO

¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue elevada al cielo en medio de ángeles y santos, siendo consolados tus discípulos por la revelación de tu gloria! Concédenos del Señor, la gracia de la perseverancia final, de una buena muerte y de tu asistencia e intercesión en nuestro último día. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

Oración final para todos los días

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti. Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos esta novena. San Benito, ruega por nosotros.

Concluir con un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¿Para qué son las vacaciones?

Las vacaciones son un momento de crecimiento interior y armonía

Hay una frase en los evangelios que nos demuestra que el descanso es una creatura de Dios buena, legítima y necesaria. Esta frase la pronunció el mismo Jesús, hombre verdadero, para quien las cosas humanas, nuestras cosas, no le eran indiferentes. Dice así: “Venid conmigo a un lugar retirado y tranquilo y descansad un poco“ (Marcos 6, 31). Es un gesto de Jesús lleno de delicadeza, de amor, de humanismo. Cabe preguntarnos:¿para qué sirven las vacaciones, el descanso corporal? En este artículo trataremos de dar alguna luz sobre esta experiencia humana que todos los años toca a nuestra puerta: el descanso veraniego, las vacaciones.

1. Las vacaciones para un cristiano son un medio óptimo para reponer y restaurar fuerzas físicas.

El trabajo del año ha sido arduo y desgastante. “El descanso -dirá el papa Juan Pablo II- significa dejar las ocupaciones cotidianas, despegarse de las normales fatigas del día, de la semana y del año”. El cuerpo no es un camión de carga, ni una máquina que funciona las veinticuatro horas del día, los doce meses del año. Necesita de su descanso y del sano esparcimiento. No podemos tenerlo siempre en tensión, pues se quebraría.

Se cuenta de un santo que acariciaba apaciblemente una perdiz. De pronto un cierto filósofo se aproxima con aparejo de cazador y se maravilla de que el santo varón, que gozaba de tanta reputación, se entretuviera y perdiera el tiempo en cosas tan insignificantes como el acariciar a una perdiz. Entre los dos personajes se entabló este diálogo.

- “¿Eres tú el santo insigne del que me hablaron? ¿Por qué te entretienes en diversiones tan ridículas?” - pregunta el filósofo.
- “¿Qué es esto que llevas en la mano?” - le preguntó a su vez el santo varón.
- “Un arco” -respondió en filósofo.
- “Y, ¿por qué no lo llevas siempre tenso?” -Dijo el santo.
- “No conviene - responde el filósofo-, pues si estuviese siempre tenso se echaría a perder el arco. Así, cuando fuera necesario lanzar un disparo más potente contra alguna fiera, por haber perdido su fuerza debido a la continua rigidez, el tiro no iría ya con la violencia necesaria”.
- “Pues bien, -concluyó el santo- no te admire tampoco, joven, que yo conceda a mi espíritu este inocente y breve esparcimiento. Si de vez en cuando no le permitiese descansar de su tensión, concediéndole algún solaz, la misma continuidad del esfuerzo le ablandaría y aflojaría, y no podría obedecer a las órdenes y a las exigencias del espíritu”.

Este ejemplo nos pone ante la vista la necesidad de concedernos al año una tregua de descanso, para reponer nuestras fuerzas y poder después trabajar por Dios, por la familia, por los demás...y de esta manera ir construyendo ya en vida nuestra eternidad. Y esta tregua se logra encontrándonos con la naturaleza, escalando montañas, contemplando el mar o la arboleda, nadando en la playa, jugando con los hijos, y mil diversiones más, que están a nuestro alcance y que hacen que nuestro arco - nuestro cuerpo- no se rompa.

2. Las vacaciones son, además, un medio maravilloso para alimentar un poco más el alma.

Durante el año no tenemos tanto tiempo para la oración, para la lectura de la biblia, para acudir a la misa diaria, para rezar el rosario en familia y para otras actividades que elevan el espíritu y el alma.

Ahora, en estos meses de verano, sin el trajín y el agobio del trabajo, podemos dedicar más tiempo a Dios y al alma. ¡Qué hermoso sería que durante las vacaciones la familia entera se reuniera varias veces a la semana para escuchar y participar de la misa! ¡Cómo se nutriría el alma si al final del día se sentaran padres e hijos para leer unas líneas de los santos evangelios y se comentasen entre todos! ¿Cuántos de nosotros durante las vacaciones visitamos un museo o un parque nacional, asistimos a un concierto de buena música o a una obra teatral? Todas estas actividades alegran el espíritu, lo elevan, lo dignifican, por ser creaciones del ingenio humano.

Nuestra madre Iglesia, experta en humanismo, nos dice: “El tiempo libre se debe emplear rectamente para el descanso del espíritu y para cuidar la salud de la mente y del cuerpo, por medio de ocupaciones y estudios libres, por medio de viajes a otras regiones, que enriquecen el espíritu y que, además, enriquecen a los hombres con un conocimiento mutuo; por medio también de ejercicios y manifestaciones deportivas, que son una ayuda para conservar el equilibrio psíquico, incluso colectivamente, así como para establecer relaciones fraternas ente los hombres de toda condición, de todas las naciones o de razas diferentes” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes 61).

3. Finalmente, las vacaciones son excelente medio para darnos y entregarnos de lleno a los demás, sobre todo, a la propia familia. 

Durante el año, el papá y, a veces, la mamá trabajaban hasta altas horas de la tarde. Los niños cursaban por la mañana sus estudios en la escuela y en la tarde tenían sus actividades extraescolares (deporte, inglés, natación, etc...). Apenas se ven, apenas tienen un diálogo familiar, apenas se conocen, apenas comparten gozos y alegrías, preocupaciones, penas y proyectos.

En las vacaciones se pueden crear lazos de unión mucho más estrechos e íntimos entre padres e hijos, entre nietos y abuelos, entre tíos y primos. El hijo quiere estar a solas con su papá y la hija con su mamá, conocerlos más y más...y por eso el padre debería invitar a su hijo a pescar o a jugar y tener sus ratos de conversación serena con ese hijo; la madre, por su parte, debería hacerse un huequito al día para pasear con su hija, sentarse en la plaza y abrir su alma y su corazón a esa hija de sus entrañas, que tanta necesidad tiene del cariño materno; a ella le compete introducir a su hija en el hermoso misterio de la vida. También el abuelo quiere sentirse amado y querido. Ansía tener entre sus rodillas a ese nietecillo y acariciarlo y contarle experiencias vividas, pues todo anciano es portador de vivencias acumuladas durante los largos años de la vida. La abuela quiere sentirse útil. Quisiera peinar a su nietita, enseñarle a coser y a rezar. Quisiera ser amada, estimada, escuchada. Las vacaciones son momento privilegiado para lograr estos objetivos.

Ojalá que estas vacaciones sean un momento de crecimiento interior, de armonía y conocimiento familiar y de descanso corporal, a fin de comenzar el nuevo año con nuevos bríos, alegría renovada y contagiante entusiasmo...y así seguir construyendo desde aquí abajo la eternidad tan deseada.

NUEVO NÚMERO DE LA REVISTA DEL CENTRO DE PASTORAL LITÚRGICA DE BARCELONA
La liturgia... esa metamorfosis

"Que sea un instrumento del Resucitado en su tarea de hacerlo todo nuevo

La eucaristía

Li-tur-gia. Hasta la palabra misma empieza a resultar incomprensible para mucha gente y no digamos los objetos asociados tradicionalmente a ella

(Dolores Aleixandre).- Li-tur-gia. Hasta la palabra misma empieza a resultar incomprensible para mucha gente y no digamos los objetos asociados tradicionalmente a ella.

Lo demuestra esta historia reciente en un convento de la que atestiguo la veracidad: a la hermana sacristana, ya anciana, ha empezado a ayudarle una empleada joven que trabaja en la casa. Como es de esperar, no tiene ni idea de los aparejos litúrgicos; se hace un lío con los nombres que les da la monja y no sabe qué le está pidiendo que traiga, prepare, ponga o guarde.

Menos mal que es muy espabilada y ha discurrido una solución: hace una foto con el móvil a cada utensilio o vestimenta de la sacristía y escribe, junto al nombre "oficial", su propia descripción para aclararse. Por ejemplo: Alba: bata. Roquete: camisón con puntillas. Casulla: abrigo. Cíngulo: cordón. Estola: corbataPurificador: pañito alargado. Cáliz: copa. Patena: plato. Corporal: mantelito cuadrado...

Animada por su inspiración, añado yo otros posibles: Palia: cuadrado de tela tiesa almidonada para tapar la copa y que no caigan moscas. Credencia: mesita. Portaviático: cajita redonda. Incensario: braserito con cadenas para echar el humo. Acetre: cubo pequeño con asa. Hisopo: varita con bola y agujeros.

Le queda mucho por aprender a esta chica, y eso que ha tenido la suerte de que estén ya en desuso (y bien que les pesa a algunos...), la dalmática, la capa pluvial, el amito, el manípulo, el conopeo y el paño humeral..., a más de otras vestimentas y capisayos con sus diferentes botonaduras, ribetes, tonos y texturas.

Pero no son estos los problemas más importantes que tiene la liturgia y para arreglarlos (aparte de Galilea 153...), puede venirnos bien recordar las palabras de Cristina Kaufmann, la carmelita descalza suiza convertida del protestantismo que vivió hasta su muerte en el Carmelo de Mataró.

Le preguntó Mercedes Milá en una entrevista que dejó paralizado a medio país ante el televisor (tuvieron que repetir el programa la semana siguiente...): "- ¿Y no se aburren ustedes ahí rezando, siempre las mismas y entre las mismas paredes, un día tras otro?", y ella contestó,  "-Pero ¿cómo vamos a aburrirnos? Cada día la Palabra que escuchamos es distinta y cada tiempo litúrgico lo es también; cada hermana va viviendo un proceso personal que la va transformando en una persona diferente y cada estación del año hace que la huerta no seaunca la misma...".

Apasionante la misión de esta revista: empeñarse en esa metamorfosis, trabajar para que la liturgia sea un instrumento del Resucitado en su tarea de hacerlo todo nuevo (Ap 21,5) .

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