Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo
- 29 Julio 2018
- 29 Julio 2018
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Evangelio según San Juan 6,1-15.
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.Al levantar los ojos,Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Beato José de Calasanz Marqués
Celebrado el 29 De Julio De
Beato José de Calasanz Marqués, presbítero y mártir
En Valencia, igualmente en España, beato José Calasanz Marqués, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que derramó su sangre por Cristo en esa misma persecución.
Pariente lejano del Santo Fundador de los Escolapios, había nacido en (Huesca) el 23 de noviembre de 1872. Conoció a Don Bosco en la visita que hizo a Barcelona en 1886, ya que era entonces interno en la incipiente Casa Salesiana de Sarriá. Habiendo profesado a los 18 años, cinco años más tarde, en Navidades de 1895, cantaba allí mismo su Primera Misa.
Secretario del Siervo de Dios don Felipe Rinaldi durante diez años, se le encargó después de la dirección del Colegio de La Esmeralda en las Corts de Sarriá, que en 1905 se trasladaba a Matará. Dejó esta Casa en 1916 para dirigir la de Camagüey (Cuba), de donde pasó a ser Provincial de la Inspectoría Boliviano-Peruana, y desde 1925 de su Inspectoría de procedencia, la Tarraconense. Se distinguió por su gran corazón, lleno de amor a los Hermanos, a los Superiores y a la Congregación, demostrado con una actividad incansable en su servicio. Sereno mientras la persecución arreciaba, así habló a un Hermano que le exponía sus temores: —Hijo mío, debemos tener más confianza en la Divina Providencia. De todos modos, creo que estoy en gracia de Dios.
Habiendo pasado con los demás salesianos una semana en la cárcel de Valencia, fue detenido por unos milicianos de Mislata, que al ver la sotana en su maletín, le preguntaron si era cura: —Sí, soy Sacerdote Salesiano, respondió con calma y dignidad. Fue conducido de pie en un camión hacia Valencia, y al llegar al Puente de San José, el disparo de un fusil que llevaba un mozalbete, desobediente a quien le indicaba el peligro anejo a la forma de llevar el arma, acabó con su vida. Los dos salesianos que le acompañaron fueron testigos de su inmolación, consecuencia del odio al sacerdote. Era el 29 de julio de 1936.
«Este sí que es el gran Profeta que tenía que venir al mundo»
Los discípulos dicen que tan sólo tienen cinco panes y dos peces. Los cinco panes significan que todavía estaban sometidos a los cinco libros de la Ley, y los dos peces que estaban alimentados por las enseñanzas de los profetas y de Juan Bautista... Esto es lo que los apóstoles tenían que ofrecer en primer lugar, puesto que todavía se encontraban en esta situación; y es de ahí que partió la predicación del Evangelio... El Señor había tomado los panes y los peces. Levantó los ojos al cielo, dijo la bendición y los partió. Dio gracias al Padre por ser cambiada después de siglos de estar bajo la Ley y los profetas, en alimento de la Buena Noticia... Los panes se dieron también a los apóstoles: es a través de ellos que los dones de la gracia divina debían repartirse. Seguidamente la gente se alimentó de los cinco panes y los dos peces y, una vez saciados los invitados, los trozos de pan y de pescado eran tan abundantes que se llenaron doce canastas. Esto quiere decir que la multitud se sació con la palabra de Dios que viene de la enseñanza de la Ley y los profetas. Es la abundancia del poder divino reservada para los pueblos paganos, que desborda después del servicio del alimento eterno. Así realiza una plenitud, la del número doce que es la misma que el número de apóstoles. Luego vemos que el número de los que comieron es el mismo que el de los futuros creyentes: cinco mil hombres (Mt 14,21; Hch 4,4).
De todos los hechos realizados por Jesús durante su actividad profética, el más recordado por las primeras comunidades cristianas fue seguramente una comida multitudinariaorganizada por él en medio del campo, en las cercanías del lago de Galilea. Es el único episodio recogido en todos los evangelios.
El contenido del relato es de una gran riqueza. Siguiendo su costumbre, el evangelio de Juan no lo llama «milagro», sino «signo». Con ello nos invita a no quedarnos en los hechos que se narran, sino a descubrir desde la fe un sentido más profundo.
Jesús ocupa el lugar central. Nadie le pide que intervenga. Es él mismo quien intuye el hambre de aquella gente y plantea la necesidad de alimentarla. Es conmovedor saber que Jesús no solo alimentaba a la gente con la Buena Noticia de Dios, sino que le preocupaba también el hambre de sus hijos.
¿Cómo alimentar en medio del campo a una muchedumbre? Los discípulos no encuentran ninguna solución. Felipe dice que no se puede pensar en comprar pan, pues no tienen dinero. Andrés piensa que se podría compartir lo que hay, pero solo un muchacho tiene cinco panes y un par de peces. ¿Qué es eso para tantos?
Para Jesús es suficiente. Ese joven sin nombre ni rostro va hacer posible lo que parece imposible. Su disponibilidad para compartir todo lo que tiene es el camino para alimentar a aquellas gentes. Jesús hará lo demás. Toma en sus manos los panes del joven, da gracias a Dios y comienza a «distribuirlos» entre todos.
La escena es fascinante. Una muchedumbre, sentada sobre la hierba verde del campo, compartiendo una comida gratuita un día de primavera. No es un banquete de ricos. No hay vino ni carne. Es la comida sencilla de la gente que vive junto al lago: pan de cebada y pescado en salazón. Una comida fraterna servida por Jesús a todos gracias al gesto generoso de un joven.
Esta comida compartida era para los primeros cristianos un símbolo atractivo de la comunidad nacida de Jesús para construir una humanidad nueva y fraterna. Les evocaba al mismo tiempo la eucaristía que celebraban el día del Señor para alimentarse del espíritu y la fuerza de Jesús: el Pan vivo venido de Dios. Pero nunca olvidaron el gesto del joven. Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos, sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartirlo. Hemos dejado la marcha del mundo en manos de un poder económico inhumano, nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro egoísmo irracional.
José Antonio Pagola
Domingo 17 Tiempo ordinario - B (Juan 6,1-15) 29 de julio 2018
XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, “B”
(2Re 4, 42-44; Sal 144; Ef 4, 1-6; Jn 6, 1-15)
COMENTARIO
Este año, los domingos se lee como Evangelio el texto de san Marcos, pero al ser el más corto, 16 capítulos, durante un mes se proclama el discurso del “Pan de Vida” del Evangelio de san Juan (Jn 6).
Desde hoy, se proclama el texto del Cuarto Evangelio, que puede ayudar, a quienes vivimos en el hemisferio norte, a trascender el tiempo de la siega y de la cosecha del cereal.
El hombre del campo suele tener conciencia de que el fruto de la tierra no es solo por su esfuerzo, sino que depende mucho de la meteorología, de la lluvia temprana, de los hielos, de la sequía, del pedrisco, de ahí que, en tantas ocasiones, el labrador creyente sienta la necesidad de ofrecer las primicias, para agradecer a Dios su providencia. Así lo refiere la primera lectura: “Uno de Baal_Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja”.
La ofrenda que hacen al profeta, debiera invitarnos a agradecer a Dios tantos dones como recibimos, y que a veces somos inconscientes del regalo que supone la salud, la amistad, la familia, los bienes…
En las lecturas destaca la referencia al pan, imagen con la que se alude a las necesidades más vitales, sin las que no es posible una vida digna. Jesús al compadecerse de la multitud, y al multiplicar el pan, no solo hace provisión del alimento material, sino que se nos ofrece como respuesta a la necesidad más existencial del ser humano, como es el sentido de la vida. “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.” Si nos fijamos en la descripción que hace el autor sagrado al comienzo del relato, nos sorprenderemos al contemplar a Jesús, cuando subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Todos los movimientos tienen sentido teológico, y al describir que Jesús se sentó sobre el monte, en el contexto de la multiplicación de panes, cabe anticipar la secuencia de la Última Cena, cuando el mismo evangelista señala: “Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena”. Si unimos ambos movimientos, cabe interpretar el texto de san Juan, en relación con la noche del lavatorio de los pies, momento de la fracción del pan y de la institución de la Eucaristía.
Tanto el texto del profeta, –“Dáselos a la gente, que coman”, como el Evangelio -“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados”-, está el gesto de repartir el pan, llamada a compartir los dones, que en tiempo de verano cabe practicar la hospitalidad de muchas formas.
El que tiene hambre es tu hermano; XVII Domingo Ordinario
Mientras haya quien muera de hambre no podremos llamarnos cristianos. La fraternidad nos lleva a compartir el alimento.
Lecturas:
II Reyes 4, 42-44: “Comerán y todavía sobrará”.
Salmo 144: “Bendeciré al Señor eternamente”.
Efesios 4, 1-6: “Un solo cuerpo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”.
San Juan 6, 1-15: “Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron”.
El Papa Francisco ha tomado sobre sus hombros la grave responsabilidad de repetirnos insistentemente las palabras de Jesús: “¿Cómo compraremos pan para que coman estos?” Y presenta, ante un mundo indiferente, a los miles de migrantes y desplazados, niños, mujeres, ancianos, que se mueren de hambre ante la apatía y despreocupación de los pueblos poderosos. “Mientras haya quien muera de hambre no podremos llamarnos cristianos. La fraternidad nos lleva a compartir el alimento. No tengas miedo, el otro es tu hermano”.
San Marcos nos venía acompañando durante los domingos pasados en nuestro encuentro semanal con Cristo. Desde hoy y durante cinco domingos, será San Juan el que nos presente a Jesús y nos acerque a Él. A San Juan le gusta ofrecernos signos o señales para que encontremos el camino hacia Jesús. Cuanto más importante es un camino, necesitamos más claros los señalamientos para andar por él. En su capítulo seis, San Juan nos ofrece un signo: la multiplicación de los panes, pero un signo que implica muchas indicaciones importantísimas para descubrir el Reino de Dios: descubrir la necesidad del hermano, compartir el pan, alimentarse del Verdadero Pan, la permanencia con Jesús. Durante estos domingos iremos reflexionando cada una de estas señales. Hoy iniciamos con la narración del “milagro” que encierra ya en sí mismo una gran lección.
La primera indicación que Jesús hace a los discípulos es que vean más allá de su propia necesidad y descubran la necesidad del hermano. La escandalosa crisis actual, pone al descubierto nuestras formas primitivas de actuar. Al igual que en un incendio o en una estampida, cada uno trata de salvarse sin mirar si tumba, pisa o estorba a los demás. Se nos ha metido en la cabeza que no podemos perder los privilegios, comodidades y seguridades que ya habíamos logrado, aunque más de una tercera parte de la humanidad siga padeciendo hambre extrema. Luchamos por no disminuir nuestro “nivel de vida”, aunque para eso tengamos que terminar con la poca vida que les queda a los demás. Es incomprensible que en nuestra patria un noventa por ciento de la población tenga menos recursos, pero que unos cuantos acaparen y tengan muchos más ¡en plena crisis! El hambre no es cuestión de falta de alimentos, es cuestión de falta de amor. Podríamos dar aquí todos los datos y cifras escalofriantes de la muerte, desnutrición y pobreza de millones de personas, y quedarnos tranquilamente indiferentes, o quizás ocultarlos para que no nos causen inquietud. Pero la primera señal que Cristo nos da en su seguimiento es descubrir al hermano.
En cuanto percibimos la gravedad del problema, al igual que Felipe o que Andrés, nos encogemos de hombros, nos sentimos impotentes y resolvemos no hacer nada. ¿Qué significa mi acción? Como una gota en el océano o como un granito de arena en el desierto: ¡Nada! Parece ser nuestra justificación, pero la inmensidad del océano está compuesta por millones de pequeñas gotas y la grandeza del desierto se forma de un sinfín de imperceptibles arenas. Es cierto, no soy más que un granito de arena, pero soy capaz de pensar, de amar y de compartir. Tengo responsabilidad en mi comunidad y en el mundo entero; de pequeños granos de arena se han hecho las grandes construcciones. Andrés mira el problema sólo por el lado económico, y la gravedad del problema está más en el corazón. El problema del hambre y la desnutrición empeora cuando se le aborda como un problema meramente técnico y económico. Sólo se alcanzará alguna solución si logramos ante todo, transformar las estructuras sociales de tal manera que la mayoría participe directamente en la construcción de un sistema fraternal, de una comunidad donde todos podamos vivir como hijos de Dios. El milagro de Jesús está en su poder pero también en la generosidad de quien entrega todo lo que tiene aunque parezca tan miserable como cinco panes y dos pescados para millares de personas. Es el milagro del amor.
“Díganle a la gente que se siente”. La indicación de Jesús nos lleva a pensar en una mesa común donde todos se sienten comensales en un banquete común, donde Cristo va servir. No es la limosna o las migajas de lo que nos sobra lo que ofrece Jesús. Es la dignidad de acercarse a la misma mesa, es el orgullo de quienes comen del mismo pan, es sentirse acogido, hermano y amigo, tomando el mismo bocado. Sólo así se sentirán con la misma dignidad. Es insultante la manera como las grandes naciones ofrecen migajas a los pueblos tercermundistas después de que se han aprovechado de los recursos de sus territorios y les “donan” ayudas que con frecuencia los hunden más. Así sucede también entre los individuos. El hambre causa muchas víctimas entre tantos Lázaros a los que no se les consiente sentarse a la mesa del rico epulón. Dar de comer al hambriento y hacerlo sentirse como persona, con toda dignidad, es un imperativo para todo seguidor de Jesús; es más, es una obligación de toda persona humana. En la era de la globalización, eliminar el hambre del mundo se ha convertido en una meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta.
San Pablo en su Carta a los Efesios (4, 1-6) nos da la verdadera razón para buscar tener una mesa común: “No hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu… un solo Señor… un solo Dios y Padre de todos”. La razón última para compartir y poner lo mucho o lo poco que somos, en esta gran lucha, es ésta: tenemos un Padre común. Que nuestra reflexión de este día nos lleve a escuchar las palabras de Jesús que nos hacen descubrir el hambre y necesidad de los hermanos y nos aliente para poner nuestro mejor esfuerzo aunque sean muy pobres y mínimas nuestras aportaciones. Si queremos vivir plenamente la Eucaristía, necesitamos dividir este Pan Verdadero con el hermano que sufre.
Padre bueno, protector de los que en ti confían, ten misericordia de nosotros y enséñanos a usar con sabiduría de los bienes de la tierra, a fin de que podamos compartir el banquete de la vida con todos los hermanos. Amén.
"CRISTO EXIGE UN COMPROMISO EN FAVOR DE LOS POBRES, LOS DÉBILES, LOS ÚLTIMOS Y LOS INDEFENSOS"
Francisco: "No podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en el mundo"
"El amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae"
Jesús Bastante, 29 de julio de 2018 a las 12:25
¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?”, subrayó el Papa, quien pidió “que en el mundo prevalezcan los programas destinados a la alimentación, el desarrollo y la solidaridad, y no los dedicados al armamento y la guerra”
(Jesús Bastante).- "¿Qué se hace en casa con la comida que sobra? ¿Se tira? No". El Papa Francisco utilizó el Evangelio de hoy, donde se relata la multiplicación de los panes y los peces, para recordar que "no podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en todo el mundo". "El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó Bergoglio, quien puso como ejemplo al joven que, viendo a la multitud, ofreció lo poco que tenía a Jesús, sus cinco panes. "Un chico valiente, que nos hace pensar a todos, con coraje", insistió el Papa. "Los jóvenes son así, tienen valor. Tenemos que ayudarlos para que sigan adelante, valientes".
El milagro viene de esa generosidad, de la que "todos comen hasta saciarse". "La compasión de ese joven le llevó a ofrecer lo que tenía" como haría Jesús. "Jesús está atento a las necesidades de las personas. La gente tiene hambre y Jesús implica a sus discípulos para que su hambre sea saciada" subrayó Francisco.
"Jesús ha ofrecido su salvación, su vida, pero también se ha ocupado de la comida para el cuerpo", recordó, incidiendo en que "nosotros no podemos hacer como quien no quiere la cosa", porque "solo escuchando las más sencillas peticiones de la gente y poniéndose junto a sus concretas situaciones existenciales, podremos ser escuchados cuando hablemos de valores superiores".
Porque lo más relevante del Evangelio es que "el amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae". Porque "Jesús sigue dando de comer hoy, y lo hace a través de nosotros. El Evangelio nos invita a estar disponibles, como aquel muchacho que tiene cinco panes y dos peces y los da".
"No podemos permanecer como espectadores indiferentes y tranquilos. El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó el Papa, quien también recordó cómo, al final del relato, Jesús pidió a sus discípulos que recogieran los pedazos sobrantes, "para que nada se desperdicie".
"Aquí pienso en la gente que tiene hambre, y en cuánta comida que sobra y nosotros tiramos", señaló el Papa, que preguntó a los fieles. "Cada uno de nosotros debe pensar en la comida que sobra, en el almuerzo, en la cena... ¿dónde va? En mi casa, ¿qué se hace con la comida que sobra? ¿Se tira? no".
"Si tú tienes esta costumbre, habla con tus abuelos, que han vivido un periodo posterior a la guerra. No tiren nunca la comida que sobra: se prepara o se da, pero jamás se tira el pan que sobra. Es un consejo y un examen de conciencia. ¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?", subrayó el Papa, quien pidió "que en el mundo prevalezcan los programas destinados a la alimentación, el desarrollo y la solidaridad, y no los dedicados al armamento y la guerra". Tras el rezo del Angelus, Francisco recordó que mañana se celebra la Jornada Mundial contra la Trata de Personas, "una plaga que reduce a la esclavitud a muchos hombres, mujeres y niños, con el fin de la explotación laboral y sexual, el comercio de órganos, la mendicidad y la delincuencia forzada".
"También aquí, en Roma, también las rutas migratorias son utilizadas por los traficantes y explotadores para reclutar a nuevas víctimas", denunció. Por ello, "es responsabilidad de todos denunciar las injusticias y luchar con firmeza contra este crimen vergonzoso".
Santa Marta de Betania
Marta, del idioma arameo Martha, es un personaje que aparece solamente en el Nuevo Testamento. Marta era natural de Betania. Era hermana de Lázaro y María. En su casa se hospedó Jesús al menos en tres ocasiones.
Imahen de Santa Marta utilizada en procesiones de Semana Santa en el Santuario Nacional y Parroquia de Santa Ana en Hagonoy, Bulacan, Filipinas
Imahen de Santa Marta utilizada en procesiones de Domingo de Pascua en el Santuario Nacional y Parroquia de Santa Ana en Hagonoy, Bulacan, Filipinas
Índice
• 1Marta en la Biblia
• 2Santa Marta
• 3Tradición ortodoxa oriental
• 4Referencias
• 5Enlaces externos
Marta en la Biblia
Marta es mencionada en dos evangelios: el Evangelio de Lucas (Lc 10,38-42) y el Evangelio de Juan (Jn 11,1-40 y 12,1-8).
Según el evangelio de Juan, los hermanos Marta, María y Lázaro vivían en la aldea de Betania, cerca de Jerusalén. En el Evangelio de Lucas, sin embargo, parece indicarse que hubieran vivido, por un tiempo por lo menos, en Galilea. Lucas no menciona el nombre de la aldea (tal vez pudo haber sido Magdala, lo que avalaría la identificación hecha posteriormente entre María de Betania y María Magdalena).
Hay muchas semejanzas entre la imagen de Marta en uno y otro evangelio. La familiaridad de las conversaciones entre Jesús y la humilde familia que Lucas describe, es la misma que Juan. Marta sirve con frecuencia a Jesús. En el evangelio de Juan aparece como verdadera discípula cuando afirma que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios: "Ella contestó: - Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (Jn 11,27}.
Santa Marta
La Iglesia (tanto la católica, como la Iglesia ortodoxa) la reconoce como verdadera santa. Para los católicos es patrona de cocineras, sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas de huéspedes, lavanderas, de las hermanas de la caridad, del hogar. Todas son asociadas con su papel en las historias de la Biblia, donde se la muestra como una mujer servicial
Tradición ortodoxa oriental
En la tradición de la Iglesia ortodoxa, aunque no estén expresamente mencionadas como tales en los Evangelios, Marta y María se encontraban entre las “Mujeres Miróforas” (portadoras de miro o de mirra). Estas fieles seguidores de Jesús estaban en el Gólgota durante la crucifixión de Jesús y pasado el día de reposo, el primer día de la semana, muy de mañana llegaron a su tumba con mirra (aceite aromático de alto precio )- de acuerdo con la tradición judía- para ungir el cuerpo de su Señor. Las Miróforas se convirtieron en los primeros testigos de la Resurrección de Jesús, la búsqueda de la tumba vacía y enterarse de la gozosa noticia por un ángel. La tradición ortodoxa refiere también que Lázaro hermano de Marta debió irse de Jerusalén durante la persecución contra la Iglesia de Jerusalén después del martirio de San Esteban. Sus hermanas María y Marta Judea huyeron con él, ayudándole en la proclamación del Evangelio en diferentes lugares. Los tres más tarde se trasladaron a Chipre, donde Lázaro se convirtió en el primer obispo de Kition (actual Larnaca). Los tres murieron en Chipre. Martha es venerado como santa en la Iglesia católica y en la Iglesia ortodoxa, y conmemorada por la Iglesia luterana y la Comunión anglicana. En la Iglesia Ortodoxa Oriental y las tradiciones orientales católicas, Marta y su hermana María se conmemoran el 4 de junio. También se conmemoran en conjunto entre las mujeres Miróforas, en el domingo de la “Portadoras de Myrra” (el tercer domingo de Pascua, es decir, el segundo domingo después de Pascua). Ella también figura en las conmemoraciones del Sábado de Lázaro (el día antes del Domingo de Ramos). Martha es conmemorada el 29 de julio en el calendario de los Santos de la Iglesia Luterana (junto con sus hermanos María y Lázaro) y en el calendario de los santos de la Iglesia Episcopal y la Iglesia de Inglaterra (junto con su hermana María)
Santa Marta de Betania también es la patrona de muchas ciudades. Entre ellas están:
• en España:
• Los Molares (provincia de Sevilla): patrona del pueblo. Se celebra una feria en su honor y sale en procesión cada 29 de julio.
• Villajoyosa: donde se celebran las Fiestas de Moros y Cristianos en honor a Santa Marta del 24 al 31 de julio.
• Martos (Jaén): donde es considerada la patrona de la ciudad.
• La Algaba (provincia de Sevilla): patrona de la ciudad, donde sale en procesión cada 29 de julio.
• Ortigueira (A Coruña): patrona de la villa. Se celebra su festividad del 27 de julio al 1 de agosto.
• Santa Marta (departamento de Magdalena - Colombia): nombrada en honor a la Santa, por haber sido descubierta el día de su fiesta, el 29 de julio.
• Tarascón: Donde según cuenta la leyenda Santa Marta derrotó a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad.
También se han erigido iglesias de relevancia en honor a ella. Entre ellas están:
• Iglesia de Santa Marta (Tarascón), donde se conservan sus reliquias;
• catedral Basílica de Santa Marta (Colombia);
• Casa de Santa Marta;
• Real Iglesia de Santa Marta de Martos, Jaen.