Hasta que toda la pasta fermente

San Pedro Crisólogo

Celebrado El 30 de julio

San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia

San Pedro, «Crisólogo» de sobrenombre, obispo de Rávena y doctor de la Iglesia, que, habiendo recibido el nombre del santo apóstol , desempeñó su ministerio tan perfectamente que consiguió captar a multitudes en la red de su celestial doctrina y las sació con la dulzura de su palabra. Su tránsito tuvo lugar el día treinta y uno de este mes en Imola, en la región de Emilia Romagna.

La vida de Pedro, arzobispo de Rávena, llamado «Crisólogo» (es decir: de palabra áurea, de excelente predicación) desde el siglo IX, es mal conocida. De él habla el Liber Pontificalis y una biografía poco de fiar, obra de Agnello de Ravena (siglo IX). Por estas fuentes y por lo que de su obra se deduce, sabemos que Pedro nació en Imola hacia el 380, fue nombrado metropolita de Rávena entre el 425 y el 429 (ciertamente, antes del 431, fecha de una carta que le escribe Teodoreto), estuvo presente el 445 al fallecimiento de san Germán de Auxerre y tres o cuatro años después escribió a Eutiques, presbítero de Constantinopla, que había recurrido a él después de su condenación por obra de Flaviano, invitándolo a someterse a las decisiones de León, obispo de Roma, «quoniam beatus Petrus, qui in propia sede et vivit et praesidet, praestat quarentibus fidei vertiatem» (Ep ad Eutychen: PL 54,743: «Porque el bienaventurado Pedro, que en su sede vive y preside, otorga la verdad de la fe a los que buscan.»). Falleció entre el 449 y el 458 (fecha de una carta de León a su sucesor Neón), probablemente, el 3 de diciembre del 450, quizás en Imola [aunque en al actualidad se tiende a considerar como fecha más probable el 31 de julio]. 

Gracias a las pacientes investigaciones de A. Olivar, hoy es posible conocer con exactitud la producción auténtica de Pedro Crisólogo, que comprende una carta (ya mencionada), 168 sermones de la Collectio Feliciana (siglo VIII) y 15 «extravagantes» (escritos no clasificados). Otros escritos, como el célebre Rollo de Rávena, colección de oraciones de preparación a la Navidad (s. VII), no pueden ser tenidos por auténticos. Los sermones, a los que Pedro debe su celebridad, se distinguen por la esmerada preparación de un orador dotado de una cultura discreta y por el calor humano y el fervor divino de un santo varón.

La condición peculiar de Rávena, sede de la corte imperial y ciudad marinera, explica la frecuencia de ejemplos tomados de la vida de la corte y de la vida militar y marinera, aunque no faltan ejemplos de la vida rural. «Entre los escritores del siglo V, pocos superan a Pedro Crisólogo en elegancia», en sus sermones nos ha legado «páginas de genuina elocuencia, enérgica y eficaz» (Moricca). 

El contenido de los sermones es variado, muchos son homilías sobre textos evangélicos, otros, sobre San Pablo, los Salmos, el símbolo bautismal, el padrenuestro o en conmemoración de santos y exhortaciones a la penitencia. Pedro Crisólogo, comentando la Biblia o exponiendo los temas que le sugerían las celebraciones litúrgicas, documenta ampliamente las inquietudes teológicas de su época. Su predicación, en efecto, no refleja sólo la doctrina latina sobre la encarnación como se profesaba entre Éfeso y Calcedonia, sino que es, asimismo, testimonio de la postura católica en las cuestiones sobre la gracia y la vida cristiana. Cuando reconoce claramente el primado del obispo de Roma (además de la carta a Eutiques, cf Serm 78), Pedro es, sin duda, portavoz del sentir común de los obispos de Italia. Su considerable actividad como predicador nos ha legado una documentación inestimable sobre la liturgia de Rávena y sobre la cultura de esa ciudad, etapa obligada entre Roma y el norte de Italia. Ningún obispo de su tiempo nos ha facilitado un cuadro tan completo de la celebración del año litúrgico. Por su actitud contra la resistencia que aún oponía el paganismo en su agonía y por su polémica contra la comunidad judia de su ciudad, Pedro Crisólogo representa la actitud pastoral del episcopado de la Iglesia imperial de su tiempo. Fue declarado Doctro de la Iglesia por SS. Benedicto XIII en 1729.

Artículo, tomado del tomo III del Curso de Patrología de Quasten-Di Berardino, BAC, 1981, pág 701-2; ver amplia bibliografía allí mismo. En el Oficio de Lecturas, a lo largo del año, se utilizan muchos textos del santo, sirvan estos tres como muestra de su pensamiento y estilo: Martes de la IV de PascuaSábado, XXIX semana del Tiempo Ordinarioen la celebración de su memoria.

fuente: J. Quasten: Patrología

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San Pedro Crisólogo («Palabra de oro»), nació probablemente en Imola hacia el 380. Cuando fue elegido como obispo de Rávena (entre 424 y 431), la antigua ciudad se hallaba en el apogeo de su grandeza imperial, bajo el gobierno de Gala Placidia.    El obispo Pedro   dio pruebas de ser un político de valer, permaneciendo totalmente fiel a las tareas de su oficio pastoral.

Predicó mucho. Han llegado hasta nosotros cerca de 180 de sus sermones. Se trata de breves exhortaciones (Pedro predicaba menos de un cuarto de hora), de homilías acerca de la Escritura o del año litúrgico, preparadas para instruir con sencillez e impulsar al pueblo cristiano a vivir conforme al Evangelio.

No se advierten ellas ni la inspiración literaria de Agustín, ni la teología de León Magno - los dos contemporáneos de Pedro -, pero el pueblo de Rávena, altos dignatarios de la corte o marinos del puerto de Classe, veían en ellas unas palabras henchidas del calor adecuado a la vez que una enseñanza que nunca se apartaba de su vida.

El obispo se imponía a sí mismo voluntariamente el predicar de una manera tan sencilla: «Nuestras palabras, dice, han sido sepultadas con Cristo», «Hay que hablar al pueblo con el lenguaje del pueblo». Según la Crónica pontifical de Rávena, el obispo Pedro I murió un 31 de julio (antes del 451).

¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

30 Julio

Lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

San Pedro Crisólogo

Evangelio según San Mateo 13,31-35.

Jesús propuso a la gente otra parábola: 

"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".

Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".

Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

“Hasta que toda la pasta fermente”

Vayamos al sentido profundo de esta parábola. La mujer que ha cogido la levadura, es la Iglesia; la levadura, es la revelación de la doctrina celestial, las tres medidas en las cuales esconde la levadura son la Ley, los Profetas y los Evangelios, en los que el sentido divino está dentro y se esconde bajo términos simbólicos, a fin de ser captado por el fiel y escape al infiel. En cuanto a las palabras “hasta que toda la pasta fermente” se refieren a lo que dice el apóstol Pablo: “inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar, pero cuando venga la madurez, lo inmaduro se acabará” (1C 13,9). Ahora el conocimiento de Dios está dentro de la pasta: se extiende sobre los sentidos, hincha los corazones, aumenta las inteligencias y, como toda enseñanza, los ensancha, los levanta y los desarrolla hasta tener las dimensiones de la sabiduría celestial. Ya pronto todo fermentará. ¿Cuándo? En la venida de Cristo.

Pequeños detalles de amor

Santo Evangelio según San Mateo 13, 31-35. Lunes XVII de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te doy gracias por estar siempre presente en mi vida y guiarme en cada paso que doy en mi camino de santidad. Concédeme la gracia de amarte y amar a mi prójimo cada vez más.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: "El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas".

Les dijo también otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar".

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas, anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al leer este Evangelio, puede surgir en nosotros la pregunta: ¿Se puede instaurar el Reino de Dios en este mundo? La respuesta es obvia, ¡claro que sí!, pero se da de una manera diferente a como sucede de ordinario.

Al ser el Reino de Dios un Reino de amor, se debe de instaurar amando; pero estos actos de amor empiezan con los detalles. Con pequeños actos de amor, con pequeños detalles se construye el Reino de Dios en el mundo. Al inicio parecen hechos insignificantes, pero en su fruto no se compara.

El amor, por pequeño que sea no deja nada indiferente. El amor cambia poco a poco a quien lo recibe y a quien lo da. Sólo el amor tiene el efecto mariposa, pues con un simple aleteo o acto pequeño de amor, se tendrá un gran cambio después. Un simple aleteo puede ocasionar un gran tsunami, y un gran acto de amor una gran revolución de amor.

No nos podemos cansar de amar en cada momento, haciendo unos pocos actos de amor. Construyamos el Reino de Dios desde los pequeños actos; que todo lo que hagamos, aun lo más insignificante, sea con todo nuestro corazón. Pidámosle a María Santísima, que a ejemplo de ella, que supo construir día a día en el silencio y con pequeños detalles el Reino de Dios, podamos, de igual manera, hacer crecer el Reino de Dios en el mundo desde los pequeños detalles de amor.

Cristo, utiliza dos ejemplos sencillos de la vida cotidiana": el del grano de mostaza y la levadura. Ambos son pequeños, parecen inofensivos, pero cuando entran en ese movimiento, tienen dentro un poder que sale de sí mismos y crece, va más allá, también más allá de lo que se pueda imaginar. Este es el misterio del Reino. La realidad es que el grano tiene el poder dentro, la levadura tiene el poder dentro y también el poder del Reino de Dios viene desde dentro; la fuerza viene de dentro, el crecer viene de dentro.

(Homilía de S.S. Francisco, 31 de octubre de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía y pedirle la gracia de ser consciente de sus gracias en todo momento, para amar con pequeños detalles y así construir su Reino.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Siete hábitos diarios para las personas que deseen ser Santas

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.

Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.

Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."

El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.

Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad.

Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.

3 puntos importantes para prepararnos a cumplir los hábitos: Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos

1. Recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es un trabajo de proceso gradual.No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo.

Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos.

2. Al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida- más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón.

3. Quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas.Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezaban mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.

LOS 7 HÁBITOS PARA QUIENES QUIEREN SER SANTOS

Primer Hábito: Ofrecimiento del día por la mañana

El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. "Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza."

Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.

¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (San Josemaría- Camino, 191)

En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el "minuto heroico" en la mañana y a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.

Segundo Hábito: Quince minutos de oración en silencio

El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio.

Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía?

La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior.

Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón.

Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho "Sin Mí, nada pueden hacer."

Tercer Hábito: Quince minutos de lectura espiritual

El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador.

El resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.

Cuarto Hábito: Participar en la Santa Misa y Recibir la Santa Comunión en estado de gracia

El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America "La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega" (n°35).

Quinto Hábito: Rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli

El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli, invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.

Sexto Hábito: El rezo del Santo Rosario cada día

El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.

Séptimo Hábito: Breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama

El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área, la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.

Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?

¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.

Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor "para servir y no para ser servido." Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas, gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño, siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.

La Empatía

Una persona que tiene empatía dice: Lo que tu sientes, me afecta

La empatía generalmente se la define como la capacidad de entender el mundo interior o el estado emocional de la otra persona, pero esta definición resulta muy pobre.

Edith Stein realizó su tesis doctoral en la empatía. Ella profundizó en este tema concluyendo que una persona que tiene empatía dice: “Lo que tu sientes, me afecta.” Como vemos Stein va más allá. La empatía no es solo entender lo que siente el otro, pero que además que te llegue afectar, a conmover.

Esta capacidad resulta muy importante en cualquier relación interpersonal ya sea de trabajo, entre esposos, entre profesores y alumnos o padres e hijos. Ya que la persona que siente comprendida va a actuar o trabajar bien, pero la persona que se siente querida, que se siente valorada va a dar lo mejor de si.

Para comprender y conmoverse por el corazón de otros, es importante primero conocer el propio. Nuestros sueños, anhelos, frustraciones, alegrías.. Estar en contacto con nuestras emociones, y tener la capacidad de dominarlas. 

Este dominio se lo consigue mediante la adquisición de hábitos y virtudes (como el orden, la templanza, el esfuerzo, la generosidad..) que forjan la llamada “fuerza de voluntad”, haciendo posible encauzar nuestros impulsos y sentimientos hacia el bien, e impedir que nuestros actos perjudiquen a los demás o a nosotros mismos.

Una persona que goza de empatía sabe que cada persona es única e irrepetible, y que por tanto, no se la puede educar en serie, como zapatos fabricados por una máquina. Por ello, hay que conocer al alumno o al hijo, sus debilidades y sus destrezas, para ayudarlo a crecer y maximizar su potencial.

Esta educación que tiene en cuenta a cada persona como un ser único se diferencia en la forma o método de enseñanza. El fondo de la educación es el mismo: enseñar la verdad de las cosas, lo que está bien y lo que está mal, impulsar la creatividad, asentar la autoestima, formar la afectividad.. Pero la forma de enseñarlo es la que se adecúa a cada persona para que se pueda aprender e interiorizar mejor.

Ejemplo:

- Enseñar la historia de nuestra independencia: hay niños que aprenden mejor escuchando la historia, otros son más visuales y necesitan ver unas diapositivas con las fechas y nombres, habrán niños que retengan las fechas al repetirlas varias veces, otros necesitarán asociarlas con algo. Como vemos el método de enseñanza es distinto, pero el fondo es el mismo.
Tener empatía no significa excusar si el hijo o el alumno actuaron de forma incorrecta.
Ejemplo:

- Un niño le pega al otro. Sabemos que ese niño está actuando de forma agresiva porque tiene problemas en casa, sentimos su tristeza, su ansiedad y frustración, no por ello debemos “mirar al otro lado por pena” porque no le estaríamos haciendo un bien. Tampoco le haría un bien un castigo “te quedas sin televisión o sin recreo”. Ese niño necesita expresar lo que siente de una forma saludable. En este caso, la empatía nos lleva a hacerle reflexionar que la agredir a otro está mal, y no lo hará sentirse mejor.

Edith Stein, fue la primera doctora de filosofía en Alemania, dedicó parte de su vida a promover que las mujeres pueden asistir y enseñar en la universidad. Se convirtió al catolicismo y fue carmelita. Esta santa que destacó la importancia de la empatía, de abrirse a los demás para conocer y comprender mejor a las personas (en lugar de “encerrarnos en la prisión de nuestras propias particularidades”) murió en la cámara de gas en Auschwitz debido su origen judío, víctima de Hitler, un hombre encerrado en sus propios intereses y conflictos, con una conciencia deformada, carente de empatía. 

"CRISTO EXIGE UN COMPROMISO EN FAVOR DE LOS POBRES, LOS DÉBILES, LOS ÚLTIMOS Y LOS INDEFENSOS"
Francisco: "No podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en el mundo"
"El amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae"

Jesús Bastante, 29 de julio de 2018 a las 12:25

Hambre

¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?”, subrayó el Papa, quien pidió “que en el mundo prevalezcan los programas destinados a la alimentación, el desarrollo y la solidaridad, y no los dedicados al armamento y la guerra”

(Jesús Bastante).- "¿Qué se hace en casa con la comida que sobra? ¿Se tira? No". El Papa Francisco utilizó el Evangelio de hoy, donde se relata la multiplicación de los panes y los peces, para recordar que "no podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en todo el mundo".

"El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó Bergoglio, quien puso como ejemplo al joven que, viendo a la multitud, ofreció lo poco que tenía a Jesús, sus cinco panes. "Un chico valiente, que nos hace pensar a todos, con coraje", insistió el Papa. "Los jóvenes son así, tienen valor. Tenemos que ayudarlos para que sigan adelante, valientes".

El milagro viene de esa generosidad, de la que "todos comen hasta saciarse". "La compasión de ese joven le llevó a ofrecer lo que tenía" como haría Jesús. "Jesús está atento a las necesidades de las personas. La gente tiene hambre y Jesús implica a sus discípulos para que su hambre sea saciada" subrayó Francisco.

"Jesús ha ofrecido su salvación, su vida, pero también se ha ocupado de la comida para el cuerpo", recordó, incidiendo en que "nosotros no podemos hacer como quien no quiere la cosa", porque "solo escuchando las más sencillas peticiones de la gente y poniéndose junto a sus concretas situaciones existenciales, podremos ser escuchados cuando hablemos de valores superiores".

Porque lo más relevante del Evangelio es que "el amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae". Porque "Jesús sigue dando de comer hoy, y lo hace a través de nosotros. El Evangelio nos invita a estar disponibles, como aquel muchacho que tiene cinco panes y dos peces y los da".

"No podemos permanecer como espectadores indiferentes y tranquilos. El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó el Papa, quien también recordó cómo, al final del relato, Jesús pidió a sus discípulos que recogieran los pedazos sobrantes, "para que nada se desperdicie".

"Aquí pienso en la gente que tiene hambre, y en cuánta comida que sobra y nosotros tiramos", señaló el Papa, que preguntó a los fieles. "Cada uno de nosotros debe pensar en la comida que sobra, en el almuerzo, en la cena... ¿dónde va? En mi casa, ¿qué se hace con la comida que sobra? ¿Se tira? no".

"Si tú tienes esta costumbre, habla con tus abuelos, que han vivido un periodo posterior a la guerra. No tiren nunca la comida que sobra: se prepara o se da, pero jamás se tira el pan que sobra. Es un consejo y un examen de conciencia. ¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?", subrayó el Papa, quien pidió "que en el mundo prevalezcan los programas destinados a la alimentación, el desarrollo y la solidaridad, y no los dedicados al armamento y la guerra".

Tras el rezo del Angelus, Francisco recordó que mañana se celebra la Jornada Mundial contra la Trata de Personas, "una plaga que reduce a la esclavitud a muchos hombres, mujeres y niños, con el fin de la explotación laboral y sexual, el comercio de órganos, la mendicidad y la delincuencia forzada". "También aquí, en Roma, también las rutas migratorias son utilizadas por los traficantes y explotadores para reclutar a nuevas víctimas", denunció. Por ello, "es responsabilidad de todos denunciar las injusticias y luchar con firmeza contra este crimen vergonzoso".

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