¿No es el hijo del carpintero?...

¿Cómo ves al otro?

Santo Evangelio según San Mateo 13, 54-58. Viernes XVII de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, concédeme sabiduría para ver con tus ojos a mis hermanos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio de hoy te invita a ser cuidadoso en la forma que valoras a los demás, ya que puedes rechazar a personas que podrían ser de gran ayuda para ti. Jesús dijo "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa", esto debido a que la gente cuestionaba la sabiduría de Jesús por creer que le conocían. Ahora bien, pregúntate ¿Cómo actúo frente a personas que conozco, cuando expresan su opinión o dan un consejo?

Muchas veces somos implacables ante las debilidades de los otros, por más que hayan superado la debilidad. Un consejo que den para que uno no caiga en esa misma debilidad, es la excusa perfecta para rechazar el consejo y a la persona. Nos olvidamos que si han superado esa debilidad, lo que quieren es evitarnos el penoso camino que él o ella recorrió.

Jesús, que no tenía mancha alguna y cuya autoridad moral era insuperable, fue objeto de rechazo por parte de su gente, quienes se escudaban en el hecho de que conocían a su familia y parentela. Jesús hoy te invita a que cambies yseas una persona cautelosa al momento de emitir un juicio sobre alguien, pues a través de esta persona, Él puede querer ayudarte a sanar tus heridas, a curar tus enfermedades de alma y cuerpo, a perdonarte, etc.

Ábrele tu corazón a Cristo y deja que san José y la Virgen María te guíen, para que aprendas a dejar en las manos de Dios el juicio de los demás; que Él te eduque sin importar el medio (persona) de quien se vale para indicarte el camino a seguir, porque "el corazón es lo más íntimo del hombre, el lugar donde habita Dios. En él se realiza el encuentro en el que Dios habla al hombre y el hombre escucha a Dios; el hombre habla a Dios y Dios escucha al hombre”. (Benedicto XVI, Audiencia, miércoles 6 de junio de 2007)

El cambio hecho por Jesús compromete a sus discípulos de ayer y de hoy a una verificación personal y comunitaria. También en nuestros días, de hecho, puede pasar que se alimenten prejuicios que nos impiden captar la realidad. Pero el Señor nos invita a asumir una actitud de escucha humilde y de espera dócil, porque la gracia de Dios a menudo se nos presenta de maneras sorprendentes, que no se corresponden con nuestras expectativas.

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de julio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Abrir mi corazón al Amor, para poder ver y tratar a los demás con la misericordia con la que Cristo me trata.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Nadie es profeta en su Tierra

La prevalencia del amor

1. Amargamente manifestaba Teresa de Jesús al Señor: "Parece que pretenden deshacer este monasterio de descalzas". - "Eso pretenden, le dijo el Señor, mas no lo verán, sino todo lo contrario" (Cuentas de Conciencia 48). Es lo mismo que le había dicho a Jeremías: "Lucharán contra tí, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte" Jeremías 1,4. Aunque nadie quisiera ayudarte, tú cuenta conmigo; aunque veas que se te cierran todas las puertas, no temas, que eso hará resplandecer más mi obra y mi mano poderosa sobre ella. Para eso te he elegido, no me llamaste tú a mí, soy yo quien te llamé cuando te ví en el seno de tu madre, mejor que hoy se ven a los bebés en las ecografías y te señalé, te marqué, ¿qué quieres? Me encapriché de ti, no porque eras elocuente sino porque yo te haría elocuente, no por lo que eras, que no eras, sino por lo que yo quería hacer en ti. No temas. Confía en Mí. ¿Crees que soy como tú, como vosotros, que prometéis y no cumplís, que llenos de fervor, comenzáis una empresa y la dejáis a mitad, que con tanta facilidad olvidáis lo que tanta pensáis amar? No. Yo soy Dios, y no hombre, no soy un enemigo a la puerta.

Confía, confía estoy contigo, te llevo de la mano, aunque caigáis mil veces, allí estoy yo para levantarte del polvo, si te has roto a pedazos, yo te reconstruiré, oruguita de Israel, gusanito de Jacob. No les tengas miedo. Te haré más fuerte que ellos.

Los mismos que te niegan el pan y la sal, serán tus mejores amigos y tus más fervientes colaboradores. Cuando los hombres cierran una puerta, yo te abro una ventana. ¡Qué hermosa experiencia de intimidad y presencia de lo divino en lo humano!

2. Si Dios no le hubiera llamado, Jeremías no habría sido de la casta de los hombres que se presentan voluntarios, como lo fue Isaías, “Aquí estoy, llámame” (Is 6,9). Conociendo los talantes, cuando Dios quiere marcar a una persona, se adelanta y, pasando por encima de su psicología y sus ánimos, la forja ya desde su origen. Jeremías ha sido escogido antes de que fuera formado en la entraña, y consagrado profeta, antes de que saliera del seno materno. Es un hombre discutido, un profeta asediado, toda su vida será un continuo suplicio, hasta el punto de haber anticipado al Siervo Doliente de Yahvé. Es una persona profética que adelanta y hace presente a Jesús, como Siervo de Yahvé, a quien hoy vemos a punto de ser despeñado desde un monte de su pueblo, Nazaret, por sus propios compatricios..

3. Pero tanto Jeremías como Jesús, han sido enviados a anunciar la palabra, y la palabra no está atada (2 Tm 2,9). La palabra arde en el pecho como un ascua hecha llama. No puede ser acallada. La palabra y las obras, porque sus obras escritas, aunque nos transmiten verdades teológicas, han sido vividas antes dolorosamente por el profeta. La intensidad de sus palabras, pronunciadas con gran lirismo y con emotividad de poeta que vive y comunica, tienen como origen su inmersión en el mensaje que proclama, y la solidaridad con su pueblo doliente.

Fracaso tras fracaso, frustrada su vida e inutilizado y destruido todo lo que ha emprendido, llega a clamar desgarradamente como Job: "Maldito el día en que nací" (Jb 20,16). ¿Quién quemó Montserrat? Y antes ha confesado que ha sido violado por el Señor: "Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir" (Jr 20,7). ¡Misterio de la voluntad de Dios y la voluntad libre del hombre! Quería callar y no podía. "Hacía esfuerzos por contener la palabra y no podía; la sentía dentro como fuego ardiente encerrado entre los huesos" (Jr 20,9). Y después se admiraba de lo que había dicho, y se arrepentía de haberlo dicho. Y piensa que no lo habría dicho. ¡Que desearía absolutamente no haberla dicho! Pero no había podido hacer otra cosa. El Espíritu Santo como que emborracha al profeta que llega a no tener conciencia de lo que está diciendo. Pero guarda memoria después y, cuando lo recuerda punto por punto se pregunta, ¿pero habré sido capaz de decir cosas tan claras y tan escocedoras? ¿Dónde me esconderé ahora? Ya no volveré más.

Le pasó más de una vez al Cardenal Suenens en el Concilio. Cuando terminó la sesión se vio solo y en el descanso tuvo que tomarse el café solo y en un rincón, porque había propuesto en el aula normas que disgustaban a casi todos los Padres Conciliares. Había publicado un libro sobre la formación de las religiosas. Y se propaló la siguiente anécdota: El Papa Pablo VI ponderaba ante una Superiora General el gran servicio de su Congregación a la Iglesia: -“¿Cómo le podría agradecer, Madre, los grandes servicios de su Congregación?” - Santo Padre, entregándome en una bandeja la cabeza del Cardenal Suenens.

Lo contó él mismo.

4. Jeremías, como el hombre acosado que sufre horrorosamente, se enmaraña en la dialéctica, no le funciona la razón, se deja arrastrar por el corazón e incurre en contradicciones alternativas, tratando de consolarse a sí mismo: "Pero el Señor está conmigo como fiero soldado, mis perseguidores tropezarán y no me podrán" (Jr 20,11). Para, a continuación, clamar desesperadamente: "¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y penas y acabar mis días derrotado?" (Jr 20,18). Y a pesar de todas sus contradicciones interiores, sigue sufriendo y persevera predicando.

5. Es difícil y duro ser profeta. Por eso son tan pocos los que toman en serio su Bautismo, que nos ha configurado profetas con Cristo profeta. Como comentario a mis libros, alguien dijo a mi hermana: "Dígale a su hermano, que lo haga un poco más dulcecito". ¿No será que se ha confundido la misión de profeta, con la profesión de confitero? Se habla y se planea mucho sobre los temas que de alguna manera se relacionan con Dios. Se planean pantanos y canales de conducción del agua, pero no hay agua. Evidentemente es mejor hacer afluir manantiales, que diseñar pantanos. Los primeros cristianos no atrajeron al mundo pagano con muchos documentos y planificaciones pastorales, sino con el testimonio de sus vidas. Todo funciona, nada vive. Se inquietan porque la gente ha huido de la Iglesia. Porque la sociedad está sumergida en el materialismo, en el secularismo, pero si aparece algún zahorí, acreditado en descubrir alguna corriente subterránea, se le aparca en el ostracismo, para que no haga sombra a nadie.

Se oyen pocas confesiones de profetas estilo Jeremías. Y sobre todo, se escriben pocas confesiones a lo San Agustín, porque no se recibe la lucidez para comprender que la atracción del mundo hacia Dios la ejerce el mismo Dios por Jesucristo, desde el ministerio de un hombre que viva en plena y total intimidad con Dios. Sólo así, se tienen fuerzas para ceñirse los lomos y enfrentarse sin miedo a los poderes de este mundo. Sólo con la seguridad de "que yo estoy contigo para librarte".

6. Pero no sólo se le hace difícil al profeta serlo. Cualquier artista o persona con algo nuevo que decir se encuentra las puertas cerradas, sobre todo en su casa y entre los suyos. -¿A cuántas puertas había lla¬mado antes y no se abrieron? A la pregunta del entrevistador, contesta Antonio Canales: -Había momentos de desesperación. Le decía a Malen: « ¡Si no paro de tra¬bajar!, y otros porque viven en Miami son más famosos... ¡Yo me quedo viviendo aquí y encima me patean!». Salía de mi país y me con¬sideraban mucho. Y aquí nada. Iba a París, o a América, y la gente se vol¬caba conmigo. Aquí nada. Aquí te ponen muchas trabas, muchas. Somos muy malos con lo nuestro, con nuestros personajes. Te cierran puertas, te dan pisotones. Tiene que ser uno muy duro, muy constante y estar muy seguro para seguir, seguir, seguir... Hasta que un día te digan: «No queda más remedio que “chapó”!» ¡Pero lo que cuesta...! Y por citar un ejemplo intelectual la odisea de María Moliner, la más importante lexicógrafa de España, que vió obstaculizada su labor investigadora, tanto como Teresa de Jesús en su tiempo y en su Reforma.

7. El salmista "anunciará la salvación" porque se acoge al Señor y sabe que no será derrotado nunca" Salmo 70.
"Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Pero ni es suficiente leer ni basta con escuchar, hay que cumplir: La Palabra de Dios es leída ante la comunidad para recordar a los fieles todas las acciones e intervenciones de Yahvé en favor de su pueblo, en definitiva, la acción salvífica que garantiza la continuidad y fidelidad de Dios, incluso cuando el pueblo le ha sido infiel. Lucas nos recuerda la escena de la vida de Jesús en la que él mismo se puso en pie y abrió ante la comunidad el texto bíblico para hacer su lectura. Jesús lee y proclama por sí mismo la eficacia de la palabra de Dios. El texto que lee es su propia existencia, la razón misma de su vida entre los hombres. La evangelización que Jesús rea¬liza no es la simple lectura de la palabra de Dios, sino la afirmación vital y vivificante de la buena noticia que esta palabra trae consigo a todos los necesitados de buenas noticias. El evangelio no puede quedarse en la mera formu¬lación de una doctrina, que aprendemos, memorizamos y repetimos. Evangelizar es anunciar eficazmente, como Jesús en la sinagoga de Nazaret, con autoridad. Es pro¬¬clamar la palabra de Dios referida a la realidad, e interesada por ella, acogida, de¬nunciada e instalada en el proyecto de Dios. Leer la palabra de Dios sin evangelizar, sin abrir horizontes, equivale a esteri¬lizar el texto bíblico, que se nos da como garantía del interés de Dios por el hombre. Por eso entendemos que hoy es necesario que continuemos esforzándonos por hacer una lectura de la palabra de Dios, no la lectura de una página de periódico, colaborando al máximo para que sea una auténtica evangelización de modo, que al cerrar el texto podamos sentir su eficacia recordando las palabras de Jesús: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.

8. Aunque no todos se han opuesto a Jesús en Israel, ahí están los Apóstoles y la primera comunidad de Jerusalén, base primera de la Iglesia, fracasa en su pueblo que se escandaliza de él y le rechaza. Le quisieron sus paisanos despeñar en Nazaret, porque no quiso allí hacer milagros como en Cafarnaúm, y porque les echó en cara que Elías fue enviado a ser socorrido por una viuda de Sión, ciudad pagana, cuando en Israel había muchas viudas, y que Eliseo curó a Naamán, el sirio, y él no había curado a los leprosos de Nazaret.

9. Entonces, como ahora, la falta de fe bloqueaba la acción de Dios. Los paisanos de Jesús, que le rechazaron por antipatriota, y por su origen humilde: "¿No es éste el hijo de José?", ¿qué se ha creído?, me recuerdan a aquella mujer devota, que no quería rezarle a San Roque, porque lo había conocido "ciruelo".

Esperaban un Mesías en forma externa esplendorosa, desconcertante. Querían milagros, como Satanás en el desierto (Mt 4,3). Cuando Jesús les dijo que los profetas Elías y Eliseo, no habían encontrado fe en su pueblo, y que se fueron a ofrecer la salvación a los extranjeros de Sarepta y de Sidón y la curación a Naamán de Siria, como iba a hacer él: «Al oír esto todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del cerro donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó.» Aquel día, en Nazaret, en su propio pueblo, comenzó la pasión de Jesús. Sus mismos paisanos lo sentenciaron a muerte. Tres años después, el pueblo entero lo empujará fuera de la ciudad de Jerusalén, lo subirá a un monte y lo crucificará. Desde el día en que habló en Nazaret se veía venir el trágico final. El proyecto de Jesús encontró oposición, especialmente en los que pretendían monopolizar a Dios. Pero Jesús no se amilanó ante las dificultades y, anunciando un Dios que es amor y gracia para todos, empezó a realizar su programa de amor."Se abrió paso entre ellos y se alejaba". "Timeo Jesum transeuntem", escribe San Agustín. Temo a Jesús, su gracia, su palabra, su oportunidad de salvación, que se aleja. "Ningún profeta es bien mirado en su tierra" Lucas 4,21. Cuando el profeta es rechazado, algo se quiebra en su corazón, pues no es insensible como una piedra,. Pero es mucho más lo que se pier¬den quienes rechazan su mensaje.

10. Nadie es profeta en su tierra. La experiencia la padeció Jesús en Nazaret entre sus paisanos, en la sinagoga. Tras proclamar, de parte de Dios, la liberación a todos los pueblos de la tierra (Lc 4,14), Jesús dio por inaugurado «el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al sirviente y se sentó» (Lc 4,21). Los libros se componían de piezas de papiro, cosidas unas a otras, y sujetas a dos cilindros que se enrollaban. El lector desplegaba el rollo de papiro, haciendo girar los cilindros en busca del texto deseado. «Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje», comentó Jesús ante los oyentes.

11. Pero la autoridad que se había arrogado Jesús desmontando la imagen de Dios que tenían los judíos les enfureció: «Todos se declaraban en contra, extrañados de que mencionase sólo las palabras sobre el año de gracia del Señor.» Jesús había omitido la última frase del texto de Isaías, que era ésta: "anunciar un día de venganza para nuestro Dios". Esta era la otra causa de que las palabras de Jesús no agradaron a sus oyentes. No podían comprender la omisión de la venganza de Dios contra sus enemigos y contra los pecadores porque ellos, que se habían hecho un Dios a su imagen y semejanza, no podían aceptar que Jesús terminara con la era del desquite de un Dios, pintado como vengativo, en que se habían educado. También la sura 2 del Corán ordena. “Matad a los infieles allí donde los encontréis, es la yihya. En la sinagoga de Nazaret, dijo Jesús: - Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cú¬rate a ti mismo»: “haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”; y añadió: - “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra” (Lc 4, 23). Se había marchado siendo un chiquillo. Estudió fuera y la gente ya lo había olvidado. Llegaron noti¬cias de su éxito, cuando ya era famoso. Una comisión del pueblo fue a invitarle que volviera alguna vez por el pueblo y le pidieron dinero para arreglar las calles, para poner una fuente en la plaza, pera mejorar la iglesia, para abrir un asilo de ancianos. El día de la inauguración vino al pueblo. Todos decían recordarle muy bien. Muchos se presentaban como sus parientes. Le dedicaron la plaza, descubrieron una placa en su honor y lo declararon hijo predilecto del pueblo.

Había sido párroco 40 años. Murió. Sólo su sucesor le lloró. Este había transformado espiritualmente la parroquia. Sólo un grupito acudió a despedirle. De aquella parroquia transformada salió un sacerdote; cuando iba a la parroquia y les predicaba, les aburría y se molestaban. Pero, he aquí que le hicieron obispo, y en el pueblo le nombraron hijo adoptivo. El se lo creyó, y movilizó a toda la jerarquía de España para presenciar la distinción. Si los discípulos de Jesús van buscan¬do aplausos de satisfacción es que han olvidado el mensaje recibi¬do de su Maestro.

12. "Quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor" 1 Corintios 13,13. El amor, que pasaba del eros de Platón, deseo, búsqueda de satisfacción, al ágape cristiano, entrega total. Pasará la ciencia, el saber y la elocuencia y pasará todo. Sin amor nada sirve para nada. Hasta el mismo Goethe proclama que la ciencia sin amor, no sólo no sirve, sino que puede llevar a la perdición. Y Baudelaire, que escribió “Las flores del mal”, cuya vida no había sido ejemplar, escribió también: “Si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena”. Todo pasará. Envejece la ciencia y se oxida la investigación. Los sabios antiguos, quedan en pañales ante el avance actual, y lo mismo ocurrirá a los presentes en el futuro. El amor es lo que permanece: “Al final de la vida se nos examinará de amor”, escribió San Juan de la Cruz y esa frase no ha envejecido ni ha pasado.

13. El pueblo de Israel, que había nacido por la llamada de Dios, no había sido capaz de realizar su vocación. Al contrario, los profetas denuncian constantemente la injusticia y la opresión como prácticas habituales entre los dirigentes del pueblo, que convertían en nacionalismo vacío y excluyente la alegría de haber sido elegidos por Dios insistiendo en que Israel era el pueblo mejor, el más grande, incluso el más santo de todos los pueblos. Egoísmo, soberbia diabólica, carencia total de amor. Lejísimos del proyecto de Dios.

14. Jesús recuerda a sus paisanos que con su propia historia en la mano, no tienen derecho a adoptar una postura que excluya a los demás hombres del favor de Dios: la viuda de Sarepta y Naamán el sirio, eran dos ejemplos de los libros sagrados de Israel en los que se ve a Dios preocupado por todos los hombres sin tener en cuenta su raza, el color de su piel, su nacionalidad y ni siquiera su religión o la pertenencia a otro grupo. Si eres de mi grupo te ayudo, sino no me importan ni tus cosas ni tu vida. Llevaban en la sangre tan fuertemente arraigada su mentalidad y fanatismo que le empujaban a empellones para despeñarle. Hoy el mundo no es mejor. Actitudes semejantes las conocemos y las sufrimos. Tampoco es menester llegar a tanto: con dejar tu asunto en vía muerta, se facilita la exclusión. Tú no te mueves. Tú no sales en la foto, porque yo tengo todos los resortes para ello. Y el Reino se paraliza. Jesús se aleja.

15. Jesús tiene el respaldo del Dios creador y maravilloso libertador del Antiguo Testamento, y eso le da la autoridad no sólo para proclamar, sino vivir con toda radicalidad la experiencia nueva de sociedad humana y divina que está proponiendo. Dios es el que acompaña y legitima la obra mesiánica de Jesús. El poder político y la jerarquía religiosa le pondrá las trabas más fuertes a su ministerio, pero él, que se sentía respaldado por el Padre, sabía que tenía que luchar contra todo y contra todos para poder instaurar en medio de este mundo desequilibrado y deshumanizado el Reino de Dios.

16. Jesús es la encarnación de Dios en nuestra historia humana, asumida por El, para hacer posible el acceso al Padre, sin distinción de raza, de cultura, de idioma, incluso de religión. La cruz fue la forma más radical para humanizar la creación, obra de Dios. Nosotros también tenemos una tarea muy importante hoy. Tenemos que hacer posible que Dios reine en el mundo. El Reino de Dios aún necesita personas que, como Jesús, lleguen a comprometerse radicalmente a seguir su experiencia, para proclamar e impulsar su reino en medio de nuestro mundo. Personas que cambien sus vidas escuchando responsablemente la Palabra con el esfuerzo por llevarla a la vida práctica en el amor y en el desprendimiento: Los que siembran mucho, cosechan mucho; los que siembran parcamente, recogen parcamente...

17. Conviene que examinemos el contenido de nuestra fe en Dios que se ha revelado en un hombre como nosotros. ¿No queremos basar nuestra fe en milagros aparatosos? ¿Nos negamos a aceptar el único milagro de Jesús que es su palabra, el signo de su vida, el testimonio de su muerte y resurrección?

18. Ahora mismo nos está hablando y podemos taparle la boca. O podemos pasar la página, buscando que nos adormezcan con un caramelito. "Anuncia la palabra, insiste en toda ocasión oportuna e inoportuna... Vendrá un día en que no se soportará la sana doctrina" (2 Tm 4,2). "Cuando la verdadera doctrina es impopular, no es lícito buscar una fácil popularidad", dice Juan Pablo II en su libro-entrevista Cruzando el umbral de la esperanza, Pág. 176.

19. Pero también podemos acoger y debemos, la palabra que cura y transforma, que causa en nosotros, con la eucaristía que vamos a hacer y a comer, la fidelidad de una vida entregada al reino sin condiciones con el ejercicio "del amor comprensivo, servicial, sin envidia, sin jactancia, que disculpa sin límites, espera sin límites y aguanta sin límites" 1 Corintios 12,31. Amor que es Caridad. El himno al amor de San Pablo de la carta a los Corintios es el himno al amor más célebre y sublime que jamás se haya escrito.

20. Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes y eligió la cruz para sanar el hedonismo. Cuando apareció el cristianismo, Platón, había escrito un tratado entero sobre eros. El cristianismo percibió que el eros, amor pasional de búsqueda y de deseo no bastaba para expresar la novedad de Jesús. Y sustituyó el eros por ágape, caridad. Hay una gran diferencia, como de inicio y desarrollo. El amor de deseo o erótico, es exclusivo; se consuma entre dos personas; la intromisión de una tercera persona significa su final, la traición. A veces hasta la llegada de un hijo pone en crisis este amor. El amor de donación, o ágape, abraza a todos, no excluye ni siquiera al enemigo. La fórmula del eros es la de Violeta en la Traviata de Verdi: «Ámame Alfredo, ámame cuanto yo te amo». La fórmula de la caridad es la de Jesús: “Amaos los unos a los otros «Como yo os he amado». Éste amor circula y se expande. El amor erótico, es el enamoramiento, que no dura mucho tiempo, o dura sólo enamorándose de varias personas una tras otra. San Pablo dice en cambio que la caridad «permanece», es lo único que permanece eternamente, incluso después de que hayan cesado la fe y la esperanza. Entre los dos amores sin embargo no existe separación ni contraposición, sino desarrollo y crecimiento. El eros, es el punto de partida; la caridad, el punto de llegada. Entre los dos amores existe todo el espacio para una educación del amor y un crecimiento en él. Sin límites... ya que el amor es como un niño recién nacido que sólo cuando llora se sabe que está vivo (Benavente), y la tendencia es huir de él cuando empieza a llorar o cuando hace llorar.

21. Desafortunadamente el mundo inculca a los jóvenes que el amor se reduce al eros y el eros al sexo. Que la vida es un idilio continuo en un mundo donde todo es bello, joven, saludable; donde no existe vejez, enfermedad. Es una mentira colosal que genera expectativas desproporcionadas, que desilusiona provoca frustración, rebelión contra la familia y la sociedad, y abre la puerta al delito. La Palabra de Dios nos ayuda a que no se apague el sentido crítico frente a lo que diariamente se le enseña en las revistas a todo color y en los medios.

Inadmisible la Pena de Muerte

El Papa hace histórico cambio en enseñanza de la Iglesia sobre la pena de muerte

El Papa Francisco ha autorizado la modificación del artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte, declarando “inadmisible” la aplicación de esta condena en cualquier caso, y pide su abolición en todo el mundo.

Mediante una frase pronunciada por Francisco en octubre de 2007 por el 25° aniversario del Catecismo, la nueva redacción de este artículo señala que “la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que ‘la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona’”.

Además, la nueva redacción afirma que la Iglesia “se compromete con determinación a su abolición (de la pena de muerte) en todo el mundo”.

El nuevo artículo 2267 del Catecismo explica que “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.

Sin embargo, “hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado”.

Por último, recuerda que “se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”.

Un cambio coherente

En una carta explicativa dirigida a los obispos, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Luis Francisco Ladaria, señala que esta nueva redacción del Catecismo es la culminación de un proceso comenzado por San Juan Pablo II y continuado por Benedicto XVI destinado a fijar el compromiso de la Iglesia Católica con la abolición de la pena de muerte.

Aseguró que el nuevo texto sigue los pasos de la enseñanza de San Juan Pablo II en la Encíclica Evangelium Vitae.

En este sentido recordó las palabras del Papa Francisco en la carta al presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte en marzo de 2015 en las que afirmaba que “hoy en día la pena de muerte es inadmisible por cuanto grave haya sido el delito del condenado”. Según afirmaba el Santo Padre, la pena de muerte “implica un trato cruel, inhumano y degradante”.

En coherencia con estas afirmaciones, el Pontífice, según afirmó el Cardenal Ladaria, pidió “una revisión de la formulación del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte”.

De esta manera, “la nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el Papa Francisco, se sitúa en continuidad con el Magisterio precedente, llevando adelante un desarrollo coherente de la doctrina católica”.

Sobre la afirmación de la nueva redacción del Catecismo de que “la supresión de la vida de un criminal como castigo por un delito es inadmisible porque atenta contra la dignidad de la persona, dignidad que no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves”, el Cardenal señala que “a esta conclusión se llega también teniendo en cuenta la nueva comprensión de las sanciones penales aplicadas por el Estado moderno, que deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y la reinserción social del criminal”.

Además recuerda que “dado que la sociedad actual tiene sistemas de detención más eficaces, la pena de muerte es innecesaria para la protección de la vida de personas inocentes”.

Versión anterior

En la anterior redacción del artículo 2267 del Catecismo aprobado en 1992, y modificada hoy, se señalaba que “la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.

Sin embargo, “si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana”.

“Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo ‘suceden muy [...] rara vez [...], si es que ya en realidad se dan algunos’”, señalaba la anterior versión.

Indulgencia de la Porciúncula: el Perdón de Asís

Desde el 1 de agosto al mediodía hasta la medianoche del día 2, se pueden obtener también por los difuntos, visitando una iglesia parroquial o franciscana

En una noche de Julio del año 1216, un fraile oraba fervientemente en su pequeña cueva del bosque. Pedía a Dios la virtud de la humildad. Le llamaban hermano Francisco y, aunque tenía 34 años, ya era conocido y amado por miles de personas. Doce años mas tarde y solo 22 meses después de su muerte, la Santa Madre Iglesia lo proclamaría santo. Pero el "poverelo" se consideró siempre el jefe de los pecadores. En el silencio de la noche, imploraba a Dios todopoderoso que tuviese misericordia de los pobres pecadores, recordando las palabras del Señor: "a menos que hagan penitencia, todos perecerán". Pensaba en su propia juventud, solo doce años antes había sido inquieto, frívolo, ambicioso, mujeriego, y por último, soldado. Difícilmente le daba algún momento de su atención a Dios.

Aquella noche el Señor le dijo al poverelo: "Francisco, ¿quien puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?" Francisco guardó esta lección a su corazón y decidió poner de primero lo primero. Le preguntó al amo como podría servirle, y Jesús, el amado salvador que abrazó la agonía de la cruz por todos los hombres, le miró con ternura y afecto y le dijo: "Repara mi Iglesia". Desde entonces, cuando Francisco pensaba en lo delicado, bueno, y amoroso que era Jesús, rompía en llanto y exclamaba: "¡El amor no es amado!".

Primero Francisco tomó las palabras del Señor literalmente y con gozo reparó la capilla donde había recibido la visión del Señor. Después bajó al bosque en el valle de Asís y reparó la vieja capilla de Nuestra Señora de los Angeles, llamada Porciúncula (pequeña porción). Por su devoción a la Santísima Virgen y por su reverencia a los ángeles, tomó la porciúncula como lugar de vivienda. Los campesinos insistían que ellos muchas veces escuchaban ángeles cantando en la Porciúncula. Ahí fue donde los primeros hermanos se unieron a El, en la vida nueva de santa pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de Cristo. Siendo los benedictinos propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba como renta anual una canasta de pescado.

Oprimido por el pensamiento de ser indigno ante la misión de fundar la orden religiosa, subió a una cueva en las montañas. Ahí, durante una tormenta se echó al piso y, con una perfecta contricción, rogó a su Salvador que le perdonara los pecados de su vida pasada. En la angustia de su alma el gritaba: "¿Quien eres tu mi querido Señor y Dios, y quien soy yo vuestro miserable gusano de siervo? Mi querido Señor quiero amarte. Mi Señor y mi Dios, te entrego mi corazón y mi cuerpo y yo quisiera, si tan solo supiera como, hacer mas por amor a ti!. Repetía: "Señor ten misericordia de mi que soy un pobre pecador."

Luego, una dulce y gentil paz, la maravillosa paz del Señor llegó a su pura y penitente alma y le dijo: "Francisco, tus pecados has sido borrados." Desde entonces, por la gratitud que sentía, ardía en un deseo apasionado de obtener el mismo favor celestial por todos los pecadores arrepentidos. Y por eso oraba y pedía fervientemente esa noche en la cueva del bosque.

De repente el sintió un impulso irresistible de ir a la pequeña Iglesia, la Porciúncula. En cuanto entró, como siempre, se arrodillo, inclinó su cabeza y dijo esta oración: "Te alabamos, Señor Jesucristo, en todas las iglesias del mundo entero. Y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al mundo." Luego al alzar su mirada, en su asombro Francisco vio una luz brillante arriba del pequeño altar y en unos rayos misteriosos el vio al Señor con su Santísima Madre con muchos ángeles.

Con pleno gozo y profunda reverencia, Francisco se postró en el piso ante esta gloriosa visión y Jesús le dijo: "Francisco pide lo que quieras para la salvación de los hombres". Sobrecogido al escuchar estas palabras inesperadas y consumido por un amor angelical por su misericordioso Salvador y por su Santísima Madre, Francisco exclamo: "Aunque yo soy un miserable pecador, yo te ruego querido Jesús, que le des esta gracia a la humanidad: dale a cada uno de los que vengan a esta Iglesia con verdadera contricción y confiesen sus pecados, el perdón completo e indulgencias de todos sus pecados".

Viendo que el Señor se mantenía en silencio, Francisco se dirigio con un confiado amor a Maria, refugio de los pecadores, y le suplicó: "Te ruego, a Ti, Santísima Madre, la abogada de la raza humana, que intercedas conmigo, por esta petición". Entoces Jesús miro a Maria, y Francisco se alegró al ver a Ella sonreir a su Divino Hijo, como que si dijera: "por favor, concedele a Francisco lo que te pide, ya que esa petición me hace feliz a mi".

Inmediatamente Nuestro Señor le dijo a Francisco: "Te concedo lo que pides, pero debes de ir a mi Vicario, el Papa, y pídele que apruebe esta indulgencia". La visión, entonces, se desvaneció dejando a Francisco en el piso de la capilla, llorando de alegría, con profundo amor y agradecimiento.

Temprano en la mañana, Francisco salio con el Hermano Maceo, a la cercana ciudad de Perugia, donde un nuevo Papa había sido electo, Honorio III. En el camino, Francisco empezó a preocuparse, ya que iba a pedirle al Papa, un privilegio muy grande para una capilla desconocida. Ese tipo de indulgencia solo se le había concedido a la tumba de Cristo, a la de San Pedro y San Pablo y a los que participaban en las cruzadas. Entonces Francisco oró arduamente a Nuestra Señora de los Angeles.

Cuando llegó el turno de hablar con el Papa, Francisco se dirigió con gran humildad: "Su santidad, unos años atrás reparé una pequeña Iglesia en honor a la Santísima Virgen. Le suplico le conceda recibir indulgencias, pero sin tener que dar ninguna ofrenda" (Francisco pensaba en los pobres).

-El Papa replicó:"No es muy razonable lo que pides, pues quien desea una indulgencia debe hacer un sacrificio. Pero, bueno, ¿de cuantos años quieres que sea esta indulgencia?
-Francisco respondió: "Santo Padre, podría usted no darle años específicos, sino almas?
-¿Que significa eso de almas, Francisco?

Ahora Francisco tuvo que elevar una oración ferviente a Nuestra Señora, ya que debía explicarle al Papa lo que significaba su petición. Con mucha humildad pero con firmeza hizo su extraordinaria petición, la que ha sido conocida como la indulgencia de la Porciúncula.

"Yo deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios concede en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose arrepentido sinceramente, confesado y habiendo recibido la absolución, que se le borren todos los pecados y las penas temporales de ellos en este mundo y en el purgatorio, desde el día de su Bautismo hasta la hora en que entren en esa iglesia."

Impresionado por esta firme y sincera petición, el Papa exclamo: "Estas pidiendo algo muy grande Francisco, ya que no es la costumbre de la Corte Romana conceder ese tipo de indulgencia"

Reconociendo que esta oportunidad de traer gracias a la humanidad, podía desvanecerse en aquel instante, Francisco añadió con fervor y vehemencia, y con una serenidad devastadora: "Reverendísimo Santo Padre, yo no le pido esto por mi mismo, lo pido en nombre de Aquel que me ha enviado, Nuestro Señor Jesucristo".

En ese momento el Papa recordó que su gran predecesor Inoceno III, estaba convencido que Cristo se le aparecía y guiaba de manera especial a este pequeño y santo poverelo. Movido, por el Espíritu Santo, el vicario de Cristo solemnemente declaró tres veces: es mi deseo que se te sea concedida tu petición. Pero los cardenales que estaban presente al escuchar esta innovación revolucionaria, protestaron y reclamaron al Papa que esta rica y nueva indulgencia debilitaría las cruzadas. En términos fuertísimos le exigieron que la cancelara. Pero el Papa les dijo, "yo no cancelo lo que he concedido". -"Entonces restríngela lo mas posible".

El Santo Padre llamó a Francisco y le dijo: "nosotros te concedemos esta indulgencia y debe ser válida perpetuamente, pero solo en un día cada año, desde las vísperas, a través de la noche, hasta las vísperas del siguiente día."

Francisco sumisamente bajo la cabeza y después de agradecer al Papa, se levanto y comenzó a salir. Pero el Papa le llamo: "¿Adonde vas, tu pequeño poverelo? No tienes garantía sobre esta indulgencia". Francisco se volvió hacia el y con su simpática y confiada sonrisa le dijo: "Santo Padre su Palabra es suficiente para mi, si esta es la obra de Dios es El quien hará su obra manifiesta. No necesito ningún otro documento. La Santísima Virgen María habrá de ser la garantía, Cristo el notario, y los ángeles los testigos." (recordando la visión)

Francisco escucho estas palabras en su oración: "Francisco quiero que sepas que esta indulgencia, que ha sido concedida a ti en la tierra, ha sido confirmada en el cielo". Con gran gozo compartió esta revelación al hno. Maceo, y juntos aligeraron el paso para ir a darle gracias a Nuestra Señora de los Angeles en la Porciúncula.
Para la solemne inauguración de este perdón en la Porciúncula, Francisco escogió Agosto 2, porque fue el primer aniversario de la consagración de esta santa capilla, y porque Agosto 1, era la fiesta de la liberación de San Pedro de las cadenas que tenía en la cárcel (Agosto 2, es el día de Nuestra Señora de los Angeles).

En presencia de los obispos de Asís, Perugia, Todi, Spoleto, Gubbio, Nocera y Foligno, anunció Francisco a la multitud la gran noticia: «Quiero mandaros a todos al paraíso anunciándoos la indulgencia que me ha sido otorgada por el Papa Honorio. Sabed, pues, que todos los aquí presentes, como también cuantos vinieren a orar en esta iglesia, obtendrán la remisión de todos sus pecados».

Jesús y María confirmaron su aprobación del Gran Perdón de la Porciúncula. Una vez a un santo fraile franciscano, Beato Conrado de Ofida, la Virgen Santísima se le apareció envuelta en un rallo de luz, con el niño Jesús en sus brazos, en la puerta de la Porciúncula. El niño bendecía a todos los peregrinos que entraban en la capilla de su Madre para adquirir el perdón de los pecados.

Mas tarde los obispos de Asis y otros Papas promulgaron documentos confirmando "El gran Perdón de la Porciúncula". La pequeña iglesia dedicada a la Santísima Virgen se convirtió en uno de los mas famosos santuarios de peregrinación de toda Europa. Mas tarde Gregorio XV hizo extensivo el jubileo de la Porciúncula a todas las Iglesias Franciscanas del mundo.  En 1921, el Papa Benedicto XV canceló la restricción de manera que se pueda obtener indulgencias cualquier día. Según el decreto de la Penitenciaría Apostólica del 15 de julio de 1988 («Portiuncolae sacrae aedes»), se puede ganar la indulgencia en La Porciúncula durante todo el año, una sola vez al día. Cada año una multitud de fieles acude allí para recibir el «Perdón de Asís» también llamado «Indulgencia de la Porciúncula».

Condiciones para obtener la indulgencia

El Perdón de Asís se puede obtener para uno mismo o por los difuntos. Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.

1) Visita al Santuario con la recitación de un Padrenuestro y un Credo
2) Confesión sacramental y Santa Comunión
3) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.

Los peregrinos pueden obtener la indulgencia todos los días del año.  

Asprenato, Santo

Obispo, 3 de agosto

Por: Antonio Borrelli | Fuente: Santiebeati.it 

Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su Obispo

Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).

Breve Biografía

espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.

De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.

Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles, certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.

De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.

Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convirtiría.

En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.

Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.

El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyos alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.

Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.

En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.

Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.

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