Voy a enviar a mi mensajero delante de ti...
- 04 Agosto 2018
- 04 Agosto 2018
- 04 Agosto 2018
San Juan María Vianney
Celebrado El 4 De Agosto De
San Juan María Vianney, presbítero
fecha: 4 de agosto
fecha en el calendario anterior: 8 de agosto
n.: 1786 - †: 1859 - país: Francia
otras formas del nombre: Santo Cura de Ars
canonización: B: Pío X 8 ene 1905 - C: Pío XI 31 may 1925
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con asidua predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la santa Eucaristía, brilló de tal modo que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa, y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas.
El santo cura de Ars» (1786-1859) Sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesionario transformaron el pueblecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura. Es patrono de los párrocos.
Ars tiene hoy 370 habitantes, poco más o menos los que tenía en tiempos del Santo Cura. Al correr por sus calles parece que no han pasado los años. Únicamente la basílica, que el Santo soñó como consagrada a Santa Filomena, pero en la que hoy reposan sus restos en preciosa urna, dice al visitante que por el pueblo pasó un cura verdaderamente extraordinario.
Nacido en Dardilly, en las cercanías de Lyón, el 8 de mayo de 1786, tras una infancia normal y corriente en un pueblecillo, únicamente alterada por las consecuencias de los avatares políticos de aquel entonces, inicia sus estudios sacerdotales, que se vio obligado a interrumpir por el único episodio humanamente novelesco que encontramos en su vida: su deserción del servicio militar.
Terminado este período, vuelve al seminario, logra tras muchas dificultades ordenarse sacerdote y, después de un breve período de coadjutor en Ecully, es nombrado, por fin, para atender al pueblecillo de Ars. Allí, durante los cuarenta y dos años que van de 1818 a 1859, se entrega ardorosamente al cuidado de las almas. Puede decirse que ya no se mueve para nada del pueblecillo hasta la hora de la muerte.
El contraste entre lo uno y lo otro, la sencillez externa de la vida y la prodigiosa fama del protagonista nos muestran la inmensa profundidad que esa sencilla vida encierra.
Juan María compartirá el seminario con el Beato Marcelino Champagnat, fundador de los maristas; con Juan Claudio Colin, fundador de la Compañía de María, y con Fernando Donnet, el futuro cardenal arzobispo de Burdeos. Y hemos de verle en contacto con las más relevantes personalidades de la renovación religiosa que se opera en Francia después de la Revolución francesa. La enumeración es larga e impresionante. Destaquemos, sin embargo, entre los muchos nombres, dos particularmente significativos: Lacordaire y Paulina Jaricot.
Es aún niño Juan María cuando estalla la Revolución Francesa. Su primera comunión la ha de hacer en otro pueblo, distinto del suyo, Ecully, en un salón con las ventanas cuidadosamente cerradas, para que nada se trasluzca al exterior. A los diecisiete años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser sacerdote. El joven inicia sus estudios, dejando las tareas del campo a las que hasta entonces se había dedicado. Un santo sacerdote, el padre Balley, se presta a ayudarle. Pero... el latín se hace muy difícil para aquel mozo campesino.
Llega un momento en que toda su tenacidad no basta, en que empieza a sentir desalientos. Entonces se decide a hacer una peregrinación, pidiendo limosna, a pie, a la tumba de San Francisco de Regis, en Louvesc. El Santo no escucha, aparentemente, la oración del heroico peregrino, pues las dificultades para aprender subsisten. Pero le da lo substancial: Juan María llegará a ser sacerdote.
Por un error no le alcanza la liberación del servicio militar que el cardenal Fesch había conseguido de su sobrino el emperador para los seminaristas de Lyón. Juan María es llamado al servicio militar. Cae enfermo, ingresa en el hospital militar de Lyón, pasa luego al hospital de Ruán, y por fin, sin atender a su debilidad, pues está aún convaleciente, es destinado a combatir en España.
No puede seguir a sus compañeros, que marchan a Bayona para incorporarse. Solo, enfermo, desalentado, le sale al encuentro un joven que le invita a seguirle. De esta manera, sin habérselo propuesto, Juan María será desertor. Oculto en las montañas de Noës, pasará desde 1809 a 1811 una vida de continuo peligro, por las frecuentes incursiones de los gendarmes, pero de altísima ejemplaridad, pues también en este pueblecillo dejó huella imperecedera por su virtud y su caridad.
Una amnistía le permite volver a su pueblo. Juan María continúa sus estudios sacerdotales en Verrières primero y después en el seminario mayor de Lyón. Todos sus superiores reconocen la admirable conducta del seminarista, pero..., falto de los necesarios conocimientos del latín, no saca ningún provecho de los estudios y, por fin, es despedido del seminario. Intenta entrar en los hermanos de las Escuelas Cristianas, sin lograrlo.
El 13 de agosto de 1815, el obispo de Grenoble, monseñor Simón, le ordenaba sacerdote, a los 29 años. Había acudido a Grenoble solo y nadie le acompañó tampoco en su primera misa, que celebró al día siguiente. Sin embargo, el Santo Cura se sentía feliz al lograr lo que durante tantos años anheló, y a peso de tantas privaciones, esfuerzos y humillaciones, había tenido que conseguir: el sacerdocio.
Durante tres años, de 1815 a 1818, continuará repasando la teología junto al padre Balley, en Ecully, con la consideración de coadjutor suyo. Muerto el padre Balley, y terminados sus estudios, el arzobispado de Lyón le encarga de un minúsculo pueblecillo, a treinta y cinco kilómetros al norte de la capital, llamado Ars.
Todavía no tenía ni siquiera la consideración de parroquia, sino que era simplemente una dependencia de la parroquia de Mizérieux, que distaba tres kilómetros. Normalmente no hubiera tenido sacerdote, pero la señorita de Garets, que habitaba en el castillo y pertenecía a una familia muy influyente, había conseguido que se hiciera el nombramiento.
Habrá algunas tentativas de alejarlo de Ars, y por dos veces la administración diocesana le enviará el nombramiento para otra parroquia. Otras veces el mismo Cura será quien intente marcharse para irse a un rincón «a llorar su pobre vida», como con frase enormemente gráfica repetirá. Pero siempre se interpondrá, de manera manifiesta, la divina Providencia, que quería que San Juan María llegara a resplandecer, como patrono de todos los curas del mundo, precisamente en el marco humilde de una parroquia de pueblo.
No le faltaron, sin embargo, calumnias y persecuciones. Se empleó a fondo en una labor de moralización del pueblo: la guerra a las tabernas, la lucha contra el trabajo de los domingos, la sostenida actividad para conseguir desterrar la ignorancia religiosa y, sobre todo, su dramática oposición al baile, le ocasionaron sinsabores y disgustos. No faltaron acusaciones ante sus propios superiores religiosos.
Sin embargo, su virtud consiguió triunfar, y años después podía decirse con toda verdad que «Ars ya no es Ars». Los peregrinos que iban a empezar a llegar, venidos de todas partes, recogerían con edificación el ejemplo de aquel pueblecillo donde florecían las vocaciones religiosas, se practicaba la caridad, se habían desterrado los vicios, se hacía oración en las casas y se santificaba el trabajo.
Lo que al principio sólo era un fenómeno local, circunscrito casi a las diócesis de Lyón y Belley, luego fue tomando un vuelo cada vez mayor, de tal manera que llegó a hacerse célebre el cura de Ars en toda Francia y aun en Europa entera.
Y entre ellas se contarían gentes de toda condición, desde prelados insignes e intelectuales famosos, hasta humildísimos enfermos y pobres gentes atribuladas que irían a buscar en él algún consuelo.
Aquella afluencia de gentes iba a alterar por completo su vida. Día llegará en que el Santo Cura desconocerá su propio pueblo, encerrado como se pasará el día entre las míseras tablas de su confesonario. Entonces se producirá el milagro más impresionante de toda su vida: el simple hecho de que pudiera subsistir con aquel género de vida.
Evangelio según San Mateo 14,1-12.
En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los
muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".
Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.
Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
ⒸEvangelizo.org 2001-2017
Santo Evangelio según San Mateo 14, 1-12. Sábado XVII de Tiempo Ordinari
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
ilumina mi oración, dame la sabiduría, la docilidad y la fortaleza para saberte dar, siempre, el lugar que te corresponde en mi vida y actuar siempre como Tú lo harías.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
"Conviene que Él crezca y que yo disminuya" (Jn 3.30) en esta frase se resumen la vida y misión de San Juan Bautista y de san Juan María Vianney a quien celebramos hoy.
Sus vidas de silencio y de humildad, les dieron pie para ir dejando que fuese Cristo quien se encarnase en ellos, pues sabían que el importante era Cristo. Ellos solo buscaban que Cristo resplandeciera en sus vidas.
No buscan ser protagonistas, aún con todo lo que hacen por todas las personas que se acercan a ellos. Su meta es que los demás vean a Cristo, que Él sea el verdadero protagonista en sus vidas y en las de los demás. Ellos son grandes porque dejan que Cristo se hiciera grande en ellos.
Al igual que estos santos, debemos de dejar que Cristo sea el verdadero protagonista en nuestras vidas. No permitamos nada que haga que Cristo pierda el lugar que le corresponde, que se venga a menos. Que todas nuestras acciones sean para dejar que Cristo actúe y se desarrolle en plenitud para llegar a ser lo que verdaderamente Dios quiere para nosotros.
No impidamos que la gracia de Dios nos transforme y nos haga ser unos grandes santos a su imagen y semejanza, pues solo seremos santos en la medida en que dejemos que Cristo crezca en nosotros a lo largo de nuestro día, y de toda nuestra vida.
¿Qué haría Cristo en mi lugar? Esa es la contraseña, esa es la batería para encender nuestro corazón y encender la fe y encender la chispa en los ojos que no se les vaya. Eso es ser protagonistas de la historia. Ojos chispeantes porque descubrimos que Jesús es fuente de vida y de alegría. Protagonistas de la historia, porque queremos contagiar esa chispa en tantos corazones apagados, opacos que se olvidaron de lo que es esperar; en tantos que son "fomes" y esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena. Ser protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Allí donde estés, con quien te encuentres y a la hora en que te encuentres: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía, para contemplar todo su amor por ti, agradecerlo y pedirle la gracia de que Él crezca cada vez más en ti.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La pureza de corazón y la rectitud de intención nos darán la paz.
Por: P. Jorge Loring | Fuente: Comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y deseaba verle
Oración introductoria
Señor Jesus, con la señal de la cruz inicio mi oración pidiendo la asistencia de tu Santo Espíritu.
No me mueve la curiosidad, busco encender en mi corazón la fe y el amor al Padre y la alegría de ser cristiano. Ilumina mi mente y despierta en mí el deseo de contemplarte.
Petición
Jesús, ayúdame a orar con atención, para que día con día vaya creciendo en el amor a Dios y los demás.
Meditación
Los tres sinópticos coinciden en afirmar que, según la gente, Jesús era Juan el Bautista, o Elías o uno de los profetas que había resucitado; Lucas había contado con anterioridad que Herodes había oído tales interpretaciones sobre la persona y la actividad de Jesús, sintiendo por eso deseos de verlo. Mateo añade como variante la idea manifestada por algunos de que Jesús era Jeremías. Todas estas opiniones tienen algo en común: sitúan a Jesús en la categoría de los profetas, una categoría que estaba disponible como clave interpretativa a partir de la tradición de Israel.[...] Todas estas opiniones no es que sean erróneas; en mayor o menor medida constituyen aproximaciones al misterio de Jesús a partir de las cuales se puede ciertamente encontrar el camino hacia el núcleo esencial. Sin embargo, no llegan a la verdadera naturaleza de Jesús ni a su novedad.
Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, pág. 117.
Reflexión
¡Quería ver a Jesús!
La curiosidad es buena, ella nos despierta a la vida. Un niño está siempre manoseando, curioseando los juguetes y cuanto encuentra en su derredor. Necesita saber.
No es este el caso de Herodes. Se había enterado de que en torno a Jesús había un movimiento de gente que le seguía; que ese tal Jesús hacia milagros y prodigios, que en el asombro, incluso se pensaba si habría vuelto Elías... Todo ello despertó recelos y una inquietud curiosa que no dejaba tranquilo el corazón de Herodes.
¿Por qué quería ver a Jesús? No ciertamente para seguirlo, más bien temeroso de que alguien le quitara en poder. ¿No había mandado matar a los niños cuando se enteró de que había nacido “el rey de los judíos”?
El miedo es mal consejero y peor compañero aunque aparente los modales más finos y corteses.
Un gracias a Dios al final de una etapa
El corazón siente el deber de dar gracias a Dios.
La vida tiene sus ritmos. Con el clima, con el calendario solar, con los programas escolares, con el inicio o el final de un contrato.
Al final de un periodo de tiempo, de un año académico o laboral, de una etapa de la propia vida, vale la pena hacer un pequeño balance.
Ha habido momentos buenos y momentos malos, oportunidades y desafíos, cosechas y compras en el mercado.
¿Qué ha dominado durante este periodo de tiempo? Cada uno, mentalmente, distingue entre lo positivo y lo negativo, entre lo ganado y lo perdido.
Más allá de lo que pueda decir una lista, el corazón siente el deber de dar gracias a Dios.
Porque estos meses ha llovido, han crecido las espigas, han trabajado las abejas, han florecido los almendros.
Porque este tiempo ha habido pan en la mesa, un poco de alegría compartida y ratos para hablar de aquello que une a las familias.
Porque la salud, con sus subidas y bajadas, nos ha permitido llevar adelante proyectos y tareas, visitas a amigos y conocidos, excursiones y arreglos en el techo.
Porque también estos meses Dios mostró su paciencia al acogerme tras un pecado, al inspirarme obras buenas, al enseñarme a ser paciente con el prójimo.
Un tarro de miel, durante el desayuno, me recuerda el enorme esfuerzo de miles de abejas durante los meses de flores y cosechas.
Al saborearla, siento la ternura de un Padre que cuida a los jilgueros y los jazmines, que envía lluvia sobre malos y buenos.
Es un Padre que nos invita, a través de tantos gestos, a pensar en el cielo y a reemprender ese camino que nos conduce a casa. Un camino que nos impulsa a amar a los hermanos y a dejarnos amar por el Dios bueno.
Tu trabajo es muy importante para que logres un equilibrio en tu vida.
Tienes un trabajo: ¡consérvalo, disfrútalo y crece cada día!. Es por eso que hoy comparto contigo “15 consejos excelentes para lograr esto en tu trabajo”, publicados hace algunas semanas por Jorge Meléndez Ruiz en un periódico nacional.
1. Conoce a fondo tu trabajo:
El superficial no avanza. En el mundo compiten productos y servicios, en las empresas personas. Conviértete en un experto en tus actividades y después en tu área, tu empresa, tu industria.
Lee e infórmate de fuentes confiables, no te confíes de lo que encuentras en las redes sociales, investiga a fondo.
2. Pregunta mucho:
Nadie nace sabiendo. No temas si no conoces algo. El que pregunta aprende, el que no, permanece ignorante. Si preguntas, recibirás ayuda. Y por supuesto, tu también ayuda.
3. Haz la tarea:
Una cosa es preguntar y otra preguntar tonterías. Como cuanto ibas a la escuela: primero la tarea.
¿Tienes un proyecto? Entiéndelo. ¿Visitarás a alguien? Infórmate. Toda actividad requiere respeto, mas no temor. El respetuoso se prepara, el tímido se paraliza.
4. Detente antes de empezar:
Evita la tentación de la acción inmediata. Antes de iniciar una tarea o proyecto, detente a estudiar, planear y crear hipótesis. Asé tendrás mejores resultados y en menos tiempo.
Encuentra un balance: evita la parálisis por análisis.
5. Relaciónate y encuentra mentores:
Extiende las redes sociales al ámbito laboral; busca realmente conexiones sólidas, profundas y vivas. Conoce realmente a la mayor cantidad de gente posible. En distintos niveles y departamentos.
6. Procura a tu jefe:
Será la relación más importante. Entiende sus prioridades y excede sus expectativas.Busca una relación de “ganar-ganar”.No te conviertes en un hombre que dice “si a todo”, pero al exponer ideas distintas siempre acompáñalas de valor agregado, de datos y opciones.
7. Amarra tu estrella al éxito:
Después de estar un tiempo en cualquier puesto te darás cuenta qué personas, departamentos o proyectos tienen buen futuro. Relaciónate con ellos.
Al crecimiento siempre lo acompañan las oportunidades.
8. Comete errores buenos:
El fracasar puede ser fuente de mejora, de éxito. Pero procura fallar temprano, para que los costos sean lo más bajos posibles.
Si te das cuenta que algo va mal, ajusta rápidamente. Y si fallaste, siempre hay una introspección, deriva lecciones del fracaso.
9. Da kilos de 1,100 gramos:
Nunca te quedes cortos. Evade el ”luego lo arreglo” y el “ya casi está”. Da lo que te piden y si puedes, más: opciones, ideas, sugerencias, alternativas.
10. Se pulcro, breve y claro:
Ideas concisas y precisas. Echar rollo es fácil, pero no lleva a ningún lado. Plena tu comunicación: puede ser igual de importante que los resultados de tu tarea o proyecto.
11. Para hablar, primer escucha. Cuando hables, que hable por ti la lógica:
Si no escuchas, no aprendes. No olvides esto, sobre todo cuando progreses y te hagas jefe. Discrimina lo insulso y atesora lo valioso.
Cuando sepas algo, habla. Pero hazlo con argumentos sólidos, la lógica es tu mejor aliada.
12. Nunca dejes de llenar tu caja de herramientas:
Todos cargamos una como ejecutivos y personas. Si dejas de llenarla, cambia de horizontes. Nunca dejes de aprender.
13. No comprometas tus principios:
Ten cuidado con el “mal del grupo”. Es más fácil voltear la cara a otro lado ante la trampa en un grupo. Nunca cambies tus cimientos.
Si los ves amenazados, cambia de arquitecto.
14. Haz el bien:
Nunca hagas a un compañero o compañera lo que no quieras que te hagan.
15. Diviértete:
No te tomes tan en serio que desaparezca el esparcimiento y las sonrisas en tus labores y lugar de trabajo.
Tu trabajo es muy importante para que logres un equilibrio en tu vida. Revisa como estás en este momento y sigue estos sabios consejos. Recuerda lo dicho por Leonardo Da Vinci: “La mente nunca se cansa de aprender”
6 enseñanzas que me dejó el Camino de Santiago
Una peregrinación se asemeja mucho a la propia vida
Hace algunas semanas estuve en el norte de España, en la región de Galicia, donde tuve la bendición de realizar elCamino de Santiago, una tradicional peregrinación, llena de historia y aventura que miles de personas de diferentes países llevan a cabo durante todo el año.
Te cuento que para mí fue una oportunidad muy especial, ya que desde hace varios años tenía en mente poder realizar este camino, y tuve una gran certeza interior de que la realizaría este 2016, luego de leer una publicación sobre las peregrinaciones que podíamos realizar por el Año de la Misericordia. Leí el post y me dije interiormente (a la vez que le pedía a Dios que así se diera): «este año es».
Realizar el camino (como se le llama tradicionalmente), fue para mí una experiencia única, intensa, que me marcó mucho: Dios respondió muy concretamente a una serie de cuestionamientos personales que tenía en los últimos años de mi vida, en la línea de descubrir con más claridad qué quiere de mí, en el lugar que ocupo en el mundo, en mis relaciones con las personas que me rodean y en general en conocer más profundamente quién soy yo.
Como habrás escuchado alguna vez una peregrinación se asemeja mucho a la propia vida: hay subidas y bajadas, momentos difíciles y momentos más tranquilos, conoces diversas personas que dejan alguna huella en ti (y tú dejas alguna huella en cada una), siempre caminamos hacia una meta muy concreta dando todo por alcanzarla (que en mi caso culminó con el abrazo a la imagen del Apóstol, como símbolo de un encuentro con quien ya recorrió esos pasos, figura de lo que será el cielo). Es por ello que quiero compartirte 6 enseñanzas que me dejó el Camino de Santiago. Espero puedan ser útiles para tu propia vida.
1. Un peregrino está siempre en búsqueda
Es impresionante ver la cantidad de gente que peregrina. Personas de diferentes edades, países, e incluso creencias. En grupo o solos, cada quien con una particular motivación. Me encontré con personas que lo hacían por motivos de fe, otros como ofrecimiento, otros para conocerse más, e incluso había quienes lo hacían por aventura o por deporte. Sin embargo, lo que era permanente en todas estas diferentes experiencias era que todos esperaban algo. Todos estaban en búsqueda de algo más. Algo los atraía a hacer El Camino de Santiago aún con todas las dificultades que implicaban hacerlo. Si bien la meta estaba clara, siempre la mirada estaba atenta a descubrir qué nos traía el nuevo día, qué personas conoceríamos, que obstáculos surgirían, siempre en búsqueda, como en la propia vida. Búsqueda que se hace más llevadera, si tenemos una luz que nos guíe a cada paso. Somos peregrinos de la misericordia.
2. Sé auténtico
En El Camino no hay poses, máscaras o roles que valgan. Eres tú y Dios que va contigo. El camino que transitas y las personas con las que te vas encontrando simplemente «conectan» contigo. La amistad va brotando entre los peregrinos de forma muy natural. Te lo explico mejor: en la vida cotidiana muchas veces nos acostumbramos a aferrarnos a nuestras formas de pensar, a nuestros esquemas, que muchas veces se cierran al encuentro con los demás. Lo irónico es que nuestro ser más profundo anhela ese encuentro. Y solo lograremos hacerlo cuando nos quitemos de encima todo ese peso de quien no soy y que tantas veces cargamos para aparentar, quedar bien, y calmar el qué dirán. Ya lo decía el gran escritor francés Saint-Exupery:«Aquel que quiera viajar feliz, debe viajar ligero». Ser yo mismo, con mis dones, virtudes, y cosas por cambiar, eso es lo que abre al contacto sincero con los otros.
3. Existen personas realmente buenas y con hambre de verdad en el mundo
El Camino debe ser vivido en clave de encuentro. Por supuesto tuve mis ratos de oración personal mientras caminaba, y de reflexión mientras veía el paisaje, pero también tenía (sin planificarlo) mis ratos de conversación con otros peregrinos, de conocerlos y darme a conocer, de compartir la vida. Fue muy gratificante encontrar personas de lo más variadas, de países que nunca hubiese pensado conocer, y compartir desde lo más cotidiano. Y entender en ello que realmente existen personas con un gran corazón en el mundo, que buscan a Dios (a veces sin darse cuenta), y que anhelan cosas buenas y verdaderas para su vida, aún a pesar de las diferencias culturales que puedan existir.
4. La alegría de la vida en Cristo, de estar siempre con Él, cuestiona
En esa dinámica de encuentro, desde ese ser yo mismo, encontré algo que siempre fue bien recibido: la alegría y la bondad que viene de Dios, siempre cuestiona y siempre tiene un efecto transformador en la vida de las personas. Cuando tenemos esa certeza fuerte de que Dios habita en nuestro corazón y no nos permitimos nublar esa presencia, podemos vivir con una alegría que irradia felicidad. Y eso contagia, cuestiona, compromete y genera relaciones de amistad sólidas y que pueden ser perdurables.
5. Rezar por los demás te acerca y te hace sentirte acompañado
Durante mi peregrinación tuve la oportunidad de rezar también por muchas personas, de ofrecer mis esfuerzos y oraciones al Señor, así como la misa diaria de los peregrinos en cada pueblo donde paraba cada día, por numerosas intenciones que amigos, familiares y hasta personas desconocidas me pidieron llevara en mi mente y en mi corazón durante todo mi Camino. Fue muy bonita esta experiencia porque de alguna forma, me sentí muy acompañado de todos ellos, y a su vez los acompañé cuando le pedía al Señor por sus esperanzas, por sus sueños, sus propósitos y por las situaciones que les inquietaban.
6. Dios me interpela constantemente con la creación
Finalmente, y no por ello menos importante, fue fundamental el contacto con la Creación. Realmente me encontré con paisajes hermosos, llenos de colores y de vida, que no hacían más que remitirme una y otra vez al Creador y a elevar una acción de gracias por estar allí y por su obra. Dios nos interpela una y otra vez con las maravillas de la naturaleza en el día a día, y esto es ocasión para darle gloria y para agradecerle por todo lo que tenemos que es realmente un tesoro.
«El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios» (Papa Benedicto XVI en Misa por el Año Santo Compostelano en Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela, 6 de noviembre de 2010).
"BERGOGLIO PROCLAMA QUE EL 'NO MATARÁS ES NO MATARÁS'. SIN EXCEPCIONES"
Francisco, el Papa abolicionista
"Lo que más molesta a los rigoristas: que haya abierto el melón doctrinal"
José Manuel Vidal, 04 de agosto de 2018 a las 08:13
Papa Francisco, personaje universalAgencias
Francisco ha abierto una grieta en el bloque doctrinal. Y una vez abierta la rendija... ¿Por qué no se podría aplicar esta misma dinámica evolutiva doctrinal a otros temas como la moral sexual (léase anticonceptivos) o el acceso de la mujer al altar?
(José Manuel Vidal).- El mandamiento es claro y tajante. Durante siglos, la Iglesia contemporizó con la mentalidad del mundo y no sólo bendijo sino que aplicó la pena de muerte en los propios Estados Pontificios. En 1969, tras el Concilio Vaticano II (que también en este ámbito dio sus frutos), Pablo VI abolió la pena capital en el Estado vaticano. Pero, en el Catecismo de la Iglesia, seguía abierta la posibilidad de aplicarla, aunque sólo en casos muy extremos. Pues, ahora, ni eso. Francisco proclama que el 'no matarás es no matarás'. Sin excepciones.
La inmensa mayoría del pueblo católico exulta con el Papa abolicionista. ¡Ya iba siendo hora! Al final, de la mano de Francisco, la Iglesia da pasos de gigante para recuperar esos "doscientos años" de retraso, que dijera el gran cardenal Martini.
Como era de esperar, los ultras (acostumbrados a aplicar siempre el imperio de la ley al estilo de los fariseos) lloran por las esquinas. Los 'infovaticarcas' (en afortunada expresión de nuestro habitual comentarista Hugo Z.) suben por las paredes, anuncian toda clase de males sin mezcla de bien alguno y, proclaman, una vez más, el ansiado cisma, que nunca llegará.
Les duele la decisión del Papa sobre la abolición de la pena de muerte, porque tantos ellos como los políticos de su cuerda se quedan sin coartada eclesial. A partir de ahora, quien esté a favor de la pena de muerte está en contra de la doctrina oficial de la Iglesia.
Desde ahora, ningún gobernante que se diga o pase por ser católico puede aceptar la pena de muerte en la legislación de su país. Y si tal legislación está vigente, debe comprometerse a abolirla. Una decisión que señala especialmente a los gobernantes de Estados Unidos, país con un gran porcentaje de católicos al alza y en el que todavía subsiste la pena capital. O a Perú, donde se quiere volver a reinplantar. O a la Filipinas de Duterte.
Y eso es lo que más les molesta a los rigoristas: que el Papa Francisco haya abierto el melón doctrinal. Porque, en una Iglesia 'semper reformanda', la doctrina no es sólo un museo para visitar, admirar e imponer, como creen ellos, sino una realidad viva, que se transforma y se regenera en consonancia con los signos de los tiempos, como ya dijera el Vaticano II.
Francisco ha abierto una grieta en el bloque doctrinal que los infovaticarcas creen monolítico, eterno e inalterable. Y una vez abierta la rendija... ¿Por qué no se podría aplicar esta misma dinámica evolutiva doctrinal a otros temas como la moral sexual (léase anticonceptivos) o el acceso de la mujer al altar?
Queda claro, pues, que la primavera de Francisco no se alimenta sólo de gestos, de viernes de la misericordia y de reformas estructurales. La primavera toma cuerpo doctrinal y, por lo tanto, ha venido para quedarse. Y eso es lo que más molesta a los que quieren ver en el de Francisco un pontificado de transición, una simple tormenta de verano.
Y también queda claro, una vez más y como sostiene desde hace tiempo nuestro columnista Juan Masiá, que Francisco sigue optando por la vía reformadora del discernimiento. El Papa está muy alejado de la vía del tradicionalismo inmovilista a ultranza, pero tampoco opta por la revolucionaria pura y dura y, ni siquiera, por la diplomática y conciliadora (la famosa tercer vía).
Francisco apuesta, más bien, por la cuarta vía, que no es el consenso diplomático entre la derecha eclesial más conservadora y la izquierda radical, sino un consenso fundacional, que permite al centro derecha y al centro izquierda eclesial caminar por la cuarta vía de la transformación mutua hacia la meta de las reformas creativas. Como la de la abolición de la pena de muerte. Y las que vendrán. Siempre a la escucha del "pueblo santo de Dios", que tanto proclama Francisco.