Y heredará la vida eterna
- 21 Agosto 2018
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¿Chesterton, santo?
El elevado número de personas que han encontrado la fe a través de las obras de Chesterton es uno de los grandes argumentos de los partidarios de su canonización
Hace cinco años, el obispo de Northampton (Inglaterra), Peter Doyle, designó al canónigo John Udris como responsable de la investigación a nivel diocesano para determinar si procede iniciar el proceso de beatificación de Gilbert Keith Chesterton (1874-1936). Udris, quien ha sido párroco de Beaconsfield -donde Chesterton vivió sus últimos 25 años en compañía de su esposa Francis-, enviará sus conclusiones en pocas semanas.
Todo apunta a que serán positivas, a tenor de su propia conferencia sobre Chesterton, el pasado 14 de junio, en el Centro para la Formación Católica de la archidiócesis de Southwark, en el entorno de Londres.
Para finalizarla, Udris leyó una carta dirigida por Robert Barron, obispo auxiliar de Los Ángeles, a monseñor Doyle, en la que destaca, entre las virtudes de Chesterton, su eficiencia evangelizadora y su alegre expresión de la ortodoxia. Barron añade que ha acudido reiteradamente a su intercesión a lo largo de los años en favor de su ministerio audiovisual y en la red de evangelización de la cultura, Word on Fire. Y se posiciona en el asunto: "Estoy convencido", afirma monseñor Barron, "de que G.K. Chesterton es un santo y debería ser reconocido como tal formalmente" y de que éste es "el momento adecuado" para abrir la causa. "Él no necesita el título [de santo]", añade, "pero nosotros sí".
Algunas objeciones
¿Qué obstáculos podría encontrar esta causa de beatificación?
En una entrevista concedida a ReL precisamente al abrirse la investigación, Joseph Pearce, biógrafo de Chesterton, converso gracias a él y también partidario de su elevación de los altares, deshacía una posible objeción: la posible falta de caridad de Gilbert Keith como polemista. Es más, la convertía en argumento a su favor: "Discutió con muchos, pero no se peleó con ninguno. De hecho, uno de los mejores argumentos de que Chesterton merece la beatificación es la forma en que luchó contra los enemigos de la Iglesia sin convertirlos en sus enemigos. Su vida demuestra que logró obedecer el más duro de los mandamientos de Cristo, amar a nuestros enemigos... Dos de sus mayores adversarios, George Bernard Shaw y H.G. Wells, amaron tiernamente a Chesterton, aunque él atacaba las ideas que ellos defendían destempladamente. Es un verdadero signo de la santidad de Chesterton".
Pero realmente no es eso lo que se ha investigado durante el último lustro, pues el análisis de la vida y obra de un candidato a la beatificación es el objeto posterior propio de la causa propiamente dicha. Lo que Udris ha estudiado es la fama de santidad de Chesterton, esto es, qué se pensaba de él a su muerte que pueda justificar dar un paso adelante. Si sus contemporáneos no le tenían, de alguna manera, por un santo, difícilmente puede pedirse que lo consideren así generaciones posteriores.
Ausencia de culto
En este sentido, Udris es claro, según recoge National Catholic Register en un artículo que analiza estas objeciones: "Un aspecto inusual en esta potencial causa es una clara ausencia de culto local". Admiradores devotos de su literatura y seguidores absolutos de su apologética había muchísimos. Pero personas que le tributasen a su muerte un culto privado como intercesor no se conocen. En cualquier caso, dice Udris, "algo similar podía decirse de [John Henry] Newman hasta hace relativamente poco", y algo "ciertamente está cambiando" con Chesterton. Monseñor Barron, al menos, ya ha afirmado públicamente que le ha confiado su actividad pastoral en los medios.
El culto podría incluso ser más extra-local que local. Udris recuerda que, durante sus años de párroco en Beaconsfield, quienes venían a su despacho a preguntar por la casa donde vivió Chesterton o por su tumba tenían un acento invariablemente norteamericano. Y, ahí sí, un sacerdote estadounidense le dijo una vez que su tumba sería alguna vez "un templo sagrado".
Antisemitismo
Hay otra objeción, que plantea por ejemplo Melanie McDonagh en un artículo de junio en The Daily Telegraph. Lo titula afirmando que Chesterton era "un genio literario, pero no un santo", y la razón es que sería "antisemita": "Consideraba que los judíos eran fundamentalmente no ingleses, porque para ellos el judaísmo contaba más que el país en el que viven", y sugería (lo cual "pone los pelos de punta", dice Melanie) que "los judíos en público debían llevar vestiduras orientales".
Udris reconoce que Chesterton tuvo que defenderse toda su vida de esa acusación de antisemitismo, y que algunas de sus palabras "nos suenan ofensivas" y habrán de examinarse a fondo en la causa: "Pero cuanto más leo a Chesterton", añade, "más veo que no tuvo nunca nada que ver con el odio, salvo el odio a las ideas, y que evitó a cualquiera que abrigase odio étnico. Más aún, procuró defender con su pluma a las víctimas de esas ideas".
Una escritora judía como Dawn Eden Goldstein, conversa al catolicismo, apoya su beatificación: "Fue un gran testigo de la fe, así que no tengo objeción a que se abra la causa" para que sea en ella donde se sustancie el alcance de este tipo de obstáculos en cuanto a la afirmación de sus virtudes heroicas. Por lo que respecta a ella, reconoce la influencia de Chesterton en su evolución intelectual y moral: "Su novela El hombre que fue Jueves encendió la mecha de mi conversión. Su poderoso abordaje del sufrimiento me abrió la comprensión sobre la fe cristiana".
Y concluye: "Si es declarado santo, será porque Dios quiere que los fieles veamos en él un modelo y pidamos su intercesión. Si no, la belleza y la sabiduría de los mejores escritos de Chesterton seguirán siendo importantes para la Iglesia".
¿Perjudicaría a Chesterton ser "San Chesterton"?
Por último, hay una objeción que no tiene calado teológico, pero sí práctico. Una eventual canonización de Chesterton, ¿no alejaría de su lectura a muchas personas con prejuicios anticatólicos, esto es, precisamente las más necesitadas de su lectura y que le leen y le aprecian? (Un ejemplo entre muchos, el de Fernando Savater, un filósofo ateo y laicista que le elogió en diciembre pasado en un artículo publicado en El País.)
Pearce no lo cree así, según explica al National Catholic Register: "Los lectores no católicos de Chesterton ya son conscientes de su vibrante catolicismo. Por el contrario, es probable que muchos católicos que no han leído a Chesterton lo hagan si se abre su causa de beatificación".
Dale Ahlquist, presidente de la American Chesterton Society, también es consciente de que la beatificación puede ser un signo de contradicción. En primer lugar, "algunos piensan que la beatificación, de alguna forma, empequeñecerá a Chesterton, le hará 'propiedad' de la Iglesia católica". Luego están quienes "no saben nada sobre Chesterton, pero se las arreglan para malinterpretarle. Le pintan como un hombre injusto, un intolerante, un bebedor, un glotón. Y usarán su propia incomprensión [sobre Chesterton] para atacar a la Iglesia católica. Ya están alejados, pero ellos mismos se alejarán más". Y, por último, "están quienes tienen una idea muy estrecha de lo que es la santidad, y se alejarán porque Chesterton rompe el molde".
Frente a todas esas incomprensiones, Ahlquist ofrece su propio testimonio: "Chesterton me trajo a la Iglesia católica. He escrito cinco libros sobre Chesterton. Pero lo fundamental es que se convirtió en un amigo permanente, una gozosa presencia diaria en mi vida. Me inspira para ser más paciente con mis enemigos, más humilde, más caritativo. Su elocuencia es un gran placer; su humor, un gran estímulo; y su certidumbre, una gran tranquilidad".
Agresividad, hiperactividad, déficit de atención o mal humor: efectos de las pantallas en los niños
Es gravísimo el perjuicio que les estamos haciendo
Lleva 24 años atendiendo niños. Son miles los que han pasado por la consulta de Nacho Calderón a través del Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas (INPA) en Madrid y el Neurological Rehabilitation International Consultants de Texas (EEUU) siendo uno de los neuropsícologos infantiles de rerefencia en la escena internacional.
Durante los últimos años ha observado los perniciosos efectos que están teniendo sobre los niños la utilización de móviles y tabletas por lo que no para dealertar a los padres y pedágogos del peligro al que se está sometiendo a los más pequeños y los problemas de salud y comportamiento que hoy en día son ya una realidad, tal y como él mismo atestigua en sus consultas.
Nacho Calderón, que es autor de una colección de libros titulada Educar con sentido, ha conversado con Religión en Libertad, sobre este fenómeno de las pantallas y del tiempo que esto está restando a jugar, en su opinión, la que debe ser la gran prioridad de un niño. Asimismo, hace un repaso sobre la educación actual, la falta de normas y el exceso de regalos que se da a los niños.
- Hay un gran debate en torno a las tablets, móviles y sobre el abuso que se hace de las pantallas, ¿regalando estas Navidades dichos dispositivos estamos haciendo bien o en realidad estamos perjudicando a los niños?
- Si el niño tiene menos de 14 años al regalarle un dispositivo digital de pantalla ya sea tablet o móvil estamos creando un perjuicio y si no lo medimos puede ser grave. Yo les insisto mucho a los niños cuando me vienen antes de los 14 años que lo que más importante para el desarrollo cerebral y neurológico es el juego, es lo que mejor desarrolla el sistema nervioso.
Y cuando están delante de una pantalla están perdiendo tiempo de juego y les hago darse cuenta de que cuando cumplan 14 años, aunque no existieran móviles o no existieran pantallas, ya no van a jugar más.
Jugamos muy poco tiempo de nuestra vida. Si ese poco tiempo que tienen para jugar que es vital para su desarrollo neurológico lo pierden delante de una pantalla no lo van a poder recuperar nunca. ¡Es una perdida tan grave la que están sufriendo los niños hoy en día por culpa de las pantallas en cuanto al tiempo de juego! Es gravísimo el perjuicio que les estamos haciendo.
- Pero, ¿por qué es tan importante que los niños jueguen? ¿Qué perderían al no jugar?
- El juego es importante porque permite desarrollar habilidades y relaciones entre los elementos que luego van a necesitar en su vida adulta. En el juego un niño tiene que desarrollar habilidades de solución de problemas. Por ejemplo, tengo un palo y una cuerda, ¿qué puedo hacer? Estoy jugando al pilla-pilla y tengo que encontrar a mis amigos, ¿qué estrategia voy a seguir? En el juego simbólico voy a imaginarme que soy un vaquero, que soy un enfermero, son formas de relacionarme con aquello que me estoy imaginando. Si me quitas esto me vas a hacer llegar a la edad adulta sin haber puesto en práctica determinadas formas de relación y determinadas resoluciones de problemas cuya única forma de alcanzarlas es mediante el juego.
- ¿Por qué cree usted que existe este boom por las pantallas no solo en las familias sino también entre los pedagogos?
- Por una razón muy sencilla, porque tienen enormes posibilidades educativas…Pero lo que ocurre es que esas posibilidades si tuviéramos un poco de paciencia e imaginación serían muy fácil que las desarrolláramos sin esos elementos. Es más fácil y más rápido recurrir a la tablet. Yo no digo que tengamos que prohibirlas del todo, sobre en centros educativos.
Debe ser un elemento más pero no el único elemento. Como elemento aislado puede ser útil pero de vez en cuando. Lo que no podemos hacer es solamente enseñar a leer a través de la literatura sino que hay que hacer muchos juegos, no puedes enseñar matemáticas solamente con una calculadora. Por eso, no puedes enseñar únicamente ahora con un dispositivo electrónico de pantalla porque entonces estás arruinando la educación.
- A tenor de su experiencia y sin ir a los casos más extremos, ¿qué efectos reales puede tener este abuso de las pantallas?
- Efectos reales que estamos notando en la clínica en niños considerados sanos: niños que han tenido una infancia más o menos normal cuando aparece una tablet o un móvil en su vida dejan el juego y comienzan a ser más agresivos hacia el entorno y más agresivos contra sus padres. Punto uno. Pierden la capacidad de juego y por tanto pierden empatía. Cambia mucho el humor. Punto dos.
Tienen dificultades para conciliar el sueño. Las tablets y los móviles emiten una luz llamada ‘luz azul’ que tiene un efecto similar al de la cafeína en el sistema nervioso y hace que aumenten los tiempos de vigilia. Los niños tardan más en conciliar el sueño, duermen menos y consecuentemente tienen menos atención porque lo que más afecta a la atención es la falta de sueño.
Además la luz azul provoca un nivel de estimulación al sistema nervioso tan alto que el niño va a requerir ese tipo de luz para mantener la atención. De tal forma que cuando el niño esté delante del profesor, al no emitir éste esa luz azul le va a costar atenderle, va a estar a otras cosas y se va a distraer con más facilidad.
Los móviles y tablets están generando déficit de atención con hiperactividad.
- Y yendo a los casos más extremos…
- Yendo a los casos más extremos llegaríamos por supuesto a problemas graves de conducta, muy muy graves de agresividad, de aislamiento social, niños que ya solo saben vivir a través de la pantalla. En casos en los que hay una patología previa como puede ser el autismo se pueden dar casos graves donde la desconexión con el ambiente es máxima y problemas de aislamiento muy muy graves.
- El abuso de las pantallas, ¿acentúa los síntomas de un síndrome o puede provocar uno?
- Buena pregunta. No, la pantalla no te va a crear un síndrome de Asperger o te va a hacer autista sino que va a agravar los síntomas de esos síndromes. Pero en personas que a priori no son diagnosticables de nada, que no tienen una patología determinada sí va a generar problemas de conducta que en su grado máximo sí van a ser diagnosticables de aislamiento social, agresividad…
Déficit de atención con hiperactividad es solo uno de los efectos que tiene el abuso de las pantallas por parte de los niños
- ¿Cómo se puede revertir esta situación?
- La forma de conseguirlo es educando a los padres en el perjuicio que estos elementos están creando para que así sepan racionalizarlos. ¿Cuál es el nivel racional? El nivel racional es el uso de pantallas tipo tablet o móvil exclusivo para educación y hasta entonces nada más, eso es lo racional.
Frente a esa postura existe la posición de que estos dispositivos están en la sociedad, y no puedes prohibirlo porque el niño va a convertirse en un niño raro. Entonces a lo que nos están enfrentando es: ¿usted que quiere tener, un niño raro o un niño mediocre? Si por raro se entiende un niño que no ve la pantalla y que lee, que no ve la pantalla y que juega, que no está absorto en la pantalla y tiene una relación normal con los demás yo quiero que mis hijos sean raros porque si ser normal es ser mediocre yo esto es lo último que quiero para mis hijos.
- Usted trabaja entre Estados Unidos y España. ¿Existen diferencias significativas entre países o es muy similar a nivel global?
- Existen diferencias muy significativas entre distintos países. En EEUU el uso de las pantallas ha alcanzado unas proporciones absolutamente increíbles. Aquí un niño está de promedio, según las estadísticas, dos horas y media delante de la pantalla. En EEUU superan las cuatro horas y media diarias. En México es raro que un niño de 6 años no tenga su propia tablet. Hablo de todos los niños, también en los niveles socioeconómicos tienen tablet a los 6 años. Son introducidos en la pantalla mucho antes y abusan de ella mucho más por su cercanía con EEUU.
En España nos estábamos salvando. Los padres hasta hace poco tenían muy claro que los niños antes de los 14 años no debían tener móvil. Hoy en día desgraciadamente el teléfono móvil y la tablet están siendo el regalo estrella en la primera comunión, con ocho o nueve años, y me temo que incluso la edad está bajando.
- Pasamos ahora a la televisión. ¿Es cierto el dicho de que la televisión atonta?
- Sí, claro. Es imposible que la televisión no atonte. La televisión siempre se la ha llamado la caja tonta y no porque la caja sea tonta sino que los tontos son los que están delante. Hace muchos años cuando tenía 12 años vi un programa en la televisión que se llamaba ‘La Clave’ y el programa trataba sobre la televisión, sobre sus beneficios y perjuicios, hablo de 1978. Llevaron a un filósofo que no recuerdo su nombre y no tenía televisión. Le preguntaron por qué no tenía televisión. Y dijo: ‘porque me quita mucho más de lo que me da’.
Esa frase sigue siendo cierta hoy con todos estos dispositivos. Y es muy importante pensar qué nos da la televisión y que nos está quitando…
- Llegan los Reyes Magos y se bombardea a los niños con regalos, ¿qué opinión le merece como experto?
- Llevo años con una campaña intentando convencer a los Reyes Magos de que el número máximo de regalos que puede soportar un niño de una manera sana son cinco en total en todas las navidades. Si superas el máximo de cinco regalos en total, incluyendo los regalos que dejan en casa de los abuelos, en casa de los padrinos, que dejan en nuestra casa, el niño va a desarrollar un síndrome que es el síndrome de lo “merezco todo”. Este síndrome genera niños que son bastante difíciles de soportar. Es muy grave porque los niños en general son deliciosos, muy agradables y divertidos pero cuando generan el síndrome de me lo merezco todo porque los Reyes les han traído más de cinco regalos ya no son tan divertidos, ya no son tan simpáticos, ya no son tan agradables. Es una lástima.
- La colección de sus libros se llama ‘Educar con sentido’ al igual que su blog. ¿Qué es para usted educar con sentido?
- Dejamos el nombre abierto abierto, sin cerrarlo. Lo que quiero es que los padres respondan a qué sentido quieren dar a la educación de sus hijos, que piensen qué sentido doy al educar. Yo cuando escribí los libros pensaba en educar con sentido católico, con sentido crítico, con sentido del humor, con sentido de futuro… pero cada padre debe decidir que cuando educo qué sentido doy a la educación de mis hijos.
Para este neuropsicólogo infantil el juego debe ser la principal prioridad para los niños y quitarles tiempo de jugar puede tener graves implicaciones futuras para ellos
- ¿Y el sentido común dónde lo dejamos?
- Desde mi punto de vista hoy en día no existe. Podíamos hablar de sentido común hace 40 o 50 años cuando la sociedad era una sociedad muy homogénea. Cuando un niño bajaba a la calle y hacia algo que estaba mal le podía regañar el portero, el quiosquero, le podía llamar la atención cualquiera porque había un sentido común y los padres agradecían esa labor.
Hoy en día la sociedad es tan heterogénea, está tan mezclada de diferentes visiones que ya no hay algo que podamos llamar común, por eso no hablamos de sentido común.
- En sus libros insiste en el respeto y las normas en la educación pero en la actualidad ambas palabras no están muy de moda. ¿Cree que este hecho está creando pequeños dictadores?
- Claro. Lo que ocurre es lo siguiente: el niño al nacer en pocos meses va a descubrir que hay normas, que hay cosas que puede hacer y que no puede hacer y si intenta meter los dedos en el enchufe sus papás le van a decir “no” y si intenta a hacer algo que pueda poner en peligro su vida sus papás le van a decir “no”.
Pero llevas razón en que hoy en día a parte de esas cosas apenas se dice que no a los niños. El niño cuando descubre que hay cosas que se pueden hacer o no se pueden hacer va a intentar enseñar a los padres que es lo que pueden hacer ellos y lo que no pueden hacer. Va a intentar él poner sus normas. Si los padres son demasiado laxos en las normas o les da miedo educar, el niño se va a ocupar de hacerlo. Yo siempre digo que en los primeros seis años de vida alguien va a quedar educado. Lo adecuado es que al final de los seis años de vida el niño esté educado pero si el niño no ha sido educado los padres van a ser muy obedientes.
«Si un miembro sufre, todos sufren con él»
Esta es la Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios por escándalo de abusos sexuales
Este es el texto completo de la Carta que el Papa Francisco dirige a los católicos del mundo tras el informe de Pensilvania que detalla abusos cometidos por sacerdotes en los últimos 70 años.
Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios
«Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.
1. Si un miembro sufre
En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”. El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad. Clamor que el Señor escuchó demostrándonos, una vez más, de qué parte quiere estar. El cántico de María no se equivoca y sigue susurrándose a lo largo de la historia porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: «Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53), y sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz.
Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños. Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)» (Novena Estación).
2. Todos sufren con él
La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria. Si bien es importante y necesario en todo camino de conversión tomar conocimiento de lo sucedido, esto en sí mismo no basta. Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228). Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona. Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual, «porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co 11,14)”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 165). La llamada de san Pablo a sufrir con el que sufre es el mejor antídoto contra cualquier intento de seguir reproduciendo entre nosotros las palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9).
Soy consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la “tolerancia cero” y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos. Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro.
Conjuntamente con esos esfuerzos, es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos. Tal transformación exige la conversión personal y comunitaria, y nos lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira. Así le gustaba decir a san Juan Pablo II: «Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 49). Aprender a mirar donde el Señor mira, a estar donde el Señor quiere que estemos, a convertir el corazón ante su presencia. Para esto ayudará la oración y la penitencia. Invito a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor,[1] que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el “nunca más” a todo tipo y forma de abuso.
Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida[2]. Esto se manifiesta con claridad en una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia —tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia— como es el clericalismo, esa actitud que «no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente».[3] El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los laicos, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo.
Siempre es bueno recordar que el Señor, «en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6). Por tanto, la única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación. La dimensión penitencial de ayuno y oración nos ayudará como Pueblo de Dios a ponernos delante del Señor y de nuestros hermanos heridos, como pecadores que imploran el perdón y la gracia de la vergüenza y la conversión, y así elaborar acciones que generen dinamismos en sintonía con el Evangelio. Porque «cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11).
Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión.
Asimismo, la penitencia y la oración nos ayudará a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Que el ayuno y la oración despierten nuestros oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos. Ayuno que nos dé hambre y sed de justicia e impulse a caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia.
De esta forma podremos transparentar la vocación a la que hemos sido llamados de ser «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1).
«Si un miembro sufre, todos sufren con él», nos decía san Pablo. Por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo. No lo hizo de cualquier manera, sino que estuvo firmemente de pie y a su lado. Con esta postura manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien «instar más en la oración» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia. Ella, la primera discípula, nos enseña a todos los discípulos cómo hemos de detenernos ante el sufrimiento del inocente, sin evasiones ni pusilanimidad. Mirar a María es aprender a descubrir dónde y cómo tiene que estar el discípulo de Cristo.
Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía.
Vaticano, 20 de agosto de 2018
Francisco
____________________________________________
[1] «Esta clase de demonios solo se expulsa con la oración y el ayuno» (Mt 17,21).
[2] Cf. Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile (31 mayo 2018).
[3] Carta al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (19 marzo 2016).
Santo Evangelio según San Mateo 19, 23-30. Martes XX de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme poder comprenderte mejor, para así amarte más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace poco leí una noticia de una mujer política que comentaba que ser rico es bueno, que todo ser humano debería apuntar a tener esto como una meta, como algo que se debe obtener. Esta idea parece contradictoria con el Evangelio de hoy, ya que nuestro Señor dice que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Pero algo que aclara esta política es que la riqueza no es algo puramente material, que ser rico no es solamente tener dinero o bienes sino es algo más, es también poseer, de manera sobreabundante, bienes espirituales.
Nosotros, hombres débiles, estamos acostumbrados a ver como una persona rica a aquella que tiene muchos bienes materiales. Por esto Jesús, al hablar de un rico, se refiere no a las personas que tienen muchos bienes materiales sino a las personas que consideran solamente los bienes materiales como su riqueza. A estas personas les será difícil entrar al Reino de los Cielos porque lo que preocupa a su corazón, su meta personal es lo material y no lo espiritual. No hay una contradicción entre ser rico y el Cielo.Es completamente bueno ser rico, es necesario para todo hombre conseguir en sobreabundancia bienes espirituales y conseguir lo necesario para vivir dignamente en la vida material.
Ciertamente, nuestro Señor, llama a algunos a vivir nuestra riqueza únicamente en la forma inmaterial y desapegarnos de las preocupaciones de lo material para así poder vivir en esta vida los bienes inmateriales.Pero todo cristiano está llamado a darle más importancia a los bienes inmateriales que a los materiales, a vivir este mundo como lo que es, un paso para la eternidad. Sin duda alguna concuerdo con que ser rico es muy bueno y ayuda para ser feliz, pero tener el Cielo es lo que todo hombre necesita.
Este pasaje del Evangelio Lucas (12, 13-21) comienza con un pleito por una herencia y termina con otro pleito, cuando vengan los nietos y todos: nosotros sabemos qué sucede. Pero es Dios el que pone el límite a este apego al dinero. Que el hombre se vuelve esclavo del dinero no es una fábula que Jesús inventa: esta es la realidad de hoy. Tantos hombres que viven para adorar el dinero, para hacer del dinero su propio dios: tantas personas que viven solo para esto y la vida no tiene sentido. Así es el que atesora riquezas para sí -dice el Señor- y no se enriquece en orden a Dios. En realidad no saben qué es enriquecerse en orden a Dios.
(Homilía de S.S. Francisco 23 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preocuparme por tener bienes espirituales y desprenderme hoy de alguna cosa material, de mi propiedad, para ayudar a un necesitado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué pensaba Jesús de los ricos?
¿Cómo actuaba frente a ellos? ¿Les obligaba a dar todo su dinero a los necesitados? ¿Les aconsejaba lo que debían hacer con sus posesiones?
Jesús, al invitar a renunciar a las riquezas, ¿apunta hacia la carencia, incita a ingresar en el vacío y la nada? Jesús apunta más bien a conseguir una riqueza infinitamente mayor. Al igual que se entra desnudo en la vida, sólo se entrará desnudo en el Reino de los cielos, pues, si desnudo se nace, desnudo se renace. Sólo quien se ha despojado de riquezas, de ambiciones, de poderes, de falsas ilusiones, de odios y revanchas, podrá entender mejor las riquezas del cielo. Jesús no viene a empobrecer al hombre, pero sí a sustituir una riqueza pasajera por la gran riqueza de Dios.
Todos los bienes materiales son regalos de Dios, nuestro Padre. Debemos usarlos en tanto cuanto nos lleven a Él, con rectitud, moderación, desprendimiento interior. Al mismo tiempo, son medios para llevar una vida digna y para ayudar a los más necesitados. Lo que Jesús recrimina es el apego a las riquezas, y el convertirlas en fin en sí mismas.
Hay expresiones de Jesús en los Evangelios bastante desconcertantes sobre las riquezas y sobre los ricos: "Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios para los que confían en las riquezas. Más fácil es que pase un camello por ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios" (Mc 10, 24). O aquella otra frase: "No podéis servir a Dios y a Mammón" (Mt 6, 24; Lc 16, 13). ¿Jesús desprecia las riquezas, las condena? ¿Excluye de su Reino a los ricos?
1. Jesús ante los bienes materiales
Jesús era una persona pobre. Nace de una familia sin grandes recursos y en condiciones pobres. Incluso no pudieron ofrecer un cordero, por falta de recursos (cf. Lc 2, 24).
No almacena bienes y sabe vivir de la Providencia de su Padre (cf. Mt 8, 20; Lc 9, 58). Es más, las cosas son para Jesús una obra del Padre. Brotaron de la mano amorosa y providente de su Padre (cf. Mt 6, 26ss).
Y cuando llama bienaventurados a los pobres (cf. Mt 5, 3), está llamando felices a quienes son desprendidos interiormente, aquellos que ponen toda su confianza en Dios, porque todo lo esperan de Él. Pobre es sinónimo del que tiene el corazón vacío de ambiciones y preocupaciones; de quienes no esperan la solución de sus problemas sino de solo Dios. Y pobreza en la Biblia es sinónimo de hambre, de sed, de llanto, de enfermedad, trabajos y cargas agobiantes, alma vacía, falta de apoyo humano.
Jesús era pobre en ese sentido: apoya su vida en Dios, su Padre. Gracias a esa libertad interior, Jesús puede disfrutar de los bienes moderada y alegremente. Es tan libre que está por encima de las apetencias, ansiedades y vanidades. Por eso sabe gozar de las cosas y, a la vez, prescindir de ellas para seguir su misión y su preferencia por Dios Padre. Goza de un banquete (cf. Lc 7, 36-49; Jn 2, 1-12), pero también se priva de lo material cuando se lo pide su misión (cf. Jn 4, 31-32). Disfruta preparando un almuerzo a sus íntimos (cf. Jn 21, 9-12); les defiende cuando los fariseos les acusan de arrancar espigas, pues tenían hambre (cf. Mt 12, 1-8).
Pero no vive en la miseria. Tiene su vida asegurada, pues en el grupo de los apóstoles había una bolsa común (cf. Lc 8, 1-3; Jn 12, 6). Compraban alimentos (Jn 4, 8) y se hacían limosnas con parte de los bienes (cf. Jn 13, 29). Es decir, Cristo tiene bienes y los administra. Participa en banquetes y fiestas y sabe cooperar con vino generoso en las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1 ss). Y estos mismos goces sanos los desea para los demás. De ahí su hermoso y gratuito gesto de la multiplicación de los panes y peces (cf. Mt 15, 15 ss; Jn 6, 1-15).
Acepta regalos, incluso costosos (cf. Jn 12, 1-8).
Y, sin embargo, Cristo alcanza con su gloriosa resurrección la máxima riqueza que va a distribuir a todos (cf. Mt 28, 18). Sigue siendo pobre porque no posee las riquezas materiales, sino las de Dios.
¿Cuál fue, entonces, la postura de Jesús frente a los bienes materiales? La enseñanza central de Cristo en lo económico es ésta: relativización del dinero. A Jesús le interesa mucho más cómo se usa lo que se tiene que cuánto se tiene y, sobre todo, le importa infinitamente más lo que se "es" que lo que se tiene. Jesús quiere dar a entender que la verdadera riqueza es la interior, la del corazón. La riqueza material nos debe ayudar a ser ricos en generosidad, desprendimiento y solidaridad.
Al decir que Jesús consideraba las riquezas como relativas, no significa que Jesús fuera un adorador romántico de la pobreza, en sentido material. No es que Jesús quiera la pobreza material, que se convierta en miseria. No. Por eso, su mensaje es bien claro: todos somos hermanos y debemos compartir lo que tenemos, para que nadie sufra esa pobreza material. Si no tenemos caridad no somos nada (cf. 1 Cor 13, 1 ss).
La postura de Jesús frente a las riquezas es de una gran libertad interior. Jesús no está apegado a ellas, no está esclavizado a ellas, no está obsesionado por ellas. Vive la pobreza como ese desapego interior de todo. Por eso, Jesús insiste en que lo material es perecedero y lo sobrenatural es eterno. Así se entiende por qué no toma posición ante quien le pide juicio sobre lo material (cf. Lc 12, 14).
La cruz descubre profundamente el valor que Jesús concede a las cosas materiales y terrenas. Para salvar a los hombres y cumplir la misión confiada por su Padre, dio todo cuanto tenía. Jesús en la cruz es pobre de cosas, pero es rico en amor, perdón, misericordia, obediencia. De su costado abierto brotó la Iglesia, los sacramentos, el regalo de su Madre.
2. Jesús ante los ricos
Cuando decimos que Jesús prefiere como amigos a los pobres no estamos diciendo que excluya a los ricos. Jesús, enemigo de toda discriminación, no iba Él a crear una más. En realidad, Cristo es el primer personaje de la historia que no mide a los hombres por lo económico sino por su condición de personas.
Es un hecho que no faltan en su vida algunos amigos ricos con los que convive con normalidad. Si al nacer eligió a los pastores como los primeros destinatarios de la buena nueva, no rechazó, por ello, a los magos, gente de recursos y sabia. Y si sus apóstoles eran la mayoría pescadores, no lo era Mateo, que era rico y tenía mentalidad de tal. Y Jesús no rechaza invitaciones a comer con los ricos; acepta la entrevista con Nicodemo, cuenta entre sus amigos a José de Arimatea, tiene intimidad con el dueño del cenáculo, gusta de descansar en casa de un rico, Lázaro, y, entre las mujeres que le siguen y le ayudan en su predicación figura la esposa de un funcionario de Herodes. Tampoco rehusa el ser enterrado en el sepulcro de un rico.
Jesús ama a todos: pobres y ricos. Conocemos su relación con Simón, el fariseo (cf. Lc 7, 36), y con Nicodemo, doctor de la Ley (cf. Jn 3, 1). El rico José de Arimatea es mencionado expresamente entre sus discípulos (cf. Mt 27, 57). En sus viajes le seguían "Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras muchas que le servían con sus bienes" (Lc 8, 3). Por lo que podemos juzgar, sus apóstoles no pertenecían a las más bajas clases sociales, sino como Jesús mismo, a la clase media.
Más que a las riqueza en sí o a los ricos, Jesús combate la actitud de apego frente a esas riquezas. Jesús veía en la mayor parte de los fariseos y saduceos, representantes de la clase rica y dirigente del país, las funestas y alarmantes consecuencias del culto a Mammón. Lo que les impedía seguirle, manteniéndoles alejados del reino de los cielos, no era la riqueza en sí, sino su egoísmo duro, su orgullo, su apego a ella, a sus privilegios.
Cuando Jesús llama la atención a los ricos es porque el rico, apegado a las riquezas, no siente necesidad de nada, pues lo tiene todo y no desea que cambien las cosas para seguir en su posición privilegiada. A quien le falta siente nostalgia de Dios y le busca.
Es un hecho que Jesús frente al pobre y necesitado lo primero que hacía era la liberación de su problema o dolencia, y sólo después venía la exigencia de conversión. Mientras que, frente al bien situado y rico, lo primero que le pedía era la exigencia de conversión y, sólo cuando esta conversión se manifestaba en obras de amor a los demás, anunciaba la salvación para aquella casa (cf. Lc 19, 1-10).
Por eso Jesús no condena sin más al rico, ni canoniza sin más al pobre. Pide a todos que se pongan al servicio de los demás. Para Jesús el verdadero valor es el servicio. Por lo mismo, la salvación del pobre no será convertirle en rico y la del rico robarle su riqueza, sino convertir a todos en servidores, descubrir a todos la fraternidad que cada uno ha de vivir a su manera.
3. Juicio de Jesús sobre las riquezas
No obstante lo dicho, Jesús anuncia del peligro y riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no se anda con rodeos. Para Jesús la riqueza, como vimos, no es el mal en sí, pero le falta muy poco. La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. Así se explican las palabras de Jesús: no se puede amar y servir a Dios y a las riquezas (cf. Mt 6, 24; Lc 16, 13); la preocupación por la riqueza casi inevitablemente ahoga la palabra de Dios (cf. Mt 13, 22); es sinónimo de "malos deseos" (cf. Mc 4, 19). El que atesora sólo riquezas para sí es sinónimo del condenado (cf. Lc 12, 21). Cuando el joven rico no es capaz de seguir a Cristo es porque está atrapado por la mucha riqueza (cf. Lc 18, 23).
La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa, efectivamente, en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Por eso, Jesús pone en guardia sobre la salvación del rico. Será difícil la salvación de aquel que haya vivido sólo para la riqueza, de la riqueza, con la riqueza, despreocupado del amor a Dios y al prójimo. Haría falta un verdadero milagro de Dios para que consiga la salvación (cf. Mt 19, 23; Mc 10, 25; Lc 18, 25).
Esta es la razón por la que el rico tiene que "volver a nacer", como sucedió a Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10); tiene que compartir, si quiere salvarse, cosa que no hizo el rico Epulón (cf. Lc. 16, 19-31); tiene que aceptar la invitación de Dios al convite de la fraternidad y no hacer oídos sordos, como hicieron los egoístas descorteses, que prefirieron sus cosas y por eso no entraron en el banquete del Reino (cf. Lc 14, 15-24).
¿Se salvará o no se salvará el rico? Si abrimos san Mateo, capítulo 25, 31-46, podemos concluir lo siguiente: Se salvará -rico o pobre- el que haya dado de comer, de beber, el que haya consolado al enfermo, el que haya tenido piedad con sus hermanos. Y se condenará -rico o pobre- el que haya negado lo que tiene, mucho o poco, a los demás.
CONCLUSIÓN
Es un error pensar que la vida es un ascenso hacia la fortuna material para gozar de los bienes en el más allá. ¡Qué diversos son los bienes que nos alcanzó Cristo con su resurrección! Él nos consigue la verdad, la libertad, la sinceridad, la comprensión, la satisfacción de no tener ansiedades, la paz, el perdón. Y sobre todo, la riqueza de las riquezas: el cielo. Y por ese cielo es necesario vender todo y así comprarlo (cf. Mt 13, 44-46). ¡Es la mejor inversión en vida!
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a su fiesta (21 al 29 de agosto)
Ya en su vida mortal, Rosa de Santa María atrajo bendiciones espirituales y materiales a quienes se encomendaban a sus oraciones. Ahora en el cielo, no dejará de pedir por nosotros, derramando las bendiciones que Dios le dispensa, en recompensa del continuo amor que Ella tuvo al Altísimo y a nuestra Santísima Madre.
Pidamos con generosidad confianza. Rosa está atenta a nuestras peticiones.
Cada día de la novena se reza la oración inicial, luego se lee y medita un versículo del padre Nuestro junto a un pasaje de la vida de Rosa. A continuación se reza la oración final que incluye nuestra petición y se finaliza con un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Esta novena la puedes hacer tantas veces desees y de manera especial los días previos a la solemnidad de la santa (30 de Agosto en la mayor parte de América y 23 de Agosto en el resto de países). Se puede concluir yendo a misa y comulgando con las debidas disposiciones (Confesión).
No olvides que Dios concede sus bendiciones con mayor abundancia al alma limpia por la recepción continua de su gracia en los sacramentos de la eucaristía y la Confesión. El ejemplo de vida de Rosa en este aspecto es contundente. No nos limitemos con pedir sino también con imitar su ejemplo.Si deseas comunicarnos una gracia especial concedida no dudes en contactarnos.
Oración inicial
Santa Rosa de Lima, amada santa de mi alma, tú me has inspirado una confianza segurísima en que por tu poderosa intercesión me veré librado de los males que me afligen y salvado del abismo insondable de mis miserias. Conozco cuán indigno soy de presentarme ante ti, purísima criatura, yo que soy el más miserable y pecador de los hombres, pero es justamente la constante bondad y misericordia que tuviste para con los más necesitados la que me mueve a refugiarme en ti y en tu poderosa intercesión. Sé que no seré defraudado, sea yo siempre tu devoto predilecto. Amén.
Amor a la Virgen, nuestra Madre
Visitaba de ordinario la imagen de Nuestra Señora del Rosario de la Basílica de Santo Domingo, donde hoy en día veneramos sus reliquias.Ante ella tuvo lo que en teología mística se denomina el desposorio místico.
Le componía “vestidos espirituales” “tejidos” con sus oraciones y sacrificios.
DÍA PRIMERO
Padre Nuestro que estás en el ciel En todo momento, Rosa confiaba en que Dios la sostenía a ella y su familia y que atendería sus ruegos.Repetidas ocasiones Dios le hizo ver su cuidado amoroso, en lo espiritual y lo material.- Un día el Señor le presentó un gran número de rosas esparcidas por el suelo y le dijo:”Rosa, hazme una guirnalda de flores con estas rosas…”- Ella obedeció y luego de ello Cristo cogió una de ellas y le dijo:“Esta rosa eres tú, y de esta me encargo Yo para cuidar de ella con singular cuidado”
Pidamos a Rosa crecer en la confianza en la Providencia del Padre.
DIA SEGUNDO
Santificado sea tu Nombre
Rosa prefería morir antes que ver el santo Nombre de Dios ultrajado.Cuando llegaron noticias de la invasión de un pirata holandés a la ciudad de Lima (lo cual traería consigo grandes disturbios, robos y sacrilegios en los Templos) Rosa no dudó en correr hacia la Basílica de santo Domingo, su lugar de oración y aguardar la oportunidad de defender y ofrecer su vida en martirio antes que profanasen a Jesús Sacramentado. La gente quedó admirada al ver como esta humilde doncella se transformaba en valiente guerrera y arengaba a todos a ofrecer su vida en defensa del Santísimo Sacramento. Estas fueron sus palabras en la Basílica, al esperar el ataque de los enemigos de la fe.“Aquí pondré mi cuerpo para que lo hagan pedazos y se detengan en hacer las injurias que temo ¡ay de mí! , han de hacer después a mi dulce Jesús”.Sin embargo no dejó de rogar para que Dios librase de este peligro a su amada ciudad, como ocurrió efectivamente. Por eso sus imágenes también la presentan con un ancla en la mano.
Pidamos a Rosa, que aumente en nuestra vida el deseo de la gloria de Dios.
DÍA TERCERO
Venga a nosotros tu Reino
Rosa anhelaba profundamente salir como misionera a anunciar a su Esposo en las tierras de misión. Pero en su época esto aún no se daba. Rogaba por ello, hacía constante penitencia y suplicaba al Señor por el éxito de los predicadores en el mundo entero.“Oh, quien fuese varón – decía- para poder ir a las regiones más peligrosas a anunciar el Evangelio”
Pidamos a Rosa que nos haga incesantes en la súplica por extensión del Reino de Dios en el mundo, por todos los evangelizadores y por nosotros, para que no tengamos miedo de anunciar a Cristo entre los que nos rodean-
DÍA CUARTO
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
No fue fácil para nuestra Santa hacer la voluntad de Dios. Ella sentía que Dios la llamaba toda para sí pero su familia buscaba casarla. De hecho, muchos mozos de la aristocracia limeña deseaban tenerla por esposa, pero ella se mantuvo firme en su deseo de ser toda para Dios.
Esto le supuso vencer una y mil dificultades, persecuciones y malos tratos dentro de su familia, incomprensiones incluso de los sacerdotes con los que se dirigía, incluso gente extraña que la tildaba de ilusa. Sólo con el paso de los años y la gente se dio cuenta de la singular elección que el altísimo había hecho para con esta doncella y con ello la fama de su santidad se extendió rápidamente en Lima y luego en todo el mundo.
Pidamos a Rosa la humildad para reconocer que nuestra felicidad consiste en poner nuestras miras en hacer la voluntad divina.
DÍA QUINTO
Danos hoy nuestro pan de cada día
Ya hemos observado el gran amor de nuestra Santa por el Santísimo Sacramento y cómo Jesús correspondía a esta delicadeza socorriéndola en lo material y espiritual en todo momento.Le fue permitida la Comunión frecuente, la cual para ella era consuelo y sustento.En una ocasión en que se encontraba con una gran debilidad física debida a su prolongado ayuno Dios le procuró alivio a su necesidad.Su madre, al encontrarla muy cansada le dijo:- Hija ¿qué tienes?- Nada madre, contestó Rosa- Voy a prepararte una taza de chocolate pues estás muy débil.- No se preocupe madre, Dios ya dispuso el alivio y no deseo que haga ese gasto, contestó la santa- Por Dios hija mía, no has tenido tiempo de pedir ayuda a nadie ¿cómo quieres que te ayude Dios?Al instante suena la puerta de su casa, era un criado de la don Gonzalo de La Maza, cuya familia era amiga de la de Rosa …Maravillada, la madre le pregunta:- ¿Cómo supiste de esto?’Respondió Rosa: yo le pedí a mi ángel guardián que mueva a la familia de la Maza para que envíen el remedio y le alivien el gasto que deseaba hacer… Demás está decir que quedó enteramente restablecida…
Pidamos a Rosa que aumente nuestra hambre de Dios por la lectura asidua del Evangelio y la recepción continua del Santísimo Sacramento.
DÍA SEXTO
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
Rosa no guardó rencor por ninguno de los que, en su momento, no comprendieron el camino que Dios le señalaba. Llevada siempre por la humildad incluso en el momento de su muerte pidió perdón a todos por las molestias que hubiese causado…La gracia abundante que recibía en el sacramento de la penitencia y la Eucaristía era lo que le fortalecía y llevó al heroísmo en la práctica de las virtudes.
Pidamos a Rosa crecer en la vida de piedad y en ser asiduos al sacramento de la Confesión y la Santa Misa.
DÍA SÉPTIMO
No nos dejes caer en la tentación
Rosa no estuvo exceptuada de tentaciones y pruebas, de las cuales salía victoriosa por su abandono en Dios. Experimentó sequedades en la oración, fatigas en su combate espiritual, entre otras cosas. Una vez se le presentó un mozo que se mostraba muy galante con Rosa. Inmediatamente ella huyó del lugar y puesta en oración expuso al Señor sus quejas , a lo que el Señor respondió: “¿Crees que hubieses vencido de no haber estado yo contigo?…” Con esta respuesta quedó la santa consolada y fortalecida.
Pidamos a Rosa permanecer firmes en Dios particularmente en los momentos difíciles.
DÍA OCTAVO
Y líbranos del mal
Rosa mereció la corona de la santidad porque luchó legítimamente en cada instante de su vida contra el mal. Pidió siempre la gracia de Dios que se dispensa en nuestra Iglesia, fue fiel en la oración y muy mortificada, pensando siempre en los demás antes que en si misma. Si hoy acudimos a su intercesión es porque sabemos que nos ayudará a nosotros en nuestro personal combate por llegar al Cielo.
Pidamos a Rosa su especial protección en las tentaciones y que nos ilumine para que sepamos rechazar todo aquello que nos aparte de Dios.
DÍA NOVENO Amén
Rosa llevó una vida feliz, abrasada a su esposo crucificado. En el último instante de su vida pudo decir “Todo está consumado”. Siempre dijo “Amén, así sea” a los planes de Dios.… Y diciendo “Jesús, Jesús sea conmigo”, entregó su alma a Dios y entró en la gloria de la bienaventuranza eterna desde donde intercede por nosotros.
Pidamos a Rosa que Dios nos conceda la gracia de abrazar la cruz de las dificultades de cada día con alegría.
Oración final
Gloriosísima patrona y abogada nuestra, Rosa de Santa María, Purísima flor de santidad e inocencia, esposa amantísima de Jesús. Por aquel incendio de divino amor que abrasó tu corazón para con tu soberano Esposo, y por el celo ardentísimo por la salvación de las almas, por el amor a tu pueblo y a tu patria. Te pido humildemente nos concedas abundantes bendiciones, y de manera especial la gracia que te pido… (pídase), si es a mayor gloria tuya y bien de nuestras almas. Amén
¿Cómo nacieron los Encuentros Mundiales de las Familias?
San Juan Pablo II creó estos encuentros porque tenía la convicción de que el mundo "no puede avanzar si la familia está enferma"
Faltan pocos días para que comience el 9° Encuentro Mundial de las Familias (EMF) –que se realizará del 22 al 26 de agosto en Dublín (Irlanda) – y tal vez muchos se pregunten cómo surgieron y cuál es su objetivo.
Vatican News explicó que San Juan Pablo II creó estos encuentros porque tenía la convicción de que el mundo “no puede avanzar si la familia, (primera escuela de la vida del hombre), está enferma”.
Así, en su discurso en el primer EMF celebrado en Roma en 1994, el Pontífice polaco indicó que “en la familia se fragua el futuro de la humanidad”.
Según Vatican News, debido a los cambios sociales y las corrientes ideológicas, “la Iglesia se ha centrado en proteger la estructura familiar y fomentar la evangelización dentro de las familias”.
Por ello, cada tres años el Pontificio Consejo para la Familia convoca a esta reunión internacional para “compartir, rezar y reflexionar sobre la importancia del núcleo familiar, así como debatir acerca de sus desafíos actuales”.
Agregó que este “acontecimiento gozoso y enriquecedor” ayuda a “crecer en la fe y en el amor” y a que los adultos, jóvenes y niños recorran juntos “el viaje de la vida”.
Al igual que su predecesor, el Papa Benedicto XVI también trató sobre la importancia de la familia en sus discursos, homilías y catequesis a lo largo de su pontificado.
El Papa Benedicto XVI participó en tres EMF, mientras que San Juan Pablo lo hizo en cuatro.
Durante su homilía en el EMF celebrado en México en el 2009, el Pontífice alemán recordó a los fieles que la familia es la “célula vital de la sociedad, el primer y decisivo recurso para su desarrollo”.
El Papa Francisco presidió su primer EMF en el año 2015 en Filadelfia (Estados Unidos) y asistirá el 25 y 26 de agosto al evento que se realizará en Dublín bajo el lema “El Evangelio de la familia, alegría para el mundo”.
Entonces se produce el milagro: Dios acoge al pecador.
Cada pecado deja sus heridas. En uno mismo, al ver la propia debilidad, el triunfo del egoísmo, la flaqueza ante una pasión que pudo haber sido controlada.
En otros, sobre todo si ese pecado implica una infidelidad en el propio matrimonio, o una ofensa hacia los padres o hacia los hijos, o una injusticia hacia personas necesitadas.
Las heridas están allí. No se puede deshacer lo ya realizado. No hay maneras para anular el daño causado en uno mismo y en otros.
Sin embargo, Dios puede, con su misericordia, curar heridas. Sin borrar el pasado, ofrece al corazón el bálsamo del perdón, la paz que nace de una buena confesión, la posibilidad de un cambio profundo de vida.
Entonces se produce el milagro: Dios acoge al pecador, lo recibe en el sacramento de la penitencia, lo purifica y le repite las palabras dirigidas a la adúltera: no te condeno, vete y no vuelvas a pecar (cf. Jn 8,1-11).
Cada vez que sentimos pena por nuestras faltas, necesitamos acudir al Padre a través de su Hijo, e invocar ese perdón que sana.
Quedarán, como cicatrices, las huellas de un pecado que no podemos borrar. Pero, sobre todo, habrá en nuestras almas la señal de algo mucho más grande que el mal, que el pecado y que la muerte: el abrazo de un Padre misericordioso que acoge a cada hijo necesitado de misericordia.