Cada uno a su hora

RESARCIR A LAS VÍCTIMAS ECONÓMICAMENTE, AUNQUE LA IGLESIA TENGA QUE VENDER EL VATICANO
Siete requisitos ineludibles para cumplir la penitencia por los abusos del clero
Expulsar a los obispos encubridores y que no cumplieron su función 'in vigilando'

José Manuel Vidal, 21 de agosto de 2018 a las 08:39

La ceniza del Papa

Revisar las responsabilidades de la Curia en el sistema del encubrimiento de los depredadores sexuales

El Papa condena con "dolor y vergüenza" las "atrocidades" de los abusos sexuales

Greg Burke: "Es significativo que el Papa se refiera a los abusos como un crimen, no solo un pecado"

(José Manuel Vidal).- Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Son los cinco requisitos para una buena confesión. El Papa Francisco acaba de entonar un solemne y público 'mea culpa' por los clérigos abusadores y los obispos encubridores de la plaga de la pederastia. Pero las peticiones de perdón, aunque sean sentidas y obligadas, como en este caso, no son suficientes. Hay que pasar a los hechos. Hay que cumplir la penitencia.

Eso significa, a mi juicio y en primer lugar, acercarse de verdad a las víctimas. Para escucharlas, acogerlas y, sobre todo, resarcirlas de su dolor y de sus heridas. Con protección real y ayuda psicológica, evidentemente pagada por la institución. Y con todo tipo de ayudas que necesiten, especialmente las materiales. Que a esas vidas destruidas no les falte lo necesario para vivir y puedan salir adelante lo más dignamente posible. Y si eso significa que la institución tiene que arruinarse, que se arruine. Y si tiene que vender palacios, iglesias y hasta el propio Vaticano, que lo haga. Vale más la vida de un inocente que todas las riquezas eclesiásticas acumuladas durante tantos siglos.

La segunda medida tendría que ser la expulsión ipso facto de todos los obispos encubridores. Porque muchos de ellos ordenaron a esos abusadores y otros los encubrieron y no ejercieron uno de sus papeles primordiales: el de 'inspector'. A la calle, por no ejercer su responsabilidad in vigilando, muchos o casi todos. Porque el 'cáncer' del encubrimiento era sistémico. La punta del iceberg ha aflorado en Estados Unidos, Chile, Irlanda...pero en las iglesias de todos los demás países del mundo se funcionaba de la misma manera.

El abuso era considerado un 'pecadillo', al cura se le cambiaba de parroquia o, en última instancia, se le mandaba a misiones y se le pedía que se arrepintiese y se confesase, para seguir pecando. Y nunca o casi nunca se consideraba el abuso un delito y, por lo tanto, no se remitía a los abusadores a la justicia civil.La situación ideal para los depredadores sexuales, que, revestidos del poder sagrado (la máxima expresión del poder), tenían acceso ilimitado a niños, niñas, mujeres y hombres (según sus apetencias) y, además, sabían que estaban protegidos por la 'omertá' eclesial.

Juan Pablo II y Marcial Maciel

No en vano el cardenal Castrillón, alto curial de la época de Juan Pablo II recientemente fallecido, decía que el obispo no podía denunciar a sus curas abusadores, porque es un padre para sus sacerdotes y un padre no denuncia a sus hijos, aunque sepa que son criminales.

Por eso, en tercer lugar, el Vaticano tendría que pedir perdón y revisar las responsabilidades de altos cargos curiales en la dinámica sistémica del encubrimiento. ¿Qué sabía Juan Pablo II de todo esto? ¿Su secretario personal, monseñor Dziwisz, y su Secretario de Estado, cardenal Sodano, le hacían llegar los casos de abusos que, ya entonces, proliferaban en la institución? ¿Por qué el Papa Wojtyla nunca condenó a un depredador sexual como Marcial Maciel y, al contrario, lo bendijo y lo presentó com omodelo para la juventud? Depurar responsabilidades en una Curia que rigió los destinos de la Iglesia con mano de hierro hasta la llegada de Francisco al solio pontificio.

Es urgente, en cuarto lugar y como dice el propio Francisco, conseguir una "transformación eclesial y social" respecto a este tema. La eclesial, que es la que le corresponde a la institución, pasa por acabar, de una vez por todas, con el clericalismo, la otra gran plaga del catolicismo, que alimenta la dinámica del abuso sexual, de poder y de conciencia. Cristo no quiso una Iglesia clerical, pero es el tipo de Iglesia que se impuso y que sigue vigente. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo será real y efectiva la corresponsabilidad de lo laicos?

En quinto lugar y como consecuencia de una Iglesia laical y 'pueblo de Dios', habría que revisar todo el andamiaje de la doctrina moral, especialmente de la moral sexual. Reivindicar una sexualidad normalizada y bien entendida es una de las asignaturas pendientes de la institución. Hay que reconocer la importancia de la sexualidad en la vida de las personas y no reprimirla en sus propios cuadros: monjas y curas que, para ser castos, tienen que reprimir sus instintos y poner puertas al mar de la libido. Casi siempre sin éxito alguno y con derivas pecaminosas y delictivas.

De ahí que, en sexto lugar y mientras no se cambia el modelo clerical, la Iglesia debería instaurar, desde ya mismo, el celibato opcional para sus sacerdotes. El carisma del voto de castidad, para los religiosos. El carisma celibatario no puede imponerse para acceder al sacerdocio. El apóstol Pedro estaba casado y el celibato obligatorio es una ley eclesiástica que, así como se impuso, puede derogarse. Y ya tarda.

Y, por último, entre las medidas urgentes a tomar, ocupa un lugar primordial la inmediata equiparación de la mujer al hombre en la Iglesia. A todos los niveles. Incluso y como es lógico, en el acceso al altar y al sacerdocio. Si el laico es un ciudadano de segunda en la Iglesia, la mujer no llega a ciudadana de tercera.

Sólo así, con estos siete requisitos (y quizás alguno más) se pueden cumplir, a mi juicio, las cinco condiciones de una buena confesión, especialmente la última: cumplir realmente la penitencia del tsunami de los abusos sexuales, de poder y de conciencia.

Tres reflexiones para compartir en el día del catequista

Querido hermano  y hermana catequista, te acerco estas líneas como si fueran parte de una conversación con vos.

Querido hermano catequista, te acerco estas líneas como si fueran parte de una conversación con vos. Tal vez, generen alguna respuesta que quieras enviarme o, sencillamente, el silencio de estar pensando las cosas de la Nueva Evangelización, en un discernimiento que calla y que reza. Tal vez elijas compartir parte de este material con los catequistas de tu comunidad, especialmente ahora que nos aproximamos a celebración de nuestro día.

La Catequesis del Catequista
Celebrar es, sobre todo, decir “gracias”. Celebramos la vida en cada cumpleaños, celebramos la salud, una intervención médica que salió bien, la sonrisa de nuestros hijos… Cada hecho que celebramos va unido a la gratitud. En el día del catequista demos gracias por ellos, por su identidad y vocación que, con silencio y mucha humildad, van construyendo el Reino de Jesús.

El catequista está llamado a ser entrañablemente él mismo. En la verdad y en la hondura de su identidad resuena el llamado de Dios que lo convoca a ser eco de Cristo, para que muchos hombres y mujeres se encuentren con Él. ¡Cuánta sintonía y cuánta fidelidad! ¿Cómo hacerse eco auténtico? ¿Cómo no ser una caja de resonancia de otras voces y de otros ruidos capaces de distorsionar la verdadera identidad?

En esta disyuntiva existencial: ser o no ser lo que Dios lo invita a ser, queda implicada la naturaleza humana del catequista. Caída y redimida. Débil y fuerte. Imperfecta y llamada a la plenitud. Sería impensable un catequista desprovisto de la gracia de Dios. Sería impensable un catequista errante, náufrago de procesos educativos incapaces de albergarlo.

La naturaleza humana, abierta al auxilio divino de la gracia y al auxilio humano de la educación, se perfecciona y se hace más imagen y semejanza de Dios. Se hace tierra fértil en la cual Cristo crece, configurando en la personalidad del catequista todas las virtudes que lo hacen capaz de ser lo que Dios lo invita a ser.
En este proceso educativo, la catequesis ocupa un lugar propio e inconfundible. A ella le corresponde la educación de la fe. Y el catequista, como hombre de fe, necesita ser permanentemente educado en esa misma fe que profesa.

Para ser entrañablemente él mismo, el catequista necesita hacerse destinatario de la catequesis. Destinatario de itinerarios formativos diseñados para él, en los cuales la educación en la fe sea intencional y sistemáticamente favorecida. En el integral entramado de dimensiones diversas asumidas por la formación de los catequistas, tendrá un lugar privilegiado la educación de la fe, como virtud teologal que ha de ser sostenida, fortalecida, animada, informada y testimoniada a lo largo de toda la vida.

Pero, para ser entrañablemente él mismo, el catequista necesita hacerse destinatario, también, de los procesos catequísticos diseñados para sus catequizandos y catecúmenos. Allí, en la siempre nueva dinámica del encuentro y del proceso catequístico, allí Dios obra produciendo siempre lo inimaginable. Allí, en el misterio de una metodología y de unos recursos siempre imperfectos, Dios logra, una vez más, como aquel día junto al pozo de Zicar, que los discípulos sean testigos. Y el catequista se hace destinatario de lo que los catequizandos y catecúmenos dicen.

Catequistas, hagamos todo lo que Jesús nos diga
Compartimos nuestra realidad catequística, con situaciones nuevas y antiguas y amada siempre por Dios. Él sigue suscitando vocaciones catequísticas en hombres y mujeres que, en medio de esta realidad y enviados por la Iglesia, quieren responder como discípulos-misioneros al llamado de Jesús Buen Pastor.

Los catequistas estamos esencialmente unidos a la comunicación de la Palabra. Nuestra primera actitud espiritual está relacionada con la Palabra contenida en la Revelación, predicada por la Iglesia, celebrada en la liturgia y vivida especialmente por los santos.[1] Y es siempre un encuentro con Cristo, oculto en su Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos. Apertura a la Palabra significa, en definitiva, apertura a Dios, a la Iglesia y al mundo.

Cuando los catequistas realizamos nuestro ministerio, es decir cuando conscientes de nuestra propia fe nos ponemos al servicio de nuestros hermanos para ayudarlos a crecer en la fe, aprendemos a mirar el mundo desde una óptica: la del Magníficat. Se trata de una mirada creyente, capaz de ver los signos de esperanza. Mirar la realidad con los ojos de María significa ver el bien también ahí donde todavía no germinó.

Los ojos de María, que buscan a Jesús, saben encontrarlo y, en ocasiones, invitarlo a mostrar signos concretos para que el mundo crea, como en las bodas de Caná.[2] Con esa mirada creyente, los catequistas somos anunciadores del Reino. El mundo hoy, como ayer y como siempre, tiene derecho al anuncio. No se lo puede privar de él. Y, si bien todos los bautizados hemos sido convocados a esa tarea, a los catequistas nos compete de modo especial.

El corazón creyente sabe darse cuenta de que el mundo es amado por Dios, sostenido por su amor. Muchas veces los catequistas somos pobres de recursos, de medios, pero por la gracia de Dios representamos una fuerza de cambio extraordinaria. Donde está Jesús, ahí está su Reino, allí madura la esperanza, allí es posible tomar el amor que da vida. El encuentro con Jesús nos hace testigos creíbles de su Reino, nos asemeja a Él, hasta transformarnos en memoria viviente de su modo de existir y de obrar.

Mirar la vida con ojos de creyentes
Los catequizandos y catecúmenos llegan desde distintos caminos… Con historias de vida y con experiencias de fe diversas. Los catequistas, muchas veces preocupados por unos contenidos a transmitir, obviamos ingenuamente una mirada profunda a lo que ellos han vivido y a lo que creen realmente.

Usamos mucho la palabra “itinerario”, pero más de una vez la reducimos a la simple categoría de “programa” o de “listado de contenidos” preestablecidos. Nos atamos a un deber ser que se olvida de enraizar la vida de las personas y sus procesos anteriores en este nuevo camino que emprendemos en la Catequesis Familiar.

Tal vez este breve y antiguo relato pueda ayudarnos a expresar sencillamente lo que queremos decir.

Una vez un explorador fue enviado por los suyos a un perdido lugar en la selva amazónica. Su misión consistía en hacer un detallado relevamiento de la zona. Como el explorador era experto en su oficio, hizo su tarea con pericia y extremo cuidado. Ningún rincón quedó sin haber sido explorado.

Averiguó cuáles eran los vegetales y los animales del lugar, las características de cada época del año, los secretos del gran río que atraviesa toda la región, las lluvias, los vientos, las posibilidades para la vida del hombre en aquel remoto lugar…

Cuando, por fin, creyó saberlo todo, decidió regresar dispuesto a transmitir a los que lo habían enviado el cúmulo de conocimientos adquiridos.

Los suyos lo recibieron con expectativa… Querían saberlo todo acerca del Amazonas. Pero el avezado explorador se dio cuenta, en ese momento, de la imposibilidad de responder al deseo de su pueblo. ¿Cómo podría él transmitirles la belleza incomparable del lugar, o la armonía profunda de los sonidos nocturnos que solían elevar su corazón? ¿Cómo podría compartir con ellos la sensación de profunda soledad que lo embargaba por las noches, el temor que lo paralizaba ante las fieras salvajes del lugar o la inusitada sensación de libertad que lo embargaba cuando conducía la canoa a través de las inciertas aguas del río?

Entonces, después de pensarlo, el explorador tomó una decisión y les dijo: “_ Vayan y conozcan ustedes mismos el lugar. Nada puede sustituir el riesgo y la experiencia personales”. Pero tuvo miedo… Si algo les pasaba… Si no sabían llegar… Entonces hizo un mapa para guiarlos. Todos hicieron copias, las repartieron y se fueron al Amazonas provistos del conocimiento encerrado en el mapa recibido.

Todos los que tenían una copia se consideraron expertos. ¿Acaso no conocían, a través del mapa, cada recodo del camino, los lugares peligrosos, la anchura y la profundidad del río, los rápidos y las cascadas?

Sin embargo, el explorador lamentó durante toda su vida haberles dado el mapa… Hubiera sido mejor no dárselos.

Esta narración tiene, tal vez, mucho que decir a nuestro ministerio catequístico. No se trata de ayudar a los catequizandos a explorar la selva, introduciéndolos en los vericuetos o en los preciosismos de una detallada información doctrinal, sino de ayudarlos, fundamentalmente, a encontrar al Dios de Jesucristo.


Si bien es cierto que la catequesis incluye tareas de instrucción, iniciación y educación, también es verdad que ella es un ministerio al servicio de la fe. Se trata, sobre todo, de favorecer que nuestros interlocutores vivan su propia experiencia de fe, siempre única, personal e intransferible.

Cuando los interlocutores de la Catequesis comienzan a vivir su fe así, como auténticos exploradores, con cierto riesgo y embarcándose en una especie de “aventura personal”, podemos decir que este “nuevo nacimiento” los afecta por entero y los abre a una realidad nueva, a una manera nueva de realizar la existencia.

Tal vez ellos, en sus caminos anteriores, ya han recibido muchos mapas y están, por eso, convencidos de ser verdaderos expertos en las cuestiones de la fe… Pero no aciertan a mirar la vida con ojos de creyentes. Tal vez esos mapas los han decepcionado, no los han llevado al encuentro con Jesús y los han mantenido en cuestiones externas que critican duramente o que aceptan, con resignación o sin reflexión.

Tal vez nosotros mismos, sus catequistas, les ofrecemos ciertos mapas prefabricados, que nos sirvieron a nosotros; pero que no les sirven a ellos. Les indican caminos que nosotros mismos hemos recorrido, con más o menos acierto, pero no los dejan explorar y aventurarse para encontrarse, por fin, con el Señor.

Tampoco se trata de improvisar o de dejarlos solos. Quizás va siendo hora, de desentrañar el significado y la hondura de una pedagogía que Jesús conocía muy bien: el acompañamiento. Ese caminar junto al que busca, permitiéndole que siga buscando… Ese caminar, al principio casi imperceptible y después tan encarnado en la vida del catequizando.

Un caminar que no violenta, que no apura, que no se detiene y que, recorriendo la Palabra, va dejando llegar… Cada uno lo hace a su tiempo, con respeto a los tiempos del otro, y según sus posibilidades. Pero, por fin, arde el corazón y se produce el encuentro que se celebra con el Pan compartido. La pedagogía del acompañamiento no traza mapas, sino que recorre y acompaña los caminos personales y comunitarios de búsqueda.

Como catequistas, podemos proponernos indagar por aquí algunas de las respuestas pendientes al actual fracaso de la iniciación cristiana. Quizás así sea posible iniciarse o retornar a la fe, desechando antiguos mapas y aprendiendo a mirar la vida con ojos de creyentes.

María Reina, Santa

Memoria Litúrgica, 22 de agosto

María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.

El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.

Un poco de historia

La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.

María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.

María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.

María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.

La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.

La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.

Oraciones Marianas

María Reina según San Maximiliano Kolbe y San Luis de Montfort

Escuchar y acompañar

Víctimas de abusos sexuales se reunirán con el Papa Francisco en Irlanda

El Papa Francisco se reunirá, durante el Encuentro Mundial de las Familias de Dublín, con víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros del clero en Irlanda y rezará por ellas en la Procatedral de Santa María, donde encenderá una lámpara en la capilla del Santísimo.

Según ha desvelado este martes 21 de agosto el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke, el Pontífice quiere escuchar a las víctimas y acompañarlas en su dolor, aunque no se ha hecho público el momento exacto en que se producirá el encuentro. En el año 2010, el Papa Benedicto XVI condenó los casos de abusos cometidos por miembros del clero en Irlanda y el encubrimiento por parte de algunos obispos del país.

Además, ayer 20 de agosto, el Papa Francisco publicó una carta dirigida “al Pueblo de Dios” en la que condenó los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes, esto a raíz del informe de la Corte Suprema de Pensilvania que denuncia más de mil casos ocurridos en los últimos 70 años y en los que están involucrados unos 300 sacerdotes.

Novedades del programa

Sobre las demás novedades del programa oficial anunciadas por el director de la Sala de Prensa del Vaticano, cabe destacar que, durante la visita de Cortesía al presidente de Irlanda el sábado 25, el Papa plantará un árbol en el jardín de la residencia presidencial, junto al árbol que plantó San Juan Pablo II hace 40 años.

Señaló también que en el trayecto entre la nunciatura y la Procatedral de Santa María el mismo sábado 25, el Santo Padre realizará una breve parada en la capilla dedicada al Venerable Matt Talbot, quien, tras una juventud de vicios y alcoholismo, experimentó una profunda conversión a los 24 años de edad.

Otro detalle que ha trascendido es que la duración de la Fiesta de las Familias en el estadio Croke Park será de una hora y se escucharán testimonios procedentes de India, Canadá, Irak, Irlanda y Burkina Faso.

Greg Burke también reveló que en la visita al Santuario de Knock, el Papa ofrecerá a la Virgen un rosario de oro antes del rezo del Ángelus.

Greg Burke subrayó que el motivo principal del viaje a Dublín es asistir al Encuentro Mundial de la Familia, que comienza este martes 21 y que clausurará el Pontífice el próximo domingo 26 de agosto.

Se trata del 24º viaje internacional del actual Papa, quien en sus cinco años de Pontificado ha visitado ya 36 países en viajes apostólicos.
FRANCISCO ELOGIA EL EJEMPLO DE VIDA "COHERENTE, SENCILLA, HONESTA Y GENEROSA" DE LOS "SANTOS DE AL LADO"
El Papa invita a vivir una vida de "autenticidad, relaciones verdaderas y radicalidad" "Dios nunca dirá 'no' a un corazón que sinceramente lo invoca", recuerda el pontífice

Audiencia de los miércoles del PapaAgencias

Desde la cruz de Cristo en adelante, nadie puede despreciarse a sí mismo y pensar mal de su propia existencia. ¡Nadie nunca! Sea lo que sea que hizo

(Cameron Doody).- Nueva entrega de la serie de catequesis del Papa sobre los diez mandamientos, y hoy, concretamente, sobre el segundo: "No pronunciarás el nombre del Señor tu Dios en vano". Precepto que, según Francisco, nos recuerda que "debemos vivir nuestra vida cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos, cuyo ejemplo de vida toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia".

Algunas frases de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Continuamos la catequesis sobre los mandamientos y hoy contemplamos el mandamiento "No pronunciarás el nombre del Señor tu Dios en vano" Con razón leemos esta Palabra como la invitación a no ofender el nombre de Dios y evitar usarlo de manera inapropiada La expresión "en vano" es más clara y significa: "vacío, vano" Se refiere a un sobre vacío, a una forma desprovista de contenido Es la característica de la hipocresía, del formalismo y de las mentiras. Usa las palabras y el nombre de Dios en vano, sin verdad

El nombre en la Biblia es la verdad íntima de las cosas y especialmente de las personas. El nombre a menudo representa la misión

Por ejemplo, Abrahán en Génesis y Simón Pedro en los Evangelios reciben un nuevo nombre para indicar el cambio en la dirección de su vida

Y conocer verdaderamente el nombre de Dios conduce a la transformación de la propia vida: desde el momento en que Moisés conoce el nombre de Dios, su historia cambia

El Papa, hoy, en la audiencia general

El nombre de Dios, en los ritos judíos, se proclama solemnemente en el Día del Gran Perdón, y las personas son perdonadas porque a través del nombre entra en contacto con la mismísima vida de Dios, que es misericordia

Entonces "tomar sobre sí el nombre de Dios" significa asumir su realidad, entrar en una relación fuerte y cercana con Él

Para nosotros, cristianos, este mandamiento es el llamado a recordarnos que somos bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"... para vivir nuestras acciones diarias en comunión sentida y real con Dios, es decir, en su amor

Y sobre esto, una vez más dirijo a una invitación y un llamamiento: enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz, esta es una tarea que les doy a todos ustedes, ¿comprenden?

Uno puede preguntarse: ¿es posible asumir el nombre de Dios hipócritamente, como una formalidad, en un vacío? La respuesta es desafortunadamente positiva. Uno puede vivir una relación falsa con Dios

Esta Palabra del Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios sin hipocresía, a una relación en la que nos confiamos a Él con todo lo que somos

Este es el cristianismo que toca los corazones. ¿Por qué los santos son tan capaces de tocar el corazón? Porque en los santos vemos lo que nuestro corazón desea profundamente: autenticidad, relaciones verdaderas, radicalidad

Y esto también se ve en los "santos de al lado" que son, por ejemplo, padres que les dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta y generosa

Si los cristianos se multiplican adoptando el nombre de Dios sin falsedad, practicando así la primera pregunta del Padrenuestro, "sea santificado tu nombre", la proclamación de la Iglesia se escucha más y es más creíble Desde la cruz de Cristo en adelante, nadie puede despreciarse a sí mismo y pensar mal de su propia existencia. ¡Nadie nunca! Sea lo que sea que hizo. Porque el nombre de cada uno de nosotros está sobre los hombros de Cristo Vale la pena tomar el nombre de Dios porque ha llevado nuestro nombre hasta el final, incluso el mal que está en nosotros, para perdonarnos Cualquiera puede invocar el santo nombre del Señor, que es amor fiel y misericordioso, en cualquier situación que se encuentre Dios nunca dirá "no" a un corazón que sinceramente lo invoca

Saludo del Papa a los peregrinos de lengua española

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina. En la fiesta de la Coronación de la Virgen María, pidámosle a nuestra Madre del Cielo que nos ayude a invocar el nombre de Dios en todo momento, sabiendo que Dios nunca dejará de escuchar a quien acude a él con fe y esperanza. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

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