Verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre

¿Padres de San Juan Pablo II estarían en camino a los altares?

Podrían convertirse en un ejemplo para las familias contemporáneas

Recientemente el Arzobispo de Cracovia (Polonia) y exsecretario personal de San Juan Pablo II, Cardenal Stanislaw Dziwisz, dijo que lleva en su corazón la posibilidad de comenzar el proceso beatificación y canonización de los padres de San Juan Pablo II.

El Cardenal expresó la posibilidad de beatificar y canonizar a Karol Wojtyla y a su esposa Emilia de Kaczorowski -padres de San Juan Pablo II-, durante la homilía que pronunció a fines de julio en la parroquia de Santa Ana, ubicada en la aldea de Wohyn, provincia de Lublin (al este de Polonia).

“No hay duda de que la actitud espiritual del futuro Papa y santo se formó en la familia gracias a la fe de los padres. Quienes podrían convertirse en un ejemplo para las familias modernas y los patrones de nuestras familias”, dijo en aquella ocasión.

El 5 de agosto la doctora en ciencias humanas y periodista polaca, Milena Kindziuk, dijo en una columna de opinión que las palabras del Cardenal Dziwisz “hicieron eco en voz alta” en el país, debido a que fue uno de los “colaboradores más cercanos del Papa polaco durante muchos años y claramente vio la influencia de Emilia y Karol Wojtyla en la formación de la espiritualidad de Juan Pablo II”.

“También conocía muy bien las historias del Papa acerca de sus padres; especialmente sobre su padre” que “había sido un ejemplo de religiosidad para él”, agregó.

La columnista admitió estar “muy contenta de escuchar las palabras del Cardenal Dziwisz, sobre el hecho de que los padres de San Juan Pablo II vivieron como santos”.

“Es cierto que la actitud espiritual del futuro Papa se formó en la familia, gracias a la fe de sus padres. Primero, la fe de su madre que decidió dar a luz al futuro Papa a pesar del aborto sugerido por un médico (el embarazo puso en riesgo su vida)”, comentó.

Luego, recordó la vez que el autor italiano Renzo Allegri comparó la vida de Emilia Kaczorowska con la de Santa Gianna Beretta Molla.

“Ambas eligieron salvar a sus hijos, dando su propia vida. Eran madres heroicas, mártires, santas. Y aunque Juan Pablo II no lo dijo claramente, estaba seguro de que su propia madre era una santa. Santa en su matrimonio y en su vida familiar, una santa mártir, porque había dedicado heroicamente su vida a dar a luz a su hijo”.

Luego de la muerte de su madre en 1929, cuando el futuro Papa tenía nueve años, fue criado por su progenitor, quien se preocupó de su desarrollo en todas las áreas, sobre todo en la educación y en la fe.

“Su padre le enseñó el patriotismo, el orden y la oración sistemática. Todos los días ambos participaban en la Santa Misa de la mañana, leían la Biblia en casa, rezaban el Rosario y cantaban una pequeña devoción a la Inmaculada Concepción”, escribió la periodista polaca.

El mismo San Juan Pablo II, en una ocasión, dijo que la vida de su padre luego de enviudar “se convirtió más en una vida de oración continua”.

Kindziuk indicó que el padre de San Juan Pablo II también llevó una “vida religiosa cuando en 1938 (...) se mudaron a Cracovia”. “Los domingos ambos iban a la iglesia juntos. Construyeron una verdadera y profunda amistad entre ellos. Fue su padre de quien el Papa recibió el texto de la 'Letanía del Espíritu Santo', que recitó todos los días durante toda su vida de acuerdo con la solicitud de su padre”, señaló.

Finalmente, la periodista afirmó que como dijo el Cardenal Dziwisz, una razón contundente para que Emilia y Karol Wojtyla sean beatificados y canonizados es que “podrían convertirse en “un ejemplo para las familias contemporáneas”.

San Pedro Damián (1007-1072)
benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia
Sermón 42, Segunda para la fiesta de San Bartolomé

«Verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre» (Trad. ©Evangelizo.org)

La gloria de todos los apóstoles es tan indisociable, tan unida por el cemento de tantas gracias, que cuando se celebra la fiesta de uno de ellos es la grandeza común de todos los apóstoles que se quiere hacer recodar a nuestra mirada interior. En efecto, ellos se comparten la misma autoridad de jueces supremos, el mismo rango de dignidad, ellos poseen el mismo poder de atar y de absolver (Mt 19:28; 18:18). Ellos son esas perlas preciosas que san Juan nos dice haber contemplado en el Apocalipsis con las cuales las puertas de la Jerusalén celeste han sido construidas (Ap 21:14. 21)…En efecto, cuando, por medio de los signos o de los milagros los apóstoles irradian la luz divina; ellos abren el acceso de la gloria celestial de Jerusalén a los pueblos que se han convertido a la fe cristiana. Es de ellos que el profeta dice también: « ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes?» (Is 60:8).

Dios eleva el espíritu de sus predicadores a la contemplación de las verdades de arriba de manera que ellos puedan propagar abundantemente la lluvia de la palabra de Dios en nuestros corazones. Es así que ellos beben el agua de la fuente para darnos de beber después. San Bartolomé extrajo plenamente de esa fuente, cuando el Espíritu Santo descendió sobre él como sobre los demás apóstoles bajo la forma de lenguas de fuego (Ac 2:3). Pero tú escuchas hablar de fuego y talvez no ves la relación con el agua. Escucha como el Señor llama agua a este Espíritu Santo que bajó como un fuego sobre los apóstoles. «Si alguien tiene sed, ha dicho, que venga a mí y que beba», y agrega diciendo: «Del que cree en mi- la Escritura lo dice- de su corazón manarán ríos de agua viva», el evangelista explica esto diciendo: «Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él» (Jn 37:39). De los que creen, el salmista dice también: «se sacian con las provisiones de tu casa en el torrente de tus delicias los abrevas, pues en ti está la fuente de la vida». (Sal 35:9-10).

Bartolomé, Santo

Fiesta Litúrgica, 24 de agosto

Apóstol y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I)

Etimológicamente: Bartolomé = hijo de Tolomé” (Bar =hijo. Tolomé = “cultivador y luchador”).. Viene de la lengua hebrea.

Breve Biografía

A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios") Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida.

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret".

Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 ).

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció.

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora.

Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Convertir lo ordinario en extraordinario

Santo Evangelio según San Juan 1, 45-51. Fiesta Litúrgica de San Bartolomé.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor dame la gracia de poder contemplar y transmitir tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José", y nosotros ¿ya nos hemos encontrado con ÉL?, ¿ya hemos hecho un encuentro personal con quien hablaron los profetas?, o todavía sigo esperando el momento, sigo en una espera llena de neblina, llena de oscuridad, porque en ocasiones pude suceder que esperemos una gran manifestación o circunstancias que en realidad no son lo que el Señor espera para encontrase con nosotros.

En la oración, en la Eucaristía, en los sacramentos, está Cristo esperándonos, para tener ese ansiado encuentro con nosotros, de corazón a corazón, es allí donde podemos encontrarlo y podemos experimentar su amor misericordioso.

Pidamos al Señor que nos de la gracia, como a Natanael, de poder decir, "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel", para que Cristo sea el Rey y Señor de nuestras vidas y que en nuestra vida ordinaria, en el trabajo, en el estudio, en donde sea que nos encontremos, sea Él el centro y el criterio de nuestra vida y de ese modo poder convertir todos nuestros quehaceres de la vida ordinaria en extraordinarios.

Natanael acude a ver a quién dicen que es el mesías, con un poco de escepticismo. Jesús le dice: "Te he visto bajo el árbol de higos". Por lo tanto, siempre Dios ama primero. Lo vemos también en la parábola del hijo pródigo: Cuando el hijo, que había gastado todo su dinero de la herencia del padre en una vida de vicios, vuelve a casa, se da cuenta que el padre lo estaba esperando. Dios siempre es el primero en esperarnos. Siempre antes que nosotros. Y cuando el otro hijo no quiere ir a la fiesta porque no entiende el comportamiento del padre, el papá va a buscarlo. Y así hace Dios con nosotros: siempre es el primero en amarnos. Así podemos ver en el Evangelio, cómo ama Dios: cuando tenemos algo en el corazón y queremos pedir perdón al Señor, es Él quien nos espera para darnos el perdón.

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me esforzaré, sabiendo que el Espíritu Santo me dará su gracia, para hacer con esmero y dedicación todas mis actividades, especialmente las espirituales y apostólicas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Bartolomé, el hombre que se entusiasmó por Cristo

Si dejas a Dios de veras entrar en tu corazón, todo lo que anhelabas, esperabas, deseabas, se convertirá en realidad.

Vamos a contemplar en la figura del Apóstol Bartolomé el entusiasmo por Cristo de un hombre que poco antes, ante las palabras de Felipe, había dicho: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?

San Juan nos trasmite una historia bellísima en el relato de la vocación de los primeros discípulos (Jn 1, 45-51). Felipe, a quien poco antes el Señor había llamado a su seguimiento, se encuentra con Natanael y le dice lleno de gozo:  Aquel de quien, escribió Moisés en la ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. El bueno de Natanael le responde con un cierto aire de desconfianza: ¿De Nazaret puede haber cosa buena?. Poco después tras el encuentro de Jesús y Natanael, éste último exclama con ilusión y fuera de sí: "Rabbi, tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel", y todo porque el Maestro le había dicho que lo había visto debajo de la higuera. Parece una escena surrealista, pero encierra una gran verdad, que vamos a comentar.

¿De Nazaret puede haber cosa buena? (Jn 1,46). Natanael, tal vez acostumbrado ya a tantos falsos mesías que habían salido como estrellas fugaces en la historia del pueblo de Israel, se extraña de aquellas palabras tan encendidas de Felipe en las que le comunica que un tal Jesús, de Nazaret, hijo de José, es el anunciado por Moisés y los profetas. No es rara esta experiencia para el hombre de hoy y de siempre, que lo ha esperado todo de todo y de todos y casi siempre se ha visto a sí mismo sorprendido por la inconsistencia de las cosas. Por eso, Natanael se sorprende y responde con esa pregunta: ¿De Nazaret puede haber cosa buena?.

Este tipo de repuestas se encuentran en los labios de muchos hombres de hoy a propósito de cualquier nueva proposición de dicha ofrecida por la sociedad o por un amigo. La desilusión y la desconfianza se han instalado en ese corazón ya un poco seco y pasota del hombre moderno.

"Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel" (Jn 1,49). Después de que Felipe le invite a acercarse a Cristo y de que Cristo hable de su honradez y rectitud, son esas palabras de Cristo: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi", (Jn 1,48), las que mueven de una forma terrible el interior de Natanael y en un grito de admiración y de reconocimiento llama a Jesús "Hijo de Dios".

Para Natanael, tal vez un inquieto rabino o estudioso de las Escrituras, de repente la vida se ha iluminado con la presencia de aquel hombre que le ha presentado su amigo Felipe. En él ha encontrado de repente y de golpe a quien buscaba y lo que buscaba en una armoniosa síntesis. Es como si una vida ya al borde del desencanto se encontrara de repente con esa verdad que lo explica todo y llena de paz y felicidad el corazón. Todavía no sabe cómo, pero Natanael intuye que aquel hombre va a colmar todas sus expectativas.

"Has de ver cosas mayores" (Jn 1,50). Jesús le anuncia que aquella primera experiencia se va a multiplicar. Es como si le dijese: si dejas a Dios de veras entrar en tu corazón, todo lo que anhelabas, esperabas, deseabas, se convertirá en realidad. Y es que Dios es mucho más de lo que el hombre puede imaginarse. En realidad la felicidad que el hombre busca no es nada al lado de lo que Dios le ofrece. Dios siempre supera toda expectativa, todo deseo, toda esperanza. Natanael, el desconfiado, de repente ha quedado cogido por Cristo y un sentimiento de entusiasmo se apodera de él. En adelante será un don, una gracia, un privilegio servir a aquel Maestro que ya le había visto cuando estaba debajo de la higuera.

Si nosotros dejáramos a Dios entrar en nuestro corazón a fondo, si nosotros hiciéramos una experiencia auténtica de Dios, si nosotros nos liberáramos del miedo a abrir las puertas del corazón a Dios, también diríamos, llenos de entusiasmo y gozo, "Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios".

Este Apóstol, con su admiración por Cristo, nos puede enseñar a nosotros, hombres de hoy, una serie de actitudes muy necesarias frente a las cosas de Dios, pues a lo mejor es posible que nuestra vida espiritual y religiosa esté impregnada de modos fríos, racionalistas, calculadores, lejanos todos ellos de ese talante alegre, cordial y humano que debe caracterizarnos como hijos de Dios. Hay que decir que a veces el debilitamiento en la fe de muchos hermanos nuestros ha sido culpa de no ver en la religión a una persona, sino sólo un conjunto de principios y normas. Si nuestra religión no es Cristo, si el porqué de nuestra fidelidad no es su Persona, si en cada mandamiento no vemos el rostro de Jesús, la religión terminará agobiándonos, porque se convertirá en un montón de deberes, sin relación a Aquél a quien nosotros queremos servir. Vamos, pues, a exponer algunas de las características que deben brillar en la vivencia de nuestra fe y de nuestros deberes religiosos.

Si Cristo, don de Dios al mundo, es lo mejor para el hombre, entonces es imposible no vivir con gozo y alegría profunda la fe, es decir, la relación personal del hombre con Dios. Muchas veces los cristianos con nuestro estilo de vivir la fe, marcado por la tristeza, la indiferencia, el cansancio, estamos demostrando a quienes buscan en nosotros un signo de vida una profunda contradicción. El cristianismo es la religión de la alegría y no puede producir hombres insatisfechos. Al revés, la religión vivida de veras, como fe en Jesucristo, confiere al hombre plenitud, gozo, ilusión. Frente a todas las propuestas de felicidad, que terminan con el hombre en la desesperación, Cristo es la respuesta verdadera que no sólo no engaña sino que colma mucho más de lo esperado. Esta certeza debe reflejarse en nuestro rostro, rostro de resucitados, rostro de hombres salvados.

Si Cristo está vivo y es Hijo de Dios, mi relación con él tiene que ser mucho más personal, cercana e íntima. Tal vez ha faltado en muchas educaciones religiosas ese acercamiento humano a la figura de Cristo, un acercamiento que nos permite establecer con él una relación más cordial y sincera, como la que se tiene con un amigo. Es fácil comprender por qué con frecuencia la vida de oración de muchos creyentes es árida, seca, distraída. No se entra en contacto con la Persona, sino sólo tal vez con una idea de Dios, aun dentro del respeto y de la veneración. De ahí el peligro para muchos hombres de racionalizar la misma oración, convirtiéndola en reflexión religiosa, pero no en experiencia de Dios. Lógicamente la fe se empobrece mucho así. Y no debe ser así. La fe ha de ser vivida como experiencia personal de Cristo, y por tanto en un clima de cordialidad y de cercanía.

Si Cristo es, en fin, la esperanza del mundo, de la que hablaron Moisés y los profetas, entonces hay que vivir en la práctica la fe con seguridad y convencimiento. Podemos dar la impresión los cristianos de que creemos en Cristo, pero no lo suficiente como para abandonar otros caminos de felicidad al margen de él, de su Evangelio, de su Persona. Y esto en la vida se convierte en una contradicción práctica. Aparentamos tener lo mejor, pero nos cuidamos las espaldas teniendo reemplazos. Es como si afirmáramos que tal vez la fe en Cristo no es del todo segura y cierta, que tal vez él nos puede fallar. El mundo necesita de nosotros hoy la certeza de nuestra fe, una certeza que nos lleve a quemar los barcos, porque ya no los necesitamos, seguros como estamos de que hemos elegido la mejor parte.

Conclusión. Cómo se necesita en estos momentos en nuestra vida de cristianos y creyentes estas características en nuestra relación con Dios: un estilo de fe lleno de gozo y de entusiasmo, una relación con Dios cercana y cordial, una certeza absoluta de Dios como lo mejor para el hombre de hoy. En esta sociedad en que por desgracia la fe se ha convertido en una carga, hacen falta testigos vivos de un Evangelio moderno y verdadero. En este mundo en que falta alegría en muchos cristianos que viven un poco a la fuerza su fe, hacen falta rostros alegres porque saben vivir su religión en la libertad. Y en este peregrinar hacia la eternidad en el que muchos creyentes miran hacia atrás acordándose de lo que dejan, hacen falta hombres que caminen con seguridad y certeza, sin volver los ojos atrás, hacia el futuro que Dios nos promete.

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Hoy celebramos a san Bartolomé, apóstol Fue uno de los doce apóstoles. Permaneció con los demás después de la Ascensión de Jesús a los cielos.

¿Deben aceptar los católicos cualquier revelación privada?

A lo largo de la historia muchos santos han vivido experiencias místicas y algunos han asistido a apariciones marianas. Es el caso de san Francisco de Asís, el Padre Pío o Santa Faustina y de apariciones en lugares como Fátima, Guadalupe y Walsingham.

En ellas, los santos han tenido iluminaciones y visiones o la Virgen María les ha explicado algún elemento de la vida cristiana.

La pregunta es, ¿cómo deben valorar los católicos estas experiencias místicas?

La doctrina católica explica que Dios se ha dado a conocer con dos tipos de revelaciones: las revelaciones públicas y las revelaciones privadas.

¿QUÉ ES LA REVELACIÓN PÚBLICA?

La idea central es que todo lo que Dios ha querido revelar sobre Sí mismo está en el Evangelio y en la Tradición transmitida por sus apóstoles. 

“Dios se ha dado a conocer a toda la Iglesia en Jesucristo, porque en Jesucristo vemos quién es Dios. Jesús decía: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Jesús es la plenitud de la Revelación, y esto es lo que los apóstoles transmitieron a la Iglesia. No es algo privado o reservado a unos pocos. Todos han recibido la totalidad de la revelación, aunque no todos lo entienden completamente, y ahí es donde entra en juego la Teología”.

DAVID KOONCE LC
Pontificio Ateneo Regina Apostolorum

Las revelaciones esenciales están en la Biblia y en la Tradición de la Iglesia. Así que las revelaciones “privadas”, en realidad, no añaden nada nuevo.

¿QUÉ ES UNA REVELACIÓN PRIVADA?

Las revelaciones privadas son visiones y apariciones de la Virgen que han tenido lugar después del Nuevo Testamento. 

“Tenemos muchísimos santos que tienen revelaciones, apariciones. Pueden estar dirigidas a una familia, a una parroquia, a una diócesis o a un lugar concreto y tenemos también los santuarios locales. Pero puede ser también para el mundo entero como las de Fátima o Lourdes, que son mensajes dirigidos a todo el mundo”.

STEFANO CECCHIN OFM
Universidad Pontificia Antonianum

Ejemplos de revelaciones privadas son las apariciones de la Virgen en Fátima o los escritos de Santa Faustina sobre la Divina Misericordia.

¿DEBEN ACEPTAR LOS CATÓLICOS CUALQUIER REVELACIÓN PRIVADA?

La Iglesia católica indica que la misión de las revelaciones privadas no es otra Revelación de Cristo, sino una ayuda para vivir la fe más plenamente en cada momento de la historia. Una revelación privada contribuye a fortalecer la fe en determinadas circunstancias. 

“Las revelaciones privadas no añaden nada nuevo al depósito de la fe. Dirigen nuestra atención hacia algo que merece la pena recordar, o sobre lo que reflexionar, para asimilarlo y ponerlo en práctica. Así que nadie está obligado a creer en el contenido de una revelación privada”.

DAVID KOONCE LC
Pontificio Ateneo Regina Apostolorum

“A mí no me gustan mucho algunas personas, no todas, pero algunas personas que conocen todo aquello que la Virgen ha dicho en Fátima y en Medjugorje o en otros lugares, pero no conocen el Evangelio. Este es el problema. La salvación nosotros la recibimos por medio de la Palabra de Dios y los sacramentos de la Iglesia”. 

STEFANO CECCHIN OFM
Pontificia Universidad Antonianum

En definitiva, aunque las experiencias místicas aprobadas y las apariciones marianas tienen un lugar especial en la Iglesia, el católico no está obligado a aceptarlas.

Sirven para acercar a las personas a lo que Dios ya compartió en la Biblia y a lo que entregó a los católicos con los Sacramentos.

"EL FIN DE LA LEY DEL CELIBATO ES ALGO PRÓXIMO. ¿CINCO, DIEZ AÑOS?"
La pederastia, bomba contra el celibato clerical

"El Papa junta en un mismo saco los abusos sexuales y los abusos de poder"

Josemari Lorenzo Amelibia, 24 de agosto de 2018 a las 12:36

Celibato

El clericalismo va a desaparecer a medio plazo. Y lo que cohesiona al clericalismo es el celibato

(Josemari Lorenzo Amelibia).- La bomba de la pederastia abolirá en breve la ley del celibato sacerdotal. Ha sido el duro descubrimiento de Pensilvania, el ejército de curas apestados por este execrable vicio a lo largo de setenta años: 300 curas y 1000 víctimas. El papa ha detectado de inmediato esta tremenda explosión, y la respuesta no se ha hecho esperar. Es la primera vez que Francisco escribe a los mil doscientos millones de fieles de todas las naciones sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Y esta carta, en pocas horas, ha dado la vuelta al mundo.

Francisco afirma que "decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo". Por eso, con el fino olfato eclesial que me da la experiencia en estos temas, barrunto, sin mucho temor a equivocarme, que el Pontífice tiene ya la idea de ir eliminando el clericalismo, y el celibato que lo alimenta.

A poco que profundicemos en la carta del Papa nos damos cuenta de la enorme trascendencia de sus afirmaciones. El clericalismo va a desaparecer a medio plazo. Y lo que cohesiona al clericalismo es el celibato. Los días del celibato obligatorio están contados. Podemos pensar que a medio plazo desaparece esta ley, verdadero tormento de cuantos la sufren, fuera de un colectivo más o menos numeroso de santos que la llevan con elegancia.

Y sigue arremetiendo el Pontífice contra el clericalismo: "Esto se manifiesta con claridad en una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia - tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia - como es el clericalismo, esa actitud que 'no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente'". Nadie sino el Papa se hubiera atrevido a hablar así. Junta en un mismo saco los abusos sexuales, los abusos de poder y los abusos de dominar las conciencias.

"El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los seglares, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos". Y podíamos mencionar aquí a los grupos de curas que se arriman a su obispo para que pueda disponer de sus personas y ascender en el escalafón clerical unos peldaños.

"Mirando hacia el futuro - dice el Papa - nunca será poco todo lo que se hagapara generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse". Y dentro de esa cultura está el desligar, quitar la unión, entre sacerdocio y celibato. Ahora ya no van a tardar medio siglo, ni veinte años en hacer desaparecer esta unión. Ahora, el tiempo apremia. Y los clérigos de mediana edad van a conocer el final de esta ley tan poco agraciada que ha sido tormento para unos, escándalo para otros, y para un número más reducido sublime encuentro con Jesús. Ellos continuarán, porque el celibato será libre, como libre es la persona, como libre fue nuestro Salvador.

"Conjuntamente con esos esfuerzos, es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos". En eso estamos, Santo Padre, y que Dios le dé fuerza para convencer al número reducido de monseñores que se le oponen.

En fin, la abolición de la ley del celibato es algo próximo, ¿cinco? ¿diez años? Los ojos de la jerarquía lo están viendo, y dentro de pocos días, en el Sínodo de octubre comprobaremos los primeros resultados.

Fruto ponzoñoso e indirecto de esta ley ha sido el descubrimiento de la abundancia de pederastia clerical. A muchos ha arrastrado este vicio inicuo porque era antaño más fácil la pederastia, contra el menor o la menor de edad, que la sexualidad madura hombre - mujer. La bomba ha caído contra la ley celibataria. Ahora queda por parte de nuestra jerarquía ir preparando una normativa totalmente evangélica sobre el celibato como opción, pero no sin vuelta atrás, célibes libres cuando eligen estado de virginidad, y libres también para cambiar en cualquier momento. Como en tiempo de San Pablo: se comprometían a la virginidad, pero sin problema podían casarse, si cambiaban de opinión.

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