Les confía sus bienes
- 01 Septiembre 2018
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¿En qué debería centrar mi atención cuando rezo el Rosario?
Tu atención debe estar centrada en Dios. A continuación te damos algunos consejos para concentrarte mejor en el rezo del Rosario.
Por: Dan Burke | Fuente: La-oracion.com
Pregunta: Estimado Dan, yo tenía el hábito de rezar el rosario a diario, pero últimamente me he sentido frustrado al rezarlo. Me siento muy confundido porque no sé en qué debería concentrarme al hacer esta oración. Por ejemplo al rezar un Ave María, medito el dolor de Cristo en la flagelación y el grandísimo amor que a través de eso nos expresa. Sin embargo, mientras hacía esto, no estaba poniendo atención a las palabras del Ave María o pidiéndole a la Virgen que «ruegue por nosotros pecadores».
Respuesta:
Querido amigo, qué buena pregunta. La respuesta es sencilla: tu atención debe estar centrada en Dios. Te invito a repasar lo que dice el Catecismo al hablar de la oración vocal (n. 2700):
Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel a quien hablamos en la oración: «Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas».
Si tu corazón de alguna manera está enfocado o se siente atraído hacia Dios, estás caminando en la dirección correcta. Para ser mas específico, en cuanto al Rosario te recomiendo leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II en la que entre otras cosas escribió:
«María propone continuamente a los creyentes los "misterios" de su Hijo, con el deseo que sean contemplados, para que puedan derramar todas su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María».
Por eso, cuando rezamos el Rosario, lo rezamos con María y a través de los ojos de María, centrando nuestra atención, al igual que ella, en Jesús mismo
Nuestra primera tarea al rezar el Rosario es unirnos a María en cada escena (misterio) que se presenta. Al hacerlo, le pedimos su ayuda y sus oraciones mientras contemplamos a Cristo. Para traer esta realidad más cerca de nuestro corazón, podemos imaginarnos que estamos de pie al lado de María. Los dos miramos a Cristo en su agonía en el huerto. Le susurramos a nuestra Madre que ruegue por nosotros mientras consideramos lo que Cristo sufre. Le repetimos nuestra petición mientras los dos continuamos penetrando más profundamente el misterio.
Principios para mantener la paz
Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:
Las distracciones son normales:Nuestro trabajo consiste en rechazar la distracción de manera apacible, ejercitando nuestra voluntad, y regresar nuestra atención a Dios. Si pasamos todo nuestro tiempo de oración volviéndonos hacia Él, la hemos hecho bien.
Cristo es la clave:Cada vez que nuestros corazones se sientan atraídos hacia Cristo, debemos procurar dejarnos atraer. Algunas veces, debemos seguir esta atracción hasta la contemplación silenciosa en la que dejamos de lado la oración vocal o discursiva para simplemente contemplarlo a Él. Si no estamos obligados por algún compromiso religioso a rezar oraciones de alguna forma específica, tenemos la libertad de dejar estas oraciones formales, una vez que ellas nos han llevado a la verdadera razón y al más alto objetivo de nuestro esfuerzo en la oración: adorarlo a Él.
Al final, lo importante es que tu alma descanse en Él y en la obra que Él realiza en ti. Sí, debes esforzarte en aumentar tu devoción y atención a Él en la oración. Sin embargo, cuando nuestros corazones fervientes se topan con la frustración, es buena señal que el enfoque en nuestra oración está mal encaminado.
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"Que el Papa haya decidido no responder no significa que el resto del Pueblo de Dios no lo haga"
La falsedad de las acusaciones están cayendo por su propio peso sólo con contrastar mínimamente la realidad (bendita hemeroteca), y los acusadores están tan desacreditados que sólo les sostiene una huida hacia adelante
Los obispos argentinos lo han definido a la perfección: el Papa Francisco "sufre un ataque despiadado en el que confluyen distintos y mezquinos intereses mundanos. Compartimos sus dolores y esperanzas". Desde Religión Digital, conscientes de la importancia de este Papado para el presente y el futuro de la Iglesia y la sociedad, queremos renovar nuestro total apoyo al Pontífice en estos momentos. Son pocos, muy pocos, pero muy bien organizados. Trabajan desde las sombras para destruir todo cuanto encuentran a su paso. Los 'falsos profetas de desventuras', como ya los definiera Juan XXIII, se lanzan ahora en un feroz ataque contra el Papa Francisco, un ataque vilmente orquestado y repleto de mentiras y una absoluta falta de caridad evangélica.
Es natural que Francisco haya anunciado que no va a decir ni una sola palabra, y que la traición de Viganò -alimentada por la ultraderecha neocon de Estados Unidos, Italia y España, y sus terminales mediáticas y digitales-, le haya provocado dolor y cierta amargura. La falsedad de las acusaciones están cayendo por su propio peso sólo con contrastar mínimamente la realidad (bendita hemeroteca), y los acusadores están tan desacreditados que sólo les sostiene una huida hacia adelante.
Sin embargo, que el Papa haya decidido no responder no significa que el resto del Pueblo de Dios no lo haga. Episcopados de todo el mundo están lanzando sus apoyos en bloque a Francisco, y los principales comunicadores están realizando un ejemplar trabajo de afirmación de la verdad frente a lo que no es más que una muestra de libro de cómo fabricar 'fake news'.
Desde Religión Digital queremos renovar nuestro total apoyo a Francisco, y por ello consideramos oportuno relanzar la campaña Pro-Francisco. Son miles las instituciones, y millones los católicos que, desde esta plataforma, ya han mostrado su apoyo al Santo Padre. Queremos reafirmarlo ahora, en un momento (que pasará, estamos convencidos) en que los más oscuros sectores de la vieja guardia golpean con saña, pero sin efecto, la barca de Pedro.
Papa Francisco: Tolerancia cero frente a los abusos
VER
Lo que faltaba: “¡Fuego amigo!” Un arzobispo italiano, ya jubilado, ex-Nuncio en los Estados Unidos, violando gravemente su obligación, por respeto a las personas, de mantener informaciones en secreto, sugiere que el Papa Francisco debería renunciar, por haber tolerado las graves fallas de un ex-cardenal norteamericano. Esto va a ser usado por descreídos y por desconfiados hacia el Papa, para ahondar motivos de perderle credibilidad a él y a la Iglesia.
No tengo bases para afirmar que el denunciante miente; pero estoy plenamente seguro de que el Papa Francisco no exculpó al acusado, sino que quiso tener más seguridad, más datos perentorios, más testimonios contra el delincuente. Cuando los tuvo, lo suspendió de toda actividad ministerial y le quitó el cardenalato. Es de justicia proceder de esta manera.
Recuerdo un caso que debí atender. Me llegaban rumores de que un sacerdote estaba faltando gravemente al celibato, conviviendo con una mujer, pero no tenía pruebas seguras. No era un caso de pederastia. Le llamé en dos o tres ocasiones, para hacerle ver las denuncias que había en su contra. Siempre negaba lo que le achacaban. Yo no podía proceder en su contra, mientras no tuviera pruebas fehacientes, pues podría cometerle una injusticia, ya que se podría tratar de calumnia. Llegó el día en que tuve pruebas, irrefutables y comprobables, y le suspendí de inmediato. Aún así, me amenazó con hacerme un juicio eclesiástico, alegando razones improcedentes. Yo quería destruir las pruebas, que eran vergonzosas; pero las conservamos por lo que se pudiera necesitar. Algunos me criticaron por esta decisión, pues no conocían las pruebas, y por respeto a él yo no debía mostrarlas a todo público. Es muy complicado proceder con justicia y con verdad, cuando está en juego una persona, cuyos derechos hay que cuidar y respetar.
En los motivos que tuvo el ex–Nuncio para hacer esta denuncia, se puede percibir la oposición que ha encontrado el Papa Francisco en algunos ambientes clericales, incluso de altos rangos, que no aceptan la reforma integral que él está proponiendo. No quieren dejar la vida principesca que han llevado; no aceptan la vida sencilla y austera del Papa; no toleran que hable tanto de la opción por los pobres y que la viva, ni que defienda tanto a los migrantes y a las mujeres. Le achacan errores doctrinales e imprudencias pastorales, porque su estilo les choca, les parece populista y casi comunista. Hay ambientes, sobre todo en Europa y Estados Unidos, que no toleran el nuevo modo de ser Iglesia que alienta, más cercana al pueblo, más comprometida y misericordiosa con los pobres, más preocupada por la ecología y por el ecumenismo; todo ello en base a una fidelidad profunda al Evangelio de Jesucristo. Ya quisieran que se terminara este papado y que llegara otro más acorde a lo que el Papa Francisco ha calificado como “un cierto estilo católico propio del pasado” (EG 94).
PENSAR
Las denuncias reiteradas que el Papa Francisco acaba de hacer en Dublín, Irlanda, con ocasión del Encuentro Mundial de la Familia, nos demuestran que está dispuesto a proceder con “tolerancia cero” ante los abusos clericales. Entre otras cosas, dijo: “No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos. El fracaso de las autoridades eclesiásticas —obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros— al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos. Mi predecesor, el Papa Benedicto, no escatimó palabras para reconocer la gravedad de la situación y solicitar que fueran tomadas medidas «verdaderamente evangélicas, justas y eficaces» en respuesta a esta traición de confianza. Su intervención franca y decidida sirve todavía hoy de incentivo a los esfuerzos de las autoridades eclesiales para remediar los errores pasados y adoptar normas severas, para asegurarse de que no vuelvan a suceder. Más recientemente en una Carta al Pueblo de Dios he renovado el compromiso, más aún, un mayor compromiso para eliminar este flagelo en la Iglesia” (25-VIII-2018).
Este es su compromiso y estoy seguro de que ha procurado ser fiel y coherente. Lo ha remarcado en la audiencia general de esta semana: “Mi visita a Irlanda tenía que hacerse cargo del dolor y la amargura por los sufrimientos causados en el país por los varios tipos de abuso, también por parte de miembros de la Iglesia, y por el hecho de que las autoridades eclesiásticas del pasado no hayan sabido afrontar de manera adecuada estos crímenes. El encuentro con los sobrevivientes ha dejado un signo profundo, y en varias ocasiones he pedido perdón al Señor por estos pecados, por el escándalo y el sentido de traición causados. He pedido a la Virgen que interceda por la curación de las víctimas y nos dé la fuerza de proseguir con firmeza la verdad y la justicia” (29-VIII-2018).
ACTUAR
Oremos al Espíritu Santo, para que conceda al Papa discernimiento y fortaleza para afrontar el momento que estamos viviendo. No nos dejemos apabullar por comentarios que insistan en debilitar la credibilidad hacia la Iglesia y el Papa.
Mantengamos nuestra confianza en que Dios lo puso precisamente para enderezar muchas cosas que deben vivirse con más fidelidad al Evangelio. ¡Cuenta con nuestro apoyo y nuestra confianza!
San Gil (Egidio)
Celebrado el 1 de septiembre
San Egidio o Gil, abad
La leyenda de san Gil (Aegidius), una de las más famosas en la Edad Media, procede de una biografía escrita en el siglo X. De acuerdo con aquel escrito, Gil era ateniense por nacimiento. Durante los primeros años de su juventud, devolvió la salud a un mendigo enfermo, en virtud de haberle cedido su capa, tal como había sucedido con san Martín. Gil despreciaba los bienes temporales y detestaba el aplauso y las alabanzas de los hombres, que llovieron sobre él, tras la muerte de sus padres, debido a la prodigalidad con que daba limosnas y los milagros que se le atribuían. Para escapar, se embarcó hacia el Occidente, llegó a Marsella y, luego de pasar dos años en Arles, junto a san Cesareo, se construyó una ermita en mitad de un bosque, cerca de la desembocadura del Ródano. En aquella soledad se alimentaba con la leche de una cierva que acudía con frecuencia y se dejaba ordeñar mansamente por el ermitaño. Cierto día, Flavio, el rey de los godos, que andaba de cacería, persiguió a la cierva y le azuzó a los perros, hasta que el animal fue a refugiarse junto a Gil, quien la ocultó en una cueva, y la partida de caza pasó de largo frente a ella, incluso los perros, que parecían haber perdido el olfato. Al día siguiente, se reanudó la cacería y la cierva fue nuevamente descubierta y perseguida hasta la cueva donde la ocultó el ermitaño y donde se volvía invulnerable. Al tercer día, el rey Flavio llevó consigo a un obispo para que presenciara el suceso y tratase de explicarle el extraño proceder de sus perros. En aquella tercera ocasión, uno de los arqueros del rey disparó una flecha al azar, a través de la maleza que cubría la entrada de la cueva. Cuando los cazadores se abrieron paso hasta la caverna, encontraron a Gil herido por la flecha y a la cierva echada a sus pies. Flavio y el obispo instaron al ermitaño para que diera cuenta de su presencia en aquellos parajes.
Gil les relató su historia y, al escucharla, tanto el monarca como el prelado le pidieron perdón por haber alterado la paz de su soledad y el rey impartió órdenes para que fuesen en busca de un médico que le curase la herida de la flecha, pero san Gil rehusó aceptar la visita del doctor, no quiso tomar ninguno de los regalos que le presentaron los de la partida real y rogó a todos que le dejasen tranquilo en su solitario retiro.
El rey Flavio hizo frecuentes visitas a san Gil, y éste acabó por solicitar al monarca que dedicase todas las limosnas y beneficios que le ofrecía, a la fundación de un monasterio. Flavio se comprometió a hacerlo, a condición de que Gil fuese el primer abad. A su debido tiempo, el monasterio se levantó cerca de la cueva del ermitaño, se agrupó una comunidad en torno a Gil, y muy pronto la reputación de los nuevos monjes y de su abad llegó al oído de Carlos, rey de Francia (a quien los trovadores medievales identificaron con Carlomangno, aunque resulta anacrónico). La corte mandó traer a san Gil a Orléans, donde se entretuvo largamente con el rey en profunda charla sobre asuntos espirituales. Sin embargo, en el curso de aquellas conversaciones, el monarca calló una gravísima culpa que había cometido y le pesaba sobre la conciencia... «el domingo siguiente, cuando el ermitaño oficiaba la misa y, según la costumbre oraba especialmente por el rey durante el canon, apareció un ángel del Señor que depositó sobre el altar un rollo de pergamino donde estaba escrito el pecado que el monarca había cometido. En el pergamino se advertía también que aquella culpa sería perdonada por la intercesión de Gil, siempre y cuando el rey hiciese penitencia y se comprometiese a no volver a cometerla ... Al terminar la misa, Gil entregó el rollo de pergamino al monarca, quien, al leerlo, cayó de rodillas ante el santo y le suplicó que intercediera por él ante Dios.
A continuación, el buen ermitaño se puso en oración para encomendar al Señor el alma del monarca y a éste le recomendó, con dulzura, que se abstuviese de cometer la misma culpa en el futuro». Después de aquella temporada en la corte, san Gil regresó a su monasterio y, al poco tiempo, partió a Roma para encomendar sus monjes a la Santa Sede. El Papa concedió innumerables privilegios a la comunidad, y al monasterio le hizo el donativo de dos portones de cedro tallados con primor. A fin de poner a prueba su confianza en Dios, san Gil mandó arrojar aquellas dos puertas a las aguas del Tiber, se embarcó en ellas y, con viento propicio, navegaron por el Mediterráneo hasta las costas de Francia. Recibió una advertencia celestial sobre la proximidad de su muerte y en la fecha vaticinada, un domingo l de septiembre, «dejó este mundo, que se entristeció por la ausencia corporal de Gil, pero en cambio, llenó de alegría los Cielos por su feliz arribo».
Este relato sobre san Gil y otros que circularon durante la Edad Media y que son nuestras únicas fuentes de información resultan completamente indignos de confianza. Es evidente que algunos de sus pormenores son contradictorios y anacrónicos; además, la leyenda está asociada con ciertas bulas pontificias que, como ahora se sabe, fueron fraguadas para servir a los intereses del monasterio de San Gil, en Provenza. Lo más que se puede saber sobre el santo es que debe haber sido un ermitaño o un monje que vivió cerca de la desembocadura del Ródano, en el siglo sexto u octavo, y que el famoso monasterio que lleva su nombre afirma poseer sus reliquias. La historia de la cierva se relaciona con varios santos, de entre los cuales san Gil es el más famoso y, durante muchos siglos, uno de los más populares. Se le nombra entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de Europa.
En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Juan Lydgate, un monje poeta de Bury, le invocaba así en el siglo quince:
Gil, santo protector de pobres y lisiados, consuelo de los enfermos en su mala suerte, refugio y escudo de los necesitados, patrocinio de los que miran a la muerte.
Por ti, los moribundos vuelven a la vida.
El texto en latín sobre la vida de San Gil, se encuentra en Acta Sanctorum, septiembre, vol. I, y una versión semejante, en Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp. 103-120. También hay una biografía de versos rimados y una adaptación al francés antiguo. Para estas últimas, consultar el cuidadoso estudio de la Srta. E. C. Jones, Saint Gilles (1914). En cuanto a las tradiciones populares reunidas en torno a san Gil, véase a Bächtold- Stäubli en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. I, pp. 212 y ss.; sobre el tratamiento del tema en el arte, véase a Künstle en Ikonographie, vol. II, pp. 32-34; el emblema distintivo del santo, naturalmente, es una cierva con una flecha clavada.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Santo Evangelio según San Mateo 25, 14-30. Sábado XXI de Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sé que esperas mucho de mí, que esperas una respuesta, que esperas que te siga, que aproveche al máximo todos los dones que Tú me has dado, pero soy muy débil y no me siento capaz, ayúdame Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado'. Su señor le dijo: 'Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: 'Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado'. Su señor le dijo: 'Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: 'Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo'.
señor le respondió: 'Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación' ".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchísimas veces hemos escuchado este Evangelio y pudiese sonarnos hoy también como cliché, pero el Evangelio siempre es nuevo, siempre es más grande de aquello a lo que me siento llamado, y este Evangelio es la prueba.
Recuerdo a un niño que estaba tembloroso pues le habían dejado un huevo de gallina crudo como proyecto escolar, para saber cuidarlo; él se sentía todo un padre, un súper héroe para su "hijo" prototipo. Pasó la jornada de escuela, la comida y la tarde de tareas; pero cuando comenzó a jugar futbol lo dejó sólo. Por desgracia su hermano no conocía el proyecto y convirtió a su "sobrino prototipo" en una rica cena. Triste, el niño llega a su escuela con el huevo quebrado, peor que volver sólo con el talento, este niño regresó sin talento…
Continúen la historia como quieran, pero al final Jesús no nos exige tener de vuelta el talento, Jesús nos pide invertirlo, manejarlo, buscar realmente dar más; convertir el talento en una nota mucho más alta de la que nos podemos imaginar, que por más que nos desgastemos con ese talento, el más mínimo don que podamos retribuir al Señor, se convertirá en un tesoro mucho más grande de lo que el talento solo pudo haber hecho. Ese talento necesita de ti.
Gastar los talentos propios, las energías y el propio tiempo solo para cuidarse, custodiarse y realizarse a sí mismos conduce en realidad a perderse, o sea, a una experiencia triste y estéril. En cambio, vivamos para el Señor y asentemos nuestra vida sobre su amor, como hizo Jesús: podremos saborear la alegría auténtica y nuestra vida no será estéril, será fecunda.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Aprovechar del mejor modo posible el don que el Señor me quiere dar y saberlo entregar a los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
No es lo mismo estar en redes sociales que evangelizar en ellas
8 tips para ir revisando cómo es nuestra vida pastoral, tanto personal como comunitaria, en Internet
Es innegable, todos tenemos perfiles de redes sociales,y cuando digo todos me refiero no solo a personas naturales como tú y yo, sino que aquí incluyo cualquier tipo de iniciativa colectiva. Hasta el grupo más sencillo y humilde tiene un perfil en alguna red social para mostrar las actividades que realiza. Nuestras parroquias, comunidades y movimientos no se quedan atrás en la misión particular de evangelizar en redes sociales, pero esta necesita ser tomada en serio.
«Todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración. (…) Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» (Papa Francisco).
Los invito a que, con sinceridad, hagamos una distinción: una cosa es tener un perfil en alguna red social (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, etc) y otra cosa muy distinta es evangelizar en ella. Estar presente en algo no es sinónimo de formar parte de ese algo. Si no, cualquiera que se compra zapatillas es deportista o cualquiera que tiene un lápiz y un cuaderno es escritor. Hecha esta salvedad, no todo es malo e infructuoso, pues queda demostrado un sincero esfuerzo de buscar espacios para anunciar la buena noticia y para compartir la alegría de creer en Jesús.
La intención de este post es ofrecerles algunas luces para un mejor uso de los recursos de evangelización, pues a veces caemos en errores inconscientes, el mayor de ellos: pensar que las redes sociales funcionan igual que el diario mural de la parroquia. Te propongo que juntos vayamos revisando cómo es nuestra vida pastoral, tanto personal como comunitaria, en Internet. Busquemos nuevas formas para comunicar la Buena Nueva y al mismo tiempo miremos con objetividad aquellas prácticas que hacemos pensando en hacer apostolado, pero que no tienen nada que ver con este fin.
1. Estar en las redes sociales no es suficiente para evangelizar en las redes sociales
Para evangelizar lo principal es que comuniquemos "La Buena Noticia". Compartir la Buena Noticia de que, a pesar de nuestro pecado, Dios nos ama, nos reconcilia con Él a través de Jesús y este nos da la Vida Eterna. Lo más importante no solo es transmitir el mensaje, sino cuidar la forma en que lo hacemos.
Compartir mensajes de la Iglesia, actividades, fotos de nuestras actividades, argumentos para defender nuestras posturas, música, reflexiones espirituales, invitaciones a eventos, etc. Todo eso, sin duda es importante, pero más importante es preguntarnos: ¿De mis últimas publicaciones, con cuál anuncio Evangelio realmente?, ¿cuál de esas significa un mensaje de amor de parte de Dios para quien la lee?
2. Seamos más que los noticieros de la Iglesia
Muchos de nuestros perfiles, sobre todo los comunitarios, esos de las parroquias y grupos; más que un medio de evangelización, parecen un canal de noticias. Eso es fantástico, pero no es sinónimo de evangelizar.
Basta con visitarlos, para enterarse de todo lo que ocurrirá y ocurrió, verás las últimas actividades del Papa, del Obispo, la más reciente actividad benéfica que se hizo en la parroquia, los lindos retiros, la próxima jornada de formación y así, una lista infinita de las muchas cosas que ocurren en la Iglesia. Si me preguntas, esto es importante, pero lamentablemente solo lo es para aquellos que formamos parte del grupo.
Pregúntatelo sinceramente: ¿A alguien que necesita consuelo y esperanza, le servirá de algo saber que el Obispo acaba de confirmar a 120 chiquillos?
3. Qué linda estuvo la actividad a la que no fui... pero, ¿qué más me comunica?
Una cosa es evangelizar, otra es compartir fotos de lo que hacemos, y cuando se trata de "álbumes de 300 fotografías de la ultima Eucaristía mensual para niños", pues tiene poco que ver con evangelizar en Internet y tiene más que ver con dar testimonio de aquello que nuestras comunidades hacen.
Insisto, es maravilloso tener registro de todo eso, sobre todo si mi hijo estaba en esa Misa, pero es incómodo cuando los perfiles en redes sociales hacen eso, pues parece que se trata de una campaña para demostrarnos lo maravillosas, entretenidas y refrescantes que son todas las actividades a las que no voy... Tal vez un tiempo en seleccionar las fotos más conmovedoras y que representen la solemnidad del momento podría comunicar mejor el amor de Dios.
4. Nos acompañamos, nos animamos, hacemos comunidad
Sin duda, este es uno de los "hábitos" más provechosos de la web. De hecho, mucho de lo que hacemos desde Catholic-link es justamente eso: acompañarnos entre hermanos y colaborar con la misión del otro (o por lo menos tratamos).
Pero no solo se trata de compartir conocimientos, contenidos y otras materias teóricas. También hay mucho de acompañamiento real, de conversaciones "uno a uno", de consejos, de preguntas y respuestas. Las redes sociales no solo son un muro donde pegamos informaciones, puede ser también una gran cafetería donde nos podemos sentar solos, en pareja o con un gran montón de amigos. Yo prefiero esto último.
Tan cercanos nos sentimos, que las redes sociales nos permiten sentirnos cerca e incluso establecer amistades, con personas que nunca hemos visto frente a frente. Nos ayuda a conocer más sacerdotes y que estos nos den testimonio de su vocación y sobre todo, nos permiten acompañar a aquellos que más necesitan de esperanza, consuelo y amor. Aprovecha esta oportunidad.
5. Hablamos y no nos ponen atención. Escoge con cautela el momento y el lugar
¿Te ha pasado que compartes la imagen de una actividad o evento y luego de unos días no tiene ni un solo "me gusta"? Sin duda es incómoda esa sensación de haberle hablado al aire sin obtener respuesta. Pero tranquilo, quizás no es problema de tu mensaje, sino que del lugar donde decidiste publicarlo. He visto recordatorios para la reunión de coordinación de agentes pastorales, pero publicados en "Twitter". Seguro cientos de personas lo vieron, es decir, yo lo vi y no tengo nada que ver con esa reunión que no solo se hizo en otra ciudad, sino, en otro país.
Otras veces, vemos personas frustradas porque nadie confirma que "asistirá" a tal o cual evento organizado por el grupo. Difícilmente alguien nuevo irá, si los únicos que ven sus publicaciones son sus amigos de siempre, esos mismos que están organizando la actividad a la que se invita.
¿Quizás para la reunión de coordinación es mejor un grupo de Whatsapp no? Y al mismo tiempo, para que la gente vaya a tu evento, no es tan buena idea poner todas las fichas a un evento en Facebook y esperar a que el salón se llene de gente nueva.
6. Los que confunden WhatsApp con su muro de Facebook
Sin duda "WhatsApp" cambió la forma en que nos comunicamos, sobre todo porque tenemos "grupos" con las personas que forman parte de nuestro trabajo, de nuestros proyectos y por supuesto, los de la Iglesia.
Es lindo cuando el grupo de WhatsApp de "los de la Iglesia" es una instancia para saludarse, desearse un buen día y mantenerse conectados con las vidas de los demás, además de intercambiar mensajes de trabajo pastoral y tareas de cada uno.
Lo incómodo (y que hace que muchos silenciemos los grupos por un año, y ojalá se pudiera hasta la eternidad, hasta la segunda venida de Jesús) es que algunos usan esta red social como su muro de Facebook y envían imágenes, noticias, videos, canciones y un montón de cosas, que, además de dejar nuestros teléfonos sin memoria, hacen que terminemos detestando ese "grupo de WhatsApp" porque al final de cada día tenemos cientos de mensajes por revisar y pocos tienen que ver con el objetivo que tiene ese grupo.
Cuidemos la comunicación dentro de la Iglesia, para que no nos pase que terminamos por ignorar todo lo que nos dicen y que también nos ignoren a nosotros cuando decimos algo.
7. La jornada mundial de las frases "Cliché"
"Ven a vivir nuevas experiencias", "Jesús te espera", "Conocerás nuevos amigos", "Talita Kum, Joven Levántate", "Una experiencia que no olvidarás".... ¿Te suena todo esto? Es como el cuento de Pedrito y el lobo: lo hemos repetido tanto que ha perdido el valor. Yo no digo que sea mentira, pues de verdad Jesús nos espera, pero estas frases están tan utilizadas en nuestros post, afiches, lemas y todo lo que comunicamos, que ya nadie nos cree.
Es probable que logremos captar más la atención si nos detenemos un poco a pensar y le pedimos al Espíritu Santo que nos sople ideas nuevas y frescas para cautivar a más corazones. Comunica tu experiencia de encuentro más que las frases que has escuchado hasta el cansancio.
8. El que busca peleas con todo el mundo... las encuentra
¿Han visto esas publicaciones que incitan a respuestas agresivas? Está demás decir que no hay nada de buena noticia (evangelización) en ello, solo se busca calentar los ánimos.
Es como si estuvieran moviendo los brazos y ajustando los guantes para pelear. Yo incluso pienso que tienen links guardados esperando los comentarios de los que no están de acuerdo, sobre todo si se trata de temas morales. Esas discusiones que no hacen más que alejarnos los unos de los otros y que no solo aleja a los que discuten sino a todos, no tienen ningún sentido.
Es claro que el rol del profeta es anunciar y denunciar, pero al mismo tiempo debe preguntarse antes de publicar algo: ¿edifica, construye, da esperanza, es una Buena Noticia, quien lo lea recibirá algo de parte de Dios? Quizás, aunque sea verdad lo que quiero compartir, no ayude a nadie
EL PAPA CLAMA POR EL RESPETO AL AGUA Y "UNA ALIMENTACIÓN MÁS RESPONSABLE"
Francisco: "Recemos para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino de encuentro"
"El acceso al agua potable y segura es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos"
Redacción, 01 de septiembre de 2018 a las 12:22
El derecho al agua
No podemos permitir que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con mentalidad activa
"Custodiar cada día este bien valioso - el agua - representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador... Recemos para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana", lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación 2018, que se celebra este 1 de septiembre, centrado en el tema del Agua, particularmente en dos aspectos: "El respeto del agua como elemento precioso y el acceso al agua como derecho humano".
En su Mensaje, el Santo Padre recuerda que esta Jornada es un momento oportuno para agradecer al Señor por el don de la casa común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en custodiarla. "Agradezco también - afirma el Pontífice - los numerosos proyectos dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la creación".
De otro lado, el Sucesor de Pedro señala que, debemos reconocer que no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad y que la situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. "Con justa razón - precisa el Papa - ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología»".
#SemanaMundialdelAgua: claves para proteger este "bien primordial" y #DerechoHumano que da #vida -
16:55 - 30 ago. 2018
Agua: claves para proteger el "bien primordial" que da vida - Vatican News
En esta Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, que la Iglesia Católica desde hace algunos años celebra en unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, el Papa Francisco invita a poner la atención sobre la cuestión del agua, un elemento tan sencillo y precioso, cuyo acceso para muchos es lamentablemente difícil si no imposible. "El acceso al agua potable y segura - subraya el Pontífice - es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos".
Este elemento, señala el Papa Francisco, nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes. El cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua; y muchas civilizaciones en la historia han surgido en las proximidades de grandes cursos de agua. "Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios - afirma el Pontífice - por la hermana agua, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa". Precisamente por esto, precisa el Santo Padre, hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato, urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella.
Para los cristianos, recuerda el Obispo de Roma, el agua representa un elemento esencial de purificación y de vida. El agua santificada por el Espíritu es la materia por medio de la cual Dios nos ha vivificado y renovado, es la fuente bendita de una vida que ya no muere más. Jesús, durante su misión, ha prometido un agua capaz de aplacar la sed del hombre para siempre. Hoy, afirma el Papa, dejemos que resuenen con fuerza en nosotros aquellas palabras que él pronunció en la cruz: «Tengo sed» (Jn 19,28).
"El Señor nos sigue pidiendo que calmemos su sed, tiene sed de amor. Nos pide que le demos de beber en tantos sedientos de hoy, para decirnos después: «Tuve sed y me disteis de beber» (Mt 25,35). Dar de beber, en la aldea global, no solo supone realizar gestos personales de caridad, sino opciones concretas y un compromiso constante para garantizar a todos el bien primario del agua".
La cuestión que ustedes tratan no es marginal sino fundamental y muy urgente, fundamental porque donde hay agua hay vida y entonces puede surgir y avanzar la sociedad y es urgente porque nuestra casa común necesita protección
Papa Francisco
En esta Jornada, el Papa Francisco también invita a dar gracias al Creador por el imponente y maravilloso don de las grandes masas de agua - de los mares y de los océanos - y de cuanto contienen. Dirigir nuestra mente hacia las inmensas extensiones marinas, también representa, en cierto sentido, la oportunidad de pensar en Dios, que acompaña constantemente su creación haciéndola avanzar, manteniéndola en la existencia.
Por ello, custodiar cada día este bien valioso - precisa el Pontífice - representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador. "No podemos permitir - advierte el Papa - que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y trabajando como si todo dependiese de nosotros".
"Recemos - invita el Papa Francisco - para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un futuro mejor". Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época sean afrontadas con responsabilidad. Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar. Recordemos también a cuantos se ocupan de la protección de las zonas marinas, de la tutela de los océanos y de su biodiversidad, para que realicen esta tarea con responsabilidad y honestidad.
Finalmente, concluye el Santo Padre, nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos. "Mi deseo es que las comunidades cristianas contribuyan cada vez más y de manera más concreta para que todos puedan disfrutar de este recurso indispensable, custodiando con respeto los dones recibidos del Creador, en particular los cursos de agua, los mares y los océanos".
Éste es el mensaje del Papa:
Queridos hermanos y hermanas:
En esta Jornada de oración deseo ante todo dar gracias al Señor por el don de la casa común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en custodiarla. Agradezco también los numerosos proyectos dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la creación.
Debemos reconocer que no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad. La situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. Con justa razón ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología» (Carta enc. Laudato si', 118).
En esta Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, que la Iglesia Católica desde hace algunos años celebra en unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, deseo llamar la atención sobre la cuestión del agua, un elemento tan sencillo y precioso, cuyo acceso para muchos es lamentablemente difícil si no imposible. Y, sin embargo, «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable» (ibíd., 30).
El agua nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes. El cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua; y muchas civilizaciones en la historia han surgido en las proximidades de grandes cursos de agua que han marcado su identidad. Es sugestiva la imagen usada al comienzo del Libro del Génesis, donde se dice que en el principio el espíritu del Creador «se cernía sobre la faz de las aguas» (1,2).
Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios por la "hermana agua", sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa. Precisamente por esto, cuidar las fuentes y las cuencas hidrográficas es un imperativo urgente. Hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato (cf. Laudato si', 36), superando «un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual» (ibíd., 159). Urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella.
Para nosotros los cristianos, el agua representa un elemento esencial de purificación y de vida. La mente va rápidamente al bautismo, sacramento de nuestro renacer. El agua santificada por el Espíritu es la materia por medio de la cual Dios nos ha vivificado y renovado, es la fuente bendita de una vida que ya no muere más. El bautismo representa también, para los cristianos de distintas confesiones, el punto de partida real e irrenunciable para vivir una fraternidad cada vez más auténtica a lo largo del camino hacia la unidad plena. Jesús, durante su misión, ha prometido un agua capaz de aplacar la sed del hombre para siempre (cf. Jn 4,14) y ha profetizado: «El que tenga sed, que venga a mí y beba» (Jn 7,37). Ir a Jesús, beber de él, significa encontrarlo personalmente como Señor, sacando de su Palabra el sentido de la vida. Dejemos que resuenen con fuerza en nosotros aquellas palabras que él pronunció en la cruz: «Tengo sed» (Jn 19,28). El Señor nos sigue pidiendo que calmemos su sed, tiene sed de amor. Nos pide que le demos de beber en tantos sedientos de hoy, para decirnos después: «Tuve sed y me disteis de beber» (Mt 25,35). Dar de beber, en la aldea global, no solo supone realizar gestos personales de caridad, sino opciones concretas y un compromiso constante para garantizar a todos el bien primario del agua.
Quisiera abordar también la cuestión de los mares y de los océanos. Tenemos el deber de dar gracias al Creador por el imponente y maravilloso don de las grandes masas de agua y de cuanto contienen (cf. Gn 1,20-21; Sal 146,6), y alabarlo por haber revestido la tierra con los océanos (cf. Sal 104,6). Dirigir nuestra mente hacia las inmensas extensiones marinas, en continuo movimiento, también representa, en cierto sentido, la oportunidad de pensar en Dios, que acompaña constantemente su creación haciéndola avanzar, manteniéndola en la existencia (cf. S. Juan Pablo II, Catequesis, 7 mayo 1986).
Custodiar cada día este bien valioso representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador. Lamentablemente, muchos esfuerzos se diluyen ante la falta de normas y controles eficaces, especialmente en lo que respecta a la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales (cf. Laudato si', 174). No podemos permitir que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y trabajando como si todo dependiese de nosotros.
Recemos para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un futuro mejor. Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época -como son las vinculadas a las migraciones, a los cambios climáticos, al derecho de todos a disfrutar de los bienes primarios- sean afrontadas con responsabilidad, previsión, mirando al mañana, con generosidad y espíritu de colaboración, sobre todo entre los países que tienen mayores posibilidades. Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar, por quienes ayudan en la reflexión sobre los problemas en los que se encuentran los ecosistemas marítimos, por quienes contribuyen a la elaboración y aplicación de normativas internacionales sobre los mares para que tutelen a las personas, los países, los bienes, los recursos naturales -pienso por ejemplo en la fauna y la flora pesquera, así como en las barreras coralinas (cf. ibíd., 41) o en los fondos marinos- y garanticen un desarrollo integral en la perspectiva del bien común de toda la familia humana y no de intereses particulares. Recordemos también a cuantos se ocupan de la protección de las zonas marinas, de la tutela de los océanos y de su biodiversidad, para que realicen esta tarea con responsabilidad y honestidad.
Finalmente, nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos. Mi deseo es que las comunidades cristianas contribuyan cada vez más y de manera más concreta para que todos puedan disfrutar de este recurso indispensable, custodiando con respeto los dones recibidos del Creador, en particular los cursos de agua, los mares y los océanos.
Vaticano, 1 de septiembre de 2018
FRANCISCO