Pon tu lámpara sobre el candelero

Gerardo Sagredo, Santo

Obispo y Mártir, 24 de septiembre

Martirologio Romano: En Panonia (hoy Hungría), san Gerardo Sagredo, obispo de la sede de Morisena (hoy Csanad) y mártir, que fue preceptor de san Emerico, príncipe adolescente hijo del rey san Esteban, y en una sedición de húngaros paganos murió apedreado cerca del río Danubio († 1046).

Etimología: Gerardo = Audaz con la lanza, viene del germano

Breve Biografía

San Gerardo, algunas veces llamado Sagredo, fue el apóstol de un vasto distrito de Hungría.

Era originario de Venecia, donde nació a principios del siglo once. Desde muy joven, se consagró al servicio de Dios en el monasterio benedictino de San Giorgio Maggiore en Venecia, pero al cabo de algún tiempo, abandonó el convento para hacer una peregrinación a Jerusalén.

Al pasar por Hungría, conoció al rey San Esteban, a quien impresionaron tanto las cualidades de Gerardo, que lo retuvo para que fuese el tutor de su hijo, el Beato Emeric. Al tiempo que ejercía sus funciones de educador, el santo predicó la palabra de Dios con mucho éxito. Cuando San Esteban fundó la sede episcopal de Csanad, nombró a Gerardo como su primer obispo. La gran mayoría de los habitantes del lugar eran paganos, y los pocos que llevaban el nombre de cristianos, eran ignorantes, salvajes y brutales, pero San Gerardo trabajó entre ellos con tan buenos frutos que, en poco tiempo, el cristianismo progresó considerablemente. Siempre que le era posible, unía Gerardo la perfección en su desempeño de la tarea episcopal con el recogimiento de la vida contemplativa que le fortalecía para continuar con sus funciones. Además, Gerardo fue investigador y escritor; entre sus obras figura una inconclusa disertación sobre el Himno de los Tres Jóvenes (Daniel III) y otros escritos que se perdieron con el correr del tiempo.

El rey Esteban secundó el celo del buen obispo en tanto que vivió, pero a su muerte, ocurrida en 1038, el reino quedó en la anarquía a causa de las disputas por la sucesión al trono y, al mismo tiempo, estalló una rebelión contra el cristianismo.

Las cosas iban de mal en peor, hasta el extremo de que, virtualmente, se declaró una abierta persecución contra los cristianos. Por entonces, Gerardo, que celebraba la misa en la iglesita de una aldea junto al Danubio, llamada Giod, tuvo la premonición de que aquel mismo día habría de recibir la corona del martirio. Terminada la visita a la aldea, el obispo y su comitiva partieron hacia la ciudad de Buda.

Ya se disponían a cruzar el río, cuando fueron detenidos por una partida de soldados al mando de un oficial, idólatra recalcitrante y acérrimo enemigo hasta de la memoria del rey Esteban.

Sin mediar palabra, los soldados comenzaron a lanzar piedras contra San Gerardo y sus gentes, que se hallaban dentro de la barca, amarrada a un pilote. Algunos de ellos se metieron al agua, volcaron la embarcación y sacaron a rastras al santo obispo. Asido a los brazos de sus captores, se incorporó hasta ponerse de rodillas y oró en voz alta con las palabras de San Esteban, el Protomártir: "¡Señor, no les toméis en cuenta esta culpa!" Apenas había pronunciado estas palabras cuando le atravesaron el pecho con una lanza.

Los soldados arrastraron el cuerpo hasta el borde de un acantilado que lleva el nombre de Blocksberg y arrojaron el cadáver al Danubio. Era el 24 de septiembre de 1046. La muerte heroica de San Gerardo produjo un profundo efecto entre el pueblo que, desde el primer momento, comenzó a venerarlo como mártir. Sus reliquias fueron colocadas en un santuario, en 1083, al mismo tiempo que las de San Esteban y las de su hijo, el Beato Emeric. En 1333, la República de Venecia obtuvo del rey de Hungría la concesión de trasladar la mayor parte de las reliquias de San Gerardo a la iglesia de Nuestra Señora, en la isla de Murano, vecina a Venecia donde hasta hoy se venera al santo como al protomártir de aquel lugar donde vino al mundo.

Encender el corazón

Santo Evangelio según San Lucas 8, 16-18. Lunes XXV de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que aprenda a ser luz en medio del mundo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy, Jesús nos propone encender nuestros corazones para que podamos ser candeleros que iluminen el camino de tantas almas que se encuentran a nuestro alrededor, buscando el camino correcto en medio de la oscuridad, en medio de las tinieblas que en ocasiones el pecado se encarga poner delante de ellos. Nosotros, por la gracia recibida mediante los sacramentos y la oración, nos convertimos en verdaderas antorchas que iluminan el camino para llegar al cielo.

Cristo quiere que nuestra vida no sea estéril, sino que dejemos huella, que nos desgastemos por su reino, que demos todo lo que esté a nuestro alcance, que seamos verdaderos apóstoles de la luz, que podamos ser como María, dóciles instrumentos en las manos de Señor, que nos dejemos moldear según su querer, que nuestro corazón sea cada vez más parecido al de Él.

Pidamos con las palabras de nuestra Madre del cielo hágase en mí según tu palabra que nuestra vida sea testimonio del amor misericordioso de Dios.

Juntos deseamos encender hoy una llama de esperanza. Que las lámparas que colocaremos sean signo de una luz que aun brilla en la noche. Los cristianos, de hecho, son luz del mundo, pero no solo cuando todo a su alrededor es radiante, sino también cuando, en los momentos oscuros de la historia, no se resignan a las tinieblas que todo lo envuelven y alimentan la mecha de la esperanza con el aceite de la oración y del amor. Porque, cuando se tienden las manos hacia el cielo en oración y se da la mano al hermano sin buscar el propio interés, arde y resplandece el fuego del Espíritu, Espíritu de unidad, Espíritu de paz.

(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré algún sacrificio por las personas que me pidieron oraciones.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La fe nos salva

La fe es un don y una tarea, nos da vida y nos mantiene con vida aquí y en la eternidad.

Somos lo que pensamos y lo que creemos. Según pensamos en positivo o negativo, vivimos en el cielo o en el infierno. Todo es posible para el que cree, pues si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros? Dios camina con nosotros y no tenemos que temer, sino apoyarnos en Él y saber que de derrota en derrota se ha logrado llegar a la victoria final (Churchill). Estamos en las manos de Dios.

La fe es don y tarea, es misterio, exige compromiso. El cristiano tiene una gran tarea y una gran ocasión en la sociedad de la incredulidad funcional y de la incredulidad de los hombres ávidos de sentido: se trata de ser testigos de la profundidad en medio de la profanidad (J. M. Mardones).

La fe nos da la seguridad de que Dios camina con nosotros, de que para Él y con Él todo es posible, de que con su presencia tenemos todo: sol, luz, paz, bien, vida. Si falta Él, no tenemos nada. Lord Byron tiene estas significativas palabras: Cuando nos acercamos a casa, es dulce oír cómo ladra el perrito al sentir nuestra presencia, como si quisiera darnos la bienvenida. También nosotros marcharemos un día a la casa del Padre, y es consolador pensar que Cristo nos espera en ella con una dulce sonrisa. Sin fe, estamos perdidos.

La fe nos salva, nos mantiene vivos, nos da la vida aquí, y la eterna.

El poder de las mujeres que oran

A través de los siglos han existido mujeres que han orado, han oído el latido del Corazón de Dios y han cambiado el mundo para siempre

En el gran libro de Cardenal Sarah, El Poder del Silencio: Contra la Dictadura del Ruido, él cita a San Juan Vianney sobre la oración:

"Vean mis hijos, el tesoro de un cristiano no está en la tierra. Está en el cielo. ¡Bien entonces! Nuestros pensamientos deben ir donde está nuestro tesoro. El hombre tiene una función delicada: orar y amar. Ustedes oran, aman: ¡ésa es la felicidad del hombre en la tierra!" (p.151)

Cuando las mujeres oran

La oración es el camino para conocer a Dios Padre, a Jesús, el Hijo y al Espíritu Santo.

El valor que ponemos en la oración equivale a una elección entre sabiduría o locura. Es así de simple.

La oración es un deber necesario y santo.

La oración es sabia porque es la voluntad de Dios. La oración vale la pena el esfuerzo y aporta fecundidad. La oración fortalece el apostolado activo y forma "contemplativos en acción".

Pero para la oración necesitamos coraje (el Catecismo claramente indica que la oración es una batalla) y necesitamos el aliento de otros que practican el camino de la oración.

Por esta razón, invité a diez mujeres conocidas en los círculos católicos por su fecundo apostolado (actividad o trabajo) en y para la Iglesia. Invité a estas líderes a escribir sobre la parte oculta de su espiritualidad: su vida de oración.

El Espíritu Santo tejió así un hermoso tapiz sobre la vida de oración con el que nos podemos sentir identificados, y que es totalmente informativo e inspirador.

Johnnette Benkovic escribió:

"Para el cristiano que es serio acerca de lo que realmente es, la oración no es opcional. Como los pulmones son para la vida física, la oración es a la vida espiritual. La oración nos informa, nos reforma, nos transforma y nos conforma a Cristo".

La Dra. Ronda Chervin escribió:

"El Espíritu Santo me llevó a infundir la oración en el aula, no sólo al comienzo y al final de cada clase, sino a medida que surgía la ocasión. Si un estudiante mencionaba estar ansioso por un pariente enfermo y preguntase cómo un Dios de amor podría dejar que la gente sufra, yo paraba la clase y hacía que oráramos por esa persona".

La Dra. Pia de Solleni escribió:

"San Juan Pablo II escribió: ‘Quizás más que los hombres, las mujeres reconocen a la persona, porque ven a las personas con sus corazones’. ¿No podría esto referirse a la manera en que el cuerpo de una mujer la dispone para ver e interactuar con la vida humana en sus comienzos?"

La Dra. Mary Healy ofreció estas palabras:

"A lo largo de este tiempo, encontré que una clase de oración era más cambiante que cualquier otra (de hecho, creo que es el secreto mejor guardado de la vida espiritual): el poder de la alabanza. Primero experimenté este don a través de las ‘fiestas de alabanza’ en las reuniones de la Universidad Franciscana, donde los estudiantes pasaban horas haciendo nada más que elogiar y adorar a Dios".

Lisa Hendey escribió:

"Ser madre por primera vez evocó emociones en mí que me llevaron (a menudo literalmente) a mis rodillas. Mis ruegos suplicantes, entre la lluvia de pañales sucios y noches sin dormir, pidiendo las habilidades para ser una madre digna formaron mis lamentaciones".

Joan Lewis escribió:

"Entonces me di cuenta de que no soy Teresa de Ávila, ni Teresa, ni Juan Pablo II, ni un salmista, aquellos a quienes Dios había dado mayores gracias. Yo soy Joan, creada a imagen y semejanza de Dios y con mis propios dones. Esos regalos no incluían frases de amor poderosas y galopantes. Tal vez mi don es poder hablar y, a veces, llorar y reír con una sencillez infantil, con mi amigo Jesús".

Kathryn Jean López ofreció las siguientes palabras:

"Cuando rezo, siento la presencia de algunas de estas mujeres que he mencionado – los santos a los que el Papa Benedicto XVI me ayudó a conocer mejor. A menudo son los acontecimientos del mundo que abordo como comentarista y editora que me atraen más a la oración".

Marilyn Quirk escribió:

"Los frutos de la oración: 1) Experimentamos compañerismo, 2) Él nos cambia, 3) Nos enseña, 4) Nos ayuda a discernir, 5) Nos fortalece contra las tentaciones, 6) Él usa nuestros dones".

Vicki Thorn escribió:

"Con el Proyecto Rachel, he llegado a apreciar la relación especial de Jesús con las mujeres heridas. A menudo, llevamos nuestras heridas con nosotros y mantenemos la misericordia de Dios a distancia porque nos sentimos indignos, pero no debemos hacer esto. Orar con los pasajes del Evangelio en los que Jesús sana a las mujeres puede ser muy fructífero".

Kelly Wahlquist dijo:

"En estos tiempos de lucha, voy a donde sé que Él está... aunque no lo sienta allí. Me siento muy bien sabiendo que, aunque no pueda encontrarlo, siempre me encontrará. Sólo reza."

Extracto del Prefacio de la Hna. Regina Marie Gorman, O.C.D.

En algún lugar de las cámaras secretas del corazón de una mujer hay un anhelo suave y persistente de santidad. Usamos varias palabras para describir este anhelo: un deseo de profundidad, de totalidad; un hambre de algo más significativo que nuestra rutina diaria, algo mayor que nosotros mismos.

A veces nos damos cuenta de este anhelo durante esos preciosos momentos de paz y ocio.

En otras ocasiones el anhelo se da a conocer durante áridos días de angustia o durante aplastantes períodos de oscuridad.

¿Por qué hay un deseo tan persistente en el corazón de una mujer? ¿Cómo satisface ella el anhelo durante todas las estaciones fluctuantes del alma?

Las respuestas a estas dos preguntas están intrínsecamente vinculadas. Si entiendes la respuesta a la primera pregunta, ya has resuelto el problema de la segunda pregunta.

El anhelo persistente se incrustó realmente en nuestro ADN desde el momento en que fuimos concebidos. Fuimos hechos en el Amor, por el Amor, y para el Amor.

Dios, que es Amor total, infinito e inmutable, pensó en ti, y Su Corazón se inundó de amor por ti. Él te creó para que te lleve en Su amor, para que estés en íntima relación con Él, hables con Él, le permitas amarte, tocarte, hablar contigo. No hiciste nada para merecer este amor. No puedes hacer nada para perder Su amor. Es tuyo. Siempre. A pesar de todo.

Es por eso que nunca estamos completamente satisfechos, excepto cuando estamos cerca de Dios. Por eso experimentamos el anhelo, para poder llenarlo como solo Él puede.

¿Cómo resistimos las estaciones del alma? Lo mejor que podemos. Somos seres humanos frágiles. Eso es todo lo que seremos. Nuestra fragilidad no plantea ningún obstáculo a Dios.

El Señor no puede quitar sus ojos de nosotros; es imposible para Él desgarrar Su Corazón lejos de nosotros. Nunca estamos solos. Pero con mucha frecuencia podemos sentirnos solos y podemos absorbernos en nuestro pequeño mundo.

Esto se debe a que podemos olvidar el poder inimaginable y la bendición que nos pertenece: somos capaces de comunicarnos con Dios.

En el Antiguo Testamento, descubrimos mujeres que rezaban, mujeres cuya influencia continúa a través de los siglos hasta hoy:

Esther y el poder de la intercesión de una mujer;

La audaz fe de Judith y su resolución imparable;

La influencia de Deborah como la única mujer que juzga.

En el Nuevo Testamento, nos encontramos con ese niño desconocido cuya simple confianza en la Palabra del Señor provocó su Fiat incondicional, y el mundo fue cambiado para siempre. Estas mujeres hablaban con Dios, le escuchaban y respondían con fe.

Nuestro Señor no necesita personas especiales ni circunstancias extraordinarias. Mira a las personas que eligió: una hebrea, un carpintero, unos cuantos pescadores, Magdalena, un grupo de mujeres que lo acompañaron.

La santidad está integrada dentro de la rutina y el lugar común, dentro de los acontecimientos programados y no programados durante el desarrollo de cada día.

En ese despliegue, nuestros caminos individuales a menudo están llenos de sufrimiento y dolor, eso es cierto, pero también están adornados con el amor que triunfa y prevalece.

Encontramos alegría y paz en el corazón entregado. Un corazón roto se convierte en el semillero de la nueva vida. Hay una confianza tácita debida al conocimiento seguro y cierto de que Dios nos acompaña en cada paso del camino.

A principios de los años cincuenta, el venerable arzobispo Fulton J. Sheen hizo una declaración convincente sobre su popular programa de televisión Life Is Worth Living (La vida vale la pena vivirla).

"El nivel de cualquier civilización es siempre el nivel de su feminidad".

Los testimonios en este libro son únicos y personales. Los autores comparten verdaderas luchas, dolor trágico, triunfos palpables. Estas mujeres tienen una cosa en común: en medio de su condición muy humana aprendieron a orar. Es así de simple.

Cada mujer emerge como fuente de vida para los demás. Cada una toca otros corazones y eleva el nivel de nuestra civilización.

Este libro es una invitación a entrar en su lugar de derecho junto a las mujeres que han orado a través de los siglos; mujeres que han oído el latido del Corazón de Dios y han cambiado el mundo para siempre.

Padre Pío un hombre de oración y sufrimiento

Testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia

"Siempre humíllense amorosamente ante Dios y ante los hombres. Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones."

San Giovanni Rotondo, Italia.

En un convento de la Hermandad de los Capuchinos, en la ladera del monte Gargano, vivió por muchísimos años el que probablemente fuera el Sacerdote Místico más destacado del siglo XX. El Padre Pío, nacido en Pietrelcina en 1887, fue un hombre rico en manifestaciones de su santidad. Enorme cantidad de milagros rodearon su vida, testimoniados por miles de personas que durante décadas concurrieron allí a confesarse. Sus Misas, a decir de los concurrentes, recordaban en forma vívida el Sacrificio y Muerte del Señor a través de la entrega con que el Padre Pío celebraba cada Eucaristía.

Es notable su carisma de bilocación: la capacidad de estar presente en dos lugares al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia muchas veces. El Padre Pío raramente abandonó San Giovanni Rotondo; sin embargo se lo ha visto y testimoniado curando almas y cuerpos en diversos lugares del mundo en distintas épocas.

También tenía el don de ver las almas: confesarse con el Padre Pío era desnudarse ante Dios, ya que él decía los pecados y relataba las conciencias a sus sorprendidos feligreses (a veces con gran dureza y enojo, ya que tenía un fuerte carácter, especialmente cuando se ofendía seriamente a Dios). Tenía también el don de la sanación (a través de sus manos Jesús curó a muchísima gente, tanto física como espiritualmente) y el don de la profecía (anticipó hechos que luego se cumplieron al pie de la letra).

Vivió rodeado de la Presencia de Jesús y María, pero también de Santos y Angeles, y de almas que buscaban su oración, para subir desde el Purgatorio al Cielo. Pero su gracia más grande radicó, sin duda alguna, en sus estigmas: en 1918 recibe las cinco Llagas de Cristo en sus manos, en sus pies y en su costado izquierdo. Estas llagas sangraron toda su vida, aproximadamente una taza de té por día, hasta su muerte ocurrida en 1968. Múltiples estudios médicos y científicos se realizaron sobre sus Estigmas, no encontrándose nunca explicación alguna a su presencia u origen.

Su sangre y cuerpo emanaban un aroma celestial, a flores diversas, que acariciaba no solo a los asistentes a sus Misas, sino también a quienes se encontraban con él en otras ciudades del mundo, a través de sus dones de bilocación. Vivió sufriendo ataques del demonio, tanto físicos como espirituales, que se multiplicaron a medida que las conversiones y la fe crecían a su alrededor.

En diciembre de 2001 el Vaticano emite el decreto que aprueba los milagros necesarios para canonizar a nuestro héroe, San Pío de Pietrelcina y fué canonizado el 16 de julio de 2002.

Vivimos en un mundo que niega lo sobrenatural, se aferra a lo material y a todo lo que pueda ser explicado a través de la razón, o percibido por los sentidos. Sin embargo, Dios prescinde de nuestra razón y de nuestros sentidos, a la hora de someternos a las pruebas de nuestra fe. De cuando en cuando nos prodiga con regalos del mundo sobrenatural, a través del testimonio y el acceso a la divinidad de los seres Celestiales. El Padre Pío es una puerta abierta a Cristo, a María, a los ángeles y los santos. Es también un testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia (la voluntad de Dios), sino simplemente a unir nuestra voluntad a la de Dios, y ser lisa y llanamente su instrumento, como el Padre Pío lo fue.

La vida entera del Padre Pío no puede ser explicada a través de la razón o la lógica humana. La fe y fuerza del Santo del Gargano dan por tierra con todas las escuelas filosóficas terrenales, dejando una sola salida a todo intento de crecimiento del hombre: el encuentro con el Dios eterno, el que nos mira desde lo alto y nos pide, por medio de Su infinita Misericordia, que nos entreguemos simplemente a Su Voluntad. La negación de nuestro yo (la muerte de nuestro ego), se constituye en la principal meta de nuestra evolución, porque SÓLO DIOS ES !

Debemos negarnos a nosotros mismos y vivir para y por Él. El Padre Pío vivió en la más absoluta humildad y negación de sí mismo, ¡y miren los prodigios que Jesús hizo a través suyo!

Novena al Ángel de la Guarda

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (23 de sept. al 1 de octubre)

Por la señal de la santa Cruz...

Señor mío Jesucristo...

ORACIÓN PARA CADA DÍA DE LA NOVENA

A Vos, santo Ángel de mi Guarda, acudo hoy en busca de especial favor. Habiéndote puesto Dios por custodio y protector mío, nadie como Vos conoce la miseria y las necesidades de mi alma y los afectos de mi corazón. Vos sabéis el deseo que tengo de salvarme, de amar a Dios y de santificarme; mas, ¡ay!, también sabéis mi inconstancia y lo mucho que he ofendido a Dios con mis faltas y pecados. Vos, que sois para mí el guía más seguro, el amigo más fiel, el maestro más sabio, el defensor más poderoso y el corazón más amante y compasivo, alcanzadme de Dios la gracia suprema de amarle y servirle fielmente en esta vida y poseerle eternamente en la gloria.

Y ahora os ofrezco humildemente los pequeños obsequios de esta Novena, para que también me alcancéis las gracias especiales que en ella os pido, si no son contrarias a la gloria de Dios y al bien de mi alma. Así sea.

Rezar la oración del día que corresponda.

DÍA PRIMERO

¡Oh buen Ángel custodio! ayudadme a dar gracias al Altísimo por haberse dignado destinaros para mi guarda.

Os pido que por intercesión de María, me alcancéis de Dios un fervoroso espíritu y la práctica de una oración constante para agradecer a Dios todos sus beneficios, y especialmente el de teneros por celestial custodio mío.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA SEGUNDO

¡Oh Príncipe celestial!, dignaos obtenerme el perdón de todas las ofensas que he hecho a Dios y a Vos, despreciando vuestras amenazas y vuestros consejos.

Os pido que, por intercesión de María, me alcancéis de Dios un verdadero dolor de los pecados, que me obtenga el perdón de todas las faltas y caídas de la vida pasada.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA TERCERO

¡Oh mi Tutor amoroso!, infundid en mi alma un profundo respeto hacia Vos, de tal manera que jamás tenga el atrevimiento de hacer cosa alguna que os desagrade.

Os pido que, por intercesión de María, me alcancéis de Dios el recuerdo de la presencia divina y el respeto a vuestra presencia continua, las cuales han de guardarme del pecado.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA CUARTO

¡Oh Médico compasivo!, enseñadme el remedio y dadme el auxilio para curar mis malos hábitos y tantas miserias como oprimen mi alma.

Os pido que, por intercesión de Maria, me alcancéis de Dios un verdadero espíritu de mortificación, con el cual domine mis malas pasiones y la sensualidad, y obtenga la paz y la libertad de espíritu, juntamente con las demás virtudes.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA QUINTO

¡Oh, mi Guía fiel!, alcanzadme fuerza para vencer todos los obstáculos que se encuentren en el camino de la existencia y para sufrir pacientemente las tribulaciones de esta miserable vida.

Os pido que, por intercesión de María, me alcancéis de Dios una verdadera paciencia y conformidad en todas las contrariedades y penas de la vida que Dios pueda permitir para mi santificación.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA SEXTO

¡Oh Intercesor eficaz cerca de Dios!, alcanzadme la gracia de seguir prontamente vuestras santas inspiraciones y de conformar, en todo y para siempre, mi voluntad a la de Dios.

Os pido que, por la intercesión de María, me alcancéis de Dios una obediencia absoluta a todos mis superiores, la cual me santifique por el cumplimiento de la voluntad divina en ella manifestada.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA SÉPTIMO

¡Oh Espíritu purísimo, encendido todo en amor de Dios!, alcanzadme este fuego divino, y al mismo tiempo una verdadera devoción a vuestra augusta Reina y buena Madre mía, la Virgen Santísima.

Os pido que, por intercesión de María, me obtengáis de Dios la caridad perfecta y la devoción a María, que sean para mi fuente abundantísima de méritos, camino segurísimo de salvación y el más dulce consuelo en la hora de la muerte.

Igualmente as pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA OCTAVO

¡Oh invencible Protector!, asistidme a fin de corresponder dignamente a vuestro amor y a vuestros beneficios, y para trabajar con todas las fuerzas en promover vuestro culto y vuestra devoción.

Igualmente os pido que, por intercesión de Maria, me alcancéis de Dios un celo fervoroso para la práctica del bien y una fervorosa devoción angélica, que sean mi propia santificación y la del prójimo.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

DÍA NOVENO

¡Oh bienaventurado ministro del Altísimo!, alcanzadme de su misericordia infinita que llegue yo a ocupar un día uno de los tronos que dejaron vacíos los ángeles rebeldes.

Os pido que, por intercesión de Maria, me obtengáis de Dios la gracia de una santa muerte, confortada con los Santos Sacramentos, que me abra las puertas de la gloria eterna.

Igualmente os pido la gracia de... Terminar con las oraciones finales.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS

Oración a la Santísima Trinidad. Para obtener de Dios las gracias que esperamos, ¡oh buen Ángel de la Guarda!, en unión vuestra y de todos los otros Ángeles del cielo, y por mediación de la Virgen Maria, Madre de Dios y Madre nuestra, saludo ahora a la Trinidad Santísima con el Trisagio angélico, diciendo de todo corazón:

Santo. Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Padre Eterno: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Hijo Unigénito: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Espíritu Santo: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.

Oración de San Juan Berchmans. Ángel Santo, amado de Dios, que después de haberme tomado, por disposición divina, bajo vuestra bienaventurada guarda, jamás cesáis de defenderme, de iluminarme y de dirigirme: yo os venero como a protector, os amo como a custodio; me someto a vuestra dirección y me entrego todo a Vos, para ser de Vos gobernado. Os ruego, por lo tanto, y por amor de Jesucristo os suplico, que, cuando sea ingrato para con Vos y obstinadamente sordo a vuestras inspiraciones, no queráis, a pesar de esto, abandonarme; antes al contrario, ponedme pronto en el recto camino, si me he desviado de él; enseñadme, si soy ignorante; levantadme, si he caído; sostenedme, si estoy en peligro, y conducidme al cielo para poseer en el una felicidad eterna. Amén.

"HOY, EN NOMBRE DE LA LIBERTAD, LOS HOMBRES LIBRES SOMETEN A LOS ANCIANOS A LA SOLEDAD, AL OSTRACISMO"
El Papa, a los católicos letones: "Ni el régimen nazi, ni el soviético apagó la fe en vuestros corazones"
"El apóstol Santiago nos invita a ser constantes, a no bajar los brazos"

José Manuel Vidal, 24 de septiembre de 2018 a las 10:55

El Papa, en la catedral católica de Riga

Vosotros, que habéis ofrecido cuerpo y alma, que habéis dado la vida en pos de la libertad de vuestra patria, muchas veces os veis relegados

(José M. Vidal).- Tras el acto ecuménico en la catedral luterana, el Papa Francisco saluda a los católicos en la catedral de Santiago de Riga. Y ensalza la vida y la labor sobre todo de los ancianos letones. "Ni el régimen nazi, ni el soviético apagó la fe en vuestros corazones", dijo y reocnoció que, hoy, a veces, se les paga con "soledad y ostracismo", para terminar pidiendoles que, a pesar de todo, "sean constantes y no bajen los brazos". Papa entra en la catedral y bendice a los presentes. Fue construida en madera a comienzos del siglo XIII. El Papa reza ante el icono de la Virgen.

Saludo del arzobispo de Riga

"Santo Padre, cordial bienvenida...Los fieles católicos son como un pequeño rebaño...Nuestros ancianos están aquí presentes...Hay personas que han sido perseguidas y exiliadas por su fe en Cristo...Hay jubilados que a duras penas consiguen sobrevivir...Han mantenido la fe durante el régimen ateo...Está presentes también las religiosas que se mantuvieron fieles iuncludo en la persecución...Que el Espíritu guíe su ministerio".

Texto íntegro del saludo del Papa Queridos hermanas y hermanos:

Agradezco las palabras del arzobispo y su preciso análisis de la realidad. Vuestra presencia, hermanos más mayores, me hace recordar dos expresiones de la carta del apóstol Santiago, a quien está dedicada esta catedral. Al comienzo y al final de la carta nos invita a la constancia, pero usando dos términos diversos. Estoy seguro de que podemos sentir la voz del hermano del Señor que hoy quiere dirigirse a nosotros.

Vosotros aquí presentes habéis sido sometidos a toda clase de pruebas: el horror de la guerra, y después la represión política, la persecución y el exilio, como bien ha descrito vuestro arzobispo. Y habéis sido constantes, habéis perseverado en la fe. Ni el régimen nazi, ni el soviético apagó la fe en vuestros corazones y, en algunos de vosotros, incluso, no os hizo desistir de entregaros a la vida sacerdotal o religiosa, a ser catequistas, y a múltiples servicios eclesiales que ponían en riesgo la vida; habéis combatido el buen combate, estáis por concluir la carrera, y habéis conservado la fe (cf. 2 Tm 4,7).

Pero el apóstol Santiago insiste en que esta paciencia supera la prueba de la fe haciendo emerger obras perfectas (cf. 1,2-4). Vuestro obrar habrá sido perfecto en aquel entonces y deberá tender, en las nuevas circunstancias, también a la perfección.

Vosotros, que habéis ofrecido cuerpo y alma, que habéis dado la vida en pos de la libertad de vuestra patria, muchas veces os veis relegados. Aunque suene paradójico, hoy, en nombre de la libertad, los hombres libres someten a los ancianos a la soledad, al ostracismo, a la falta de recursos, a la exclusión, y hasta a la miseria.

Si es así, el supuesto tren de la libertad y el progreso acaba teniendo, en quienes lucharon por conquistar derechos, su furgón de cola, los espectadores de una fiesta que es de otros, los honrados en homenajes, pero olvidados en la vida cotidiana (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 234).

El apóstol Santiago nos invita a ser constantes, a no bajar los brazos. «En este camino, el desarrollo de lo bueno, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 163). No cedáis a la decepción, a la tristeza, no perdáis la dulzura y, menos aún, la esperanza.

"Hoy en nombre de la libertad los hombres someten a los ancianos al ostracismo... y hasta la miseria... El crecimiento del amor es el mejor contrapeso contra el mal... No pierdan el amor y menos aún la esperanza" Papa Francisco

Transmisión en vivo aquí http://bit.ly/2NpzmSG 

Terminando su epístola, Santiago vuelve a invitar a la paciencia (5,7), pero utiliza una palabra que reúne dos significados: soportar pacientemente y esperar pacientemente.

Os animo a que seáis también vosotros, en medio de vuestras familias y de vuestra patria, ejemplo de estas actitudes: soportar y esperar, las dos llenas de paciencia. Así continuaréis a construir vuestro pueblo. Vosotros, que habéis transitado muchos tiempos, sed testimonio vivo de tesón en la adversidad, pero también del don de profecía, que recuerda a las jóvenes generaciones que el cuidado y protección de los que nos antecedieron es querido y valorado por Dios, y que clama a Dios cuando es desoído.

Vosotros, que habéis transitado muchas épocas, no os olvidéis de que sois raíces de un pueblo, raíces de retoños jóvenes que deben florecer y dar frutos; defended esas raíces, mantenedlas vivas para que los niños y jóvenes se injerten allí, que ellos entiendan que «lo que el árbol tiene de florido/ vive de lo que tiene sepultado» (F. L. Bernárdez, soneto Si para recobrar lo recobrado).

Como dice la frase inscrita en el púlpito de este templo: «Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón» (Sal 95,7-8). El corazón duro y esclerotizado es aquel que pierde la alegría de la novedad de Dios, el que renuncia a la juventud de ánimo, a gustar y ver qué bueno es siempre, en todo tiempo y hasta el final, el Señor (cf. Sal 34,9).

Tras el discurso del Papa, el arzobispo invita arezar el Padre Nuestro.

"Por favor, les pido que recen por mí", ocncluye el Papa e imparte la bendición y le regala una casulla y un cáliz a la catedral letona. A su vez, el arzobispo le hace un regalo al Papa como acciín de gracias por su visita.

Terminado el acto, el Papa saluda a enfermos, y ancianos, presentes en la catedral.

PAXTV.ORG