El Espíritu Santo les enseñará lo que convenga decir
- 20 Octubre 2018
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Novena Breve a San Judas Tadeo
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (19 al 27 de octubre)
ORACIÓN PREPARATORIA
Bendito Apóstol, San Judas Tadeo, Cristo te concedió poder para obrar maravillas conducentes al bien espiritual de los hombres: presenta al Señor mi oración y si es de su agrado, haz que logre la gracia que solicito de su misericordia.
Se pide la gracia que se desea obtener y a continuación se reza la oración del día correspondiente.
Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
DÍA PRIMERO
San Judas Tadeo, El Señor te llamó a la gracia del apostolado, y tú correspondiste hasta dar la vida por Él. Consígueme del Señor que yo también sea fiel en el cumplimiento de su voluntad.
DÍA SEGUNDO
San Judas Tadeo, tú aprendiste de Jesús el amor que te llevó al martirio. Consígueme del Señor que yo también le ame con un amor de preferencia.
DÍA TERCERO
San Judas Tadeo, tan grande fue tu amor al prójimo que no te perdonaste trabajo alguno para atraerlos a Dios. Consígueme del Señor que yo posponga mis intereses por la gloria de Dios y por el bien de mi prójimo.
DÍA CUARTO
San Judas Tadeo, fue tanta tu abnegación que desterraste el hombre viejo de pecado para que Cristo viviera en ti. Consígueme del Señor, que mortificando mis pasiones, viva sólo para Él.
DÍA QUINTO
San Judas Tadeo, tú detestaste la gloria y ostentación del mundo para implantar la Cruz y el Evangelio. Consígueme del Señor que yo sólo me gloríe en la Cruz de Cristo viviendo conforme al Evangelio.
DÍA SEXTO
San Judas Tadeo, tu dejaste todo para seguir al Maestro. Consígueme del Señor que yo esté pronto a sacrificar por Dios aún mi propio interés.
DÍA SÉPTIMO
San Judas Tadeo, tan grande fue tu celo santo que hiciste salir de los ídolos a los demonios. Consígueme del Señor, que detestando los ídolos que me dominan, adore sólo a mi Dios.
DÍA OCTAVO
San Judas Tadeo, entregando tu vida y tu sangre diste valeroso testimonio de fe. Consígueme del Señor que, detestando todo temor, sepa dar testimonio de Cristo ante los hombres.
DÍA NOVENO
San Judas Tadeo, habiendo recibido el premio y la corona has hecho evidente tu protección obrando prodigios y maravillas con tus devotos. Consígueme del Señor que yo sienta tu protección para que pueda cantar eternamente sus maravillas.
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.
Oración. Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.
Hermana Guadalupe
Si Dejo todo, dejo Todo
Soy la Hna. María de Guadalupe. Nací en Argentina, en una ciudad que se llama Villa Mercedes, provincia de san Luis. Soy la mayor de cinco hermanos. Nací en una familia de una gran fe: una familia cristiana en la que aprendimos a vivir la fe de manera natural… Así como crecíamos físicamente, crecíamos en la fe. Para nosotros fue realmente tan natural, como todo lo demás que aprendíamos en casa, habituados a la misa diaria, con mis padres, al rosario diario en familia… Pero aún así, no es que yo ya pintaba para monja… ¡Para nada! No lo había pensado nunca. En realidad, no tenía tampoco referentes: no conocía religiosas. (…) Y la verdad es que la idea que tenía de las religiosas era bastante negativa… “Pero, ¿qué hacen las monjas?”, me decía. Y la verdad es que no se me ocurría… Decía: “Bueno, allí aburridísimas en el convento. Será que no les queda otra opción. No se pudo casar, pobre… al convento. Tuvo problemas o era muy fea, pobrecita, tan fea, tan fea, que se entró en el convento”. Bueno, esas son las ideas que tenía, y causa gracia ahora, pero… Es la idea que tiene mucha gente sobre la vida religiosa y sobre las monjas.
Llevaba una vida muy normal. Por supuesto, estaba en los grupos de la parroquia. Me gusta mucho la música, el canto, tenía el coro parroquial. Hacíamos misiones, trabajaba en Caritas, hacíamos campamentos... Pero llevaba una vida muy social también, muy activa, muchos amigos, me gustaba mucho salir. Por supuesto, la época en que -¡gracias a Dios!- me tocó vivir de juventud, con diversiones muy sanas, con mis amigos, con los amigos de la parroquia, del colegio… Tengo recuerdos muy hermosos de eso. Y, la verdad, es que con el temperamento que tenía, con mi forma de ser, pensaba que de ninguna manera podría encajar con ser monja, que para mí era una cosa, como digo, más bien estar calladita, triste, y aburrida. Pero bueno, terminé el colegio secundario y empecé la universidad. Empecé a estudiar Economía. Y yo me daba cuenta de que mi camino no estaba definido… Yo me daba cuenta de que estudiaba, me iban muy bien los estudios, todo bien en la parroquia, con mis amigos, ya tenía mi auto… Es decir, todo iba en teoría bien, pero era llegar a la noche, irme a dormir y pensar: “¿Esto es todo? ¿Esto va a ser siempre todo?”
Sentía el corazón inquieto y vacío de alguna manera, aún cuando eran todas cosas buenas las que hacía, pero no llenaban. Y cuando pensaba: “Bueno, yo voy a tener una familia, me voy a casar con una buena persona, voy a tener muchos hijos…” Y, la verdad es que me parecía poco. Me parecía que yo quería abrazar más: ¡a todo el mundo! No solamente a una familia, sino a todos, y no sabía cómo hacerlo. No sabía de qué se trataba todo este sentimiento que tenía. Entonces fue cuando me propuso el sacerdote de mi parroquia hacer un retiro, ejercicios espirituales ignacianos, que yo nunca había hecho. Yo también tenía ciertos prejuicios con estas cosas, porque decía: “Yo a estos retiros no voy, porque ya sé como es allí. Les llevan las chicas, y después, lavado de cerebro y salen todas monjas. Yo estoy muy bien así”. Pero bueno, tanto me insistió que finalmente el último día dije: “Bueno, voy porque realmente me cansó de tanto que me insistió. Voy a ir a los ejercicios espirituales, pero yo les advierto que, en el momento en que el sacerdote empiece a hablar de la vocación y de la vida consagrada, y empiece con su trabajito de… Yo me levanto y me voy”. Y me dice: “Bueno, como quieras, perfecto”.
Fui a los ejercicios. No me acuerdo si hicimos tres o cuatro días de ejercicios… Yo estaba sentada al final. Así… desafiante, esperando en qué momento el cura hablara algo y lanzara su dardo. Por supuesto, las meditaciones de los ejercicios según el programa de los ejercicios espirituales de san Ignacio. El primer día nada, segundo día y pensaba: “Bueno, aquí seguro, seguro que…” Y nada, ni una palabra de la vocación, pero ni una palabra. Ya me empecé a preocupar. Y el tercer día pensé: “No puede ser que no diga nada de la vocación. Tiene que hablar de la vocación”. Y yo estaba realmente molesta de que no hablara finalmente del tema. Entonces fue cuando llegaron los últimos puntos de meditación, que es la “Contemplación para alcanzar amor”. Cuando va a empezar el sacerdote la charla, yo dije: “Aquí se viene, en la última, porque es entonces cuando uno ya viene de tres días de rezar, y ya está: «Bueno, ¡qué hermoso esto!» Y allí ya: «Sácate, lo mejor para tu vida es que seas religiosa, y entonces la vida consagrada…» Y digo: Aquí viene seguro”. Y nada. Y yo entonces, ya realmente estaba desesperada, y me fui a capilla con el “Libro de los Ejercicios, y leí de la elección de estado, y cómo es esto de la vocación. Y me di cuenta de que yo misma estaba escapando, queriendo huir de lo que Dios en realidad me estaba pidiendo y que yo -en el fondo- estaba deseando tanto y tan ardientemente. Fue un instante que no voy a olvidar nunca, y tan íntimo y personal que ni siquiera puedo explicarlo. El llamado que Dios hace a la vida consagrada es distinto y único para cada uno, y es tan difícil hasta expresarlo. Pero yo, en ese momento, tuve una felicidad increíble, impresionante, y comprendí que mi camino era ese: que tenía que entregarme al Señor completamente y que iba a ser feliz. Entendí que allí se llenaba mi corazón, y que de esa manera iba a abrazar a todo el mundo. Salí de los ejercicios con una felicidad… Estaba tocando el cielo con las manos. Se reían, porque claro, de los veinticinco jóvenes que hicimos los ejercicios, la única que salió monja fui yo.
Y bueno, paso un tiempo, unos meses… Y esto también siempre se lo cuento a los jóvenes que están pensando o haciendo discernimiento sobre la llamado de Dios, de que hay que tener en cuenta que el diablo se juega en esos últimos momentos, antes de concretar la vocación, porque el diablo mejor que nosotros sabe el bien que puede hacer una consagrada en la Iglesia, en el mundo, y entonces saca toda la artillería en esos últimos momentos. Y yo recuerdo que vine tan contenta, tan consolada… Pero llegaron momentos de duda, y de: “Pero bueno, ¿y dejarlo todo? ¿Y la familia? ¿Y los estudios? ¿Y la parroquia?” Y bueno pero, …. Y entonces empecé a pensar en soluciones intermedias: “Bueno, hago más apostolado en la parroquia, voy a otro grupo parroquial, y después todos mis hijos van a los grupos parroquiales, y voy a ser una misionera laica viviendo en familia. Y tantas otras cosas que quería yo, como compensar un poco, como dejarle contento a Dios y no tener que hacer semejante entrega. Porque al momento de concretar el sí, se me hacía difícil.
Y entonces pensé en una trampa, pensé hacerle una trampa a Dios. Pensé: “Bueno, voy a hablar con mis padres y les voy a contar la noticia de que quiero ser religiosa. Me van a decir que no. Es lo más probable, que me digan que no, que no les parece. Aparte de que era una cosa como nueva en la familia. Y cuando me digan que no… “¿Qué voy hacer Señor? No me dejan, no me lo permiten mis padres. Yo quería realmente, pero no me lo permiten mis padres. ¡Qué lastima!” Así que, fui a hablar con mis padres y les dije: “Bueno, recuerden que hace unos meses hice unos ejercicios espirituales, y me he dado cuenta de una manera muy clara que Dios me llama a la vida consagrada, a ser religiosa”. Y mis padres dicen: “¡Ay, qué bendición de Dios!” Y yo dije: “Ay, se me acabaron las excusas”. Bueno, y allí me di cuenta que: “Basta, basta de escapar. No puedo seguir huyendo y escapando y llorando por cada pequeña mínima cosa que tengo que dejar”. Empecé a buscar una congregación. Recuerdo que visité muchísimas congregaciones, muchísimas… Entre ellas la congregación a la que pertenezco. Y una de las cosas que me llamó la atención, y por la cual me sentía realmente como en casa, y me dije: “Sí, este es mi lugar”, fue que me llamó mucho la atención la pobreza de las hermanas. Un lugar tan precario, tan simple, tan pobre, pasando tantas necesidades las hermanas de esta naciente congregación, y la alegría que tenían junto a esa pobreza.
Yo recuerdo que, al visitar conventos, yo pensaba: “No, yo no voy a dejar todo para tenerlo todo de nuevo, porque entonces para eso no lo dejo y sigo en mi casa. Si dejo todo, ¡dejo todo!”. Eso fue lo que pude experimentar realmente al entrar en la Congregación del Verbo Encarnado, el poder vivir eso, que han sido las gracias que el P. Carlos Buela, fundador de nuestra congregación, pidió y siempre pide para nosotros: “pobreza y la persecución”, que ciertamente hemos vivido y vivimos. Y, de regalo, viene la alegría, esa alegría que Dios nos da en la vida religiosa de una manera tan misteriosa.
Virgen, 20 de octubre
Martirologio Romano: En Treviso, en Italia, santa María Bertila (Ana Francisca) Boscardin, virgen de la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea de los Sagrados Corazones, que en su trabajo en un hospital se mostró solicita de la salud corporal y espiritual de los enfermos († 1922).
Fecha de beatificación: 8 de junio de 1952 por el Papa Pío XII.
Fecha de canonización: 11 de mayo de 1961 por el Papa Juan XXIII.
Breve Biografía
Anna Francesca Boscardín era una muchacha campesina nacida en Brendola, cerca de Vicenza, en el seno de una familia de agricultores. Trabajó en los campos, frecuentó la escuela unos pocos años y trabajó como criada en las casas del poblado. Le gustaba la vida parroquial y formó parte de la Unión de las Hijas de María, enseñando el catecismo a los niños. Desde joven se caracterizó por su espiritualidad mariana.
A los 17 años, por indicación de su párroco, se hizo religiosa de las Maestras de Santa Dorotea, Hijas de los Sagrados Corazones, y tomó el nombre de María Bertila. En su comunidad, como no la consideraron ni muy despejada, ni capaz de hacer grandes cosas, le confiaron los quehaceres de cocina. Al ingresar ya había dicho: "Soy una pobre cosa, una gansa. Enséñeme. Quiero convertirme en una santa".
Profesó en 1907, y fue enviada a Treviso, donde trabajó en un asilo infantil, y al estallar la I Guerra Mundial, ejerció como enfermera en un hospital militar cerca de Como; allí despertó grandes admiraciones por su serenidad durante los bombardeos y su abnegada solicitud para con los enfermos, a los que logró atraerlos a la fe a muchos de ellos. Consiguió con gran esfuerzo el diploma de enfermera. En 1910, tuvo que someterse a una operación para extraerle un tumor cerebral.
Al concluir la guerra, una superiora decidió que, debido a su escasa instrucción y a sus cortas luces, sólo podían encomendársele tareas serviles, y pasó a una lavandería, aunque en 1919 volvió al asilo de Treviso. Su salud nunca había sido buena, y una dolorosa enfermedad le llevó al quirófano del que no saldrá con vida. Entonces la comunidad se dio cuenta que la "tonta" de sor Bertila había dejado un recuerdo imborrable en quiénes la habían conocido. Su tumba colocada inicialmente en el cementerio de Treviso, se convirtió en centro de peregrinación popular. Hoy sus restos descansan en la capilla de la casa madre de Vicenza. Dejó escrita su vida en su “Diario espiritual”. El papa san Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.
No te preocupes
Santo Evangelio según San Lucas 12, 8-12. Sábado XXVIII de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar en tu presencia. Sólo Tú sabes todo lo que traigo en el corazón. Conoces cuáles son mis heridas, mis miedos, mis victorias y esperanzas... todo lo pongo en tus manos. Sé que me amas y que todo lo que pasa en mi vida lo quieres o lo permites sólo porque me amas y deseas lo mejor para mí. Ayúdame a confiar en Ti, a abandonarme completamente en tus manos como un niño en brazos de su madre. Sabes de sobra que en muchos momentos -sobre todo en los difíciles- me cuesta mucho confiar en Ti, dejar que Tú tomes las riendas de mi vida. Dame la gracia, Jesús, de confiar cada día más en Ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 8-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.
A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o que van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Jesús, me invitas a ser valiente, a no tener miedo de confesarte delante de los demás y a confiar en Ti siempre, sin importar lo difícil que parezca. Me exhortas a poner mi vida entera en tus manos para así ser un instrumento dócil en tus manos, para poder ayudarte a extender tu Reino.
¡Cuánto amor me tienes Jesús! Tú me miras con un cariño y una ternura infinitos. Soy precioso para Ti, y jamás me has dejado solo.
Aun en los momentos más difíciles, cuando me parecía que todo estaba perdido, y yo ya no sabía qué hacer, Tú nunca me abandonaste, siempre estuviste a mi lado invitándome a confiar en Ti y dándome todo lo que necesitaba para soportar los momentos de dificultad.
Y aunque muchas veces me he quejado de los senderos que hemos tenido que atravesar, jamás me has dejado solo y el tiempo me ha enseñado que tus caminos siempre son para mi bien, aunque en un primer momento no siempre logre verlo así.
No me quiero avergonzar nunca de Ti, quiero gritar a los cuatro vientos todo el amor y la misericordia que has tenido conmigo. Ayúdame a nunca dejar de confiar en Ti, y a ser un verdadero testimonio del amor infinito e incondicional que tienes por cada uno de nosotros.
Ve, no te preocupes, teniendo presente que la primera palabra de una verdadera evangelización es "levántate y ve". […] Se puede evangelizar solamente con estas tres actitudes, pero bajo la fuerza del Espíritu Santo: sin el Espíritu ni siquiera estas tres actitudes sirven; es el Espíritu quien nos impulsa a levantarnos, a acercarnos y a partir de las situaciones. Hoy por todos nosotros cristianos que tenemos la obligación de evangelizar, la misión de evangelizar. Que el Señor nos dé la gracia de ser escuchados por el Espíritu y tener estas actitudes: estar en salida; ir; ser cercanos a la gente; y partir no de las teorías sino de las situaciones concretas. (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy no me voy a avergonzar de mi fe y le compartiré con alguien una experiencia que haya tenido del amor providente de Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Hay pecados sin perdón?
El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios.
El único pecado que no tiene perdón es el pecado contra el Espíritu Santo. ¿Y en qué consiste este pecado? Consiste en cerrarse de mente y de corazón a la acción del Espíritu Santo (cfr. Lc. 12, 10). Y no se perdona, porque al no dejarse la persona influir por el Espíritu Santo, no puede arrepentirse, y sin arrepentimiento no puede haber perdón. En realidad el pecado contra el Espíritu Santo es el rechazo a la gracia de Dios y al arrepentimiento final: es el rechazo a Dios inclusive hasta el momento de la muerte.
El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios. Así define la contrición el Catecismo de la Iglesia Católica: “un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar”. (CIC #1451)
Existe la “contrición perfecta”, que es un regalo del Espíritu Santo y consiste en optar por Dios y rechazar el pecado, porque preferimos a Dios más que a cualquier otra cosa. La “contrición perfecta” brota, entonces, del amor a Dios sobre todas las cosas. Este tipo de arrepentimiento perdona las faltas veniales y obtiene también el perdón de los pecados mortales, siempre y cuando tengamos la firme resolución de confesar esos pecados graves en el Sacramento de la Confesión enseguida que nos sea posible. (cfr. Caatecismo de la Iglesia Católica #1452)
Existe además la “contrición imperfecta” o “atrición”, también impulso del Espíritu Santo, por la cual nos arrepentimos de nuestros pecados debido al temor a la condenación eterna o porque podemos apreciar la fealdad del mismo pecado. Este tipo de arrepentimiento, aunque imperfecto, es suficiente para obtener el perdón de pecados mortales o veniales en el Sacramento de la Confesión. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #1453)
Sobre si el suicidio se perdona, he aquí lo que dice el Catecismo de la Iglesia al respecto: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado, por caminos que El solo conoce, la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”. (Catecismo de la Iglesia Católica #2283)
Sólo Dios es dueño de cada vida humana. No podemos disponer de nuestra vida y de la de los demás según nuestros deseos y criterios. El mandamiento “No matar” se aplica a la muerte a uno mismo y a la muerte a los demás, incluyendo a los bebés que están aun en el vientre de su madre y desde el primer instante de su concepción, por lo que el aborto, en cualquier momento del embarazo también es un pecado grave. Otro pecado contra la vida es la eutanasia o asesinato misericordioso, que consiste en acabar con la vida de un enfermo terminal. Nadie tiene derecho, ni el enfermo, ni los médicos en decidir el momento de la muerte, por lo que el llamado “suicidio asistido” también es un pecado grave en el que está comprometido también el que colabora en suspender una vida humana.
Ahora bien, por más graves que sean estos pecados contra la vida, todos tienen perdón de Dios si se cumple con el debido arrepentimiento y, para los católicos, con la Confesión.
Desprender, aceptar y abandonar
Papa Francisco: El discípulo cristiano no debe tener miedo a la pobreza
Durante la Misa celebrada en Casa Santa Marta este jueves 18 de octubre, el Papa Francisco explicó las tres formas de pobreza a las que está llamado todo cristiano y recordó que “el discípulo no debe tener miedo a la pobreza, de hecho, debe ser pobre”.
La primera es el desprendimiento del dinero, la segunda es la aceptación de la persecución por causa de la fe, y la tercera es la del abandono.
Desprendimiento de las riquezas
Sobre la primera, el desprendimiento de toda riqueza, el Santo Padre señaló que desprenderse de las riquezas es “la condición para iniciar el camino del discipulado”. Ese desprendimiento de las riquezas requiere “un corazón pobre”.
Eso supone que “si en el trabajo apostólico se necesitan estructuras u organizaciones que parezcan signos de riqueza, usadlos bien, pero de manera desprendida”, pidió Francisco.
“Si quieres seguir al Señor, elige el camino de la pobreza, y si tienes riquezas porque el Señor te las ha dado, para servir a los demás, despégate de ellas en tu corazón”.
Aceptación de la persecución
El segundo signo de pobreza del cristiano es la aceptación de la persecución por la fe en Cristo. En el Evangelio Jesús no esconde la realidad a sus discípulos, y les dice que los envía “como corderos en medio de lobos”.
El Papa señaló que hoy la persecución a los cristianos está, lamentablemente, de actualidad. Es una realidad que deben afrontar muchos cristianos en todo el mundo.
Como ejemplo, el Pontífice contó cómo uno de los Obispos que está participando en el Sínodo sobre los jóvenes contó cómo en su país, donde los cristianos sufren estas persecuciones, un joven católico fue hecho preso por un grupo de personas fundamentalistas que odiaban a la Iglesia.
“Lo golpearon y luego lo arrojaron a una cisterna llena de fango. El joven se hundió en el fango hasta el cuello. Sus agresores le ofrecieron salvarle la vida si renunciaba a crista: ‘Por última vez, ¿renuncias a Jesucristo?’. Le dijeron. Pero él contestó: ‘¡No!’.Entonces lanzaron una gran piedra contra él y lo mataron”.
El Papa exclamó: “¡Esto no ha sucedido en los primeros siglos del cristianismo! ¡Esto sucedió hace dos meses! Es tan solo un ejemplo, pero, cuántos cristianos hoy sufren persecuciones físicas: ‘¡Este ha blasfemado! ¡A la horca!’”.
Pero luego, además de las persecuciones físicas, hay otro tipo de persecuciones, la de la calumnia. “La persecución de la calumnia, de las habladurías, y el cristiano se calla, tolera esta ‘pobreza’”.
“A veces es necesario defenderse para no dar escándalo. Las pequeñas persecuciones en los barrios, en la parroquia…, son pequeñas, pero son la prueba, la prueba de pobreza. Esa es la segunda prueba de pobreza que pide el Señor a sus discípulos: recibir humildemente las persecuciones, tolerar las persecuciones”.
El abandono
Por último, la tercera forma de pobreza es la de la soledad, el abandono. “Pienso en el hombre más grande de la humanidad, y este calificativo proviene de la boca de Jesús: Juan Bautista”, señaló el Papa. “El hombre más grande nacido de mujer”.
Juan Bautista fue “un gran predicador, la gente iba donde él para bautizarse. ¿Y cómo terminó? Solo, en la cárcel. Pensad cómo eran las celdas de aquella época, porque si las de hoy son como son, pensad en las de entonces”.
“Solo, olvidado, muerto por la debilidad de un rey, por el odio de una adultera, y por el capricho de una joven. Así terminó el hombre más grande de la Historia”, afirmó.
“Y sin necesidad de irse tan lejos, muchas veces, en las casas de reposo, donde hay tantos sacerdotes y religiosas que han dedicado sus vidas a la predicación, se sienten solos, solos con el Señor: nadie los recuerda”.
Domund para cambiar el mundo
El lema de este año para la jornada del Domund, que se celebra este domingo, parece un poco pretencioso oirreal: «Cambia el mundo».
¿Cómo cambiarlo? La historia ha visto pasar un sinfín de reyes y filósofos, de científicos y artistas, de diplomáticos y militares… y el mundo a veces ha ido mejor y otras ha ido peor. Considerado humanamente podríamos pensar que no tiene solución y que el anhelo de felicidad y paz que anida en todo corazón humano es solo un ideal inasequible.
El Papa Francisco, en su mensaje para esta jornada, da la clave: el mundo cambiará no por el esfuerzo en cambiar estructuras, sino poruna renovación sincera de nuestro corazón. En este sentido escribe a los misioneros: «No tenemos un producto que vender (…), sino una vida que comunicar: Dios, su vida divina, su amor misericordioso, su santidad.» Añade el Papa: «No se trata simplemente de replantear las motivaciones para mejorar lo que ya hacéis. La conversión misionera de la Iglesia requiere santidad personal y creatividad espiritual.
Por lo tanto, no solo renovar lo viejo, sino permitir que el Espíritu Santo cree lo nuevo.»
Anastasio Gil, recientemente fallecido, que ha sido Director de las Obras Misionales Pontificias, recuerda en referencia a esto que hace un siglo Benedicto XV, en su carta apostólica Maximum illud, ya denunciaba la necesidad de cambiar los corazones para así cambiar el mundo. Es de donde parte también hoy Francisco, quien con frecuencia pregunta a un obispo de los que le visitan: «¿Cuántas horas al día reza usted?»
Esta anécdota entronca con otra de Santa Teresa de Calcuta. Un periodista que había pasado algunos días observando el trabajo de su institución, antes de despedirse tuvo ocasión de hablar con la fundadora y le dijo: «Es admirable lo que ustedes hacen, pero ¿por qué no recortan tanto tiempo de rezos ante la magnitud de la tarea que tienen entre manos?» La madre Teresa contestó: «Gracias por lo que dice de nuestra labor, pero usted no ha entendido nada.»
La tarea misionera no solo se realiza lejos de casa, donde nuestros misioneros hacen un trabajo tan admirable; también somos misión en nuestros hogares, con nuestras familias, en los ambientes de trabajo, en las parroquias y movimientos, entre los más pobres, compartiendo nuestros bienes con ellos a imitación de las primitivas comunidades cristianas.
Con este comportamiento, surgido de dentro, nacido del corazón, «por contagio», como dice el Papa, cambiaremos el mundo. Esta tarea no es hercúlea, sino posible, porque la santidad de vida no es propia de gimnastas espirituales capaces de ganar un campeonato, sino de todas las personas, ya que a todos nos ha llamado Dios para ser santos.
ARACELI MAYANS PERTENECIÓ A LAS HERMANAS DE LA PRESENTACIÓN DURANTE 15 AÑOS; SÓLO COTIZARON POR ELLA TRES
Una ex monja, en apuros para cobrar su jubilación: "No cotizaron por mí durante años"
Miguel Campo sj., asesor jurídico de Confer: "Es de equidad que a alguien que abandona la vida religiosa se le ayude económicamente"
Jesús Bastante, 20 de octubre de 2018 a las 12:56
La ex-religiosa Araceli Mayans, de joven
Desde 1982, los religiosos y religiosas españoles funcionan como autónomos, pero son las congregaciones quienes les dan de alta y pagan su cotización, ya que muchos no tiene ni cuenta bancaria por el voto de pobreza
(Jesús Bastante).- "Cuando quise hablar con la congregación sobre mi cotización, en 2002, la superiora me colgó el teléfono. Y hasta hoy". La de Araceli es una de las muchas historias con las que se encuentran exreligiosas que, tras abandonar los hábitos, descubren que su trabajo no existe a efectos laborales y por tanto tampoco existe en el cálculo de su pensión.
Que sus años trabajados en colegios, centros sanitarios o como agentes religiosos no han sido cotizados por las órdenes que debían hacerse cargo. Muchas de ellas no preguntan sobre ello hasta que les llega la edad de jubilarse, pero el derecho a reclamar prescribe a los cinco años. ¿Qué sucede? En la práctica, que casi todas las monjas que han abandonado su vocación religiosa no aparecen como trabajadoras. "Nos tratan como a limpiadoras, cocineras, secretarias... pero no nos pagan como tal", dice Araceli. Las monjas que acaban su vida en la Iglesia nunca se dan cuenta porque su manutención corre a cargo de sus instituciones.
Durante años, Araceli, a punto de cumplir 60 años, trabajó "dando clases de Religión y catequesis", y también asistiendo a personas con problemas de droga y prostitución. En la localidad venezolana de Mérida llegó a ser secretaria del actual cardenal Porras Cardozo. "Fueron años con momentos muy bonitos, y otros muy difíciles y duros" en los que surgieron algunos escándalos sexuales relacionados con el clero y una denuncia contra el obispo, a quien acusaron de tener dos hijas. Todos los casos fueron desestimados.
"Los últimos años fueron traumáticos. Tuve a una superiora a la que conocía de cuando era niña en el colegio de Málaga, y pensé que sería diferente". No fue así: Araceli sufrió "mentiras, malos tratos", según denuncia, hasta el punto de "cuestionar mi vocación". Tras unos años de duda, decidió abandonar la orden. "Cuando salía por la puerta, la superiora me llamó 'prófuga'. Me dieron la espalda y mintieron sobre mí. Dijeron que me había ido porque mi madre estaba muy enferma". Sus 'hermanas' tampoco quisieron saber nada de ella, y algunas la tildaban de "traidora", relata. La congregación de las Hermanas de la Presentación ha sido contactada por este medio sin obtener respuesta.
Araceli Mayans, hoy en día
"Cuando me salí, mi padre intentó arreglar el problema de mis años cotizados con el obispo, pero él no quiso ayudarnos", añade la exreligiosa, desde hace cuatro años felizmente casada. En total, fueron doce años sin cotizar. La familia intentó solucionarlo denunciando ante la Seguridad Social, pero "los abogados le dijeron a mi padre que con la Iglesia no había nada que hacer". Al cabo de unos años, cinco, la denuncia de sus años cotizados había prescrito a ojos de la Administración.
"Ellas cotizan por las hermanas cuando estás en España, pero cuando me fui a Venezuela dejaron de hacerlo, era como si no existiera", añade. "Hay una falta de coherencia entre lo que se predica y lo que se vive", denuncia esta mujer, que añade que otra de las razones de su marcha fue "el papel de la mujer en la Iglesia, que es peor que el segundo plano". Toda esta situación no ha hecho mella en su fe, "pero sí en mis principios. Creo en Dios, pero no practico. Lo que sí se derrumbó es lo que había construido durante gran parte de mi vida". La situación laboral de Araceli no es única. Los religiosos españoles, desde 1982, son autónomos. Pero no se dan de alta o baja en la cotización por su actividad sino en orden a la protección social. Al llegar a una edad se jubilarán pero seguirán haciendo exactamente lo mismo. "Como religiosos, nosotros seguimos trabajando", apunta Miguel Campo, sj., profesor de Derecho Canónico y Eclesiástico del Estado en Comillas y uno de los asesores jurídicos de temas fiscales en la Conferencia Española de Religiosos (Confer). Desde 1982, religiosos y religiosas forman parte del RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos), pero no porque desempeñen un actividad por cuenta propia, sino para que no queden fuera del sistema, obtengan cobertura sanitaria y una pensión cuando se jubilen. En el caso de la vida religiosa, es la congregación la que se encarga de todo: de su inscripción en la Seguridad Social, de notificar las altas y bajas, gestionar su seguro sanitario y pagar sus cotizaciones, dado que los autónomos religiosos cumplen voto de pobreza y no disponen (o no deberían disponer) ni siquiera de cuenta bancaria propia. "Durante años, algunos institutos no lo hacían, o lo hacían una vez se profesaban los votos perpetuos", señala el experto, que sostiene que la situación hoy ha cambiado radicalmente. Aunque, según ha sabido RD, algunas congregaciones de clausura, especialmente en conventos con monjas mayores y que no 'producen' (no tienen actividad económica reseñable y únicamente se dedican a la oración), durante años dejaron de pagar las cotizaciones. ¿El efecto? Que si una religiosa abandona la orden, se vería literalmente en la calle y sin haber trabajado un solo día, a efectos de la Seguridad Social. El problema de Araceli, como el de otros exreligiosos secularizados, está en que, según la legislación española, la RETA les afecta siempre que "residan y desarrollen normalmente su actividad en el territorio nacional,exclusivamente bajo las órdenes de sus superiores respectivos y para la Comunidad Religiosa a la que pertenezcan". Así, los años cotizados en el extranjero dependen, única y exclusivamente, del convenio que tengan España con el Estado correspondiente. Y del control que haya que, en muchos países (denominados 'de misión'), no existe.
"Es cierto que si la congregación hubiera cotizado por ella en España, mientras residía en el extranjero, sería algo ilegal. Habría que ver los convenios de colaboración entre España y Venezuela", sostiene Miguel Campo, quien recalca que en los últimos años se han dado "un goteo de casos" de difícil solución. "El derecho de la Seguridad Social a reclamar las cotizaciones no realizadas prescribe a los cinco años. Pasado este tiempo ya no se puede exigir al instituto que realice las cotizaciones. Otro escenario distinto se planteará cuando el exreligioso llegue a la edad de jubilación. Ahí el instituto sí que podría ser obligado a aportar el capital-pensión que corresponda. Eso sí, siempre seguimos hablando de religiosos, españoles o extranjeros, residentes en España, no fuera del territorio nacional".
La salida en el caso de Araceli, que ya ve cerca su jubilación, puede venir del hecho de que la labor de su antigua congregación sea catalogada como misionera. Desde 1998, el Estado español asegura la pensión mínima a misioneros y cooperantes. En caso de poder demostrar esta actividad misionera, Araceli podría reivindicar sus últimos tres años en Venezuela, pero no los 15.
Pero, más allá de lo legal, el asesor jurídico de Confer sostiene que las instituciones religiosas no puede dejar colgadas a aquellas personas que, durante años, se formaron y trabajaron para la Iglesia. "Es una cuestión de equidad", sostiene el experto, que insiste en que "es un tema de justicia para con personas que han formado parte de la comunidad y que han compartido su tiempo y su trabajo durante años".
De hecho, en el escrito de salida del instituto de Araceli, similar a cualquiera de los que se prescriben en el Vaticano, se estipula que "según el canon 702.1, nada puede exigir de su instituto, el cual no obstante deberá observar la equidad y la caridad evangélica según el punto 2 del mismo canon". Para Miguel Campo, "es de equidad que a alguien que abandona la vida religiosa se le ayude económicamente".
"Los institutos deberían hacer una reflexión de justicia social", recalca el jesuita. Por esa misma equidad de la que habla el Derecho Canónico "las congregaciones deben ayudar a las personas que se han salido" porque, por el voto de pobreza, "quien deja la vida religiosa en una edad madura está hipotecado para tener una vida semejante a los trabajadores de la misma condición". Y ahí, la vida religiosa "tiene la obligación moral" de no dejar a sus antiguos hermanos, como Araceli, en la estacada.