Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos

RECUERDA EN EL ÁNGELUS AL NUEVO BEATO TIBURCIO ARNAIZ, "ANUNCIADOR INCANSABLE DEL EVANGELIO ENTRE LOS OLVIDADOS"
El Papa pide una Iglesia "que se incline a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez"
"Sigamos a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino elevado que conduce al cielo"

Cameron Doody, 21 de octubre de 2018 a las 12:37

Ángelus del Papa FranciscoAfp

Pienso en tantos cristianos, hombres y mujeres, laicos, consagrados, sacerdotes, obispos, que han dedicado su vida a anunciar el Evangelio lejos de su patria. Oremos por ellos un Ave María

(Cameron Doody).- "Mientras los grandes de la Tierra se construyen 'tronos' para su propio poder, Dios elige un trono incómodo, la cruz, desde donde reina dando la vida". Es el núcleo de la catequesis que el Papa Francisco ha ofrecido hoy en el rezo del ángelus, ocasión en la que también ha recordado al nuevo Beato jesuita español Tiburcio Arnaiz - "anunciador incansable del Evangelio entre los olvidados"- y dirigido un pensamiento especial a los misioneros en el día del Domund.

Algunas frases de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy describe a Jesús que... trata de corregir a sus discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a la de Dios

Mientras se dirigen a Jerusalén, donde los discípulos esperan ansiosamente que Jesús, con motivo de la Pascua, finalmente establezca el Reino de Dios, dos hermanos [Santiago y Juan] se vuelven valientes y dirigen su petición al Maestro: "Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda"

Jesús sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por él y por la causa del Reino, pero también sabe que sus expectativas y su celo están contaminados por el espíritu del mundo

Por lo tanto, les responde: "No sabéis lo que pedís"

Y mientras hablaban de "tronos de gloria" sobre los cuales sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de un "cáliz" por beber, de un "bautismo" por recibir, es decir, de su pasión y muerte

Jesús anuncia que su cáliz lo beberán y su bautismo lo recibirán, es decir, ellos también, como los otros apóstoles, participarán en su cruz, cuando llegue el momento

Sin embargo -concluye Jesús- "sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concedéroslo; es para aquellos para el cual ha sido preparado"

Jesús se da cuenta de que los otros diez apóstoles están enojados con Santiago y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana

Y esto le ofrece la inspiración para una lección que es para los cristianos de todos los tiempos

El mensaje del Maestro es claro: mientras los grandes de la Tierra se construyen "tronos" para su propio poder, Dios elige un trono incómodo, la cruz, desde donde reina dando la vida

El camino de servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros lugares, que infecta a muchos contextos humanos y contra la que tampoco está protegida la Iglesia

Por lo tanto, como discípulos de Cristo, damos la bienvenida a este Evangelio como una llamada a la conversión, para testimoniar con coraje y generosidad a una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez

Que la Virgen María, que se adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios, nos ayude a seguir a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino elevado que conduce al cielo.

Algunas frases de su saludo

Queridos hermanos y hermanas

Ayer, en Málaga (España), fue beatificado el sacerdote jesuita Tiburcio Arnaiz Muñóz, fundador de los Misioneros de las Doctrinas Rurales

Agradecemos al Señor por el testimonio de este celoso ministro de la reconciliación y anunciador incansable del Evangelio, especialmente entre los humildes y los olvidados

Que su ejemplo nos impulse a ser agentes de misericordia y misioneros valientes en todos los ambientes

Un aplauso para el Beato Tiburcio

Hoy celebramos la Jornada Mundial de las Misiones con el tema "Juntos con los jóvenes, llevamos el Evangelio a todos"

Junto con los jóvenes: ¡este es el camino! Y es la realidad que, gracias a Dios, estamos viviendo en estos días del Sínodo dedicado a ellos

Escuchándolos e involucrándolos, descubrimos muchos testimonios de jóvenes que encontraron el significado y la alegría de la vida en Jesús

Y a menudo lo encontraron gracias a otros jóvenes, ya involucrados en la compañía de hermanos y hermanas que es la Iglesia

Oremos para que a las nuevas generaciones no les falte el anuncio de la fe y la llamada a colaborar en la misión de la Iglesia

DOMUND, domingo mundial de las misiones

El Domund es una llamada a la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización

El Domund es una Jornada universal que se celebra cada año en todo el mundo, el penúltimo domingo de octubre, para apoyar a los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.

El Domund es una llamada a la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización. Es el día en que la Iglesia lanza una especial invitación a amar yapoyar la causa misionera, ayudando a los misioneros.

Los misioneros dan a conocer a todos el mensaje de Jesús, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada: Los territorios de misión.

POR QUÉ SE CELEBRA

La actividad pastoral, asistencial y misionera de los territorios de misión depende de los donativos del Domund. Este día es una llamada a la colaboración económica de los fieles de todo el mundo.

Las necesidades en la misión son muchas. Mediante el Domund, la Iglesia trata de cubrir esas carencias y ayudar a los más desfavorecidos a través de los misioneros,con proyectos pastorales, sociales y educativos. Así, se construyen iglesias y capillas; se compran vehículos para la pastoral; se forman catequistas; se sostienen diócesis y comunidades religiosas; se mantienen hospitales, residencias de ancianos, orfanatos y comedores para personas necesitadas en todo el mundo.

En los territorios de misión la Iglesia sostiene casi 27.000 instituciones sociales, que representan el 24% de las de la Iglesia universal, y más de 119.000 instituciones educativas, que representa el 54,86 % del total de centros educativos que atiende la Iglesia en todo el mundo.

Todos estos proyectos son financiados con los donativos recogidos en el Domund. Lasmisiones siguen necesitando ayuda económica, y por eso es tan necesaria la colaboración de todos.

UN POCO DE HISTORIA

En 1926 el papa Pío XI estableció que el penúltimo domingo de octubre fuera para toda la Iglesia el Domingo Mundial de las Misiones, en favor de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe; un día para mover a los católicos a amar y apoyar la causa misionera.

Desde 1943, esta “fiesta de la catolicidad y de la solidaridad universal” se conoce en los países de lengua castellana como Domund (de “DOmingo MUNDial”). Este nombre ha ayudado a identificar y difundir aún más esta Jornada, de modo que su mensaje —una llamada de atención sobre la común responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización del mundo— ha calado en la profunda sensibilidad y tradición misionera de todos nosotros.

Nada de eso entre nosotros

Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día «el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

A Jesús se le ve desalentado: «No sabéis lo que pedís». Nadie en el grupo parece entender que seguirlo de cerca colaborando en su proyecto siempre será un camino no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.

Mientras tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.

Antes que nada les expone lo que sucede en los pueblos del Imperio romano. Todos conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo resume así: los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para «tiranizar» a los pueblos, y los grandes no hacen sino «oprimir» a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: «Vosotros, nada de eso».

No quiere ver entre los suyos nada parecido: «El que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros que sea esclavo de todos». En su comunidad no habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él que dan su vida por los demás.

Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la Iglesia de Jesús.

Jesús da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino «para servir y dar su vida en rescate por todos». Jesús no enseña a nadie a triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios desviviéndonos por los más débiles y necesitados.

La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser importantes que se pongan a trabajar y colaborar.

Domingo 29 Tiempo ordinario – B
(Marcos 10,35-45)
21 de octubre 2018

XXIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, “B”
(Is 53, 10-11; Sal 32; Hbr 4, 14-16; Mc 10, 35-45)

COMENTARIO

La pregunta de Jesús a sus discípulos: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?», si nos la hacemos a nosotros mismos, puede ser motivo de una reflexión trascendente. Pongámonos en las circunstancias de aquellos galileos, que ven a su Maestro realizar toda clase de prodigios y, fascinados por el poder del Señor, caen en la trampa de especular con su situación y le solicitan sentarse en los primeros puestos: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Petición que choca con toda la enseñaza que les ha impartido.

Quizá nos puede parecer egoísta la súplica de los Zebedeos, pero tal vez nos denuncie nuestra oración interesada, incluso nuestras prácticas religiosas, cuando las hacemos por el interés de justificarnos más que por amor al Señor. Es posible que nos descubramos dando para que nos dé. Actitud semejante a la de aquellos viñadores de la primera hora, que se indignaron porque recibieron el mismo jornal que los últimos.

En un pasaje evangélico muy cercano al texto que meditamos, Jesús se dirigió al ciego de Jericó con la misma pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” En este caso, el ciego le pidió ver, que no solo significa la recuperación del sentido de la vista, sino sobre todo el don de la fe, por el que se interpreta todo según el querer de Dios.

¿Cuál debería ser, entonces, nuestra respuesta a tan abierta pregunta como nos hace Jesús? Las lecturas de hoy pueden ayudarnos a responder de manera evangélica, que significa de manera esperanzada. El salmista nos ofrece una respuesta acertada: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”.

El creyente tiene confianza en el Señor, y se fía de Él, como dice el profeta: “Lo que el Señor quiere prosperará por su mano”. Desde la fe no se desea otra cosa que no sea la voluntad divina. Jesús nos enseñó a pedir: “Padre Nuestro, hágase tú voluntad”. Esta súplica no es temeraria, pues quien confía en el Señor sabe que de Él nos viene lo mejor. “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo”, reza el salmo.

La diferencia entre ser religioso y ser creyente consiste en que el cumplidor de los preceptos lleva cuentas de lo que hace para sentirse bien; mientras que el creyente rompe el frasco de perfume costoso, sin levar cuentas, porque actúa por amor. Hay quien nos acusa a los cristianos de ser más religiosos que evangélicos. Hoy tenemos la oportunidad de reaccionar desde la confianza y desde el amor ante la pregunta de Jesús.

¿Cuándo haces oración te distraes mucho? Esto es para ti

La Iglesia nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones

En muchas ocasiones me ha pasado que cuando estoy haciendo oración me distraigo mucho, mi mente comienza a pensar en otras cosas y dejo de prestarle atención a lo que estoy haciendo en ese momento. Incluso, he pensado que es mejor no seguir y abandonar la oración. ¿Te ha pasado? ¿Qué debemos hacer? Vamos a ver.

Primero habrá que distinguir si nuestras distracciones son voluntarias o involuntarias. Las últimas llegan solas, nacen en nuestra mente en cualquier momento; ya sea cuando hacemos oración, al rezar el rosario o al participar de la Eucaristía. Éstas no se pueden evitar y experimentarlas no significa pecar. Por otro lado, las voluntarias, son aquellas a las que nosotros les abrimos las puertas, queremos experimentarlas y las buscamos. No llegan por sí solas y como tal sí nos apartan de Dios, por lo que llevan consigo una falta.

La Iglesia, a través del Catecismo en el número 2729, nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones:

1.-No las persigas: Dice textual: “Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes”. Si nos proponemos analizar el porqué de su presencia y profundizamos más y más en su origen, sin darnos cuenta habremos caído en la trampa, pues nuestra mente terminará por centrarse totalmente en la distracción y no en Dios.

2.-Vuelve a tu oración: Si caímos presas de la distracción será suficiente con re direccionar nuestra mente y nuestro corazón a nuestra oración, a ese momento de encuentro con el Señor.

El artículo que citamos del Catecismo también dice: “La distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado”. Será bueno entonces preguntarnos,cuando hacemos oración, ¿la hacemos con el corazón y la mente puestos en el Señor o sólo tenemos la mente más no el corazón? Podemos caer en el error de que nuestra oración sea solamente repetir y repetir palabras como si fuera un monólogo aprendido. Debemos también reconocer que en muchas ocasiones damos más importancia a las cosas del mundo que a las de Dios.

Propongámonos fortalecer nuestro amor por Dios, que se encuentre libre de toda preocupación o pensamiento que pueda apartarnos del encuentro con Él. Antes de comenzar a orar, pidamos con humildad que nos ayude a centrarnos en su presencia con la mente y el corazón. Con nuestras propias palabras, las palabras del alma.

San Alfonso María de Ligorio escribe que “si tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”, y ya lo creo, pues la intención del enemigo es que nuestro encuentro con el Señor no se lleve a cabo, que por las distracciones y pendientes del mundo nos olvidemos de nutrir nuestra alma de Dios.

San Juan XXIII decía: “el peor rosario es el que no se reza”. Aunque las distracciones siempre lleguen a tu puerta y te hagan perder por un momento la concentración en tu oración, no decaigas, vuelve a comenzar tu diálogo y aprovéchalas. Si quizás te distraes por alguna situación de dolor o tristeza que estás viviendo, pídele con mayor intención al Señor, que te haga experimentar la paz que tu corazón necesita.

Tiburcio Arnaiz Muñoz, Beato Sacerdote, 18 de julio

Sacerdote y fundador

En Málaga (España), Beato Tiburcio Arnaiz Muñoz, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, fundador de las Misioneras de las Doctrinas Rurales († 1926).

Fecha de beatificación:20 de octubre de 2018, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía


Nació el P. Tiburcio Arnaiz Muñoz en Valladolid el 11 de agosto del año 1865 en la calle de Panaderos, nº 23. Muy pronto quedó huérfano de padre, cuando en agosto de 1.870 falleció el Sr. Ezequiel, que se había ganado la vida con su modesto taller de tejedor. Su vida , por lo tanto, durante la infancia fue la propia de una familia con apuros económicos, teniendo su madre que arreglárselas para sacar adelante a sus dos hijos, nuestro Tiburcio y Gregoria de siete años mayor que él.

Muy joven entró en el Seminario, primero como interno y, posteriormente, pernoctando en su casa, a cuya modesta economía ayudaba con lo que percibía como sacristán del Convento de S. Felipe de la Penitencia de las Monjas Dominicas. Así le llegó el día de su ordenación sacerdotal el 20 de abril de 1.890. Durante tres años desempeñó el cargo de Párroco en Villanueva de Duero , pequeño pueblecito cercano a Valladolid.

Pero alentado por unos compañeros hizo oposiciones, siguiendo la costumbre de la época, a otra parroquia de más entidad, como fue la que consiguió en Poyales del Hoyo, de la Diócesis y Provincia de Avila. Animado, igualmente por uno de sus compañero, obtuvo el Doctorado en Teología en la Diócesis Primada de Toledo el 19 de diciembre de 1896.

En la Compañía de Jesús

La muerte de su madre, acaecida en esta localidad, le lleva a plantearse, junto con su hermana Gregoria, la opción de hacerse Jesuita, a la vez que ella ingresaba en el Convento de las Dominicas, donde Tiburcio había sido sacristán mientras estudiaba en el Seminario. Llevaba nueve años de párroco en Poyales del Hoyo, cuando el 30 de marzo de 1.902 ingresó en el Noviciado de la Compañía de Jesús en Granada.

En la Compañía de Jesús, el Noviciado se prolonga por espacio de dos años. Terminados éstos, el P. Arnaiz, siguiendo una norma habitual cuando un nuevo jesuita había entrado en la Compañía siendo ya sacerdote, dedicó unos años más a perfeccionar los estudios de Filosofía y Teología; pero además, y junto con esos estudios, ejerció el cargo de Superior de los otros escolares de estas materias que aún no habían recibido las Ordenes Sagradas. También se estrenó en dar Ejercicios Espirituales a sacerdotes del clero diocesano y alguna que otra misión por los pueblos cercanos a Granada, dejando ya fama de santidad entre sus oyentes, como contaba el Párroco de Otura, cuando el misionero dejó el pueblo enfervorizado.

Antes de ir a Loyola, donde hizo lo que los Jesuitas llaman Tercera Probación, es decir, un curso que se dedica al cultivo de la vida espiritual y al estudio de las Constituciones dejadas por S. Ignacio y demás documentos oficiales de la orden, fue destinado a la ciudad de Murcia. Era septiembre de 1909. Allí, con la libertad que le daba el estar ya fuera de la casa de formación y ser uno más entre los dedicados a los ministerios propios de los hijos de S. Ignacio, comenzó a señalarse por su entrega sin límites a la abnegación propia, al trabajo exhaustivo y al celo extraordinario por la salvación de las almas que le caracterizó, en grado sumo, conforme iba pasando el tiempo y su carácter de apóstol iba cuajando.

En 1911 va a Loyola, a la referida experiencia con la cual había de completar su formación jesuítica. No terminó el curso completo, sino que, al ser interrumpida dicha experiencia durante la cuaresma como parte de la formación allí impartida, con unas semanas de predicación y otros ministerios sacerdotales del nuevo jesuita, pasó a Canarias y, terminada dicha etapa, fue destinado a Málaga.

En Málaga

En 1912, llegó a Málaga, e hizo en el secreto de su corazón un pacto con el Corazón de Cristo,le propuso que si le concedía diez años de vida, él los emplearía en “matarse” por su gloria.

Allí había de ser donde el P. Arnaiz se decantara tal como era por dentro y apareciera el hombre de Dios santo, olvidado de sí mismo, dado a un trabajo ininterrumpido y, digámoslo de una vez, también original.

Su primera ocupación por espacio de un curso, - de 1.912 a 1913 -, fue el cuidado de los mozalb

etes acogidos en la Casa del Niño Jesús, que unos años antes había sido fundada por el P. Aicardo, junto con el apoyo de un grupo de señoras preocupadas por la situación, en la calle, de los rapaces que no tenían quien les amparase. Como siempre era habitual en él, se entregó a esa labor con alma y vida, aun no siendo éste el campo más adecuado para explayar su celo.

Ya, al año siguiente, se le dejó libertad para que, dentro de lo que era la actividad propia de cualquier padre de una Residencia de la Compañía, pudiera ir mostrando sus cualidades y preferencias apostólicas. En aquél entonces los jesuitas en Málaga vivían ya en la casa que se había inaugurado dos años antes en Calle Compañía, pero era en la Iglesia de S. Agustín donde celebraban la Eucaristía, confesaban a los penitentes que acudían a ellos y predicaban la palabra de Dios. No estaba aún inaugurada la actual Iglesia del Sdo. Corazón de Jesús, que se abriría, el año 20, junto a la mencionada casa. Comienza el P. Arnaiz, entonces, a llamar la atención, sin él pretenderlo, por su santidad. Los fieles que buscan una dirección espiritual sólida acuden en gran número a su confesionario, debiendo esperar a veces largo rato a que les llegase su turno. Se encargó de fomentar la devoción al Corazón de Jesús. Como dato peculiar hay que reseñar a este propósito que el año 1915, contra todas las opiniones opuestas que le desaconsejaban el que lo hiciera, sacó por las calles de la ciudad la Procesión con la imagen de dicho Corazón de Jesús. Hacía años, desde principio del siglo, que no se sacaba por temor al ambiente sociopolítico, hostil a todo tipo de manifestaciones religiosas. El resultado fue de éxito rotundo y ya, durante su vida, no dejó de hacer lo mismo, salvo un curso, del 1916 a 1917, que estuvo destinado en Cádiz.

Fuera del templo, el Padre aprovechaba todas las oportunidades posibles para visitar y atender a los enfermos en sus casas y en el Hospital. Para esta misión del Hospital, se vale de caballeros y señoras cuya dirección espiritual había asumido, que le preparaban a los enfermos más ignorantes, capacitándoles para atender la posterior predicación del Padre y recibir de su manos los Sacramentos. No se olvida de acudir a la cárcel, donde atiende a los presos, con abnegación y amor. Atiende, igualmente, a las religiosas de las diversas comunidades y da Ejercicios Espirituales a los sacerdotes de la diócesis, etc., etc. Todo de tal modo que llama la atención por su celo, su entrega y el no dar el mínimo descanso a su cuerpo.

EN LOS "CORRALONES"

Pero hora es ya de que hablemos de su trabajo apostólico más original, en esta primera etapa de su estancia en Málaga: la labor realizada en los CORRALONES, llamándoseles así a casas de vecinos de peculiar estructura, siempre habitadas por gente muy pobre. Fueron unos veinte, situados en la periferia de la ciudad, en aquel entonces, a los que atendió. Comenzaba por alquilar una habitación en el corralón, donde establecía una pequeña escuela, llamada miga, es decir, una unidad escolar dirigida por una maestra que enseñaba las primeras nociones, a leer y escribir y hacer cuentas, juntamente con el catecismo de las verdades más esenciales de la fe. Cuando ya estaban los asistentes suficientemente preparados, acudía él a tenerles unas breves charlas religiosas para capacitarles a recibir los sacramentos. La miga continuaba abierta, posteriormente, acrecentando la formación que poco a poco se iba adquiriendo. El fruto producido fue extraordinario: Muchos sitios, adonde no podía antes entrar un sacerdote, - incluso en alguna ocasión habían llegado hasta tirarle una rata muerta al mismo P. Arnaiz -, ahora eran acogedores a la labor de la Iglesia y agradecidos al bien que se les hacía.

El año 1916, pasado el verano, y accediendo a la insistencia del Obispo de aquella ciudad, D. Manuel Rancés, el P. Arnaiz fue destinado a Cádiz. En Málaga fue extraordinario el sentimiento por su partida; pero, fallecido el Obispo gaditano, fue nuevamente destinado a dicha ciudad, por esas mismas fecha del año 1.917. Cuando vuelve a Málaga la labor iniciada por él en los corralones ya había sido asumida por otros padres de la Residencia y él, con verdadero sentido apostólico y despego de su propia obra, continúa su labor en predicación, visitas a los enfermos, a la cárcel, etc.

Las Doctrinas Rurales

Ya había dicho él, a alguna de sus colaboradoras en los corralones, que su idea era otra: Adonde pretendía llegar, con ese original método de acercamiento a la gente ignorante, era a las aldeas y cortijadas adonde no va nadie y donde la gente se encuentra en el mayor abandono cultural y religioso. Así surgieron en su mente LAS DOCTRINAS RURALES para paliar el abandono e ignorancia de las barriadas marginales de Málaga, en 1912, ideó poner una especie de escuelas, donde algunas señoritas, dirigidas suyas, enseñaban con el más absoluto desinterés, las verdades fundamentales de nuestra fe y cultura general. En pocos meses, el conocimiento de Dios llevaba a aquellas gentes sencillas a desear vivir en gracia, correspondiendo al amor del Señor. Cuando el P. Arnaiz los veía preparados organizaba una Misión Popular donde muchos volvían a la fe, recibiendo debidamente preparados los Santos Sacramentos.

El P. Arnaiz deseaba ampliar esta labor evangelizadora en las aldeas y pueblos; Pero para esto necesitaba almas que aceptaran trasladarse a vivir a estos lugares apartados durante meses o años, el tiempo necesario para instruirlos cultural y religiosamente; personas piadosas dispuestas a sacrificar no solo las comodidades materiales, sino también los auxilios espirituales como la Santa Misa o la Comunión frecuente... ¡hacía falta mucha generosidad y entrega!

Y así fue. En 1921 se encuentra con María Isabel González del Valle, a quien se unieron un grupo de señoritas dirigidas del P. Arnaiz . y bajo la dirección de éste, comenzó la primera Doctrina Rural en la Sierra de Gibralgalia, en Málaga.

Pero la labor del Misionero no se limitaba a estas acciones, que podríamos llamar estables, ya que duraban todo el tiempo que fuese necesario para instruir y elevar cultural y religiosamente a una aldea. El iba adonde le llamaban a predicar la palabra de Dios, siendo su especialidad los Ejercicios Espirituales y las Misiones de ocho o más días, como solían durar las que se tenían en una localidad de cierta relevancia. En ellas la entrega del P. Arnaiz era enorme: era voz común que no dormía en la cama y el tiempo que dedicaba al sueño, en una silla o en el mismo suelo sobre una estera, era escasísimo; comía sólo el primer plato que le servían y pasaba largas horas en el confesionario o dado a la oración, hasta altas horas de la noche, para volver a la Iglesia del pueblo antes del amanecer para tocar las campanas e iniciar el rezo del Santo Rosario por las calles.

Al encuentro con Cristo

Estando predicando la Novena del Corazón de Jesús en Algodonales, entonces de la Diócesis de Málaga, aunque de la Provincia de Cádiz, cayó enfermo con fiebre alta. Desde Málaga enviaron un coche para llevarle a su residencia. Cuando se supo que había llegado en aquellas condiciones y obligado a guardar cama , la ciudad se movilizó, acudiendo numeroso gentío a la Residencia de los Jesuitas a informarse de su estado. Hubo que poner en sitio visible el parte médico cada día: Bronconeumonía, diagnosticaron los doctores que le atendían. E l templo del Sdo. Corazón era testigo de las continuas oraciones que espontáneamente se hacían por su salud. Aunque, en un principio, el dictamen de los médicos era favorable a su restablecimiento, el cuadro clínico fue empeorando rápidamente y, a los ocho días, entregaba el enfermo su alma a Dios, cumpliéndose la predicción que él mismo había hecho semanas antes y después de dejar edificados a cuantos le asistían. Era el 18 de Julio de 1926.

El duelo por su pérdida fue universal. Toda Málaga se sintió huérfana de tan gran bienhechor. Le lloraron los humildes y también los de condición económica elevada. Se obtuvo licencia de Roma y del Ministerio de Gobernación para que pudiese ser enterrado en la Iglesia del Corazón de Jesús, donde tantas veces había confortado a innumerables almas en el confesionario y a tantos instruido y enfervorizado con su cálida palabra, llena de unción desde el púlpito. Su cadáver, expuesto a la veneración pública, fue visitado durante tres días, formándose colas continuas para poder tocar su cuerpo con objetos de devoción. Y todavía, antes de ser inhumado bajo las bóvedas del templo, como queda dicho, fue llevado en concurridísimo cortejo por las calles de la ciudad, por donde durante tantos años había llevado él la Procesión del Corazón de Jesús. Cerró el comercio y la comitiva fúnebre fue presidida por las autoridades religiosas, civiles y militares. Pero no sólo de Málaga,sino que de muchos otros sitios por donde había sembrado el bien con su incansable apostolado acudieron a darle el último adiós. Había muerto en olor de santidad.

El 18 de diciembre de 2017, el Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos promulgar el decreto reconociendo un milagro atribuido a la intercesión del P. Tiburcio Arnaiz Muñoz.

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