Estad a punto

En tu Getsemaní, Jesús está contigo

Un profundo y conmovedor testimonio sobre el dolor de la soledad

Hace un par de años viví uno de los tiempos más difíciles de mi vida. Por varios motivos (situaciones de dolor y por mi personalidad nerviosa) desarrollé un ligero trastorno de ansiedad. Digo «ligero» porque sé de casos mucho peores que el mío, donde la persona sufre muchísimo al punto de no poder realizar ni las actividades más básicas.

No entraré en mucho detalle, pero empezó con palpitaciones del corazón y tensión muscular hasta llegar a ataques de ansiedad periódicos. Pasé casi todos los días durante aproximadamente seis meses convencida de que algo estaba mal con mi corazón y que en cualquier momento me iba a morir, a pesar de que los exámenes médicos decían lo contrario.

Los que padecen de un desorden de ansiedad saben a lo que me refiero. Me volví obsesiva y me convencí a mí misma que el sufrimiento nunca se iba a acabar, que estaba condenada a vivir así. Me costaba trabajar, casi no salía, las cosas que antes amaba hacer se habían vuelto toda una tarea. Me tomaba la presión al menos una vez al día y googleaba obsesivamente los síntomas de un infarto para cerciorarme que lo que estaba sintiendo era ansiedad y no un ataque al corazón.

¿Me estaba volviendo loca?

¿Quién me iba a querer así? ¿Cómo iba a vivir con esto? ¿Iba a perder mi trabajo? ¿Cómo iba a salir adelante? Me hacía estas preguntas constantemente, abriendo una herida en mi corazón que cada vez se hacía más grande.

Gracias a Dios y a terapia psicológica, hoy estoy mejor. La ansiedad ya no me paraliza, he aprendido a entenderla, controlarla y a vivir con ella. Esto es algo que muchos saben, no es algo que oculto y sé que le pasa a muchísimas personas.

Hoy veo atrás y me doy cuenta que, durante ese tiempo, mi experiencia era de miedo y frustración, de constante tensión ante algo que, aparentemente, no podía controlar. Pero, más allá de esto, tenía la sensación de una profunda soledad.

En lo más hondo de mi ser me sentía incomprendida, como si nadie en este mundo pudiese entender lo que estaba atravesando. Y no porque estuviese sola, pues mis padres estaban siempre allí, mis amigas me escuchaban y me alentaban, sabía que Dios me acompañaba, pero aún así tenía una especia de vacío en mi interior.

Una soledad que quema

Esto me ha pasado muchas veces, particularmente en aquellos momentos de gran sufrimiento. Y es que existe un lugar en nuestro corazón que nadie ve y que nadie puede alcanzar. Allí donde la soledad se vuelve tan profunda que te hace sentir desahuciado, abandonado, una soledad que duele y quema y ante la cual parece no haber consuelo alguno.

Venía meditando en esto desde hace algunos días, cuando me topé con una carta llamada Dancing in Gethsemane: A letter about hope (Bailando en Getsemaní: Una carta sobre la esperanza) por Anthony D’ Ambrosio. En ella, él relata su experiencia con respecto a los abusos y escándalos de la Iglesia Católica.

Todo el texto me fascinó y comparto la mayor parte de su sentir. No voy a ahondar sobre el tema de los abusos, porque eso merece todo un artículo aparte. Más bien, quiero centrarme en lo esencial del texto, particularmente en un fragmento que verdaderamente me tocó el corazónal punto de echarme a llorar frente a mi computadora mientras lo leía.

Anthony cuenta la experiencia de sentirse enojado y perdido ante las noticias de los escándalos y recordaba una época de particular sequía espiritual, donde acababa de terminar con su novia debido a que la ansiedad que padecía había consumido toda su vida. Esto lo había llevado incluso a dudar de la existencia de Dios y a sentirse desconsolado ante tan gran dolor:

«Era primavera y el nuevo follaje aún era de color verde lima. Durante la cena familiar, sumergimos perejil en un plato hondo con agua, que simboliza las lágrimas de los israelitas durante la esclavitud. Comimos cordero con mermelada de menta y fuimos a la parroquia de rito maronita a la que asistíamos cuando era niño. Al final de la misa, los encargados crearon un “jardín” en la iglesia que simbolizaba el Monte de los Olivos y hubo adoración eucarística y confesiones hasta las 2 de la mañana.

No tenía cómo volver a casa, entonces me senté en la iglesia con mis audífonos puestos mientras escuchaba a Sigur Ros (una banda musical islandesa), y me imaginé a Jesús en el jardín, sufriendo hasta que sus poros sangraron por la ansiedad.

Veía como su ministerio llegaba a su fin, cómo sus amistades se terminaban, el rechazo, el fracaso e incluso la distancia entre Él y Dios. Escuché las palabras que dijo en ese momento: “Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y luego, escuché el silencio ensordecedor. No había siquiera el consuelo de un “No”. Solo se escuchaban los ronquidos de sus amigos, quienes no fueron capaces de velar con Él, y, finalmente, el saludo de su traidor.

Mientras pensaba en estas cosas sentí -por primera vez desde que enfermé- que alguien al fin me entendía. Él conocía el rechazo que yo experimentaba, el silencio de Dios, la destrucción de sus aspiraciones. En este momento, le dije al Señor en oración: “No sé si estaré enfermo para siempre, o si alguna vez tendré una vida luego de eso, pero acepto el cáliz del sufrimiento como tú lo hiciste y elijo vivir el resto de mi vida sin maldecirlo”.

Empecé a llorar, porque, aunque no sabía si Jesús realmente era Dios, en ese momento no importaba. Solo sabía que no estaba solo; alguien me comprendía, en mi agonía y soledad más profundas. Cuando todos a mi alrededor estaban “dormidos” ante lo que me estaba pasando, alguien me veía y me entendía».

Y es que en nuestro Getsemaní, el Señor está allí, junto a nosotros. Él entiende el dolor más profundo, la soledad más grande, esa que nadie puede tocar. Él esta allí en lo más hondo de tu humanidad, en tu herida abierta, pues Él la ha sentido en carne propia. En ese lugar que nadie parece alcanzar, allí está Él, buscando darte el consuelo que tanto anhelas.

Sea cual sea tu sufrimiento hoy y por más oscuro que parezca, recuerda mirar a Jesús. Recuerda que Él ha prometido quedarse contigo hasta el fin del mundo. Atesora esta hermosa verdad con amor, esperanza y gratitud y, en esos momentos de mayor dolor, no olvides que en tu propio huerto, Jesús te ofrece su dulce compañía.

Termino con una oración que, para mí, es una de las más hermosas que he escuchado. Es un Himno de la Liturgia de las Horas que te puede servir en los momentos de soledad:

Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.

¿Hay que llevar a los niños pequeños a misa aunque lloren?

El sacerdote José Ramírez responde con argumentos

“Un niño pequeño llorando en la Misa, es una señal que la Iglesia sigue viva y continúa con su misión de evangelizar a las naciones”, señaló el sacerdote José Ramírez en Idaho Falls (Estados Unidos).

Ramírez explicó que el llanto no es excusa para no llevar a los niños a Misa, y que los padres deben aprender a disciplinarlos con paciencia y respetando la solemnidad de la celebración.

La Iglesia del mañana 

“¿Si no hay niños en la Misa de hoy, entonces dónde estará la iglesia del mañana?. Los niños pueden ir integrándose a la comunidad de fe, y al principio va ser difícil”, expresó el Ramírez en su artículo titulado “Los Niños en la Misa” para el sitio web de la Diócesis de Idaho.

El sacerdote advirtió que los padres dejan de llevar a sus hijos a Misa porque tienen miedo de llamar la atención, o que “el padrecito los vaya a regañar”, mientras que existen otros que “convenientemente” no van con la excusa de que irán cuando los niños sean más mayores y sepan comportarse. 

Años importantes

Los padres no se dan cuenta de que “estos años en la vida de un niño son sumamente importantes para que vayan descubriendo lo que es la Misa, y puedan ir modificando su comportamiento para participar activamente” de ella, exhortó el sacerdote.

La forma como está estructurada la Misa “puede ser difícil para cualquier niño” indicó el presbítero, podrá llevar tiempo y dedicación a los padres y no será fácil, “pero con una disciplina de fe y un buen ejemplo la lección será bien aprendida”.

Bienvenida a familias jóvenes

Recordó que mientras se busca “mantener la solemnidad de la Misa, por el otro lado tenemos que tener un ambiente de bienvenida para las familias jóvenes. La vía media no es dar licencia para que todo pase”, explicó que se debe educar desde pequeños con fe, paciencia y sin ofender. “Yo agradezco familias jóvenes que vienen a la iglesia a pesar de tener a varios niños pequeños”.

El presbítero, al contar su experiencia de niño aseguró que “gracias a Dios yo pude aprender la lección rápido, pero no quiero imaginarme qué hubiera pasado si un sacerdote hubiera parado la Misa para regañarme, posiblemente no hubiera regresado a la iglesia”.

Resaltó la importancia de los consejos de la familia que “me fui dando cuenta de que la iglesia no era un lugar para jugar sino para orar”.

Al concluir escribió las palabras del Señor en el Evangelio de San Mateo “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el Reino de los Cielos es de quienes son como ellos”.

San Antonio María Claret

Celebrado el 24 de octubre

San Antonio María Claret, obispo y fundador

San Antonio María Claret, obispo, que, ordenado presbítero, durante varios años se dedicó a predicar al pueblo por las comarcas de Cataluña, en España. Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María y, ordenado obispo de Santiago de Cuba, trabajó de modo admirable por el bien de las almas. Habiendo regresado a España, tuvo que soportar muchas pruebas por causa de la Iglesia, y murió desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el mediodía de Francia.

A pesar de su nombre rimbombante, Antonio María Claret y Clara fue un arzobispo de origen relativamente humilde. Nació en 1807, en Sallent, España. En su juventud trabajó con su padre como tejedor y, en sus ratos libres, aprendía el latín y el oficio de impresor. A los veintidós años ingresó en el seminario de Vich, donde se ordenó sacerdote en 1835. Algunos años más tarde pensó en hacerse cartujo, pero, como no tenía salud suficiente para resistir la dura vida de los monjes, se trasladó a Roma y entró en el noviciado de la Compañía de Jesús, con el propósito de-partir a las misiones extranjeras. Su mala salud no resistió el noviciado y el padre general de la Compañía le aconsejó que volviese a España a trabajar en la evangelización de sus compatriotas. Así lo hizo el P. Antonio y durante diez años predicó misiones y retiros en toda Cataluña. Por entonces ayudó a santa Joaquina de Mas a fundar la congregación de las Carmelitas de la Caridad. El celo del santo movió a otros sacerdotes a seguir su ejemplo. 

En 1849, gracias al P. Claret principalmente, se fundó la congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Actualmente los «claretianos», como suele llamárselos, se hallan extendidos no sólo en España, sino también en América y otras partes. Poco después de la fundación de esa gran obra, el P. Claret fue elegido obispo de Santiago de Cuba. La tarea era excepcionalmente difícil, ya que una organización de fanáticos y turbulentos anticristianos combatieron sistemáticamente todas las reformas emprendidas por el santo. Como si ello no fuese suficiente, atentaron varias veces contra su vida. En cierta ocasión, un hombre, furioso de que el santo hubiese convertido a su amante, le hirió gravemente. El propio san Antonio intercedió por el agresor y logró que se le conmutase la pena de muerte.

En 1857 volvió San Antonio a España como confesor de la reina Isabel II, después de renunciar al gobierno de su diócesis. En la corte sólo residía el tiempo estrictamente necesario para el cumplimiento de sus funciones, el resto lo consagraba a predicar misiones y a difundir los buenos libros, especialmente en catalán. A él debe España la fundación de la Librería Religiosa de Barcelona, que ha ejercido una influencia enorme en el renacimiento religioso del país.

Se dice que san Antonio predicó durante su vida 10.000 sermones y escribió cerca de 200 libros y folletos para instrucción y edificación del clero y el pueblo. Como rector del Escorial, estableció un laboratorio científico, un museo de historia natural, una escuela de música, otra de lenguas, etc. El santo vivía en perpetua unión con Dios; entre las gracias sobrenaturales más notables que el Señor le concedió, se contaban, además de los éxtasis, los dones de profecía y de curación. 

Las condiciones políticas de España y la actitud de la reina para con la Santa Sede hicieron muy difícil la posición de san Antonio. Durante la revolución de 1868, fue desterrado junto con la reina. Entonces pasó a Roma, donde empleó su influencia en promover la definición de la infalibilidad pontificia. Sus amigos de España quisieron hacerle volver a su patria, pero el intento fracasó. San Antonio cayó gravemente enfermo en Francia y murió en el monasterio cisterciense de Fontfroide, cerca de Narbona, el 24 de octubre de 1870. Es beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934, y Pío XII lo canoniza el 7 de mayo de 1950. 

Véase J. Echevarría, Recuerdos de Antonio Claret (1938), y D. Sargent, The Assignments of Antonio Claret (1950). En español y en catalán existen numerosas biografías: las de L. Clotet (1882) y J. Blanch (1924) han sido traducidas al francés. En Acta Apostolicae Sedis, vol. XCIV (1952), pp. 345-358, puede verse el decreto de canonización y un resumen biográfico.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Pocas vidas sacerdotales han sido tan probadas como la de San Antonio María Claret. Nació en Sallent en 1807 y trabajó en un principio como tejedor, entrando más tarde en el seminario. Ordenado de sacerdote en 1835, no tardó en hallar su camino como predicador popular (1843).   Recorrería Cataluña durante cinco años, pasando más tarde a Canarias a causa de los odios suscitados contra él por su palabra sin contemplaciones. En 1849, reunió en torno a sí a algunos sacerdotes, fundando el Instituto misionero de los Hijos del Corazón Inmaculado de María.

En 1850, el P. Claret era nombrado arzobispo de Santiago de Cuba. Había de consagrar seis años, al apostolado de la gran isla, que recorrió sin descanso, predicando, confirmando y fustigando los vicios y abusos económicos.   Nuevamente los odios, en especial por parte de los propietarios de esclavos, le asaltaron. Por quince veces se atentó contra su vida. En 1857, le correspondió una tarea inesperada: era elegido como confesor por la reina de España Isabel II, mujer de costumbres relajadas. Tomó él con toda seriedad su función de consejero espiritual de la corona, cosa que le valió nuevamente las peores calumnias.   Diez años más tarde la revolución expulsaba a los Borbones y Antonio Claret debió partir al destierro (1868). Pasó a residir en Francia, al principio en Pau, después en París y finalmente en la abadía de Fuentefría (Ande), donde murió en 1870 sin que el odio de sus enemigos dejara de acosarle.   Es el último confesor de reyes que hay en el santoral, el último confesor regio en una época en la que parece que no hay ya monarcas santos; y confesor además de una reina, la española Isabel II, que no se distinguió por su ejemplaridad. Toda una hazaña la de este catalán de aspecto campesino y aIgo tosco en cuya vida se ha cebado la calumnia.   Lo cual era inevitable. En pleno siglo XIX y en la turbulenta España isabelina, vivir en el centro de la corte aun sin querer hacer política era influir en la política nacional, al Padre Claret no se lo perdonaron, y la historia y la literatura siguen repletas de ataques de una tremenda malignidad, suponiéndole una especie de eminencia gris de la voluble y desbrujulada Isabel.   Su vida es mucho más rica que el período madrileño; empieza siendo un joven entregado al trabajo con un ardor singular, luego hay como una conversión, con dos intentos de entrar en órdenes tan dispares - cartujos y jesuitas que ya bastan para indicar que andaba lejos de su camino, hasta quedarse en cura de pueblo, que es donde da toda su medida de apóstol.   El arzobispado de Cuba es una ampliación gigantesca de su actividad en Viladrau, y por fin Madrid, la etapa que termina con el destierro y con su intervención, ya al borde de la muerte, en el concilio Vaticano I. Infatigable de actividad pastoral, fundador, catequista de la pluma, asiduo al confesionario, taumaturgo, vidente, es un impresionante santo muy próximo a nosotros en el tiempo.

Fiel y prudente a la Voluntad de Dios

Santo Evangelio según San Lucas 12, 39-48. Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario.

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre ayúdanos a vivir nuestras vidas de modo que dejemos espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangeliio según san Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre".

Dijo Pedro: "Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?" Respondió el Señor: "¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más".

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Uno de los aspectos más chocantes del cristianismo es su concepción de la vida como una misión. En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve» ni el «vivir a tope» entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar.

Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración» de la cual tendremos que dar cuenta. La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna de otras personas. Ese «dar de comer a la servidumbre» es el testimonio que Cristo quiere que durante el tiempo que tiene dispuesto concederme en la tierra. El famoso psiquiatra vienés Víctor Frankl, cuando habla de los casos que se le presentan de enfermos con depresión que ya no encuentran ninguna razón para vivir, que no esperan nada de la vida ni del mundo, se percata de que quizás puede faltar una pregunta esencial y es preguntarse acerca de qué espera el mundo de mí.

Porque, aunque tengamos razones para abandonar no tenemos razón, pues la vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Hemos de descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión. La salvación del mundo y de las almas tienen muchos matices, la gracia es única pero las formas de alcanzarla son múltiples, por eso nuestra existencia no es casual, ni insignificante.

Representa una responsabilidad. Y Jesús ha dicho: "Al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más". Por lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta Comunidad eclesial, ¿somos libres o somos esclavos, somos sal y luz? ¿Somos levadura? O ¿estamos apagados, sosos, hostiles, desalentados, irrelevantes y cansados?
Sin duda, los graves hechos de corrupción, surgidos recientemente, requieren una seria y consciente conversión de los corazones, para un renacer espiritual y moral, así como un renovado compromiso para construir una ciudad más justa y solidaria, donde los pobres, los débiles y los marginados estén en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestras acciones de cada día. ¡Es necesaria una gran y cotidiana actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra Ciudad, que hay que defender a los pobres, y no defenderse de los pobres, que hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles!

(Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2014).

Diálogo con Cristo

Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado.

Propósito

Tenemos que salvar el mundo, sí, pero ¿cómo?, cada uno de una forma diferente que ha de descubrir con la oración y la lucha.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Caminar en la luz: la prudencia y el discernimiento

En el cristiano la prudencia supone la unión con Cristo y su Voluntad

Dice Robert Spaemann que para obrar bien es preciso hacer justicia a la realidad. Esto requiere de la prudencia, la más importante de las virtudes morales. En la vida personal cotidiana, en la vida eclesial (lo hemos visto en el Sínodo de la familia) o en la vida social (por ejemplo en la perspectiva de unas elecciones) es necesaria la prudencia, que no es mera cautela o moderación, sino “sensatez o buen juicio”. Consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo en una determinada situación, para saber cómo hay que actuar y decidirse a ello.

Veamos la estructura y las dimensiones de la prudencia, las formas de la imprudencia y cómo es la prudencia en clave cristiana.

Estructura y dimensiones de la prudencia

En la tradición clásica se antepone la prudencia a otras virtudes importante: la justicia, la fortaleza y la templanza. Esto indica que solo puede ser bueno el que es prudente, es decir, el que es justo antes que nada con la realidad. Y por eso los diez mandamientos son formas de ejercicio de la prudencia.

La prudencia es la causa y la raíz, la madre, la medida y el ejemplo, la guía y la razón precisa de todas las demás virtudes. La prudencia es la medida ética del obrar porque determina lo que es conforme a la realidad. (cf. J. Pieper, Virtudes fundamentales,

Madrid 2010, p. 34). La prudencia es la virtud que guía a la conciencia moral.

Esta atención a la realidad, propia de la prudencia, tiene dos dimensiones: la memoria o conciencia de los primeros principios (sindéresis) –el más importante es hacer el bien y evitar el mal– y la atención a la realidad en la que se actúa.

Combinando esos elementos, la prudencia actúa por tres pasos sucesivos; la deliberación (momento cognoscitivo); el juicio, dictamen o discernimiento acerca de la situación (lo que lleva a tomar “conciencia de la situación”); y el “imperio” o decisión de actuar (momento operativo).

En resumen, la prudencia es la “regla recta de la acción” (Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles), “la virtud que pasa del conocimiento de la realidad a la práctica del bien” (Pieper) y la “auriga virtutum” (conductora de las virtudes) que guía a las otras virtudes indicándoles regla y medida (Catecismo del a Iglesia Católica).

Por eso se la ha comparado a la inteligente proa de la esencia humana (Claudel), al cierre del anillo de la vida activa que conduce a la propia perfección, o al fulgor de la vida moral (Pieper). En la perspectiva cristiana San Juan habla de “caminar en la luz”, equivalente a practicar la verdad haciendo justicia a la realidad, como consecuencia de la comunión con Dios.

Formas de la imprudencia

Para ser prudente se requiere por tanto, primero la “memoria del ser”, o la “metafísica de la persona moral”, es decir, tener en cuenta quién es uno y por qué desea una cosa u otra.

Solamente por esto el egoísta, el que mira por sus intereses y no por los demás ya es imprudente. También el que no es dócil, porque no se deja decir algo, es imprudente, pues se opone al conocimiento de la realidad. También se puede ser imprudente porimpremeditación (falta de suficiente reflexión) o inconstancia. En cambio el que tiene la virtud de la solercia (capacidad de circunspección o de sopesar la realidad de que se trate) es el que puede vencer las tentaciones de injusticia, cobardía o intemperancia.

En segundo lugar, se puede ser imprudente por fallo del momento operativo (la decisión). Así puede suceder por inseguridad, que puede ser culpable si es resultado de un centrarse en sí mismo sin mirar a Dios ni a los demás. Esta mirada a Dios y a los que nos rodean es lo que enriquece la esperanza y la experiencia, y permite darnos el mínimo de certeza (no puede existir una certeza total sobre el futuro) para decidirnos a actuar.

También se puede fallar en la decisión por simple omisión o negligencia, y ésta a su vez por pereza cobardía; y en general por falta de madurez en el “imperio”. Este no ser capaces de tomar una decisión dice Santo Tomás que con frecuencia está unido a la lujuria.

Asimismo se puede ser imprudente por la “prudencia de la carne” (cf. Rm, 8,7). Es decir, la visión materialista de la vida. Esto puede llevar a la astucia: actuar o no por mera táctica o intriga, actitud opuesta a la verdad, a la caridad, a la rectitud del espíritu y a la magnanimidad, y proclive a la mezquindad (falta de nobleza o tacañería) y a la pusilanimidad (ánimo pequeño o falta de valor para emprender lo grande o tolerar las contrariedades).

En el fondo de todo esto, dice Tomás de Aquino, suele estar la avaricia, el aferrarse al instinto de conservación (de ahí la acepción popular de “prudencia” como un abstenerse de actuar por miedo al riesgo).

La razón de que todas estas actitudes se opongan a la prudencia es porque ésta se ocupa no solo de los fines sino también de los medios en el actuar. “La prudencia dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1835).

La prudencia en clave cristiana
En el cristiano la prudencia supone en primer lugar las tres virtudes teologales: la Fe, la Esperanza y la Caridad. De esta manera la “memoria del ser” que es la base del obrar moral (sindéresis) se perfecciona con la anámnesis (memoria de Dios y de su obrar misericordioso), y se favorece la correspondencia del cristiano.

Las tres virtudes teologales son en el cristiano la manifestación de su unión con Cristo en pensamiento, afectos y obras. Y su conciencia le lleva a percibir que la propia acción ha de ir en la línea de un vivir y de un obrar “por Cristo, con Él y en Él”, para la gloria de Dios Padre en el amor del Espíritu Santo.

En segundo lugar la prudencia cristiana (en parte infusa y en parte adquirida) lleva a integrar todas las acciones en orden al fin último: la unión con ese Ser que nos ha creado por amor, y respecto del cual toda nuestra existencia es una vocación que pide una respuesta de amor. Este buscar el fin último no consiste en unirse a Dios en general o en abstracto, sino en hacerlo a través de Cristo, y, por tanto, de la Iglesia y de su misión evangelizadora. 

Dicho brevemente: la prudencia de un cristiano se resuelve en su búsqueda de la santidad con todas las consecuencias. Es decir, el buscar el amor de Dios y los demás en todos los momentos y acciones de la existencia, aquí y ahora, por los caminos y con los medios de la realidad concreta que se tiene delante.

Una consecuencia de esto es que la teología cristiana tiene una esencial dimensión práctica u operativa. La contemplación de Dios conduce a amarle con obras, también en todos aquellos que Él ama y en toda la realidad que nos rodea, puesto que ha salido de Dios y a Él se encamina.

El discernimiento 

Como hemos visto, el modo de vivir la prudencia necesita siempre del discernimiento ojuicio sobre la situación, como momento central y más representativo de la prudencia. Esto presupone una deliberación que mire a la realidad y va seguido de la decisión para actuar poniendo determinados medios.
Este discernimiento no es sólo necesario en los actos individuales de la persona o quien la aconseje. También lo necesitan los responsables de una comunidad social o de una comunidad cristiana. Por ejemplo, el parlamento de una nación, una familia, una escuela, una parroquia, etc. Y así hablamos no solamente de discernimiento personal o espiritual, sino también de discernimiento social o comunitario, y de discernimiento eclesial.

Rogamos por todas las almas del purgatorio, especialmente por los padres, parientes y amigos, para que logren el descanso eterno.

Novena por los Fieles Difuntos

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a su fiesta (24 de octubre al 1 de noviembre)

Esta novena la rezamos por nuestros difuntos o almas del Purgatorio, para que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras les aprovechen y lleguen pronto a unirse con Dios en el cielo.

Rezar la oración del día que corresponda y terminar con la oración final y el responso:

Oración Final y Responso

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

Padrenuestro.

V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

 

DÍA PRIMERO

Por la señal,etc.

¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.


Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEGUNDO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA TERCERO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.

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DÍA CUARTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.

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DÍA QUINTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEXTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SÉPTIMO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA OCTAVO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA NOVENO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.


Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

Indulgencias para el Día de los Fieles Difuntos

PIDE QUE LOS NOVIOS HAGAN UN "CATECUMENADO" Y NO REDUZCAN LA PREPARACIÓN A "CUATRO CONFERENCIAS"
El Papa hace un canto al amor fiel y para siempre: "No se puede amar solo cuando 'conviene'"
"La fidelidad es la característica de la relación humana libre, madura y responsable"

José Manuel Vidal, 24 de octubre de 2018 a las 10:46

El Papa, en la audiencia

Se sobrevalora la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada a preparar el camino a una relación personal auténtica y fiel

(José M. Vidal).-"No cometerás adulterio'. El Papa Francisco aprovechó la catequesis sobre el sexto mandamiento para hacer un canto a la fidelidad en el amor para siempre. Porque "no se puede amar sólo cuando conviene", pide a los novios una preparación larga, "un auténtico catecumenado", antes de recibir el sacramento del matrimonio, y responsabiliza de ello a curas y obispos.

Evangelio de San Marcos"Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?» Él les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre".

Algunas frases de la catequesis del Papa

"En nuestro itinerario de catequesis sobre los mandamientos, llegamos hoy a la sexta palabra, que se refiere a la dimensión afectiva y sexual e invita a no cometer adulterio"

"Ninguna relación humana es auténtica sin fidelidad y lealtad"

"No se puede amar sólo si conviene"

"La fidelidad es la característica de la relación humana libre, madura y responsable"

"El ser humano necesita ser amado sin condiciones"

"El amor quiere ser definitivo"

"El riesgo es llamar 'amor a relaciones inmaduras"

"La fidelidad es la caracterísitica de la relación humana libre, madura y responsable"

"Cristo revela el amor auténtico...ynos acoge incluso cuando nos equivocamos"

"El ser humano necesita ser amado sin condiciones"

"Sobrevalorar la atracción física, que es un don de Dios, pero está llamada a abrirse a una relación madura"

"Todo ser humano debe aprender el significado del cuerpo"

"Necesitan basarse sobre el sólido amor fiel de Cristo"

"Por eso, antes de recibir el sacramento, se necesita una profunda preparación. Diría un catecumenado. POrque, en el amor, se juega toda la vida. Y con el amor, no se juega"

"La prearación al matrimonio no puede reducirse a tres o cuatro conferencias dadas en la parroquia...Y esta responsabilidad cae sobre el párroco y sobre el obispo. La preparación debe ser madura y necesita tiempo. No es un acto formal. Es una sacramento, que hay que preparar con un auténtico catecumenado"

"La fidelidad es una forma de ser y un estilo de vida"

"Para llegar a una vida así bella no basta la naturaleza humana"

"Que Dios nos aparte deun corazón adúltero y nos impulse a un corazón fiel

No se puede amar sólo cuando conviene. El amor se darse sin reserva, por encima del propio interés. La fidelidad es la característica de una relación libre, madura y responsable.

El ser humano necesita ser amado sin condiciones. #PapaFrancisco #AudienciaGeneral @COPE

3:01 - 24 oct. 2018

Texto completo del saludo del Papa en español

Queridos hermanos:
Hoy dedicamos la catequesis al sexto mandamiento, que dice: "No cometerás adulterio". Esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, pues no hay auténtica relación humana sin lealtad y fidelidad. No se puede amar solo cuando "conviene". El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida. Así, se sobrevalora la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada a preparar el camino a una relación personal auténtica y fiel.

La vida conyugal requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la relación. Los novios, para acceder al sacramento del matrimonio, tienen que madurar la certeza de que no basta solo con la buena voluntad, sino que se han de apoyar en el amor fiel de Dios. Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua.

***

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y en particular a los participantes en el Encuentro sobre la doctrina social de la Iglesia, organizado por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, que nos ayude a todos, y de modo especial a los jóvenes, a saber descubrir y vivir la belleza del amor humano como una llamada a la entrega y a la donación total de sí mismos, libre de egoísmos y superficialidades. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

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