Dichoso el que participará del banquete en el Reino de Dios

¿La salvación está asegurada tan sólo por "aceptar a Cristo"?

Cristo dijo: “no todo el que me diga señor, señor, entrará en el reino de los cielos”

Sobre la base de Romanos 10,9 que dice:

“Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo”.

Muchos cristianos no católicos, creen que su salvación ya está asegurada, con el solo hecho de creer en Cristo, no hace falta nada más porque ya Él pagó por tus pecados en la cruz.

Pero esta enseñanza no es más que doctrina de hombres. No basta leer un solo texto de la Biblia y pretender que se ha llegado a la verdad, hay que ver qué dice toda la Escritura sobre ese tema.

En primer lugar Romanos 10,9 nunca dice “ya eres salvo” o “ya estás salvado”, sino que está en futuro (serás salvo), y si creer en Cristo es suficiente para salvarse, entonces Satanás y sus demonios están salvados, según la falsa doctrina “cristiana evangélica” pues el Apóstol Santiago dice:

“¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan”. Santiago 2, 19.

Tiemblan de miedo porque saben que no serán salvados aunque creen en Dios, pues lo conocen PERO NO LE OBEDECEN.

Todo Católico que celebra la Sagrada Eucaristía los domingos, al realizar su profesión de fe o credo, proclama a Jesucristo como su Señor y Salvador:

“Creo en un solo Señor Jesucristo...que por nuestra Salvación se hizo hombre…”

Así que también los Católicos según la doctrina “evangélica” somos salvos. Fácil puede verse la mentira de que aceptar a Cristo como tu Señor y Salvador te hará salvo en ese instante y para siempre.

La salvación es un proceso de toda la vida:

“Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará”. Mateo 10,22.

No importan tu fe ni tus obras, si no nos mantenemos fieles hasta el fin no nos salvaremos.

“Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano!”. 1 de Corintios 15,1-2.

El Apóstol San Pablo exhortaba a su discípulo Timoteo a luchar por su salvación. ¿Por qué si Timoteo ya había “aceptado a Cristo” muchos años atrás?

“Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen”. 1 de Timoteo 40,16.

No basta con creer, para salvarse se requiere:

AMOR - Mateo 25,1-46; 1 de Corintios 13,2.
SER JUSTOS - Mateo 5,20.
REALIZAR OBRAS - Mateo 16,27; Santiago 2,17.26; Apocalipsis 22,12.
LOS SACRAMENTOS - Juan 3,3-5; 6,53-55.
OBEDIENCIA - Mateo 28, 19-20; Juan 14,15.

No basta con aceptar a Cristo como Señor y creer en Él o realizar supuestos milagros en su Nombre, pues Él mismo nos dice:

“¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?” Lucas 6,46.

“«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!". Mateo 7, 21-23.

San Leonardo Noblac

Celebrado El 6 De Noviembre

San Leonardo, eremita

En Noblac, cerca de Limoges, en Aquitania, san Leonardo, ermitaño.

La primera información sobre su existencia data del siglo XI, en las «historias» de Ademar de Chabannes, escrito alrededor de 1028, donde habla del traslado, en 1017, de sus reliquias. Pocos años después de 1030, se puso en circulación una anónima «Vita Sancti Leonardi», con la descripción de nueve milagros atribuidos a él. Según los estudiosos posteriores de la hagiografía esta 'Vita' es legendaria, pero sigue siendo el más antiguo testimonio, y aun es posible sacar datos de ella.

Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio I (491-518), sus padres eran nobles francos amigos del rey Clodoveo (481-511), que quiso ser el padrino en el bautismo. De joven se negó a alistarse en el ejército, como era costumbre en los nobles francos, y marchó de discípulo de san Remigio, arzobispo de Reims (438-530), el gran evangelizador de los francos, que había convertido y bautizado el rey Clodoveo. El santo obispo había obtenido del convertido rey el privilegio de poder exigir la liberación de presos, e incluso Leonardo, movido por el gran fervor de la caridad, solicitó y obtuvo el mismo favor, liberando así un gran número de desgraciados prisioneros, víctimas de las bárbaras guerras de aquellos tiempos. 

Su fama de santidad se difundió mucho y Clodoveo le ofreció la dignidad de obispo, que Leonardo rechazó, retirándose como ermitaño, primero a San Maximino en Micy, luego a Limoges. Se cuenta que atravesando el bosque de Pavum, cerca de Limoges, donde se había establecido, lo llamaron para rescatar a la reina Clotilde, que acompañaba al rey Clodoveo en una cacería y que había sido sorprendida por los dolores de parto; Leonardo, con su oraciones, le consigue superar el dolor y dar a luz a un hermoso bebé. En agradecimiento Clodoveo le dio parte del bosque para construir un monasterio, que el propio Leonardo delimitó montado en un burro.

El santo ermitaño construyó un oratorio en honor de la Virgen, dedicando un altar a su maestro, san Remigio, muerto hacía tiempo en fama de santidad. Un pozo cavado por él, milagrosamente se llenó de agua y llamó al lugar «Nobiliacum» en memoria de la donación de Clodoveo, rey nobilísimo. Las regiones ya cristianizadas de Alemania, Aquitania, Inglaterra, se llenaron de noticias de la fama que rodeaba el santo ermitaño, de Micy a Orleans, acudían a Nobilac enfermos de todo tipo, que con sólo verlo quedaban curados; pero especialmente el santo libraba a los prisioneros de guerra (recuérdese que en esos siglos la detención se utilizaba para cobrar el rescate).

Los prisioneros dondequiera que lo invocaran, podía ver que las cadenas se rompían, los candados se abrían, los guardias se distraían, y estos desgraciados recuperaban su libertad, y se apresuraban a darle las gracias, y muchos permanecían con él. 

Algunos familiares del santo ermitaño se asentaron alrededor del monasterio con sus familias, dando a luz a un pueblo, que luego tomará su nombre. Murió en un año descvonocido, hacia mediados del siglo VI, pero después del 530, año de la muerte de su mentor, san Remigio. En el siglo XI, el culto comenzó a extenderse por Europa Central, se erigieron en su honor varios cientos de las iglesias y capillas, y su nombre se incluyó en la toponimia y el folclore. Fue especialmente venerado en la época de las cruzadas y cuenta entre sus devotos al príncipe Bohemundo de Antioquía (Bohemundo de Hauteville, 1050-1111, hijo de Roberto Guiscardo), hecho prisionero por los infieles en 1100 durante la Primera Cruzada, y liberado en 1103; él atribuyó su liberación a la invocación del santo, y cuando regresó a Europa donó, como exvoto, a la capilla de Saint-Léonard-de-Noblat unas cadenas de plata similares a las que lo habían atado.

En el arte se lo representa casi siempre con las cadenas, símbolo de su protección especial para los que están injustamente presos, y por ese motivo pictórico es también patrono de los fabricantes de cadenas, broches, hebillas, etc. Se lo invoca también para partos difíciles, dolores de cabeza y enfermedades de los niños. 

fuente: Santi e Beati

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Es uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice un estudioso que en su honor se erigieron no menos de seiscientas iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente en la toponomástica y en el folclor.

El mismo estudioso añade que él «despertó una devoción particular en tiempos de las cruzadas, y entre los devotos se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de plata parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio». San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto» a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras biografías, que después inspiraron el culto hacia él.

Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre el 491 y el 518. Como sus padres, a más de nobles, eran amigos de Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso seguir la carrera de las armas y prefirió ponerse al servicio de San Remigio, que era obispo de Reims.   Como San Remigio, sirviéndose de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder conceder la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también Leonardo pidió y obtuvo un poder semejante, que ejerció muchas veces.

El rey quiso concederle algo más: la dignidad episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum.   Un día su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la reina, a quien precisamente en ese momento le   vinieron los dolores del parto.

Las oraciones y los cuidados de San Leonardo hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey hizo con el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un burro. Alrededor del oratorio en honor de María Santísima habría surgido una nueva ciudad.

La insistencia de Dios

Santo Evangelio según San Lucas 14, 15-24. Martes XXXI de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, abre los ojos de mi corazón para descubrir lo extraordinario de tu amor en lo ordinario de mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Creo que a todos, de alguna manera, nos gusta sentirnos queridos, amados…, que haya alguien que se interese, que se preocupe por nosotros…, en fin, nos gusta que nos tengan en cuenta.

No sé si llegamos a ser conscientes de que a pesar que parezca que no hay nadie que se tome un momento para pensar en nosotros -o incluso habiendo alguien que lo haga por lo menos una vez- siempre hay alguien que lo hace constantemente. El punto clave aquí es que ese alguien no es cualquier "alguien" sino que es el mismo Dios.

"Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa" -dice el Señor a su criado. El Señor nos revela esa parte de su corazón que busca, que quiere, que se emociona. Nos desvela su insistencia, la insistencia de alguien que quiere al amigo y que quiere estar a su lado. La insistencia de alguien que sabe que la fiesta sorpresa sólo tiene sentido si el amigo para quien fue preparada asiste a ella.

Es cuestión de que pongamos un poco más de atención en nuestros días, pues, esta invitación siempre está, siempre se renueva. Sin embargo, muchas veces por las mil y un actividades que se presentan no nos damos cuenta que es Dios mismo el que nos grita: "Venid, que ya está preparado". No nos damos cuenta que el banquete es para nosotros.

El hecho es que no entiende la gratuidad de la salvación, piensa que la salvación es el fruto del "yo pago y tú me salvas": yo pago con esto, con esto y con esto. No, la salvación es gratuita.

Si tú no entras en esta dinámica de la gratuidad, no entiendes nada. La salvación es un regalo de Dios al cual se responde con otro regalo, el regalo de mi corazón. Hay quien tiene otros intereses, cuando escuchan hablar de regalos: "Sí, es cierto, sí, pero se debe hacer regalos". E inmediatamente piensan: "He aquí, yo haré este regalo y él mañana y pasado mañana, en otra ocasión, me hará otro", siempre un intercambio. El Señor no pide nada a cambio: solo amor, fidelidad, como Él es amor y Él es fiel. La salvación no se compra, simplemente se entra en el banquete: "Bienaventurado quien coma en el reino de Dios". Y esta es la salvación.

(Homilía de S.S. Francisco, 7 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Poner especial atención a los detalles de amor de Dios en este día y agradecerlos.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Dios me busca sin descanso

Sigues, hoy como hace muchos años, en busca de tu oveja, con una insistencia amorosa y llena de esperanza.

¿Por qué Dios busca mi regreso? ¿Por qué sigue tras mis huellas? ¿Por qué llama de mil maneras a las puertas de mi alma?

Cada ser humano es hijo, aunque a veces lo olvidamos, aunque a veces perseguimos sombras de grandeza o brillos de placeres vanos.

Mientras nos encandila un espejismo, mientras dejamos que el corazón quede aprisionado en amores falsos, Dios sigue cada uno de mis pasos, Dios espera mi arrepentimiento, Dios suspira que le suplique sus cuidados.

¿Qué gana Dios si dejo mi pecado? ¿Cuál es el motivo de su insistencia? ¿Por qué no deja perecer a quien, ingrato, camina lejos de la casa paterna, a quien busca libertades huecas?

El poeta preguntaba, en medio de su asombro: "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?" Su pregunta es también la mía: ¿por qué no te rindes ante mi pecado, mi egoísmo, mis ingratitudes, mis bajezas? ¿Por qué me buscas sin descanso?

Dios responde con la insistencia de su Hijo, con los reclamos de un Pastor que va tras la oveja rebelde. Como expresaba, en su teatro poético, Tirso de Molina, el deseo de Cristo de recuperar la oveja es tan grande que la acoge también si ha dejado de ser blanca:

(...) mas la gran clemencia
de mi mayoral
dice que, aunque vuelvan,
si antes fueron blancas,
al rebaño negras,
que las dé mis brazos,
y sin extrañeza
requiebros las diga
y palabras tiernas

(Tirso de Molina, "El condenado por desconfiado").

Sigues, hoy como hace muchos años, en busca de tu oveja, con una insistencia amorosa y llena de esperanza. Como si tu dicha dependiese de mi regreso, de mis lágrimas, de mi conversión sincera.

No puedo seguir con mi respuesta dura, indiferente, distraída. Llega la hora de darte la alegría de permitirte celebrar la fiesta. Descubriré, entonces, que ese gozo tuyo, inmenso, divino, es también el mío...

Aumento alarmante de los sacerdotes asesinados en México

En lo que va de 2018 son ya 7 sacerdotes asesinados; también se han dado casos de secuestro, ataques violentos contra templos y atentados con explosivos.

La violencia en México sigue en aumento y los miembros del clero no están al margen de esta realidad. En lo que va de 2018 son ya 7 presbíteros asesinados, pero también se han dado casos de secuestro, ataques violentos contra templos y atentados con explosivos. En el anterior sexenio presidencial de Felipe Calderón fueron 17 los sacerdotes asesinados, en el actual sexenio de Enrique Peña Nieto la cifra ha aumentado alarmantemente a 26.

«No existe una causa única, pero en los casos analizados sí vemos un modus operandi de extorsión, secuestro, asesinato y más tarde difamación de la figura del sacerdote, desacralizándola», afirma el padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial, una agencia de noticias especializada en el seguimiento de ataques contra la Iglesia en México. «Cuando se asesina a un sacerdote se está lanzando el mensaje de que si puedo matar a un cura entonces puedo matar a cualquiera. Se consigue así desestabilizar a la comunidad y generar una cultura del silencio que hace que los cárteles de la droga y el crimen organizado anden a sus anchas».

Los secuestros y asesinatos no son una novedad en México, aunque en los últimos años crece la opinión pública sobre este tema y se pide a las autoridades civiles que tomen medidas si no quieren perder del todo la credibilidad por parte de la sociedad.

«Llevamos así 15 años y los ataques comenzaron hace 25, con el asesinato de Mons. Posadas, arzobispo de Guadalajara que fue asesinado por su oposición a las mafias de la droga», asegura Julieta Appendini, directora de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, «no es que los sacerdotes sean un blanco más fácil. Según las investigaciones, el 80% de los casos de asesinato eran sacerdotes de áreas rurales, muy comprometidos con el desarrollo y que hacían oposición fuerte al crimen organizado».

Otro caso reciente ha sido el ataque a la casa del cardenal Norberto Ribera, arzobispo emérito de Ciudad de México, el pasado mes de octubre. Un comando armado intentó entrar en el edificio pero la seguridad del cardenal consiguió evitar el ataque, resultado muerto uno de los agentes de seguridad. «Aún es pronto para relacionar este caso con los ataques a sacerdotes pero el uso tan fuerte de la violencia nos hace pensar en ello», reconoce el padre Sotelo que asegura que a pesar de tantos casos no se puede hablar de una persecución religiosa en México, como hubo a principios del siglo XX.

Sotelo conecta estos ataques con el asalto a iglesias y robo de objetos sagrados, una práctica también en aumento en el país: «Hay que tomar más medidas de seguridad, pero la raíz del problema va más al fondo. No solo los sacerdotes sufren la violencia, también periodistas, empresarios, la gente normal que van en autobús a su casa y son asaltados. Los feminicidios también han aumentado en el país, todos debemos ser corresponsables en levantar la denuncia y mejorar la seguridad por parte de las autoridades

¿Qué amenaza la unidad de los cristianos?

Papa Francisco: El cristiano debe seguir el ejemplo del Hijo de Dios

El Papa Francisco advirtió, durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este lunes 5 de noviembre, que “la rivalidad y la vanagloria” son los 2 principales peligros que amenazan la unidad de la comunidad cristiana.

De esos comportamientos nacen actitudes tan dañinas como el hablar a espaldas de los demás, “los chismes” a los que el Santo Padre se refiere con frecuencia.“Hay mucha gente que siente que no puede crecer, y para situarse por encima de los demás, los desprecia por medio de los chismes”.

“Es un modo de destruir a la persona que surge de la rivalidad”, señaló. En este sentido, recordó que San Pablo, en su carta a los Filipenses, dice que en la comunidad no puede haber espacio para las rivalidades.

Francisco explicó que “la rivalidad es una lucha para acabar con el otro. La rivalidad es algo negativo que puede producirse de forma abierta, directa, o con guante blanco, pero siempre destruya al otro para alzarse uno mismo”.

“Es como si, para ser más virtuoso, más bueno, disminuyo al otro, así permanezco siempre por encima. La rivalidad es el camino de este actuar por interés”, aseguró.

Si la rivalidad es así de destructiva para la comunidad cristiana, no lo es menos la vanagloria, destacó el Obispo de Roma. Al igual que la rivalidad, “la vanagloria destruye la comunidad, destruye la familia. Pensad, por ejemplo, en la rivalidad entre hermanos por la herencia del padre. Es algo que se produce todos los días. Pensad en la vanagloria, en aquellos que presumen de ser mejores que los demás…”.

Por el contrario, explicó el Papa, el cristiano debe seguir el ejemplo del Hijo de Dios, es decir, frente a la rivalidad y la vanagloria, debe “cultivar la gratuidad”.Esa expresión, cultivar la gratuidad, quiere decir hacer el bien si preocuparse de si los demás hacen lo mismo. De esa manera, mediante pequeños gestos, se construye la paz, se siembra unidad, se avanza por el camino de la concordia.

“Cuando leemos las noticias sobre la guerra, o sobre la hambruna en Yemen que afecta a los niños y que fruto de esas guerras…, pensamos: ‘están lejos, pero pobres niños’. Y sin embargo, ¿por qué no tienen para comer?”.

En cambio, esa misma guerra “la tenemos en casa, en nuestras instituciones, esa rivalidad, la guerra, comienza ahí. Y es precisamente ahí donde hay que hacer la paz: en la familia, en la parroquia, en las instituciones, en el lugar de trabajo, buscando siempre la unanimidad y la concordia y no por el interés propio”, concluyó el Papa. 

 

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