Hacedlos fructificar
- 21 Noviembre 2018
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¿En qué debería centrar mi atención cuando rezo el Rosario?
Tu atención debe estar centrada en Dios. A continuación te damos algunos consejos para concentrarte mejor en el rezo del Rosario.
Pregunta: Estimado Dan, yo tenía el hábito de rezar el rosario a diario, pero últimamente me he sentido frustrado al rezarlo. Me siento muy confundido porque no sé en qué debería concentrarme al hacer esta oración. Por ejemplo al rezar un Ave María, medito el dolor de Cristo en la flagelación y el grandísimo amor que a través de eso nos expresa. Sin embargo, mientras hacía esto, no estaba poniendo atención a las palabras del Ave María o pidiéndole a la Virgen que «ruegue por nosotros pecadores».
Respuesta:
Querido amigo, qué buena pregunta. La respuesta es sencilla: tu atención debe estar centrada en Dios. Te invito a repasar lo que dice el Catecismo al hablar de la oración vocal (n. 2700):
Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel a quien hablamos en la oración: «Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas».
Si tu corazón de alguna manera está enfocado o se siente atraído hacia Dios, estás caminando en la dirección correcta. Para ser mas específico, en cuanto al Rosario te recomiendo leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II en la que entre otras cosas escribió:
«María propone continuamente a los creyentes los "misterios" de su Hijo, con el deseo que sean contemplados, para que puedan derramar todas su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María».
Por eso, cuando rezamos el Rosario, lo rezamos con María y a través de los ojos de María, centrando nuestra atención, al igual que ella, en Jesús mismo
Nuestra primera tarea al rezar el Rosario es unirnos a María en cada escena (misterio) que se presenta. Al hacerlo, le pedimos su ayuda y sus oraciones mientras contemplamos a Cristo. Para traer esta realidad más cerca de nuestro corazón, podemos imaginarnos que estamos de pie al lado de María. Los dos miramos a Cristo en su agonía en el huerto. Le susurramos a nuestra Madre que ruegue por nosotros mientras consideramos lo que Cristo sufre. Le repetimos nuestra petición mientras los dos continuamos penetrando más profundamente el misterio.
Principios para mantener la paz
Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:
- Las distracciones son normales:Nuestro trabajo consiste en rechazar la distracción de manera apacible, ejercitando nuestra voluntad, y regresar nuestra atención a Dios. Si pasamos todo nuestro tiempo de oración volviéndonos hacia Él, la hemos hecho bien.
- Cristo es la clave: Cada vez que nuestros corazones se sientan atraídos hacia Cristo, debemos procurar dejarnos atraer. Algunas veces, debemos seguir esta atracción hasta la contemplación silenciosa en la que dejamos de lado la oración vocal o discursiva para simplemente contemplarlo a Él. Si no estamos obligados por algún compromiso religioso a rezar oraciones de alguna forma específica, tenemos la libertad de dejar estas oraciones formales, una vez que ellas nos han llevado a la verdadera razón y al más alto objetivo de nuestro esfuerzo en la oración: adorarlo a Él.
Al final, lo importante es que tu alma descanse en Él y en la obra que Él realiza en ti. Sí, debes esforzarte en aumentar tu devoción y atención a Él en la oración. Sin embargo, cuando nuestros corazones fervientes se topan con la frustración, es buena señal que el enfoque en nuestra oración está mal encaminado.
La clonación humana ¿Un proceso sin ética?
El valor de la vida humana debe ser el eje central al analizar este tema
En el tema de la clonación muchas cuestiones -de ciencia y de conciencia, es decir, de ética- quedan en el tintero.
El 21 de enero de 2016 la Cámara de los Lores del gobierno británico dio luz verde a la clonación de células humanas, con fines terapéuticos. El asunto no ha debido ser nada sencillo porque días antes de la votación, líderes religiosos de todo tipo -católicos, anglicanos, judíos, musulmanes, hindúes...- hicieron un llamamiento a la Cámara de los Lores y firmaron una declaración conjunta, mostrando su disconformidad con lo que estaba a punto de aprobarse. Al mismo tiempo, un editorial del 17 de enero en The Daily Telegraph, críticaba duramente al primer ministro británico, Blair, recriminándole su "actitud huidiza que, por cuatro veces, evitó reunirse con los firmantes de la declaración pública, a pesar de la incesante propaganda de su gabinete para aparecer como modelo de gobierno comprometido con una sociedad multicultural, multiétnica y multireligiosa". Al final, el gobierno pidió a los parlamentarios que votaran en conciencia. Algo serio andaba en juego cuando se apelaba expresamente a la libertad de conciencia en un foro político; ya se sabe que "cuando el río suena, agua lleva".
Después, a juzgar por algunos artículos de prensa, parece que el resultado de la votación hubiera hecho sonar la campana -como en las carreras de larga distancia, cuando sólo falta una vuelta-, para que otros gobiernos aprieten el paso y no lleguen los últimos a la meta. .
¿Dónde está el problema ? Es necesario saber primero lo que sucede, a nivel científico, en la clonación humana, para hacer después una valoración serena, a nivel ético, racional, del problema: hace falta ver claro en el hecho (qué pasa en la clonación), para después ver claro en el juicio conforme a derecho (de darle, o no, la luz verde). Por razones de espacio, las consideraciones que siguen serán muy resumidas.
Veamos, pues, en qué consiste clonar: es tanto como producir seres vivos, genéticamente idénticos a la célula de origen. Un hecho biológico parecido, pero no igual, es la escisión de gemelos que ya se había conseguido hace años, en el campo zootécnico, de la experimentación animal. Incluso, desde 1993, se conocen experimentos de escisión gemelar de embriones humanos de muy pocas células. Pero al ciudadano de a pie sólo le ha empezado a sonar el término "clonación", desde hace algunos años, cuando la revista Nature publicaba el nacimiento de la oveja Dolly.
Estábamos, en efecto, ante un hecho nuevo, por un doble motivo: en primer lugar porque no se trataba ya de una escisión gemelar, sino de una verdadera y propia clonación: es decir, de la reproducción asexuada (sin la previa unión sexual), y agámica (sin el encuentro de los dos gametos, como sucede después de la unión sexual, si tiene lugar la fecundación). Está dirigida a producir individuos (Dolly) biológicamente idénticos al individuo adulto (la "madre de Dolly"), del que se recibe todo el patrimonio genético nuclear.
Es decir, Dolly procedía de una célula somática, ya diferenciada, de su madre, y no de dos gametos sexuales. Y ahí radicaba la segunda gran novedad: en el hecho de que, hasta entonces, esta verdadera y propia clonación se consideraba imposible, porque parecía que el ADN (el ácido desoxirribonucleico, que forma el patrimonio genético) de las células adultas ya diferenciadas, habría perdido su pluripotencia inicial para originar diversos tejidos, y dirigir el desarrollo de un nuevo individuo. Este hecho enseguida hizo pensar en la posibilidad de su aplicación al hombre. Sobre todo, se vió la posibilidad de utilizar la clonación, no con una finalidad reproductiva -originar nuevos seres genéticamente idénticos al donante-, sino terapéutica. Posibilidad ésta, enormemente tentadora porque aparte de beneficios económicos, permitirá producir -a partir de las llamadas "células madres" del embrión clónico- cultivos de células diferenciadas, con vistas a trasplantes. Tendrán la ventaja de evitar problemas de rechazo por tratarse de células con idéntico patrimonio genético al del sujeto donante, que será, a su vez, el futuro beneficiario del trasplante. Además, se espera conseguir también tratamiento de enfermedades para las que hoy día carecemos de recursos eficaces: Alzheimer, Parkinson, etc...
Casi desde el primer momento, la comunidad científica internacional -comenzando por los investigadores que produjeron a Dolly-, rechazó la clonación humana con fines reproductivos; se calificó de "ofensiva" y "repugnante" para la especie humana. Son muchos los argumentos que justifican estos calificativos, aunque ahora no es posible entrar en ellos. Vamos a ocuparnos, en cambio, de la clonación con fines terapéuticos, objeto del debate y de la reciente aprobación por el gobierno británico. Ahora, comenzará a entreverse el problema ético; pero antes hay que llegar al fondo del hecho biológico y de lo que implica ese cultivo de "células madre".
Para conseguir esas células diferenciadas con vistas a la regeneración de tejidos y de futuros trasplantes, es preciso manipular al embrión; esto ya se viene haciendo desde hace algunos años, no con embriones clónicos, sino con los sobrantes de fecundaciones in vitro. Se trata de una operación de auténtico "desguace" del embrión aunque, eso sí, de alta biotecnología y precisión científica. Tal vez la palabra "desguace" sea el término más preciso, con la diferencia de que no estamos aprovechando los materiales de un viejo barco o desbastando un trozo de madera, sino una vida humana incipiente. Porque en eso consiste la operación: al embrión de pocos días de vida (en la llamada fase de blastocito) se le separan las células de su masa interna (las "células madre"), para multiplicarlas y, en un segundo momento, guiar su desarrollo para formar diversos tejidos con fines terapéuticos. En pocas palabras: se sacrifica al embrión. Esta es la realidad biológica y el dato científico, es decir, la verdad cruda y dura.
Ahí reside el nudo de la cuestión y el problema ético. Hay que preguntarse: ¿valen más los fines terapéuticos por buenos que sean, conseguidos a expensas de esa vida incipiente, que esta misma vida que ha de inmolarse? O, para decirlo en términos clásicos: ¿el fin justifica los medios?. Por supuesto, un fin bueno, pero a cambio de algo malo como el sacrificio de vidas nacientes. Dicho así, sin velos ni maquillajes que oculten la verdad, suena un poco fuerte; y en el fondo esto es lo que llevó, en 1984, a un gran debate sobre la licitud ética de experimentar con embriones humanos. No se trataba entonces de la clonación, porque aún no se había planteado; pero sí estaba en juego la condición necesaria para sacar partido terapéutico a la clonación: es decir, la destrucción de vidas nacientes. Fue necesario entonces tranquilizar la conciencia de la opinión pública y, por supuesto, de no pocos investigadores, que deseaban seguir adelante en la carrera emprendida. Y la "solución final" fue dictaminar -no porque así lo dijeran los datos de la biología, sino porque así convenía para seguir adelante sin detener la investigación-, que hasta el día 14, desde el momento de la fecundación, no podía hablarse propiamente de embrión ni considerar aquel cúmulo de células, como una vida humana en desarrollo. Me estoy refiriendo -lo sabe cualquier iniciado en esta materia- al famoso informe Warnock, que también vio la luz -como Dolly- en el Reino Unido.
Este último punto está en la base de todo el problema. Por eso, su dimensión biológica y su valoración ética requieren una consideración más detenida, que será objeto de un próximo artículo. A fin de cuentas, es la cuestión neurálgica de todo el asunto: la protección jurídica del embrión humano, frente a prometeicos objetivos, resultado de su manipulación. Importa pues saber si la vida humana comienza o no en el momento mismo de la fecundación; y, según sea la respuesta, si es o no éticamente lícito, experimentar con el fruto de esa fecundación, por muy buenos fines que nos propongamos.
Vemos que están cayendo las barreras éticas protectoras, aunque se siguen dando pasos hacia adelante, sin haber resuelto bien el punto de partida. Es mucho lo que nos estamos jugando, y no sería bueno que nos sucediera aquello que cuentan del nuevo presidente de cierto país. En el discurso de toma de posesión, dijo con tono dramático: "este país se encuentra al borde del abismo.." Y meses más tarde, en otro discurso sentenció: "hemos dado un gran paso hacia adelante, y seguiremos en la misma dirección".
Sin ironías ni alarmismos que no son del caso, sino con un discurso racional y sereno -para seguir viendo claro en el hecho y después en el derecho-, concluyamos que un progreso sin rigurosa orientación ética llevará por fuerza a dar pasos en falso, contrarios a la dignidad humana, aunque sean pasos al frente.
Toda persona, tarde o temprano, ha de poner en juego su conciencia y su responsabilidad moral, especialmente ante los retos decisivos de nuestro tiempo. A este propósito cuenta Ratzinger un suceso protagonizado por el premio Nobel, Sajarov, en 1955. Había intervenido en importantes experimentos termonucleares, pero las sucesivas pruebas militares costaron la vida a un soldado y a una niña de dos años. Invitado a un banquete de celebración, Sajarov se permitió un brindis en el que manifestaba su esperanza de que las armas rusas nunca más explotaran sobre ciudades. Un alto oficial, director del programa, le replicó que esa cuestión no le competía, porque los científicos debían limitarse a perfeccionar las armas, y no a enjuiciar cómo debían emplearse. A lo que el premio Nobel repuso: "ningún hombre puede rechazar su parte de responsabilidad en aquellos asuntos de los que depende la existencia de la humanidad". Esto vale también para el tema de la clonación humana que ahora tratamos.
Aunque la clonación presenta aspectos propios, en el centro del problema están -como decíamos en el artículo precedente- los experimentos sobre embriones. Y que, por tanto, el punto clave residía en determinar si se puede o no hablar de vida humana -susceptible, en caso afirmativo, de protección jurídica-, en los primeros 14 días de vida del embrión. Este tema se debatió en 1984 por el Comité Warnock, nombrado por el gobierno británico. En el dictamen final -conocido como informe Warnock-, se sentenció (así: se "sentenció") que el comienzo de la vida humana no tenía lugar hasta el día 14, a partir de la fecundación. Para ello, hubo que inventar el término "pre-embrión" -no aún "individuo humano"- dando así vía libre a la experimentación. Posteriormente, en 1990, las Cámaras inglesas lo transformaron en ley. Sin embargo, todo esto se hizo arrinconando valoraciones éticas y, además, marginando datos biológicos que hablan en favor de que existe una vida humana desde el momento mismo de la fecundación. Como prueba de ello, basten algunos testimonios, tanto biológicos como de los propios científicos.
En primer lugar, varios miembros del propio Comité Warnock, reconocieron más tarde este hecho. Así, la embrióloga A. MacLaren, admitió honestamente que fue ella precisamente quien introdujo el término "pre-embrión", y que lo hizo por influjo de "cierta presión ajena a la comunidad científica"; y sabiendo, como reconoció D. Davies, miembro también del mismo Comité, que estaba "manipulando las palabras para polarizar una discusión ética" (D. Davies, Embryo research: Nature 320 (1986) 208).
Huelga todo comentario. Pero el resultado final de ese subterfugio, fue el reconocimiento legal en no pocos países de la experimentación sobre embriones. Así se escribe la historia.., y es lo mismo que ahora desean hacer algunos a propósito de la clonación con fines terapéuticos: quieren que la historia se repita.
Pero sigamos con otros testimonios. Una voz importante en esta materia es el francés J. Testart, nada sospechoso de mogigatería a la hora de experimentos biomédicos, pues trabajó en el equipo que en 1982 hizo posible el nacimiento de Amandine, primer "bebé-probeta" de Francia. Testart, que tiempo después dejaría esos caminos, afirma en su libro "Los caprichosos catorce días del pre-embrión", que los embriólogos británicos responsables del informe Warnock "se vieron obligados a hacerlo para justificar un punto de vista extra-científico que les convenía: el Comité ético del Departamento de Sanidad y Educación norteamericano, sin referencia alguna a consideraciones biológicas, había decretado que se necesitaba un intervalo de catorce días tras la fecundación sin que el producto de la concepción adquiera status moral alguno". Por desgracia, la suerte para el embrión estaba echada...
En línea parecida a la de Testart, se expresan muchos otros científicos. El que fue mi profesor en la Facultad de Medicina de Madrid, Botella Llusiá, refiriéndose al embrión recién fecundado, escribe: "hay una cosa que como biólogo u objetivamente, por mi propio conocimiento, sí que puedo afirmar: ...desde el momento mismo de la fusión de los gametos es ya una vida humana. No sólo podemos ver bajo el microscopio (...) unirse el espermio con el ovocito, sino que hoy día conocemos el genoma de cada uno de ellos y sabemos que, fundiendo sus moléculas de DNA, dan lugar a un nuevo ser, el embrión, cuyo genoma a su vez es propio, y diferente del padre y de la madre. Allí ha nacido, hoy ya la hemos visto nacer bajo nuestra vista, una nueva vida. (...) Y esta certeza biológica -que no antropológica, ni teológica- me permite a mí, y a los que me quieran seguir, condenar el aborto en cualquier momento que tenga lugar y sin limitación de tiempo. Y además es un argumento que sirve lo mismo a creyentes que a agnósticos". La razón científica desmiente, pues, el subterfugio del "pre-embrión".
El código genético que hemos sido cada uno de nosotros cuando sólo éramos una célula, y que se encuentra encerrado en el ADN de los cromosomas, lo compara Lejeune a una minicasete en la que hay escrita una sinfonía: la de la vida. Sobre los pequeñísimos minicasetes que son nuestros cromosomas están escritas diversas partituras de la obra que es nuestra sinfonía humana. Y una vez reunida la información necesaria para expresar toda la sinfonía (lo que sucede en el momento de la fusión de los gametos), "la sinfonía suena sola, es decir, un hombre nuevo comienza su carrera". Este lenguaje gráfico ayuda a que la verdad, que no tiene vuelta de hoja, sea más verosímil: es decir, que no sólo sea verdad , sino que también lo parezca.
A pesar de todo, algunos poderes políticos parecen empeñados en proseguir en la línea del gobierno británico. Por citar un ejemplo, Francia se ha propuesto recientemente modificar su legislación sobre bioética: se les queda pequeña para una libertad de investigación mal entendida. Se trata de justificar el uso de los embriones sobrantes de fecundaciones in vitro, para fines terapéuticos; y, como todo argumento, el primer ministro L. Jospin, se preguntaba: "¿Razones basadas en principios filosóficos, espirituales o religiosos deberían llevarnos a privar a la sociedad y a los enfermos de la posibilidad de avances terapéuticos?". La contestación debería ser: pues claro que sí; porque no se trata sólo de esas razones -que no deben quedar al margen-, sino porque también, y al mismo tiempo, esas razones están firmemente sustentadas en hechos biológicos, en análisis científicos, en pruebas experimentales. Y si hubiera que contestar con una respuesta menos académica y más contundente, habría que decir que cuando la eficiencia y los fines prácticos desplazan a los principios éticos, el final tiene un nombre: Auschwitz. Y es que con la verdad de los principios no se juega.
Los testimonios de científicos y los hechos biológicos expuestos, bastan para probar que, gracias a Dios, los Sajarov siguen vivos; y que no están dispuestos a doblegarse bajo el peso del poder económico o político, ni los de cierta investigación biomédica que, bajo capa de progreso, parece decidida a seguir dando pasos en falso.
Muchas cuestiones -de ciencia y de conciencia, es decir, de ética- quedan en el tintero. Y esto, sin haber dicho nada de una investigación que puede, y sin duda conducirá, a resultados óptimos en el campo biomédico y en sus aplicaciones prácticas: los experimentos con células madres procedentes de adultos. Tienen incluso ventajas sobre la clonación, tanto desde el punto de vista científico, como ético. En el año 2015, esas células madres de adultos se han cultivado en el laboratorio en suficiente cantidad; y han mostrado su poder de transformación en diversos tejidos. Además, se trata de un progreso que no lesiona los valores éticos. Sin duda se está en la línea del mandato divino "dominad la tierra", pero bien entendido. Por lo mismo, no dejará de producir frutos abundantes sin perjuicio de los valores éticos, es decir sin el sacrificio de vidas humanas.
Presentación de Nuestra Señora al Templo
Memoria de la Presentación de santa María Virgen. Al día siguiente de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida junto al muro del antiguo templo de Jerusalén, se celebra la dedicación que de sí misma hizo a Dios la futura Madre del Señor, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su Concepción Inmaculada.
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre.
Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”.
El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa. Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.
Con María, el día de su presentación en el Templo
Este día, la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, María fue presentada en el Templo.
Al meditar sobre tu vida, Madre querida, nos queda siempre en el alma alguna enseñanza, un prudente consejo, un camino...
Este 21 de noviembre la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, fuiste presentada en el Templo.
Por más que intento, Madrecita, no puede descubrir mi corazón una enseñanza en esta parte de tu vida. Me quedo en oración. Acabo de recibir a tu Hijo bajo la apariencia de pan. Así, mi corazón hecho pregunta se postra ante ti.
Enséñame, Madre...
Me abrazas el alma y siento que te acompaño en tan hermoso día.
Vas llegando al Templo de la mano de tus padres. La mano de Joaquín te llena de fuerza y confianza. La de Ana te sostiene un equipaje de amor, besos y abrazos para que te acompañe en el viaje trascendental que emprendes.
Con tu inocencia, jamás perdida, y tu ternura, exquisitamente multiplicada en años venideros, vas acercándote al lugar del que tanto te han hablado y vas aprendiendo a abrazarte al Dios eterno que conociste de la boca de tus amados padres.
Por estas cosas de la imaginación una María mamá, tal como me la recuerda la imagen de la Parroquia, me acompaña a descubrir a una María niña.
Vamos subiendo las escalinatas... Al llegar al último escalón distingo, a una prudente distancia un personaje conocido...
¡ Madre! ¿Acaso esa mujer que está allí, observando de lejos es... ?
-Si, hija, es Ana, la profetisa.
Claro, según dice la Escritura: "... casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones" (Lc 2, 36-37)
Ana... quien años más tarde hablaría "... acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén"...(Lc 2,38)
Ana... mira a esta niña de ojos dulces, belleza serena y sonrisa de cielo.
Ana... guarda ese rostro en su corazón, pues el rostro de María es inolvidable.
Me descubro nuevamente arrodillada en la Parroquia. Te miro con el alma, María, y descubro de tu mano la enseñanza. Simple y profunda. Simple como una mujer viuda mirando de lejos. Profunda, como el amor que nos tienes.
¡Nadie puede olvidarte, Madre!. Una vez que se te ha conocido, no es posible el olvido.
Aunque pasen muchos años entre el encuentro y el abrazo... entre la mirada y la sonrisa.
Nadie, que te haya visto, aunque sea una vez, puede olvidarte. Verte... no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. El encuentro es interior. El abrazo, único.
Mi corazón está feliz pues me has enseñado, una vez más, que meditar en tus ejemplos no es en vano, ni "pérdida de tiempo". Meditar en ti calma las angustias del alma, encamina los pasos del corazón y nos acerca a tu Hijo.
Este 21 de noviembre quiero pedirte que subas conmigo las escalinatas de mi vida. Que me lleves de la mano y me proveas de un imprescindible equipaje interior. Que sepa mantener ese equipaje meditando siempre en tus virtudes y ejemplos.
Feliz recuerdo de tu Presentación, Madre.
Hermano que lees estas sencillas líneas. Acompaña a Maria recordando con ella este día. Acompáñala con una oración, con un pensamiento, con una obra de caridad... Suma tu sencilla ofrenda a la que hizo de su vida la más pura ofrenda de amor.
NOTA de la autora:
Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.
Presentación de la Virgen María
Ana y Joaquín, en un acto de fe quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña, 21 de noviembre
Esta fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una basílica a “La Virgen María la Nueva”.
Se levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo.
Las Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la atención.
La liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor".
En Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente.
Este episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “protoevangelio de Santiago”.
Pero, como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del Señor Dios.
Por eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos.
María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña".
No pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años, la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo que el Señor había hecho con ella.
Esta fiesta data desde el siglo VI.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre y las Hermanas de la Presentación de Granada y del mundo!
"CONDENAMOS VUESTROS ACTOS PERO NO QUEREMOS CONDENAR A VUESTRAS PERSONAS"
José I. Glez. Faus: "Los pederastas y los corruptos se os adelantarán en el Reino de los Cielos"
"No podemos ser jueces de nadie porque eso sería erigirnos en dioses"
José I. González Faus sj, 21 de noviembre de 2018 a las 09:35
Del infierno al cielo
Si somos cristianos, sabemos que por un pederasta o un Bárcenas arrepentido habrá en el cielo más alegría que por todos nosotros
(José I. González Faus sj, teólogo).- Comprendo bien el escándalo y la indignación que puede suscitar ese título. Según y cómo, yo soy el primer indignado. Pero ese escándalo puede ayudarnos a comprender el impacto de la misma frase cuando Jesús la dijo referida a "publicanos y prostitutas". La terminología de Jesús ya no nos escandaliza: hoy no hay publicanos (al menos con ese nombre), y las prostitutas son hoy, en un 90 %, víctimas de la trata de blancas, cosa que no ocurría entonces: mientras que la meretriz de Lucas 7, parece ser una prostituta de aquellas "de alto standing". (Prescindiendo ahora de si se identifica o no con "la Magdalena" del capítulo siguiente, pregunta que en mi opinión no tiene respuestas científicas sino sólo sentimentales) Por ambas razones, los términos de la denuncia de Jesús ya no hieren nuestros oídos. Pero si situamos esa terminología de Jesús en su época, resultan ser dos de los calificativos moralmente más escandalosos. Se comprende así la reacción de "ganas de acabar con él", que provocaba Jesús en los doctores y cumplidores. Y la que nos puede provocar a nosotros hoy, su parodia en mi título.
Porque, por otro lado, las víctimas son para Dios más sagradas y más dignas de cuidado de lo que puedan serlo para el mejor de nosotros. Y los pederastas y los corruptos le provocan a Dios más dolor y más indignación de la que pueden provocar a cualquiera de nosotros y a todos los bien-pensantes de nuestros días. Aquí aparece lo que el japonés Kazoh Kitamori califica como el dolor de Dios y que define así: "el amor de Dios triunfando sobre su ira". En nosotros, tan incapaces de amar, es casi imposible que nuestro amor triunfe sobre nuestra ira. Tenemos tanta capacidad para condenar como incapacidad para compadecer al que condenamos. Aquello de "odiar al pecado y amar al pecador" nos lo aplicamos a nosotros y a nuestras pequeñas (o grandes) infidelidades. Pero si intentáramos llevarlo a la práctica, tendríamos que añadir a todo cuanto estamos condenando (¡y con plena razón!), otra palabra dirigida a esos ejemplos de bajeza moral: pederastas y corruptos. Una palabra más o menos como ésta: Condenamos vuestros actos pero no queremos condenar a vuestras personas. No sabemos cuántas veces se cumple aquello de que el verdugo de hoy fue una víctima ayer. No podemos ser jueces de nadie porque eso sería erigirnos en dioses. También para pederastas y corruptos sigue habiendo hoy una posibilidad y una oferta de rehabilitación y de perdón. También para vosotros sigue vigente la palabra bíblica: "aunque vuestros pecados sean rojos como la grana (y lo son) pueden volverse blancos como la nieve".
En los mundos de ETA y de las FARC colombianas se han dado historias estremecedoras de reconciliación y de abrazo entre víctimas y verdugos. Que no han tenido publicidad: porque el bien no hace ruido y la publicidad del mal genera muchos más ingresos. Pero que devuelven al género humano una calidad humana y una posibilidad de admiración, mayores que todo el desprecio que merecemos con tanta frecuencia. Y si somos cristianos, sabemos que por un pederasta o un Bárcenas arrepentido habrá en el cielo más alegría que por todos nosotros. Tomar en serio las palabras de Jesús no significaba, por tanto, cohonestar a los publicanos y las prostitutas. Pero sí que es una llamada a no sentirnos superiores a ellos. Cuentan que el gran Francisco de Asís, ante cualquier crimen o atrocidad moral de que tenía noticia solía exclamar: "yo en su lugar quizás habría hecho lo mismo". Era una manera de no sentirse mejor sino, simplemente, privilegiado, más afortunado y, precisamente por eso, más responsable. Y solo si intentamos acercarnos a esa manera de sentir, evitaremos ponernos por encima de ellos. Algo de eso lo intuía el genio de Nietzsche en su denuncia de la moral como hipocresía. Pero esas palabras del loco de Basilea nosotros las aplicamos solo cuando los otros nos hablan de moral. No cuando moralizamos nosotros. Con lo que acabamos dándole la razón sin querer. Y dejando a Nietzsche, eso mismo es lo que quiere decir Pablo de Tarso en los capítulos 9-11 de su carta a los romanos, hablando de la relación entre judíos y paganos. No niega nada de la bondad y de cierta superioridad de aquellos ("de ellos son las promesas etc."). Pero al aplicarse esa superioridad a sí mismos y no a la elección de Dios, se han quedado por detrás de los paganos, y Dios se ha valido de ese pecado suyo para abrir las puertas a los de fuera: se creyeron hijos de Jacob y han acabado siendo hijos de Esaú, dice Pablo aludiendo a esos dos hermanos bíblicos. Para añadir en seguida que si ahora los paganos se sienten superiores a los judíos, dejarán de ser la iglesia de Jacob para pasar a ser la iglesia de Esaú. Y Dios se vuelve entonces a los judíos. Y así se vale Dios del pecado de todos, para salvarlos a todos. Pablo no tenía el don de la expresión clara: era demasiado impetuoso para ser diáfano. Por eso se enreda algo en sus explicaciones y prefiere terminar con mil exclamaciones de asombro sobre los designios y la sabiduría de Dios, las cuales le permiten callar. Pero creo que al menos podemos intuir por dónde va. Y me permito añadir, por si a alguien le es útil, que el comentario a esos capítulos 9-11, en el libro de Xavier Alegre sobre la carta a los romanos, me parece de lo mejor, no solo de ese libro de Alegre sino de cuanto se ha escrito sobre esos capítulos. En cualquier caso, no debemos sentirnos mejores sino solo más agradecidos y más responsables. Y ¿no parece que, si intentáramos sentir algo de eso, será mucho más fácil la convivencia humana que hoy se está degradando a niveles alarmantes?
ASEGURA QUE "EL DECÁLOGO NOS EDUCA A TODOS EN RECONOCERNOS 'MENDICANTES'"
El Papa pide "cercanía y apoyo, incuso material" para las monjas de clausura
Asegura que no basta "un cumplimiento nominal y farisaico (de los mandamientos) para conseguir la salvación"
José Manuel Vidal, 21 de noviembre de 2018 a las 10:30
El Papa acaricia a un bebé en la audiencia
Felices los que reconocen los propios deseos malvados y con un corazón arrepentido y humillado no se presentan ante Dios ni ante los hombres como justos, sino como pecadores
(José Manuel Vidal).-El Papa Francisco concluye las catequesis sobre el Decálogo apuntando a su objetivo final: el corazón de las personas, de donde sale todo lo bueno y todo lo malo. Por eso, no basta "un cumplimiento farisaico" de los mandamientos, sino reconocerse "mendicantes" para poder liberarse de los malos deseos. En la Jornada Pro Orantibus, el Papa pide "cercanía y apoyo, incluso material" para las monjas de clausura.
Lectura del libro del Éxodo: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Abordamos hoy el último mandamiento"
Todos los mandamientos persiguen el objetivo de indicar los confines de la vida, el límite tras el cual la persona se destruye a sí misma"
"Todos los pecados nacen de una común raíz interior: los malos deseos"
"Todos los pecados nacen de un deseo malo" "Lo dice explícitamente el Evangelio"
"El corazón del hombre" "El Decálogo se muestra lúcido y profundo sobre este aspectoi: la meta de su viaje es el corazón, y si éste no es liberado, el resto, vale poco" "Los mandamientos de Dios pueden reducirse a ser sólo la bella fachada de una vida que sigue siendo una existencia de esclavos y no de hijos" "Tenemos que dejarnos desenmascarar por estos monadamientos sobre el deseo, porque muestran nuestra ponbreza para conducirnos a una santa humildad"
"¿Qué deseos malos tengo en mi corazón? "
"El hombre necesita esta bendita humillación"
"Es inútil pensar en poder corregirse a uno mismo sin el don del Espíritu Santo"
"No se puede pensar en purificar nuestro corazón con un esfuerzo titánico de nuestra voluntad. No es posible. Hay que abrirse a la relación con Dios"
"El Decálono nos educa a todos en reconocernos 'mendicantes', nos ayuda a colocarnos ante el desorden de nuestro corazón, para dejar de vivir egoístamente y convertirnos en pobres de espíritu".
"Felices los que dejan de ilusionarse creyendo que podemos salvarnos de nuestra propia debilidad sin la misericordia de Dios, que es la única que puede sanar nuestro corazón"
"Felices los que reconocen los propios deseos malvados y con un corazón arrepentido y humillado no se presentan ante Dios ni ante los hombres como justos, sino como pecadores"
"Estos son los que saben tener compasión y misericordia de los demás, porque la experimentan sobre sí mismos"
Texto íntegro del saludo en español Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre el último mandamiento: «No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo». A simple vista parece coincidir con los mandamientos: «No cometerás adulterio» o «no robarás». Sin embargo, hay una diferencia. En este epílogo el Señor nos propone llegar al fondo del sentido del decálogo y evitar que pensemos que basta un cumplimiento nominal y farisaico para conseguir la salvación. La diferencia estriba en el verbo empleado: "no codiciarás"; con este verbo se subraya que, en el corazón del hombre -como dice Jesús en el evangelio-, nace la impureza y los deseos malvados que rompen nuestra relación con Dios y con los hombres. Por eso, nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que nuestra debilidad se supera solo con nuestras fuerzas, en virtud de una observancia externa. Debemos suplicar, como mendigos, la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza, para poder aceptar que solo el Espíritu Santo puede corregirnos, dando a nuestros esfuerzos el fruto deseado. Esa verdad es apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios que nos transforma y renueva.
Bienaventurados los pobres de espíritu; aquellos que, no fiándose de sus propias fuerzas, se abandonan en Dios, que con su misericordia cura sus faltas y les da una vida nueva.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. En este día que celebramos la Presentación de la Virgen María en el Templo, los animo a que, siguiendo su ejemplo, sean testigos de la misericordia de Dios en medio del mundo, comunicando la ternura y la compasión que han experimentado en sus propias vidas. Muchas gracias.
Saludo en italiano
El Papa recuerda que hoy celebramos la fiesta de la Presentación de la Virgen Marçia, asi como la Jornada Pro Orantibus, dedicada al recuerdo de las comunidades religiosas de clausura."
"Una ocasión oportuna para dar gracias al Señor por tantas personas que, en los monasterios y en los eremitorios, se dedican totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en el ocultamiento. ¡Que no le falte a estas comunidades el afecto, la cercanía y el apoyo, incluso el material, de toda la Iglesia".